Era el año de los EXTASIS, Hermione no hacía más que repetirlo una y otra vez, aquello cambiaría sus opciones de desempeño en sus futuras carreras, Ron y él se miraban y sonreían aquello mantenía a Hermione "extasiada" y no iban a ser ellos quienes le quitaran su diversión.
Harry no tenía a día de hoy muy claro qué querría hacer después de Hogwarts, siempre había pensado en ser Auror, metido siempre en líos y salvando a todos, realmente era un papel que le encajaba a las mil maravillas, pero del que estaba sumamente cansado, "Harry el Héroe", "Harry, el salvador del Mundo Mágico" de buena gana se metería a trabajar en cualquier sitio donde nadie le conociera y dejaran de mirarle como un fenómeno.
Sus amigos sabían de estos pensamientos, Hermione no hacía más que ofrecerle opciones para que se decantara por una de ellas, últimamente la que más le llamaba era irse con Charlie a cuidar dragones a Rumanía, no es que en Rumanía no fuera conocido, pero al menos su profesión estaría más relacionada con los dragones que con lo magos. Lo único que no le convencía es estar lejos de todos aquellos a los que amaba, sí, aquello era un gran "pero".
Hermione por su parte, no había cesado en su labor con el P.E.D.D.O, y pensaba dedicarse a la justicia, para poder desde dentro darle voz a todas las criaturas mágicas de este planeta. Harry no tenía duda que Hermione llegaría lejos, una bruja como ella, bien podría se Ministra de Magia.
Ron se debatía entre ser jugador de Quidditch profesional, ya le habían ofrecido algún puesto en equipos nacionales, o bien, su sueño de ser Auror, en ello se debatía, y Hermione, por una vez, milagrosamente, no decía nada cuando el pelirrojo se debatía delante de ellos. Debía ser el único tema sobre el que la chica no tenía opinión…
Harry sabía que lo de esos dos siempre había sido amor, aunque ellos nunca lo hubieran querido reconocer, Hermione encontraba su apoyo en en Ron, y Ron adoraba a su brillante chica, aquello demostraba que los opuestos sí están hechos para estar juntos, detalle que dolorosamente había de comprobar él día a día.
¿Amaría él alguna vez así a alguien? ¿Le corresponderían a él siendo sólo Harry, no el elegido, no el niño que vivió, no el salvador del mundo mágico?
Ni Cho ni Ginny habían sido eso para él, tenía que admitirlo, a Ginny la quería, pero del mismo modo en que quería a Ron y Hermione.
Unos destellos plateados lo sacaron de su ensimismamiento, levantó la mirada hacía el punto del que procedía, y en medio del Gran Comedor, hacía acto de presencia Malfoy, solo y andado hacia la mesa de Slytherin.
Quería hablar con él, pensó Harry, cada vez lo tenía más claro. Tampoco es que supiera qué decirle, podría agradecerle cuando no los delató en su mansión, podría preguntarle sobre sus padres, podría preguntarle cómo se sentía mientras le acariciaba el rubio cabello…
Harry se detuvo ante aquel pensamiento como el que se detiene ante la caída de un árbol a escasos metros de uno ¿qué había sido eso? ¿acariciar a Malfoy? Si que le estaba llevando por derroteros extravagantes su situación "post-Voldemort"
Notó sus mejillas ardiendo y la mirada de Malfoy sobre él desde su mesa, cuando la enfrentó podría haber jurado que Malfoy había sabido lo que había pensado él. No, aquello debía ser imposible. Y más imposible, la sonrisa que apareció en los labios de Malfoy antes de atacar su desayuno.