Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Es el Final? por 691396

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

2 de 3.

 

 

 

 

Cap. II

 

 

Desperté luego de pocas horas, la luz del día era naranja, la tarde que no tenía nada que ver con lo que estoy pasando se hacía presente ¡Como amo la vista desde mi habitación! ¡Como desearía tener alas y escapar! Suspiré olvidando cualquier pensamiento suicida para levantarme, me mareé un poco, me dirigí otra vez al espejo deseando que las marcas ya no estuvieran, un deseo infantil e ilógico si me lo preguntan, más tenia fe, fe que se destrozó al ver los estigmas de la agresión tan claros, tan fuertes, tan…permanentes.

 

Quedé frente al espejo por un tiempo tratando de descifrar quién era ese sujeto de expresión tan triste, de ojos opacos, piel pálida, sonrisa inexistente, cerca de dos horas y un rugido de estómago me hizo entender que era yo; reí como un maniaco ¿Qué me habían hecho? En ¿qué me había convertido? Caí al suelo por las carcajadas, dolía como el demonio el reírme y aun así lo hacía con toda gana, las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas eran culpa de la risa, de nada más, más la risa desapareció al poco tiempo dejando solo las gotas salinas en un lloro silencioso, el suelo, en esos momentos, era el mejor lugar para mí.

 

Veía con formas amorfas y borrosas todo lo que me rodeaba, escuchaba un monstruo rugir con desesperación, mi bestia interna, mi hambre; me levanté sin desearlo hacia la cocina, mi andar errático era gracioso –o eso creo –escuché ruidos que retumbaban en la casa, gemidos, suplicas, gritos, quedé helado, conocía esa voz, olvide los rugidos de mi demonio y seguí lo más rápido que pude el sonido, la sala, allí se originaba, me quedé sin aire al verlo, Sai, con su característica sonrisa veía un video, un video donde yo aparecía, donde ambos éramos protagonistas, más no era de cuando me dio la golpiza, era otro, en la pantalla estaba un “yo” que no recordaba, un ser lascivo que pedía más, que se abría de piernas sin pensarlo dos veces, que salivaba, lloraba y gemía como puta, quien pronunciaba tu nombre “Sasuke” sin parar.

 

-Esa es nuestra noche de bodas –Sai me vio –cuando consumamos nuestro amor –rio dirigiéndose a mi posición –tu voz era hermosa –levanto el control remoto –quiero que la escuches –aumentó el volumen; los sonidos me aturdían, se escuchaban por toda la casa y no me sorprendería que también afuera.

 

-Para eso Sai –le hablé –molestaras a los vecinos –debía inventar cualquier excusa, como respuesta encogió los hombros, se burló en mi cara “no me importa” su expresión lo decía –por favor –rogué ¿Podía caer más bajo?

 

-Si me besas, lo haré –si podía, sin remediarlo siquiera ataqué sus labios, lo que fuera porque ese sonido desapareciera, cerré los ojos imaginándote, me entregué a la falsa ilusión de libertad que tu recuerdo me otorgaba, me separé al quedar sin aire viendo la cara odiada que ahora era acompañada de una sonrisa escalofriante, sus manos estaban agarradas de mi cadera, me hizo caer con el encima –tu si sabes cómo excitarme –susurró mordiendo mi lóbulo mientras deslizaba sus manos por el vendaje, se sentía horrible, mi corazón latía como loco “Es Sasuke, es Sasuke, es Sasuke, es Sasuke” engañé a mi mente tratando de creerlo, volví a cerrar los ojos, sentía como desabrochaba los pantalones, me deslicé con maestría hacia la puerta, su mano cual grillete sujeto mi pierna –igual que la primera vez –caí, no sabía qué hacer, pero sí que no quería que me hicieran.     

 

-Apaga el televisor.

 

Ordené lo más firme que podía, él me miro con gracia.

 

-¿Por eso no querías? –Se burló –como tú quieras amor –sonrió haciendo que el estruendo desapareciera –Ahora ¿Comenzamos? –se apresuró a quitarme el pantalón, más para mi fortuna el timbre sonó, de nuevo me deshice de él, abroché el pantalón y abrí la puerta, no pude contener mi sonrisa ¡Eras tú! ¡Allí estabas! ¿Me salvarías? ¿Me llevarías contigo?

 

-¿Dónde estabas? –tú voz sonó áspera, tu expresión era agria –más de lo normal –estabas enojado, me reclamaste colérico mientras entrabas como si fuera tu casa –de cierta forma lo era –te llamé cientos de veces, llené tu buzón de mensajes, me abrí los nudillos de tocar a tu puerta, incluso traté de meterme por el techo pero la policía casi me agarra –me miraste, tu expresión se suavizó, soltaste un suspiro -¿te metiste en otra pelea? Y si fue así ¿Por qué no me llamaste? Sabes que te ayudo –seguiste hablando sin dejarme a mi hacerlo, te veías realmente furioso, por primera vez te veía así, además de que estabas algo descuidado, más pálido, un poco más flaco y con la sombra de una barba -¿Quién te golpeo? –te acercaste acariciando mis heridas, se sentía bien, incline mi rostro pidiendo cual cachorro más de tus toques, pidiendo más del contacto helado de tus manos.

 

-Nadie que te importe, primo.

 

Salió de la nada apartándome de ti.

 

-¡¿Qué haces aquí?!  

 

Tu grito me paralizó por unos momentos, tus ojos le veían con ansias asesinas.

 

-Le estoy cuidando ¿Qué no ves? Resulta que lo encontré tirado casi agonizante cerca de uno de mis casinos, se me hizo conocido, es el hijo de un gran amigo así que le ayudé –mintió con maestría “¡No le creas! Por favor Sasuke ¡No le creas! ¡Sálvame!” rogaba en mi fuero interno, sentí el apretar de mi hombro, quería que le siguiera la corriente.

 

-¿Es verdad eso Naruto?

 

-A-así es -¡No me creas! –Él me ayudó - ¡Sálvame! –Y cómo puedes ver, al menos ya me puedo levantar – él fue quien me lastimó, mira mis ojos Sasuke ¡Míralos! Ellos no te mienten como mi boca lo hace, sabes que esta sonrisa es falsa ¡Por favor Ayúdame!

 

-Entonces ya puedes retirarte Sai, yo cuidaré de él.

 

-No –rio –yo seguiré cuidando de él por el resto de nuestras vidas-.

 

-¿De qué hablas?

 

-Mira –tomó mi mano entrelazándola con la suya, mostrando las argollas –nos casamos –sonrió, yo temblé mirando tu cara, no sabría decir si estabas sorprendido, enojado, asqueado o quizá una mezcla de las tres.

 

-Así que al final si eras un marica ¿no, Naruto? –mi corazón se estrujó, te ibas ¡Te ibas! Te diste la vuelta ¡Me abandonabas! Mi pecho dolía con cada centímetro que avanzabas y lo hice.

 

-¡SASUKE! –Grité con ganas mientras empujaba a Sai -¡AYÚDAME! –Corrí hacia ti –llévame contigo ¡Por favor no me dejes con él! – te supliqué, tu comenzaste a correr de inmediato alejándome de esa casa, de esa persona mientras sostenías mi mano con fuerza, mientras me devolvías las ganas de vivir, Lloré como no te imaginas, esta vez de felicidad, tu expresión me dio a entender que luego harías miles de preguntas que con gusto respondería, si era a ti, solo a ti; era lento por mis heridas, me cargaste como si fuera nada, me acurruqué en tu pecho, me abrazaste, te abracé, tus latidos me arrullaron hasta que caí, caí contigo, tu cuerpo sobre el mío, mis tímpanos pitaban, el suelo se llenaba de rojo, mi sonrisa desapareció ¿Qué había pasado? Miré atrás, un artefacto humeante era contenido por él, quien sonreía como siempre, quien me miraba con gracia, me arrodillé a tu lado en el charco de sangre que se extendía, lloré.

    

Han pasado algunos años desde que te hice mío por primera vez, aprovechándome de tu embriaguez, no sé qué se apoderó de mi haciéndolo sin importarme como te sentirías después, disfrute esa noche como no te lo imaginas, como nunca antes había disfrutado el sexo, tu cuerpo era exquisito, por completo compatible con el mío.

 

A la mañana siguiente me desperté antes que tú, observando con añoranza como dormías mientras planeaba cómo comportarme cuando abrieras los ojos ¿Dulce? ¿Infantil? ¿Arrogante? ¿Gigoló? ¿Caballero? Estaba feliz viendo tu rostro tranquilo hasta sentirlo moverse, me acomodé poniendo una sonrisa arrogante, quería hacerte una broma, tus zafiros se abrieron, tus manos apretaban tu cabeza, la resaca debía de ser horrible.

 

-¿Dónde estoy? –Asustado, preguntaste al ver la habitación.

 

-Es un hotel-.

 

Tu cuerpo se estremeció al saber que no estabas solo, te levantaste mostrando el dolor de la acción.

 

-¿Qué pasó?

 

Estabas confundido, me pareció tierno, quería burlarme más de ti.

 

-Me demostraste lo delicioso que eres en la cama, no pareces…digo, parecías un virgen –me levanté para acariciar tu cuello, tu expresión era dolorosa, no solo físico, te había lastimado de forma emocional, quise corregirme, juro que quise hacerlo, pero me devolviste la herida y mucho más grande que la tuya.

 

-Olvidémonos de esto –te cubriste con la sabana –fue una noche de borrachos, no recuerdo nada –mi pecho se estrujó al oírte, me volví loco, hice algo que llevaba abajo mi orgullo, te chantajeé con lo único que hacia efecto verdadero, tu padre, aceptaste, triste, podía verlo en tus ojos, me sentí culpable al momento de pronunciar tal amenaza, lo quise remediar siendo dulce, haciéndote disfrutar mucho más de lo que yo lo hacía, no quería hacerte más daño del que te había hecho, pero me daba cuenta de que el daño que te aminoraba a ti, caía en mi multiplicado por infinito, aun así, lo seguí haciendo.

 

Después de esa noche, o sería mejor decir al día siguiente quería aclarar las cosas, más esta vez por la interferencia de mi padre no pude, no tenía la cara para hacerlo, él me consiguió una novia sin que me diera cuenta, sin que me pudiera negar, era hija de un importante socio y que, por coincidencia asistía a la misma universidad, ese día tuve que ir con ella pegada como una sanguijuela, lo único que me calmaba es que al final de esas horribles 24 horas te tendría a ti, podría llamarte, besarte, hacerte mío, claro solo en la noche, de día, mi padre tenía preparada una mujer para mí, me sentí un prostituto, cuando lo soy solo contigo y aunque creas que no me daba cuenta de cómo te sentías, lo hice, sabía que te hería con eso y sabia como te desahogabas, es algo triste, pero no interferí, tenía miedo de que si lo hacía algo peor sucedería, agradecía que siempre estuvieras bien cuando nos encontrábamos, no sabría cómo reaccionar si te viera en tan deplorable estado; asistías diligente a la universidad, tus notas eran buenas, siempre con una sonrisa, me conformé con eso, pero de uno de los días en los que fuiste a beber no llegaste al siguiente, te llamé sin respuesta, fui a tu casa vacía, me volvía un demente, quería gritar tu nombre con megáfono por toda la ciudad ¿Dónde estabas? ¿Qué hacías? ¿Con quién estabas? Más me controlé, tal vez estarías el día siguiente, no fue así, te había llamado más de mil veces, tal vez había dañado tu timbre y mi sangre se veía muy vistosa en la puerta, incluso me había quedado fuera de tu casa hasta el amanecer, sin rastros de ti; ya no podía controlarme, nunca había estado tanto tiempo alejado de ti, nunca nos habíamos separado, ni cuando bebes, grité pateando la puerta ganándome un nuevo llamado de atención, salí corriendo hacia mi casa hecho una furia encontrándome con una nueva novia, ya no aguantaba más, la ignoré junto a mi padre para encerrarme en mi cuarto, busqué como endemoniado los álbumes que teníamos juntos, desperdigué la fotos para observarte, para no olvidar tu sonrisa, la cual parecía desaparecer de mi mente con cada segundo lejos de ti.

 

No sé cuánto tiempo pasó desde que estuve encerrado, melancólico entre cientos de recuerdos de papel, lleve mis manos al rostro suspirando en agonía, me dirigí al baño, mi rostro estaba pálido, ojeroso, mis ojos hinchados ¿En qué momento lloré? Y la barba un poco crecida, lavé mi cara para salir, tú eras más importante que mi arreglo personal, iba a verte sin falta, lo necesitaba, ya el sentimiento de soledad no me dejaba en paz.

 

Al salir de la habitación las criadas me veían preocupadas, las ignoré, sabia el por qué, ignoré todo lo que siguió, los gritos de mi padre y el llanto de mi madre, ya no me importaba, pero por lo que oí, habían descubierto que te acostabas conmigo; aumenté el paso, podría ir en auto, pero quería caminar, quería pensar en que decirte cuando llegara, divagué por un momento y antes de que me enterara ya estaba frente a tu casa, vi luces encendidas, estabas ahí, mi corazón dio un vuelco desagradable de eso que tu llamas felicidad, me acerqué escuchando ruidos fuertes de un estéreo o la televisión, no podía asegurar, pero era claro que tu voz era la que se escuchaba, mi nombre era pronunciado con tu rictus característico de placer, me apresuré a tocar la puerta, luego el timbre, momentos después de que los gemidos pararan me abriste, parecías una momia cubierto de vendas, pero no importaba eso, me enojé, no había sabido de ti en casi una semana, te grité, te repliqué, entre a tu casa sin permiso siguiendo con la perorata ¡No tienes idea de cuánto te busqué! ¡De las veces que te visité sin verte ni oírte! ¡Sin sentirte! ¡Sin respuesta! Vi los golpes, las curitas, las vendas que cubrían tu rostro, te pregunte por altercados, después de todo siempre estas metido en estos, pero seguí enojado, no me llamaste para ayudarte ¿No confías en mí? Comencé a despotricar, ni siquiera recuerdo que fue lo que dije para calmarme –solo un poco –y preguntar por tu agresor acercándome a acariciar tu rostro sintiendo como te reclinabas buscando mi temperatura, sonreí por ese simple gesto, odiando aún más que la atmosfera se rompiera al escuchar una voz ajena venir del interior de la casa “Sai” mi mente se llenó de escenarios asesinos, la discusión fue tonta, hasta que vi los anillos, tristeza, la más dolorosa tristeza que pude haber sentido hasta ese momento, no me atreví a mirar tus ojos, no quería saber que era verdad, me guie por tu voz, por tu sonrisa, no lo soporté más, sentía los ojos aguados, di la vuelta, te abandoné, más todo dolor desapareció al escucharte gritar por ayuda, por mi ayuda, sin pensarlo tomé tu mano para escapar, me sentí feliz, tanto que te cargué para ir más rápido, luego me explicarías todo y te lo hice saber, continué a toda velocidad, tarde un poco en sentirlo, algo caliente en mi espalda que atravesó mi pecho rosando tu frente, caí sin poder evitarlo, vi tu rostro horrorizado, te arrodillaste a mi lado luego de mirar atrás, gritaste mi nombre, lloraste sobre un futuro juntos, me insultaste, me recriminaste, me dijiste que era un maldito si te dejaba ahora, trato de hablar, quiero que dejes de llorar, mis palabras salen casi en un susurro, el sabor metálico inunda mi boca, quiero pedirte perdón, alzo mi mano, quiero limpiar tus lágrimas, un sentimiento de nostalgia me invade, no puedo soportarlo más, mi rostro arde, algo cálido cae por mis mejillas, son tus lagrimas uniéndose a las mías, mi vista se opaca, tus lagrimas siguen cayendo, casi no las puedo sentir, desesperado tratas de parar la hemorragia, consiguiendo que tu cuerpo se manche de mí, sigues gritando pero ya no te puedo oír, estoy arrepentido, apenas puedo saber lo que siento por ti “T-Te amo” susurré mirándote o al menos a tu silueta, mi mano seguía acariciando tu rostro, más no por mucho, ya no sentía la mayor parte de mi cuerpo y cayó antes de que pudieras tomarla, pronuncié un último te amo, lo siento Naruto, soy un maldito, un desgraciado por dejarte así, por dejar que mi última visión de ti, fuera la más absoluta tristeza.

 

 

¿Es el final?

No, no lo es.

Notas finales:

Quiero hacer que sus corazones se apreten de forma dolorosa al leer esta historia, así que podrian decirme ¿Lo estoy logrando?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).