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Idempotente por BackAck

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Jeff suspiró cuando dejó de escribir, era el último examen y estaba agotado tanto física como mentalmente, levantó la mirada para observar al alfa quien seguía escribiendo como si su vida dependiera de ello, Jeff estaba preocupado de que le vaya bien. En la última semana el omega había ignorado por completo al alfa alegando que debía estudiar y descansar el doble ahora que alguien más consumía su ya escasa energía. Por supuesto que Jack respetó esto por sobre cualquier cosa, aunque eso no evitaba que el alfa vaya a casa de su vecino para preparar alimentos que serían saludables para su pareja. Y en ese, su último examen, quizás Jeff haya perdido aquella "paz" que tenía al no tener tan cerca suyo al alfa en aquellos momentos de tanta... sensibilidad.


Jeff apartó la vista del alfa y se levantó del asiento, como siempre, era uno de los primeros en hacerlo. Entregó la hoja a uno de los doctores y tomó su mochila que reposaba sobre el suelo. Se quería alejar de aquel lugar cuanto antes, no quería que el alfa terminara aún y lo arrastre a aquella clínica como si Jeff fuese un costal de patatas. Porque sí, ese día sería la primera vez que irían a una consulta médica para valorar el embarazo de Jeff. Su corazón latía verdaderamente rápido y estaba emocionado de ver cuánto creció aquella vida que llamó "frijol" la primera vez que lo vió. Era tan pequeño y no podía esperar a verlo ser más y más grande. De repente, un sentimiento de felicidad acarició su corazón y se sintió verdaderamente bien.


-¿Ya nos vamos? -el alfa había aparecido a su lado, con aquella característica sonrisa de lado a lado y con la mochila colgándose de uno de sus hombros, Jeff se levantó del asiento en donde lo estaba esperando y siguió su paso-. ¿No quieres comer algo antes de ir?


Jeff asintió, en realidad estaba hambriento pues esa mañana se había saltado el desayuno para no llegar tarde al examen del que acababan de salir.


-Quisiera comer comida japonesa -Jeff siempre tenía antojos de comida extranjera, Jack sonrió pues recordó cuando lo obligó a cocinar paella cuando este no sabía ni hacer agua hervida. El alfa pidió consejos a su madre, obviamente sin comentar el embarazo de Jeff, y esta lo ayudó con gusto; ese había sido un momento de suerte. Luego Jack empezó a consultar montones de libros y sitios de internet solamente para consentir a... ¿su omega?


Y en ese momento recoraba que habían olvidado hablar de algo muy importante. Jack recordó hablar de ello mientras observaba cómo Jeff se permitía llenar la boca con un takoyaki que sostenía con unos palillos.


-Jeff, ¿qué somos? -preguntó el alfa sonando tan despreocupado mientras observaba una de aquellas bolitas de pulpo. Jeff lo observó con la boca llena de comida, masticó rápidamente mientras que sopesaba aquella pregunta tan repentina, no tenía idea de cómo responderla, pues no había marca y ni siquiera estaban saliendo. Bien, Jeff pensó en ser maduro por primera vez pues quería empezar a serlo ahora que necesitaría cuidar a alguien más que a él mismo.


Y eso lo tenía más que preocupado, el omega se consideraba un desastre para todo lo referente a lo que los omegas deberían hacer según los tradicionalistas. ¡Ni siquiera podía cocinar para sí mismo! Pero, por ese momento, intentaría sentar cabeza y hacer como si ese repentino golpe a la realidad no lo afectara. A pesar de esto último, juntó sus manos sobre su regazo, como creyendo que al formar esa barrera nada ni nadie podría sobrepasarla e ingresar a su zona de confort. ¡Pero ese alfa ya se había metido hasta en sus huesos!


-Bueno, pues... no somos amigos -dijo, Jack frunció el entrecejo y dejó al omega continuar-. Los amigos no tienen un hijo juntos, ¿verdad? -dijo en medio de una sonrisa, Jack relajó su expresión y se dejó contagiar por aquel ambiente más relajado.


-Es que me preocupa de que ni siquiera sepamos qué relación tenemos -Jack realmente estaba actuando como una persona muy madura para su edad, el omega admiraba esto a más no poder y eso lo hacía sentir seguro. La madurez de Jack podría opacar todas aquellas infantiles rabietas de Jeff, en un momento, el omega se permitió romper su escudo, pues sentía que sería bueno dejar a aquel alfa ingresar a su zona de confort.


-Yo creo que podríamos intentarlo -Jeff quería imitar aquella madurez, pues tendría un hijo y debía salir adelante sea como sea, pero aún así el sonrojo abarcaba todo su rostro y hasta sus orejas estaban coloreadas de un carmín extremadamente tierno ¿por qué se sonrojaba? Jeff sabía que se encontraba al rojo vivo por el calor que su rostro sentía. En un momento, un alfa de la mesa contigua se giró para observar a aquel muchachito que despedía un aroma realmente encantador. Jack intimidó a este con una afilada mirada que dejaba en claro que ese omega era de su propiedad, Jack sabía que el aroma de Jeff cambió ligeramente, era más exquisito y le daba la misma sensación que la miel al raspar su garganta.


Aunque el alfa solamente podía oler el aroma de Jeff, eso le era más que suficiente, porque así en ese momento podía detectar la vergüenza salir de los poros ajenos. Le encantaba poder comprender a su amado con aquel sentido.


-Por supuesto, podríamos hacerlo -Jeff levantó la mirada hacia aquel alfa y se permitió una sonrisa de lado a lado. Sí, dejaría de ser tan egoísta a pasar a ser solo un poco egoísta. También debía velar por una vida más.


-Solamente quiero saber algo -Jeff tomó otro takoyaki con sus palillos y apuntó al alfa con este-. ¿Por qué ese beta asqueroso estaba desnudo en tu departamento? -Jack hizo una mueca, no entendía por qué se lo preguntaba ahora y no durante su rabieta. Solo sonrió de lado y observó al omega.


-Tuvimos sexo salvaje aquel día, el pobre se quejó de que no podía sentarse porque anudé en él y tuvo una hemorragia anal -Jeff dejó caer su takoyaki, observó al alfa con una expresión sorprendida y luego dejó que sus labios se estiraran en una sonrisa que hizo a Jack sonreír nuevamente. Esas sonrisas se convirtieron en grandes carcajadas que inundaron el lugar en donde estaban comiendo. El ambiente no podría ser mejor y Jeff no podía creer que se estaba riendo de un chiste que contenía algo tan desagradable como una hemorragia anal. Aunque sabía que solamente aquellas personas que se encontraban en el campo de la medicina podía reír con algo que haría a otros tener arcadas.


Más tranquilos y con menos pesares, ambos tomaron rumbo a la clínica, en el auto Jack explicó al omega que Noah no tenía cambio de ropa y entonces le ofreció su lavadora y ducha para poder estar más limpio luego de más de un día sin tomar una, eso por supuesto que tranquilizó a Jeff. Llegaron a la clínica en donde esperaron sentados en unas sillas, Jack sostenía la mano de Jeff emocionado, sería la primera vez que vería a su hijo y estaba demasiado feliz con aquello. Esperaron unos minutos hasta que una enfermera dijo el nombre de Jeff en el pasillo y la (ahora casi oficialmente) pareja se levantaba para ingresar a aquel consultorio que ambos jóvenes veían como el trono de algún Dios, por supuesto, era el sueño de ambos.


El doctor, uno muy amable, hizo preguntas de rutina a ambos jóvenes. Por supuesto que no dejó de extrañarlo un caso de un omega embarazado sin marca, pero lo dejó pasar. El médico en sus años de experiencia sabía que un omega que no estaba marcado o uno que fue violentado y quedó embarazado podía abortar espontáneamente en cualquier momento, las razones eran desconocidas, pero eso es lo que estimaba la cifra de la mayoría de omegas en ese caso. Jeff se sintió ligeramente incómodo durante toda la consulta, el Doctor le recetó algunas pastillas hechas con ingredientes naturales para evitar los mareos que no dejaron al omega estudiar durante tiempo y, además, un amplio cóctel de vitaminas y minerales que es mejor no mencionarlos. El galeno mencionó sobre la alimentación y Jack orgullosamente contó que él era quien cocinaba para Jeff, eso hizo reír al mayor quien no había visto jamás a un alfa tan emocionado por su pareja, normalmente la mayoría de los alfas eran fríos y cortantes, a veces estos ni siquiera aparecían en las consultas, pero ese joven era diferente y el doctor lo sabía.


Luego de unos momentos dejaron a ambos pasar a una sala contigua en donde se encontraba una camilla y aparatos parecidos a los de la Doctora Inés. Jeff ya sabía qué hacer así que se sentó en aquella camilla sintiendo la mano del contrario sobre la suya, en ese monento ya no de sintió tan pequeño como hace unas semanas, cuando empezaba a entrar en pánico sobre una camilla parecida a esa. Dejó que aquella felicidad que sintió al estar con Jack reconfortara su corazón y una sonrisa recorrió su rostro al sentir el viscoso gel sobre su vientre siendo esparcido por el transductor.


-Veamos qué tenemos aquí -el galeno se reacomodó los lentes observando con detenimiento la pantalla en donde se encontraban aquellas manchas-. Mmm, definitivamente tienes entre siete y ocho semanas de embarazo, no puedo notar muy bien su cabeza porque su posición no nos deja hacerlo.


Jeff estaba atento a lo que el médico decía, pero Jack estaba en otro mundo obsevando aquellas manchas totalmente desfiguradas que era su bebé, era suyo y de Jeff ¡Y eso lo tenía más que feliz! Podía llenar todo su cuerpo y su corazón en ese instante, podía ver la forma del aún pequeño cuerpo de su hijo. Se sentía dichoso de ser él quien estuviera al lado de Jeff en ese instante y deseaba llenar de besos a su ya no tan violencia con patas por darle aquel hermoso regalo, no lo notó, pero sus ojos se cristalizaron y una traviesa lágrima de felicidad se dejó deslizar por su mejilla.


-Jack, ¿te encuentras bien? -Jeff observaba por primera vez a un alfa llorar. No tenia expresión alguna, pero esa pequeña lágrima que acariciaba su mejilla daba a entender todo lo que sentía. Jack tomó la mano del contratio y la besó con vehemencia mientras que cerraba los ojos y susurraba un "gracias" que solo Jeff pudo escuchar. El médico preguntó a Jeff si es que el alfa necesitaba atención-. No, déjalo, se puso muy sensible.


-Vaya, pero qué alfa tan extraño -el médico rió-. Bien, como te decía, no podré medirlo pues su posición no me deja hacerlo, pero por tu estado de gestación puedo decirte que tiene entre uno y dos centímetros desde la corona a las nalgas.


-¿Dos centímetros? -Jack levantó su cabeza mostrando una gran sonrisa a ambos lados, el médico solo asintió a su pregunta que quizás fue retórica. Jack observó a Jeff y midió imaginariamente con los dedos de sus manos-. Dos centímetros, mi amor, esto es hermoso.


Jeff adquirió color en sus mejillas, no pensó jamás que aquel alfa lo llame "mi amor" por primera vez frente a otra persona, pero culpó de esto a la emoción del alfa.


Y la felicidad de Jack aún no cabía en sí mismo.


 

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