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Idempotente por BackAck

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Jeff se separó levemente de aquel alfa, observó sus ojos azules como el cielo y aquella sutil sonrisa que se formaba en sus labios al sentir los brazos del omega rodearlo con tal necesidad. Jack se acercó a los labios del menor, tentando a la boca de Jeff a concluir aquel abrazo necesitado con un beso, pero Jeff al verlo abrió los ojos como platos y empujó al chico usando todas sus fuerzas, cuando Jack estuvo a medio metro del omega, Jeff se acercó y empezó a golpear el pecho del contrario con sus nulas fuerzas.


—¡Te odio! ¡Te odio maldito imbécil! —las comisuras de sus ojos resguardaban celosas unas lágrimas que no querían soltar, Jack sujetó al omega de los antebrazos y este solo se puso a la defensiva alejándose de él—. ¡No entiendo por qué no pudiste decirme nada sobre lo que sucedió! ¡En cambio tenías a otro omega en tu casa! ¡Eres de lo peor, un tipo repugnante!


—Jeff... no es lo que piensas —decía el alfa quien quería acercarse a él, Jeff frunció el ceño y vio al lado suyo a aquel intruso que se había acostado con su alfa, lo odiaba, odiaba que tenga su... ¿qué? Jeff se descolocó, aquel omega no tenía olor alguno, al menos él no lo detectaba, ni siquiera detectaba el aroma de Jack en su cuerpo. Observó a este confundido y el alfa se frotó el puente de la nariz—. Noah es un beta, no es un omega —un suspiro se escuchó—, mira, él es amigo de Natanael, ayer cuando tuvo aquel accidente Noah estuvo con él todo el día y solo le ofrecí ir a mi casa para que descanse un poco. Créeme que no estoy para pelearme contigo en estos momentos y, aunque me encante hacerlo, estoy muy preocupado por mi hermano.


Jeff se sentía avergonzado, su ira se calmó en solo segundos y sentía que todo ese dolor en su pecho estaba asfixiando a su corazón, estaba confundido y una parte suya quería descargar todo aquel rencor que juntó durante ese día en el que se pasó maldiciendo al alfa, el omega apoyó una mano en su pecho y observó al alfa mientras que comprimía con ira su mano en un puño.


—Yo... —miro al chico beta, luego miró a Jack—. Yo... —desvió la mirada para observar a algunas enfermeras que se paseaban por el lugar y a un par se personas sentadas en la sala de espera, se sentía mal, sentía cómo sus dedos eran atacados por un frío inexplicable, ¿qué era? ¿acaso vergüenza? ¿acaso quería disculparse? Debería hacerlo, había molestado al alfa cuando este solamente hacía su trabajo siendo un hermano mayor responsable y preocupado, se sentía mal porque él no conocía ese sentimiento de pertenencia en aquel extraño lugar—. Yo lo siento —dijo en un susurro, bajó la mirada, jamás se había disculpado con aquel alfa y sentía su orgullo quebrado por hacerlo, lo odiaba, pero no podía negar que ese idiota le causaba un sentimiento inexplicable—. Lamento haber sido un idiota —las palabras de Jeff fueron acompañadas de lágrimas que sus párpados ya no pudieron sostener—. Lo lamento, Jack, pero tuve mucho miedo, tuve miedo de que te alejes, te odie porque creí que me habías cambiado tan fácilmente y te detesté cuando me ignoraste de tal manera luego de que me fui de tu departamento —observó sus manos hechas puños y sus nudillos perdían el color ligeramente—. Yo te odio, Jack, en serio lo hago —sus palabras fueron dirigidas a Jack cuando el omega levantó el rostro y le enseñó una afilada mirada—, te odio tanto que creo que he llegado a cogerte aprecio, es extraño, pero...


Jeff fue interrumpido, los brazos del contrario tomaron su cuerpo con necesidad, el omega se sorprendió al sentir aquella calidez ajena tan cerca suyo y el alfa no podía estar tan feliz al tener a su omega a su lado, Jack solo cerró los ojos e inhaló el aura de Jeff, llenándose de aquella esencia que tenía toques bastantes diferentes a la última vez que tuvo la oportunidad de hacerlo. Jeff solo se dejó abrazar mirando a la nada, sin mover sus brazos y quedándose tiezo entre los brazos del contrario. Noah aprovechó el momento e hizo señas a Jeff para que siguiera el abrazo a Jack, el omega no hizo caso, estaba demasiado ensimismado.


—Hueles mejor que la última vez —un susurro caló su piel y no pudo decir nada teniendo a aquel alfa tan cerca suyo, y menos pudo replicar aquellas palabras cuando sintió la mano ajena posarse sobre su aún plano vientre—. Es por él, ¿verdad? —su piel se erizó, Jack soltó una risita, le encantaba aquella tierna reacción, pero si decía al omega que era tierno quizás este termine asesinándolo—, me haces tan feliz, violencia con patas.


Jeff se alejó con un leve empujón y observó al alfa con disgusto.


—¡Yo no soy una violencia con patas! —dijo con la cara roja, roja por la vergüenza de aquel acercamiento tan íntimo, Jack rió con sorna y se acercó a Jeff nuevamente.


—Claro que no —dijo con ironía—. Jeff, ¿recuerdas cuando te dije que jamás sería capaz de hacerte daño? —el omega frunció el ceño y asintió confundido, claro que lo recordaba—. Bien, pues eso no fueron simples palabras —el corazón de Jeff se tranquilizó por unos segundos y se permitió una sonrisa de lado, Jack al ver esa sonrisa pensó que quizás podría llenar su mundo solo con ella—. Te quiero.


El sonrojo subió a la cara de Jeff, haciendo que este bajara la mirada ¿por qué tales palabras hacían que su corazón entrara en un estado de braquicardia? ¿lo asustaba? ¿lo emocionaba? No lo entendía, solo sabía que ese alfa tenía la capacidad de revolver todo su mundo con aquellas palabras, se aseguraría de que no lo diga de nuevo, quizás. Una mano tomó la barbilla de Jeff y el alfa observó aquellos oscuros ojos que contrastaban con el color rosáceo de sus tiernas mejillas. Se miraron por un tiempo que parecía casi infinito, hasta que una voz los despegó.


—¿Quieren ver a esa bola de carne toda rosada que se hace llamar Thomas? —era Noah quien venía con una sonrisa de bobo que quebraba su rostro de lado a lado, la pareja lo observó y luego sonrieron para ir junto a Noah hacia los cuneros en donde se veían algunas enfermeras al rededor de la incubadora en donde Thomas, el hijo de Natanael, se terminaba de desarrollar para el mundo.


Jeff sonrió enternecido y creyó que quizás era hora de dar una oportunidad a aquel alfa quien lo estaba tomando de la mano con una emoción desmesurada, casi implorando que Jeff empiece a ser feliz de una maldita vez, el omega relajó su expresión y, sin mediar alguna palabra y sin siquiera pedir permiso, se permitió reposar su espalda sobre el pecho de Jack mientras observaban detrás de ese vidrio. Ninguno de los dos dijo algo sobre aquella posición y menos sobre esas manos que tiernas se entrelazaban sobre el vientre que ahora resguardaba una vida.


 

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