Una semana.
Solo eso faltaba, una semana.
No era mucho, considerando que en ese plazo cumpliría 22 semanas con el bebé en su panza. En ese tiempo esperó pacientemente, algo raro en él. Pero por alguna razón pensar que tenía que esperar una semana para conocer el género de su bebé lo tenía al borde.
Ni siquiera había pensado en el tema hasta que su doctora comenta una semana atrás que en su próxima consulta podrían conocer el sexo de su bebé.
Ahí empezó la impaciencia.
Francamente no sabe cómo demonios sobrevivió en la semana, casi no prestaba atención en clase pensando. Por supuesto que él estaría feliz si es niña o niño, pero eso no calmaba a su mente. ¡Necesitaba saber ya!
Sentado en su cama, viendo su barriga detenidamente se dio cuenta que ya tenía suficiente - No, no, no. Tengo que saberlo ahora, no podré con esta duda hasta el sábado.- Pensó Joey tomando su celular para entrar a internet.
Tecleó algunas palabras y al cabo de un par de minutos una gran sonrisa se instala en su cara.
- ¡Perfecto! -
Solo unos diez minutos después, un cansado Seto Kaiba entra a su habitación. Sorprendiéndose al encontrar a su dulce cachorro sentado en el suelo alrededor de varias hojas de papel arrugadas y mirando un diente de ajo con una cara de disgusto.
Al sentir la nueva presencia el rubio lo mira y le sonríe.- Bienvenido a casa.
Seto sonríe levemente.- Estoy en casa.- Cierra la puerta y se acerca inclinándose para dejar un beso en la cabeza de su novio.- Bueno, ¿Qué es todo esto? – Tomó uno de los papeles arrugados
El rubio se sonroja tratando de alcanzar el papel, siendo inútil al no poder levantarse.- ¡No lo leas! –
Como si esto le diera más impulso, abrió rápido el papel, encontrándose con una tabla, con el título de “Tabla china”. Solo necesitó ver un poco su contenido para entender a qué se refiere. Vuelve a mirar a su novio para encontrarlo sonrojado a mas no poder.
Suelta una pequeña risa burlona haciendo reaccionar a Joey para quitarle el papel con rapidez. Kaiba se agacha para ponerse a la altura de su novio.- Así que… mi pequeño cachorro está curioso ¿Eh? -
No gustándole el tonito que usó Joey se enoja - ¡Bueno, si! ¿Algún problema? – Se cruza de brazos y voltea su rostro para dejar de ver los ojos burlones de su pareja.
Seto solo se ríe, esta vez sin burla, tomando su barbilla para girarlo y verlo hacer un puchero. Haciendo que no pueda resistirse y termine acercándose para besarle con un simple pico. Una, dos, tres, cinco, siete veces, hasta que ve cambiar el rostro de su cachorro en risas diciéndole que pare.
-¡Ya, ya! ¡No estoy molesto más! – Ríe mientras Seto le da un último beso.
-No es nada malo que quieras saber ahora, pero esos no son métodos científicamente verídicos.- Levanta otro de los papeles y lo desdobla.- Ciertamente sabiendo por…- Lee el contenido.- ¿Una formula gitana?
Joey vuelve a arrebatarle el papel, arrugándolo y tirándolo lejos de ahí, ignorando la cara de Kaiba sobre el desorden que aún seguía haciendo. Suspiró.- Se supone que soy quien está con el bebé 24/7. Debería saberlo, así sea por instinto. Según los foros las madres lo saben pero yo no tengo ni idea.- Mira hacia el diente de ajo que aún tiene en su mano con determinación.- Si comiendo esta cosa me ayudará con mi duda entonces que así sea.-
Acerca el vegetal a su boca solo para ser detenido por la mano de Seto.- Una semana, querido. Solo eso. No tienes que comer eso ni hacer cálculos, no le fallas a nuestro bebé solo por esa estupidez.-
Joey aún no está seguro pero suspira y asiente. Seto le da una sonrisa levantándose para empezar a desvestirse. Cuando en eso oye un - ¡Blegh!
Se voltea solo para encontrar a Joey sin el diente de ajo en su mano y con pequeñas lágrimas junto con su lengua fuera.
-¡Joey! ¡Te dije que no comieras eso, idiota! – Se acerca para ayudar a levantarlo cuando no puede evitar tapar su nariz.- ¿Qué es esto? ¡Apesta!
Joey muestra una sonrisa a pesar de las muecas que hace.- Es bueno saberlo.- Haciendo que Seto simplemente levantara una ceja en confusión.
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Solo dos días para la ecografía. Se supondría que aparte de la ansiedad no debería haber ningún otro problema, aunque extrañamente Joey había estado muy tranquilo después del episodio del ajo.
Pero no.
Si hay algo en lo que la Familia Kaiba sea buena es para que no todo marche normal.
-¡¿Qué demonios significa eso?! – Era solo unos pocos de los gritos que se escuchaban en la gran oficina presidencial. Joey estaba afuera con Mokuba, a unos 6 metros de las puertas y aun escuchaba con claridad a su novio. Solo había salido un rato a caminar con su cuñado y al volver ambos sentían peligro de entrar por lo que solo esperaban.
-¿Qué le pasará a tu hermano? – Agarrando inconscientemente su barriga cuando Seto comenzó a decir vulgaridades a quien sea que le hablaba.
Ve a su cuñado alzar sus hombros.- Supongo que se enteró de algo que…-
Fue interrumpido por un nuevo grito.- ¡Es suficiente! ¡Fuera todos de aquí!
Enseguida la puerta se abre para que se revelaran el asistente personal de Kaiba, el abogado general y un jefe de una de las ramas que no recordaba. Todos con una cara blanca de susto. Su jefe era mucho más joven que ellos pero mucho más aterrador.
Los tres voltearon a ver al novio de su enojado jefe. El abogado se acercó rápido a este.- ¡Señor Wheeler! ¡Qué bueno verlo! – Una sonrisa, falsa para Joey, en su cara.
Al rubio no le agradaba mucho el tipo.- ¿Pasó algo? – Solo ve como el hombre le sonríe aún más.
-Lo que pasa es que el Se…-
-¡Silencio! – Interrumpe el asistente de Kaiba poniendo una mano en el hombro del abogado. Joey ve de lejos que el otro hombre se aleja solo inclinándose en despedida.
-¡¿Pero por qué?! El señor Wheeler puede ayudar a calmar al Señor Kaiba.- Dice frustrado el abogado por el comentario anterior.
Este solo suspira.- El señor Kaiba ahora está enojado, Joseph puede ir después. ¿O qué? ¿Pretende exponerlo solo para apaciguar la ira del jefe? – Lo mira enojado al igual que Mokuba al darse cuenta de sus intenciones.
Joey mira la situación y al hombre que se había asustado ligeramente, chasqueando la lengua y yéndose simplemente. Mokuba voltea a ver al asistente que suspira exasperado.- ¿Qué pasó?
-En la sede de América del norte unos funcionarios de informática cometieron unos errores en la programación de Kaibalandia de allá. No han podido corregir la falla y se han generado pérdidas y reclamos. El señor Kaiba intentó resolverlo desde aquí pero no ha podido, así que va a tener que viajar a resolverlo y por alguna razón eso lo molestó más de la cuenta.- Explicó secándose ligeramente el sudor con su pañuelo.
Joey respinga un poco con la noticia, a él tampoco le cayó muy bien. Su cuñado y él se miraron sabiendo muy bien lo que pasaba por la mente del CEO.
-No se preocupen, iré a hablar con él.- Dice el rubio acercándose a la puerta, siendo seguido por los otros dos que lo miraban preocupado.
-¿Estás seguro, Joey? Sabes cómo se pone mi hermano cuando está molesto.- Dice preocupado Mokuba.
Joey le sonríe a ambos tomando el pomo de la puerta.- Tranquilo, no hay forma posible de que él nos haga daño.- Entra viendo a su novio tecleando con rapidez y frunciendo aún más el ceño al escuchar cerrar la puerta.
-¡¿Quién demonios es?! – Grita sin ver.- ¡Largo!
-Amor, calma. Soy yo.- Responde Joey aun con algo de miedo y con ganas de dejar salir su lado yankee por escucharlo gritar así, pero se contiene pues sabe que debe ser el cuerdo de la conversación.
Efectivamente al escucharlo y verlo el castaño se calma cerrando la laptop, pero sin quitar su ceño fruncido.- Me imagino que te enteraste.
-Asi es.- Se acerca y rodea el escritorio, sentandose en el regazo de su novio, poniendo su espalda en su pecho y la mano de este en su panza. Sabiendo que de esta forma el castaño se calmaría- Tranquilo, Seto.
Kaiba suspira poniendo su otra mano para darle masajes circulares, más que todo para relajarse él.- Son unos incompetentes, ¿Acaso debo hacerme cargo de todo yo? Y justo cuando pasado mañana es…
-Seto.- Le interrumpe Joey volteándose un poco para quedar de lado y verlo a los ojos.- Yo entiendo, es trabajo, no se puede hacer nada.- Ve que aun el ceño fruncido no desparece. Suspira.- Esta bien, ¿Qué te parece si posponemos la cita a la siguiente semana?
Enseguida el ceño se empeora.- ¡Por supuesto que no! ¡No vas a salir del horario de citas! – Joey vuelve a suspirar sabiendo por qué lo decía.
Desde hace un mes aproximadamente la doctora programó que sus citas debían ser cada dos semanas, mucho más frecuentes que un embarazo normal. Esto debido a que su embarazo tenía un riesgo y debía estar en observación constante esperando que no se empeore el nivel de riesgo de esta forma. Kaiba estaba siendo muy estricto con esto.
-Bueno, ¿Y si esperamos a la siguiente cita? – Él no quería esperar tanto pero ver a su novio así lo hacía ver como una buena idea.
Kaiba negó.- Son dos semanas más, y ambos queremos saber ya.
Joey asiente.- Podría ir yo y contarte luego.-
Kaiba volvió a negar.- No quiero que nadie me quite el derecho de ser el primero en enterarme, aparte de ti y la doctora, conozco esa boca tuya y sé que les dirás a tus amigos cuanto antes.
Joey se puso una mano en el pecho, fingiendo estar ofendido.- ¡Pero mira en qué concepto me tienes!
Se quedaron un rato así sentados, Joey apoyaba su cabeza en el hombro del castaño, y este seguía dándole masajes en su estómago. Lo escuchó suspirar.- Pues nada, no cancelemos nada. La cita va.
Joey se levanta un poco antes eso.- ¡Pero Seto, quiero que estemos juntos!
-Y te prometo que así será, así sea que deba despedir a todos los de la sección americana pero te prometo que ahí estaré.
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El esperado día llegó, Joey estaba ansioso mirando hacia un punto fijo en la sala de espera. No era donde saldría la enfermera sino la puerta de entrada. Seto le había dicho que haría lo imposible por llegar y esa mañana ni siquiera hablaron de lo ocupado que estaba.
Pero él se lo prometió. El cumplirá, ¿cierto?
Apretaba con nervios sus dedos, decepcionándose cada vez que alguien que no fuera su novio entraba.
Ya había pasado la hora de la cita, la doctora se estaba demorando con un paciente un poco más de la cuenta, pero eso tenía sin cuidado a Joey.
En eso entra uno de los guardias Kaiba, se emociona y enseguida se desinfla al ver a Mokuba. No necesita que hable para saber el motivo de su presencia, asi como Mokuba no necesita que le dijera nada al ver su cara decepcionada.
-Lo siento, Joey. Mi hermano intentó pero le fue imposible.
Con una sonrisa triste el rubio niega.- No, tranquilo. Yo entiendo.-
-¡Joey Wheeler! – Llama la enfermera.
Joey se levanta algo triste, Mokuba agarra su mano.- ¿Quieres que vaya contigo?
Este niega.- Seto se molestará si te enteras antes que él.- Se retira llegando al consultorio, dejando atrás a un triste Mokuba.
Unos 15 minutos después, luego de pasar por la primera parte de la consulta Joey ya tenía la bata puesta y estaba siendo ayudado por la enfermera para poder tumbarse en la camilla.
-No te preocupes, Joey.- Dice la doctora Williams calibrando el ecógrafo. – Te prometo que le llevaremos fotos bonitas al señor Kaiba.
Joey le sonríe.- Gracias, doctora.-
Ximena ve la sonrisa débil del rubio y se gira a verlo.- ¿Algo te preocupa?
Joey suspira.- Sé que es por trabajo, pero no me gusta pensar que todo el tiempo se irá. ¿Qué pasará con el bebé? ¿Lo terminaré criando yo solo o qué? – Presiona su frente frustrado
La doctora soba su rodilla en señal de apoyo.- Estas siendo dramático con lo último, me dices que no se va por mucho ¿No? Tómalo con calma, son las cosas que vienen por ser CEO.
-Me gustaría que tratara de no pensar tanto en el trabajo.- Susurra inaudible para la doctora, sintiéndose culpable por querer ser egoísta.
-¡Bueno, listo! Ya estamos preparados. Es la hora.- La doctora está a punto de colocar el gel cuando alguien toca la puerta. Esta suspira levantándose para abrir.- ¿Si?
Del otro lado está Mokuba sosteniendo una laptop.
Joey frunce el ceño al verlo.- ¡Mokuba! ¡Te dije que no podías enterarte primero que Seto! –
-Oh, es lindo saber que respetas lo que opino del asunto.-
Claro que reconocería esa voz, saliendo de la laptop. Seto estaba en línea por Skype. Joey quiso reír de lo gracioso que le pareció el asunto.
-¿De qué te ríes?
Joey no pudo más y se echó a reír.- No nada, es que eres muy tierno.
Kaiba le levanta una ceja sin entender.- Siempre cumplo mis promesas contigo. Aunque no estoy físicamente estoy contigo.- Joey asiente enérgicamente.
Mokuba acomoda la laptop en una silla alta justo al lado de Joey para que su hermano tuviera plena vista de lo que ocurría, cerrando la puerta cuando se fue para darles la privacidad que buscaban.
La doctora reía mientras ponía el gel, ignorando las muecas que hacia el rubio por el frío.- Ahora que la familia está reunida. ¿Podemos proceder con confianza?
- Adelante.-
Joey ve desde la pantalla de la laptop a Seto sonreírle.- ¡Ah! Ya lo encontré. ¿Estás listos?
Joey rie.- Creo que tengo una ligera idea de qué es.
-¿Ah sí, cachorro?
-Puedo decir que me siento muy confiado.
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Joey ya está vestido, aun viendo con emoción las imágenes y mostrándoselas a Mokuba que acababa de entrar. La imagen en la laptop mostraba a un Seto feliz.
-¿Ves? Aquí está su piernita, y aquí su bracito.- Señalaba Joey sin parar, haciendo que Seto soltara una risa por la cara de su hermano, era todo un poema.
Si si, le parecía muy… ¿tierno? Lo que veía pero solo le interesaba saber una cosa.- ¿Niño o niña? – Preguntó sin rodeos.
Joey volvió a sonreírle y enseñándole de nuevo la imagen, señalando un punto con el dedo, muy cerca de las piernas.- ¿Se nota no? – Mokuba niega un poco.- ¡Oh vamos! ¡Solo los hombres tenemos algo entre las piernas, tonto!
Mokuba ríe terminando él con la imagen por fin entendiendo parcialmente algo.
-Amor.
-¿Si?
-¿Cómo sabías que es un niño? – Estaba con la duda, pues su novio estaba muy seguro cuando lo reveló segundo antes de saber la verdad.
Joey rie un poco.- ¿Recuerdas el diente de ajo?
Seto frunce el ceño un poco y luego se acuerda.- No puede ser, ¿lo sacaste de ahí?
-¡Para que veas que las pruebas caseras son las mejores! ¡Hombre de poca fe!
ESCENA BONUS:
Joey no puede evitar mostrar una sonrisa genuina al abrazar a tan linda cosita. Su bebé acababa de despertar. A pesar de ser hijo de alguien tan bullicioso como lo es él, el niño resultó ser muy tranquilo y tierno.
Lo pone con cuidado en el cambiador para poder prepararlo para el día. Le da un pequeño peluche para que se entretenga mientras termina su labor.
Su pequeño hijo mira el peluche y luego a él, sonriéndole en respuesta mostrando sus pequeños dos dientes.
El rubio casi se desmaya con eso. - En serio, ¿De dónde salió tanta ternura? Ni ese ricachón ni yo tenemos de eso.- Luego de quitarle su pequeña camisa le hace bombas en su pequeña barriguita haciéndolo reírse.
Le da un pequeño besito más en su barriga y sigue su trabajo de cambiarle.- ¿Sabes? Papá está de viaje… Lo sé, lo sé. Sé que piensas “otra vez” lo sé, mi pequeña pulguita.- Le sonríe mientras “conversa” con su querido hijo, este solo lo mira detenidamente babeando ligeramente el peluche.
Termina con el pañal y busca el lindo mameluco que fue regalo de su hermana.- Y ya se lo advertí, tú ya estás grandecito así que la próxima vez más le vale que nos lleve con él. Ya basta de viajes solitarios.- Termina con el cambio y lo carga, el pequeño deja a un lado el peluche para poner sus manos en la cara del rubio y sonriéndole encontrándolo divertido.
Joey ríe besando su nariz haciendo que este también riera.- Porque ya sabes… Tienes esa costumbre de hacer tus mejores momentos justo cuando él está de viaje.