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Idempotente por BackAck

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Luego de que la madre de Jeff le haya hecho un interrogatorio de película y pasar todo el día juntos, ella se fue. Al día siguiente casi todo volvió a la normalidad, solo fallaba una pequeña cosa: los pensamientos de Jeff.


Jeff suspiró una vez más, en realidad estaba cansado y ya no quería leer más de aquel libro, los ojos le picaban como si se le estuvieran incrustando agujas. Suspiró y se dejó caer sobre su escritorio, liberando una buena cantidad de aire y quitándose las gafas de lectura. Se sentía cansado y, aunque un importante examen final esté cerca, él no sentía aquella descarga adrenergica que tanto adoraba sentir durante épocas de exámenes. Eso le estaba preocupando y por cábalas creía que en aquel examen le iría mal, pero su cuerpo realmente le estaba pidiendo a gritos un descanso.


—Solo unos minutos —susurró, cerrando los ojos y subiendo los brazos sobre el libro, estos sirvieron de almohada mientras que posaba su cabeza sobre ellos y se dispuso a descansar.


Ya sé de dónde Jeff quitó toda esa belleza, aquellas palabras volvieron a su mente, haciendo que el sueño y cansancio desaparezcan en solo un segundo, aquella sonrisa cálida y casi burlona se había grabado con fuego en su memoria y no podía quitar la imagen del leve sonrojo de Jack al levantar su cabeza con aquellos ojos brillantes y llenos de vida luego de estar olfateándolo aquella vez.


El omega suspiró. Sinceramente es algo lindo. Jeff se sorprendió a sí mismo teniendo esos pensamientos y abrió los ojos de golpe.


—Aaaahhh, ¡Idiota! ¡Idiota! —se reprendía mientras que simulaba darse golpes en la cabeza con el escritorio. Su escena fue interrumpida por la puerta de su departamento siendo tocada, por razones obvias solo pensó en aquel acosador alfa quien obviamente estaba tras aquella puerta y lo esperaba con esa cálida sonrisa de lado que el omega detestaba, siempre apestando a almendras.


—¡Jeffrey! —cuando abrió la puerta para echar al alfa, una persona con cabellera rubia saltó sobre él alegre y con los brazos abiertos. Jeff solo abrió de golpe los ojos cuando sintió a Natanael pegándose a él en un abrazo y sintiendo la abultada barriga de este sobre su propio abdomen.


—¿Qué haces aquí? —preguntó Jeff con extrañez mientras se liberaba del abrazo de su amigo y lo observaba confundido.


—¿Esa es la manera de recibirme? ¡No me hagas llorar, Jeff! —decía con fingida tristeza mientras exageraba un puchero con los labios. Jeff solo sonrió levemente mientras rodaba los ojos e hizo pasar al omega embarazado dentro de su casa. Le ofreció té y este aceptó, Jeff aprovechó el momento para llenarse el estómago con algo y sirvió unas galletas que su madre había preparado para él. Se sentó en el sillón más pequeño de la sala mientras que el omega rubio se acomodó en el más grande y tomaba aquella taza para empezarla a beber.


—Y dime, ¿cómo te ha ido? —el rubio estaba muy interesado en conocer de nuevo a su viejo amigo, simplemente que ese amigo se volvió un hueso muy duro de roer, Jeff era un testarudo de lo peor. El aludido tomó una galleta y se la llevó a la boca.


—Como siempre ¿por qué preguntas? —dijo con una casi fingida curiosidad.


—Porque he estado pensando sobre el día de mi boda y lo raro que te portaste luego de aquello, desapareciste apenas la ceremonia acabó y eso me hizo sentir algo solitario a decir verdad —Jeff bajó la mirada avergonzado—, pero eso es un cuento aparte. Lo que me preocupa es que tú tienes el aroma de mi hermano ¿Acaso creyeron que no lo notaría? —dijo con una risa que daba miedo a Jeff, este solo negó con la cabeza.


—Jack y yo no tenemos nada —dijo, evitando la mirada del contrario mientras tomaba de su taza, luego suspiró—. Él ha estado tan cerca mío durante tantos meses que su aroma se impregnó en mí, es molesto pero al menos otros alfas ya no me molestan, al parecer el aroma de Jack les parece amenazante.


Natanael abrió los ojos como platos y una gran sonrisa se escapó de sus labios.


—Jack te ha marcado —dijo el rubio emocionado, a lo que Jeff negó con rapidez y bastante asustado—. Sí, lo ha hecho —Natanael estaba cada vez más contento, su felicidad era directamente proporcional a la rabia de Jeff—. ¡Ay, qué felicidad!


—¡Él no me ha marcado y no lo hará! —explotó, Natanael solo dejó su sonrisa de lado para ofrecerle una expresión apacible a su iracundo amigo, quien suspiró—. Es en serio —dijo ya más calmo mientras que levantaba levemente su ya largo cabello castaño y mostraba su cuello—. No tengo ninguna marca aún.


Natanael asintió, mostrando una sonrisa.


—Yo no hablo de ese tipo de marcas, hablo de... ya sabes... los destinados —quiso ser delicado, sabía que ese tema no era del total agrado para Jeff, pero sorprendentemente este le dejó continuar con su explicación—. Hay una vieja leyenda sobre que las parejas destinadas pueden marcarse sin necesidad de una mordida, por eso creo que...


—Jack es mi pareja destinada —continuó el monólogo de su amigo, Jeff suspiró, ya eran dos personas quienes se lo decían—. Lo sé —se rindió.


—¿Lo sabes? —una gran sonrisa surcó los labios del omega rubio, con felicidad acarició su abultada barriga y habló tierno a su hijo nonato —. Mira pequeño, es tu tío Jeff.


Jeff solo desvió la mirada, le molestaba ver aquello ahora que había aceptado que Jack era su alfa destinado, pudo olerme aunque no tenga olfato, pensó y todo era tan obvio que él solamente quiso que la tierra lo tragara. Quizás solo intentaba negarse a todo, obviamente lo seguiría haciendo frente al alfa, pero era hora de ser sincero con su antiguo mejor amigo.


—Natanael —el castaño lo quitó de su conversación con la criatura nonata—. Jack pudo detectar mi aroma.


 

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