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Maleficio por Yae

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Notas del capitulo:

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Décima quinta parte

 

 

 

 

 

 

Tan pesada se sintió su respiración que por unos segundos consideró mejor dejar de hacerlo, rehusarse a continuar con esa pasiva acción vital. Los azules ojos de Naruto lo observaban fijos, demasiado atentos al menor de sus movimientos, con tanto descaro que nuevamente sintió las náuseas acrecentarse.

—           Puedo compensarte… te trataré con afecto si lo deseas.

Cada incongruencia que soltaba solo lo desesperaba más, ¿había oído bien acaso?

¿Aquel rey consideraba si quiera la más remota posibilidad de que fuese a quedarse a su lado por voluntad propia?

La molestia en sus caderas y espalda se sintió ridícula junto a la angustia que estaba calándole por la cara seria con la que Naruto exponía sus disparatadas injurias.

—           Por todos los cielos… — fue más un susurró quedo en tanto se encogía lo más que podía, no quería escucharle, Itachi cerró los ojos unas milésimas, agobiado y deseando olvidar todo lo acontecido ese día.

—           Puedo darte algo de tiempo para pensarlo.

La última declaración fue suficiente para hacerle sentir de nuevo humillado, se incorporó como pudo viéndole con genuino desdén.

—           Me diste tu palabra — le dijo en tono áspero y cortante. Sus ojos negros fijos en el nefasto gobernador que indudablemente había perdido el juicio.

—           Lo hice y no pienso romperla, sin embargo — hizo una pausa dejando apreciar como tragaba pesado logrando hacer bailar su manzana de adán. — Te concederé oro y joyas si lo prefieres, si te interesa podremos llegar a una alianza para beneficio de tu gente, sería su aliado y no su enemigo. Imagina las posibilida-

—           ¡Me diste tu palabra! — Esta vez gritó interrumpiéndolo sin importarle que apenas las sábanas cubriesen su desnudez, aquello debía ser alguna cruel broma, Naruto no podía estar realmente considerando aquel delirio, — ¡soy tu prisionero! No creas que por mantenerme calmo significa que llegue a sentir algo más que odio por ti.

No estuvo seguro de sus palabras afectaron de alguna forma a Naruto, el rey parpadeó algo más rápido apartándose de inmediato, — ¡pero disfrutaste en mis brazos! — bramó entre indignado y dolido.

El mareo fatal fue intensificándose, como pudo se sentó al borde la cama, aun arrastrando las cobijas para cubrirse, negando incesante, dejando que sus largos cabellos cayesen delante de su rostro.

Grotesco.

Rememorar como hace instantes fue forzado a de alguna manera a corresponder a las detestables caricias, a la repugnante fornicación que se repetía constante terminaría por enloquecerlo.

—           No hay manera, — empezó en tono bajo — de que pudiera disfrutarlo…

—           Estas mintiendo…

Más que producirle risa, se sintió hervir de rabia, agotado por los constantes tormentos y las asquerosas afirmaciones, dejó de pensar con total claridad, sus ojos de inmediato localizaron la espada corta que Naruto utilizaba, dejada convenientemente cerca de su alcance. Presuroso la tomó antes de que pudieran evitarlo, desvainando el filo del arma con habilidad innata la llevó hacia su vientre hinchado ante la mirada aterrada del rey.

Había conseguido ser más rápido por unas milésimas, ya que las manos de Naruto se detuvieron a escasos centímetros, — juraste no atentar contra mi hijo — dijo presionando los dientes con fuerza, buscando el espacio para sostenerlo.

—           Mi juramento no tendrá valor si el tuyo carece de ello, — sentía el temblor en su mano derecha, como sostener el arma ligera le costaba dispuesto a darse muerte allí mismo si Naruto se atrevía a faltar a su palabra.

—           ¡Te dije que no faltaría a mi palabra! — Exclamó algo más desesperado, — lo que yo te ofrezco va más allá, un trato justo con tu gente, una alianza. ¡No estas considerando las posibilidades!

—           ¡¿Cómo cuáles?! — Itachi también gritó, cansado de aquel desgastante claustro. — ¿Ser tu amante el resto de mi vida por oro y un ejército? ¡Tienes que estar demasiado trastornado para creer si quiera que hay algo aceptable en tu oferta!

Y quiso hundir el filo.

—           ¡Espera-

La súplica murió cuando el acero rebotó mandando la espada por los aires hasta caer al piso en un tintineo sordo.

Itachi palideció con el fallido ataque, viendo como un aura ennegrecida rodeaba su hinchado vientre cual siniestro velo ocasionando que el arma no pudiese enterrarse en sus entrañas, sus temblorosas manos quedaron frente a sus ojos.

Llevaba un demonio en su interior, no le quedaba ninguna duda.

Un monstruoso adefesio parasitando su cuerpo.

—           Que… ¿Qué fue eso?

—           ¡Tú eres el responsable! — vociferó tentado a tomar de nuevo el arma en manos pero esta vez usarla para atravesar el corazón insensato de Naruto.

Sin embargo no se lo permitieron, lo apresaron por ambas manos desafiando su arrebato el rey lo sujetó con fuerza, rodeándolo con sus brazos en un gesto que pretendía ser afectuoso que solo le llenaba de mayor desesperación.

Itachi se removió cuanto pudo soltando acusaciones vagas, detestando aquel contacto, ansiando con desconsuelo regresar a su hogar…

Conteniendo su grima tanto como le era posible.

Sintiéndose envuelto en siniestras sombras.

Y solo cuando su llanto parecía inevitable sus dedos se clavaron en los brazos de Naruto, apresándole con toda su fuerza consiguiendo con ello que las lágrimas no se precipitasen, que el nulo orgullo que aún le quedaba no se evaporase.

 

 

 

~~~

 

 

 

 

Sosteniendo el candelero con cautela se aproximó a los aposentos de la reina, levantando levemente su largo vestido para no tropezar Izumi se asomó por la puerta abierta antes de tocar.

—           Su majestad, — murmuró demasiado bajito.

—           Puedes pasar — la dulce voz de su tía le hizo obedecer de inmediato, — ¿sucede algo?

—           Verá… — carraspeó aun algo dudosa, dejando la vela sobre una de las mesas se acercó más hacia donde la reina parecía bordar con hilos de colores sentada en calma sobre la enorme cama. — Quería saber porque pospuso la coronación, sé que no me incumbe pero creí que Sasuke sería el nuevo rey, — habló de corrido evitando que el simple hecho de que la reina dejase su labor la intimidase.

—           Sasuke me dijo que ya sabían dónde hallar a Itachi, que lo traerían de regreso, — sonrió calmada sin mirar a la jovencita.

Izumi contuvo la respiración unos segundos, — pero la corte… — hizo una pausa conteniendo su angustia, contaba con que su primo Sasuke fuese el nuevo rey, deseaba que con ello ser considerada como esposa de Itachi a su retorno.

—           El orden de sucesión le otorga a Itachi la corona, — dejando su labor de lado se puso de pie con imponente elegancia, esa que solo una vida en la jerarquía puede otorgar. — Si el primogénito del rey regresa pronto es su derecho y deber ser el nuevo rey. La corte me obedecerá, le daré el tiempo suficiente a Shisui para que traiga de regreso a Itachi.

—           ¿Y si no regresa?

La reina sonrió son cierta calidez, aproximándose a su sobrina le tomó con suavidad por el mentón, — se cuál es tu preocupación pero ya te hablé de eso, Itachi se casará con una princesa. Por favor obedece mi disposición, tal vez debería considerar comprometerte con algún miembro de la corte, así tendrás más responsabilidades y dejarás de soñar imposibles.

La amenaza implícita estremeció a Izumi, retrocedió ligeramente asustada negando con rapidez, — no es necesario, lamento haberla molestado, — con una ligera venia se retiró a prisas.

Y por primera vez desde hacía meses rogó porque Shisui demorase en traer de regreso a Itachi, el tiempo suficiente para que la corte reclamase por un sucesor.

 

~~~

 

 

 

La expresión en su general le provocó culpa, sentimiento que últimamente no podía dejar de experimentar.

—           Su majestad, — Gaara bajó de su caballo inclinándose de inmediato delante de su rey antes de erguirse para abrazarlo unos instantes, como cuando eran niños y jugaban en el castillo.

—           Me alegra verte — sonrió estrechando a su amigo, — temía que la carta no llegase a tiempo.

—           Fue demasiado repentino pero reuní a los soldados necesarios y envié órdenes en tu nombre hacia el castillo. Gaara retrocedió regresando a su corcel para sacar de entre el equipaje el oro y la espada que Naruto le había encargado.

La rauda tormenta de nieve que cayese la noche anterior había dejado un manto por completo blanco cubriendo caminos y montañas, la ciudad de Anngor se alzaba en medio del blanco escenario como una locación de cuentos.

El rey suspiró cuando le entregaron los preciados bienes, no debía tardar en regresar, dudaba mucho que su príncipe pudiese huir sin provisiones pero no quería arriesgarse, luego de la angustiante revelación Itachi había quedado dormido más por cansancio que por deseo real. Podía entender su angustia, Naruto mismo se espantó cuando aquella descompuesta aura lo rodease por unos instantes, confirmándole que las palabras del demonio eran por completo ciertas.

Estaba protegiendo a su primogénito sin importar la distancia.

Por ello se burló incontables veces del acuerdo al que llegó con Itachi para que no dañase a su hijo, quizá de haberlo comprobado mucho antes su proceder hubiese sido distinto, de todos modos nada hubiese puesto en riesgo a su hijo.

Hubiera sido capaz de asesinar al hermano de Itachi.

Invadir su reino.

Y el cautivo príncipe jamás habría tenido nada con que amenazarlo.

Hubiese sido ideal…

—           Naruto…

Negó ante el llamado y ante la desquiciada idea que se iba formando en sus pensamientos, esa que repentinamente le susurraba mantener solo un prisionero para su deleite.

—           Gaara ya está al tanto de todo.

Se sobresaltó girando en el acto, hallando a Sakura a unos cuantos pasos, su amiga le sonreía suave, envuelta en gruesas pieles que formaban su abrigo los verdes ojos lucían demasiado calmos.

—           ¿Qué? — sintiéndose más molesto se aproximó a la mujer que solo atinó a retroceder para que no pudiese tocarla. — Me has traicionado.

—           Naruto, espera un poco — Gaara lo detuvo antes de que intentara sujetar a Sakura de nuevo — créeme que de no saber la verdad no estaría aquí dispuesto a ayudarte.

Los ojos claros de su amigo se veían acusadores pese a que sus palabras sonaran tolerantes, como si toda la blasfemia que lo envolviese no fuese capaz de enloquecer a cualquiera.

—           Aun así viniste… — Naruto boqueó ligeramente contrariado, consternado en realidad al percatarse de que su general aún se mantenía leal.

—           Necesitaba confirmarlo de tu boca, oír tus razones antes de elaborar mi juicio, — suspiró sin soltar las riendas de su caballo — antes que ser el rey al que sirvo, eres mi amigo, puedes contar conmigo para superar este obstáculo.

Naruto sintió su mandíbula temblar, había apartado a sus amigos por temor a su rechazo, por la duda de su apoyo, sin embargo allí estaban dispuestos a ayudarlo sin importa que estuviese profanando cada enseñanza de la iglesia. Entonces quiso contarle todo a Gaara, cada espantoso detalle, como había descendido en la corrupción desde que el demonio le susurrase alivio hasta que Itachi se convirtiese en constante fijación.

—           Te lo diré entonces… — fue lo único que dijo antes de dedicarle una mirada fugaz a su amiga, ella era una mujer, no se atrevería a contarle los turbios pormenores sin sentirse que estaba manchándola aún más.

Y como si ella lo hubiese entendido asintió suavemente, — iré a conseguir algunas provisiones — aclaró serena apartándose con pasos suaves dejando huellas sobre la nieve.

Lucía tan tranquila, muy distinta a la última vez que se vieron, donde en medio de sollozos cumplía sus órdenes.

 

 

 

~~~

 

 

 

 

 

El hambre y la sed fueron los responsables de despertarle, si bien el cansancio hubiese conseguido que durmiese unas horas más, su agotado cuerpo también requería de nutrientes para mantenerse vivo.

Itachi parpadeó varias veces antes de aclarar su mirada, notándose solo en medio del desordenado camastro y la pequeña habitación. Se incorporó con cautela envolviendo las cobijas a su alrededor, de inmediato se dio cuenta de que la nevada había cesado, solo la gruesa capa de nieve se apreciaba por la claraboya.

Suspiró quedito poniéndose de pie con demasiada dificultad, agradeció en silencio ver su ropa en el mismo lugar que la noche anterior, con cautela la tomó revisando que la pequeña daga siguiese allí, filosa y brillante la sujetó entre sus dedos observándola con detalle casi parecía estar decidiendo que hacer con ella.

Quitarse la vida la vida era una triste imposibilidad, menos aún acabar con el espeluznante parasito que anidaba en su interior, lo más cercano a una gratificación solo llegaría si la oportunidad de atravesar la garganta de Naruto caía en sus manos. No dudaría en retorcerla con tal fiereza que ningún tendón o nervio quedaría en su lugar, machacaría hasta la vena más diminuta.

Sin cambiar su cansada mirada procedió a vestirse observando la cubeta con agua que estaba a un lado de la puerta, así que limpiándose antes terminó de cubrirse sin prisa. Una vez listo fue hacia la ventana abriéndola con cuidado dejando que el frío viento le golpeara el rostro, se mantuvo observando el cielo encapotado, aguardando porque alguna negra ave volase cerca y casi al inicio de su desespero un grácil cuervo surcó los aires graznando a lo lejos.

El plan aún se mantenía en marcha.

Satisfecho cerró de nuevo, el hambre y sed que lo despertasen hace rato volvieron a hacerse presentes, así que a sabiendas de que su verdugo le había dejado comida y agua fue hacia la diminuta mesa para comer sin animo, siendo aquello más una molesta necesidad.

Pese a saberse solo fue nuevamente aquella angustiante sensación como la que lo embargaba en el castillo la que le preocupó, como si alguien estuviese observándolo, como si nuevamente el demonio lo rondase, aguardando el momento justo para rodearlo y hacerle promesas impías que jamás aceptaría.

No importó en número de veces que recorrió el diminuto cuarto con su oscura mirada, no pudo hallar ninguna anomalía, ni siquiera su torturada mente era capaz de elaborar paranoicas ilusiones, suspiró de nuevo sintiendo amarga su saliva, entonces llevó amabas manos a su rostro, cubriéndolo para tratar de contener su desdicha para no deshacerse en llanto y amargura.

Pronto todo aquello acabaría…

 

 

 

 

~

 

 

 

Fue casi sorprendente que lo restante del viaje lo hicieran en una carreta, Itachi creía que Naruto se estaba quedando sin oro para financiar la maniática empresa, no obstante se dio a la tarea de comprar muchas provisiones, ropajes de invierno, un transporte más cómodo y una nueva espada que reposaba en su funda atada al cinturón del rey.

Era evidente que había contactado con su castillo.

Solo esperaba que aún no supiese del plan de Shisui.

No tendría por qué saberlo.

Negó antes de que la carreta se detuviera luego de un relinchido del caballo que tiraba de ella.

—           Ya casi llegamos —Naruto habló girándose para observar a Itachi para verlo a detalle, — necesitaré tus indicaciones a partir de ahora — explicó.

Itachi solo asintió viendo hacia el frente, como los pequeños senderos cubiertos por la nieve dificultaban el seguirlos, los viejos letreros casi desmantelados crujían por el viento, — por allá — alzó su delgado índice indicando la ruta a seguir. Cuando unos brazos lo rodearon por los hombros apenas si se sobresaltó ligeramente, el cálido aliento de Naruto chocó contra su cuello.

—           Necesito confesarte mis anhelos… — susurró al oído de su príncipe, sintiendo el nimio temblor.

—           Ya lo hiciste, — negó queriendo apartarse consiguiendo que el agarre se intensificase.

—           No… no como debería, no como es debido…

El anuncio solo provocó pánico en Itachi, se removió con mayor fuerza, — ahora no, debemos continuar con la marcha — habló casi ahogado, — ahora no, — repitió.

Sus palabras parecieron cobrar efecto puesto que la presa cedió pero sin dejarle apartarse del todo, — ¿entonces, será después? ¿me escucharas?

Las preguntas se sintieron más como una imposición, una obligación implícita de que debería ceder si deseaba que retomasen su camino.

—           Si… — así que asintió parsimonioso, — te escucharé pero no ahora, será cuando este viaje termine — dijo con doble intención pero fue suficiente para que Naruto lo soltase.

El rey asintió depositando un beso sobre sus cabellos antes de volver a retomar su recorrido.

Cuando el camino fue despejándose levemente su travesía terminó, habían llegado a Loch Modann, lo que fuese un gigantesco lago ahora se mostraba como un espejo natural, el precioso hielo había dejado cubiertos a los peces y los nenúfares que seguramente en primavera retornarían brillantes.

Itachi sentía su respiración algo más apresurada, como si no pudiese sentirse tranquilo como cuando le encomendaban alguna misión que hasta el momento nunca falló, pero en aquel preciso instante el peso de las instrucciones de su primo eran demasiado apabullantes.

—           ¿Es allá?

Le señalaron la pequeña casa de madera que en medio de pinos cubiertos de nieve se sintió demasiado lúgubre.

—           Si — asintió suave presionando los puños cuando la carreta se detuvo de nuevo, cuando algunos vagos pasos lo separaban del final.

—           Estoy seguro de que tu maestro podrá ayudarnos — Naruto hizo amago de sonreír, un gesto nimio carente de soberbia y malicia que solo le provocó retortijones a Itachi.

No necesitaba demostrar el más mínimo tipo de amabilidad, jamás lo aceptaría y mucho menos la agradecería.

—           Debo diferir — casi susurró — deja que yo hable con él, es imposible que puedas explicarle lo que sucede contando con toda su atención.

Curiosamente vio al rey asentir, de manera inconsciente Itachi adelantó un par de pasos recordándose lo que debería hacer a continuación, si Shisui no había tenido ningún contratiempo para llegar en los tiempos establecidos solo debería retrasar la permanencia de Naruto lo más que pudiese en aquel lugar, solo rogaba con que su maestro aun estuviese allí…

Aun estuviese lúcido.

 

 

 

La última vez que lo vio fue hace alrededor de cinco años, el ya cansado hombre desvariaba en medio de la escasa conversación lamentándose el haber perdido a alguien, el haber fallado a su reino, Itachi nunca estuvo seguro de que a refería en realidad. Cuando estuvo delante de la puerta inspiró profundo antes de decidirse a tocar.

Un par de suaves golpes antes de empujar la madera, el material rechinó ante la acción dejando que algo de nieve se colara dentro, cauto fue ingresando sabiéndose perfectamente seguido por Naruto, como el rey se mantenía demasiado alerta.

—           Maestro — habló ingresando más — soy Itachi… he venido a verlo — se anunció entrando del todo, pisando con suavidad en la húmeda madera del piso, los platos dispuestos en la mesa y la leña apilada en la chimenea lista para ser encendida le advirtieron de que alguien aún vivía allí.

—           ¿Estás seguro de que está vivo?

La molesta voz de Naruto le hizo fruncir el ceño, — lo está — aseguró acercándose más, al bulto que se asomaba tras la mesa, — maestro…

—           Tu arribo es casi… milagroso.

Entonces una rasposa y grave voz le hizo apresurar los pasos, un hombre cansado se hallaba tirado en el piso, intentando ponerse de pie sin el bastón que estaba demasiado lejos de su alcance.

—           ¿Se encuentra bien? — Itachi lo ayudó como pudo, tomándose el cuidado de que no pudiese percibir su hinchado vientre, sintiendo una molesta punzada allí cuando le ayudó.

—           Bien… bien… algo así — casi rio como si estuviese ligeramente borracho, tirando de una silla se sentó dando un hondo suspiro, su cabello era largo y frondoso, con tonos plateados en el negro espeso, el rostro agotado y con algunas arrugas hacían alusión a quien seguramente fuese un espléndido caballero. Los negros ojos tardaron más de lo normal en enfocar a sus visitantes.

—           Lamento no haber venido antes.

—           No te disculpes Itachi… si estuviste aquí hace unas semanas cuando me trajiste víveres.

Trago pesado ante la oración, no tuvo que voltearse pero estaba seguro de la expresión de fastidio en Naruto, no tardaría en reprocharle el inútil viaje, que se había equivocado confiando en la ayuda de un personaje que no conocía.

—           Maestro… Madara — se inclinó un poco más para hablarle cerca del oído — soy Itachi, la última vez que nos vimos fue hace cinco años, ¿lo recuerda?

—           ¿Cinco años? — El hombre pareció dudar, — pero la carta que envié para tu quinceavo cumpleaños debió llegar ayer… — negando se veía obviamente confundido.

—           ¡Esto es ridículo! — Naruto al fin estalló — no creí que tu maestro fuese un anciano senil, Itachi no disponemos de tiempo para estas ridiculeces.

—           Fuiste tú el que insistió en venir.

—           ¡Porque confié en ti!

La declaración hizo a Itachi dudar, se apartó de su maestro para acercase de nuevo a Naruto, —ha vivido en innumerable guerras, es ilusorio pensar que al retirarse su mente permanezca lúcida.

—           ¿Y entonces qué? No sé si lo has notado pero si insistí en esto era para dejar de ser manipulado por esa criatura, para dejar de lastimarte-

—           No busques excusas para tu degradación — acusó ligeramente envalentonado por la presencia de su maestro que definitivamente no podría ayudarlo de ninguna manera quien famélico se ponía de pie yendo hacia la chimenea. Otro pinchazo de dolor comenzó a preocuparlo.

—           Iba a encender el fuego…

Itachi se dispuso a ayudarlo ignorando la molestia progresiva, pero la exasperación de Naruto pudo más, acercándose a la chimenea se dispuso a encenderla — maldita pérdida de tiempo — despotricó irritado.

—           Yo te conozco — ante la mención de Madara ambos volvieron a prestarle atención, — te pareces mucho a un príncipe que combatí hace años. — Los perdidos ojos negros recorrieron sus muros donde las armas empolvadas reposaban como trofeos en exposición, — fue hace tanto.

—           No lo dudo, si hasta parece más anciano que mi maestro por la manera en que habla. — Sarcástico el rey sonrió cuando la chispa de fuego llegó encendiendo los leños.

—           Será mejor que descanse maestro — Itachi quiso guiarlo hacia la pequeña habitación contigua, sin embargo otra dolorosa punzada esta vez le hizo rechinar los dientes unos segundos.

—           ¿Qué sucede? — de inmediato Naruto se aproximó.

Inspiró hondo comiéndose la molestia, — nada — respondió parco queriendo apartarse.

—           Volvamos a la carre-

La voz del rey murió cuando el filo de una espada se incrustó en su hombro derecho, con tal fuerza que lo mandó de bruces contra el piso hasta clavar la punta en la madera.

Itachi palideció ante el ataque, viendo como la sangre brotaba hacia el piso copiosa en medio de un grito ahogado.

—           Por supuesto que te conozco, — de nuevo Madara habló, pero esta vez sin dudas, sin vacilaciones, erguido con suficiencia siguió presionando el mango de la espada con fuerza consiguiendo que Naruto no pudiese hacer amago de levantarse. — Eres el bastardo hijo de Minato Namikaze.

—           Maestro — Itachi retrocedió antes de que Naruto quisiese alcanzarlo presionando los dientes le veía contener el dolor, pero lo ignoró enfocándose en el otro— usted…

Madara le sonrió a su alumno apartándose del charco de sangre a sus pies, — Shisui llegó hace unas horas, ya habló conmigo.

—           Infeliz… — Naruto masculló intentando desenfundar su espada pero el hombre que hasta hace nada aparentase demencia fue más rápido, sacándola de su funda y arrojándola al fondo de la habitación.

—           ¿Es doloroso? — se mofó acomodando sus largos cabellos y tirando la harapienta manta que lo abrigase dejando ver su aun fornido cuerpo vestido con una armadura ligera de cuero, — por supuesto que lo es, ningún arma aquí es solo metal, las he acuñado por años para acabar con bestias como tú. Intenta transformarte, veamos si lo consigues.

Itachi tragó pesado, ver a Naruto desangrarse en el piso levantando escasamente sus rodillas no apartaba su azur mirada acusadora, como si lo estuviese traicionando.

—           Ahora en nombre de nuestro difunto rey te pido que apartes el sobretodo, déjame comprobar las palabras de tu primo.

Su padre había fallecido, era consciente de que aquello podría suceder en cualquier momento pero el no haber podido estar en su hogar para despedirse de su progenitor le hizo sentir fatal, quizá debido al dolor que no menguaba en su vientre bajo o al aroma a sangre al que debería estar acostumbrado sintió un vértigo fatal, Itachi retrocedió más buscando un punto de apoyo.

 

 

 

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Notas finales:

 

Lamento la demora, sin tiempo libre es difícil escribir y también me quedé sin internet, no por falta de pago (:D) fue porque voy a cambiar de proveedor, el que tenía era demasiado lento y me exasperaba, lo malo es que debo esperar hasta la siguiente semana para la instalación, así que de momento estoy fuera de red.

Gracias por el apoyo, esta historia ya se acaba, ya tengo las cuentas claras quedan dos capítulos en total. Ya después subiré otro fic de momento me centrare en terminar este y “Rapsodia”, cualquier duda y sugerencia es bienvenida, nos leemos en el siguiente.

Cuídense mucho.

 


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