Seis años después...
Miré a mi alrededor, nada me llamaba la atención.
En cambio, yo si llamaba la atención. La gente me miraba al pasar, no hallaba más que desprecio, temor... Asco.
Tampoco me importaba, siempre había sido así, no podía hacer nada para cambiarlo... aunque no puedo decir que no lo había intentado. Ellos me rechazaban. Hiciera lo que hiciera.
Oí murmullos, hasta que un niño me tiró una piedra. Entonces todo se descontroló. Muchos se le unieron, canturreando a mi alrededor todo tipo de insultos. Odio en su estado más puro.
A pesar de que solo tenía once años, era más que consciente de la situación. Digamos que había crecido más rápido de lo que hubiese querido.
Me refugié entre unas bolsas de basura, estuve en silencio. Quieto. Como una estatua. Hasta que una sombra apareció ante mi.
- El Hokage desea que vaya a su oficina. - Asentí y me aferré a la mano que me tendía ese desconocido vestido de negro, con una máscara que ocultaba sus facciones, su rostro... cubierto de indiferencia.
En un parpadeo estábamos delante del hombre más poderoso de Konoha. Detrás de mi había un hombre de pelo plateado, tres niños de mi edad a su lado. Les conocía, aunque ellos no me recordaran.
- ¿Este es el chico que nos dijiste? - Habló un chico de pelo oscuro y ojos del mismo color que desprendían una frialdad que enmascaraba un inmenso dolor. Sasuke.
- Si, él es quién os acompañará en vuestra misión, - me miró fijamente. - Naruto, te presento al equipo siete.
Les encaré, estaban todos.
- Su maestro es Kakashi, necesito que los acompañes en una misión de clase A.
Fruncí el ceño.
- ¿Clase A?
- Es su primera misión de ese rango, a pesar de su clasificación, es más sencilla de lo que parece. - Esta vez se giró para mirar por la ventana. - Debéis encontrar al guardián del bosque.
Me tensé enseguida pero no dije nada, esperaría.
- ¿El guardián del bosque? - Una voz chillona habló, su pelo rosa se revolvió ante el gesto brusco de su mano. Sakura. El chico a su lado se parecía a Sasuke. Sai, una sonrisa falsa siempre adornaba su rostro y más de una vez había tratado de establecer amistad conmigo... Él no sabía que yo era consciente que era una misión del Hokage asignada a ese Anbu sin corazón.
Hacerse amigo mío...
No sabía la finalidad de tal acto pero lo que si sabía era que el Hokage estaba a un paso de anotar mi nombre en el libro Bingo, los más buscados y peligrosos delincuentes perseguidos por todas las naciones.
- ¡Pero el no ha ido a la academia! - Sakura siempre había sido una gritona. - ¡Enviarle con nosotros es condenarle a una muerte segura!
- Cállate, Sakura. - Esta vez habló Sasuke. La chica se giró con admiración y obedeció su orden.
- Mmm... Es raro, pero coincido con Sakura, no está preparado para una misión así, sería una carga. - El Hokage miró a Kakashi con sorpresa pero enseguida dio un suspiro y habló con mucha seriedad.
- Es el único que sabe cómo encontrarle. - Y se descubrió el pastel, todos se giraron a mirarme con los ojos desorbitados, sin creerse lo que habían oído.
Sai fue el primero en reaccionar.
- ¿Y por qué no nos dice dónde está? - El Hokage miró al equipo siete con cansancio. - ¿No sería más fácil?
- Naruto, respóndeles tú. - Miré al viejo con cansancio, esbocé una sonrisa siniestra que al instante se convirtió en otra más inocente, agradable.
- ¿Por qué debería deciros dónde se encuentra? - Sakura avanzó con un puño en alto, a una velocidad increíble para ser solo una estudiante aún. Estaba a punto de alcanzar mi mejilla cuando me giré, evitando el golpe y haciendo que se estrellara contra un armario.
Tranquilamente me giré hacia un Kakashi con cara de pocos amigos y hablé:
- Nunca voy a rebelar su ubicación. - Con esa misma sonrisa de inocencia me giré hacia el Hokage. - Iré a la misión si eso es lo que quiere, pero no pienso colaborar.
Tranquilamente me encaminé hacia la puerta, estaba a punto de salir cuando la voz del viejo me detuvo.
- Partiréis mañana antes de que salga el sol, debes estar en la puerta principal.
Hice una pausa algo dramática.
- Allí estaré.