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Conociendo a mamá por Samantha0507

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Yuri nuevamente tocó la frente de Victor, toda la noche había estado con fiebre, despertando un par de veces, con náuseas y vómitos, que habían terminado por preocupar de sobre manera al rubio.

 

El pelinegro le había dicho que durmiera, que lo mejor era que descansara, luego de llevaran a la cama al omega, cuando perdió el conocimiento en la cocina, Yuuri le había indicado que él se haría cargo de Victor, que simplemente debía tener una gripe y que mezclado con el estrés, había terminado por mermar en su cuerpo, dejándolo indefenso, pero por mucho que había intentado conciliar el sueño, no había sido posible y cuando cerca de las 3 de la mañana escuchó las arcadas desde el cuarto del mayor, simplemente optó por levantarse.

 

—Victor… — el peligris tenía los ojos cerrados y respiraba de forma acelerada, Yuuri le dijo que se quedará a su lado, eran las 6 de la mañana y el otro no parecía mejorar y eso lo estaba preocupando, Yuuri había ido por unos amigos de ambos, uno de ellos podría revisar a Victor.

 

El rubio se levantó, notando por primera vez cuanto le dolían las piernas, le había mandado un mensaje a Otabek, para explicarle y decirle que lo mejor sería que se quedaran en un hotel, que realmente por ahora solo quería dejar que Victor descansara lo que fuera necesario.

 

—Yuuri…—Victor se despertó asustado, buscando al moreno, la fiebre lo hacía delirar. —Yuuri…ven, Yuuri…—intentó levantarse, siendo detenido por el rubio menor.

 

—Fue por un médico, necesitas que te atiendan, tienes mucha fiebre…

 

—¿Yurio?. —Victor levantó la mano acariciando el rostro del rubio. — Yuratchka estás aquí, conmigo…—comenzó a toser, dejando salir fuertes arcadas, mientras se llevaba las manos al pecho. — Quiero vomitar…—respiró aceleradamente, tratando de amainar el mareo.

 

—Tranquile, ven…—Yuri le ayudó a incorporarse, colocó frente a él lo que asumió era un cesto de basura, que Yuuri le había dejado en caso de emergencia, cuando comenzó a vomitar, haciendo que su nerviosismo empeorara, él no era bueno apoyando o cuidando personas, menos podría serlo con la persona que se suponía odiaba, le dio un poco de agua, tratando que se calmara, aunque lo único que el peliplata había vomitado solo agua, ya que durante la noche no había probado bocado.

 

—Gracias por cuidarme, hoy llegaba Otabek, lamento estar siendo una molestia para ti, me gustaría ser un mejor omega…

 

—por ahora tranquilízate y duerme.

Victor se recostó acariciando el rostro de su hijo, tratando de que este se quedara a su lado. —sabes tengo fotos tuyas de tus competencias, realmente lucias guapo, el traje de tú competencia cuando fue tu debut, lo único que me entristece es que no conozco tú sonrisa, pero como podrías sonreírme, si solo logro que sufras, solo logro hacerte daño mi pequeño Yuratchka.

 

Yuri se quedó en silencio, mientras el peliplata caía dormido nuevamente, miró la habitación y se acercó a un cuarto que estaba cerrado, miró a su espalda y entro movido por la curiosidad.

 

La habitación era una oficina, había libros por todos lados, se acercó notando las fotografías que estaban en las paredes. —Soy yo…— se encontró a si mismo caminando con un peluche entre las manos, uno que sabía hasta el día de hoy se encontraba en su mochila escondido, como un secreto, no recordaba realmente quien le había dado el peluche, pero estaba seguro que lo tenía desde pequeño.

 

Se fue directo al librero, notando los álbumes fotográficos que descansaban en lo alto de la estantería, todos de color blanco, notando como en un lindo tono amarillo decía, “mi primer añito”

 

Lo abrió notando como las fotos en su mayoría eran propias, su cumpleaños o el simplemente por una casa que no podía reconocer, el en los brazos de Yullia o en los de su padre, su abuelo jugando con él, Yuuri dándole la comida y finalmente Victor llevándolo en sus brazos, abrazándolo, mirándolo con un amor que parecía llenar la fotografía en totalidad.

 

Lo dejó en su lugar, notando como habían muchos a lo que dedujo probablemente cada uno de ellos dedicado a si niñez, podía incluso jurar que superaban a los que estaban en su casa en Rusia o a todos los que tenía su abuelo.

 

Su curiosidad fue incluso mayor y simplemente se fue al tercero, al que por alguna razón dedujo sería el de su  tercer cumpleaños, después de todo las palabras de Yuuri seguían clavadas en su cabeza y el recuerdo de que esa edad era la que Victor más odiaba era latente.

 

Las fotos eran bastante normales, llegó incluso a las de su cumpleaños, pero se detuvo al notar lo solo que se veía el lugar a pesar de que parecía estar decorado para mucha gente, la imagen de Yuuri y Victor estaba presente en las fotos, pero solo eran escasos a diferencia del principio, miró detenidamente a Victor, notando por primera vez el mal semblante que traía, sus ojos estaban vidriosos y enrojecidos, ni él, ni Yuuri parecían sonreír, luego de eso no habían más fotos, ninguna donde el peliplata o el pelinegro aparecieran, la casa que no reconocía tampoco estaba, era como que todo había cambiado en ese día, buscó en las demás fotografías, pero nada simplemente aparecían las fotos sin los dos mayores.

 

—…realmente necesito saber qué pasó en ese cumpleaños…— escucho un quejido y dejando las cosas en su lugar, salió nuevamente, encontrándose con un Victor acurrucado, en casi posición fetal, al parecer tenía frío.

 

Yuri se quedó a su lado, agradeciendo que la fiebre hubiese disminuido un poco, había recibido un mensaje de Otabek, explicándole que ya habían llegado y que cuando lograran recuperar sus maletas irían por él.

 

La puerta de la casa hizo que el rubio se asomara, encontrándose con tres personas. —Yuri, ya estoy de regreso. — el moreno lo miró, con visibles ojeras bajo sus ojos.

 

—Bienvenido…— el rubio saludo respetuoso, notando que inmediatamente que ninguno de los chicos que había entrado era un alfa.

 

—Ellos son Pichit Chunalot y Lee Seung Gil, son amigos de Victor y mío y bueno, ambos me ayudan bastante cuando Victor tiene algún tipo de crisis. — Yuri los saludo de forma respetuosa, pero manteniendo la distancia necesaria.

 

El muchacho de tez oscura había salido y Yuuri habían entrado al cuarto, mientras el otro joven se había acomodado en el salón con una laptop, sin decirle nada al otro.

 

Fueron unos minutos cuando Yuri escucho al muchacho hablándole. — ¿puedo prepararte un té si te sientes nervioso?

 

—¿Qué te hace creer que estoy nervioso? — el rubio habló sin reparos, sabiendo que el joven a su lado era un beta.

 

—Tus manos y tus piernas tiemblan visiblemente.

 

—Demonios… es solo que… se ve tan mal…

 

—Victor es de salud débil, no es obvio para quien no lo conoce, pero con el paso del tiempo logras notarlo, emocionalmente es peor. — había un dulce aroma, en el aire un aroma muy parecido a las fresas con crema, era un poco notorio para el rubio. —¿tú celo?

 

—Fue hace pocos días, pero aún es poco obvio mi aroma, como Pichit es un beta, no puede cubrir tan fácilmente mi olor, como lo haría si fuera un alfa.

 

Ambos se quedaron en silencio hasta que un olor muy parecido a madera recién cortada les llegó de lleno a ambos omegas.

 

El rubio se acercó a la puerta sabiendo que ese era el olor de su cuñado, sin notar como Seung Gil respiraba de forma acelerada.

 

Solo tuvo que abrir la puerta para que un muy enérgico JJ entrara casi tirándolo al piso en el proceso.

 

Yuri estaba molesto, se giró enojado para reprender a su cuñado, cuando la mano de Otabek lo detuvo, pegándolo a su cuerpo, como si lo estuviera protegiendo.

 

El rubio estaba perdido, notando por primera vez que tanto Yuuri, como Pichit estaban fuera de la habitación de Victor, mirando la escena frente a sus ojos de forma atónita.

 

Jean Leroy y Lee Seung Gil, se miraban fijamente, con la respiración agitada, dejando salir sus feromonas a destajo, la habitación estaba viciada por el olor de ambos, que parecía simplemente mezclarse.

 

—JJ…—el rubio susurró entendiendo ahora el motivo de que Otabek lo pusiera tras su cuerpo, si trataba de detener a JJ, en ese momento podría haberlo herido, por culpa de su alfa.

 

—Hermano…

 

Todos estaban en silencio, sabiendo que el primer encuentro entre un Alfa y su Omega, podía ser hermoso y tremendamente peligroso.


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