Jack observó la nota, aquellas prolijas letras las conocía de memoria y aquellas palabras lo confundía. Levantó la cabeza para observar su desolado departamento, el que hace solo unas horas había dejado de tener el aroma de su pareja. Observó de nuevo la nota ¿Idempotente? ¿Qué carajos Jeff quería decir con eso? ¿Acaso nunca amó a Jack como para entregarse por completo? Jack era capaz de hacer todo por él, pero este no quería. Era capaz de tener una vida y una familia con él, pero este no lo quería. Entoces, ¿qué no estaba claro en la mente de Jack? Si era más que obvio que Jeff nunca lo quiso.
Porque si eso era idempotente, sus sentimientos también terminan siendo los mismos y no sufrirían cambios. Pero no lo entendía, Jack solo se sentía dolido porque pensaba que Jeff había empezado a recuperarse de aquel terrible incidente, había pensado que iniciarían una nueva vida más tranquilo, una vida donde recordarían a su pequeño con cariño y una marca luciría en el cuello de Jeff, y claro que el omega tendría una sonrisa de oreja a oreja mientras besaba las rosadas mejillas de sus bebés, porque Jack estaba dispuesto a darle muchos, todos los que él quisiera.
Pero Jeff no lo quería.
¿Por qué no lo quería? ¿Por qué el miedo hizo que corra, que huya, solo para salvar sentimientos que ya estaban muertos? La mente del alfa se sentía abatida, confundida y deprimida, él ama a Jeff, lo hace con intensidad y lo sentía cada vez que besaba sus labios o cada vez que repetía aquellas sagradas palabras, sabía que Jeff aún no lo había superado del todo ¿cómo hacerlo? Pero creía que esas sonrisas que mostraba por las mañanas y esos besos delicados que se atrevía a dar de vez en cuando eran la prueba en vida que estaba mejorando, aquellos llantos y esos ánimos que eran arrastrados constantemente solo eran parte natural de un duelo como el suyo.
Todo indicaba a que Jeff lo estaba superando, en especial ese día cuando este se atrevió a meterse en la cama del alfa una noche y unirse con amor y deseo, perfecto, irreal, casi fue un momento efímero, pero duró todo el tiempo que Jack pudo soñar, teniendo al omega entre sus brazos y sentir la calidez del cuerpo ajeno solo para luego escuchar un susurro de disculpas de sus labios ¿por qué se disculpaba si nada de lo que había sucedido lo pudieron prever? Jack acariciaba su cabeza reconfortando al chico quien derramaba pequeñas y saladas lágrimas en silencio sobre el pecho de Jack. El alfa pensó que él se sentía culpable por lo que había sucedido con su bebé. En realidad se estaba disculpando antes de desaparecer de su vida.
Por su cobardía.
Jack suspiró y observó de nuevo la nota ¿Pero qué demonios hacía sentado en aquel sillón recordando al omega y no buscándolo? ¡Él más que nadie sabía que ambos se amaban! Tomó su chaqueta y las llaves de su auto mientras que iba bajando las escaleras del edificio como un loco, no dejaría que su omega se atreva a huír de esa manera tan egoísta ¿Acaso pensó en algún mísero momento que Jack no sentiría nada y podría continuar su vida con una sonrisa que agrietara su rostro? ¡Claro que no! Y eso ponía iracundo al alfa, quien se sentía bastante rebajado por la actitud de su pareja. Llamó a su hermano menor esperando obtener el paradero de Jeff, pero solo obtuvo un "Ya no hablo hace semanas con él" en tono de preocupación, Jack frunció el ceño y agradeció a su hermano a pesar de todo. Solo lo meditó unos segundos para luego tomar camino hacia la casa materna de Jeff, estaba bastante ansioso por encontrarlo ¿Qué era esa sensación? ¿Miedo? Claro, temía perder a su precioso pedazo de cielo, aunque este la mayoría de las veces se ponga gris siempre le mostraba un arcoiris luego de la tormenta. Jack sonrió por tal comparación y no evitó sentir un vacío en su pecho.
No existía una marca en el cuello de Jeff que obligara al lazo aparecer, entre ambos existía un lazo bastante fuerte a pesar de ese detalle no existente. Era extraño, casi prehistórico, casi instintivo. Jack sintió su corazón encojerse cuando vio un camión de mudanzas frente a la casa de la madre del omega, frunció el ceño nuevamente y estacionó el auto para acercarse a una pareja, el omega de esa pareja tenía una mirada nerviosa y paranoica mientras que se frotaba con protección el prominente vientre, a Jack esto descolocó por un momento y solo se dirigió al alfa, quien se veía más seguro y menos nervioso.
—Discúlpeme, esta casa, ¿conoce a quién se la vendió? —preuntó siendo cortés y sin dudarlo un solo segundo, el alfa desconocido lo observó con sus oscuros y profundos ojos. Casi al instante de aquel choque tan profundo, negó con la cabeza.
—Lo lamento, hicimos las transacciones con la compañía de inmuebles.
Y luego de dar las gracias, Jack se alejó nuevamente hacia su auto ¿dónde demonios Jeff se había metido así de rápido? Se sentía vacío, molesto y despreciado por la única persona que deseó en toda su vida. ¿Acaso había hecho algo malo? Levantó la mirada y observó a aquella pareja que entraba a la casa, el alfa sujetaba al omega con cariño mientras este se frotaba el vientre ¿por qué no podían ser así Jeff y él?
Encendió el auto y fue hasta la universidad, pidió información sobre Jeff y la secretaría le dijo que él había hecho unos trámites para continuar la carrera en otro lugar. Jack quiso saber más aún, pero esos datos ya estaban restringidos y, obviamente, la universidad debía respetar la privacidad de sus estudiantes.
Habían pasado meses desde la ida de Jeff, obviamente Jack jamás se recuperó por aquel acontecimiento y solamente sentía cómo su corazón se estrujaba con fuerza cada vez que recordaba a su hermoso omega, lo recordaba con cada fotografía y con cada prenda o utensilio personal que había olvidado aquel día que se fue. Se sentía decaído la mayor parte del tiempo y ni su hermano ni su pequeño sobrino lograban ayudarlo, porque mostraba una falsa sonrisa en las calles, en la universidad, en su familia. Pero el dolor seguía latente, como si la herida jamás se hubiera cerrado y jamás se cerraría.
Pasó un año y aunque Jack contratara a un detective privado para que buscara al omega, este casi nada pudo hacer, era como si la tierra misma se lo hubiera tragado y Jack pensó lo peor en el peor momento.
¿Y si Jeff había decidido acabar con su vida?
No, ni pensarlo, Jack sabía que él no sería capaz de hacerlo, lo sabía porque el chico tenía metas y sueños. Convertirse en neurocirujano era uno de ellos. Y cuando Jack tuvo que tomar una especialización decidió por esta, porque creía que tarde o temprano terminaría encontrándose con el omega. Pero eso no sucedió.
No hasta unos dos años más tarde.