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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

Hola :3, ¿cómo están?, les dejo el siguiente capítulo. Espero les guste, nos vemos abajo...

Capítulo 5: “La temible bruja Aikawa”

 

 

 

 

 

Los apresurados pasos de unos tacones negros resonaban  con fuerza en el silencioso pasillo. El sol apenas amenazaba por salir. Sin embargo la mansión y los “habitantes” de ésta estaban muy activos desde  muy temprano.  Con elegancia y parsimonia esta mujer de  brillante cabello rojo ondeaba ligeramente su varita abriendo las cortinas que cubrían los enormes ventanales, dejando que la luz entrara al pasillo. Sonrió sínicamente mientras su vista se fijaba en las incontables puertas que daban a una serie de habitaciones, al igual que las escaleras que daban al tercer piso de la enorme mansión.

 

 

 

-buenos días, mis niños… ¿cómo han amanecido hoy?... ¿se sienten cómodos mis altezas?- sonrió con burla a la vez que soltaba una estruendosa carcajada y se detenía observando las puertas cerradas de las habitaciones. Frunció el ceño con furia e hizo que las puertas se abrieran tan fuertemente que golpearon con la pared -¡salgan!- ordenó demandante. Al instante una gran cantidad de animales se acercaban a ella, prácticamente llegaban corriendo.

 

 

 

La escena no hubiera pasada a más de ser algo “tierno”, si no fuera por la agresividad de que los pequeños eran prácticamente arrojados de las habitaciones para postrarse enfrente de la mujer de ojos verdes.

 

 

 

-¡que obedientes!- felicitó la cínica mujer, al ver a la variedad de “insectos” frente a ella. Loca. Era así como la llamaban todos. Ella no les decía nada, pero odiaba que cuestionaron sus métodos. “¿Por qué animales?”...preguntaban todos. “¿por qué no? Respondía ella quitada de la pena. Primero lo hacía para hacerlos sentir miserables y por qué lo parecía adecuado ponerle algún animal que se simulara al castigo…después solo lo hizo por  diversión.

 

 

 

Aikawa era una persona difícil de entender. Era fácil comprender el porqué. Las primeras victimas que llegaron a ella fueron las más sencillas. A los 14 años era ya una hechicera obscura altamente peligrosa, abandonada por sus padres al nacer por ser “rara”  y  criada por un viejo brujo…que con el tiempo enseñó la “magia oscura” a su “hija”. A los 15 años el viejo murió…Aikawa no se quedó más que con una vieja capa y la varita mágica de su “mentor”.  A los 17 era ya reconocida en todo el mundo mágico, no había mago, hechicero, brujo o guardián que no supiera de su gran “hechicería”. A los 18 conoció a Karan,  su primera…y única discípula. Ella le caía bien; durante 2 años le enseñó muchas cosas y aprendieron a convivir en equipo. Su primer trabajo “formal” empezó con ella… Karan se encargaba de estafar a la gente diciendo que su hermana Aikawa , una hechicera poderosa, cuidaba de aquellas princesas que  querían escapar de algún matrimonio forzado o cualquier otro problema. Al principio solo las mantenían secuestradas por algún tiempo hasta que les ofrecieran un rescate por una gran cantidad de monedas de oro…con el tiempo solo lo hacían por diversión, ya no necesitaban el dinero. Poco a poco las mentes de ambas brujas se pudrieron y solo tenía cabida en su cabeza el odio, la maldad…entonces empezaron a cobrar los “favores” de otra manera: convertían a sus secuestrados en animales…

 

 

 

Ni los desgarradores gritos, ni las dolorosas súplicas de los padres, ni las enormes cantidades que ofrecían de dinero lograban ablandar un poco el pútrido corazón oscuro de las malvadas brujas, que entre risas y frente a sus propios ojos convertían a los  chicos en cualquier animal que se les viniera a la cabeza.

 

 

 

Pero como nada dura para siempre, Aikawa empezaba a hartarse de hacer siempre lo mismo y comenzaba a impacientarle la forma tan infantil de actuar de Karan. Un buen día, de los tantos aquellos que salían a  estafar a personas “estúpidas”, se encontraron frente a un próspero reino, su reyes le pedían de manera suplicante que protegiera con su magia a la gran ciudad, pues al parecer estaban en guerra con otra, y le prometían que de vencer, le retribuiría con la mitad de las ganancias obtenidas de la guerra. Karan sonrió, Aikawa afiló su mirada y asintió. Como siempre tenían planeado sentarse a ver como sus ingenuos “protegidos” se desmoronaban…pero la decisión de Aikawa cambió al ver al  general  que dirigiría el ataque. Se trataba del hijo del rey, el príncipe Tatsuya. El chico poseía un encanto natural, alto, de cabellos castaños y unos profundos ojos color miel. Sin poder evitarlo la cruel bruja, de entonces 20 años, se enamoró perdidamente de aquél hermoso humano. Aikawa, como había prometido, ayudo al reino a ganar a la guerra contra el otro reino…y así poder acercarse al príncipe. Karan con tan solo 18 años no comprendía del todo la actitud de Aikawa…pero solo al principio. Las situaciones se dieron, y una cosa llevó a otra…cuanto menos se lo esperaba Aikawa logró enamorar al príncipe…o eso creía ella. Pasó un año, que no es importante contar por ahora, y  Aikawa estaba decidida a dejar todo su pasado para formar parte del presente de su amado oji-miel…

 

 

 

Si alguien les hubiera dicho a esos dos pobres que pasaría lo que pasó…seguramente nada hubiera cambiado. Por qué muchos se hubieran alegrado de haber tenido fuera del “trabajo” a Aikawa. Aquél día en que la pelirroja había comprobado que no puedes confía en NADIE…si tan solo alguien les hubiera advertido…la oji-verde no les hubiera descubierto “muy cariñosos” detrás de los rosales del patio trasero del castillo. De lo que pasó después no hay  mucho contar. A pesar de las súplicas de su “casi hermana” de que no le hiciera daño y que la perdonara… Aikawa solo rugió con ímpetu mientras una lágrima de coraje bajaba por su mejilla, al mismo tiempo que prácticamente calcinó viva a Karan por traicionarla. En cuanto a Tatsuya…a él  lo condenó a una vida de sufrimiento…y quedándose casi sin una gota de  energía convirtió al apuesto chico en un  poderoso dragón tan negro como las cenizas, al cual obligó a destruir por completo a su propio reino .Poco a poco el imponente animal fue perdiendo la capacidad de razón, que es la nos distingue de los animales, y se convirtió solo en una bestia. Aikawa se obligó a olvidar todo lo que había pasado desde que cumplió 18 años…sin embargo algo quedó para siempre de aquél chico de cabellos castaños…algo que ni siquiera ella se atrevió a destruir…

 

 

 

 

 

-madre- escuchó la dulce voz de una joven llamarle. Aikawa le prestó atención de inmediato olvidándose por un momento de los “animales” que seguían  pegados prácticamente al suelo. Los ojos verdes de la bruja se fijaron en la que bajaba las escaleras lentamente con una cara de preocupación…esa cara que tanto le enfermaba…compasión  y ternura. Sin embargo no la odiaba…para nada…ella era lo “más bueno” que había hecho en toda su podrida vida. El cabello de la joven era igual al suyo solamente que un poco más oscuro, su piel era blanca como la suya, pero sus ojos…esos no eran suyos, eran de un brillante color miel.

 

 

 

-Haruna no me molestes ahora-  pidió seria la mujer, que no era capaz de ser sincera con sus sentimientos, vio los ojos mieles cristalizarse por las lágrimas, sin embargo eso no le impidió hablar.

 

 

 

-déjalos en paz, ya…te he dicho que yo me haré cargo de ellos- subió la voz la muchachita, al ver como los pequeños animalitos se encogían de dolor, su voz tembló al ver los el ceño fruncido de su madre y casi como hiperventilaba de rabia -…por favor…-susurró como último recurso. Aikawa  la miró con ojos enfadados para después bufar, como esa niña se enterara que podía manipularla tan solo con sus ojos estaría perdida.

 

 

 

-haz lo que quieras…no vendré hasta la noche, tengo cosas que hacer- dijo para desaparecer por la puerta. Haruna suspiró pesadamente, cada vez que enfrentaba a su madre se arriesgaba a que la convirtiera en una cucaracha al menos por unas semanas. Se apresuró a bajar por las escaleras, mientras que con mucha concentración  pasó su mano  extendida por la habitación deshaciendo el  hechizo que su madre había puesto a los animalitos. Así es, Haruna era media bruja…después de todo su padre era un humano, su madre jamás se lo había negado, aunque la historia no la conocía entera; por eso del que ella no pudiera controlar su magia al 100%.

 

 

 

La liberación del hechizo fue un agradecimiento para los indefensos animalitos que aunque estuvieran acostumbrados a las torturas de la pelirroja mayor no es como que les gustaran. Poco a poco se acercaron a la muchacha, que día a día les hablaba con lágrimas en los ojos.

 

 

 

-lo siento mucho…de verdad que lo siento…sé que no puedo hacer demasiado por ustedes…pero aun no puedo deshacer el hechizo que mi madre les ha puesto…no tengo el suficiente poder, daría lo que fuera para que volvieran a ser libres- explicaba la mujer, mientras que permitía que los animales le consolaran subiéndose a su regazo o  tallándose en sus pies. Era increíble la cantidad y la variedad que  había allí. Había desde canarios, tortugas, conejos  y perros hasta ratones, insectos y gatos. Que en su vida “normal” eran chicos y chicas de diferentes edades y lugares, en su mayoría de la realeza.

 

 

 

Cada animalito portaba algún brazalete o collar que se ataba a alguna extremidad de su cuerpo, el cual indicaba que era “pertenencia” de Aikawa… y el cual también no les permitía dar un paso fuera de la mansión ni transformarse a humano. Haruna atendió a todos su “huéspedes” hasta que se dio cuenta que 2 de ellos no estaban ahí. Sonrió de manera extraña. El chico cada vez mejoraba sus habilidades en la magia…evadir un hechizo de su madre no era tan fácil, y menos cuando lo haces por 2. Se levantó del suelo donde hasta ahora había permanecido y se dirigió con rapidez a la habitación que sabía de sobra donde se encontraba.

 

 

 

……..

 

 

 

Mientras tanto  en otra habitación, dos “personas” se permitieron suspirar, en especial el que tenía dones con la magia, pues cada vez que Aikawa efectiva esa técnica terminaban realmente mal.

 

 

 

-lo has hecho bien- felicitó el primer chico, casi indiferente, al otro que respiraba agitado por el esfuerza y se dejaba caer – además has logrado “casi” cambiarnos a humanos- hizo la observación mirando con un inusual color de ojos violetas al que trataba de recuperar su respiración, quien le miró mal  y rugió con inconformidad.

 

 

 

-no es suficiente, ¡esto está incompleto!...y lo del cambio solo será momentáneo – dijo con cansancio en todos los sentido mientras revolvía sus castaños cabellos frustrado -…aun no puedo logra que el brazalete  se destruya por completo- rugió al mismo tiempo que llevaba sus dos manos en una pequeñas protuberancias peludas que salían de su cabeza- además estás orejas de gato son molestas- dijo arrugando su entrecejo y mirando con sus ojos verdes al muchacho que estaba a su lado, con sus orejas  grisáceas  de conejo sobresaliéndole de la cabeza.

 

 

 

-deja de hacer berrinches y concéntrate en lo que te falla mejor- recomendó el más alto, mientras levantaba una ceja y señalaba el rostro del oji-verde – y no frunzas el ceño, te quedaran arrugas…jump- casi rio con un rostro melancólico – me recuerdas a un primo mío…-

 

 

 

Ambos se quedaron en silencio recordando lo que eran antes de estar allí…para ambos era la más grande salvación que podían tener en ese momento poder cambiar aunque sea por poco tiempo de forma…así al menos no se olvidarían que eran humanos y no animales…

 

 

 

Ninguno sabía que todo estaba a punto de cambiar.

 

 

 

 

 

***********************************

 

 

 

 

 

La noche al fin llegó. Aikawa se encontraba en las afueras de un bosque mirando el paisaje, había terminado al fin todo lo que tenía que hacer…si los magos y su tan confiable librador pretendían desafiarla…estaba lista para enfrentarlos. Las pruebas serían catastróficas, los  sacrificios enormes y el vencedor definitivo…sonrió…sería muy difícil que le ganaran.

 

 

 

Nadie puede tener un corazón puro

 

 

 

Nadie puede amar con tanta facilidad

 

 

 

Nadie puede arriesgar tanto por alguien que no conoce

 

 

 

Nadie puede  ganarle.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

 

 

Continuará…

Notas finales:

Hola otra vez. Gracias por leer.

Nos leemos pronto

:)


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