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¿Es el Final? por 691396

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Notas del capitulo:

3/3

 

 

Cap. III

 

   Han pasado tres años desde que Sasuke desapareció de este mundo, aún estoy dolido, arrepentido de no hacer más que llorar ante su inminente muerte, que mi cuerpo no se moviera aun cuando se cubría de su sangre, recuerdo su piel enfriarse bajo mis lágrimas, las últimas palabras que me susurró y que fueron solamente mías, que han sido solo mías todo este tiempo, todo este infierno.

 

 

Sai me ha tenido confinado desde ese día, en su mansión, en su habitación; la primera semana comprendió que debía retirar todo objeto filoso de mi alcance, por que ténganlo por seguro, no dudaba ni dudaré al intentar alcanzar mi muerte, sin lograrlo por culpa de él, esa sonrisa falsa desapareció por un largo periodo de tiempo, en estos años comprendí que tengo que obedecerlo, que cuando quiere sexo abro las piernas sin refutar, debo transformarme en una puta si él así lo quiere y lo he hecho ¡Vaya que lo he hecho! Me concentro tanto en las sensaciones que me olvido de todo, es mi droga, mi “Salvación”, mi cuerpo responde a cualquier estimulo, quisiera enojar a Sai, sacar ese lado despiadado que se niega a mostrarme después de esa vez, que se desquite con mi cuerpo, que lo rompa de forma irreparable y me dé un pase gratis a donde sea que Sasuke esté, pero él no lo haría, soy a quien “ama”, a quien ha encerrado y amenaza con la vida de su padre, con hacer lo mismo que a su amante también en sus narices.

 

 

No he visto a mi padre desde que estoy aquí, él es un seguro para que haga su voluntad, y de vez en cuando me envía muestras de su vida.

 

 

Hace un año que Sai me deja salir de la habitación, me transformé en lo que él quería, por lo que es cariñoso conmigo, me refugio en ese cariño, no quiero sentir nada más.

 

 

Hoy estoy en los jardines de esta propiedad, son hermosos, merman en algo mi desesperación, mientras disfrutaba del olor de las rosas lo vi llegar junto a otros hombres, me escondí por inercia para luego seguirle, tenía la expresión que temía ¿Su destino? Los calabozos, es la segunda vez que los veo, la primera fue para mí castigo, es normal tener celdas en el sótano para una propiedad tan vieja como ésta, las venas en el rostro de Sai resaltan, está realmente enojado.

 

 

-¡Idiota! –me estremezco por su grito, uno de sus hombres baja la cabeza en sumisión –les dije que lo cuidaran ¡Solo eso! ¡¿Qué fue lo difícil?!

 

 

-No fue nuestra culpa señor –Se notaba el miedo –trató de escapar, no nos dejó alternativa.

 

 

-¿Está muerto?

 

 

-No…pero casi.

 

 

Sai suspiró haciendo una seña para que abrieran la puerta, entró sin duda, me arriesgo al acercarme, pero tal vez descubra algo que me de libertad, pero no debí hacerlo, preferiría permanecer en la ignorancia.

 

 

-Te di muchas comodidades, te permití estar cerca de lo que más aprecio y ¿Así me pagas?

 

 

-L-Lo siento, p-por favor, a-ayúdame.

 

 

-Ya no más Minato –la voz sonaba tan fría -¡Mírate! Estas prácticamente muerto ¿Por qué debería ayudarte?

 

 

-N-naruto, él se dará cuenta.

 

 

Su voz sonaba tan baja y tan ronca que sorprendía que pudiera formar oraciones, más una carcajada se oyó sin inhibimiento alguno, Sai se sostenía el estómago ante lo absurdo del argumento.

 

 

-No te ha visto por tres años Minato, piensa que lo abandonaste y debo confesar que su solitario comportamiento es muy caliente –se lamió los labios – pero dejemos eso de lado, eres mi suegro –el tono mostraba simpatía –no puedo dejarte así.

 

 

Sai sostenía el rostro de mi padre, quien sometido en el suelo de la celda respiraba forzosamente, su cuerpo estaba cubierto de sangre, salía tan rápido, tan fácil y hacia mí, “Sasuke” no supe que lo dije en voz alta hasta que sentí su mirada sobre mí, los hombres me sujetaron sin miramiento, me resistí –como siempre –no había diferencia, ahora Sai venia hacia mí.

 

 

- ¡Amor! –su voz empalagosa me erizó los vellos –que bien que te veo ¡Mira! –la emoción se veía en sus ojos –tu padre vino a visitarnos –abrió los brazos como si hubiera descubierto algo grandioso, mostrándome el cuerpo de un ahora pelirrojo.

 

 

-¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!

 

 

Un grito, tras otro ¿Qué importaba el dolor en mi cuerpo o el castigo futuro? Si podía salvarlo.

 

 

-Ya, ya, amor, sé que estas feliz, pero tu padre tiene que irse –sonríe sacando un arma, posicionándola en la frente de papá -¿No es así suegro?

 

 

-Sí… -Se notaba el miedo en su respuesta, en sus ojos, en el temblor de su cuerpo próximo a ser inerte, me miró, está vez a mí, no a su vergüenza –Lo siento –susurró en voz lastimera y mi esposo jaló el gatillo; No cerré los ojos, observé el cráneo de ese hombre ser destrozado, veía con atención los trozos de cerebro en el suelo y paredes, Sai voltea hacia mí, me besa, sus labios están rojos, tanto como la sangre puede hacerlos, dándome a probar la muerte, acariciándome con suavidad mientras se aleja. Exploto, grito, pataleo, peleo, justo en mis narices, justo frente a un incompetente yo, otra persona es eliminada, borrada, su cuerpo está a unos pocos centímetros, tal vez medio metro y no puedo siquiera tocarlo.

 

 

-Déjame tocarlo –esa voz lastimera, derrotada, no parecía la mía –por favor –le miré –solo eso – él me mira.

 

 

-Tendrás que pagármelo muy bien entonces.

 

 

-Si –ya nada me importaba –haré lo que sea –ya estaba acostumbrado a hacerlo –pero ¡Por favor!

 

 

-Suéltenlo.

 

 

Corrí a abrazar el cuerpo, está frio y cada vez pierde más de su temperatura, no quiero soltarlo, el dolor en mi pecho se incrementa ¿Cuánto tiene que hacerme sufrir para estar satisfecho? Me aferro ¡¿Qué importaba lo desfigurado de su cuerpo?! Lo asqueroso del olor, quería irme con él, él era el último eslabón que me mantenía encadenado a la tierra, trato de aspirar algo del aroma de los recuerdos, pero me separan con brusquedad del último al que quise y en ese mismo lugar acaba con lo último de cordura, allí, sobre la pintura carmesí destrozó mi ropa, me tomó “Me excitas cuando estas cubierto de sangre” una excusa pobre, un susurro lujurioso mientras me penetraba, aún con toda mi fuerza no pude quitarlo, no quería hacerlo frente a mi padre, no ante esos marchitos globos; mi resistencia era como una caricia de gatito para él, su semen llenando mi interior no demoró, una y otra vez, mi cabeza se revolcaba en sesos y mi mente en locura.

 

 

Sus hombres me llevaron cuando terminó, no podía ni permanecer en pie, la habitación jamás se me había hecho tan sofocante, los escuché alejarse y grité, grité tan alto como pude, ignoré el sabor metálico en la garganta, seguí gritando, destrozando todo lo que había alrededor, los floreros, las ventanas, las lámparas, las mesas, sillas ¡Todo! Todo hasta caer de rodillas por el cansancio o tal vez el sentimiento de derrota, la respiración agitada hacía eco, los trozos de espejo mostraban mi rostro ¿Por qué sonreía? ¡Ah! Ahora no había cadenas, tomé ese pedazo tan fuerte como pude y lo hice, mis brazos fueron apuñalados tan profundo como podía, una y otra vez hasta saciarme, mis brazos ya no podían sostener nada, los tendones cercenados se veían entre la carne, la pared de ese manicomio se hizo un excelente lienzo, mis manos eran el más fino pincel, mi sangre, la más valiosa pintura.

 

 

Trabé la puerta, no quería molestias, comencé la pintura, me sentía un experimentado pintor, cada una de las letras se sentía una tonelada menos en el alma, palabras que desde hace tres años habían sido silenciadas.

 

 

Con cada trazo que daba con sus manos ensangrentadas solo traía recuerdos, la imagen de quien fue lo más importante en su vida, los brazos ya no parecían humanos, la carne abierta mostrando sus adentros, sus músculos, sus huesos, liberando icor como cascada, el temblor se hizo presente en cada movimiento, pero ni un ápice de dolor llegaba a su cerebro.

 

 

El mareo le atacaba con furia, aumentó los movimientos para alejarse, su obra maestra terminaba.

 

 

“Pronto estaré contigo”

 

 

Se sintió aliviado, movió los dedos con dificultad, aún tenía un poco de agarre, otro pedazo en sus manos, esta vez dirigido al cuello, Sai le había arrebatado todo, tembló aún más escuchando los embistes a la puerta, pronto la derribarían, cerró los ojos pronunciando una última frase, justo al momento de la caída de la puerta y de que su primer lagrima en años fuera derramada, el pedazo de deslizó por su cuello como mantequilla, cayó al suelo terminándose de vaciar, una sonrisa, ahora eterna se quedó en su rostro, Sai, aterrado trató de detener la hemorragia, por primera vez, el rubio pudo ver el miedo en esos ojos, en la siempre imperturbable expresión, pero ya no importaba.

 

 

“Sasuke…”

 

 

Por fin había podido decir lo que quería, al fin esa persona lo sabría, la pintura dejo de salir, el piso había quedado de un uniforme color, sus palabras se perdieron en el vacio o al menos eso creía.

 

 

“…Yo…”

 

 

Sai seguía desesperado tratando de revivirlo, pero en sus ojos ya no había luz, uno de los hombres lo detuvo, ya no había nada más que hacer y entonces, sabiendo lo que ocurría, lloró, lloró por el único en su vida que había amado, lloró por saber que él amo, más no era amado.

 

 

“…También…”

 

 

Pasaron unos momentos mientras se calmaba, mientras los gritos y lágrimas se perdían en el pecho sin latidos, se aferró tan fuerte como pudo y se levantó, el cuerpo en sus brazos era liviano ¿Siempre había sido así? Ya no importaba nada, ni siquiera las suplicas de sus hombres o los intentos por detenerle, solo caminó, caminó pensando en su vida, en sus errores hasta lejos de la mansión, hasta el filo de un precipicio, agarró a su esposo, se hundió en su cuello, aspiro lo que quedaba de su aroma y saltó, él si lo amaba, lo amaba con locura aunque no fuera correspondido, la importancia de su vida, de su pasado, presente y futuro se perdió cuando el alma de Naruto de apartó de él, solo importaban su esposo y él, su rostro se veía dolido, cansado, susurró palabras al viento, palabras que hasta ahora creía impronunciables, falsas, inexistentes, aunque no olvidaba las del rubio, ese nombre que borró a la fuerza había regresado, el hombre que su esposo quería, sabía que era así, ya no se iba a torturar con recuerdos, con hechos verídicos, recordaría las últimas palabras de su adoración por la eternidad, esa voz ronca, rota y tan dañina como una puñalada en el corazón, pero era suficiente el morir con su amor unilateral.

 

 

Ambos impactaron con fuerza, el abrazo no se deshizo ni cuando sus pulmones se llenaban de agua, no se separaría de él, sus memorias divagaban entre los momentos que pasó con su rubia adoración y su último momento, cuando la puerta fue derribada, lo que sus oídos pudieron captar como una sentencia, cerró los ojos, la voz rasposa inundó su entorno, repitió las veces posibles su último tormento, sabiendo que ni en la eternidad, ni en la muerte, Naruto seria suyo.

 

 

“…Te amo.”

 

 

¿Es el final?

Ahora lo es.

 

(08/06/2013)

Notas finales:

Yyyyyyyyyyyyyyyy ¡Terminamos!

¿Qué les pareció, logré entristecerlos?

Por cierto, estaba escribiendo un fic de Kuroko no Basuke y... se me perdió la libreta donde estaba escrito, sé que no tiene nada que ver con esto, pero allí tambien tenia la continuación de ¡Dispárame!...


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