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Idempotente por BackAck

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Jeff movía el lápiz entre sus dedos mientras que observaba con distracción aquella maceta que había metido a su casa, se había encargado de regar a las frescas flores y abastecer a la maceta de una base para que el agua no se escurra. Ahora simplemente obsevaba a las flores mientras que con parsimonía iba metiendo el lápiz entre los labios en una acción de acto reflejo o tic nervioso, empezó con la tarea de morder el lápiz.


Pero qué demonios estoy haciendo, se dijo cuando apartó el lápiz de los labios y se dedicó una vez más a su libro. Eso duró muy poco, el tiempo desde que despegó la mirada de aquellas flores y el sonido de llamada entrante desde su móvil, que hizo a Jeff levantar el móvil y observarlo con confusión. ¿Qué hacía Natanael llamándolo? Hace ya demasiado tiempo que no hablaba con el chico de cabellos dorados y mirada traumatizada, su mejor amigo en la preparatoria en donde consideraban a Natanael el omega más sexy del instituto.


-¿Hola? -dijo con confusión a la línea.


-Jeff, querido amigo -algo estaba raro con la voz de su amigo, era mucho más suave y manza que lo que recordaba. Jeff hizo pasar saliva, ya suponía lo que había sucedido con Natanael y eso le entristecía demasiado.


-Es quien habla -respondió, se escucharon algunas risas del otro lado y Natanael volvió a hablar.


-Pero qué felicidad ¿cuánto ha pasado? ¿Dos años y medio? -los omegas solo rieron al unisono y el rubio continuó con su plática-. Quería invitarte a mi boda.


Ya lo suponía, quiso decirle, pero era su amigo y no debía tratarlo mal ni mucho menos burlarse de su felicidad ni de lo que Jeff no era capaz de hacer como omega que era.


-¡Pues felicidades! -exclamó con una felicidad algo fingida. Mientras que su omega amigo ofrecía una risa más calmada.


-Realmente aún no estás de acuerdo con casarte, ¿verdad? -preguntó, ese chico realmente conocía a Jeff.


-Nop, ni siquiera quiero pensar en ello, tengo demasiadas cosas por las cuales preocuparme en este momento -decía mientras golpeaba levemente su lápiz por su cuaderno, ¿algún tic?


-Bueno, cada uno decide sobre su vida -eso le encantaba de aquel omega-. Espero que vengas y si quieres trae a algún amigo tuyo, no sé, algún novio que tengas por ahí -dijo el omega en medio de una risa y con un tono que no agradaba a Jeff.


-Ya te dije que tengo mejores cosas que hacer que encontrar a alguien con quien follar -dijo, Natanael rió con soltura.


-Ese es el secreto, Jeff. Tú no follarás, te follaran que es lo contrario.


Una risa se escuchó de ambos omegas, y luego el rubio dijo que enviaría a su amigo un correo con la invitación y que cuando se encuentren, Jeff se sorprendería de sobremanera. Cuando el correo apareció, notó que era una boda demasiado grande. Jeff suspiró, pues sabía que su amigo siempre se merecía lo mejor de lo mejor en cualquier ámbito y su boda no sería lo de menos. Se sintió feliz por él, porque siempre encontraba problemas respecto a las parejas y ahora se escuchaba demasiado feliz.


Seguramente su alfa es un tipo de la alta sociedad, pensó Jeff pues era casi imposible que un omega llegue a obtener tanto por manos propias.


Ahora solo debía preocuparse en entender su elección e ir a la boda de su amigo. No quería admitir que en el fondo se sentía triste por él, porque estaría unido a alguien durante toda su vida.


•§•


-Jeff, quisiera hablar contigo -dijo un alfa de cabellos oscuros que estaba un año más adelantado que el omega. ¿Cómo lo conocía? Era simple, todos los alfas lo conocían porque era uno de los pocos omegas que habían en la facultad de Ciencias Médicas.


-Dime -y era sorprendente la tolerancia que Jeff tenía, más en la última semana, cuando los alfas dejaron de perseguirlo de repente. Era extraño pero se alegraba por ello.


-Es sobre aquel alfa quien te marcó, si tu no lo querías yo podría ayu...


-Espera, espera, espera -Jeff agitaba las manos con molestia-. ¿De qué demonios hablas? ¿Marcarme? Yo no estoy marcado -decía asustado, pero el alfa frunció el ceño y luego soltó una risa.


-Jajajaja, ¿quieres que te creas? Apestas a alfa y no sé si ya te has dado cuenta de que los otros alfas ya no te siguen. Vaya... si que eres distraído, pero aún así me gustas mucho. Podría ayudarte a quitarte la marca de aquel alfa -decía el azabache mientras se acercaba a Jeff con una mirada amenazante-. Vamos, pequeño, hazte querer. No eres más que un omega que debe complacer a los alfas que te lo pidan, como aquel alfa a quien te entregaste, fue durante el celo, ¿verdad? Sí que eres una prostituta como todos dicen.


Jeff estaba asustado, en poco tiempo el aura de aquel alfa había cambiado por completo y su aroma hacía al omega sudar frío y alejarse pequeños pasos mientras que el contrario se acercaba. Él no quería eso, debía estar ahora en su casa admirando aquellas flores y no con ese alfa quien lo intimidaba de sobremanera.


-Y-yo no sé... no sé de lo que ha-hablas -el aroma que el omega expedía era de puro miedo y eso adoraba el alfa, quien lo tomó de las muñecas para sacudir su delgado cuerpo y hacer que levantara su mirada hacia el alfa que lo sometía.


-Vamos Jeff, todos en la universidad saben que eres de esas personas-


-¡No! ¡Yo no soy así! -gritó y el sonido de la piel siendo golpeada sonó por aquel pasillo desolado, la mano del alfa había caído con brusquedad sobre la mejilla ya pálida del omega, este solamente soltó unas lágrimas mientras que sus manos eran sostenidas sobre su cabeza.


-Eres un idiota, cómo te atreves a gritar a un alfa, parece que no te han educado como a un omega debe educarse. Pero de eso yo me encargaré, además de quitar aquel asqueroso aroma de ti.


-Su-sueltame -decía el omega implorando perdón mientras el alfa se dedicaba a meter sus manos bajo la camisa del contrario. Jeff cerró fuertemente los ojos, no quería aquello, pero ya no quería luchar, solamente esperó lo peor mientras que era tocado.


Pero el agarre del alfa se debilitó de repende y Jeff cayó al suelo mirando con sorpresa cómo Jack arrastraba al alfa hacia atrás y este se defendía poniéndose a la defensiva.


-Vete, Jeff, déjamelo a mí.


Y el omega no lo dudó un segundo. Recogió su mochila y bajó su camisa nuevamente sobre su abdomen, huyendo de ahí con los ojos llenos de lágrimas. No entendía lo que sucedía y menos entendía por qué ese alfa había hecho aquello. ¡El no estaba y no estaría marcado jamás! Además, le parecía frustrante, pero agradecía que aquel acosador esté acosándolo en ese momento.


 

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