Por qué tú eres mi vida
Drabble
Tiene el peor gusto para vestir, no tiene sentido del humor alguno… Es amargado y no parece tener el mínimo interés en algo más que la escuela y su familia… Pero, con todos esos defectos, con todo y esos detalles que lograban sacarlo de quicio, lo amaba, amaba todo en él, por alguna razón esas cosas que lo hacían salir de sus casillas a la vez lo divertían y lo arrastraban más en ese sentimiento tan profundo que había aprendido a conocer a través del castaño.
Si, eran adolescentes y tal vez se estaba dejando llevar por algo que era pasajero, pero le gustaba pensar que lo que sentía era más duradero que un capricho, que el sentir que Kentin era mucho más que uno de esos novios del montón era real… Le gustaba imaginar que su relación perduraba más allá del instituto, que eran pareja estable… ¿Fantasías infantiles e idealistas? Tal vez… Entendía que no podía esperar tanto sin el latente peligro de que sus sueños estallarán en mil pedazos… Pero esa es la magia de tener sueños ¿no? la expectativa y el deseo de protegerlos a toda costa.
Soñar no cuesta nada y amar aún menos, a su corta edad esa era su forma de ver las cosas, de ver su realidad… Quería amar, amar hasta volverse loco, amar como si fuera lo único importante, por qué aunque todo terminará en un parpadeo los recuerdos serían eternos… Siempre pensaría en la felicidad que había conocido, suspiró un poco y se estiró perezosamente, era momento de ir a verlo, algo que siempre esperaba con ansiedad…. Esos momentos que le alegraban el día, algo tan simple como verse al final del día y caminar de vuelta a casa uno junto al otro bastaba y sobraba para darle eso que tanto le gustaba sentir.
Salió con la mochila al hombro y ahí estaba él como siempre, con ese pantalón pasado de moda y los brazos cruzados, una sonrisa surgió sola en sus labios mientras se acercaba a grandes pasos como siempre, con la sonrisa de todos los días… Por qué esa rutina era perfecta para ellos… Por qué a pesar de todo no había monotonía en ello… Siempre habría algo que hablar… Algo que descubrir, esa era la mayor magia que podría haber, un beso en los labios y emprendieron su camino habitual.
-Hey Kentinito…- lo llamó suavemente mientras se acercaban a su destino final, el lugar que siempre marcaba su despedida hasta el día siguiente.
-¿Qué pasa?- sabía que el apodo no acababa de agradarle pero al menos ya no le parecía insoportable y lo aceptaba con muda resignación
-Te amo…- las palabras le salían naturales siempre que las pronunciaba, escuchó esa leve risa que expresaba la ternura que le causaba al castaño escucharlo
-Y yo te amo a ti… Lo sabes…- palabras que se dicen fácil… Pero que significaban un mundo cuando “él” las decía
-Te amo más que a mi vida… Por qué… Tú eres mi vida- un cliché… Pero lo sentía tan real.