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Triangle Carnage (Fanfic Interactivo) por Gumin7

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Notas del capitulo:

Antes de nada, muchas gracias a los que comentásteis el capítulo 1. Estamos muy contentos de que, por ahora, este pequeño proyecto esté teniendo buenos resultados. Esperamos que no decaiga, que os siga gustando y que continuéis con nosotros hasta el final. Para la que gente que quiso comentar pero no lo hizo por las dudas, es muy fácil. No es necesario crearse una cuenta ni poner tu nombre siquiera, y se tarda muy poquito. Agradecemos muchísimo los reviews, pero, si queréis limitaros solo a escoger opción, está bien. Animaos a participar.

En el primer capítulo acabó saliendo la opción 3 por mayoría. Este ha salido algo más corto ya que tenemos la intención de no tardar mucho en actualizar. Esperamos que os guste y, como siempre, nos disculpamos por cualquier falta.

        —Oye, ¿por qué no nos vamos un rato a mi casa? —preguntó sin mirarme.
 
       Lo miré de arriba a bajo y agarré mi bebida, imitándolo y terminándola en ese trago antes de volver a dejarla sobre la mesa, pero no dije nada. Volvió a centrarse en mí, alzando una ceja, como si intentara adivinar lo que pasaba por mi mente.
 
        »Qué, ¿quieres quedarte hasta que se pase la hora?
 
        Me encogí de hombros y sonreí. Era obvio que tenía ganas de irme a su casa, ya que lo había propuesto, pero, realmente, no me esperaba aquella invitación tan directa. Aun así, pensando en la oportunidad que se me había presentado, antes de nada quería que él viniera a mi terreno; jugar con él, ahora que sabía que lo tenía a mi alcance.
 
        —Ya hemos pagado, ¿no?
 
        —Está bien —dijo mientras se levantaba e iba al teléfono de la sala a pedir dos bebidas más—. Pero yo ya no tengo ganas de cantar —dijo mientras volvía a sentarse en el sofá.
 
        —¿Y de qué tienes ganas? —me hice el ignorante, aun sabiendo perfectamente qué pretendía.
 
        No contestó, sino que se acercó a mí, deslizándose unos centímetros sobre el asiento, y acercó sus labios a los míos.
 
        —¿Tú de qué crees? —susurró con un tono de voz que casi hizo que mis piernas temblaran.
 
        Sus labios estaban muy cerca de los míos y, aunque era yo el que quería jugar, en ese momento el control era suyo, pues fue inevitable acercarme a volver a besarlo. Este era diferente al anterior; en pocos segundos pude notar su lengua rozar la mía, convirtiéndolo en algo más húmedo e intenso. Un sonoro suspiro salió de mi garganta cuando mi labio inferior fue atrapado entre sus dientes, haciéndome abrir los ojos solo para ver su expresión de triunfo.
 
        Decidí, casi sin pensar en dónde estábamos, mover ficha y me levanté del sofá para sentarme a horcadas sobre sus piernas. Enseguida puse las manos en sus mejillas y volví a besarlo, tomando yo todo el control, siendo casi agresivo. Tatsuya conseguía seguirme el ritmo, jadeando de vez en cuando entre nuestras bocas y deslizando sus manos por mis costados hacia abajo. Sentí mi cuerpo vibrar cuando sus manos agarraron con fuerza mi trasero, y lo miré fijamente mordiéndome el labio.
 
        Volvimos a unir nuestros labios, pegándonos cada vez más, metiéndonos en nuestra propia burbuja, pero, tras pocos segundos, esa burbuja explotó con el sonido de un grito y cristales rotos. Asustados miramos a la puerta de la sala, abriendo los ojos exageradamente al ver a una de las empleadas del karaoke, tapándose los ojos y llamando al encargado. A sus pies estaban los vasos de las bebidas que habíamos pedido, rotos en pedazos.
 
        Nos levantamos con rapidez y, antes de que viniera más gente, salimos corriendo de la sala y del edificio, caminando por la calle a paso ligero hasta alejarnos considerablemente. Cuando llegamos a una calle apartada, nos detuvimos y empezamos a reír.
 
        —¡Serás idiota! ¿Cómo se te ocurre ponerte en ese plan en un lugar público? —intenté sonar serio, pero me delataba la risa floja.
 
        —Ni que te hubiera forzado —respondió de la misma forma—. Supongo que ahora sí querrás venir a casa, ¿no? Te prometo que allí no nos interrumpirá nadie —volvió a proponer animado, aunque sin perder ese toque que lo hacía realmente tentador. Acepté sin dudarlo y nos encaminamos hacia allí.
 
        Había estado alguna que otra vez en su casa, pero me sentía como si nunca la hubiera pisado. Dentro, imaginándome lo que estábamos a punto de hacer y lo que yo mismo quería que me hiciera, sentí como si empezara a arder. Probablemente Tatsuya se dio cuenta, porque se acercó a mí y me puso las manos en los hombros.
 
        —¿Estás bien? —me preguntó mirándome a los ojos.
 
        —Sí, es solo que... tengo calor.
 
        —Que tienes calor.
 
        Miró hacia mi cuello y apartó las manos de mis hombros para llevarlas al primer botón de mi camisa, desabrochándolo con agilidad y repitiendo el proceso con el resto de botones hasta que mi pecho y vientre quedaron al descubierto. Mientras hacía esto, podía sentir como mi corazón quería salir de mi cuerpo a golpes. A cada segundo que pasaba, más claro me quedaba lo atrevido que podía llegar a ser ese hombre.
 
        —¿Mejor? —aún estaba agarrando los bordes de la camisa con sus dedos.
 
        —Peor... Mucho peor —susurré.
 
        Tatsuya sonrió de medio lado y abrió un poco más mi camisa para pasear su mirada por mi cuerpo.
 
        —Es curioso —murmuró.
 
        —¿Curioso?
 
        —Te he visto muchas veces sin camiseta en el escenario y en el camerino, pero nunca había tenido el placer de contemplarte en detalle.
 
        Parecía que su mirada quemaba cada punto de mi piel en el que se detenía.
 
        —¿Y qué te parece lo que ves?
 
        Tiró bruscamente de mi ropa haciendo que chocara con él y nuestros labios quedaran casi unidos.
 
        —Tendría que verlo más en profundidad.
 
        —¿Quién eres tú y qué has hecho con Tatsuya?
 
        Casi como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, comenzamos, una vez más, a besarnos con intensidad. Sus manos se colaron bajo mi camisa y se pasearon por mi torso y espalda a sus anchas, haciéndome suspirar justo en su boca. Por otro lado, era yo quien llevaba el dominio del beso, mordiendo su labio inferior de vez en cuando y anteponiendo el movimiento de mi lengua a la suya, rozándola y jugueteando con esta.
 
        Poco a poco iba ganando confianza y terreno, por lo que no dudé en tirar de su camiseta a tientas hasta lograr sacársela, separando nuestros labios durante un segundo y poco más, y llevarlo hasta el sofá, empujándolo hacia este para que cayera sentado. Me coloqué a horcajadas sobre su regazo, mas sin llegar a sentarme en este. Mientras terminaba de quitarme mi camisa, movía mis caderas de forma elegante y fluida, como si estuviera danzando. Tatsuya me miraba con deseo mientras hacía esto, y, sin previo aviso, las agarró y las pegó a las suyas.
 
        —Ahí sí —dijo como si fuera una orden. Jamás había visto esa actitud en él, y no me disgustaba.
 
        Sonreí y volví a moverme, esta vez con nuestras entrepiernas pegadas y frotándose con cada movimiento. Mis manos estaban ancladas a sus hombros, y las suyas a mi cintura, marcando el ritmo del vaivén. Podía notar a la perfección cómo ambos estábamos cada vez más excitados y con más ganas el uno del otro; nuestros pantalones empezaban a sobrar. Me detuve y desabroché los suyos, bajándoselos hasta los tobillos y quitándoselos con su ayuda. Volví a mi posición y metí la mano bajo sus bóxers, acariciando lentamente su semi erecto miembro. En respuesta, sus dedos se apretaron en mis piernas y, de entre sus labios, escapó el primer pequeño gemido. Aquello provocó un agradable cosquilleo en mi bajo vientre; tenía claro que quería escuchar muchos más de esos y mucho más altos.
 
        Quise terminar de desnudarlo y poder admirarlo en su plenitud, pero se me adelantó y, agarrándome por los hombros y echándome hacia un lado, me tumbó en el sofá, quedando encima de mí.
 
        —Eso no vale —bromeé pasando los brazos tras su cuello.
 
        —¿Dónde lo pone? —respondió con una sonrisa de triunfo.
 
        Se inclinó hacia a mí y sus manos viajaron sin prisas por mi cuerpo mientras mi mente se perdía en aquel momento y aquellos roces. Ni me di cuenta cuando mis caderas actuaron solas, alzándose para permitirle quitar lo que quedaba de mi ropa, hasta que se separó de mí un poco para quedarse de rodillas y poder mirarme por completo.
 
        —Me parece tentador —dijo sin dejar de pasear sus ojos por mi cuerpo.
 
        —¿Eh?
 
        —Antes me preguntaste que qué me parecía lo que veía. Me parece tentador; muy tentador.
 
        Aún contemplándome con esa mirada que parecía arder, se humedeció los labios antes de volver a inclinarse sobre mí. Agarró mi mano derecha con su izquierda y la guió por mi pecho hacia mis labios.
 
        —Hazlo tú —susurró soltando mi mano ahí.
 
        No lo entendí hasta que volvió a colocarse de rodillas, posando sus manos en mis rodillas, las cuales estaban flexionadas, permitiéndole estar entre mis piernas, y mirándome con expectación. Llevé mis dedos índice y corazón a mis labios y los introduje en mi boca, comenzando a lamerlos con insistencia y metiéndolos y sacándolos alguna que otra vez bajo su atenta mirada. Al cabo de unos segundos, ya estaba apretando mis rodillas, así que sonreí y llevé mis dedos hacia abajo, deslizándolos por mi cuerpo. Él los seguía con sus ojos.
 
        Llegué con ellos hasta mi entrada, pero me detuve antes de hacer nada, observando cómo Tatsuya comenzaba a bajarse su ropa interior y se la quitaba con elegancia, a pesar de su complicada postura. Lo observé embelesado. Aún no me creía que lo tuviera así entre mis piernas.
 
        Volvió a colocar las manos en mis rodillas y fue entonces cuando empecé a penetrarme con uno de mis dedos muy lentamente, intentando reprimir sin éxito los quejidos que salieron de mi garganta. Lo moví lentamente dentro de mí, jadeando y observando a mi compañero, el cual no apartaba la mirada de mi mano mientras se mordía el labio. Aquello solo me animaba y encendía más, por lo que no esperé demasiado para meter el otro dedo y mover mis caderas a contracorriente. Tatsuya también las movía, rozando su erección con el dorso de mi mano, y apretaba mis muslos como si estuviera intentando controlarse.
 
        —Joder, creo que podría correrme con solo mirarte mientras te masturbas —dijo sin reparo alguno.
 
        —Pero no es eso lo que quieres, ¿no? —respondí con la intención de animarlo a actuar, pues ya me sentía más que preparado.
 
        —Hoy no —esbozó una sonrisa torcida y volvió a agarrar mi mano, quitándola de en medio y agarrando también la otra para retener ambas sobre mi cabeza, inclinándose así hacia mí—. ¿Listo? —susurró muy cerca de mis labios.
 
        En el momento en el que asentí, me sujetó con la mano izquierda en mi cadera y llevó la otra hacia su miembro, estimulándolo antes de posicionarlo contra mi entrada. Cerré los ojos con fuerza cuando lo noté abriéndose paso dentro de mí. Avanzaba con lentitud, pero eso no logró evitar un pequeño gemido de dolor.
 
        Tatsuya me miró alarmado y se detuvo, pero volví a asentir, atrayendo su rostro hacia el mío colocando mis manos en sus mejillas y uniendo nuestras frentes, logrando relajarme un poco. Había estado mucho tiempo sin tener sexo, por muchas veces que me hubiera dado placer a mí mismo.
 
        Tardé un rato en acostumbrarme y en dejar que Tatsuya pudiera moverse a su gusto, pero, finalmente, llegamos con éxito al punto en el que le pedía que fuera más rápido. Los envites pasaron a ser frenéticos y daban de lleno en mi punto de placer. Mi cuerpo se retorcía bajo el suyo, siendo además estimulado por su lengua y sus hábiles manos. Podía haber jurado que mis gemidos se podían oír por todo el edificio, pero me daba exactamente igual. Disfrutaba plenamente de sentir cada parte de su cuerpo pegada al mío; de aferrarme a su hermosa espalda y arañarla a mi gusto; de ver esa expresión de placer plasmada en su rostro. Estaba tocando el séptimo cielo y deseaba con todas mis fuerzas que aquel momento se alargara lo máximo posible.
 
        Me perdí en su rostro; en su piel brillante debido al sudor; en sus brazos en tensión al agarrarme con fuerza y al apoyarse en el sofá para darse impulso; en su melena cayendo a ambos lados de su rostro y cuello; en sus labios húmedos, incitándome a morderlos y besarlos hasta satisfacerme por completo. Incluso aquella imagen influía en llevarme al borde del clímax, haciéndome encoger los dedos de los pies y llevar mis manos hacia un cojín que había tras mi cabeza, apretándolo con fuerza mientras arqueaba mi espalda y forzaba mi garganta al dejar salir de ella aquellos últimos sonidos de placer que daban paso a mi esencia manchando mi vientre y mis entrañas casi asfixiando aquel miembro que seguía entrando y saliendo de mí sin piedad, aunque con más dificultad. Estaba seguro de que la erótica expresión de Tatsuya no se me borraría de la mente jamás, más cuando, después de varios envites más, se corrió en mi interior, apretando sus dedos en mi piel y jadeando sobre mis labios.
 
        Ambos mantuvimos la posición, respirando agitadamente con los ojos cerrados, él moviéndose aún levemente por pura inercia. Yo los abrí para deleitarme con la visión de aquel agotado Tatsuya, que aún aferraba mi cuerpo con sus manos, al igual que yo el suyo con mis piernas. Cuando se removió un poco para salir de mí, se tumbó por completo sobre mi cuerpo, apoyando la mejilla en mi hombro y rozando su nariz con mi cuello. Llevé mi derecha a acariciar su espalda, la cuál estaba marcada con surcos rojos que había dejado previamente con mis uñas. Disfruté cada segundo de tenerlo en esa posición, hasta que puso la mano en mi pecho y levantó la cabeza para apoyar el mentón en el dorso de esta, mirándome con una de sus sonrisas.
 
        —¿Quién lo diría? —comentó.
 
        —¿Quién diría qué?
 
        —Tú y yo echando un polvo. Jamás lo habría pensado, aunque reconozco que te tenía ganas desde hace tiempo.
 
        Aquellas palabras me extrañaron un poco. No se me hicieron desagradables, pero tampoco eran lo que esperaba. Aun así, decidí seguirle el juego.
 
        —¿Y qué tal?
 
        Apoyándose en el sofá, se deslizó sobre mí hasta que sus labios quedaron frente a los míos.
 
        —Repetiría con gusto —susurró sobre estos.
 
        —¿Y a qué esperas?
 
        —¿No quieres ni reponerte de la primera vez? —alzó una ceja y sonrió ladino.
 
        Como respuesta, simplemente mordí su labio inferior, a lo que fui agarrado con fuerza y alzado en sus brazos, rodeando su cintura con las piernas y su cuello con los brazos. Me llevó así hasta su cama y, una vez allí, lo hicimos por segunda vez. En esa ocasión yo estuve boca abajo, con mi trasero alzado, y él detrás de mí, agarrándome las caderas y embistiendo mi cuerpo como si le fuera la vida en ello. Sentí sus dedos clavarse en mi piel como si fueran agujas, y me encantó; me enloqueció.
 
        Finalmente, ambos acabamos tumbados sobre el colchón, exhaustos. Él estaba boca arriba, recuperando la respiración y sonriendo de oreja a oreja, sin ocultar ni un centímetro de su cuerpo y luciendo esa expresión post orgasmo que ya me había enamorado. Yo estaba en las mismas, pero boca abajo, mirándolo embelesado. Tuve ganas de tocarlo; acariciarlo, y arrastré mi mano sobre el colchón para llegar a él, pero, justo cuando estaba a punto de rozarlo con los dedos, se giró para coger algo que había sobre la mesita junto a la cama. Al volverse hacia mí, me ofreció uno de los dos cigarros que había cogido y el encendedor.
 
        Me di la vuelta con torpeza para colocarme boca arriba y lo encendí, suspirando de puro gusto a la par que expulsaba el humo sobrante.
 
        —Al final hemos echado una buena tarde —dijo mientras hacía lo mismo.
 
        —Bastante buena.
 
        Pude ver de reojo cómo giraba la cabeza y me miraba, así que yo lo imité, quedando nuestros rostros a poca distancia. Le dio una calada a su cigarro y exhaló el humo directamente sobre mis labios.
 
        —No me importaría una segunda cita —dijo decidido, riendo levemente mientras hablaba—, ni una tercera, ni una cuarta.
 
        —A mí tampoco —me atreví a acercarme un poco más y delinear su labio inferior con la lengua, a lo que él cerró los ojos y respiró hondo, dejándose hacer.
 
        Estábamos en lo que era el enésimo beso de aquel día, enésima vez que nuestros labios se juntaban y enésima vez que notaba el roce de aquella lengua contra la mía. Bien sabía que, de haber podido, aquello hubiera desembocado en otro revolcón entre las sábanas, pero el azar era caprichoso y el sonido del timbre interrumpió mi flujo de pensamientos y acciones de inmediato.
 
        No era el único que había oído eso, obviamente, Tatsuya había abierto los ojos y llevado la mirada hacia la puerta, mismo momento en el que se le podía leer el pensamiento por su expresión y su resoplido. Fue entonces cuando le vi hacer maniobras para apartarme cuidadosamente, casi sin tocarme con la mano que portaba el cigarro humeante. Se puso en pie y buscó unos pantalones que ponerse en el armario cercano a la cama, optando por lo que creo eran unos pantalones de chandal negros y una camiseta muy sencilla de color blanco que era más bien de pijama. Hecho todo eso abrió la puerta de la estancia y se marchó a atender a quien estuviera llamando a la puerta.
 
 
—[Tatsuya]
 
        Cerré la puerta tras de mí con el cigarro en la mano derecha al que le había dado apenas un par de caladas. Me lo puse en los labios para abrir la puerta con comodidad y, nada más ver quien estaba ahí, noté el cigarrillo tener un amago de separarse de los labios, ya que me quedé con cara de sorpresa, la cual tuve que disimular con la rapidez de un parpadeo. 
 
        —Hey, Kei. ¿Qué te trae por mi humilde morada? —dije con un tono de broma y de disimulo bastante bien trabajado con los años.
 
        —Estaba más solo que la una. Yo-ka ha quedado con alguien y yo ya me he visto más capítulos de Netflix en esta semana de los que me gustaría admitir —le vi torcer los labios con esa expresión de no sentirse precisamente orgulloso de lo que acaba de contar, como una mala anécdota, y eso me hizo reír inevitablemente—. He pensado que tal vez podía pasar un rato contigo y tal. ¿Qué dices? ¿O estás haciendo algo importante? —cuestionó con curiosidad al tiempo que alzaba las cejas por unos pocos segundos.
 
        —Pues...
Notas finales:

¿Qué hace Tatsuya?

Opción 1 - Decirle que está con Yo-ka.

Opción 2 - Decirle que no está haciendo nada.

Opción 3 - Ponerle una excusa y hacer que se vaya.

 

Os esperamos con ganas en zona review.


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