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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Un desorientado Atsushi caminaba sin rumbo en lo profundo del bosque. La suave brisa acariciaba la delgada silueta de la excepción mientras ésta avanzaba, perdida entre las penumbras de ese extenso territorio.

¿A dónde iba? No lo sabía

¿A quién buscaba? No podía recordarlo…

Fue en ese momento en que se dio cuenta de que Byakko no estaba con él. Atsushi miró hacia la derecha, seguidamente a la izquierda… No había nada más que las temibles sombras de los árboles. Su corazón latía… no estaba muerto ¿entonces?

— ¿Byakko? ¿Dónde estás? —preguntó con voz temblorosa mientras su mirada se dirigía hacia los diversos puntos cardinales. En ese bosque no existía nadie más que él. Las aves no cantaban, los animales no se movían entre los arbustos, ni siquiera podía escuchar los aleteos de las polillas en la oscuridad.

Repentinamente la desesperación nació en su corazón y como si fuese una condición para que la tragedia se aproximara… Un ruido nació del silencio: el de pisadas acercándose… Sus piernas por inercia empezaron a moverse e inició la huida hacia el frente.

Fue mientras corría que cayó en un agujero y terminó sobre algo pegajoso… Atsushi no podría expresar correctamente el horror que sintió ante el penetrante olor que inundaba el lugar y apenas levantó su mano para fundamentar sus miedos se dio cuenta de que era sangre…

— ¡Byakko! ¡No es gracioso! ¡¿Dónde estás?! —se levantó, llevando las manos a su pecho—. ¡Chuuya! ¡Akutagawa! ¡¿Dónde están?! —estaba aterrado, no conocía ese paisaje, estaba solo… Y lo peor de todo era que las pisadas seguían acercándose. Y fue cuando parpadeó que al abrir los ojos se encontró rodeado de niños.

“El pecado que cometiste no puede ser borrado”, “el asesino debe pagar con su vida”, “no te perdonamos” se escuchaba repetir a los niños. Atsushi no entendía, no comprendía quiénes eran o por qué parecían querer atormentarlo.

—Yo no he hecho nada… ¡Yo no hice nada! —movió su mano para apartarlos, pero terminó desgarrándolos pues su mano ahora era la de Byakko.

“Este es tu pecado, carga con él”... “Porque eres un monstruo como nosotros”.

Atsushi deseaba hacer que las voces se detuvieran de una manera u otra, por eso movía sus manos intentando escapar de aquellas palabras que de alguna manera hacían su pecho arder. El silencio por fin llegó, sin embargo, al levantar la mirada se encontró con los cadáveres de todos bañados en sangre y la silueta de un sacerdote que conocía demasiado bien: aquel que lo vigilaba en el orfanato.

— ¡Aléjate! ¡No me toques! —Atsushi empezó a correr, no obstante, cada vez que volteaba aquel hombre seguía a pocos metros de él.

“Eres un bueno para nada”. “Eres una maldición”. “Te quedarás encerrado para siempre”. “Nunca debiste nacer”. Esa fuerte voz resonaba en sus oídos como si estuviese susurrándole directamente… Fue en ese momento en que sacudió su mano, desgarrando también a ese hombre y manchándose de la sangre oscura… Claro, Atsushi no era malo, ellos eran malos… eran los demonios que lo perseguían…

Se detuvo jadeante y con su desesperada mirada intentaba dar con alguna salida, sin éxito… el sonido de su pesada respiración era todo lo que podía escuchar. Sin embargo, cuando Atsushi vio la luz se encontró con Dazai Osamu cubierto de sangre, a los pies de éste los cadáveres de Chuuya y Akutagawa…

Un grito de desesperación fue arrancado desde lo más profundo de su pecho, no lo perdonaría.

 

Atsushi abrió los ojos y un par de lágrimas brotaron de éstos hacia la cama. Lo primero que  encontró fue  la suavidad del pelaje de Byakko que le estaba sirviendo de almohada. Por inercia y buscando la protección de su sombra se acurrucó contra ese peludo cuerpo, respirando por fin con tranquilidad. No recordaba la última vez que había tenido una pesadilla, pero seguramente ninguna del pasado sería tan aterradora como esa.

— ¿Despertaste? Siento no haber detenido la pesadilla, pero de otra forma seguirías siendo el bello durmiente de la Port Mafia —comentó el poderoso tigre con voz suave. Ante la mirada extrañada de su excepción, rozó su nariz contra la cabeza de éste—. Llevas tres días dormido…

— Oh… ¡¿Eh?! —se levantó de golpe, incorporándose sobre la cama y un mareo lo invadió, haciendo que sujetara con suavidad su cabeza. No recordaba mucho, simplemente había ido a detener a Chuuya y a Akutagawa para que no hicieran una locura… —. ¿Qué ocurrió?

—Liberaste mi poder para mandar a dormir a las sombras de todos, pero fue demasiado exigente para tu cuerpo. Por eso te digo que debes controlarte un poco más. Te dejas llevar con mucha facilidad por tus emociones.

—Entiendo, lo siento… seguramente te he hecho preocupar mucho —con suavidad cerró sus ojos nuevamente, frotando el rostro contra el suave pelaje frente a él. Entonces la imagen de los niños regresó a su mente—. Yo no reconozco a esos niños… ¿quiénes eran, Byakko? Es el único de los tres miedos que no recuerdo…

Seguramente si el tigre tuviese una forma humana habría fruncido el ceño ante aquel comentario por parte del menor. Cerró sus ojos por un momento antes de abrirlos—. Me niego a responder esa pregunta… Atsushi, hay cosas que es mejor nunca recordar. Ese no es tu pecado, es mío… Así que si algún día encuentras esa respuesta, por favor no te odies.

Atsushi sintió una punzada en el pecho ante la dudosa explicación que el tigre le daba, sin embargo, no había razón para dudar de su sombra. Por eso, asintió sin estar completamente convencido. No obstante, Byakko era su guardián y confiaba ciegamente en su deseo por protegerlo—. Está bien, tú siempre has sabido qué es lo mejor para mí. Gracias por siempre cuidarme.

Byakko inevitablemente lamió la mejilla de su excepción, porque ese niño no había cambiado desde el inicio. Mantenía la inocencia y la pureza que lo habían cautivado años atrás, era un alivio para él que fuese así—. Sí, nunca te fallaría…

 

Fue en ese momento en que Chuuya entró en la habitación, sorprendiéndose al encontrar al menor despierto. Con el paso de los días su preocupación no había hecho más que aumentar. Nunca pensó que la decisión que había tomado con Aku causaría tal consecuencia en su cachorro. Por eso, estaba sumamente arrepentido—. ¡Aku, Atsushi ha despertado! —fue todo lo que gritó antes de correr y abrazar al de cabellos cenizos.

Atsushi no pudo evitar impresionarse ante la manera tan desesperada como Chuuya lo abrazaba. Con suavidad rodeó con sus brazos la cintura del pelinaranja y sin poder evitarlo las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas—. S… Siento haberlos preocupado… estoy bien… —aquella muestra de cariño parecía un “no desaparezcas”.

—Yo también lo siento… por nuestra culpa te desmayaste, pero no debiste… Tendrías que habernos dejado deshacernos de ellos… —Chuuya acariciaba con ternura el cabello de Atsushi. Todo siempre lo hacían para que él estuviese bien, sin embargo, ahora se daba cuenta de un dato muy importante: ninguno había preguntado su opinión. Sencillamente habían tomado la decisión por su propia cuenta.

—Claro que debió dejarnos matarlos, siempre tienes que entrometerte en todo ¿no? —Akutagawa había entrado a la habitación, manteniéndose junto a la puerta. Siempre que intentaba hacer algo por Atsushi, todo salía mal, para la excepción de la pesadilla era frustrante.

Una risa incómoda escapó de los labios del menor mientras desviaba un poco la mirada hacia el recién llegado haciendo Chuuya lo soltara—. Lo siento, pero… no podía permitir que ustedes mataran excepciones. No tendría sentido entonces todo lo que hacemos en la Port Mafia… ¿No se supone que debemos tomar la isla para hacerla un lugar para los poseedores de las sombras?...

Un aplauso se escuchó resonar en la habitación mientras Mori Ougi hacía acto de presencia—. Es un alivio que uno de nuestros cachorros sepa claramente cuál es la razón por la que nuestra organización existe. A pesar de que efectivamente Oda y Dazai son un estorbo, siguen siendo excepciones. Los dejé hacer lo que quisieran porque estaban tan decididos que pensé sería una buena experiencia para ustedes, no obstante, fueron incluso en contra de nuestras propias reglas.

—Solamente estábamos viendo por el bienestar de Atsushi, eso es todo —Chuuya se apartó para dejar que Mori se sentará en la orilla de la cama y fue junto a Akutagawa, recargando su espalda en la pared—. Sigo pensando que Dazai no planea nada bueno…

—Eso es algo que debe decidir Atsushi ¿no? Sé que ambos están acostumbrados a velar por él todo el tiempo, pero sin que se dieran cuenta ese cachorro golpeado ha estado convirtiéndose correctamente en un confiable perro —Mori Ougi sonrió calmadamente mientras palmeaba con suavidad la cabeza de Atsushi.

—Pienso que Dazai Osamu no es del todo malo… sé que posiblemente el rostro que ha mostrado ante mí es falso, pero él no odia a las sombras, por lo que no puede amar a la humanidad del todo. Si él quiere a las sombras ¿no es correcto pensar que está bien que viva? —Atsushi simplemente había dicho lo que creía, lo que sentía… Byakko no atacaba a Dazai y su instinto de defensa no se activaba tampoco…

—Estás equivocado y eso podría costarte la vida —comentó Akutagawa después de un chasqueo de lengua. Tenía el ceño fruncido y los puños apretados. No sabía cómo hacerle entender al estúpido de Atsushi que si seguía siendo tan iluso moriría estúpidamente. Sin embargo, la cálida mano de Chuuya sobre su cabeza lo hizo calmarse.

—Mori tiene razón, hemos estado tratando a Atsushi como si fuese un bebé que no puede hacer nada por sí mismo. Tal vez inconscientemente no queríamos que cargara con ningún peso, no obstante, de esa forma él nunca crecería ¿no? —una sonrisa relajada apareció en el rostro de Chuuya. Esperaba ser rechazado de inmediato por Akutagawa, pero éste tardó unos minutos en reaccionar y apartar la mano.

—Voy a salir, apúrate para que podamos ir a trabajar de nuevo, tigre estúpido —fue todo lo que murmuró el de cabellos negros antes de abandonar la habitación. Akutagawa todavía no había pagado sus deudas con Atsushi, por lo que aún no podía simplemente dejarlo morir… No obstante, ahora debía preocuparse también por la manera en la que su interior se agitaba ante el estúpido Chuuya. Maldita fuera la pubertad tardía.

—Me alegro de que por lo menos tú lo entiendas, Chuuya —Mori suspiró suavemente, antes de voltear a ver a Atsushi, dedicándole un leve sonrisa—. En cuanto a ti, debería castigarte por entrometerte directamente con mis órdenes. No obstante, lo dejaré pasar ya que estar desmayado durante tres días es suficiente. Así que deja de hacer lo que te da la gana sin siquiera pensar en las consecuencias.

Atsushi asintió suavemente con una pequeña sonrisa. Todas las personas allí se preocupaban por su salud, y no tenía palabras para agradecerles. Ellos querían que viviera, inevitablemente empezó a llorar de nuevo… Esas personas eran sin duda la familia que había anhelado hasta la desesperación.

—Vaya y yo que creía que los niños dejaban de ser llorones en algún momento —Chuuya sonrió levemente, algunas cosas cambiaban y otras no. Si pudiese pedir algo al universo sería que Atsushi nunca perdiera la inocencia que lo caracterizaba—. Iré a buscarte algo de comer, debes estar muriendo de hambre ¿no? —el verlo asentir mientras intentaba detener el llanto provocó que Chuuya riera.

 

Apenas Chuuya abandonó la habitación, Mori carraspeó. Por fin estaba solo con el tigre—. Está bien que tengas tu propia opinión de Dazai, nosotros nunca hemos querido que todos compartan un solo pensamiento. No obstante, tampoco quiero que seas una víctima así que si vas a continuar viéndote con él, ten un plan B en caso de emergencia ¿me entiendes? —mientras decía aquello sonreía levemente y entre sus dedos sostenía una grulla de papel.

Atsushi gimoteó un par de veces mientras limpiaba los restos de las lágrimas en su rostro. Era un llorón sin remedio… lo sabía y en algún futuro quería cambiar. Sin embargo, se sorprendió ante las palabras de Mori aunque debería haberlo sabido, para el hombre de cabellos oscuros no había nada desconocido… Asintió suavemente antes de tomar con suavidad la grulla—. ¿Por qué?...

—Es porque de nada sirve que yo juzgue a esa persona por ti ¿verdad? Tú encárgate de decidir qué es Dazai. No obstante, si al final resulta que es un villano ¿serás capaz de matarlo? —ante la duda en el rostro del chico, suspiró, dirigiendo su mirada hacia el tigre que se mantenía en silencio—. Entonces Byakko lo hará, porque incluso si es una excepción… se convertiría en un monstruo digno de la humanidad actual.

El de cabellos cenizos tenía una molestia en el pecho al pensar siquiera que Dazai Osamu pudiese ser un malvado digno de la pena de muerte… A pesar de ello, no debía sacar conclusiones apresuradas. Hasta ahora ese hombre no le parecía un monstruo, al contrario, le agradaba, por eso se prometió a sí mismo ejercer un juicio correcto—. Está bien, lo haré lo mejor que pueda. Porque todos ustedes confían en mí ¿no? —ver asentir a Mori lo hizo sonreír. Él era una persona importante en esa organización.

—Entonces, dejaré que leas tu carta tranquilamente. Iré a jugar con Elise así que no esperes que venga a darte consejos todo el tiempo~ —con esas palabras Mori Ougi abandonó la habitación con una sonrisa de oreja a oreja. <<Sería bueno que el tigre trajera al detective a nuestro lado, definitivamente no me aburriría con él por aquí~ >>

—Todos parecen estar bastante animados con ese hombre ¿no? —Byakko por fin había decidido abrir su boca. No le gustaba entrometerse demasiado en las cosas de la organización, pues él solamente velaba por Atsushi.

—Es porque su habilidad es peligrosa para todos, además de que está del lado equivocado…  —comentó Atsushi a la vez que se volvía a recargar en el pelaje de su sombra mientras desdoblaba la grulla, encontrándose con los datos para reunirse esa noche. Suspiró suavemente, su cuerpo se sentía pesado por lo que no estaba muy seguro de querer asistir.

—Creo que más que eso, todos están a la espera de su siguiente movimiento. Ya sabes, en este mundo no nos podemos dar el lujo de simplemente ignorar a alguien que está cerca de nosotros. Un error en tus decisiones y todo podría terminar —explicó Byakko antes de negar un poco—. Pienso que la caminata te haría bien, pero prefiero que te quedes reposando dentro.

—Mmm… podría ser, pero ¿no sería más fácil para Dazai haberme atacado ya? Solamente necesita ponerme bajo el estrés suficiente… —con calma Atsushi se fue incorporando hasta sentarse para empezar a estirarse. Su cuerpo se sentía rígido, pero ya no tenía sueño—. Solo será un ratito… Yo quiero ver a Dazai y preguntarle directamente qué es lo que necesita de nosotros…

—A veces olvido que estás siendo atraído por ese hombre. No obstante, verte emprender algo por cuenta propia me hace consciente de que has crecido. La persona que vas a ser está totalmente en tus manos, yo soy tu sombra mas no tu voluntad —aseguró el enorme tigre mientras movía de un lado a otro su cola. Sinceramente prefería que el menor se quedara allí, pero Atsushi ya no era un niño y él no se convertiría en una cadena que atara esas alas en pleno crecimiento.

Las palabras del felino lo hicieron sonrojar, no estaba preparado para que incluso Byakko fuera consciente de ello… Sin embargo, ahora que lo pensaba era estúpido pues su sombra seguía siendo parte de él—. Algún día debo crecer ¿no?... Siempre estoy escondido detrás de ti, los demás siempre tienen que protegerme… Me gustaría ser la persona que pueda protegerlos…

El tigre con lentitud rozó el hocico con la espalda del contrario—. Incluso si te conviertes en alguien que pueda proteger a los demás, no tienes que llevar esa carga por ti mismo. Está bien apoyarse en los demás cuando lo necesites, ese es también un tipo de fuerza —con suavidad ayudó al menor a levantarse de la cama.

Atsushi se puso de pie apoyándose en el enorme cuerpo del tigre y movió un poco sus piernas. Haber estado tanto tiempo en cama dormido no era bueno para la circulación. Sonrió ante ese tonto pensamiento—. Yo… solamente no quiero perder el lugar al que pertenezco.

Byakko emitió un suave gruñido antes de desaparecer, volviendo a la sombra del chico.

 

Chuuya recién entraba con una bandeja con dos emparedados, justo tras él iban los dos menores de la mafia: Yumeno y Kyouka. El de cabellos naranjas había tenido que llevarlos con él para que ambos se quedaran tranquilos, después de todo, ambos poseían sombras capaces de explotar el cuartel si se salían de control.

—Estaban preocupados —comentó Chuuya mientras dejaba la comida en la orilla de la cama. Hubiese querido preguntarle para qué se había levantado, pero prefirió no escuchar la respuesta. De alguna manera tenía un mal presentimiento sobre aquello, pero respetaría las elecciones del tigre.

—De  alguna manera despertaste, siempre has tenido un talento innato para huir de la muerte —Q sonreía levemente mientras observaba a Atsushi. La persona frente a él era tonta y por eso siempre hacía que estuviese preocupado.

—JeJe… —una risa incómoda abandonó los labios de Atsushi mientras se sentaba en el banco frente a su mesita para comer. Como siempre Yumeno tenía una manera especial de ver las cosas.

 —Cuando te sientas mejor, ven a visitarnos ¿Bien? —lo invitó Kyouka desde su sitio, no había hecho ni siquiera el intento de acercarse más a su “hermano mayor”.

—Por lo menos, Kyouka es un poco más consciente —inevitablemente Chuuya soltó una pequeña risa al ver el puchero que Yumeno hacía—. Bueno, chicos, vamos a dejar que Atsu descanse, ya luego podrá ir a jugar con ustedes ¿bien? —ante el asentimiento de los dos, le dedicó un guiño a Atsushi seguido de un movimiento de labios que aseguraba un: “Me la debes”, mientras abandonaba la habitación junto a los dos menores.

 

Ante la salida de Chuuya con los niños, Atsushi se dispuso a disfrutar de la comida que había sido preparada para él. No tardó demasiado en desaparecer todo el alimento del plato y con un suspiro satisfecho se acarició con lentitud el estómago. Definitivamente no había nada mejor que comer. Sin esperar mucho más, abandonó también su habitación.

Sorpresivamente los pasillos del edificio estaban completamente vacíos, por lo menos aquellos por donde pasaba. Pronto se encontró fuera y no pudo evitar pensar que el sol ocultándose en el horizonte también era hermoso—. Byakko, vamos.

El tigre pronto hizo acto de presencia permitiéndole a Atsushi ocupar el puesto en su lomo, y pronto se encontraron atravesando hacia el sitio de encuentro. Era la primera vez que Dazai lo citaba en un lugar tan alejado del bosque, pero no le pareció extraño. Después de todo, posiblemente estuviese cuidándose las espaldas.

 No obstante, al llegar al lugar se dio cuenta de que algo no estaba del todo bien. El escenario era una arena entre los restos de una estructura que seguramente en el pasado había servido como un estadio. Bajó de Byakko con un pequeño impulso, sintiendo que los ligamentos de sus tobillos volvían a cobrar fuerza—. Esto es muy extraño…

El silencio reinaba y no podía encontrar la silueta de Dazai en ningún sitio, fue entonces que alzó la mirada encontrándose con la mirada de un hombre de anteojos que no reconocía. La sonrisa que le mostró fue tan amplia y escalofriante que hizo a Atsushi tragar seca. El sonido de un chasqueo de dedos y la oscuridad cubriéndolo fue la señal de un prematuro final: era una trampa.

 

 

  

La desgracia cayó sobre la isla

El tigre fue engañado por la injusticia

En una jaula de acero

El abismo despierta.

 

¡Cuidado con lo que deseas!

Gritó desde la penumbra un alma.

“El mundo estará mejor sin él”

Sin saberlo, el hombre de lentes condenaba la isla.

 

La tragedia está al borde del acantilado

La línea entre el cielo y el infierno empieza a desaparecer

El equilibrio podría romperse

Todo recae en un hombre.

 

La voluntad humana

La tristeza de las sombras

El pobre tigre parece gritar

¿Será que una vez más desaparecerá?

 

 

 

 

 

Notas finales:

*Siento la tardanza pero he empezado un nuevo semestre y estoy full con el horario. Sin embargo, no tienen que preocuparse, no me iré a hiatus, sólo tardaré un poco con las actualizaciones~ 

 

*Un agradecimiento especial a mi partner y a todos aquellos que con paciencia esperan las actualizaciones de esta historia que tanto me gusta. 


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