Alrededor del 85 por ciento de quienes están en proceso de gestación dicen que se les antoja al menos un tipo de comida durante el embarazo. Y no todos estos antojos pertenecen a la dieta alimentaria, ni tampoco son plato de gusto para muchos.
Kaiba cierra el libro.
Joey está muy cerca de llegar a los 8 meses de forma sana, comparado con la mala perspectiva que se tenía de incrementar el riesgo del embarazo. El rubio se ha cuidado muy bien, con uno que otro desliz pero nada grave.
Si le pregunta a Kaiba, y aún más leyendo lo que comentan algunos esposos de lo insoportable que se pone el gestante, se considera afortunado. Joey casi no había dado problemas
Y en un principio el único antojo que tenía Joey era de naranjas, y ni siquiera nada tan serio, solo dos naranjas al día y ya estaba feliz. Él no le negaría eso así que incluso al dormir preparaba una cesta con naranjas para que su cachorro no tuviera que caminar demasiado.
Le había dicho mil veces antes que lo despertara, pues no había problema pero él no quería molestar así que mejor dejar la cesta en la mesa de noche de su lado.
Ya a punto de terminar el embarazo Kaiba pensaba que los antojos extraños nunca vendrían por lo que se relajó. Hasta que hace tres noches Joey lo despierta a eso de las dos de la madrugada.
-Sé que pensarás que estoy loco.- Dijo Joey mordiendo su labio inferior.- Pero tengo un antojo.
-¿De naranjas? ¿Quieres que te traiga más? – Dijo a punto de levantarse a buscar, pero la mano de su prometido lo detuve mientras le negaba.
-No es naranjas.- Joey se sonroja mirando a otro lado.- No pienses que soy avaricioso por pedirte algo así. Pero no sé de dónde sacarlo ahora.-
A Kaiba le pareció extraño.- Dime, sin problemas.
-¿Recuerdas cuando me llevaste a Nueva York hace como un año? – Se detuvo para verlo asentir en respuesta.- Quiero el omelette que comimos de desayuno.
Un pedido raro. No es que lo culpara porque ese omelette era exquisito y sus ingredientes no eran de cualquier clase: Seis huevos, una langosta, una cucharada y media de caldo de langosta y caviar Sevruga. Era increíble su sabor y también su precio.
Mil dólares.
Conoce muy bien a su novio, y sabe que no le gusta que le den cosas gratis sin esfuerzo, pero otro asunto es la comida. Por lo que al mostrarle el precio cuando terminó de comer ese dia solo le dijo con una sonrisa que había valido la pena.
Es un glotón de primera.
Pero lo extraño era que tuviera un repentino antojo de eso.
Joey no se negaba a la comida cara cuando se la ofrecían, pues era un gusto para él, pero nunca la pidió.
Eran las tres de la mañana y Joey quería un plato que solo se sirve el Nueva York.
Muy complicado para cualquiera pero esta es la clase de retos que a Seto Kaiba le gusta que lo desafíen.
Solo bastó de una llamada y una jugosa cantidad de dinero para que uno de los empleados que trabajaba allá diera la receta a un colega suyo en Japón y este llegara solo una hora después a la mansión a preparar el omelette.
No fue tan fácil como sonaba pero ver la sonrisa de Joey a las 5 de la mañana mientras desayunaba había valido la pena.
No había problema con eso pero había un nuevo asunto entre manos. El día anterior Joey en medio de la cena dijo que quería Caviar de acompañamiento con su comida.
Por lo que notó que de alguna forma Joey tenía antojo de alimentos costosos que había probado antes.
Quizás fue el karma porque se andaba quejando que su novio nunca le pedía nada de antojo y de repente quería cosas de este tipo.
Un tono de llamada lo interrumpe de leer algunos informes para la próxima reunión que había comenzado a hojear luego de leer algunas partes del libro. Es Joey quien lo llama.
-Dirás que estoy loco, amor.- Comienza Joey.- No sé qué rayos me pasa. Te juro que no es a propósito.
-Tranquilo, dime que pasa.- Dice acomodando los papeles. Intuyendo que lo llamaba para un nuevo antojo.
-Te prometo que te devolveré el dinero en cuanto lo tenga.
-Deja de decir tonterías.- Dice frunciendo el ceño. ¿Cuándo entenderá ese chico que eso no es necesario ahora que se iban a casar? - ¿Qué necesitas?
-… - Hay un silencio en el otro lado de la línea. Kaiba sabe que es por vergüenza más que nada, por lo que espera pacientemente.-… black.- Murmuran del otro lado.
-¿Qué dijiste? – Pregunta sin entender.
-Sandia Densuke Black.- Murmura bajo. De inmediato agrega rápido.- ¡Pero si no lo consigues también está bien!
Kaiba suspira.- Cálmate. Claro que se dónde conseguirlo, usualmente debo comprarlo de regalo para ceremonias. Conozco un buen lugar.- Dice sacando su billetera para buscar la tarjeta de uno de los mejores distribuidores en Domino.
-¡No es correcto esto! – Se sorprende con el grito al otro lado de la línea.- ¡¿De dónde rayos vienen estos antojos tan caros?!
-Joey, no te preocupes. Tu pide lo que quieras que te lo daré.- Sabe que su novio está a punto de quejarse con esa última frase por lo que rápidamente agrega.- Sé que amas la comida, ¿Qué tiene de malo que de vez en cuando te dé un regalo caro que sé que disfrutarás aún más que un auto costoso? Además recuerda que también es un regalo para mi bebé.
-… Supongo. Pero no quiero que pienses que estoy contigo solo porque me das comidas caras.
El castaño se ríe.- Pues tu cara de felicidad cada vez que comes dice otra cosa.
-¡Seto!
Se ríe un poco más.- Tranquilo, nunca pensaría eso. Tu dame el gusto de darte sin miedo a quejas de lo caro y ya. Todos felices.
Joey ríe del otro lado.- Está bien.
Kaiba cuelga un rato después de hablar un poco más con su prometido. En serio le parecía tan tierno que se intentara quejar de la comida, porque mientras come olvida completamente el costo y solo disfruta.
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Ahora que está fuera de la universidad y sin trabajo Joey está libre la mayor parte del tiempo, aunque con su gran panza tampoco es como si pudiera hacer gran cosa. Usualmente le cae un sueño terrible y queda dormido toda la tarde. Pero otros días está muy animado de hacer muchas cosas.
Su bebé le había estado pidiendo cosas de otro nivel, aunque todo se lo atribuía a ser hijo de un ricachón. Pero no, también es su hijo así que debo acostumbrarlo a comer también su tipo de cosas.
Por lo que le dijo a Yugi que, mientras que Yami y Seto están terminando de planear las cosas para la apertura mundial del nuevo torneo, fueran a caminar por el parque a comer unos batidos.
Tomar un batido de frutas justo al salir de la escuela era un manjar para Joey.
Le encantaría tener un antojo de ese tipo… Mucho más equipado a su bolsillo.
Joey lo pide y cuando lo recibe desea agregarle salsa de chocolate. Yugi y el tendero lo miran raro pero no le importa, le dio antojo de chocolate.
Le sirven la salsa y Joey espera ansioso beberlo. Pero cuando el batido pasa por sus labios siente que falta algo, porque no era el sabor que su paladar buscaba.
-Disculpe.- Dice Joey al tendero ganando su atención.- ¿Podría agregarle chocolate blanco?
Nuevamente Yugi y el tendero se sorprenden con eso.- ¿Mas chocolate, Joey? – Pregunta Yugi dudoso.
Joey solo le sonríe.- Llámalo antojo de embarazado.
Joey recibe feliz su batido con más chocolate y lo prueba. Frunce el ceño al ver que no era el sabor a chocolate que esperaba.
Yugi lo ve bufando mientras se alejan de la pequeña tienda y sentarse en una banca del parque.- ¿Pasa algo?
El rubio asiente.- Tengo antojo de chocolate pero ni la salsa ni el chocolate blanco son bueno.- Le da una nueva probada pero es el mismo resultado.
Yugi toma de su batido de vainilla pensando.- ¿Quizás una marca especifica? – Joey piensa un momento para luego alzarse de hombros dudoso.- ¿O algo que recuerdes?
Joey pone una mano en su barbilla. Piensa un momento para luego fruncir el ceño.- ¡No puede ser!
Yugi se asusta un poco por el arrebato - ¿Q-Qué pasa?
-¡Otra vez lo mismo! – Gruñe para luego dejar de lado el batido y ver a Yugi refunfuñando.- Ya sé qué fue lo que probé.
-¡Genial! – Dice Yugi levantándose.- Vamos a comprarlo.
El rubio niega con el ceño fruncido.- No lo conseguiremos y es demasiado caro.
-Oh, vamos. ¿Qué tan caro puede ser? Si quiere yo lo pago.- Dice Yugi feliz.
Joey vuelve a sacudir la cabeza.- Es imposible. Créeme que es muy costoso.- Mira a su panza con una molestia falsa.- ¿Qué pasa, mi pequeño? ¿Por qué pides cosas de banquetes?
-No creo que sea nada de otro mundo. ¿Cuánto vale?
-… Casi tres millones de yenes.
Unos diez minutos después Yugi llama a Kaiba para que le consiga a su antojoso novio el Frrozen Haute de chocolate de un restaurante de Nueva York. A lo que Kaiba solo se ríe en respuesta luego de decirle que no había problemas.
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En ese punto Joey no sabe si su bebé lo hace a propósito o si ahora si había vuelto muy gourmet.
Kaiba fue invitado a una fiesta de inauguración de una compañía coreana de juegos digitales en Tokio. Ambos fueron sin problemas en auto hasta llegar al lugar de la celebración.
Si le preguntan, Joey nunca se consideraría cómodo en ese lugar. Muchas miradas hipócritas en todos lados para su gusto. Pero a él todo le resbalaba.
Así que cuando se acercó una chica de hermoso vestido rojo con un despampanante maquillaje, luego que su novio tuviera que irse por un momento, diciéndole.- Te ves muy gordo con esa horrible panza para estar al lado del Señor Kaiba.- Con aires de grandeza
Solo volteó con una sonrisa diciendo.- No estoy gordo sino embarazado y con mucho orgullo. ¿O acaso tantas clases de etiqueta y holgazanería te quitaron las neuronas que tienes para entender la diferencia?
La chica se fue completamente indignada amenazando que eso no se quedaría así porque ella es la hija de quien sabe qué fulano.
Ni que le importara. Él es Joey Wheeler y no necesita un título de nadie más para ser quien es. Puede ser el prometido de Seto Kaiba pero nunca usaría eso en su beneficio
Además que nadie podía hacer que se sintiera mal por su panza ni siquiera por un minuto, ahí estaba creciendo saludablemente su bebé y eso no era razón para avergonzarse.
Aunque otra historia era cuando se desnudaba frente a su prometido. Eso le causaba vergüenza pero no en el sentido que la zorra esa quería causar en él.
Si le preguntan nunca se sintió parte de esta sociedad. Claro que acompañar a su novio, verla en trajes y recibir esta increíble comida era algo que merecía la pena aunque se muriera de aburrimiento.
En serio, ¿Qué veían los ricos en las composiciones clásicas?
Sin nada más que hacer se acerca a la mesa de banquetes pues le había dado un repentino antojo, con todas esas miradas a su alrededor que le valían mil cominos.
Toma un plato y mira con atención buscando cierto tipo de carne que se le había antojado pero que al parecer no estaba en el menú.
El encargado de servir la comida lo ve aun con el plato entre sus manos.- ¿Pasa algo, Señor?
Antes de que Joey pueda decir algo la misma chica grosera de antes lo “tropieza” un poco con el hombro para avanzar su posición, ganando la risa de sus amigas que estaban detrás.- Imagino que no sabe qué hacer con tantos platillos exclusivos.- Se inclina como contando un secreto al encargado pero con fuerte voz.- Tiene un paladar de tercera categoría, capaz y ni siquiera distingue los nombres de los platos.- Todo el grupo de amigas se echa a reír.
Que alguien se burle de su estatus nunca le ha tenido cuidado, es algo que sabe a la perfección, pero no por eso significa que se iba a dejar ¿O sí?
-De hecho, si pasa.- Dice Joey avanzando para estar de frente al encargado y echando a un lado a la chica ante su atónita mirada.- Sabe, mi prometido suele darme manjares para cubrir mis antojos de embarazado. Y ahora mismo tengo ganas de Carne Wagyu junto con hongos Matsutake, pero veo que por desgracia no están aquí.- Dice viendo inocentemente los platos.
La chica de inmediato lo apunta con el dedo.- ¡Sabia que eras un oportunista! ¡Solo estás detrás del dinero del señor Kaiba!
-¡¿El señor Kaiba?! – Pregunta el encargado de inmediato. Llama a un camarero rápidamente mientras le da una instrucción, alejándose luego el chico. El encargado luego mira a Joey con una sonrisa.- Por favor espere por media hora, pronto llegará la comida.
Joey sonríe angelicalmente, haciendo al hombro sonrojarse un poco.- Muchas gracias.
Y sin que nadie lo vea le muestra su dedo medio al grupo de chicas que enseguida comienzan a hacer un alboroto pero nadie les presta real atención, porque al parecer siempre son así.
A Joey no le gusta usar el nombre de Seto para su beneficio, porque le gusta conseguir todo de su propia mano pero tenía tres razones para hacerlo ahora.
La primera es que su bebé le pedía esa comida, y si eso quería eso le daría. La segunda era disfrutar que la zorra no consiguiera ni siquiera humillarlo ni un poco y saliendo él victorioso. Y por último ver la sonrisa lejana de Seto a algunos metros de distancia al desempeñarse excelentemente en una calurosa situación que el viejo Joey enseguida hubiese requerido la violencia.
Si alguien le pregunta a Joey pues no estaba a gusto con estas fiestas pero siempre debía valer su honor como el prometido de Seto Kaiba.