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Apariencia confusa por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Yo vengo a dejar actu~

 

Esa noche fue tranquila, tanto como podía ser quedarse en una cueva en medio de la selva llena de criaturas ponzoñosas nocturnas. Aunque Yurio se quejaba demasiado al ver a esos dos interactuar, pues Yuuri a pesar de ser bastante amable y preocuparse por todos, permanecía mucho más pendiente del ruso de cabellos platas. Por su lado Viktor era el que más que feliz se la pasaba en ese tiempo, pues repetía con emoción una y otra vez “Yuuri, ahora puedo tocarte. Yuuri es mi familia ahora”. Era como una grabación que se repetía sin parar y hasta era fastidioso en ocasiones. Pero Yuuri parecía feliz, tal vez la muchacha… es decir muchacho, anhelaba un contacto así con Viktor y fue por eso que le salvó la vida en un par de ocasiones. Los demás no podían entenderlos bien cuando hablaban en la lengua nativa, al parecer Viktor había aprendido más vocablo que los demás. Así que la parejita era un enigma, al menos hasta que Yuuri hablara su idioma por completo… pues si se iba a la ciudad con ellos, obligadamente tendría que aprender

Su viaje de retorno a la civilización empezaba entonces, en la mañana muy temprano, cuando el ruidito de alguien saliendo de la cueva despertó a Georgi, quien solo miró en silencio. Yuuri no perdía algunos hábitos, entre ellos la preparación de esa olorosa bebida de su pueblo. A pesar de que el pelinegro estuviera deshonrado, parecía no querer dejar aquella tradición, así que en esa ocasión fue Georgi quien le ayudó en la recolección de las plantas con una sonrisa, pues aunque pareciera extraño él también reconocía la pureza y fuerza del azabache. No siempre alguien cae de un acantilado a un bosque al que no se le veía el fondo, lleno de vegetación, con un río profundo debajo y sobrevivía. Georgi quiso preguntarle muchas cosas a Yuuri pero suspiró, esa mañana él mismo le enseñaría más palabras de su idioma, era necesario si querían llevárselo… bueno, Viktor parecía querer atarlo y llevarlo, así que él solo ayudaría. Le daba pena el pobre muchacho

 

 

-Yuuri, ¿estás bien? Te he visto cojear – el ojiazul miraba a Yuuri, quien terminó con su ritual matutino y decidió charlar

-Yuuri caer en árboles – decía con aquel tono muy extraño, dificultoso – pierna… suelo – hacía señas con sus manos explicando que su pierna soportó el golpe y contaba cómo llegó ahí en ese extraño idioma

-eres divertido, mira que arrastrarte en esta selva

-selva madre – decía tocando el suelo y besando las hojas recogidas – selva aquí – decía apuntando a su pecho –

-ya sé. Si la selva quiere tener nutrientes ustedes se lo dan con sus propios cuerpos, pero si no los necesita ustedes siguen con vida – suspiró Georgi mientras ayudaba al muchacho a levantarse

-Viktor, ¿dormir?

-lo quieres mucho – dijo acariciándole el cabello y al hacerlo… pareció entender la fascinación de Viktor. Suaves hebras lisas donde sus dedos se deslizaban sin lío alguno – wow niño, ahora permites que te toquen

-mi mancha – sonrió dejando que lo acariciaran – cabello irse – sonreía jalando los ahora cortos mechones

-¡Georgi! ¡Quita tus manos de mi lindo Yuuri! ¡Sólo yo puedo tocarlo! – Georgi ya se temía aquello, peor ahora pensaba que su amigo exageraba

-¡Viktor! – sonreía el muchacho sin entender la situación y saludaba con un leve movimiento de su mano

-no le hago nada Viktor. Calma tus celos – suspiró ignorando como el ruso se abalanzaba sobre Yuuri para abrazarlo y restregar sus mejillas – ustedes sí que se quieren

-Yuuri es mi lindo sueño, ahora es mío y yo lo cuidaré por siempre, porque es puro, es sagrado para mí – hablaba con rapidez mientras el azabache solo sonreía, seguramente no entendió nada por la rapidez con la Viktor hablaba  

-alístate Viktor – decía Georgi resignado a ver como el mayor se ponía meloso con el pelinegro – debemos irnos antes de que otra comunidad nos descubra. Yuuri sigue siendo el precioso regalo de la luna

 

 

Y no era para menos, el propio Yuuri les había dicho que las tribus se peleaban por los de su clase. Las curanderas sabían secretos sobre la selva que salvaban vidas y de ellas dependía la supervivencia de las futuras generaciones. Por eso atacaron la aldea, la masacre, las muertes y peleas estaban justificadas por eso. Los hombres criados como curanderas eran los más solicitados, porque aparte de poder soportar más situaciones difíciles que las mujeres, eran puros en la mayoría de casos. Y ese “mayoría de casos” a Viktor le dio agriera, pues tal parecía que ocasionalmente las curanderas con cuerpo masculino servían de sustituto en el matrimonio… eso solo llevaba a la conclusión de que los curanderos eran meramente objetos sexuales para los jefes. Viktor no dejaría jamás que SU Yuuri tuviera ese horrendo destino… aunque esa piel sedosa, limpia, pura y tentadora… ¡no! ¡Él iba a proteger esa pureza!… y a los bonitos pezones que tal vez en alguna ocasión se atreviera a tocar  

Salir de ese lugar era el problema de todos ahora, pues suponían que Yuuri al caer de esas alturas, vivir de la selva y demás, no tenía idea de donde estaban o como salir, pero estaban equivocados, por completo. “Yuuri conoce todo… selva límite, pueblo prohibido para un puro” debían enseñarle urgentemente el idioma porque era difícil entenderlo en ocasiones. Después de algunas explicaciones con el pelinegro, Viktor les dio un resumen a todos.  Yuuri sabía todo de esas tierras, caminos, senderos, conocía a la perfección cómo guiarse entre esa infinidad de color verde y que según él saldrían al pueblo más cercano después de un día y medio de caminata. Pero sobrevivir a ello era otra cosa, para iniciar, cruzar el río no era cosa fácil, el caudal estaba bastante severo, rodearlo no era opción y no tenían una maldita balsa.

Discutieron por largos minutos acerca de la forma de pasar aquella trampa mortal, los extranjeros discutían, Yuuri por su parte recogía algunas plantas y aseguraba sus cosas en su espalda. El nativo sonrió cuando ya estaba listo mientras les daba indicaciones a los mayores, simples, como formar una hilera, sostenerse de las manos para que nadie fuera arrastrado por la corriente y que iban a caminar unos minutos hasta hallar una parte de menor profundidad. De alguna forma lo hicieron, pasaron ese horrible río caudaloso, aunque Viktor se negó a dejar a Yuuri en el suelo y lo llevó en su espalda a pesar de las protestas. Al estar al otro lado, Yurio se había quejado infinidad de veces, pues traer la ropa mojada era horrendo. Mucho peor si había que cargar el peso extra del agua en la caminata en esa selva húmeda y que traía sofocante calor en esa época  

 

 

-de nuevo esas ranitas de colores llamativos – había mencionado Viktor en cierto momento, pero esta vez sólo sonrió antes de seguir a Georgi evitando a las criaturas de ese tipo

-las mataré sólo por si acaso – susurró Yurio antes de tomar uno de los machetes que la comunidad le dio y levantar su brazo apuntando a aquellas cosas – así de fácil

-NO – pero Yuuri se interpuso antes del gran golpe, incluso arriesgándose a que Yurio no lograra detenerse – NO… ¡YURIO, NO!

-maldita sea, ¡estás demente! – se quejaba al ver al muchacho, pues se asustó por la repentina interrupción – ¿qué te pasa? Son venenosos, si nos tocan estamos muertos

-delkhiin khüükhdüüd, zügeer l chamaig, namaig durtai –

-¡cuántas veces te he dicho que no hablo tu jodido idioma! – dijo empujándolo con rudeza

-en estos meses debiste aprender – se quejó Emil pues el enfado de Yurio había asustado a Yuuri, lo notó con el temblor de ese cuerpo frágil y lastimado. No fue muy cortés  por parte de rubio atacar a alguien como Yuuri –

-Yuuri, ¿estás bien? – Viktor saltaba al sentir las emociones en su pequeño tesoro, lo defendería de quien sea

-no te hagas el idiota. Sé bien que entendiste lo que dijo – regañó Georgi. Yurio se molestó porque ese idioma podía entenderlo casi al cien por ciento por la maldita culpa de Otabek y sus clases, pero ni loco lo hablaba porque era como si enredara su lengua y se sentía idiota

-me vale una mierda… y deja de tratarlo como a una mujer, ¡es un hombre maldita sea! – le apuntaba y fruncía su ceño, balanceando su arma como amenaza

-¡Yuuri!... Yurio No hagas eso – se quejaba Viktor colocándose junto al azabache y atrayéndolo hacia sí, pero esta vez Yuuri se negó. EL pelinegro frunció su ceño, apretó sus puños y se alejó de la protección brindada. Bufaba diciendo algo inentendible en su idioma nativo y apuntando a Yurio – pueden matarte, esas ranitas no lo valen… Yuuri escúchame – trataba de calmarlo Viktor

-¡Viktor! – reclamaba Yuuri con enfado – delkhiin khüükhdüüd

-ya sé que son hijos de la tierra, que se merecen vivir como tú y yo – gruñía Yurio al entenderle – pero nos pueden matar, ¡maldita sea! – así que apartando al azabache se dispuso a terminar con lo que hacía desde el inicio… matar a la maldita rana

-NO – pero de nuevo Yuuri detuvo el ataque, tomando su cerbatana y apuntándole al rubio. Su amenaza era real, no sólo hacia Yurio, sino hacia a todos. Les ordenó alejarse y los hizo retroceder – vivos… veneno

-no te entendemos, Yuuri – decía Viktor reconociendo que su pequeño amor tenía su carácter – cálmate, baja eso

-¡atrás! – decía mientras guardaba su cerbatana y empezaba a sacar de esos dardos de madera que él mismo fabricaba y se colocaba algún líquido en las manos

 

 

Todos se quedaron viendo lo que hacía el azabache, quien susurraba cosas como si le hablara a un niño pequeño y se acercaba al par de ranitas que no huían. Viktor, Georgi y Emil iban a  impedir lo siguiente, tocar esas cosas era una estupidez, pero Yuuri les miró feo y les gritó algo para hacerlos retroceder. Así que sin más opción tuvieron que sólo mirar, Yuuri acorraló a una de esas pequeñas y la tomó de una de las ancas, levantándola. Los demás estaban en pánico, Yuuri acababa de tocar esa cosa, pero miraban la delicadeza del tacto, la trataba como un tesoro. Los dardos casi olvidados fueron restregados en el lomo de aquel pequeño anfibio de color, Yuuri repetía el proceso con mucho cuidado.

Cuando terminó con todas las maderitas que tenía, Yuuri las colocó en un contenedor que había tejido con hojas y dejó ir al animal en turno. Nadie protestó, ni dijo nada porque Yuuri los ignoró mientras empezaba a alejarse. Viktor trató de disminuir el enfado del pelinegro pero nada parecía surtir efecto, por el contrario Yuuri solo los miraba de mala manera y volvía a caminar sin siquiera dar una palabra. Todos lo siguieron, porque ahora Yuuri era su guía y por unos largos minutos no dijeron nada, sentían la furia del azabache a pesar de la distancia prudente que mantenían

El encargado de deshacerse de ese incómodo silencio en el camino fue el peliplata, pues todos, después de unas tres horas, estaban que no soportaban el estrés de esa situación. Que Viktor amansara a la fiera pareciese algo obvio y lo era. Viktor profesaba ser el protector, el compañero y en el futuro, el esposo del azabache que rescataron de la selva, así que los demás solo lo empujaron para que hablara con quien se mantenía a paso constante, sin nada en las plantas de los pies y que refunfuñaba bajito.

El de cabellos plata sólo emitió un “será un placer” y con esa sonrisa boba, que nadie entendió como diablos tenía,  partió al condenado. Los demás se rieron al ver como el otro era ignorado, se rieron más cuando Yuuri dejó una hoja enorme golpear la cara del peliplata, casi se caen al suelo cuando Yuuri tomó algo de una hoja y con una sonrisa lo depositó en las manos del más alto, quien cuando vio el contenido gritó como un niño espantado. Nadie quiso saber qué rayos arrojó Viktor, pues debió ser grave como para que el ruso se escondiera tras Emil. Yuuri en verdad estaba enojado y no solo con Viktor, sino con todos. Eso lo demostró cuando tomó una serpiente del suelo, la dejó enredarse en sus brazos para después dejársela a un Yurio en pánico. El mismo castigo fue aplicado a los demás con diferentes especies nativas del lugar y lo peor era la sonrisa de muñeca que Yuuri mostraba mientras lo hacía

 

 

-Yuuri ya fue demasiado castigo – decía Viktor cuando la noche los alcanzó y estaban reunidos ante la fogata

-¿demasiado? ¡Casi nos mata! – Yurio se agarraba el cabello mientras apuntaba a Yuuri, el mismo que lo ignoró. Todos temblaron cuando recordaban las diferentes cosas que les colocaron en las manos, diablos… esa si fue una horrible experiencia, desde arañas, hasta gusanitos babosos que se removían  

-“esas ranas son solo animales, no lo valen” – repitió Emil con tono burlón mientras miraba al rubio – gran idea Yurio

-yo animal – decía Yuuri mirándolo de frente a todos. Era la primera frase que lo escuchaban decir desde el incidente – jefe decirme… yo hijo de tierra – hablaba mientras tomaba una de las arañas inofensivas del lugar – animal igual que aalz – decía mostrando a la mencionada caminar entre sus manos – vivir importante

-lo sentimos, sabemos lo que tu familia piensa de la vida – Georgi miraba a Yuuri con súplica, quería acabar con la tortuosa convivencia – pero estábamos en peligro

-¡respetar vida!

-lo hacemos – Emil miraba a Yuuri y trataba de hacerse entender – respetamos la vida de cada criatura, pero a veces el miedo nos vuelve seres sin pensamiento y…

-los animales son herramientas que podemos usar. Podemos obtener de ellos muchas cosas, pero esas malditas ranas no nos dan nada. No tienen valor, matarlas no importa – decía Yurio con furia, ¡ya estaba harto de ser castigado!

-enemigo decirme herramienta… no valor – Yuuri los miró a todos y se mordió el labio con un poco de fuerza mientras aguantaba sus emociones – herramienta rota, con mancha, no sirve… no merece vida

-Yuuri – susurraron Emil y Viktor al ver esos ojitos marrones cristalizarse

-¡matarme entonces! – los miró con sus ojos aguados. El sentimiento les llegó a todos y el silencio reinó – ¡usarme entonces… matarme después! – dijo indignado y cuando sus lágrimas empezaron a caer se mordió el labio, fingió estar bien y ser fuerte – mañana pueblo – se levantó de un movimiento brusco y limpió sus mejillas – matarme después – terminó antes de caminar lejos de ellos y hundirse en la oscuridad

-debes disculparte – advirtió Viktor mirando a Yurio con desdén. No se quedó a ver qué pasaba, empezó a seguir a Yuuri llevando consigo una maderita encendida que actuaba como antorcha – ¡Yuuri espera!

 

 

Viktor no dijo nada cuando escuchó el sollozo de Yuuri hacer eco entre la oscuridad, lo buscó con desesperación y cuando lo vio sentado en una roca al filo del río cercano a donde  acordaron pasar la noche, su corazón se estrujó. No entendía cómo demonios esa aldea, por la simple razón de que Yuuri mató a alguien por defender a su hermana, hubiese condenado a muerte a su mejor curandera. Mucho menos entendía cómo se sentía Yuuri sobre ese asunto, ¿cómo pudo Yuuri saltar de aquel acantilado por voluntad propia? No entendía que lazo tan fuerte tenían con sus creencias para hacer aquello… Viktor no entendía el valor, los pensamientos, las tradiciones.

El ruso no entendía cómo una dulce persona con corazón de oro como Yuuri, pudo haber sufrido tanto tiempo en silencio. Siendo usado como una herramienta y ahora que lo pensaba… las curanderas eran sólo herramientas. Vivían para su pueblo, sonreían y estaban dispuestas a todo, pero no podían elegir con quien casarse, no podían ser tocadas, no podían negarse a ayudar a la aldea o elegir su camino y la única alegría que tenían era… la muerte. Porque solo ahí podían ser libres, tal vez por eso Yuri sonrió antes de lanzarse al acantilado, porque halló la libertad para volar por ese vacío que lo dejaría tener libre albedrío

 

 

-Yuuri – susurró acercándose al mencionado que solo se tensó y con apuro se limpió las lágrimas – Yuuri, ¿estás bien?

-soledad Viktor – decía en voz baja, mientras jugaba con sus dedos y miraba las estrellas reflejadas en el río – irse Viktor

-Yuuri no me iré, no te dejaré solo – el ruso se acercó hasta sentarse al lado del pelinegro y suspiró – Yurio es así en ocasiones, impulsivo y no mide palabras. Pero él no quiso decir que tú no merecieras vivir, que fueras solo una herramienta que desecharía después de usar

-yo herramienta, Viktor – soltó un sollozo doloroso y negó – soledad Viktor – ni siquiera lo miró

-Yuuri, no eres una herramienta, no eres una curandera, no eres mujer, no eres un desterrado… no estás manchado – dijo tomando las manos de Yuuri y obligando a que el otro lo mirara – eres sólo mi lindo Yuuri

-miedo Viktor… miedo – decía apuntando a su pecho y dejando sus lágrimas salir

-es difícil abandonar todo – sonrió mirando esas mejillas que a pesar de la noche se veían rojas ante la luz de la antorcha – siempre has vivido bajo el mando de tu padre, de los jefes y… no puedo imaginar lo que se siente

-duele – susurró empezando de nuevo a llorar, hipando – miedo Viktor… miedo en Yuuri

-yo te cuidaré. Te llevaré a mi hogar y será el tuyo también

-hogar aquí

-un hogar es dónde te amen y necesiten. Donde seas libre y puedas conocer muchas cosas más – Viktor tomaba las manos de Yuuri entre las suyas, entrelazaba sus dedos con cariño. Para evitar que Yuuri siguiera llorando lo besó en cada mejilla y lo atraía para acomodarlo entre sus brazos – Yuuri… ¿dejarías que te ame?

-no entiendo – susurraba entre sollozos

- Yuuri khair – susurró mientras levantaba el rostro del azabache – yo te amo Yuuri – sonrió con sutileza viendo esa mirada cristalina. Limpió esas lágrimas con sus dedos y se acercó al menor

-khair – susurró como si preguntara algo

-mi Yuuri – unió sus labios en aquel toque dulce que sellaba su pacto. Un beso dulce que ni las lágrimas opacaban – irás conmigo y yo te dejaré ser libre, pero nunca soltaré tu mano, porque a donde quieras ir… yo iré contigo

-Viktor es mi familia – susurró aun sin alejarse sintiendo su cuerpo ser envuelto por el mayor – gracias

-soy yo el que tiene que agradecerte, Yuuri

 

 

En la mañana Yuuri sonrió de nuevo, aunque sus mejillas aun rojas evidenciaran el llanto de la noche anterior. Los demás no dijeron nada mientras se alistaban para seguir caminando, respetaban el silencio que el nativo y Viktor pedían. Yurio con delicadeza, casi impropia, halló un momento para disculparse a solas con el azabache. Los demás fingieron no darse cuenta de eso, pues sabían lo difícil que era para el rubio pedir perdón. Se adelantaron y dejaron al par detrás, todo se dio con sencillez y al final los problemas se arreglaron y el silencio se alejó.  

Y a pesar de que fueron atacados por una comunidad de simios hambrientos, todo estuvo bien. Cuando aquello pasó, Yuuri les dio a todos la muestra de lo que el veneno de esas ranitas en sus municiones para la cerbatana, hacían, pues con tres dardos bien lanzados dejaron inmóviles a dichos animales y asustaron a los demás. El veneno era mortal para muchos, pero en las dosis adecuadas algunas especies lograban tolerarlo. En pequeñas dosis solo causaba dolor y parálisis y Yuuri sabia usarlos bien… porque los secretos de la naturaleza eran de su propiedad

 

Continuará…

 

Notas finales:

Muchas gracias por sus reviews, de veras que me emociona leerlos. Les contestaré después de dormir un poquis jajjaa

Muchos besos~

Nos veremos~

PD: Si en esta historia Yuuri es muy femenino es por su crianza jajjaja 


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