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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Dazai Osamu se encontraba saliendo de la mansión Fukuzawa después de haber pasado varias horas dentro buscando aquellas respuestas que necesitaba casi con desespero… Aunque si no fuese así no hubiese pensado en secuestrar a Akutagawa para obtenerlas. Por eso suspiró al ver a Junichirou acompañarlos a Odasaku y a él hacia la salida, los estaban echando de una manera cordial.

—Bueno, muchas gracias~ Tu sombra siempre es útil para casos como éste~ —anunció Dazai con una amplia sonrisa. En esos momentos su interior se estaba debatiendo entre los celos que sentía por Akutagawa y la felicidad de haber aclarado el panorama alrededor de la misteriosa existencia del tigre.

—De nada, gracias por preferirnos para realizar el trabajo —Tanikazi Junichirou era un joven delgado de cabello corto y color naranja. Desde joven trabajaba para la Agencia del presidente Fukuzawa, siendo su sombra bastante útil para casos como el que les había llevado Dazai. Dirigió sus orbes color avellana hacia Odasaku, que parecía verlo de reojo con bastante frecuencia—. ¿Ocurre algo?

— ¿Eh? No, es solo que estaba pensando que serías una buena adquisición para la policía ¿no te interesa? —Oda estaba bastante interesado en esa excepción, no todos los días se encontraba a alguien con un lazo tan fuerte como ese y era mucho más extraño que hubiese una sombra con la capacidad de alejarse tanto de su dueño.

—Lo siento, soy fiel a esta agencia y no tengo interés alguno en pertenecer a la policía o a otra organización del gobierno —Tanikazi hizo una leve reverencia para despedir a ambos hombres y volver dentro de la mansión. No tenía mucho que hablar con ese par.

— ¿Qué se siente ser rechazado por un chico? —preguntó Dazai con una leve sonrisa en sus labios, y simplemente soltó una suave risa a la vez que caminaba junto a su viejo amigo.

—Por un momento olvidé a dónde pertenecía Tanikazi —Oda suspiró con suavidad, era evidente que la mayor parte de las excepciones de la isla se negaban fervientemente a ayudar al gobierno. En ese momento se dio cuenta de que había hecho una pregunta estúpida—. ¿Y tú? ¿Ya estás conforme?

Dazai soltó una suave risa, antes de dirigir sus orbes hacia Oda—. De cierta manera estoy satisfecho, sin embargo, ver eso me hizo consciente del lazo que une a Akutagawa con Atsushi, y definitivamente el primero no va a dejarlo ir tan fácilmente. Pensaré una forma de lidiar con eso en lo que resta de la noche.

Un nuevo suspiro abandonó los labios de Odasaku, el hombre frente a él era un completo misterio. ¿Por qué estaba pasando por tantos problemas sólo para obtener a ese chico? No lo entendía completamente y aun así lo estaba ayudando ciegamente. En ese preciso momento deseó que Dazai no cometiera un error imperdonable como lo había hecho Ango en el pasado—. Seguramente Akutagawa debe estar como una fiera después de que se metieran en su sueño.

El detective de excepciones no pudo evitar observar de reojo a su compañero, Oda parecía estar pensando demasiado las cosas y a nadie le convenía que eso sucediera. Él mismo empezaba a dudar de la verdadera razón por la que había buscado a Atsushi en primer lugar, y un nuevo deseo para con el tigre había nacido… Un anhelo que quería intentar borrar antes de que se convirtiera en un sentimiento estúpido—. Ya debe estar haciendo arder cosas por allí, pero no creo que sea tan estúpido como para venir tras de mí de inmediato.

—Eres un caso perdido, lo sabes ¿no? —al escuchar el “muchas gracias” por parte del contrario,  Oda sonrió. Con suavidad palmeó el hombro ajeno—. Sé que lo sabes y que no debería decirlo… no obstante, es necesario que lo haga o no podré estar tranquilo. Dazai, no vayas a romper a ese chico, no dejes que tus decisiones hagan de este mundo un lugar peor… No repitas lo de Ango —esa era la única petición que le haría a su querido amigo.  

Por unos momentos Dazai se mantuvo en silencio antes de sonreír levemente y devolverle el palmeo al de cabellos castaños rojizos—. No puedo romperlo, ya fue roto hace mucho tiempo. Yo voy a darle una razón para luchar, le daré una nueva razón para vivir y luego cometer un verdadero suicidio doble~  —aseguró el detective con voz cantarina para adelantarse unos cuantos pasos y luego volteó muy sutilmente, dedicándole una media sonrisa a Odasaku—. Dime, si yo fuese a volverme el villano de esta ciudad ¿me detendrías?

Oda Sakunosuke no pudo evitar fruncir levemente el ceño ante aquellas palabras y la expresión de Dazai, no podía decir con seguridad si estaba siendo serio o no—. Te detendría, haría lo que fuera para que estuvieses de nuevo del lado correcto —entre la oscuridad que los amparaba, creyó haber escuchado un “tsk” por parte de castaño… —. ¿Estás pensando hacer alguna locura?

—Oda, querido Oda, ¿puedes decir después de ver el sueño de Akutagawa que estamos del lado correcto? —se giró suavemente, dedicándole una sonrisa a su viejo amigo —. Tengo un asunto que atender, sabes el camino de regreso ¿no? Nos vemos más tarde~ —y con esas palabras se apresuró a perderse entre la noche.

Un fuerte suspiro de frustración abandonó los labios de Odasaku—. Par de idiotas, siempre soy yo quien tiene que cargar con las consecuencias de sus actos… Tanto Ango como tú están equivocados, no se puede salvar el mundo a base de simple destrucción —murmuró para sí mismo mientras llevaba las manos a los bolsillos de su chaqueta para comenzar a caminar de regreso hacia el departamento de Dazai.

 

 

Entre tanto Tanikazi había vuelto dentro de la mansión, donde Yukichi Fukuzawa lo esperaba sentado tranquilamente en un sillón de cuero marrón. El de cabellos naranjas no entendía la razón por la que el presidente había decidido aceptar una solicitud tan repentina, más nunca cuestionaría su juicio.

—Ya sé que debes estar confundido, pero tengo una buena razón para no haberme negado —suspiró el de cabellos plateados que como siempre vestía un kimono verde oliva.

—No lo estoy cuestionando… pero meter a mi sombra en los sueños de Akutagawa fue agotador —Junichirou simplemente se sentó en un sofá al costado del presidente y se relajó un poco. Su hermana Naomi seguramente lo estaría esperando en casa con una cena caliente, así que debía apresurarse a irse.

—Fue una locura, estoy consciente. Siento haberte pedido algo tan egoísta, pero es por el bien de Ranpo… —Fukuzawa sacó un sobre de entre sus ropas y lo dejó encima de la mesa para rodarlo hacia el pelinaranja.

—Dice eso… pero desde que Ranpo vio a Dazai se encerró en la habitación y no ha querido salir —al ver el sobre de efectivo, simplemente suspiró. Tomó el incentivo  para guardarlo en uno de sus bolsillos y levantarse para hacer una leve reverencia; era obvio que había sido un soborno para que “olvidara” el asunto —. Hasta mañana, presidente, que tenga buenas noches.

—Hasta mañana —aseguró Yukichi, no tenía tiempo para lidiar con las preguntas de Junichirou cuando su adorado Ranpo estaba molesto con él por haber ayudado  a Dazai, pero había sido totalmente necesario. No podía dejar que Dazai le dijera al súper detective sobre la verdadera naturaleza de su habilidad.

 

 

 

—Necesito un favor de ustedes. Sé que la sombra de Tanikazi tiene la habilidad de inducir ilusiones tanto a un grupo de personas como a alguien en particular, también podría mostrarme los recuerdos de alguien ¿no? —Dazai había recurrido al único lugar en el que sabía podía encontrar todo lo que estaba buscando: la agencia de informantes para la que trabajaba cierto súper detective.

—Estás en lo correcto, no obstante, el uso de esa habilidad no es barata y tampoco planeamos colaborar con tus deseos, Dazai —Yukichi Fukuzawa bebía tranquilamente una taza de té mientras prestaba atención a su inesperado invitado.

— ¿Uh? Así que las cosas no serán fáciles… Pues sería una lástima que Ranpo se enterara de que detrás de su habilidad no hay ninguna sombra. Sería un problema para ti ¿no? —el rostro que le mostró aquel hombre seguramente hubiese intimidado a cualquiera, pero no a él. Después de todo, no le temía a las excepciones, estaba acostumbrado a lidiar con ellas—. Imagino que eso cambia las cosas.

—Ven esta noche, prepararemos todo. Si algo se escapa de tus labios o Ranpo sospecha de eso… Definitivamente voy a matarte, Dazai —Fukuzawa tenía el ceño fruncido y la rabia hirviendo en su pecho como no lo había hecho en mucho tiempo. Él era una persona tranquila que mantenía la calma sin mucho esfuerzo… Sin embargo, cuando se trataba de Ranpo perdía la cordura.

—Muy bien~  te lo agradezco mucho, Fukuzawa~ mis labios permanecerán sellados~  —Dazai mantuvo una sonrisa alegre mientras se levantaba para abandonar la enorme mansión. Hubiese querido mantener esa carta bajo su manga por un tiempo más, pero la situación requería de tales medidas. Si quería seguir acercándose a Atsushi, tenía que saber la verdad, debía conocerla a toda costa.

 

 

 

—Si no hubiese sido por eso, jamás le hubiese ayudado… —Yukichi suspiró con pesadez antes de levantarse para caminar a través de uno de los solitarios pasillos de su hogar... Al llegar a la puerta que daba hacia su propia habitación, la golpeó suavemente—. Ranpo, voy a pasar. Tenemos que hablar de esto —rodó con cuidado la entrada corrediza, encontrándose con Ranpo parado justo detrás.

El detective de cabellos azabaches tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. — Quiero una explicación y la quiero ahora —anunció con evidente mal humor. ¿Cómo se atrevía Yukichi a ocultarle algo? Ellos eran amantes y como tal tenía todo el derecho de saber cuándo su novio iba a hacer tratos con el hombre que despreciaba. Odiaba sentirse echado a un lado cuando hasta Tanizaki participaba.

Un suspiro abandonó sus labios, sabía que Ranpo no iba a ponérsela fácil, siempre que se trataba de Dazai, ambos terminaban discutiendo, y sin embargo, no podía ser de otra forma. Prefería enfrentar una pelea con su pareja, antes de que éste conociera la verdad tras su sombra —. Las cosas cambiaron, ya sabes… Dazai amenazó a alguien de “arriba” del gobierno y tuve que ceder ante sus amenazas. De otra forma se hubiesen puesto contra nosotros, y sabes que no podemos permitir que los chicos corran peligro. Fue algo de último momento, y cuando iba a explicarte simplemente te encerraste.

Ranpo había entreabierto sus orbes verdes para poder prestarle la atención debida a  Fukuzawa, pues desde el momento en que se conocieron, él era la única persona a la que miraba sin perderse detalle alguno. El único ser que podía ser digno de su compañía era Yukichi, por eso no podía permitir que éste le empezara a guardar secretos… No, de ninguna manera debía hacer cosas que lo hicieran perderle confianza…—. ¡Debiste seguirme de inmediato y decirme! ¿No somos amantes? Debiste darme prioridad a mí —exigió el de cabellos azabaches, negándose a aceptar que era su actitud terca la culpable de aquello.

Para Yukichi, Ranpo era sin duda un niño pequeño y mimado; amaba eso, quería que no pudiese vivir sin él—. Lo siento, ¿podrías perdonarme? —sí, así de fácil cedía hacia él. Sin embargo, su rostro no mostraba emoción alguna, simplemente lo observaba. Le gustaba ver la ansiedad en ese iris esmeralda que apenas y se asomaba.

Inevitablemente sus párpados se cerraron ante la disculpa ajena y fue directamente a los brazos de ese alto hombre para hundir el rostro en su pecho, rodeando aquel cálido cuerpo con sus delgados brazos. Era su manera de pedir disculpas cuando se equivocaba tontamente y ponía el peso del perdón sobre los hombros de Fukuzawa que cargaba sin quejarse con todos sus errores… Siempre era así—. Yukichi elógiame…

Inevitablemente una imperceptible sonrisa se formó en los labios del albino, antes de acariciar con suavidad el cabello de Ranpo. Era un alivio que creyera en sus palabras, y aunque fuesen mentira… todo era para protegerlo —. Vamos a descansar, ha sido un día duro para ambos, llegaste tarde porque el caso se complicó ¿no? —preguntó sin soltar el abrazo ajeno.

—Claro que no… No hay nada complicado para el súper detective Ranpo Edogawa, simplemente la policía dudó de mí… Son tan estúpidos, ellos no deberían dudar de mí que poseo una habilidad tan especial —gruñó mientras poco a poco aflojaba su abrazo para soltar al más alto y poder caminar hacia la cama. Llevaba una pijama completa con camisa de botones manga larga en seda—. Apresúrate, quiero descansar. Mañana también será un día ocupado.

—Debes intentar ser un poco más paciente… —con tranquilidad se dirigió hacia el closet apenas el menor lo soltó. Con calma fue retirando una a una sus prendas para dejarlas en el cesto de la ropa sucia. Tomó un yukata ligero de color azul cielo para colocárselo apenas y no tuvo nada debajo—. Cálmate un poco, no voy a ir a ningún lado.

Ante las palabras de Fukuzawa, suspiró un poco, volteándose hacia ese lado para observarlo. Yukichi era todo un hombre, le gustaba la musculatura finamente marcada en su espalda. Inevitablemente aquello desató cierto deseo en su interior, no obstante, el agotamiento no lo dejaría soportar más de una ronda—. Me parece bien… Vayamos a un lugar fuera de Yokohama —anunció Ranpo, antes de sonreír por la expresión que le mostraba Yukichi.

Fukuzawa había volteado apenas y había escuchado las palabras de Ranpo. Nunca antes habían salido de la isla para unas vacaciones, pero si el de cabellos azabaches lo pedía, no tenía por qué negarse—. Lo que tú quieras, aunque me da curiosidad por conocer la razón que te lleva a desear eso —con calma se encaminó hasta el lado contrario de la cama y se acostó para abrazar desde atrás al menor.

—Quiero conocer el mundo fuera de este pozo llamado Yokohama —comentó Ranpo con voz suave antes de voltearse y acurrucarse en el pecho ajeno como cada noche que dormía a su lado desde el tiempo en que ni siquiera eran pareja… Ya no recordaba la última vez que había dormido sin Yukichi, tampoco necesitaba esos recuerdos. Por eso mentiría, le diría todas las mentiras que fuesen necesarias para que salieran de Yokohama antes de que el “Abismo” apareciera.

—Si ese es tu deseo, entonces te sacaré de este pozo un rato —aseguró Fukuzawa mientras cerraba los ojos, tener a Ranpo entre sus brazos siempre lo hacía sentir tranquilo y le recordaba el momento en que lo había conocido. En ese entonces tal como lo habría hecho un gato callejero, el súper detective lo había arañado apenas había intentado tocarlo. Tal vez era eso lo que lo tenía atrapado en las redes de ese bajito azabache: su parentesco a los gatos.

—Eso es lo que quiero —anunció Ranpo y subió la mirada para poder ver el momento en el que el contrario cerraba los ojos. Ni siquiera en esa situación parecía relajarse, pues su ceño seguía fruncido. Simplemente sonrió, le gustaba ese hombre de duro exterior que lo había rescatado en el pasado. <<En caso de que Dazai cumpla su cometido, será mejor que no estemos por aquí… Por eso mantendré esta mentira hasta que estemos tan lejos que no puedas venir a sacrificarte por todos…>> y con ese pensamiento egoísta se aferró a su más importante persona.

 

 

 

Entre tanto la pareja se disponía a descansar, en una zona central de la ciudad sobre las cabezas de todos los habitantes ignorantes, cierto hombre maquinaba un nuevo plan para acabar con la esperanza de todas las excepciones que dormían creyendo en un futuro brillante. Ese hombre era el causante de muchas penurias: Ango Sakaguchi.

—Esto se pone cada vez peor, parece que pronto nadie podrá ser capaz de detener a Dazai y todo se irá al carajo… —suspiró el de gafas anticuadas mientras con uno de sus dedos los subía de forma correcta sobre el tabique de su nariz. Fue a tomar asiento justo frente a su escritorio y movió su vaso de whisky —. No hay más  opciones, el tigre debe desaparecer por el bien de esta ciudad, por tu propio bien, Dazai.

Cada vez que bebía recordaba con nostalgia los años en los que podía beber con sus viejos amigos, las conversaciones triviales carentes de temas laborales, las risas sinceras, extrañaba todo aquello y, sin embargo, era consciente de que el único que había destrozado todo era él mismo. Si tan solo hubiese podido deshacerse del tigre como lo tenía planeado desde un inicio todo hubiese sido diferente, pero Atsushi había sido  inesperadamente un hueso duro de roer desde la infancia.

Bebió de su vaso con tranquilidad antes de salir hasta la terraza para recargarse en el barandal de madera y observar el paisaje nocturno. La luna llena había salido bastante tarde esa noche y ahora cubría con su luz azul la ciudad que había visto nacer a tantos monstruos…

—En este mundo no hay espacio para ellos… —sentenció, dándole nuevamente un sorbo a su vaso de whisky. El fuerte sabor de la bebida no era suficiente para hacerlo olvidar la inconformidad con la que cargaba desde hace años. En esos momentos vivía preguntándose si en realidad había tomado las decisiones correctas a lo largo de su vida.

—De todas formas ya no importa, es demasiado tarde —sentenció apenas vio a lo lejos la silueta de un gran felino blanco moverse entre los techos de las casas. Ese era el peor monstruo de todos: la inocencia.

 

 

Byakko se encontraba saltando de un techo a otro, poniendo su peso sobre las almohadillas de sus patas para evitar hacer algún ruido cuando pasaba sobre las tejas rojizas. La vista nocturna luego de alimentarse era uno de los mayores placeres que podía disfrutar desde su regreso al mundo humano. En el abismo donde había abandonado su naturaleza normal para convertirse en una sombra, no existía la luna o las estrellas tampoco un cielo que admirar. En ese lugar no había nada más que oscuridad.

Las cosas en ese momento eran tan diferentes para él que le era imposible no caer en la calma que le traía sentirse seguro en esa ciudad acompañado por su adorable excepción que en esos momentos era uno con él y dormía en su interior, ignorante de toda la sangre que había hecho correr esa noche: un violador, un ladrón, un asesino serial, todos habían sido parte de su cena para esa hermosa velada  de luna llena. Aún podía sentir el dulce sabor de la yugular ante la primera perforación… Era tan excitante…

Saltó hacia el suelo desde uno de los techos con la sutileza que sólo podía poseer un gran felino y al subir la mirada se encontró con una silueta que ahora conocía bastante bien.

— ¿Te han dicho que eres una molestia? —ante la sonrisa que aquel hombre le dedicó empezó a caminar hacia las afueras de la ciudad. Entre las calles vacías la sombra que provocaba la enorme criatura parecía  un fantasma.

—Oh~ Me alegro de que nos llevemos bien, Byakko~ tuve que ser muy listo para poder triangular tu ubicación pero estaba seguro de que aparecerías~ Después de todo, hay luna llena —Dazai Osamu empezó a caminar justo al lado del enorme felino que sobrepasaba su altura por varias cabezas.

—Entonces… ¿Qué planeas hacer con la información que obtuviste del sueño de Akutagawa? No creía que alguien fuese tan estúpido como meter a una sombra a la cabeza de ese perro rabioso. Sin embargo, has superado mis expectativas —rodó levemente la cabeza para observar al hombre con sonrisa permanente. El cazador de excepciones no era un ser común.

—Eso es algo que decidiré a su tiempo, pero no te preocupes, no tengo intención de decírselo a Atsushi. Eso es lo que te molesta ¿no? Incluso si yo destruyera este mundo… todo estaría bien si Atsushi no sufre ¿verdad? —Dazai Osamu le sonrió al tigre mientras lo seguía hacia lo profundo del bosque. No le temía, estaba más que seguro de que obtendría lo que quería siempre y cuando usara las palabras correctas—. Te alimentas de humanos porque Atsushi no posee nada de maldad en su alma ¿no?

La excepción que lo seguía sinceramente era bastante lista, había visto a través de él sin ningún problema. Dazai Osamu era un ser molesto definitivamente. Byakko gruñó con levedad ante las palabras del contrario—. Es evidente, las sombras necesitan una fuente constante de maldad para poder mantener una forma física en este mundo. ¿Qué quieres? No creo que hayas venido a tener una conversación trivial conmigo.

—Quiero ver a Atsushi —el detective ni siquiera se molestó en seguir intercambiando palabras inútiles con el tigre, la única razón por la que había ido allí era para ver al de cabellos cenizos e invitarlo de nuevo a una cita. A pesar de que quería evitarlo, parecía que su corazón había confundido la curiosidad con un sentimiento extraño. No obstante, no debía perder nunca su objetivo de vista… incluso si eso lo hacía perder por completo el cariño de Atsushi.

—De cierta manera tú me recuerdas a una persona del pasado, su mirada estaba tan nublada que simplemente saber lo que pensaba era imposible. Creo que está de más, pero si amenazas a Atsushi de alguna manera, voy a destrozarte hasta que no quede nada más que una masa deforma de carnes, huesos y sangre —con esa sentencia Byakko se posicionó en el prado para pararse en sus dos patas traseras. El rayo de luz lunar bañó su cuerpo.

Ver aquello definitivamente era una maldición para Dazai, pues nuevamente sin poder evitarlo se había quedado embelesado ante la conversión del tigre a la delgada figura del chico que con suavidad posaba sus pies descalzos en la grama y entreabría los ojos como si acabase de despertar del más profundo sueño—. Bienvenido Atsushi~ —anunció con voz cantarina para después acercarse al chico.

—Mm… ¿Dazai? ¿Qué haces aquí? —Atsushi frotó suavemente sus ojos antes de ladear el rostro y fijar  sus orbes amarillos en el rostro tranquilo del detective.

—Oh, encontré a Byakko y pensé que era la oportunidad perfecta para invitarte de nuevo a comer algo~ ¿Vendrás? —al ver la duda del contrario creyó que posiblemente se negaría pero el menor terminó por dedicarle un muy leve asentimiento y el sonrojo en sus mejillas no pasó desapercibido para Dazai ¡Lo tenía!

—Está bien… Suena divertido, la última vez también me entretuve mucho. Pero ¿está bien que vayamos juntos? Después de todo se supone que tú debes darme caza ¿no? —preguntó el de cabellos cenizos mientras bajaba la mirada. La amabilidad de Dazai hacia su persona lo hacía sentirse raro…

—No te preocupes por eso, no soy parte de la policía, simplemente les echo una mano cuando se me antoja —aquello no era del todo mentira, pues siempre se saltaba aquello que le parecía aburrido—. Ven pasado mañana a esta dirección, ponte algo lindo —Dazai le tendió la mano donde tenía una tira de papel con las indicaciones completas para su reunión.

—Sí, está bien… —tomó el papel y lo guardó en el bolsillo derecho de su pantalón. Nunca pensó que nadie fuera de la Port Mafia le tendería la mano de esa manera, y sin embargo, Dazai lo hacía… Inevitablemente había empezado a sentir simpatía y curiosidad hacia él, quería conocer los misterios detrás del cazador de excepciones.

—Bueno, eso era todo, nos vemos~ —hizo su rostro hacia delante mientras deslizaba su diestra por el cuello ajeno hasta ese fino mentón. Lo sujetó con suavidad antes de depositar un beso en la comisura de los labios ajenos. Apenas fue consciente de sus acciones, lo soltó, antes de fugarse velozmente, sabiendo que seguramente Atsushi estaría desconcertado. Había sido un impulso,  estúpido y demasiado humano para él.

El rostro normalmente pálido de la excepción del tigre se tiñó por completo de carmín, y tuvo que dejarse caer sobre sus rodillas en la grama antes de cubrirse el rostro. No lo entendía, Dazai era todo un misterio para su inocente mente.

Desde la sombra de su excepción Byakko observaba toda la situación sin muchas ganas de intervenir, pues podía sentir la emoción recorrer cada rincón del cuerpo de Atsushi. Lo entendía perfectamente, esa confusión que sólo el amor podía provocar en un corazón tan inexperto como el de su pequeño niño. Intervenir no era una opción, incluso cuando tenía un mal presentimiento acerca de las verdaderas intenciones de Dazai Osamu…

 

 

La decisión se formó esa noche

Las sombras perciben el cambio en el aire

El tigre es sin duda la señal

La cacería empieza ya.

 

 

Desde la cima a todos observa

Desde su puesto todo quiere manejar

Sin embargo, para eso

Al tigre debe erradicar.

 

 

¿A dónde se dirige este túnel?

Nadie lo sabe con seguridad

Bajo el puente está el abismo

Al que nadie se quiere acercar.

Notas finales:

*Lamento la tardanza, pero por fin salí del bloqueo y aquí les dejo la actualización~ 

 

 


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