Luego de un rato más sentados en la arena y apoyados tiernamente uno en el otro, Ryou y Bakura decidieron regresar a las hamacas, esta vez compartiendo la del albino mayor.
—Ba~Ku~Ra —le llamó, fraseando su nombre de forma cantarina a la vez que jugaba con su pelo.
—Dime —contestó el aludido risueño.
—Quiero darte algo, cierra los ojos —exigió.
El mayor le miró con los ojos curiosos pero resolvió hacerle caso por lo que cerró sus orbes marrón-rojizas.
—Bien, quédate así un poco —indicó, bajando el cuerpo para tomar algo de la nevera portátil que ellos habían llevado en el taxi desde el departamento de la pelinegra —no hagas trampa.
—No lo haré, hikari —renegó divertido.
—Bien.
Bakura sintió el sonido de algo plástico moviéndose y luego un aroma dulzón — ¿Qué tienes ahí, eh? —Ryou solo respondió con una risilla.
Instantes después Bakura sintió un tacto suave contra sus labios, que se volvió cremoso al contacto con su saliva. Abrió la boca, sintiendo como los dedos de Ryou empujaban algo al interior de la misma y pronto el sabor dulce del chocolate le inundo las papilas gustativas. Sin abrir los ojos saboreo la golosina, sintiendo pronto el gusto ligeramente acido de alguna fruta.
Cuando terminó el chocolate se decidió a abrir los ojos, frente a él estaba Ryou con un ligero sonrojo en sus mejillas, sosteniendo un paquetito con algunos bombones de chocolate blanco y mirándole a la expectativa.
—Y-ya es San Valentín —se explicó el menor, aunque Bakura no hubiese dicho palabra alguna —hice estos bombones de chocolate blanco con relleno de fresa ayer junto con Dany y Yugi… e-espero que te gusten —finalmente le extendió el paquetito —disculpa que no estén debidamente envueltos… yo no sabía que…
Sus balbuceos fueron acallados por el dedo índice de Bakura que se presionó ligeramente contra sus dedos —me encantan, Ryou —le calmó, tomando otro bombón para llevárselo a la boca, luego jalar el labio inferior del menor y juntar sus bocas, compartiendo el chocolate —gracias —murmuró entre el beso, acariciándole la mejilla al menor con el pulgar.
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Extra
A la mañana siguiente, para todos fue sorpresa despertar y ver a ambos albinos dormidos y acurrucados en la hamaca de Bakura, cubiertos por una de las mantas que la pelinegra les había dado y con muy disimuladas manchitas de chocolate en sus bocas.
—No se te ocurra decir una palabra al respecto —amenazó enseguida la pelinegra a su novio, acuchillándolo con la mirada. Akefia levantó las manos en señal de paz —Yugi, no dejes que los despierten —le dijo dulcemente a su primo.
—De acuerdo, Dany —le sonrió el menor.
—Bien, iré a cambiarme y podremos conseguir algo de desayunar —informó, tomando algunas cosas de su bolso para dirigirse a un baño portátil y ponerse el bañador. Habían decidido quedarse la mañana en la playa e irse ya cerca del mediodía.
Cuando la pelinegra desapareció de su mirada, el moreno sacó su teléfono y le tomó algunas fotos a la pareja albina. Su novia había dicho que no dijera una palabra, pero una imagen vale más que mil palabras.
Yami tampoco desaprovechó la oportunidad, aun cuando tuviese la mirada de reproche de Yugi encima. Tenía que tener en cuenta no dejar el celular al alcance de su novio o Yugi podría borrarle las fotos.
Ahora sí… Fin xD