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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo, este es un capítulo pensado orginalmente para ser dos, pero ya ven que no se quedó así xD, así que es bastante largo. Espero les guste.

Nos leemos pronto :)

Capítulo 8: “El mejor aprendiz” y “mariposas de hielo”


 


 


Las gotas de agua caían del cielo rápidamente, a pesar de que el sol se ponía con ánimos  sobre las copas de aquellos árboles. Específicamente se escuchaban melodiosas las gotitas que golpeaban contra las ventanas de vidrio y el simple techado de aquella hogareña casita. Y tan  sorprendente acontecimiento fue tomado por los habitantes de esa choza como buena suerte de lo que vendría en el futuro.


 


Dentro, resguardado de la extraña tempestad, se encontraba un reconocido mago; de  ojos misteriosos, piel blanca, cabellos castaños, atuendo azul  y de nombre Mino. Hace un tiempo que “trataba” de concentrarse mirando fijamente la orbe azulina de su cetro…intentando descifrar secretos que solamente son pertinentes a personajes poderosos…aquellos que saben usar magia. Pero para su buena-mala suerte  un brazo tenia bien sujeto el suyo, por lo que mirando hacia un lado  y con una sonrisa habló a su “captor”.


 


-oye sabes que no me iré a ningún lado, ¿cierto?- bromeó, logrando que el muchacho que descansaba sobre su hombro hiciera un manipulador puchero y le sonriera con coquetería.


 


-solo quiero estar seguro- dijo al fin soltando al Mino, quien se puso de pie riendo levemente, acercándose a una  gran mesa en el centro de la sala, que realmente era un enorme mapa de los reinos descubiertos hasta la actualidad.  Los ojos carmín oscuros curiosos  del visitante siguieron la trayectoria del mago, y levantándose del sillón en donde hace poco se encontraban ambos siguió al otro.


 


-quisiera darles las respuestas a todas las problemáticas que tendrán- expresaba  con frustración el de vestuario azul, mirando al más joven, quien suspiró y dando un pequeño saltito se sentó sobre la mesa en donde estaba  el mapa.


 


-el descubrir cosas por si solos también es parte de su misión, cariño- respondió, mientras sonreía al mago y acomodaba una pequeña flor violeta que adornaba su cabello castaño. Mino le sonrió y se acercó al chico sentado sobre la mesa,  quien pasó los brazos sobre el cuello del más alto para darle un pequeño beso en los labios.


 


-ya va a ser hora …Yanase- recordó el mayor, mientras su vista se fijaba de nuevo en el mapa, esta vez su novio también observó – la ruta ya está hecha…mañana llegarán acá- exclamó recorriendo con sus dedos los caminos que estaban trazados en el papel.


 


- es una ruta peligrosa…Aikawa realmente se ha esforzado esta vez-  dijo con enfado Yanase-pero por eso estaremos nosotros ¿no?, recomiendo que recorran solamente del tramo  del “Dorado” hasta Ayami- dijo mientras señalaba en el mapa con su dedo índice-…cuando hayan llegado a mi bosque, les daré yo el resto de la ruta que seguirán


 


 


-me gusta la idea- expresó el mayor, mientras  se dirigía a un estante con pergaminos viejos y traía uno consigo- la primera prueba está “allí” después de todo


 


El ambiente se quedó en silencio por mucho tiempo, en lo que “la pareja de magos” seguía analizando la trayectoria que habrían de   seguir los que buscarían a Akihiko. Hasta que el menor habló, rompiendo el silencio.


 


-oye…¿dónde está Chiaki?-  preguntó el oji-carmesí a su novio por su aprendiz.


 


-¿no adivinas?- exclamó con gracia el mayor, guardando los mapas en los estantes; la risa de Yanase se escuchó por la casa.


 


-Hatori- adivinó.


 


-si. Aunque ya sabes…mañana tiene que estar de vuelta- dijo el otro.


 


-al  igual que yo- exclamó con un puchero de inconformidad el castaño menor, que era nada menos que el guardián de los bosques, y con velocidad felina y juguetona propia de su naturaleza se bajó de la mesa de un salto y abrazó por la espalda  a su mago.


 


-nee…Mino-sensei- habló con una voz  chillona llena de gracia, lo que hizo que el otro le regresara a ver de inmediato-… ¡a que soy mejor aprendiz que Yoshino!...nee- dijo pícaro, por lo que su ahora novio levantó una ceja junto con una ladeada sonrisa, recordando cómo había sido la historia de ambos.


 


//Flash-Back//


 


Los tiempos eran difíciles en ese entonces; los reinos empezaban a establecerse, lo que había ocasionado muchas guerras; cada familia poderosa quería hacerse de algún territorio, los compromisos  arreglados eran más que solicitados; los donceles empezaron a aparecer con más frecuencia…por desgracia eran mal vistos…y obligados a crecer como varones o en su defecto…eran abandonados. El mundo de la magia también estaba en conflicto, apenas se había acordado el tratado de “paz” entre magos y brujos, por lo que los ánimos aún estaban por la cima y era inevitable alguna riña entre integrantes de estos bandos.


 


Los usuarios de la magia, por esos tiempos, solo se encargaban de sí mismos; vivían lejos de los humanos sin tener el mínimo contacto si quiera, se entrenaban en su magia, acudían a los llamados de su líder…y ya. Era realmente sencillo…vivir sin preocupaciones.


 


Era invierno, cuando un chico de cabellos castaños, interrumpido por los golpes en la puerta de su casa, se levantó de su cómodo sillón y con el ceño fruncido por la molestia se dirigió a abrir… ¡¿Qué haría alguien a la mitad del bosque, a media noche, en invierno?!  Se preguntó enfadado. Este chico de  apariencia de 19 años de edad, cabellos alborotados y  largos cubrían sus misteriosos ojos, respondía al nombre de Mino. Resopló antes de abrir la puerta y gritó sin siquiera ver…


 


-¡no me importa lo que quieras!…ve-t…-detuvo su propia voz al observar al pequeño bulto que temblaba frente de él. Era un muchacho…un niño más bien. Sus cabellos eran  de un castaño claro, su piel blanca…seguramente mucho más de lo normal por el frío, su cuerpo apenas era cubierto por una gran camisa blanca transparentosa que al quedarle muy grande  le llegaba a las rodillas, el pobre chico con la cabeza aun hacia abajo tiritaba de frio mientras intentaba cubrirse  inútilmente del infernal clima con sus delgados brazos.


 


-…- Mino se había quedado sin palabras sintiendo un  sin fin de emociones a la vez. Él no era una persona cálida…pero tampoco era un desgraciado. El muchacho simplemente había tocado una fibra de sensibilidad en él. Y sin decir nada, tal vez porque el niño tampoco decía nada, lo tomó con suavidad y firmeza a la vez y lo metió a su casa. Cerró la puerta y viendo que el chiquillo no reaccionaba lo cargó y lo sentó en el sillón que hace poco él ocupaba, buscó unas mantas y cubrió al muchacho, quien tardó un poco para dejar de tiritar. Viendo que estaba mejor buscó preparar un té a su inesperado invitado al igual que un pedazo de pan. Cuando volvió el chico se veía más repuesto.


 


-g-gracias…siento causarle molestias-escuchó como un susurró Mino, sin embargo la vocecilla hizo mella en su pecho y sonrió involuntariamente.


 


-no te preocupes por eso…mejor, dime tu nombre, quién eres y de dónde vienes... ¿porque andabas solo en el bosque a estas horas?- preguntó el mayor, observando como el muchacho se encogía levemente mientras daba un sorbo al té.


 


-lo estaba buscando…- respondió suavecito, Mino se sorprendió…¡¿el niño le…buscaba?!


 


-¿por qué?- preguntó intrigado. El mayor vio temblar al niño otra vez, hasta que al fin levantó el rostro, dejando que el otro le viera…Mino no pudo evitar observarlo con MUCHO detenimiento…en especial sus inusuales ojos…eran de un “extrañamente bello” color carmín oscuro.


 


-¡M-Mino-sama p-por favor entréneme!-dijo casi  con un grito el menor poniéndose tan rápido de pie que Mino temió que se callera, pero su rostro de sorpresa se la llevó el al analizar la frase dicha por el niño, que permanecía haciendo una pronunciada reverencia.


 


-¡¿Q-Qué?!- ahora fue su turno de gritar- tienes… ¿magia?- preguntó con sorpresa y un tanto dudoso el mayor, por lo que vio al menor asentir frenéticamente, y entonces volvió a subir su rostro que ahora estaba lleno de lágrimas, Mino se preguntó la razón de ellas.


 


-¡por favor!- rogó el menor sollozando- ¡yo le prometo que haré todo lo que me diga!, pero por favor no me eche…no quiero volver con ellos…- seguía llorando con congoja, Mino cada vez entendía menos.


 


-cálmate…no te voy a echar- tranquiló el mayor con su típica voz seria más su rostro se mostraba preocupado, el menor le miró esperanzado y poco a poco dejaba de sollozar- dime tu nombre y por qué no quieres volver- pidió.


 


-me llamo…Yuu Yanase, tengo 15 años…tengo magia en mi cuerpo porque mi padre fue un brujo, mi madre murió a los 17 años  después de darme a luz, mi padre me regaló a una familia de delincuentes para deshacerse de mi cuando tenía 6 años…ellos querían…ellos- Mino lo miró tristemente regresar a la lágrimas- ellos querían venderme…vender mi cuerpo realmente- dijo susurrando lo último sonrojándose un poco por platicar esas cosas a un extraño – por eso escapé…por eso…¡entréneme por favor!...yo necesito aprender a defenderme y a  usar mis poderes- pidió con ruego. Mino lo miró por largo rato. Ya había tomado su decisión.


 


-Una vez que empiece no puedes arrepentirte- dijo Mino dándole la espalda, Yuu sonrió enormemente.


 


-¡si sensei!-


 


-habrá ciertas reglas y responsabilidades que tendrás en la casa- dijo dando vueltas por la sala como quien no quiere la cosa.


 


- ¡si sensei!-


 


-No será sencillo- dijo al fin mirando los extraños ojos del menor y su radiante sonrisa.


 


-¡si sensei!...digo ¡no sensei!-


 


Mino rio largamente. Yanase se encogió en su lugar algo sonrojado. Lo que el menor no sabía era que era la primera vez que el chico de ropajes azules reía en mucho tiempo. Definitivamente las cosas cambiarían, y todo indicaba que era para bien.


 


El tiempo pasó, Mino enseñó todo lo que pudo a Yanase, quien poco a poco fue mostrando su veredero yo, dejando realmente sorprendido y encantado a su sensei pues el muchachito era muy divertido , extrovertido e increiblemente inteligente para aprender todo. Con el tiempo el mayor también le enseñó al muchachito a encontrar la naturaleza de su magia, dándose cuenta por primera vez que Yanase tenía una conexión muy cercana con la naturaleza especialmente con el bosque, el paisaje parecía responder a sus risas, los arboles moverse a su ritmo, los animales jugar a su pasó…y finalmente Mino dejó de ver a su discípulo como lo que era…su oculta mirada no se despegó más de la color cobre del muchacho. Lo que el mayor no sabía es que Yanase pensaba…más o menos igual.


 


Pasó otro año y el menor era  casi tan bueno como Mino, pasaban mucho tiempo juntos y disfrutaban del entrenamiento en el bosque. Un día  como tanto regresaban del entrenamiento y la luna alumbraba todo el paisaje en su esplendor, como pocas veces ambos iban callados, sobre todo, porque Yanase no hablaba, pues se sentía cada vez más nervioso de estar a solas con su sensei. Apenas se enteró cuando Mino se detuvo, entonces también lo hizo.


 


-¿Qué sucede Mino-sensei?- preguntó  Yanase curioso al ver como el mayor se acercaba a unos arbustos y tomaba algo, tuvo que acercarse más para observar que lo que había cortado…era una flor…una flor pequeña y violeta. “son mi favoritas” recordó una vez que le confesó a su maestro. Y sin poder remediarlo se sonrojó hasta las orejas…su sonrojó no disminuyó cuando observó a su sensei ponerse frente a él, soplar un poco a la violeta florecilla para que esta quedara impregnada de pequeños brillitos  y suavemente la acomodó en el cabello castaño del menor, que contuvo todo el tiempo la respiración.


 


-¿s-sen…sei?- preguntó dudoso, nervioso y rojísimo  por la acción del mayor, este solo le sonrió y siguió caminando.


 


-creo que te queda bien…-fue lo único que se habló  durante el transcurso del camino. Yanase sonrió con su cara aun avergonzada y su corazón latiendo como loco. Después sonrió con tristeza mientras acariciaba la florecilla…”Mino-san no es consciente de lo que provoca en mi”…


 


Cuando la situación se vuelve inalcanzable el tiempo lo vuelve insoportable…Y ni los largos suspiros, ni los excesivos sonrojos, ni las sonrisas más sinceras ni siquiera el bosque que triste lloraba su despedida, hicieron que el menor desistiera a la decisión que había tomado…ya era suficiente. Ya no podía más…el sentimiento era más fuerte que él. Definitivamente se iría. Con apenas un pequeño bolso salió de su habitación y caminando lentamente por la casa, llegó a la puerta, suspiró fuertemente antes de girar la perilla…


 


-¿a dónde vas?- escuchó una voz clara. Yanase se sorprendió pues no había hecho casi nada de ruido…pero sus ojos se llenaron de lágrimas- ¿Yanase?-…”no diga mi nombre por favor” rogaba el menor empezando a sollozar, Mino se dio cuanta y se acercó poco a poco.


 


-me voy…sensei- dijo con voz bajita. Mino tembló, aunque el menor no lo notó.


 


-¿por qué?- preguntó muy serio, Yanase se volteó al fin para  encararse con él…y lo que vio lo sorprendió, su sensei estaba…¿triste?


 


-yo…no puedo decirle…- seguía llorando mientras  se limpiaba las lágrimas con la manga de su camisa -…por favor…déjeme irme- pidió. Mino rio amargamente. Yanase lo miró extraño por esa acción.


 


-Hace unos años me rogabas lo contrario…-dijo serio. Yanase no pudo evitarlo y se lanzó a abrazarle con mucha fuerza. Mino recargó su frente en el hombro del menor y le regresó el abrazo.  


 


-…los siento Mino-sensei…pero debo irme…muchas gracias por todo…le agradezco todo lo que hizo por mi…yo…tenga seguro que le recordaré…para siempre…- dijo al fin soltando un tremendo sollozo que no pudo controlar desatando un nuevo lloriqueo. Mino no estaba mejor, quería llorar….¡¡¡lo peor era que no sabía por qué!!!...o tal vez si.


 


-está bien- dijo el mayor, Yanase lo miró con ojos esperanzados- solo dime… ¿por qué?- pidió. Al menor se le vino el mundo encima…sus ojos lloraban a cantidades y su rostro rojo no quería hablar –anda…asi como peleaste por quedarte aquí…ahora haz lo mismo para que te deje salir- dijo frío el mayor, mientras hacía aparecer su plateado cetro, sorprendiendo a su discípulo, quien tragó saliva…¡al demonio todo!


 


-de acuerdo- aceptó el menor- solo…por favor, no me odie…yo …yo nunca intenté molestarlo…ni mucho menos…yo solo sufrí en silencio…y perdóneme de nuevo, por que sentí que traicioné su confianza…y por qué a pesar de que soy valiente para unas cosas …otras me aterran tanto…yo…yo…lo siento sensei-dijo con su voz nerviosa y entrecortada, Mino lo escuchaba con atención…pero no terminaba de entender -…y perdón otra vez, por que pretendo culparlo sensei…culparlo de todo- dijo, ahora si Mino se sorprendió, mirando el rostro sonrojado del menor- …porque usted tuvo la culpa de que yo no mirara más allá de usted, por que tal vez sin darse cuenta …ocasionaba que mi cerebro se desestabilizara cada vez que intentaba pensar en cualquier cosa…porque es tan ridículamente bueno y tan absurdamente amable y consentidor conmigo…¡aun cuando sabía que un pobre diablo como yo no lo merecía!...usted es el culpable- dijo tapándose su rostro. Mino tenía sus ojos bien abiertos, a pesar de que su interlocutor no pudiese verlos- lo siento…lo siento…tanto…sensei…pero ya no puedo seguir aquí…no así…no con la persona….a….a la que amo


 


Mino trataba de convencerse de que realmente había escuchado lo que había escuchado…Yanase seguía llorando con el rostro cubierto con sus manos…se sentía de lo peor…se sentía ya sin fuerza, sin nada…sin dignidad…no fue capaz de decir nada más y se dio media vuelta para salir al fin de esa casa, pero una mano lo detuvo.


 


-¡por favor, déjeme ir ya!... ¡no ve que me hace sentir peor!...por favor…no se burle de mi…sensei- rogó el menor sin poder ver a su maestro. Pero este lo volteó frente a él, Yanase cerró con mucha fuerza sus ojos.


 


-mírame…-pidió – Yanase…mírame- insistió, pero el menor no respondía- es mentira lo que dices…-aseguró.


 


-no me humille, por favor…yo ya dije lo que tenía que decir… ¡es verdad!- seguía el menor con los ojos cerrados y sus brazos atrapados por los del mayor.


 


-no me refiero a eso…me refiero a tus disculpas…tu no lo sientes…- dijo, entonces Yanase abrió los ojos llorosos- …tu no te quieres disculpar conmigo por enamorarte de mi…no te arrepientes, ¿cierto?- preguntó con sus ojos cerrados frente al muchacho, quien se le cortó la voz, y su rostro se sonrojó aún más -…dímelo Yanase…-


 


-yo…-


 


-dímelo…-


 


-yo…-


 


-por favor…- rogó Mino, Yanase lo miró sorprendido.


 


-yo…¡yo no me arrepiento!...¡no me arrepiento de enamorarme perdidamente de usted, sensei!- casi gritó con los ojos cerrados el menor, todo sonrojado del rostro,  lo que provocó que Mino riera un poco, el menor pensaba que su sensei ya había enloquecido. Pero se sorprendió al verse recargado sobre la puerta de la entrada, sus muñecas apresadas, y con Mino susurrándole algo:


 


-eres muy ruidoso…ahora si ya eres tu- exclamó con una sonrisa, Yanase se sonrojó como nunca, sobre todo porque era verdad-


 


-¡sensei!- gritó  sonrojado al sentir el mayor juntando su frente con la suya.


 


-¡cállate de una buena vez!- dijo entre risas el mayor, Yanase vio entonces por primera vez los traviesos ojos que le miraban tras un desordenado flequillo castaño…¡eso era!...¡los ojos de Mino eran dorados! -…-el menor no pudo seguir pensando pues lo único que sintió fueron los tibios labios de su maestro devorar los suyos, pasó sus brazos por encima del cuello del mayor, quien lo tomó por la cintura de inmediato…


 


 


//Fin Flash-Back//


 


-¿verdad que soy mejor aprendiz?- preguntó con una sonrisa el menor, aun abrazando por la espalda a su koi. El otro simplemente rio, recordando tal vez, lo mismo que Yanase.


 


-naa…Yoshino es mejor de lo que fuiste tú- dijo riendo mientras se dirigía fuera de la casa, solo para molestar a un oji-carmín que tenía un puchero muy gracioso en su rostro.


 


-¡mentira!- insistía el menor siguiéndole enseguida como una persecución de niño pequeños.


 


********************************************************************


 


En otro lugar, más alejado del verde de los bosques y los cálidos ríos, cerca de las enormes montañas glaciares, se encontraba otra choza, más grande que  de la que hablaba antes, pero si más fría. Por algo el lugar era conocido como “Las montañas congeladas”.  El aire corría más feroz que de costumbre levantando incluso  la nieve, haciéndola flotar.  Justo fuera de esta vivienda,  sobre una roca con una gran plasta de nieve encima se encontraba parado  un sujeto. El clima que parecería “un infierno” para cualquiera lograba tranquilizarlo, golpeaba de lleno contra su cara y movía frenéticamente su cabello castaño oscuro corto. Suspiró una vez más cerrando sus ojos grises  y extendiendo sus brazos. Una de sus manos cargaba un elegante cetro plateado de mástil en espiral y que concluía en un transparente orbe blanco, siempre revuelto, como la nieve de ese momento. Vestía solamente unos pantalones grises, unas botas blancas y una ligera bufanda de ambos colores. Una locura para cualquier humano sería ir “medio desnudo” a las montañas congeladas…pero él no era cualquier humano. Era el guardián de las montañas nevadas.


 


-Tori- escuchó una voz muy conocida para él, sus ojos se abrieron de inmediato y se fijó en la persona que le hablaba: era un muchacho de algunos 23 años, de cabellos  castaños y ojos azules oscuros, permanecía al pie de la puerta de la choza y apretando un abrigo que vestía, el viento lo había hecho tiritar. El oji-gris le sonrió y enseguida se dirigió hacia él.


 


-¿lo has encontrado?- preguntó una vez se encontraba frente a él, a lo que el oji-azul asintió con una sonrisa. Ambos entraron y el mayor  cerró la puerta tras él.


 


-está un poco desviado de su camino, les tomará aproximadamente un día ir y regresar a la ruta determinada- explicó el menor, el cual respondía al nombre de Yoshino – será un poco después del bosque de Yanase- explicó mientras hacía que unos mapas se extendieran en el aire justo en medio de ambos.


 


-ése percance   y el tramo del Sendero Negro les tomaran tres días de retraso- analizó Tori con una mueca de preocupación, quien respondía al nombre completo de Hatori. El otro asintió. Yoshino, actual aprendiz de Mino, y obviamente pareja de Hatori, bueno, ellos compartían mucho más que pensamientos, cariño y amor…ellos tenían en común un…


 


-entonces está listo todo ya, ¿no?- preguntó Chiaki mirando al otro con preocupación, cruzándose de brazos y recargándose en la mesa de la cocina.


 


-ya. Si todo sale como está planeado  en 15 días tendrán que llegar acá…y después…al castillo de Aikawa- respondió Hatori serio, Yoshino asintió, mirando a través de la ventana con vidrios que eran golpeadas por  granizo ahora, el sol empezaba a meterse.


 


-ya es tarde- susurró el menor, pues a pesar de todo no quería irse, era muy extraño que pudiese visitar a Hatori, después de todo el guardián no podía dejar por mucho tiempo su “guardia” en las montañas. El oji-gris le sonrió, solo para después acercarse a él y abrazarlo a él para robarle un profundo beso que fue bien recibido por el otro chico.


 


-los extrañaré…-susurró el oído contrario Hatori. Yoshino asintió con un pequeño sonrojo.


 


-no,yo a ustedes…se quedará contigo, necesito llegar rápido- exclamó el menor, el otro asintió, mirando hacia atrás, donde estaba una puerta que guiaba a una de las habitaciones. Chiaki le imitó. Hasta que sintió otro beso del mayor, pero esta vez en su cuello, suspiró un poco, mientras se dirigían entre beso y beso al sillón.


 


-te amo…-exclamó el mayor mirando con sus profundos ojos grises al aprendiz  quien le miraba con su mejillas rojas, recostado en el sillón.


 


-yo también te amo Tori…- respondió el menor, mirando al otro sonreírle de lado, gimió un poco al sentir la mano de su koi recorrer su tibio abdomen -…estás frío- se quejó con un puchero graciosos que hizo reír al otro, quien bajó a besar su cuello, para después hablarle al oído.


 


-… ¿Qué sientes?...- preguntó sensual, el otro sonrió de manera enigmática.


 


-mariposas…mariposas de hielo…- respondió. Tori lo miró con una cara de sorpresa, pero no pudo evitar regresarle la sonrisa y recordar…


 


//Flash-Back//


 


Era uno de esos días en los que  Mino regresaba de las, a su parecer, aburridas reuniones que tenían con Mason, el actual líder de la magia oscura y blanca. Estaba hasta el cansancio de los comentarios de que “debería” tener un aprendiz o un sirviente, obviamente, para él la segunda opción estaba descartada. Hace aproximadamente un año desde que los usuarios de la magia se comprometieron con los “humanos”, ya era ahora su deber protegerlos, al igual que los diferentes ecosistemas de la naturaleza: bosques, selvas, montañas, mares. Casi al mismo tiempo en el que Mino consideró, muy a su pesar, que Yanase ya no podía aprender más de él, por lo que se consideró un mago completo, específicamente un guardián. No hubo nadie mejor, nadie que le refutara el puesto al muchacho de casi 20 años. Y así se hizo el guardián de los bosques del norte.


 


Mino pasaba caminaba por uno de los pueblos que le quedaban de paso, vistiendo con unos simples pantalones holgados al igual que una camisa azul, su cabello cubría su rostro pensativo, pero eso no impidió que se diera cuenta de un muchacho que se encontraba sentado en una esquina de un puente. Se detuvo. Pudo ver que se encontraba haraposo, sucio y con una manta oscura y rota apenas cubriendo su cuerpo. Su cabello largo y castaño también estaba sucio y enredado,  su cabeza estaba gacha por lo que no pudo verle el rostro.


 


-por favor…una ayuda- pidió con voz pastosa el mendigo, mientras le extendía una mano al mayor, Mino pensó que querría dinero…o tal vez solo comida. No pudo evitar sentirse mal, y sin poder evitarlo recordó el día que conoció a Yanase. Lo que pasó después fue tan rápido, que apenas y alcanzó a ver  al chiquillo corriendo a una velocidad impresionante, observó su mano con una sonrisa y se dispuso a perseguir al niño.


 


 El menor se detuvo abruptamente cuando observó como una altísima pared  de piedra se levantaba justo enfrente de él, sus ojos se abrieron mucho con asombro y miedo, se volteó rápidamente mirando a quien le había “robado”. Muy pronto se dio cuenta de que se trataba de un mago.


 


-¡lo siento!....¡lo siento mucho!¡tome!...¡por favor no me haga daño!- decía el niño cerrando sus ojos mientras dejaba caer lo que hace poco le había quitado al mayor , se trataban de dos anillos de diamantes y oro. Mino, en cambio lo miraba sorprendido, aun se pregunta cómo le había hecho ese niño para quitarle sus anillos en fracciones de segundo. Se agachó a recoger los anillos y miró con una sonrisa al niño.


 


-si lo quieres, te regalaré uno-  dijo Mino al niño, por lo que este abrió sus ojos azules oscuros  con sorpresa. Mino asintió.


 


-¿de verdad?- preguntó dudoso el menor.


 


-claro, si lo quieres, tendrás que ir por el- exclamó el mayor con una sonrisa y arrojó uno de los anillos hacia el río que pasaba  debajo del puente, el niño abrió la boca asombrado de que fuera cierto lo que decía el mayor,  y corriendo se paró sobre uno de los bordes del puente para extender su mano al aire. Sonrió traviesamente cuando el anillo dejó  de moverse y flotó en el aire. Mino lo miró fascinado, el niño también podía usar magia.


 


-¡muchas gracias señor!- exclamaba el muchacho feliz de la vida mientras se probaba el anillo y hacia poses con su mano. Mino sonreía.


 


-no hay problema- respondió el mayor acercándose al oji-azul- oye…te tengo una propuesta-  exclamó.


 


-¿qué?- preguntó curioso el menor


 


-sé mi aprendiz- pidió, el aniño abrió mucho sus ojos.


 


-¿en serio señor?-


 


-si, te lo garantizo, al parecer ya te has entrenado un poco a  tu manera - dijo con una sonrisa divertida, por lo que el menor se sonrojó- ¿Qué dices?-


 


-…s-si- susurró el oji-azul contento y aún muy sorprendido con todo, ¿realmente se convertiría en un mago fuerte? ¿Realmente dejaría de mendigar en las calle y seguir robando para sobrevivir?...


 


-no te escuché- dijo el mayor empezando a caminar con una sonrisa.


 


-¡si, señor!- exclamó el más joven siguiendo al mayor – por cierto, me llamo Chiaki, Yoshino Chiaki- le sonrió- tengo  16 años-


 


-soy Kanade Mino- respondió el otro con una sonrisa.


 


Como  Mino lo prometió, Yoshino aprendió mucho y muy rápido, incluso más rápido que Yanase, a quien por cierto, por la razón de que él no podía salir muy seguido de sus bosques, no lo había podido  ver tan seguido. Pasó un año y Mino se decidió por llevar a su aprendiz a la siguiente reunión con los magos, y cuando fue el momento partió con el hacia la mansión de Mason. De antemano Mino sabía que el primer día  de Chiaki sería difícil, no era sencillo el ambiente ahí, pero era algo que consideraba necesario para el chiquillo, en especial, si algún día se presentaría como un mago allí.


 


Llegó el momento, y Chiaki observaba con temor y asombro todo lo que veían sus ojos, había muchos personajes ahí: obviamente los brujos, los magos y los guardianes eran los más conocidos e importantes, pero también pudo alcanzar a ver sobre otros  de los que su maestro le había contado: como  hadas, gnomos, duendes, elfos e incluso los impresionantes magos tritones.


 


-no te distraigas, sígueme y no te vayas a perder, no bajes la cabeza y no hables más de lo necesario- recomendó Mino a su aprendiz quien solo  asintió efusivamente y siguió a su sensei. Tuvo que tragarse las ganas de gritar cuando todas las miradas despectivas se dirigieron a él. La reunión fue el lapso de tiempo más largo de toda su vida, y cuando su maestro fue llamado personalmente por Mason para hablar de algo tuvo que dejarlos solo y retirarse. Con pánico y casi escondiéndose de que nadie le viera  Chaiki se dirigió hacia los jardines donde habían otros aprendices como él. Trago saliva al observar como todos se acercaban con sonrisas burlonas.


 


-¡miren que tenemos aquí!-


 


-¡novato de quinta!-


 


-no aguantarás si quiera un mes…-


 


-Mino-san  como siempre recogiendo basura-


 


-¡pobrecito, cree que realmente merece estar aquí!-


 


-…- Chiaki no había sido capaz de  hablar simplemente agachó la  cabeza y empezó a llorar – c-cállense- susurró retrocediendo.


 


-¡jajaja, el bebé está llorando!, bua, ¿quiere a su mamá?...hee, Yoshino ¿quieres ver a tu mamá?, oh cierto ella está muerta  jajaja- se burlaba uno de ellos – basura…- Todos seguían mofándose mientras  el castaño se había encogido en su lugar sin ser capaz de defenderse, tal vez tenían razón , y no debería estar ahí…­


 


Sus pensamientos fueron interrumpidos por un fuertísimo viento que  inundó todo el jardín, poco a poco la temperatura descendía y Chiaki observó como todos los que lo insultaban habían salido corriendo despavoridos de allí. De su boca salió vaho por el frío y sus lágrimas se detuvieron tratando de averiguar  qué es lo que ocasionaba el terrible cambio de clima. Pero no lo encontró…en su lugar observó con una sonrisa como  nieve empezaba caer  sólo sobre él, después vio como pequeñas mariposas de hielo danzaban a su alrededor. Muy pronto había quedado olvidado su llanto  y estaba riendo tratando de atrapar a los alados animalitos de agua congelada.  Sus ojos de pronto se desviaron a donde estaba un gran árbol, donde asombrado observó a un muchacho de, al parecer,  la misma edad que el, 17,  observándolo fijamente mientras mantenía  una de sus manos extendidas hacia él. Cuando se vio descubierto sonrió de medio lado y bajó de un salto de un árbol, para caminar hacia él. Chiaki observó desilusionado como las mariposas se deshacieron -entonces él era el “responsable”- pensó  avergonzado de que le estuviera observando todo ese tiempo.


 


-así está mejor- exclamó el que estaba frente suyo, mirando con una sonrisa coqueta al oji-azul limpiando una última lágrima debajo de su ojo- te ves más lindo sonriendo- aseguró. Chiaki enrojeció enseguida observando mejor al chico enfrente de él. Era de piel blanca, aunque no más que él, su cabello corto y café oscuro y de unos ojos grises impresionantes, se sonrojó mucho más al observar como  el muchacho solo vestía unos pantalones blancos al igual que sus botas y una bufanda.


 


-etto-susurró algo inseguro tratando de mirar el rostro del muchacho y no su cuerpo casi desnudo- gracias…supongo-fue lo único que se le ocurrió decir, escuchó una leve risa del otro.


 


-no fue nada, me agradó mucho verte reír- dijo sin su ápice de vergüenza, ¡cómo puede decir eso!, pensaba aún más rojo el otro -…mi nombre es Hatori- se presentó.


 


-ah…soy Yoshi-ino…Chiaki- completó aun nervioso.


 


-un placer- exclamó el oji-gris estrechando su mano. Chiaki no sabría que más decir, si no fuera porque su maestro llego en ese momento observando curioso la escena.


 


-Yoshino, ven acá- mando Mino a su discípulo quien de inmediato obedeció. Observó el ambiente frío que aún quedaba, indagó que es lo que había pasado, al parecer Chiaki si estuvo en problemas – Gracias por cuidarlo por mi Hatori- agradeció con media sonrisa, este se la devolvió.


 


-no fue para nada una molestia Mino-san- respondió respetuoso.


 


-nos vemos Hatori- se despidió Chaiki más que nada por cortesía y siguió a su maestro.


 


-lo esperaré con ansias…-respondió el otro. Chiaki tuvo que voltear a ver hacia otro lado cuando Mino le regresó a ver con una sonrisa divertido por la respuesta del oji-gris , así no vería su extremo sonrojo.


 


Tardaron poco tiempo en llegar a la casa de Mino. Chiaki había estado  preparando la cena, mientras Mino leía un gordo libro de hechicería antigua para  pasar el tiempo mirando disimuladamente  a  un distraído oji-azul.


 


-oye Yoshino, ¿Qué hacías con Hatori?- preguntó como si no le importara.


 


-¡hee!...ah…nada…sensei, solo se acercó a mí para defenderme de unos chicos- respondió corto encogiéndose de hombros. Mino levantó una de sus cejas mientras una sonrisa se pintaba en su rostro.


 


-¿sabías que él es un mago poderoso y es el guardián delas montañas nevadas?- preguntó. Chiaki le miró sorprendido.


 


-no, no lo sabía…¡pero es muy joven!- reclamó el otro


 


-je, si, un poco, a los 16 años  consiguió el puesto- exclamó el mayor, Chiaki se quedó sorprendido.


 


Pasaron los  días lentos, pasaron los meses y por último los años, cada vez que asistían a una reunión  Mino y Chiaki  se separaban uno para ir a ver a Yanase y otro a Hatori. Y sin nada más que tiempo en medio de ellos, lo suyo se dio, y un buen día Hatori dejo de dar indirectas para decirle de frente a “su” castaño lo que sentía.


 


Ese día ambos se encontraban  recostados en el pasto cerca de un río, habían salido corriendo apenas Hatori se había podido escapar más temprano de la reunión. Y llegaron riéndose como niños que habían hecho una travesura.


 


-Chiaki…-llamó la atención del otro el oji-gris.


 


-¿Qué sucede Tori?- preguntó el menor mientras cerraba sus ojos, se sentía muy tranquilo cada vez que estaba con el guardián, y le había tomado tanta confianza que  había optado por acortar su nombre a “Tori”. Y muy dentro de él, aunque no tanto, sabía que sentía algo más por el más alto…a pesar de todo lo que hacía  Hatori por llamar su atención, no sabía si era por su forma de ser o porque realmente sentía algo por él, y preguntar le daba pavor, es por eso que prefería tenerlo como amigo…como un muy querido amigo.


 


-me gustas…no, te amo- dijo sin más el oji-gris soltando un retenido suspiro. Pero el que se había quedado sin aire era Yoshino que solo lagrimeó un poco sin poder decir nada. Tori se dio cuenta de eso y se levantó preocupado para ver cómo estaba.


 


-Yoshino, lo siento…si es por lo que dije que lloras- exclamó tratando de quitar el brazo del menor quien se cubría el rostro con él y había empezado a hipar- no llores…no me gusta que llores-pidió.


 


-eres un idiota…-respondió Chiaki poniéndose de pie y  darle la espalda aun con lágrimas en los ojos. Hatori  suspiró largamente, no entendía que era lo que pasaba, él pensó que Chiaki, tal vez…


 


-lo siento Chiaki, no quise hacerte sentir mal, si quieres que ya no te vea…yo…-


 


-y eres ahora más idiota-siguió el menor, Hatori lo observó sin comprender mucho, Chiaki al fin se dio  la vuelta dejando que el más alto viera su rostro lloroso y caminó hacia él.  Hatori se esperó cualquier cosa, un golpe, una despedida, pero en su lugar.


 


-yo…shino- tartamudeo ahora él sorprendido cuando  lo vio abrazado a su cuerpo y recargarse  en su pecho, escondiendo ahí su rostro rojo.


 


-te has tardado demasiado…-dijo como un susurró y una risa algo tonta. Hatori sintió que su alma volvía a su cuerpo y levantó con sus manos el rostro de su sonrojado castaño, regalándole su primer beso.


 


//Fin flash-back//


 


La noche ya había caído en todo su esplendor, Yoshino había terminado de abrocharse nuevamente su abrigo, el cual había quedado olvidado en el suelo hace unas horas. Y con el rostro aun sonrojado regresaba a ver a su oji-gris quien le miraba con sus traviesos ojos pícaros. Muy poco hizo para soltarse del ultimo abrazo en mucho tiempo y unos labios fríos tomar los suyos.


 


-tengo que irme Tori- rogó el menor separándose al fin del guardián.


 


-lo se, cuídate…Asaki y yo te esperaremos- sonrió Tori.


 


-lo sé. Me voy, los  amo- se despidió el menor, para seguido salir de la casa.


 


*********


 


El momento ya estaba cerca… todos los usuarios de la magia blanca se unirán por primera vez en la historia, porque el salvador, el chico  de la profecía, el  que salvaría a Akihiko de las garras de la bruja Aikawa, Misaki…ya estaba en camino….


 


.


.


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Continuará…

Notas finales:

¿Que historia les gustó más? :)

Ya saben, por cada 3 reviews capítulos dobles :3.

¡Nos leemos pronto!

Misagi * *


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