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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

HOLA u.u

 

Lo sé, ha pasado mucho tiempo, a días de que casi se cumpla el año <.< . La uni me esclavizó por un buen tiempo y me tuve que ocupar de mis asuntos con mi graduación...aun me falta la tesis, pero andamos en eso xD. Nuevamente muchas gracias por leer y por seguir de cerca mi fic, les agradezco mucho¡ Como ya saben estamos en la recta fianl del fic, así que espero les guste este cap y me puedan dejar un rw :). Nos leemos pronto¡¡¡

 

Misagi * *

Capítulo 62: “Regreso a casa”

 

 

 

 

 

Paños húmedos reposaban sobre la frente acalorada de la que alguna vez fuera la monarca de uno de los reinos más prósperos. Sobre la mesa de noche, al lado izquierdo de su cama, se podían ver una gran cantidad de medicamentos, paños, un balde con agua fría y una vela. Los cortos cabellos rubios, ahora resecos, por la falta de cuidado y de los rayos del sol, aunque suaves, estaban opacos y sin vida y reposaban sobre la almohada mullida de la cama.

 

 

 

A su lado, como siempre, Yuka fielmente cuidaba de la salud de la reina, o de lo que quedaba de esta. Su compungido rostro no era otra cosa más que el reflejo del de la dama que yacía dormida en esa enorme cama…un rostro de ella y del resto de las personas que vivían bajo el techo de ese castillo. Cada día que pasaba era un golpe a la esperanza que tenían de dejar de ver a la mujer marchitarse poco a poco. Yuka había sido lo más cercano a lo que era una dama de compañía para Risako. Había sido contratada por el rey Ryuto  principalmente para mantener una estricta vigilancia sobre “su chica favorita”. Ella odiaba la situación en la que estaba y no pudo hacer mucho al respecto. De inmediato fue su deseo volverse amiga y aliada de Risako, aún más después de la muerte de su mejor amiga y la desaparición del pequeño príncipe Shinobu. Cuando Ryuto murió y Risako subió al trono sintió que su tiempo en el castillo había acabado, pero fue Tsume-sama la pidió quedarse a su lado con la amabilidad de una madre y desde entonces ellos se habían vuelto su única familia. Su corazón se estrujaba al ver morir día a día a la mujer que consideraba su segunda madre.

 

 

 

Una lágrima rodó por su mejilla.

 

 

 

Cuando escuchó el picaporte de la  puerta girar se levantó  de asiento como impulsada con un resorte y con agilidad de un experimentado guerrero desenvolvió de los olanes de su vestido una daga apuntando hacia la puerta, en posición de defensa. Estaba tan acostumbrada a que cualquier movimiento se avisará que la acción le había tomado por sorpresa… pero nada la preparó para lo que vio después...

 

 

 

Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando vio a un precioso doncel entrar a la habitación  sus ojos grises la miraron con expectación por un segundo, pero enseguida se fijaron en la pálida mujer recostada en la cama. Su pecho se apretó dolorosamente cuando el rubio ángel descompuso su rostro en dolor puro llenando sus claros ojos de lágrimas y se arrodilló a lado de la mujer.

 

 

 

Yuka se quedó completamente inmóvil, luchando entre si debía alejar al muchacho de su señora, abrazarlo y darle confort al verlo tan destrozado o ofrecerle venias, no tenía duda, sin embargo, que el chiquillo era un mago…y francamente no lograba comprender qué hacía allí. Su vista se desvió por un momento del doncel y se fijó en Risako quien entraba lentamente por la puerta de la habitación, tras ella un apuesto caballero. La reina le dio una desconcertante mirada, negando lentamente con la cabeza y mirando con un profundo sentimiento al chico…

 

 

 

– ¿qué sucede, Risako-san?- preguntó con gran desconcierto. Pero nada pudo prepararla para escuchar lo que escuchó de los sonrientes labios de la joven monarca ahogado en un sollozo silencioso.

 

 

 

– Shinobu-chan ha regresado a casa

 

 

 

El rubio, inconsciente de todo lo que lo rodeaba, a excepción de la mujer en la cama, se acercó con pasos temblorosos. De hierro. Sentía los pies pesados, como si sus piernas no pudieran dar un paso más y al mismo tiempo no fuera suficientemente rápido hacerlo…se le antojaba lo más difícil de todo lo que había hecho hasta ahora. Peinó los rubios cabellos de la mujer con sus manos, mientras sus ojos derramaban cristalinas lágrimas y sus dientes se mordían con nerviosismo sus ya pálidos labios.

 

 

 

Pero los ojos de la reina no se abrían.

 

 

 

Sin embargo, su corazón no se apesadumbró. Sintió la tranquilidad bullir como un gran volcán. Una tranquilidad que sabía era obra de la bella dama durmiente. Juntó su frente con la de la mujer, con suavidad y en medidos movimientos. Sintió su corazón apretujarse con anhelo cuando los ojos claros se abrieron. Shinobu vio pasar en ellos varias emociones: primero la incredulidad…seguida de la curiosidad y la emoción…Los ojos redondos y llenos de lágrimas. Las arrugadas manos temblorosas y cerrando los puños alrededor de las sabanas de seda.

 

 

 

– ¿S-shinobu?

 

 

 

El oji-gris sonrió, contagiado de llanto y asintió repetida y rápidamente. Se abrazó a la mujer que sollozaba en sus brazos.

 

 

 

– He vuelto a casa, mamá…

 

 

 

 

 

****************************************************************

 

 

 

 

 

– ¡estás embarazado!

 

 

 

El silencio se extendió entre los dos donceles, uno frente al otro.

 

 

 

Los ojos avellana del príncipe se entrecerraron observando con una mezcla de perplejidad y curiosidad al extraño y guapo sujeto frente a él. Sus ojos azules brillaban casi con ridícula gracia.

 

 

 

– Si – contestó con simpleza y con un poco de incredulidad, ¿Qué otra cosa le diría si era verdad? Además, había encontrado hace un tiempo que difícilmente podía esconder ciertas “cosas” a un usuario de la magia, de alguna manera siempre se enteraban.

 

 

 

-¡Te vez… impresionante! ¡Sin duda un gran prospecto para Nowa-chan!

 

 

 

El castaño sintió sus mejillas calentase al mismo tiempo que se abrieron sus ojos. Los ojos del pelirosa brillaron como diamantes, el oji-avellana pensaba que estaba a punto o de estallar o de postrarse a sus pies. 

 

 

 

Este sujeto…era extraño.

 

 

 

Hiroki había sido insistente cuando Nowaki quiso esquivar el encuentro pendiente que tenía con cierto Guardián de los mares del Este. Su príncipe oji-azul había dicho que aquello no era necesario, pero Hiroki pensaba que sí, y admitía que sentía cierta curiosidad y un “algo” en el pecho al recordar su historia juntos. Aún recuerda haber fruncido el ceño en la cara de póker más convincente de toda su vida cuando Yuki, el extraño prometido de Yura, le dijo “sin duda es celos, cariño”, más el bonito muchacho parecía inmune a la aparente aura oscura que hizo correr al resto de las personas a su alrededor. Lo único de lo que estaba seguro era de que necesitaban conocerse para que todo regresara a la normalidad. Si, era sólo eso.

 

 

 

Sintió su cuerpo tensarse por unos segundos cuando el chiquillo de ojos lindos pareció no poder aguantar más su ansias y se abrazó con fuerza a él.

 

 

 

– me alegra que seas tú quien cuide a Nowaki

 

 

 

Los ojos avellana se suavizaron de inmediato cuando observó los azules aguantando las lágrimas, pero sin embargo con una felicidad desbordando de ellos. Una felicidad de saber que la persona amada sería correspondida…no era él, pero su felicidad significaba la propia.

 

 

 

Una felicidad que le caló el pecho con tristeza y que esperaba nunca experimentar en carne propia…

 

 

 

– Gracias por todo, ahora él es mi responsabilidad – murmuró con ternura al tritón pelirosa. Una sonrisa traviesa apareció en el rostro suave.

 

 

 

– ya lo creo

 

 

 

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El rencuentro duró mucho. Risako no podía creer cuanto rejuveneció su madre cuando la realidad asaltó su conocimiento. No quiso deshacer su abrazo de su precioso doncel durante un gran momento. Y ella por fin había sentido un gran alivio en el alma y en el corazón al sentir de nuevo su pequeña familia “completa”. El día pasó poniéndose al día con las noticias por las dos bandas. Como era de esperarse no afectó demasiado al rubio el momento en que le fue contada la muerte de su padre, lo que si causó revuelo fue todo el asunto de la profecía y la guerra entre usuarios de la magia, aún más cuando llegó el momento explicar lo que pasó con él y la maldición que tenía. Presentar a Miyagi como su héroe tan sólo hizo que el gallardo y apuesto varón coleara de rojo levemente sus mejillas por lo que fue adorado mucho más por la anciana mujer quien sin pensarlo mucho lo encerró en sus brazos. Miyagi no pudo evitar sentir un nudo en la garganta ante la calidez del pecho materno de la mujer y las palabras que le susurró al oído: “Te debo mi vida, cariño, literalmente. Mi vida y la de mi pequeño. Jamás podré pagarte toda la felicidad que me has dado en este momento”

 

 

 

– Shinobu si, mi señora. Él ha sido quien me salvó a mi – le dijo dificultosamente de vuelta, con una sonrisa en su rostro.

 

 

 

Ambas mujeres habían chillado emocionadas, al ver la verdad en sus palabras reflejados en los ojos del varón y en los de Shinobu quien se había lanzado a sus brazos para besarle todo el rostro, estando su nariz completamente colorada por el llanto que mojaba sus mejillas.

 

 

 

El amor que se tenían era palpable, casi envidiable. Risako estaba feliz por su hermano, el destino no sólo le había dado un hombre tremendamente apuesto y valiente, sino uno sensible y que lo amaba tan desquiciadamente como él. Sonrió divertida pensando en los años que se llevaban…ella mejor que nadie sabía que eso era lo de menos. Por experiencia propia…

 

 

 

…………………………………….

 

 

 

– ¡¿porque?!...MIYAAAAAAGI…¿tan pronto te quieres deshacer de mi?

 

 

 

Miyagi cerraba un ojo en una mueca de dolor cuando el apuesto doncel rubio le hacia un berrinche en plena salón principal, frente a su  madre , hermana, servidumbre, guardia real  y todo…Los pequeños puños del muchacho temblaban a su lado, su ceño fruncido, un puchero arruinando los rosados labios. Gracioso era que aun de puntillas no alcanzara mas que la barbilla del mayor y tuviera que verlo hacía arriba.

 

 

 

Tsume-san parecía tan confundida y sorprendida como el resto de la gente, por otro lado, Risako aguantaba la risa divertida.

 

 

 

Esa tarde su madre había anunciado su deseo de querer realizar una gran fiesta de bienvenida a su adorado doncel, celebrando no tan solo su regreso, sino también su compromiso con Miyagi. Por eso que fuera requerida la guardia real para hablar sobre la seguridad y los invitados, entre otras cosas. Fue tan solo un efímero minuto en el que amablemente el mayor se había negado a pasar la noche en el palacio, mas concretamente en el reino, esto debido a asuntos pendientes que tenía que resolver en Usami todavía, mencionando además que no era necesario, sin embargo, que Shinobu lo acompañara, no de inmediato al menos. Tan solo eso había desatado el desastre y el hasta ahora sonriente rubio se había levantado enrabietado a gritarle un poco a su apuesto “prometido”.

 

 

 

– claro que no, Shinobu…sabes que aún no he terminado de hacer mis asuntos en Usami…

 

 

 

– ¡mentira!…Asuka-sama dijo que no había prisas…tus “asuntos” seguramente tienen que ver con alguien más…

 

 

 

– cariño, no es…

 

 

 

– ¡seguramente te has aburrido de mí! y si no soy lo que quieres yo…

 

 

 

-Shinobu

 

 

 

La tranquilidad con la que Miyagi pronunció el nombre del doncel hizo que este se callara y por fin le prestara atención, casi arrepentido de ver la perplejidad en los rostros de todos los presentes. La sonrisa apaciguada del moreno le calentó el corazón.

 

 

 

– si no fuera tu persona indicada, no hubiera sido capaz de romper esa cadena…¿recuerdas, bebé? 

 

 

 

Shinobu no hizo más que ruborizarse enterito y tomar a tientas una copa en la mesa antes de lanzársela al varón y salir corriendo hacia su habitación. Muy a pesar de los murmullos de todos y las risotadas de su hermana.

 

 

 

Miyagi se quedó unos leves segundos parado en su lugar después de esquivar la copa que terminó hecha pedazos a un lado. Miró consternado hacia donde se dirigió su pareja y enseguida viró su mirada a la sorprendida mujer.

 

 

 

– con permiso, Tsume-san, creo que iré por él…

 

 

 

– sí, cariño…ve

 

 

 

……………..

 

 

 

Miyagi encontró al avergonzado doncel estrellado en su cama, escondiendo su rostro en un tumulto de esponjosas almohadas. Recargó su cadera en el umbral de la puerta y miró con una sonrisa divertida como su precioso hombrecito había perdido toda la energía de hace rato.

 

 

 

– ¿ya te sientes mejor, amor?

 

 

 

– ombvifgda towhtgo ptrofjsnor- murmuró dificultosamente

 

 

 

– no entiendo bebé…- exclamó aguantando la risa

 

 

 

– olvida todo por favor- repitió nuevamente. Por fin el mayor pudo ver la cara avergonzada de su doncel y sosteniendo sus mejillas le dio un beso en los jugosos labios, sentándose junto a él. El menor rehuía su mirada, pero se las arregló para que lo mirará fijamente, cuando lo tumbó de espaldas a la cama, sosteniendo en sus brazos su peso sobre el rubio.

 

 

 

– resulta algo difícil, bebé… ¿acaso necesito recordarte porque es que eres la mejor opción para mi? – murmuró con voz ronca sobre el oído del menor, que gimoteó un poco, pasando las manos a través de los mechones oscuros del cabello de su apuesto soldado. Inclinó su cuello a un lado dando espacio para que el varón besara todo a su paso. Cuando el mayor se hubo acomodado entre las suaves piernas del rubio le empujó suavemente con sus mejillas rojas.

 

 

 

– no en casa de mamá…

 

 

 

La suave risa del varón le regresó el alma al cuerpo y le hizo recordar que de hecho si…él era su persona indicada.

 

 

 

Destinada.

 

 

 

 

 

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El primer escenario se presentó en forma de gran habitación con altos estantes plagados de libros. La pareja romántica se vio arrastrada muy pronto por el mayor del grupo a un tranquilo lugar. La biblioteca. Los próximos a casarse le miraban con expectación.

 

 

 

– ¿y de qué se trata esto Mune? – preguntó Akihiko curioseando por allí, hojeando algún libro que alguien había dejado mal puesto. El aludido tan solo rio un poco y meneo la cabeza como si aquello le resultara realmente gracioso.

 

 

 

– en realidad esto se trata de unas clases exprés. Todos convenimos en que sería bueno que ya que todos estamos a poco tiempo realmente de encargarnos de nuestros reinos respectivamente tendremos que aprender al menos lo básico. Así que… ¿qué mejor que nosotros mismos?

 

 

 

Misaki y Akihiko tan sólo compartieron una mirada que decía que ya sabían todo lo que les esperaba.

 

 

 

A partir de ese día las cosas no hicieron más que complicarse. Si bien la “clase” de Mune acerca de la zona geográfica del reino no había sido la mas divertida del mundo Misaki la prefería 10 veces más a las de Keiichi y Haruhiko. El guapo varón no había hablado de otra cosa más que de política y protocolos que seguir y el doncel parlanchín casi le clava una cuchara en la cabeza cuando Akihiko se equivocó al mencionar los diferentes usos que tienen los cubiertos en la mesa. Nada lo había preparado en la vida para el sufrimiento que pasó junto a su guapo varón cuando el muchachito les anunció que él les daría su clase de “etiqueta”…¡maldición! Si aun le dolía la espalda por tratar de comer, caminar y hasta agacharse de manera erguida. Misaki no tan solo había amanecido cansado al día siguiente ¡sino también entumecido!

 

 

 

La clase de Hiroki no fue tan mal, de hecho, podría decir que fue la única que realmente disfrutó. Quizás fue que el embarazado castaño era un maestro innato o simplemente temían que les lanzara lo primero que encontraran en la habitación. El estudio de Hitomi-san era en extremo peligroso, especialmente si tendría que decidir en que le lanzaran una bella águila tallada en mármol o un grueso libro de política internacional. Como sea que haya sido, aprender a hablar correctamente, fue el tiempo mejor invertido que tuvo Misaki con toda esa fiesta.

 

 

 

Finalmente el último día “de clases” había llegado y a tan sólo una semana del Gran Día (era así como Yuki y Keiichi llamaban a su -¡oh por Kami!- boda), y con Shinobu y Miyagi recién llegados, se juntaron en el salón principal para pararse junto a sus dos últimos maestros.

 

 

 

– ¡¿tú?! – preguntó un tanto sorprendido y en parte incrédulo Misaki, sacando risitas y carcajadas de algunos presentes y un puchero gracioso del aludido.

 

 

 

– ¿qué?, ¡¿tienes algún problema con eso?! – exclamó enfurruñado, con las manos en la cintura, el precioso doncel de cabellos largos y rubios. Misaki negó lentamente, rodando los ojos levantando los brazos en rendición total. Algo que a todos les parecía muy divertido, especialmente a Akihiko. Desde hace tiempo el oji-verde había empezado a relajarse alrededor de todos, eso quería decir, que, aunque pareciera imposible, se estaba acostumbrando a su loca familia. Y eso lo hacía tremendamente feliz.

 

 

 

– ¿y qué será lo que nos enseñarán que no sepamos ya? - preguntó con una sonrisa divertida Akihiko, abrazando por los hombros a Misaki, mientras miraba de Yuki a Yura alternadamente. Pero su sonrisa se borró cuando los de Sumi sonrieron espléndidamente.

 

 

 

– A bailar…

 

 

 

 

 

 

Hilarante…

 

 

 

Akihiko podía soportar media vida encerrado en un castillo que pertenecía a la más temible bruja y una maldición atada a su cuello, pero no era capaz de dar un estilizado paso de baile sin intentar desprenderle un pie a Misaki a pisotones. Y eso fue sólo el inicio. Cuando el día finalizó, milagrosamente entendía un poco de ritmo y Misaki conservaba ambos pies. Eso ya era algo.

 

 

 

Con gran dificultad llegaron a la habitación, Misaki siendo cargado por el peliplateado caballero, eso porque “Usagi-san, ¡baka!, no siento los pies por tu culpa” y se dejaron caer pesadamente, cual costales de hortalizas en la cama. Ninguno fue capaz de moverse por el resto de la noche y sin más cayeron dormidos.

 

 

 

Debían recordar evitar cualquier baile a futuro…

 

 

 

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Hogar, Dulce Hogar

 

 

 

Después de la tremenda vergüenza que pasó en su propio reino, él fue el primero en votar porque la espléndida fiesta quedara tan solo en una muy rápida cena y salir de allí lo antes posible. Rodó como maniático sobre la gran cama que compartía con Miyagi en la mansión Yoo al recordar como fue que su muy atento caballero casi lo tuvo que despegar del marco de la puerta para que aceptara salir de allí y tranquilizara a su preocupada madre (y dar la cara por tremenda acusación allá afuera). Fue así como después de una invitación exprés tan sólo a personas en su reino, decidió que a la celebración estaría invitado su pueblo. Y así se hizo.

 

 

 

Shinobu decidió despejar su cabeza de esos recuerdos que tan solo habían sucedido el día de ayer y salió de la habitación a buscar algo que comer a la cocina. Mientras comía una rebanada de pastel, que seguramente había horneado Fuyo-san, recordaba que de hecho Miyagi si tenía una reunión importante a la que asistir esa mañana, por lo que le dejaba la mayoría del tiempo libre para el sólo en la mansión -“Yupi!”- pensó sarcásticamente, augurando un muy aburrido día.

 

 

 

Recorrió la mansión de arriba abajo, visitó las caballerizas, buscó algunos libros de herbolaria en la enorme biblioteca, cortó algunas flores del jardín trasero para ponerlas en un jarrón en su habitación, holgazaneó en álbumes familiares, robó algunos trozos de pastel más, se probó algunos atuendos que pensaba utilizar en la boda de Misaki, fue al pueblo con Fuyo- san a recoger unos encargos de Miyagi, dormitó un rato frente a la gran fuente en el jardín principal, ayudó a la cocinera a hacer la cena y nadó en el estanque que está cerca de la mansión. Y aún no había señales de Miyagi. Frunció el ceño irritado de aburrimiento, desparramado sobre la alfombra del salón principal. Cuando estaba tentado a contar los escalones de toda la mansión solo par mantenerse ocupado escuchó los truenos en el cielo seguido de una torrencial lluvia desatándose de repente.

 

 

 

Se levantó del suelo y corrió hacía la ventana apartando las cortinas. Había notado las nubes oscuras levemente esparcidas en el cielo por la tarde, pero no había visto venir una tormenta. Automáticamente pensó en Miyagi, ¿dónde rayos se había metido, y porque aun no regresaba a casa? Su aburrimiento se había convertido mágicamente en preocupación…genial.

 

 

 

Fue alrededor de la media noche cuando escuchó murmullos y ruidos en la entrada la mansión. Miyagi al fin había llegado. Shinobu se encontraba ya recostado en la inmensa cama, vestido y listo para dormir. Hace apenas unas horas Fuyo-san lo había tranquilizado al decirle que la reunión a la que había ido el moreno no quedaba tan lejos realmente y que eran amigos de la familia Yoo desde hace mucho tiempo por lo que en cualquier momento llegaría. Se sentó rápidamente mirando hacia la puerta hasta que por fin se había girado el picaporte y vio entrar a un empapado Miyagi sacudiéndose cual perro y con sus zapatos en la mano. Se levantó cual resorte de la cama y caminó rápidamente con sus pies descalzos hasta el guapo varón, a quien con preocupación vio tiritar y sus labios levemente azules.

 

 

 

– lo siento, Shinobu-chan, se me ha complicado un poco el regreso, yo…- exclamó con una sonrisa de disculpas. Shinobu frunció el ceño interrumpiéndolo y agitó su mano, restando importancia a lo recién dicho.

 

 

 

– tonterías, desvístete y a tomar un baño. Te vas a enfermar. Pediré que traigan agua caliente para la tina – exclamó rápidamente mientras gritaba un poco en el pasillo. Miyagi lo miraba entre enternecido y divertido, aquello había sido una orden en toda regla. Aunque estaba agradecido con el bello doncel por cuidar de él…y el que había pensado que le estaba dando algo de tiempo…al parecer no.

 

 

 

Minutos después ya estaba listo el baño. Fuyo-san y Shinobu habían trabajado rápida y diligentemente en ello. La anciana mujer se despidió de ellos y les deseo buenas noches antes de salir, mientras Shinobu se disponía a salir del cuarto de baño con algunas cubetas y trastos en las manos pero fue detenido de su brazo por el agarre de Miyagi, quien ya hacia un rato que se había deshecho de su camisa empapada.

 

 

 

– ¿que? – preguntó el rubio, algo confundido de que le detuviera ahora. Miyagi observó con atención como el menor se había calzado unas sencillas sandalias y había enrollado un poco su bata de dormir para atenderle, se derritió su corazón de ternura y admiración por ese precioso y fiero dragón por preferir cuidar de él que de él mismo. Sus ojos grandes le miraban curioso y un poco interrogantes. Y sin más  tiró de el para robarle un dulce beso, sujetándolo por los brazos. Cuando el menor por fin se relajó en su bazo le devolvió el abrazo gimoteando suavecito - ¿Qué haces Miyagi?...- murmuró suavecito contra los labios suaves del varón sin muchas ganas de separarse él realmente. Su mirada gris, impactante y hermosa, se ahumaba poco a poco por la expectación.

 

 

 

– realmente lamento haberte sacado de la cama, bebé, ¿Por qué no tomas ese baño conmigo?...la tina es bastante amplia- murmuró el varón en el oído contrario, respondiendo a la risa nerviosa del rubio. Quien tan sólo atinó a poner sus manos sobre el amplio y fuerte pecho del azabache, quien se pegó más al doncel, haciendo que ningún espacio quedara entre sus cuerpos. Dejó que fuera el doncel quien empezara con todo…y dejó expectante que las suaves manos del menor acariciaran su pecho como quisiera, rozando sus bronceados pezones y acariciando con suavidad las cicatrices de heridas de múltiples batallas peleadas. Ver en los claros ojos grises bullir el nerviosismo y el deseo era el espectáculo más maravilloso del mundo. Sentir sus labios sobre sus clavículas lo hizo temblar un poco mientras cerraba los ojos…sólo disfrutando el momento. Sus manos viajaron por sí solas hacia las curvas suaves del cuerpo del mas joven y acarició el inexperto cuerpo sobre la traslucida bata de dormir, pasando superficialmente sus dedos sobre los pequeños botoncitos erectos del doncel que chilló de placer agudamente, pegándose más contra su pecho si eso fuera posible.

 

 

 

– M-miyagi…- murmuró suavecito entregándose por completó a las caricias de su adorada pareja y levantando los brazos cuando éste decidió al fin quitarle la prenda por completo, sintiendo su cuerpo vibrar cuando el mayor recorrió con la mirada su cuerpo entero deteniéndose en los pequeños shorts que sólo le quedaban. Miyagi pasó sus manos por su espalda hasta poder acunar entre sus manos su esponjoso trasero, levantándolo así suavemente, haciendo que enredara sus piernas en la magra cintura. Se besaron apasionadamente, tocando todo lo que estuviera a su alcance, conociendo el cuerpo contrario con parsimonia, desprendiéndose de toda su ropa que ahora parecía estorbar mucho, hasta que el calor en la habitación se hizo demasiado. Hasta entonces ambos cuerpos se habían sumergido en la cálida agua. Amansando un poco la abrazadora sensación de sentir el cerebro derretido. El baño fue rápido, y tan juntos como entraron salieron de la habitación.

 

 

 

La tormenta todavía hacia de las suyas afuera. Las gotas de agua golpeteaban rítmicamente los grandes ventanales de vidrio cuando Shinobu se dejó caer en el centro de la cama. Su cuerpo aún seguía húmedo y tibio por el baño. Abrió un poco las piernas mirando con su rostro colorado pero sin despegar la mirada a su apuesta pareja quien se acercaba lentamente  hasta arrastrarse entre las piernas del doncel. Quien cerró los ojos dejando escapar un gran gemido de placer puro cuando sintió los labios del varón besando y mordisqueando sus muslos y separándolos mucho más con sus manos. Tocó con sus manos sus propios pezones al mismo tiempo que tiró su cabeza hacia atrás, incapaz de seguir sosteniendo todas las sensaciones al mismo tiempo.

 

 

 

– así es cariño, ayúdame a darte placer…muéstrame como te sientes – la voz ronca del mayor acariciaba sus oídos que zumbaban con insistencia. Besó los labios del doncel antes de abruptamente regresar y tomar con la boca el ya muy despierto pene del menor.

 

 

 

– ah…ahAHAH..Mi-Miyagi...ii- Shinobu gimoteaba moviendo la cabeza como maniático cuando su caballero comenzó a preparar su entrada  al mismo tiempo que lo chupaba. El rubio no podía hacer otra cosa mas que intentar arrancar los mechones oscuros de la cabeza de Miyagi cada vez que sus delgados dedos tiraban de ellos en un intento de enseñarle el ritmo que su cuerpo necesitaba.

 

 

 

Siseó en una mezcla de dolor y placer cuando por fin sintió dentro de su cuerpo el miembro del mayor abrirse paso lentamente. Al fin la nubosidad que nublaba sus sentidos empezó a dispersarse un poco y enfocó su vista en el apuesto hombre frente a él, quien sostenía su peso en sus brazos, viéndolo como si él fuera lo mas importante que poseía. Y ambos se quedaron quietos…solo esperando.

 

 

 

– estoy listo…- murmuró el menor. Y tan solo eso desató todo. Shinobu dejaba escapar gritos y suspiros de placer, mientras el mayor arremetía tierna y apasionadamente contra el suave cuerpo de su amante, adorando cada centímetro de su piel, amándolo y enseñándole el placer que nunca antes había experimentado con nadie más. Besaron sus labios una última vez, antes de que ambos llegaran al clímax tan solo la primera vez de toda la noche que les quedaba por delante.

 

 

 

…..

 

 

 

Curioso era que quien despertara con gripe no fuera Miyagi. Un sonrojado y adolorido doncel debió haber recordado no descubrirse con la manta la noche anterior…

 

 

 

Esta vez Miyagi cuidaría muy bien de su dragón…siempre lo haría.

 

 

 

.

 

.

 

.

 

 

 

Continuará…

Notas finales:

Contesto sus rw en un rato. Feliz Navidad y Año Nuevo a todos¡¡

Saluditos...

Misagi * * 


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