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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

Hola hola gente bonita, ¿cómo están?. Yo con mi mala costumbre de terminar mis tareas en domigo xD. Pues bien, estoy aquí con actu doble para ustedes. Y si, ¡comienza la guerra!...o las guerras, debería decir :)

 

Muchas gracias por leer y por sus comentarios, me encantan :3. Espero les guste la actu doble, y en un ratito respondo sus comentarios...

 

Misagi * *

Capítulo 30:”Magia Blanca vs Magia Oscura” Parte I

 

 

 

 

 

Misaki sentía como el frío viento le golpeaba la cara, causándole una extraña sensación de entumecimiento. Sus pies poco a poco se iban descongelando pues hace poco que habían dejado de caminar sobre la nieve; el paisaje había cambiado  de nuevo, entrando a uno más bien boscoso, donde solo quedaba el viento frío y silbante. Armado ya con la espada roja de Bishamon y junto a él las flores Lilí, caminaba algo más tranquilo detrás de  Hatori; este iba algo concentrado en algo y caminaba con relativa rapidez guiando a los otros dos muchachos a donde sería la tan esperada guerra contra Aikawa. Hasta atrás, iba Takano, quien  caminaba con relativa tranquilidad, aunque con algo de euforia, pensaba en su amado Ritsu y en lo mucho que ansiaba verle; sin embargo pensaba también en la guerra en sí, si se trataba de una batalla entre seres mágicos , seguramente sería otro nivel.

 

 

 

Era aproximadamente medio día cuando los 3 chicos habían pisado las afueras del castillo de Aikawa. Ahora mismo estaban ocultos tras unos frondosos arbustos, observando como una cantidad enorme de  criaturas aterradoras, seguidores de Aikawa se aglomeraban en la entrada, protegiéndola, y observando hacia todos lados.

 

 

 

-es una fortaleza- opinó Masamune mirando con asombro y preocupación  la cantidad de seres mágicos resguardando el castillo de Aiwaka- será muy complicado entrar

 

 

 

-complicado, más no imposible- exclamó Hatori con media sonrisa, mientras se arrodillaba en el suelo, tocando con una mano algunas esferitas de hielo descongelado de la reciente granizada, mientras con la otra mano dejaba que su cetro tocara firmemente el piso. Misaki lo miró asombrado al ver como un extraño viento helado rodeaba a Hatori.

 

 

 

-¿Qué hace Hatori-san?... ¿es su magia no?- preguntó curioso Misaki , mirando hacia todos lados, por si los barbaros ya los habían descubierto.

 

 

 

-empezaremos esto ya, Misaki. Los magos ya están aquí, hay que procurar tener el primer movimiento, uno que no los alerte demasiado- explicó  Hatori con media sonrisa, Misaki asintió  sorprendido, tragando saliva...pronto sería su turno. Tan pronto había terminado de hablar una densa neblina empezó a cubrir todo el campo de batalla.

 

 

 

El murmullo de los brujos no se hizo esperar y algo expectantes murmuraban sus preocupación acerca de la  extraña neblina, mirando hacia todo lados tratando se saber que sucedía. Sin embargo Aikawa comprendía lo que sucedía, frunció el ceño y con el minino roce del viento helado sobre su rostro sonrió con soberbia.

 

 

 

-¿tan intimidado estás con mi grandioso ejército, que no te  atreves a mirarme de frente, Hatori?

 

 

 

-ni me intimidas, ni me parece grandioso tu ejército, Aikawa- salió Hatori de su escondite con una calma bastante palpable, mientras arrastraba lentamente su cetro, detrás de él la pared de neblina densa seguía en pie. Mune y Misaki solo veían las cosas desde el lugar en donde estaban...tenían que estar atentos a la señal para que ellos pudieran salir al fin.

 

 

 

-maldito...- murmuró apretando los dientes Aikawa, mirando hacia abajo, aun desde su alto balcón- ¡no te burles de mí, Hatori!- gritó furiosa, y su enojo no disminuyó al ver la tranquilidad casi innata del oji-gris y como se quedaba callado. Sin embargo sí que escuchó una tercera voz que le erizó la piel a la pelirroja...

 

 

 

-¿Por qué no dejas de hacer berrinches y comenzamos con esto, Aikawa?- arrastro la voz cuando pronunció el nombre de la bruja.

 

 

 

-¡MINO!- gritó la mujer rugiendo el nombre, cual si perro rabioso se tratara. Misaki y Masamuene pronunciaron también el nombre del mago castaño de vestimenta azul.

 

 

 

-¿y qué dices?... ¿comenzamos ahora...o te intimida...mi ejercito?- exclamó el recién llegado, sonriendo burlonamente de medio lado. Aikawa juró que moriría de mismísimo coraje allí y tragó su orgullo, temor y soberbia para levantar el rostro, observando  como de entre la niebla surgían una gran cantidad de magos, algunos bastante conocidos para ella, algunas hadas duendes y obviamente casi todos los guardianes...todos la miraban con un rostro descifrable rápidamente como coraje.

 

 

 

-¡NO TE BURLES DE MI, MALDITO!, ¡¡ATAQUEN!!- gritó descomunalmente ,mientras daba un gran salto desde el balcón para colocarse al frente de su ejército que había empezado a correr hacia el bando de los “magos”, los cuales permanecían en guardia, serenos, esperando con bastante paciencia y confianza a los brujos.

 

 

 

***************************************************************

 

 

 

Mientras tanto, en Usami. La guerra estaba también prácticamente sobre ellos. Y es que el tiempo que había propuesto el reino invasor había llegado al fin. Por lo que los reyes mandaron a hacer los arreglos pertinentes para la guerra y sobre todos, proteger a los habitantes de su reino.

 

 

 

Esa mañana  todo el castillo había amanecido en total alboroto. Hitomi había ordenado que el ejército se armara, por lo que las grandes hileras de guerreros caminaban de un lugar a otro ordenándose en sus posiciones, pues los mensajeros le habían hecho saber que el ejército vecino avanzaba hacia allí. Al parecer con gran rapidez. Y aunque Asuka rogó por todos los dioses que Keiichi permaneciera tan tranquilo como había estado desde hace unos días...aquella petición no pudo ser posible...

 

 

 

Era muy rara la vez en que Keiichi se quedaba solo en la habitación, regularmente siempre estaba Haruhiko, Yura, Asuka, Manami o Kaede, sin embargo desde que esta última tuvo que partir junto a Kioshi a su reino, para arreglar los asuntos pertenecientes a Sousuke, y desde que los dos chicos estaban ocupados en  las preparaciones de la guerra, no era una extrañeza que permaneciera el lindo chico de ojos mieles lapsos de tiempo solo. Y para mala suerte de todos...ese día era uno de esos.

 

 

 

El sol de mediodía comenzaba abrirse paso entre las gruesas cortinas de la ventana, acariciando el rostro del “bello” durmiente. Todo hubiera pasado igual, si ese día el muchachito de cabellos castaños claros  no hubiera decidido abrir los ojos de golpe. Keiichi había despertado. Algo aturdido, cabe destacar, escuchaba sonidos de metales y  varios parloteos de varones, levantó una ceja algo pensativo y mareado y decidió sentarse en la cama, le dolía un poco la cabeza...sin embargo reanudó una preciosa sonrisa al recordar lo que le había dicho su Haruhiko...la historia de su amor por él. Así es. No lo había olvidado. Sin embargo su curiosidad era mucha y con cuidado se puso de pie para asomarse por la ventana para ver lo que pasaba... ¿que era todo aquél escandalo?...

 

 

 

Sus ojos vieron casi con miedo todo aquél escenario. Y una lagrima rodo por su mejilla. Los guerreros ordenados en hileras se acomodaban a las afueras del l castillo para partir, la caballería ya estaba lista y a lo lejos podía observar como las casitas llenas de vidas con niños siempre jugando alrededor estaban vacías y solitarias...eran obvio, las habían evacuado...eso...eso era una guerra. ¡Estaba a punto de estallar una guerra!, enseguida sus ojos se abrieron con un miedo tan grande que pensó que su corazón no soportaría aquél  abrazadora corriente de aire frío que sintió en su pecho cuando pensó en la persona que podría dirigir ese ejercito...

 

 

 

-¡HARUHIKO!- gritó con lágrimas en los ojos  y corriendo hacia la puerta de su habitación, no importaba ir descalzo corriendo, en piyama y con gran desesperación en su rostro lloroso, esquivando a quienes encontraba en los pasillos del castillo. Solo quería encontrarlo a él... ¡no quería perderle!

 

 

 

-¡Keiichi-san!- gritaban algunos sirvientes al verle despierto y tan desesperado corriendo, pero ninguno pudo detenerle. Cuando al fin pudo encontrar a Haruhiko este parecía estar hablando con el rey, su hermano y otro joven que no conocía...y deteniéndose en el proceso con las lágrimas aglomeradas en su ojos mieles y sus piernas temblándole...vio con gran pavor como tanto Haruhiko como su hermano Yura estaban ataviados con armaduras para guerra. Silenciosamente, primero, empezó a negar la cabeza...mientras tapaba con sus manos su boca...

 

 

 

-no...no...-murmuraba, negándose a aceptar aquello- no...¡no, NO!- gritó llamando la atención al fin de los otros cuatro, que se quedaron de una sola pieza al ver al muchachito ahí enfrente y en las condiciones en que estaba-¡ no puedes hacer esto!¡no debes hacerlo!...¡no es justo!-exclamaba con dolor en su rostro.

 

 

 

-¡¿K-Keiichi?!- exclamó con bastantes sentimiento juntos el príncipe mientras corría a abrazarle, éste se sintió libre de desvanecerse de cansancio en sus brazos, mirándole con profunda tristeza en su rostro, además de la desesperación más grande que hubiera imaginado- ¡me alegra que estés bien!-

 

 

 

-¡¿Por qué?!...¿porque hay guerra?...¡¿Por qué no me dijiste nada?...¡¿Por qué tienes que ir tú?!- hablaba el menor abrazando a su Haruhiko como si la vida le dependiera de ello -¡no te vayas, por favor, quédate aquí, conmigo!- rogaba el menor deshaciéndose en llanto, el oji-gris destrozado por el llanto de su niño trataba de consolarle y explicarle pero no había manera.

 

 

 

-entiéndeme Keiichi...¡necesito hacerlo!...venceremos, y cuando eso suceda todo estará bien- hablaba limpiándole las lágrimas al menor, quien se negaba a soltarle- por favor, suéltame, necesitamos marcharnos...todo saldrá bien, te lo promet...-

 

 

 

-¡no , no y no!, ¡ME NIEGO!...¡y no me prometas nada!- exclamaba el menor destrozado- ¡sé lo que es una guerra!, no me creas tonto Haruhiko, y sé lo que es perder a un ser querido...perdí a mi padre en una...y por eso las odio- aclaró el menor hipando todavía, Yura, quien escuchaba todo atento bajó el rostro...recordando aquellos tristes momentos-no me prometas algo que no sepas garantizar...-murmuró muy bajo- tu...tú dijiste que me amabas...¡no me dejes ahora...ya no quiero perder a otra persona que amo!-

 

 

 

Los dos pares de  ojos se miraron con anhelo, con amor y devoción...Haruhiko había comprobado con satisfacción que el menor no había perdido su poca memoria y Keiichi apenas se enteró, con sus mejillas ardiendo de vergüenza, que había hecho una confesión con un público...especial...

 

 

 

***************************************************************

 

 

 

La pelea no se hizo esperar y ya ambos bandos entrados en calor, los rugidos de animales, los gritos, sonidos de armas chocantes, técnicas de frio de calor  y otras cosas más empezaron a sentirse en el lugar. Misaki observaba con temor como es que el piso temblaba con furia bajo sus pies.

 

 

 

-¡es el momento Misaki!- gritaba Hatori entre tantos gritos.

 

 

 

-¡si!- sintió Misaki y medio temblores sacó una de las flores de las hadas Lili y la puso suavemente sobre su mano- por favor Lili, dame tu protección- rezó a la extraña plantita, la susodicha brillo suavemente mientras se “introducía” en la mano de Misaki quedando grabada como un tatuaje.

 

 

 

-vamos...-inquirió Masamune, Misaki asintió bien armado y siguió  al otro con paso medios torpes empuñando la espada roja.

 

 

 

-Misaki, todo estará bien, te cubriremos- exclamó Mune. Cuando al fin salieron de su escondite empezaron correr hacia la puerta principal del castillo. Obviamente un gran tumulto de brujos y demás criaturas se quisieron interponer en su camino más los otros dos defendían el paso a Misaki quien corría como si su vida dependiera de ello, literal. El camino cada vez se hacía menos, hasta que Mune se detuvo, pues cuando estaban justo en la entrada un gigante de piedra se puso frente al príncipe.

 

 

 

-¡Misaki, corre, todo estará bien, me haré cargo de él!- aseguraba Masamune peleando. Misaki corrió con lágrimas en los ojos, y se despertó al ver un enorme minotauro en la entrada con un hacha bastante afilada.

 

 

 

-¡no pasarás de aquí chiquillo, mi hacha cortará tu pequeña cabeza!- amenazaba la criatura imponente con una voz por demás grave. Misaki con su cuerpo tembloroso empuñó la espada roja, agitándola hacia el monstruo.

 

 

 

-¡ni sabes usar eso niño, déjalo, que te lastimarás, jajajajaja!- se burlaba la bestia, Misaki fruncía el ceño enojado con el minotauro y con su cobardía.

 

 

 

-¡cállate!- respondió el oji-verde y de un movimiento de su espada logró cortar dos de los dedos de la mano de la bestia quien lanzó un alarido totalmente furiosos y adolorido.

 

 

 

-¡me las pagarás mocoso!... ¡te aplastaré la cabeza!- gritaba agitado. Misaki retrocedió ante la amenaza y trató de correr dentro  pero el menor le había cogido de un pie y lo había levantado dejándolo de cabeza.

 

 

 

-¡¡¡waaa, suéltame!!!- gritó Misaki al ver el intento del más grande por azotarlo al piso, sin embargo algo sucedió...

 

 

 

-haagggg....-escuchó un gemido ahogado. Misaki , aun mareado de colgar de cabeza y ser agitado con tal violencia, observó con mucho asombro como de la  frente del “hibrido” sobresalía una punta sangrante. Muy pronto sintió como el animal le soltaba y el calló bastante adolorido al suelo, observando ahora sí que el minotauro había sido atravesado por una flecha justo en la cabeza...¡que puntería!...fue lo único que pensó el oji-verde y sin aguantar la curiosidad se asomó un poco para tratar de ver quien le había salvado. Sus ojos recorrieron con rapidez el  recorrido  que seguramente había hecho esa flecha. Y llegó hasta el otro lado, donde se levantaba una gran piedra...arriba de esta se encontraba un doncel con media sonrisa, ataviado de un bonito traje de batalla en colores azules y plateados y con un arco en las manos...

 

 

 

Los ojos de Misaki se llenaron de lágrimas, mientras observaba con una sonrisa el cabello castaño, un poco más largo, moverse por el viento y sus ojos se conectaron con los avellana...

 

 

 

-Hiroki...-murmuró contento y agradecido. Este le sonrió igual. Más limpió sus lágrimas cuando el Kamijou le dedicó unas palabras, que no pudo escuchar, pero sí que las entendió...

 

 

 

-¡CORRE!- le había gritado, mas con tanto ruido no pudo escucharlas, solo asintió  entró corriendo al castillo, repitiéndose una y otra vez que todo saldría ben, sus amigos estaban con él...y todos  los magos también. El lograría liberar a todos los que Aikawa había hecho tanto daño, se dijo motivado.

 

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Continuará...

Notas finales:

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