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Plumas Negras (AoKise) por Antonyanchan

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Notas del capitulo:

Buenas.

Debo mencionar que el Inframundo esta basado en él de la mitologia griega. Por eso podemos ver el río Aqueronte en la historia.

Bueno, sin nada mas que decir. Deseo que disfrute del capitulo.

Kagami desesperadamente golpeaba la puerta. De vez en cuando gritaba o incluso lloraba.  No quería asumir que se había transformado en un demonio, y que el Inframundo ya era su nuevo hogar. De repente, sintió como algo le golpeaba la cabeza.

 — ¡Eres demasiado ruidoso! ¡No me dejas descansar tranquilo, imbécil! —le gritó un demonio que le había lanzado una pequeña roca. Enfadado, Kagami se voltio a verlo. Ya la situación lo tenía de pésimo humor, y recibir el golpe no ayudaba en nada.

El demonio que lo había golpeado tenía la piel oscura, con ojos de un azul profundo como la noche. Sus grandes alas eran de un color negro y además, no poseían ninguna pluma. Su frente estaba adornada con cuernos, y se podría ver como una cola salía de su parte posterior. Era un Daemone Plena.

Una de las pocas cosas que se sabían de los demonios, era que estos se clasificaban en tres tipos.

Primero estaba el Cecidit Ángelus, que eran los demonios que recién habían llegado al Inframundo después de perder las plumas. Sus alas eran débiles y normalmente viven en la melancolía y/o rabia hacía su cruel destino.

Luego vendrían los Maledictus. Las alas de los Maledictus eran más fuertes que las del Cecidit Ángelus, pero aun no podrían volar. Ellos estaban desarrollando los cuernos y las colas.

Y por último, los Daemone Plena, quienes eran los demonios completos. Tenían grandes cuernos y una larga cola, además de que sus alas podrían volar y medían el doble del tamaño que poseían cuando su dueño era un ángel.

—No podrás regresar, así que quédate callado. Solo eres una molestia  —le comentó el demonio con una mirada seria.

—Yo realmente estoy arrepentido de lo que hice, de seguro que Padre me dará…

— ¿Otra oportunidad? Todos piensan eso cuando llegan. Ríndete.

Kagami se llenaba de impotencia. Llevaba horas gritando, y golpeando la puerta. Sus puños habían comenzado a sangrar. Y no había conseguido nada. Sus alas no podían elevarse, se sentía demasiado patético.

— ¿Está todo bien? Escuche gritos y me preocupe…  —otro demonio había llegado. A diferencia del primero, su mirada era amable. Si no fuera por sus alas, cuernos y cola, no parecería un demonio.

El recién llegado, no pudo evitar fijarse en Kagami   — Eres un Cecidit Ángelus, es decir, eres nuevo…   —Caminó hacia él y lo miró de pies a cabeza. Al darse cuenta de los lastimados nudillos, su mirada se mostró preocupada. —Ay no ¡Tenemos que curarlos rápido!

Kagami estaba impactado. Siempre se decía que los demonios eran seres malvados, pero aquel demonio extraño quería ayudarlo sin ni siquiera conocerlo. —Ehm…

—Ah, lo siento por no haberme presentado, soy Kiyoshi ¿y tú?

—Kagami…

—Mucho gusto, Kagami. Vamos al Aqueronte, ahí el agua es más pura que en el resto de los ríos. —señaló Kiyoshi tomándolo delicadamente de la mano. El demonio moreno bostezó y comenzó a dirigirse hacía un árbol muerto.

— ¿Are? ¿No vendrás también? —preguntó Kiyoshi.

— ¿Para qué? ¿Por qué debería importarme lo que le pase? —respondió el demonio moreno.

—Pensé que estabas ayudando a Kagami. Aunque eso sería raro de ti, Aomine. —y tras decir eso, Kiyoshi dirigió su mirada hacía el pelirrojo. —Vamos.

Después de que Kagami y Kiyoshi desaparecieran en el camino hacía Aqueronte. Aomine se acostó bajó aquel árbol muerto —Por fin algo de paz… —se dijo así mismo, aunque realmente no fuera verdad. Había muchas posibilidades de que otros demonios llegarían a molestar, o que soñaría con ese ángel rubio que tanto deseaba volver a ver. Realmente no deseaba regresar al Cielo, se había acostumbrado al Inframundo perfectamente. Pero cuando recordaba a Kise, era imposible aguantar las lágrimas.

—Él brillaba tanto como el sol, por eso mis alas terminaron quemándose.

No aguantó el hecho de que su risa solo exista en mis recuerdos. No, su risa sigue existiendo, solo que ya no puedo oírla. Puede que este riendo ahora, y yo estoy aquí llorando porque mis oídos no llegan a escucharlo.

Pero es mejor que no nos volvamos a ver nunca. Porque no querría ver a Kise con sus alas sin sus bellísimas plumas. Es más, mi pecho dolería ya que me sentiría culpable. Porque a pesar de que sé muy bien las consecuencias de que nos volvamos a ver, desde mi corazón lo deseo más que todo.

Notas finales:

En serio, no puedo creer que lo profundo que me quedó el mónologo de Aomine... Personalmente creo que es mi parte favorita del todo fic.

Bueno, muchas gracias por leer el capitulo dos. 


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