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Shinobi pirates por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste

"¿Qué vamos a hacer?" Hashirama preguntó a su amigo, acurrucándose más cerca al fuego. Se escondían en una cueva para guarnecerse del frío de la noche con poco éxito. "¿Madara? ¿Estás escuchándome?”

"Sí, pero no tengo ni idea. Nunca he sobrevivido por mi cuenta durante un día completo y mucho menos sé cómo hacerlo el resto de mi vida... y por favor, no me llames así, sabes que los ninjas qué son expulsados r03;r03;de sus clanes pierden su derecho a utilizar sus nombres y apellidos"

"Lo sé, pero..."

"Pero nada, nos echaron sin siquiera un nombre o apellido que nos permita ganarnos la vida siendo soldados" r03;r03;dijo el ex-Uchiha, moviendo la cabeza, observando la entrada con preocupación. "Tenemos que salir de aquí ahora mismo, los Senju y los Uchiha no son los únicos que nos estarán buscando, también otros clanes para establecer una alianza o recibir una recompensa"

"Así que, básicamente, todo el mundo es nuestro enemigo. No me gusta" el moreno abrazó sus piernas, tratando de guardar tanto calor como era posible. No le gustaba que luchar, su papá lo obligaba. Ahora que era técnicamente libre no quería hacerlo... pero al parecer era necesario. Además no podía dejar sola a la única persona importante que todavía estaba presente en su vida. "Voy a protegerte"

"Imbécil, no necesito protección. YO voy a protegerte" sonrió el pelinegro. No eran enemigos o amigos... eran más que eso, hermanos. "Podemos ir a la tierra de agua..."

"¿Por qué al País de agua?"

"Porque tiene la mayor cantidad de puertos, es fácil hacerse a la mar y salir de aquí. He oído historias de tierras lejos de las Naciones Elementales y creo que... podríamos empezar de nuevo en una de ellas. ¿Tal vez conseguir una casa agradable y una vida nueva sin guerras?"

"Eso sería bueno" sonrió finalmente el mayor, pero entonces algo le pasó por la cabeza y la alegría se fue. "Voy a extrañar a Tobi"

"Y yo a Izuna, pero decidieron darnos la espalda cuando más los necesitábamos. ¿O no recuerdas que tu hermano trató de ayudar a tu padre a matarte? El mío no hizo nada por mí cuando esas serpientes me llevaron o cuando el padre vio yo en el río. Se quedó en silencio..." un sonido alertó a los dos niños. En un minuto estaban de pie, escaneando su entorno.

"Wow, Ma... ¡tío, tus ojos cambiaron!" el ex Senju señaló. El pelinegro se miró en un kunai y se dio cuenta. La presión y las emociones desde el primer día de su calvario despertaron su Sharingan. Incluso si ya no era parte del clan... "¡impresionante!"

"Te lo dije, eres tú quien necesita mi protección" dijo el niño con una sonrisa de suficiencia. En ese momento sintió un primer chakra, luego otros tres y agarró la mano de su amigo, decidiendo que era mejor correr. "¡Tenemos que irnos ahora!"

"¿Qué está pasando?"

"El clan Uzumaki está aquí, deben haber oído de nuestro destierro y quieren asegurarse de que los traidores están muertos, ambos" siseó el ex Uchiha y partió a la carrera. Maldijo para sus adentros, no podrían dormir hasta llegar a la Tierra de Agua.

-Pocos días más tarde-

Los dos niños estaban muertos de cansancio y muy golpeados cuando llegaron a su destino. Ambos tenían la ropa sucia y rota, algo que nadie esperaría en un Senju o en un Uchiha. Aparte estaban cubiertos de heridas por la gran cantidad de peleas con cazadores de renegados que se encontraron con en su camino. Por suerte para ellos, Hashirama había logrado dominar las técnicas de curación, además del estilo que sólo él podía usar, también conocido como el Mokuton, y pudieron seguir adelante sin muchas complicaciones.

"Pensé que nunca íbamos a perderlos"

"No los hemos perdido, idiota, solo ganamos un poco de tiempo" dijo el pelinegro, Sharingan activado y habilidades sensoriales trabajando, algo que su amigo agradecía. Adoloridos, caminaron hacia el puerto de la ciudad y casi cayeron al piso por lo debilitados que estaban. "no podemos permanecer aquí. Ayúdame a coger un bote, hay que irnos"

"Tenemos que comer algo" le recordó el ex Senju. Ambos tenían el estómago aullando, ya en sus límites. El otro se puso una mano sobre los abdominales. Sí, necesitaban comida y agua o iban a morir en su camino al mar.

"Bueno, vamos a robar algo de algún mercado, pero después el barco se va" el moreno asintió y se dirigieron al mercado. Incluso en sus estados debilitados, se las arreglaron para reunir alimentos para satisfacer ambos estómagos y comieron rápidamente, como si fuera un banquete y no frutas y verduras crudas. "Ponte esto" le ordenó el menor, poniendo un manto con capucha sobre la cabeza del otro, cubriéndole la cabeza y la cara.

"¿Por qué? Un ninja sería capaz de detectarnos incluso con estas… cosas"

"Pero una persona normal no y es mejor prevenir que curar… literalmente" le respondió, bebiendo de una botella que le robó a un viajero. "Iré a por el agua, encárgate del resto de la comida."

"¿Y el barco?"

"Es ese" el pelinegro señaló una pequeña cosa madera cerca de ellos. "Los otros están demasiado vigilados para nosotros dos en nuestra condición actual"

"Está bien… ¿aquí en una hora?"

"Entendido"

-Media Hora más tarde-

El niño del Mokuton arrastraba una cesta llena de fruta cuando un hombre de pelo rojo se puso de pie en medio del mercado. Escondió su cara y trató de pasar inadvertido, pero luego empezó a gritar a la multitud que buscaban a alguien:

"¡Estoy buscando a un traidor al clan Senju! ¡Y está aquí en esta ciudad! ¡No se preocupen, si cooperan serán bien recompensados! ¡Díganme dónde está y les daré una buena recompensa! ¡Ocúltenlo y sufran las consecuencias!"

"Maldita sea" era una amenaza seria, en su estado actual no durarían mucho contra shinobis adultos. Ocultándose, corrió hacia su amigo y le advirtió. En un segundo los dos niños estaban en el interior del barco, ajustando la vela para partir, incluso si no tienen suficientes alimentos para el viaje. Tendrían que resistir así.

"¿Estamos haciendo lo correcto? ¡Dijimos fundaríamos una aldea y detendríamos la guerra! ¡Ese era nuestro sueño!" gritó el moreno deprimido. Realmente quería parar la matanza que se había llevado a gran parte de su familia.

"¿Y cómo quieres hacerlo?" el pelinegro se volteó para mirarlo con su Sharingan activado, haciéndolo saltar asustado. "Había una posibilidad cuando éramos los herederos de dos clanes importantes, ¡pero no ahora! ¡Somos fugitivos! ¡Y nadie va a escuchar un par de ninjas exiliados que sólo se tienen el uno al otro!" mientras hablaba sintió lágrimas cayendo por sus mejillas. "Maldición..."

"Está bien, lo siento" suspiró el ex Senju. "Lo sé, tienes razón, es sólo que... tenía mucha fe en lograrlo. Tal vez de esa manera los niños podrían ser niños de verdad y no serían enviados al campo de batalla sin siquiera saber cómo se lanza correctamente un kunai."

"O cómo usar una bomba de papel. Uno de mis primos murió porque activó una por accidente cuando las sembrara" señaló el ex Uchiha.

"O sólo saber el Bunshin no jutsu"

"O cómo realizar un jutsu de fuego"

"¡O tener más de quince años!" Ambos se tiraron al suelo de la risa y se sonrieron el uno al otro. Ese sueño de paz había sido su forma de enfrentarse a la realidad durante demasiado tiempo... y ahora que se perdió iban a conseguir uno nuevo, aunque les fuera difícil olvidarlo.

“Bueno, si nuestros clanes quieren matarse, que lo hagan, ya no nos incumbe” se cruzó de brazos el menor "Vamos a estar bien, ¿no?"

"Sí, lo haremos"

-dos días más tarde-

Estaban en mar abierto cuando una tormenta golpeó su pequeña embarcación y la sacudió violentamente, amenazando romper el ataúd flotante que había sido su casa durante tanto tiempo. La comida se cayó por la borda al estar ellos demasiado preocupados por mantenerse a sí mismos en el interior de la embarcación.

"¿Qué es esto?" gritó el moreno, con una mano en el borde de la embarcación y el otro en la mano de su amigo. Por su parte, el pelinegro estaba demasiado ocupado intentando alcanzar algo de qué sostenerse y mantenerse en el interior.

"¡No sé!" finalmente agarró el borde de madera y el moreno lo dejó ir para sujetarse mejor. En algún momento se desmayaron. Después se despertaron sorprendidos, guardando silencio al ver su querido barco, que sorpresivamente estaba de una sola pieza. Ya estaban festejando su buena suerte cuando notaron qué había desaparecido toda la comida y el agua. Sin duda las cosas estaban mal.

"¿Cómo vamos a sobrevivir así?" se preguntaron el uno al otro.

-algunos días más tarde-

Tatch estaba de guardia en el Moby Dick, aburrido como una ostra, cuando vio algo pequeño en el horizonte. El comandante de la Cuarta División puso la mano sobre los ojos para descubrir lo que era. No se veía como un monstruo marino o de un buque de la marina, era demasiado pequeña. En ese momento Marco se unió a él, tras haber terminado con el papeleo.

"¿Hay algo interesante que ver, yoi?" preguntó el comandante de la Primera División, mirando en la misma dirección en que su hermano hasta hace unos pocos segundos, divisando algo diminuto en las inusualmente tranquilas aguas del siempre cambiante Nuevo Mundo. "¿Qué pasa?"

"No sé, quiero echar vistazo más de cerca. ¿me ayudarías, cerebro de pollo?" bromeó el cocinero.

"A veces te odio, ¿sabes, yoi?" respondido su mejor amigo, pero abrió las alas y voló hacia el objeto flotante. Allí encontró a dos niños vestidos con ropas extrañas, ¿acaso venían de Wanokuni? De alguna manera no lo creía. Pero no parecían reclutas de la marina tampoco. Cogió a los dos con sus garras y voló de vuelta al barco, depositándolos en la cubierta. "Era un bote y ellos estaban dentro, yoi"

"Oh..." dijo Tatch, tocando las costillas del moreno. Hizo lo mismo con el otro y llegó a una conclusión: ¡se estaban muriendo de hambre! ¡Era una maravilla que aún estuvieran con vida con ese nivel de inanición! "¿Qué le pasó a estos pobres niños?"

"No sé, podrían ser esclavos que escaparon o algo más, yoi" dijo Marco. Su pequeño rescate atrajo la atención de la mayor parte de la tripulación en la cubierta, que empezaba a congregarse para ver a sus nuevos ocupantes de la nave, por lo que pronto hubo una multitud alrededor de ellos. Unos minutos después fueron a informar a Oyayi y a los otros comandantes de división para que vinieran.

"¿Qué está pasando aquí?" Exigió saber Shirohige.

"Encontramos a estos enanos perdidos en un barco, yoi” explicó el Fénix, sacudiendo al niño moreno mientras Tatch se escapaba a la cocina callado para llevarles un poco de alimento a los pobres.

"¿Son de las islas cercanas?"

"No lo creo... Su ropa es demasiado extraña yoi, pero podría estar equivocado" contestó el pájaro azul. Izo se arrodilló delante de los chicos y los examinó. Por último, el del kimono abrió su propia cantimplora y vació el contenido sobre el rostro del moreno. El muchacho se lamió los labios y despertó.

"Agua..." pidió.

"Aquí, ten un poco" dijo Rakuyo, dándole su cantimplora. El chico inmediatamente se levantó y agarró la cosa, bebiendo el líquido a una velocidad casi imposible para un ser humano. "¡Tranquilo, hay más de donde viene esa!"

"¿Y para M... mi amigo?"

"Le daremos también" sonrió Haruta, tratando de ser lo más amable que podía. En ese momento Tatch regresó con la comida y el pelinegro finalmente despertó, pero era bastante desconfiado y no bebió hasta que uno de los piratas tomó un sorbo. Tras confirmar que no estaba envenenada, vació el contenido en cuestión de segundos.

"¿Dónde está mi amigo?" preguntó una vez que terminó.

"¡Esto es bueno!" oyó al mayor y suspiró, sacudiendo la cabeza. El ex Senju no cambiaría nunca, ¿Cómo podía ser tan confiado incluso después del dolor de la guerra? Todavía era un niño... cuanto quería ser como él.

"Vamos, come" el comandante bajo lo empujó un poco más cerca de la comida. El pequeño sentía tanta hambre por la travesía que empezó a comer inmediatamente. "Después de comer podemos llevarlo de regreso a su casa, apuesto a que sus padres están..." pero cuando mencionó a los padres, los chicos se asustaron y se pusieron en posición de batalla. Para los comandantes fue una sorpresa, parecían más veteranos de guerra que niños. "¿Cuál es el problema?"

"Así que esto es..." dijo el moreno, moviendo sus manos de una manera extraña y haciendo surgir grupos de árboles del suelo de la nave. "Todo lo que quieren es la recompensa que ofrecen por nosotros"

"¿Ustedes tiene una recompensa?" preguntó Curriel, sorprendido. "¡No deben de tener más de trece años! ¡Es imposible que tengan una recompensa!"

"Bueno, tenemos y no vamos a quedarnos por más tiempo, no tenemos ningún deseo de perder la vida" dijo el pelinegro con los ojos rojos como la sangre.

"Tranquilos, por favor yoi" trató de calmarlos Marco. Ahora sabía por qué estaban tan desnutridos y asustados. A corta edad ya escapaban de la ley, ¿qué podrían haber hecho? Ciertamente no algo que valiera la pena el precio que esos desalmados ofrecían por sus cabezas. "Tenemos recompensas como ustedes, ¿ven?" Mostró su cartel de se busca. "No los vamos a entregar"

"¿Cómo podemos confiar en ustedes?"

"No somos como los demás que se puedan haber encontrado en su huida, somos una familia" dijo Newgate, interviniendo en el momento preciso. "Y no vamos a dejar solos a unos niños como ustedes"

"Creo que... podemos confiar en ellos" dijo el moreno, desactivando su técnica. "Además de la comida es buena y el barco también, tal vez puedan llevarnos a otra isla"

"Si quieren se pueden quedar permanentemente aquí, estarán más seguros que en una isla" les sonrió Haruta. "Podrían ser nuestros hermanos pequeños..." la tristeza de repente apareció en sus caras. "Oh, no lloren, si aceptan vamos a cuidar de ustedes."

"No necesitamos a nadie que nos cuide" Dijo el azabache, sentado en el suelo cerca de su amigo y agarrando un poco de carne. "No somos niños..."

"Tienes doce" el capitán dio un paso hacia ellos, ya interesado en esos niños y su triste historia, incluso si no sabía los detalles. Además, necesitaban una familia que los amara y los protegiera... como todos sus mocosos cuando llegaron. "Alguien tiene que ayudarlos. Yo puedo ser su padre y protegerlos"

"Oh, ¿acaso quieres que luchemos, matemos y muramos por tu clan?"

"¡Por supuesto que no! Yo sólo quiero..."

"¿No es lo que todos los padres quieren? Los nuestros sí" señaló el moreno. Los comandantes abrieron la boca casi hasta el suelo, ¿De dónde demonios vinieron esos niños? No parecían entender el concepto de amor paternal.

"Tienen que quedarse" dijo Tatch e Izo asintió.

"Se quedan"

Después de comer los niños fueron llevados a una habitación desocupada donde pudieran dormir sin problemas, el uno junto al otro y con nadie más. Haruta los llevó allí y trató de arroparlos, igual que un hermano mayor, pero no lo dejaron. Especialmente el de cabello oscuro, que parecía ser más desconfiado que su amigo.

"¿Quieren escuchar una historia antes de dormir?" preguntó, tratándolos como niños normales.

"¿Se trata de batallas o algo así?"

"Saben qué, olvídenlo. Buenas noches" estuvo a punto de salir, pero entonces recordó algo. "¿Cuáles son sus nombres, por cierto?"

"No tenemos"

"Oh... bueno, buenas noches" y se fue, más preocupado que antes. Se dirigió directamente a la habitación de Oyayi, donde el capitán lo esperaba para saber acerca del estado de sus nuevos hijos no oficiales… porque planeaba quedárselos. La mirada sombría en la cara de su comandante le hizo sentir preocupado.

"¿Qué pasó?"

"Ni siquiera tienen un nombre" informó Haruta, sentándose al lado de su padre. "Quienes quiera que fueran los padres de esos niños, sólo les importaba convertirlos en algún tipo de máquinas de matar que siempre estuvieran en la batalla, no los dejaron ser niños. Me... Me preocupa, Oyayi, parece que ya saben lo que es matar... no sé cómo enfrentarme a eso."

"Es triste, pero creo saber la forma de ayudarlo. Simplemente hay que enseñarles a los dos lo que una familia de verdad y curar sus heridas."

"Eso no puede ser tan difícil, ¿no? sólo tenemos que comportarnos como siempre"

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Podrán hacer algo por ellos? Review!!!


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