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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

Hola, hola, habia estado un poco ocupada, pero ya estoy por acá con otro de mis caps favoritos, es un poco largo. Bueno, primero que todo gracias por leer y  comentar, me gustaria mucho que me hagan saber como les va pareciendo la historia con un review :), bien, en este cap pasaran bastantes cositas, todos se preparan para la reunión con el concejo en Usami...aparece un nuevo personaje en Ayami¡¡¡...¿que querrá con Nowaki? .o.

Espero les guste la conty, recuerden que la siguiente es la última que tengo escrita, ya trabajo en la que sigue, pero faltará un poco-mucho xD

Saluditos  y nos leemos pronto...

 

Misagi  * *

 

Capítulo 55: "¿Usagi-san vs…el príncipe Akihiko?"


 


-así está bien…si….ahora pasas esta parte por acá… ¡exacto!, ya casi lo dominas, cariño. Bien ahora la siguiente, así está bien…correcto


 


Akihiko se encontraba sentado, recargado en el respaldo de la cama; Misaki trataba de que no le temblaran las manos ni de tocar de más al guapo varón. Más atrás estaba Juro-san indicándole al pequeño oji-verde como tenía que hacer un correcto vendaje.


 


La bella elfo alegaba que era imprescindible que aprendiera a cuidar de las heridas del príncipe, de nada sirvieron los alegatos de Misaki…y tampoco es que haya puesto demasiada resistencia. Juro-san decía que sus manos eran pequeñas, suaves y se movían con delicadeza,  y  eso lo hacía un “enfermero-nato”.


 


-¡ouch!- lanzó un gritito exagerado el oji-violeta. Misaki brincó en su lugar, separando inmediato sus manos del vendaje a medias del pecho del mayor. Sus ojos voltearon  ver asustado al mayor.


 


-l-lo siento Usagi-san…yo…- intentaba excusarse


 


-estoy jugando contigo…- murmuró risueño el mayor, riéndose de su propia broma. 


 


-¡idiota!- exclamó Misaki sonrojado haciendo un puchero  mientras golpeaba levemente el pecho del mayor. Este hizo una mueca extraña y gimió de verdad…


 


-¡OUCH!...oye…eso si me dolió…-gimoteó el peli-gris, arcándose un poco.


 


-pues me da mucho gusto…- exclamó todavía “molesto”, mientras procedía a seguir vendando al hermoso varón…esta vez un poco más suave.


 


Juro-san solo reía levemente mirando desde atrás a esos dos. No tenían remedio…al menos nunca se iban a aburrir, pensó con gracia. Akihiko era ahora el que tenía un puchero y Misaki trataba de no relajar demasiado su ceño fruncido.


 


-hey, muchachos- intentó llamar la atención de los dos chicos, que estaban en una pela verbal entre susurro y pellizcos- chicos- intentó de nuevo. Ambos le regresaron a ver al fin.


 


-¿si?, sensei- exclamó Misaki. Ella les sonrió.


 


-hay algo importante que tengo que decirles- comenzó- han pasado ya un par de días desde que llegaron y es indispensable su llegada pronta a su destino- comenzó ella. Akihiko enserio su rostro, pues lo único que pasaba por su cabeza era “la boda de Hiroki”. No.


 


-… ¿pero cuando?... ¿cómo?- exclamaba sin terminar bien alguna pregunta el nervioso Misaki.


 


-eso será algo que Kanaye-sama hablará con todos ustedes-, lo que a mí me concierne es el estado de salud en que tendrán que viajar…en especial tú, Akihiko-  exclamó con preocupación. El peliplateado la miró igual.


 


-¿creé que Usagi-san está en condiciones de poder viajar, Juro-san?- preguntó despacito el menor. Ella asintió con una leve sonrisa.


 


-no está del todo recuperado y creo que todos podemos ver eso, pero puede viajar. No hay duda. Debe poder hacerlo- aseguró y prosiguió- Eso es lo otro sobre lo que quería hablarles…tienes que poner de tu parte Akihiko- miró fijamente los ojos violetas-  el medicamento que ahora está haciendo efecto en tu cuerpo no es como cualquier otro, no es común… ¿acaso no han observado que las heridas han sanado mucho más rápido de lo normal?


 


-es verdad- murmuró Misaki, echándole otro vistazo al cuerpo semi-cubierto del mayor. Eran poco moretones lo que quedaban, al igual que las lesiones grandes como las fracturas, pero los raspones  y los lugares hinchados ya no estaban.


 


-es un tónico muy especial y la preparación requiere de un ritual mágico- explicó Juro- es por eso que los resultados son casi inmediatos, sin embargo no les mentiré: el proceso tomará su tiempo, y este medicamento funcionará mejor en cuanto empieces  a mover un poco tu cuerpo, Akihiko,  la recuperación será un poco dolorosa, eso no puedo evitarlo, pero seguro que ya encontrarán la manera de solucionarlo…juntos… ¿no es verdad?- exclamó sonriendo. Akihiko le regresó la sonrisa agradeciendo a la médico. Misaki bajó su rostro para que no le vieran extremadamente sonrojado. Juro miró con ternura, como  pesar de todo, ambos chicos no se soltaban de las manos. Al final se despidió de ellos y salió del lugar.


 


Tanto Misaki como Usagi se quedaron un rato en silencio quizás pensando, fue el oji-verde quien viró su preocupada mirada a su “novio”.


 


-Usagi-san...¿crees que se trate de Hiroki?- preguntó casi murmurándolo. Akihiko solo asintió…al parecer habían pensado lo mismo.


 


-llegaremos a tiempo, no te preocupes, Misaki- consoló el mayor. Misaki sonrió.


 


-es verdad…por ahora, hay que intentar que te muevas un poco, ¿no?...- exclamó el menor con sus mejillas rojitas. Akihiko asintió con una media sonrisa.


 


………………..


 


Era casi medio día cuando Shinobu y Ritsu salieron de la última sesión de “entrenamiento” con Isamu-san. Ambos decidieron que sería buena idea ir a visitar a Akihiko, el albino elfo les había informado que por la tarde el rey del lugar quería hablar con ellos sobre su próximo viaje de regreso. En el camino se habían encontrado con Miyagi y Masamune.


 


-¿de verdad crees que esté listo para viajar?- preguntaba Ritsu a su novio con preocupación.


 


-esperemos que si…- respondió el otro suavemente, cruzándose de brazos.


 


-yo dudo que si quiera pueda caminar- murmuró Shinobu metiéndose a la plática, con gesto incrédulo e intranquilo. Miyagi hizo una extraña mueca asintiendo.


 


Cruzaron la pequeña aldea nómada hasta llegar a las chozas donde estaba su peliplateado amigo, muy probablemente bien acompañado de Misaki. Ritsu sonrió por aquello, al fin estaban juntos esos dos…al menos algo salía bien de todo aquello.


 


Sin tocar la puerta, decididos a darles una buena sorpresa entraron en tromba.


 


Enfrente de ellos se encontraba una impactante escena. Akihiko estaba dificultosamente sentado en la cama, los dedos de sus pies apenas tocaban el suelo, sus brazos caían laxos a su costado, sin embargo su rostro se encontraba enterrado en el pecho de su castaño doncel, quien le abrazaba suavemente mientras parecía susurrar algo a su oído.


 


Un gemido de sorpresa y el sonido de la puerta al ser azotada hicieron que la pareja se alertara  y el menor regresó a verlos. Ritsu casi bufa de arrepentimiento al interrumpir la preciosa escena. Casi. Mas su atención se fijó el Akihiko quien al dirigirles fugazmente una mirada pudo darse cuenta que tenía los ojos rojos, ¿había llorado?...se preguntaba sorprendido.


 


-¿Akihiko, estás bien?- la pregunta la había ganado Masamune. Akihiko le había regresado a ver levantando una ceja con una sonrisa leve.


 


-tan bien como me puedo ver…- exclamó tratando de reír un poco, pero enseguida se quejó de algún dolor en sus costillas. Todos fruncieron el ceño al ver quejarse al mayor que inconscientemente se apretaba un poco más al pecho del doncel que le sostenía.


 


-pues no pareces estar muy bien- exclamó algo preocupado Miyagi. Akihiko bufo mirándoles ceñudo.


 


-intenta moverte después de que un montón de piedras han fracturado tu cuerpo. No es tan sencillo- exclamó con media sonrisa. El resto le dio la razón.


 


-¿es seguro moverlo tanto, Misaki?- exclamó algo preocupado todavía Ritsu. El  aludido mordió sus labios, aun sin dejar de sostener en sus brazos a su adolorida pareja y mirando al otro oji-verde. Todos parecían esperar  la respuesta y se concentró en intentar responder antes de que su rostro se sonrojara por completo. Sentía la respiración acompasada y extremadamente cálida  del príncipe en su pecho, justo sobre su pezón.


 


-fueron órdenes de Juro-san, los medicamentos que le ha suministrado funcionan mejor si su cuerpo comienza a estar en movimiento…


 


-con que era eso- exclamó dubitativo el rubio.


 


-es un medicamento bebido y otro tónico que va antes del vendaje- explicó simplemente.


 


-¿te ha enseñado como hacerlo?- pregunto de nuevo.


 


-a-algo así…- exclamó algo avergonzado. Los chicos sonrieron tratando de incomodar lo menos posible al muchacho.


 


-seguro le has de hacer el trabajo más difícil al pobre de Misaki, Akihiko- exclamaba  reprendiéndole Ritsu. Todos rieron. Misaki quiso gritar un enorme “¡SI!”. El oji-violeta sonrió de lado haciendo un enorme esfuerzo por levantar el rostro hacia su doncel.


 


-te equivocas, me he portado muy bien…además Misaki tiene manos muy suaves.


 


Los “awww” y las risitas no se hicieron esperar. Misaki se sonrojó intensamente  escondiendo el rostro en el hombro del sonriente varón.


 


-Usagi-san…baka


 


*************************************************


 


Nowaki caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, tenía un rostro imperturbable de pura concentración y enojo. Desde hace al menos dos horas se había encerrado en la habitación “seca”, esa que había ocupado su hermoso Hiro-san cuando estaba en su reino. Era lo único que podía darle un poco de paz en esos momentos, su ceño fruncido y su mirada perdida analizando a conciencia realmente todas las posibilidades que tenía…porque Jeju, obviamente no iba a ser una. Toda persona que le vio dirigirse con premura y exaltación desde la sala de reuniones hasta e la pequeña habitación se había quitado de su camino consternado por haber visto al joven príncipe tan alterado. No fue capaz siquiera de mirar los sorprendidos rostros de los cuatro sujetos que había dejado en la sala de reuniones cuando les había dirigido las secas palabras “buscaré otra solución” y había dejado el lugar sin más. Dejar a su Hiro-san no era la solución…


 


-Nowaki-sama


 


El azabache apenas se enteró que ya no era el único en la habitación cuando escuchó la grave voz algo suavizada al estar dirigida hacia él. Observó al tritón a sus inquietos ojos verdes, le frunció el ceño y observó como este temblaba ligeramente en su cuerpo “humano” al estar en esa habitación.


 


-Ino…te había dicho que no quería nadie me molestara…


 


-si Nowaki-sama, al menos que fuera algo sumamente importante- completó el capitán de la guardia real, intentando no perder su postura respetuosa, con las manos atas de su espalda y el cuerpo erguido, a pesar de haber nadado como loco para buscar al príncipe.


 


-¿y entonces?


 


- es algo importante- respondió en un hilo de voz. Nowaki dejó de fruncir el ceño y su  mirada cambió de irritación a expectación…


 


-¿qué sucede?


 


-el guardián de los mares del Este está aquí, quiere hablar contigo- exclamó Ino con una mueca de preocupación intensa.


 


Nowaki  había dejado de escucharlo en algún momento, tan solo le siguió con rapidez, ¿de verdad “él” estaba aquí?...había pasado mucho tiempo desde que le había visto. Una sonrisa afloró su rostro.


 


-Masumi…-murmuró sonriente.


 


……………..


Nowaki siguió a su capitán hasta el jardín trasero del palacio. Ino reverenció al oji-azul antes de retirarse silenciosamente. El jardín trasero del palacio no era tan grande pero estaba plagado de bellas algas azuladas y preciosas plantas marinas, así también como un pequeño espacios de “juegos” para su hermanito, todo decorado lindamente con perlas, conchas y  demás adornos. Nowaki buscó con la mirada al aludido, seguro había pedido que le trajeran hasta acá para esperarle…conocía a  Masumi desde hace un tiempo, odiaba tanto como él las formalidades y de vez en cuando las responsabilidades…tal vez por eso se le hizo extraño que ese hermoso y holgazán ser se hubiera decidido a convertirse en un guardián…


 


-eh…pensé que ya no vendrías, casi estaba a punto de irme- escuchó una suave voz llena de un gracioso y fingido reproche. Nowaki observó al bello personaje, a escasos metros de él, sentado sobre un roca, se encontraba un hermoso doncel tritón, mantenía uno de sus brazos recargado sobre su inclinada aleta rosa la cual sostenía distraídamente su barbilla, la otra mano reposaba sobre la roca al mismo tiempo que sostenía un curvo cetro dorado sobre el que flotaba una brillante esfera rosada. Sus ojos azules clarísimos miraban con añoranza al guapo varón y su largo cabello rubio oscuro ondeaba libremente en el mar, aplacado solamente por una cinta que lo mantenía en una coleta alta en su cabeza.


 


-Masumi…hace tanto tiempo…-solo había respondido Nowaki al verlo de nuevo. El doncel lo miró fijamente, quizá salgo consternado de que él príncipe no tuviera algo más que decirle.


 


-Me gusta este jardín, Nowaki- comenzó de nuevo el doncel mirando  fijamente a los ojos azules del tritón frente  él- me recuerda a la buena infancia que tuve…a los buenos momentos que pasamos juntos- exclamó suavemente, mientras con lentitud se levantaba de la gran roca y se acercaba a Nowaki.


 


-una muy buena infancia, Masumi- corroboró el mayor con una leve sonrisa, para deleite del rubio- me ha causado sorpresa y algo de intriga verte de nuevo, deseo saber…¿por qué?- exclamó con seriedad, sin borrar aun el gesto amble de su rostro. Los ojos se clavaron con rapidez en los contrarios, frunciendo ligeramente el ceño y cruzándose de brazos.


 


-me he enterado de lo que ha pasado- exclamó serio- he venido tan rápido como he podido, me había sido imposible hacerlo antes, tenía asuntos que atender en mi actual domicilio, pero algo dentro de mí me ha indicado que debo estar aquí. Quiero ayudarte- le miró significativamente. Nowaki supo que el rumbo de esa conversación se volvería complicada…y mucho-¿y tú?... ¿querrías decirme tu paradero?...había escuchado por allí que estabas fuera, pero o no sabían o se negaban a aclararme la razón- exclamó sin relajar su ceño, ahora se encontraba frente a Nowaki, su mirada se había colmado de tristeza repentinamente…él podía leer el sentimiento que brotaba a borbotones de esos brillantes ojos claros.


 


-ha pasado mucho tiempo Masumi- exclamó algo parco el mayor, como preparándolo.


 


-lo sé, no nos vemos desde que éramos casi críos, Nowaki- recalcó lo obvio el menor, su mirada bajó por unos segundos para después clavarse de nuevo en los oscuros.


 


-tuve que tomar la responsabilidad del reino desde que papá se fue- exclamó consternado, los ojos nerviosos del menor le causaban tanta pena, una que no debería sentir.


 


-lo sé…- el asintió mirándole como si fuera su culpa.


 


- El hechizo de Aikawa nos tenía en constante sufrimiento a todos


 


-me enteré de eso, lo siento, no podía intervenir…- bajó el rostro avergonzado, para de nuevo, mirarle fijamente


 


-La legión de Usami fue la respuesta a nuestras súplicas


 


-¿a dónde quieres llegar, Nowaki?- su mirada se había endurecido un poco. El mayor emitió un gran suspiró y tomó las suaves manos del doncel, sintiendo el leve estremecimiento de este al contacto.


 


-conocí a alguien muy especial para mi…- Nowaki miró en cámara lenta las reacciones de su acompañante. Los ojos azules que parecían tan brillantes de pronto se opacaron…supo de que su dueño se esforzaba por retener las lágrimas. Sus manos se soltaron con agresividad de las suyas.


 


-¿Qué…tan especial?- fue un murmullo. Esta vez el rostro estaba agachado, su mirada no lo enfrentaba. A pesar de todo, Nowaki no pudo más que sonreír, con un poco de tristeza.


 


-él me hace feliz, Masumi…él me ha ayudado de tantas formas…- declaró recordando a su bello oji-avellana. Masumi se alejó un poco del mayor, aun sin levantar su rostro se abrazó, tratando de aliviar el creciente dolor que invadía su cuerpo de repente. Nowaki quiso acercarse a él, pero él no se lo permitió.


 


-yo también quería ayudarte…yo quería hacerte feliz- murmuró suavemente con la voz quebrada. Nowaki emitió un largo suspiró, pasando con frustración y profunda tristeza una mano por sus negros cabellos. Ya venía venir eso.


 


-Masumi…tú eres mi mejor amigo- exclamó tomando suavemente por un brazo, para que este le mirara un poco.


 


-¡yo no quiero ser tu mejor amigo, maldición!- se soltó con rapidez y al fin levantó su rostro. Nowaki no era tan frío como para no estremecerse con la triste escena. El rostro sonrojado en vergüenza y furia, los labios delgados y rositas apretadas, las cejas fruncidas y los hermosos ojos azules y clarísimos  cristalizados por el tumulto de gotitas saladas que poco a poco se disolvían en el agua cristalina…


 


-Masumi, el…


 


-¡no te atrevas a hablarme de él, Nowaki!- exclamó interrumpiéndole destrozado. Nowaki le miró con tristeza.


 


-dime que puedo hacer, nunca me ha gustado verte llorar, “Umi-chan”…- murmuró Nowaki  con preocupación, acariciando con cuidado una hebra dorada del tembloroso doncel, quien sollozó con fuerza al escuchar el antiguo apodo.


 


-¡y-yo solo quiero a mi Nowaki!- murmuraba entre hipidos el rubio- ¡sólo quiero mi promesa!-  le gritó apretando los puños a los lados con una cara terriblemente triste. Nowaki no pudo evitar abrir en demasía sus ojos, una lágrima se escapó de uno de ellos al mismo tiempo que recordaba aquél día…


 


//Flash-Back//


 


-¡Nowaki!, ¡Nowaki!...¡No sabes lo que acaba de suceder!


 


Un pequeño niño de no más de 8 años llegó nadando enloquecido y feliz al jardín trasero del castillo de Ayami. El aludido, de algunos 11 años, se encontraba repasando alunas aburridas lecciones de política cuando fue interrumpido por su mejor amigo, un doncel precioso de bonita sonrisa. Ambos eran unos de los pocos niños que tenían magia y se juntaban de vez en cuando para practicar un poco, Masumi era hijo de una de las sirvientas del castillo, pero Hisa-sama lo adoraba tanto que no tuvo problemas con tratarlo como a su propio hijo, y naturalmente se les veía pasear de acá para allá juntos.


 


-¿Qué sucede, Umi-chan?- le habló con cariño el mayor, acariciando tiernamente los cabellos rubios y desordenados de su amigo, quien tan solo se sonrojaba levemente.


 


-¡Hisa-san me ha conseguido un maestro!...¡voy a poder entrenar para ser un gran mago!- el pequeño doncel revoloteaba de acá para allá emocionado. Nowaki no hizo más que sonreír y abrazar  a su inquieto amigo.


 


-¡felicidades Umi-chan!, seguro que serás el mejor- lo apretó en sus brazos, el más pequeño chillaba de felicidad.


 


-tendré que irme por un tiempo, pero todo valdrá la pena, ¿no es así?- preguntó el niñito. Nowaki asintió. A esa edad no era capaz de decirle a su pequeño amigo que ese tipo de entrenamientos podía llegar a durar muchos años. Pero sonrió…seguro el superaría lo que tuviera enfrente.


 


-¡claro que sí, tienes que esforzarte y aferrarte a lo que más quieras para poder ser el mejor!- le contestó levantando un pulgar. El rubio asentía frenético y con las mejillas sonrojadas.


 


-¡yo quiero ser el mejor para que Nowaki esté orgulloso de mi!- exclamó moviendo su aletita con entusiasmo y sus mejillas coloradas. Nowaki también había tomado un leve dolor carmín en sus mejillas.


 


-¿por qué yo, Umi-chan?- preguntó con una nerviosa sonrisa.


 


-porque es obvio que tú serás un tritón fuerte e importante…¡eres el príncipe!- exclamó como su fuera lo obvio el tierno infante- yo tendré que esforzarme mucho más si algún día quiero estar…a tu lado…para siempre…-exclamó con una tímida mirada para el mayor, quien lo miraba perplejo.


 


-¿q-quieres casarte conmigo…Umi-chan?- exclamó con su cara sonrojada el mayor. El menor asentía frenéticamente mordiéndose los labios con su rostro colorado.


 


-hug…¿si?


 


Nowaki no pudo evitar lanzar una divertida carcajada al ver a su mejor amigo todo colorado, tratando de zafarse de su abrazo.


 


-bien, cuando seas el mejor mago de todos los mares del Este, me casaré contigo, Umi-chan- le sonrió nuevamente apachurrando las suaves mejillas del menor.


 


-¡¿lo prometes, Nowaki?!- exclamó contentó el menor. El  príncipe le había devuelto una sonrisa tranquila y asintió una vez. El niño empezó a gritar por todas partes la buena nueva. Nowaki reía levemente al verlo y continuó con sus lecciones. No creía que aquella promesa traería tantas lágrimas en un futuro.


 


//Flash- Back//


 


-Umi…


 


-¡nada Nowaki!...solo…- el menor le interrumpió poniendo una mano frente a él, dándole la espalda al fin se dirigió hacia la gran piedra donde anteriormente estaba sentado. Nowaki solo se quedó en el mismo lugar, viendo al muchachito llorar un poco más, parecía pensar algo concienzudamente. Pasaron varios minutos, todo estaba en silencio. Ninguno se había movido de su lugar.


 


-bien, vamos- exclamó suavemente Masumi. Nowaki lo observó al fin levantarse de la gran roca y nadar lentamente hacia dentro del castillo, lo siguió con curiosidad.


 


-¿Umi?


 


-llévame con Yuna-san, ¿está a cargo de la seguridad en estos momentos, no?- le volteó a ver con una pequeña sonrisa. Nowaki se permitió abrir mucho los ojos, sorprendido.


-¿a qué viene esa expresión de sorpresa, eh?- exclamó el menor con media sonrisa- aunque no lo creas, he madurado un poco Nowaki, hasta ahora tu habías sido mi inspiración para salir adelante…ahora solo hay que canalizar una nueva meta- el mayor iba a decirle algo- No, no me interrumpas…estoy feliz Nowaki, porque eres feliz. Y aunque no fuera mi deseo ayudarte, que no es así, es mi responsabilidad hacerlo. Yo comprendí y acepté el cargo de un guardián hace un tiempo ya…ahora es mi responsabilidad mantener la paz en estos mares, vamos


 


-Masumi, estoy orgulloso de ti, por todo- le sonrió con sinceridad. Había subestimado una vez la fortaleza de alguien… en muchos sentidos.


 


El menor se detuvo nuevamente para verle volteando su cabeza ligeramente hacia atrás. Y le sonrió levemente seguido de hacer un puchero avergonzado y seguir el camino.


 


-baka…esto ha sido lo más vergonzoso que hecho en mi vida- murmuró abrazándose. Nowaki se permitió reír un poco, ¿cuán vergonzoso es para un doncel una declaración?, más siendo su mejor amigo- me gustaría ver a Hisa-san antes de hablar con Yuna, ¿podría?- preguntó lentamente. Nowaki sonrió tiernamente.


 


-estará feliz de verte


 


-eso espero, tengo algunas cosas que hablar con ella- murmuró. Todo se quedó en silencio, mientras tomaban un muevo camino hacia los aposentos de su madre, esta vez, Nowaki iba al frente- y…¿Nowaki?


 


-¿si?- preguntó levemente una vez que estaba frente a la puerta de la habitación y haber dado un pequeño golpe.


 


-quiero conocerlo- dijo firmemente con una sonrisa traviesa. Nowaki abrió sus ojos en demasía por la sorpresa justo al mismo tiempo que se abría la puerta y  su madre salía de la habitación para lanzarse hacia el bello rubio y encerrarlo en un abrazo.


 


-¿q-qué?- murmuró el mayor, ni si quiera escuchó cuando su hermanito le hablaba curioso por su expresión de mirada pérdida…el tan solo pensaba.


 


¿Qué diría Hiro-san de todo eso?...una sonrisa nerviosa adornó su rostro…


 


******************************************************


 


Era muy temprano cuando el castaño caminaba con tranquilidad por los despejados pasillos del castillo, llevaba una  carta en una de sus manos y la otra reposaba suavemente sobre su vientre.  Caminaba hacia la sala  del castillo cuando un pequeño torbellino rosa le detuvo.


 


-¡nii-chan!


 


El agudo grito le hizo detenerse por la sorpresa y tan solo le sonrió a su linda interlocutora.


 


-Mikoto, ¿Qué haces tan temprano despierta?- preguntó curioso le mayor, tomando en cuenta que además era fin de semana, la pequeña solo había tomado su mano con  su manita dispuesta a seguirle.


 


-nada, solo no tenía sueño…¿y tú nii-chan?, tú y bebé-chan necesitan descansar mucho- le reprendió con un tierno puchero. Hiroki rio divertido.


 


-tranquila, estamos bien, me he cansado de estar acostado, además nos ha dado un poco de hambre. Quizá podríamos ir por algún pastelillo antes de que se sirva el desayuno- exclamó con una sonrisita que prometía travesura.


 


-¡entonces a la cocina se ha dicho!- exclamó la pequeña con una linda sonrisa en su rosto, mientras jalaba de la mano a su querido hermano, quien reía divertido.


 


El bello doncel avellana acaba de ir a entregar a uno los mensajeros una carta para su querido primo Haruhiko, aprovechando que ya no quería dormir más, sino más bien su pequeño inquilino rogaba por un pequeño dulce. Hace dos días había decidido mandarle finalmente una carta diciéndole más a o menos lo que había pasado, dándole algunas indicaciones de que  debería hacer cuando se reunieran con el Concejo y realmente, sobre todo, informándole que él ya había llegado, pero que era prudente  que se vieran hasta entonces y servía que calmaba un poco sus nervios; evitando claramente el asunto de su embarazo, el cual no era adecuado contarse mediante una carta, que cualquiera podría interferir. Apenas, ese mismo día en la noche le había llegado la respuesta de Haruhiko expresando con fervor su alegría, comentándole un poco sobre lo que había pasado con el Concejo y con Keiichi sobre todo, eso había logrado tranquilizar el apesadumbrado corazón del doncel embarazado, también escribía que él prefería llegar un día antes para tranquilizar a tía Asuka y tío Hitomi, además de la noticia de que Keiichi lo acompañaría…Hiroki había respondido entusiasta a todo eso, por eso también, la razón de que quisiera entregar lo más rápido posible esa carta…después de todo la reunión con el Concejo era mañana…


 


A sus padres no les había hecho gracia la “desaparición” del tritón, más aun justo antes de la reunión, pero no había nada que hacer. Mikoto le hacía burla a Hiroki diciéndole que “mamá quiere más a Nowaki-niisan que a ti”. Después de que el oji-avellana les explicara las razones de su partida cambiaron su opinión, consideraban que era necesario que el chico estuviera en su reino y arreglara todo antes de volver.


 


El día siguiente prometía bastantes emociones de todo tipo, predijo el oji-avellana doncel mordiéndose nerviosamente los labios…


 


**********************************************************


 


 Ya habían pasado dos días. Como Juro-san lo había indicado, el estado constante de movimiento en el que estaban sometiendo a Akihiko le había favorecido al tratamiento, tanto que el joven príncipe ya casi era capaz de caminar algunos tramos cortos por sí mismo, con un poco de dolor y la cojera que aún mantenía, pero parecía ser ya un avance. Entre Masamune y Miyagi lo ayudaban a caminar un poco hacia la arboleda detrás del campamento- aldea de los elfos; Misaki permanecía casi siempre a su lado, ayudándole con algunos ejercicios que le había explicado Juro para mover sus hombros y brazos. La medicina mágica de los elfos les estaba sentando a ambos de maravilla. Por las mañanas y antes de anochecer iban a las orillas del bosque a caminar y juguetear un poco, mientras la nueva pareja se sentaba, relajada, y recargados sobre el tronco de un árbol continuaban con sus ejercicios. Las otras dos parejas habían decido mantenerse al margen de aquella nueva relación, aunque interiormente cruzaban los dedos deseándoles suerte, a Akihiko sinceramente le parecía graciosa la situación, pero agradecía el intento.


 


Esa noche iba a ser la última que iban a estar en Aki. Por la tarde, Kanaye-sama, acompañado de Isamu y Juro, los habían visitado y el monarca  les había platicado muy brevemente, cabe mencionar, que el tiempo que necesitaban estar allí había terminado y que era de gran importancia que al día siguiente, muy temprano salieran hacia su destino final. Los seis chicos no discutieron nada y solamente agradecieron infinitamente por toda la ayuda recibida; también, volvieron  recordarle el asunto de la “paga” que recibirían por su ayuda, el hombre rubio tan solo les había sonreído enigmáticamente diciéndoles que tendrían que esperar al momento de su partida para conocerlo.


 


Mune, Miyagi, Ritsu y Shinobu se habían ido a acosta temprano argumentando que necesitaban descansar para el largo viaje de vuelta a casa, más aun el lindo doncel rubio, pues fue el mismo Isamu quien propuso, o más bien ordenó, que la mejor opción y la más rápida, era que viajaran ni más ni menos que “en dragón”, el rubio no tuvo nada más que objetar, cierto que era que sus poderes ya habían vuelto y que gracias al entrenamiento que habían tenido con el hombre albino su magia estaba más fuerte que nunca, ¡claro que podía!, probablemente llegaría exhausto, pero valdría la pena, se decía.


 


La noche era tranquila, el viento fresco movía las copas de los árboles de un lado a otro, la luna brillaba en el cielo con luz propia y las estrellas brillaban más que otras noches. Akihiko permanecía muy quieto con una suave sonrisa en el rostro, su espalda estaba recargada en un enorme tronco, sus piernas estaban extendidas y sostenía un poco de su peso en ambos brazos,  mientras veía atentamente las mejillas sonrojadas de su doncel, quien sentado sobre su regazo con una pierna a cada lado de sus caderas, parecía concentrado tratando de anudar una venda que se había desacomodado en su pecho. Un mechón castaño  calló sobre la frente de su doncel, quien resopló frustrado porque interrumpía su vista. Akihiko lo miraba divertido, había visto crecer bastante el suave cabello de su amado oji-verde desde la primera vez que le vio, y ahora mismo le parecía tremendamente perfecto que le llegara un poco más debajo de los hombros. El oji-violeta finalmente levantó el brazo y acomodó el rebelde mechón detrás de la oreja. Sus ojos se encontraron por un momento, Misaki le sonrió…y todo su mundo se detuvo.


 


-gracias…- había musitado el menor, sabía que de vez en cuando, todavía le ponía bastante nervioso, ¿no era eso tierno?...


 


-no hay de qué. Me gusta tu cabello así de largo. Te vez bellísimo- lo aduló, sintiendo levemente el temblor del cuerpo contrario, sintió también sus manos temblar por unos segundos en el vendaje en su pecho. Pero vio también un puchero bailar en esos hermosos labios.


 


-pues no te acostumbres tanto, en cuanto lleguemos a casa, cortarme el cabello será una de las primeras cosas que haga- exclamó simplemente. Casi medio segundo después abrió sus ojos enormemente…Akihiko lo miraba con una sonrisa brillante… ¿acaso su bello doncel hablaba de Usami, como su casa?...¡SI, POR FAVOR! Rogó de inmediato a todos los dioses. El bello escarlata de sus mejillas se encendió de nuevo…Misaki pensaba en qué tan pronto se había acostumbrado al guapo príncipe para que soltara como si nada que planteaba un futuro bastante largo …juntos. Sonrió malditamente nervioso, mordiéndose los labios con ansiedad, sus manos al fin  cayeron a sus lados- esto…Usagi-san…yo- más no dijo nada más.


 


Gracias a Kami había logrado anudar esa venda. Misaki  veía al pequeño nudo como si fuera lo más interesante del mundo.


 


-Misaki- El oji-verde cerró los ojos ante el terrible estremecimiento que sintió al escuchar pronunciar al guapo varón su nombre, al mismo tiempo que este le apretaba por la cintura, acercándose, si fuera posible más, a su cuerpo. Al abrir sus ojos se encontró con escasos milímetros del rostro contrario…los ojos violetas, como siempre, lo mantenían en un hermoso transe- tenemos que hablar…- murmuró contra sus labios. Sus ojos instintivamente se llenaron de lágrimas…no sabía que pensar en ese momento. Solo asintió. Akihiko le había besado la punta de su nariz para seguido limpiarle las lágrimas que mojaban su rostro con el pulga.- ¿por qué lloras, amor?- le había preguntado preocupado el mayor. Misaki le miraba con un pucherito, mientras inconscientemente ponía sus manos sobre el fuerte pecho de su pareja. Todo este tiempo había aprendido, muy a su pesar (y a su vergüenza) que era mejor decir las cosas como tal, las suposiciones y cosas a medias traían malos entendidos…que su escases de elocuencia al hablar no podrían resolver en un futuro.


 


-yo…sentí miedo de repente- exclamó avergonzado, mirando el bonito bordado plateado que había en sus pantalones cortos, que por cierto les habían dado los elfos en su llegada. El oji-violeta levantó una ceja curioso e intrigado, al mismo tiempo que la barbilla de su doncel para que le mirara.


 


-¿por qué?


 


-sentí que…después de todo lo que ha pasado…no sé, pero, s-siento como si estuviéramos juntos desde hace mucho tiempo- exclamó con sus mejillas rojas-y quizás tú decidieras que ya no quieres estar conmigo…más- su mirada triste huyó a la sorprendida del mayor.


 


-NO- exclamó firmemente, tanto que los ojos sorprendidos de Misaki le miraron de inmediato, un calorcito inundó su pecho- eso nunca pasará- el varón mantenía su ceño fruncido y sus manos apretaban con premura la cintura de su doncel.


 


-yo sólo…


 


-¿acaso no quedó claro cuando dije que Misaki era mío?- exclamó con tanta seguridad que un temblor recorrió por el cuerpo del menor- no lo decía por decirlo Misaki, te amo. No quiero estar contigo solo por un rato. Estoy seguro que eres tú con quien quiero pasar el resto de mis días…para siempre


 


-para siempre es mucho tiempo, Usagi-san…- murmuró Misaki con el corazón en la garganta, el loco palpitaba tan fuerte que temía no poder escuchar a su interlocutor, su guapo interlocutor.


 


-es  justo la palabra que estaba buscando, Misaki- el mayor tomó con delicadeza y furia los labios del menor, quien gemía quedito contra los desesperados labios de su pareja. Las grandes manos pasaron por la piel de su cintura, por debajo de la camisa. Eran tan cálidas sobre su cuerpo ya bastante caliente. Misaki quería fundirse con él…justo ahora. Enredó sus brazos en el cuello del mayor, acercándose mucho más a él, hasta que sus pechos no podían estar más juntos. Gimió en frustración cuando el mayor despegó sus labios de los suyos- Misaki…- murmuraba quedito sobre su oído el temblaba de placer y emoción por igual, quizás intriga también- quédate conmigo…para siempre


 


-eso…eso quiere decir…- sus ojos verde miraron con atención los preciosos violetas que brillaban con la luz de la luna alumbrándose. Estaba sonriente. Todo pareció desaparecer…todo excepto ellos dos. Misaki no tan solo parecía, perplejo, sorprendido y en shock, sino también tremendamente asustado, intrigado y…emocionado. El menor había dejado de respirar por unos segundos mientras sentía el tacto de su pareja sobre sus manos… ¡oh Kami!


 


-cásate conmigo, Misaki- Su mirada era tremendamente seria, y el oji-verde podía jurar que había un tono de súplica en su voz.


 


-¡NANI!- el pánico y la sorpresa corrían por sus venas.


 


-por favor


 


-¡¿eh?! Imposible…tu eres un príncipe… el concejo…Hiroki….tu y yo…soy torpe…además…-el pobre ya no sabía ni lo que decía. Sus ojos temblaban  Akihiko sonreía divertido y tremendamente nervioso, tal y como su pequeño.


 


-yo creo que serás perfecto- exclamó con una sonrisa sin apartar sus manos de las de su doncel.


 


-¡soy estúpido hablando, no creo servir para eso!…


 


-serás un fantástico rey, Misaki…te diferenciará tu gran corazón, bebé


 


-p-pero…pero…yo no sé nada de ser formal y sofisticado, ¡no tengo una belleza como debe de tener alguien de la realeza!- exclamaba con lágrimas en los ojos el castaño, Akihiko gruñó un poco antes de besar los temblorosos labios rápidamente.


 


-vas a casarte conmigo, no con alguien más; además…¡tú eres  bellísimo!, ¿nunca has visto tu reflejo, cariño?, ¡nadie ha nacido sabiendo, Misaki!, yo mismo tendré que aprender muchas cosas antes de tomar mi  lugar en Usami…¡y joder!...creo fervientemente que  te verás muy sexy con una tiara  dorada sobre tus “largos” cabellos, amor- exclamó mordiéndose los labios. Misaki lo veía absorto, más con esa sonrisita coqueta que solo era dirigida para él, sacudió su cabeza tratando de quitar el terrible sonrojo que estaba en su rostro, ¡ese hombre hablaba enserio KAMI-SAMA!...


 


-¡Usagi-san!


 


-¿qué?...cúlpame por amarte tanto- sintió los labios ajenos en su cuello, separó a su hermoso amante de su cuerpo, antes de derretirse en sus brazos- ¿no quieres casarte conmigo, es eso, Misaki?- exclamó con un puchero gracioso el sexy hombre. Los ojos de Misaki se abrieron en demasía.


 


-¡no es eso!, es solo que…


 


-¿te he tomado por sorpresa?…


 


-¡si!...yo…


 


-te amo Misaki, ¿tú me amas?


 


-¡si!, pero…- sus mejillas estaban tan rojas que Akihiko no se pudo resistir a besarlo de nuevo.


 


-¿qué pasa entonces?


 


- Quiero casarme con Usagi-san…-exclamó quedito el doncel. Su mirada tímida se encontró con la extasiada y rebosante de alegría de Akihiko-…pero…me da pavor casarme con el príncipe Akihiko- exclamó todo avergonzado. Akihiko lo miró por unos segundos, completamente sorprendido y después…lanzó una divertida carcajada. Miski frunció el ceño y se cruzó de varazo sonrojado, justo cuando estaba punto de levantarse del regazo de su novio, este lo apretó contra su pecho.


 


-cariño, no tienes nada que temer, los dos recorreremos juntos lo que haya que recorrer, ¿confías en mí, Misaki?- sus ojos estaban fijos en los contrarios y sus frentes juntas. El asintió con un tierno puchero, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, esta vez de felicidad… ¿Quién lo hubiera pensado, antes?...bueno, al parecer todos…todos menos él. Ahora sabía que siempre habían estado destinados…- ¿Misaki…te casarías conmigo?


 


-sí, Usagi-san…baka


 


.


.


.


 


Continuará…

Notas finales:

Que tengan un lindo día :)

 

Misagi * *


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