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La Historia De Dos Dragones- Akatsuki No Yona [Jae Ha x Kija] por Asamijaki

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El amanecer parecía ser inminente, el canto de las aves anunciaba el comienzo de una nueva jornada, y los brillantes primeros rayos de sol no se hicieron esperar.

La pelirroja dormía aun tranquilamente dentro de la improvisada tienda junto al menor de edad en el particular grupo, la mañana todavía no le alcanzaba por completo, en un profundo sueño, que parecía tan apacible y tranquilo, de lo que en realidad era.

Una fría corriente atravesaba los arboleshaciendo que aquellas rojas hojas bailaran a su mercedse escuchaba una hermosa melodía que venía junto con aquella brisaparecía ser una ocarina.

La joven de cabellos de fuego podía mirar desde la distancia a otra, peliblancacon una piel cual porcelana y cabellos que parecían finos hilos de sedatocando aquel armonioso instrumentoparecía estar a las orillas de un río de agua cristalina.

Los ojos zafiro de esta le miraron por un instanteacabando de manera repentina la canción tan tranquilizante que había estado interpretando hasta ese momento, las hojas rojizas de los alrededores empezaron a marchitarse, y los arboles empezaron a secarseel agua antes tan pura se contaminóQueriendo hablarla de ojos amatistas abrió su bocapero no pudo emitir sonido algunosentía su respiración irsecomo si estuviera ahogándose, en un parpadeo la otra joven ya no estabay ella estaba sumergida en una profunda oscuridadsin poder pedir ayuda a nadie... ¿Porqué su voz simplemente no salía?

-¡Yona! -La voz preocupada del auto proclamado chico lindo, hicieron a la otra abrir los ojos.

-¡¿Eh?! -La princesa se levanto de un salto, no había notado el hecho de que su cuerpo estuviera sudando frió.

-¿Estas bien? Empezaste a murmurar no se que y te veías pálida... -Aun preocupado por su estado, el castaño de orbes azules le extendió un poco de agua.

-Estoy bien, gracias Yoon... -aceptando el agua, la tomó refrescando su garganta, la cual sentía un poco seca.

-Bueno... -Sin estar muy convencido de aquello, la ayudo a levantarse para salir de la tienda. -Vamos, hay que ayudar a desarmar el campamento e iniciar nuestro viaje...

La pelirroja solo asintió sin más, saliendo de aquella casa de campaña, viendo como los demas dragones -Y Hak- estaban ya más que despiertos, empacando todas sus cosas.

-Buen día. -saludo con una sonrisa al ver a los chicos trabajar

-Buen día, princesa. -La bestia del trueno quien llevaba un gran costal en su hombro, le devolvió el saludo.

-Yona, querida... -Jae-ah no tardo en hacer aparición con su típica sonrisa de siempre- Buen día...

-Buen día, señorita~ -Zeno saludo por detrás de la pelirroja, al lado de Yoon. -Mami Yoon, tengo hambre...

-Malditos fenómenos flojos... -respondió la figura materna mientras se remangaba su ropa y se dirigía a preparar algo de desayunar.

-Yona... -saludo Shin-ha, con pocas palabras como siempre, Ao a su lado igual le saludo con un gesto en su pata.

La de cabellos cortos sonrió delicadamente a lo que parecía ser ya una rutina entre ellos, sin embargo, algo le faltaba ahí.

Miro de reojo al peliblanco a la distancia, este solo estaba empacando las pocas cosas que los demás usaban para dormir o protegerse de la lluvia.

Yona no pudo evitar notar la falta de presencia del dragón blanco, parecía estar en otro lado y eso no era nada común en él, comúnmente habría saludado con una gran sonrisa, pero en vez de eso tenía una mirada perdida.

La joven, preocupada se acerco al que ella consideraba el más cercano a Kija, nadie más y nadie menos que el dragón verde.

-Jae-ah, ¿sabes si le pasa algo a Kija? -observando de reojo al mencionado. -No crees que se esta comportando un poco...

-¡Oh! ¿No sera solo tu imaginación? -rápidamente rechazo la intuición de la chica, recordando lo que el albino le había pedido.

-Pero... -insegura, la joven no sabia si solo dejarle, pero no tuvo opción tras la insistencia del peliverde.

Por su parte, el dragón blanco no sabía ni que hacer, el eco de aquella voz no hacía más que atormentarlo sin cesar desde que la escuchó por primera vez, tal vez el mujeriego de ropas orientales tenga razón y deba preguntarle al que más sabe de los legendarios dragones originales, el único sobreviviente de miles de años atrás, el joven a simple vista, dragón amarillo.

-Zeno... -el de ojos zafiro por fin se rindió ante aquellas molestas sensaciones, que pensaba, eran provocadas por su sangre.

-¡Oh! -sonriente como siempre el rubio le respondió al instante, aunque no siempre como se esperaba. -¡Vamos, siéntate! -le dio un asiento junto a todos los demás rápidamente, donde el castaño estaba sirviendo los platos de una sopa de pescado que había preparado anoche. -¡Mami Yoon nos esta sirviendo el recalentado! -celebrando como siempre la abundancia de alimentos.

-N-no tengo hambre... -comentó sin muchas ganas el peliblanco.

-Ayer tampoco comiste... -le cuestiono el que sería el dragón negro-¿Pasa algo que no quieras decirnos? -le mira desafiante-¿eh, serpiente albina?

-Yo no...- este baja la mirada al sentir la de los demás encima suya.

A lo que el de ojos rasgados estaba apunto de interferir, pero algo totalmente inesperado salio de entre los arbustos, unos ruidos como si algo tal vez peligroso se acercara.

-Quédese atrás de mi, princesa.-rápidamente la bestia del trueno se puso a la defensiva, por si una pelea fuera requerida.

-Esto es raro, estamos lejos de la frontera, en las tierras de la tribu del viento... -reflexiono el chico lindo, tomando sus cosas, poniéndose atrás del dragón azul. -comúnmente aquí no se ven muchos bandidos...

-No son bandidos. -anuncio el de mejor vista. -lo vi venir desde hace un rato, pero no creí que se dirigiera hacia nosotros... -confiesa el de ojos dorados; ocultando el que estuvo un poco distraído por jugar con su compañero ardilla.

-¿Entonces qué es? -Hak sin dejar su misma posición, le pregunta al azul.

-Solo es...- sin embargo antes de poder responder, la criatura tropieza fuera de su escondite, dejando ver una chica joven de cabellos castaños, al igual que algunas manzanas que terminaron rodando lejos de su alcance. -Una joven... -terminó.

Todos los presentes quedaron estáticos en sus lugares, la joven mujer no parecía querer mover su cara del suelo o dejar verse.

-Eh... -la única chica del grupo de viajeros rompió el hielo, haciendo a la otra reaccionar casi al instante.

La muchacha levanto su rostro, dejando ver aquellas singulares pecas y ojos castaños claros.

-¡Lamento la intromisión! -aun en el suelo hace una reverencia ante los viajeros-No era mi intención molestarles, por favor no me hagan daño. -sin levantar la cabeza del suelo, les pidió suplicante con una voz un tanto temblorosa.

Antes de que alguno diera un solo paso, el dragón verde apareció casi como un rayo junto a ella, tal vez gracias a su habilidosa y fuerte pierna; sin embargo al tratarse de una joven tan mona, a ninguno de los presentes le sorprendía ya.

-Tranquila, no te haremos daño querida. -dijo cortés mientras le extendía la mano a esta, para que pudiera levantarse del sucio suelo. -Mi nombre es Jae-ah, y te prometo que estarás bien. -Con una voz un tanto tranquilizadora, logró que la chica extendiera su mano temblorosa hacia él. -¿Eres soltera? -y con simplemente dos palabras logro que esta perdiera la confianza que tenía.

-Estúpido ojos caídos... -la bestia del trueno le arrastro lejos de la castaña, sin tomar en cuenta las quejas del otro.

Por su parte, el albino solo pudo darse una palmada en la frente, pues la actitud de su compañero ocasionalmente le causaba vergüenza. No entendía el afán de este por intentar ligar con muchachas jóvenes, siendo uno de los legendarios cuatro dragones fundadores de Kouka. Pero lo que menos entendía era como algunas de estas bellas jóvenes, le llegaban a corresponder de alguna manera.

-Perdona a mi irrespetuoso amigo... -la dulce princesa le extendió la mano gentilmente a aquella joven. -Es solo que se deja llevar de vez en cuando. -con una cálida sonrisa en la comisura de sus labios, fue suficiente para que la pecosa le extendiera su mano, dejandole ayudarla.

-Mi nombre es Yukina... -un poco más calmada, hablo por fin la de ojos cafés claros.

Kija quedo atónito, él siempre estuvo cómodo al lado de la princesa, sin embargo, se cuestionaba si era solo por su sangre de dragón o algo más que eso, pero al parecer, no solo los cuatro dragones que servían al rey sentían aquello; esta particularmente bella pelirroja podía cautivar el corazón de cualquiera.

Ya no le quedaban dudas de que la calidez de su rostro y los insistentes latidos que siempre le inquietaban, era por algo más que su herencia haciendo acto de presencia. Eso ya era un hecho, ahora el único problema era...

¿Cómo hacer qué aquel sentimiento desaparezca?

-¿Cómo llegaste hasta aquí, Yukina? -la suave voz de la de orbes amatistas hizo que el tímido chico volviera a su propia realidad, dándose cuanta de la situación en la que estaba ahora, prestando nuevamente su atención a la recién llegada.

-Yo estoy camino a mi pueblo... -baja la mirada hacia una manta marrón que llevaba en brazos, que, junto a las manzanas que salieron volando, habían hiervas medicinales y algunas frutillas. -Ahora mismo nos encontramos en momentos muy difíciles, pues casi todos los hombres están callendo enfermos sin poder trabajar en las cosechas...

-¿Hay alguna epidemia? -pregunto con un tanto de preocupacion la arquera, se temia que hubieran más victimas inocentes por las sequías, enfermedades, la guerra o las drogas como el Nadai; personas inocentes que jamas hubiera podido ayudar tras los muros del castillo, y aunque le doliera admitirlo, baja el mandato de su padre.

-Sí hay enfermos nosotros podemos ayudar... -intercedió por primera vez en mucho tiempo el auto proclamado chico guapo, pero igual aspirante a medico. -¿Qué tan grave están?

-Es verdad que están enfermos, pero no es a causa de alguna epidemia...-confesó mientras miraba los rojos frutos en el suelo. -Pues solo afecta a los hombres.

-¿Solo afecta a los hombres? -traga saliva- Es raro que haya una enfermedad tan específicamente selectiva... -comento el castaño dando unos pasos en seco hacia atrás.

-Eso es porque no es una enfermedad. -totalmente seria, la pecosa revelo.

-¿Eh? pero dijiste que estaban enfermos... -sin entender la joven ex gobernante le cuestiono dudando un poco de su credibilidad.

-Así es, pero no es por alguna epidemia... -mirando a los presentes a los ojos. -Es una maldición, la maldición del dragón blanco.

Notas finales: Gracias por leer ^^

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