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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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 —¿Estás seguro de esto, Dazai? El transmitir esta situación como si fuese un anuncio no sé si generara los resultados que esperas —Ranpo mordía la tapa de un marcador mientras veía la pizarra frente a él, llena de garabatos inentendibles para los demás, pero que para sí eran la mejor guía.

—No tenemos nada que perder de todas formas. Pienso que es una buena idea hacer saber al mundo entero que estamos aquí y no vamos a quedarnos callados de nuevo —Dazai miraba a Ranpo. No estaba preocupado por eso, debían crear un precedente para no volver a ser molestados en el futuro.

—Sinceramente es una molestia tener que cuidar el vocabulario y nuestras palabras al estar siendo vistos por todos lados —Chuuya tenía el ceño fruncido y estaba parcialmente recostado en uno de los sillones.

—Yo creo que es una buena oportunidad para aclarar algunas cosas, así que ¿por qué no? Es como dice Dazai, no tenemos nada que perder —Mori Ougi mantenía una sonrisa relajada. Incluso si se preocupaba no lograría nada.

—Supongo que está bien entonces —Ranpo suspiró levemente. Los de la Port Mafia eran un montón de bichos raros sin duda alguna.  Repasó el pizarrón nuevamente. Era cuestión de tiempo para que la fase dos diera inicio, primero debían controlar los peligros que azotaban a la isla. Con su hogar a salvo, el verdadero show empezaría.

—De todas formas, nuestro objetivo principal en estos momentos es subyugar al gobierno de Japón para hacer a Yokohama independiente. Por supuesto, sabemos que hay colaboradores, pero no están mostrando sus verdaderos colores aun. Por eso tenemos que ir varios pasos adelante y asegurarnos de que no tengan más opción que retirarse —Dazai sonrió levemente. Puso su mano sobre el auricular, asintiendo—. Muy bien, el grupo de Fukuzawa viene de regreso. No hay bajas. Yosano va a encargarse de sus heridas mientras la primera parte finaliza.

—Iré a alistar a los niños. Mori, vamos—Chuuya no tardó en levantarse y dejar la sala. Las últimas preparaciones debían ser realizadas.

—Sí, unas pocas instrucciones antes de soltarlos al mundo real —Mori se levantó con una sonrisa tranquila en los labios. Las cosas no debían retrasarse.

—Perfecto. Todo parece estar yendo correctamente… Sólo queda ver qué clase de futuro nos dará Atsu —Dazai mantuvo su mirada hacia Ranpo que no parecía convencido, no importaba mientras le siguiera el juego.

 

 

Mori se encontraba junto a Elise, Chuuya, Kouyou, Q y Kyouka. Estaban reunidos en la sala contigua a donde la Agencia Armada de Detectives terminaba de recuperarse. La verdadera batalla iba a empezar y no podía evitar estar ansioso por demostrar cuán grande era el poder de la Port Mafia a pesar de no ser un grupo realmente numeroso.

—Muy bien, apenas lleguemos a Tokyo ya saben que hacer. Q es nuestro rey en este tablero, por lo que protegerlo será una prioridad para el éxito de esta estrategia. Kouyou junto a Kyouka no deben separarse de él ¿lo entienden?  —Mori tenía el ceño levemente fruncido, odiaba poner a los niños en medio de una guerra.

—Sí, no hay problema. Nosotras seremos más que suficiente —Kouyou sonrió confiada. Su corazón latía con fuerza y estaba emocionada. Por fin estarían en el centro de todas las miradas. No había rastro de dudas en sus orbes rojizos, quería tomar el futuro con sus propias manos.

—No hay nada de qué preocuparse. Definitivamente voy a arrasarlo todo —Yumeno sonrió levemente mientras abrazaba a su peluche y este dejaba salir una tenebrosa risa. Su sombra estaba tan feliz y alegre como él. Por fin había llegado su oportunidad de brillar y demostrar que era un miembro tan importante como cualquier otro de la Port Mafia. Si todo salía bien… nunca más tendría que utilizar su fuerza para asesinar.

—Está bien —asintió Kyouka con una pequeña sonrisa. Era la primera vez que salía de la isla así que no podía evitar sentirse llena de ansiedad y un poco de preocupación al imaginarse qué encontraría. No obstante, no estaba sola y la promesa de la paz era algo que llenaba de tranquilidad su inquieto corazón.

—Bueno, en realidad hay muy poco riesgo de que lleguen a ustedes, así que no se preocupen demasiado. Mori y yo estaremos a unos cientos de metros, no es como si no pudiésemos ir con ustedes de inmediato. Además las excepciones de la Agencia también estarán por allí —Chuuya sonreía. Estaba más relajado de lo que se había esperado. ¿Quién diría que le tendría tanta confianza a Dazai? Bueno debía admitir que obtenía buenos resultados.

—Parece que se están divirtiendo sin mí —Akutagawa entró con el ceño fruncido. Sus heridas habían sido muy leves por lo que Yosano no había tenido que hacer mayor cosa con él. Rashōmon se removía sobre sus hombros en forma de la cabeza de un pequeño dragón, estaba hambriento.

—Owww… Pensé que la próxima vez que nos viéramos sería en tu funeral, Akutagawa —Elise sonrió levemente. Hasta ese momento había estado distraída coloreando un nuevo dibujo. Sólo estaba a la espera de que el plan fuera puesto en acción. Nada más importaba.

—Hmph. Ya quisieras tú —gruñó Aku manteniendo su mirada altanera—. ¿Todo listo, mocosos? No quiero escuchar que se acobardan a último momento. Sería patético tomando en cuenta que han sido entrenados por los mejores de la Port Mafia —no importaba qué clase de resultados tuvieran después de ese día, ya no habría necesidad de crear un instinto de supervivencia en las futuras excepciones.

Kouyou mantuvo su sonrisa cubierta por su abanico podía escuchar claramente la pesada respiración de su sombra tras ella. Parecía que estaba demasiado ansiosa. No recordaba la última vez que todos se habían visto tan seguros de cometer una locura—. Todo irá bien, los niños lo harán —dijo con voz suave y firme.

—¡Por supuesto que no vamos a arrepentirnos! ¿Cómo podríamos cuando Atsu está arriesgando tanto por nosotros? Definitivamente no vamos a decepcionarlo —Kyouka fue la primera en responder, sabiendo que entre ambos ella era más insegura que Yumeno… Pero no en esa ocasión. Ambos estaban listos para dar hasta su última gota de sudor por su isla y su familia.

—Deberías estar preocupado de que brillemos más que tú en esta ocasión, Aku. Porque mi sombra y yo vamos a tomar toda la atención —Q sonrió de forma ladina y amplia, siendo acompañado por la risa de su tétrico muñeco. Moría de ganas por demostrar los resultados de su entrenamiento.

—¡Jajaja! ¿Puedes creer esto, Chuuya? Quién diría que nuestros pequeños crecerían tan rápido —Mori dejó escuchar una risa profunda y sincera. Era bueno saber que los ánimos estaban tan elevados entre sus miembros.

—¡Puff! ¡Ya escuchaste, Akutagawa! Será mejor que no bajes tu guardia o estos pequeños demonios podrían comerte —Chuuya también soltó una risa. Realmente era genial ver que los pequeños estuvieran tan decididos a cumplir con su misión.

—Hmph. Ya veremos eso —aseguró Aku aunque una leve sonrisa surcó sus labios. Le recordaban un poco a Atsushi y a él cuando competían en el pasado.

—¿Todo listo por allá, Mori? —Dazai preguntó con voz suave mientras dirigía una mirada de reojo a Ranpo que asentía levemente.

—Todo listo por aquí, Dazai. Esperamos —Mori respondió por el auricular, haciendo señas con las manos para que se acomodaran en grupos. Kouyou y los niños en uno, Akutagawa junto Chuuya y por supuesto que él iría con la adorable Elise. Cuando estuviesen en Tokyo se uniría al lobo plateado.

 

Atsushi miraba fijamente hacia el mar. El sonido de los misiles resonaba con cada choque y por alguna razón sintió una extraña punzada en su interior. Posiblemente ansiedad—. Dazai, permiso para culminar con la primera etapa —con su diestra apretó el auricular en su oído.

—Permiso concedido, Atsushi. Estamos preparados aquí, así que mantén un ojo vigilante apenas culmines —Dazai estaba más que emocionado pero había algo que lo inquietaba… Tal vez era el tono de voz en la excepción del tigre… Por primera vez no estaba seguro de una situación.

—Entendido —Atsu soltó el auricular y estiró las manos hacia el mar—. Tú, querida sombra, que has pactado conmigo, responde a mi llamado reflejos perdidos —cerró sus ojos, sintiendo como el poder era drenado de su interior. La sombra del espejo era también quién había estado manteniendo la barrera alrededor de la isla. Tres espejos aparecieron sobre Atsushi y desde su interior empezaron a salir los misiles de regreso hacia las embarcaciones y los aviones—. Por y para ellas.

El rugido del tigre resonó a lo largo de la isla y antes de lo esperado desde el fondo del mar salieron unos submarinos. Habían sido empujados por algo y el culpable no tardó en aparecer: una sombra con forma de tiburón, unos veinte metros de largo y unos bigotes que parecían moverse a voluntad.

Al estar las embarcaciones en el cielo una nueva oleadas de misiles los golpeó, una vez más todo el mar quedó en silencio.

—Dazai ¿lo viste? Fase uno concluida —Atsu abrió los ojos, el mar estaba libre de intrusos. Incluso si enviaban nuevas flotas dos sombras ofensivas eran más que suficiente en ese momento para derrotar a cualquiera que intentara atacarlos desde la distancia. Byakko salió de su sombra y se recostó justamente al lado de su excepción, Atsushi miraba el mar y Byakko a él.

 

Dazai sonrió al observar claramente lo que ocurría en el mar a través de la página que flotaba junto a la flor—. Perfecto, Atsu, es un desempeño excelente —no intentaba ocultar el placer en su voz, era realmente un alivio que el poder del tigre fuera algo tan inmenso como el mar que rodeaba la isla. No había límites para quién dominaba entre las sombras—. Supongo que nuestros espectadores deben estar un poco confundidos ¿no? —sonrió levemente, volviendo la mirada hacia la flor.

—Es natural, hemos hecho un escándalo sin explicarles lo que está pasando —Ranpo sonrió, imitando a Dazai. Su mirada estaba fija en la flor—. Para el mundo déjenme explicarles~ Ese que está allí es Dazai y yo soy el super detective Ranpo. Somos excepciones pertenecientes a la isla de Yokohama —movió su mano saludando a los espectadores.

—Y lo que acaban de ver es como sin movernos hemos derrotado a la flota de ataque del gobierno de Japón, que están desplegando sus fuerzas para destruir nuestra isla. ¿No es divertido? Incluso si nosotros queríamos mantenernos tranquilos y sin dañar a nadie no podemos ignorar un ataque tan directo —Dazai mantenía su sonrisa. Era entretenido verse en la hoja flotante como si se tratara de una proyección de cine.

—Las excepciones solo estamos pidiendo la isla de Yokohama, queremos que sea independiente del acoso y cacería que el gobierno ha desplegado contra nosotros. Lamentablemente nuestras palabras ni siquiera son tomadas en cuenta, así que vamos a mostrarles la razón por la que no deberían continuar atacándonos —Ranpo sonrió ladinamente entreabriendo sus orbes. Su aura cambió, era amenazante—. Así como una flota entera fue destruida por una excepción en menos de 3 minutos… el mundo entero podría desaparecer si fuésemos en serio.

—Tal vez parezca una locura para ustedes, así que les haremos una pequeña demostración de lo que podría pasar si siguen negándose a escuchar nuestras peticiones —Dazai sonrió levemente y posó su mano sobre el auricular—. Fase dos lista. Atsu, vamos.

 

Atsushi, apenas escuchó aquellas palabras a través del auricular, asintió—. Fase dos iniciando. Pasos ligeros —murmuró la excepción del tigre, sintiendo una punzada en su pecho. Una liebre monstruosa apareció, tan negra como sólo una sombra antigua podía ser. En sus patas delanteras unas enormes garras sobresalían y la cola parecía cubierta de púas. Lo único bien definido eran dos pares de ojos rojos—. Escucha mi llamado.

La liebre no tardó en saltar. Apareciendo y desapareciendo en las coordenadas que se le habían enseñado. Agujeros diferentes que conectaran Tokyo con Yokohama. Cuando las conexiones fueron hechas la libre lanzó un chillido, volviendo al interior de la excepción perteneciente a Byakko.

—Conexión completa, Dazai —Atsu se mantuvo sentado, con la mirada fija en el mar. Desde allí podía ver claramente la aleta dorsal de la sombra tiburón que patrullaba de lado a lado. La isla no sería tocada.

 

A la orden de Dazai tanto los miembros de la Port Mafia como la Agencia Armada de Detectives se pusieron en marcha a través de los agujeros. Irrumpieron en el centro de Tokyo y como punto medio entre cada uno de los grupos: la torre de Tokyo se alzaba imponente.

El grupo cuatro conformado por Yosano, Tanizaki, Kenji y Kunikida tenía el Este.  Su misión sería la de retener tanto como pudiesen la ofensiva que lanzaran y evitar que las personas escaparan de las otras direcciones hacia ese lado.

El grupo tres eran Chuuya junto a Akutagawa, estaban posicionados al Oeste y eran la primera línea de ataque. Tenían la movilidad para llegar rápido a cualquier de los otros grupos y la fuerza como para destrozar a cualquiera en el camino.

El grupo dos consistía en Fukuzawa, Mori y Elise. Su posición era al Noroeste, la segunda línea de defensa. Eran fuerza pura e inteligencia. No eran contrincantes fáciles al igual que Chuuya y Aku.

El grupo uno y el principal situado en el Noroeste eran los niños junto a Kouyou. Ya que la sombra de Yumeno jugaba un papel protagónico en la operación todos los demás grupos estaban dispuestos para evitar que llegaran directamente hacia ellos.

 Kouyou no pudo evitar sonreír al ver cómo las personas a su alrededor empezaban a escapar, presas del pánico. Sonrió levemente, dejando salir al demonio dorado. La sombra guiada por los deseos de su excepción empezó a cortar las personas que se atravesaban en su camino.

 

Dogra Magra —murmuró Q como si se tratara de un hechizo. El peluche empezó a reír de forma escandalosa y abrió su boca de la que empezaron a salir globos, estos flotaban repartiéndose por la ciudad. Parecían hacerse más grandes con cada segundo que pasaba.

Kyouka juntó las manos sobre su pecho y cerró sus ojos. Yasha Shirayuki apareció tras ella blandiendo firmemente su katana—. Esto es todo por nuestra isla —comentó con voz suave, quedándose cerca de Yumeno. No debía estar a más de dos metros de él o no podría protegerlo correctamente.

—Que comience la diversión ¡Boom! —Q levantó su mano hacia el cielo y los globos empezaron a reventar cubriendo Tokyo en niebla. Las personas empezaban a delirar, atacándose unas con las otras en una pesadilla que podría ser la última si así lo quisiera. Su muñeco reía sonoramente y comentó a levitar, girando alrededor de su excepción—. Esto es definitivamente divertido.

Kouyou sonrió apenas el olor a belladonas se hizo presente, el demonio dorado enfundó su katana. No obstante, de un movimiento la mujer saltó, tomando a los niños con ayuda de su sombra. Una explosión la hizo fruncir el ceño. Y cuando el polvo se despejo, por fin pudo ver a los culpables. Un grupo de unos diez hombres vestidos de negro con máscaras de gas, definitivamente eran del gobierno

Kyouka cerró los ojos al ser levantada de esa forma sorpresiva y al ser bajada a una distancia “segura” frunció un poco el ceño—. Yasha Shirayuki, ve —su sombra no espero que repitiera la orden y se lanzó rápidamente a donde estaban los hombros. Con cortes precisos se deshizo de cinco sin problemas.

Q reía acompañado de su sombra que los había seguido sin ningún problema. Aquello era realmente entretenido—. Parece que no vamos a estar libres de compañía aún —el sonido de un vehículo derrapando, lo hizo voltear. Siendo dejado sobre el piso por la sombra de Kouyou.

—Nadie dijo que nos iban a dejar hacerlo sin intentar interrumpirnos —comentó Kouyou con una leve sonrisa—. Konjiki Yasha —pidió con voz dulce y su sombra volvió a blandir su katana antes de con cortes precisos destruir por completo el vehículo, causando una explosión. Extendió su sombrilla, desenvainando su propia arma. Aunque fuese una excepción eso no quería decir que dependiera completamente de su sombra.

Kyouka sonrió, orgullosa de que Yasha Shirayuki se hubiese deshecho de los diez hombros. La hizo regresar a su lado y apenas estuvo a su lado tomó la manga de su sombra con suavidad—. Bien hecho.

—¡Yumeno! —Kouyou se había descuidado y al escuchar un disparo de inmediato se volteó, encontrándose con algo que definitivamente no se esperaba. Un militar asesinado y Oda Sakunosuke lanzándolo a un lado—. Vaya. Parece que nos volvemos a encontrar.

—Los niños no deben ser tocados —Odasaku suspiró suavemente, viendo al chico de cabello bicolor frente a él. Este parecía entre sorprendido y emocionado—. Dazai me dijo que necesitarían apoyo por aquí, y de todas formas pensaba mudarme a Yokohama próximamente.

—Hmph, tienes suerte de ser una excepción y que el polvo no te afecte —aseguró Q con el ceño levemente fruncido. El hombre pelirrojo no le agradaba demasiado, ni siquiera aunque le hubiese salvado la vida—. Dazai siempre parece saberlo todo, es perturbador.

—Me alegra que estés bien, Q —Kyouka se había acercado rápidamente a Yumeno para acariciar levemente su cabeza. Aunque estaba segura de que su sombra lo hubiese protegido.

—Bueno, parece que entonces no tendremos problemas. Aunque seas un bicho raro igual que Dazai —Kouyou sonrió, volviendo la mirada hacia la niebla—. Parece que eso apenas era el inicio. —Podía escuchar el caos causado por la influencia de la droga, pero los pasos que se acercaban eran pesados: excepciones modificadas.

—No quiero que una excepción me diga bicho raro —Oda se encogió de hombros, suspirando levemente. Debía proteger a los niños y a esa mujer. Dazai le había dejado en claro que eran importantes para el tigre. No fallaría.

—También voy a ayudar —Kyouka intervino con voz suave. Ella era un miembro activo de la Port Mafia sin importar su apariencia. Usaría su sombra para las personas que tanto quería.

—Entonces será mejor que se pongan en marcha, porque parece que el polvo no afecta tampoco a esos monstruos —Yumeno señaló hacia la niebla, entre ellas empezaban a acercarse. No podía decir cuántos había, pero la piel se le erizó al escuchar los gritos desesperados de las sombras atadas a esos cuerpos incompatibles.

—Parece que estás tomando esa mala costumbre de Aku para mandar como si fueses el jefe —reprochó Kouyou mientras blandía nuevamente su propia Katana, siendo imitada por su sombra. Como un equipo perfectamente sincronizado se lanzó el ataque, incluso entre la niebla podía ver claramente a su enemigo. La sangre no tardó en salpicar.

Kyouka se quedó junto a Yumeno, haciendo que Yasha Shirayuki blandiera la espada a las espaldas del niño mientras ella empuñaba una pequeña daga que había llevado en su kimono—. Oda Sakunosuke, apoya a nuestra compañera.

—Muy bien, entonces manténganse a salvo —Odasaku sonrió levemente antes de empezar a correr, siendo cubierto por la niebla. Gracias a la habilidad de su sombra pudo prever los movimientos el enemigo y con disparos certeros logró matar a un par. Y logró atrapar a Kouyou cuando esta fue lanzada por los aires—. Estas no son como las de Ango ¿verdad?

No se había esperado ser golpeada por uno de esos monstruos pero cuando fue parada por el hombre de cabellos pelirrojos, solo asintió. Kouyou frunció el ceño—. No, estos definitivamente son más fuertes y puedo percibir un leve rastro de inteligencia.

Oda sonrió levemente, parecía que no iba a ser fácil mantener una posición tan fija como Dazai les había pedido.  

 

Akutagawa gruñó cuando fue empujado por un par de humanos que se peleaban bajo el efecto de la bruma y Rashōmon no tardó en devorarlos. No entendía la razón por la que no podían estar todos alrededor de la pelea central. Estaba aburrido porque aún no aparecía nada para detenerlos—. ¡Maldición!  ¿Qué tiene de divertido ver cómo los humanos se matan unos a los otros? Quiero asesinar.

—Paciencia, Aku. Los engranajes ya empezaron a moverse así que todo lo que debemos hacer es cumplir nuestro papel. Para que Atsu no haga nada en vano —Chuuya observó una de las páginas enormes dadas por la sombra del árbol. Ver a Dazai hablando junto a Ranpo sobre lo que ocurría era algo extraño y también ver claramente la situación que ocurría con Kouyou.

—Chuuya… Hablando de Atsushi, Rashōmon está inquieto desde la aparición de la sombra del árbol, es como si quisiera arrastrarme a donde está —Akutagawa vio de reojo a su compañero. No esperaba que este pusiera un rostro tan serio, aquello sólo empeoraba aquel sentimiento de incertidumbre que lo había estado acosando en primer lugar.

—Mi sombra ha estado haciendo lo mismo, pero si Atsu quisiera nuestra presencia nos lo hubiese dicho. Incluso Byakko, no nos queda más que confiar en que estará bien —Chuuya no pudo evitar mirar al cielo, en esos momentos era lo único que lo conectaba con Atsushi. Aun cuando estaba ansioso, no podría dejar salir sus sentimientos. A cualquier precio debían obtener la libertad para la isla.

—Hmph —Akutagawa observó por unos momentos la página. Así que ahora Oda Sakunosuke era un aliado, cada vez más bichos raros se unían a la Port Mafia, si seguían así terminarían siendo un circo de fenómenos—. Más te vale estar allí para cuando vuelva, maldito tigre —fue todo lo que murmuró antes de empezar a caminar. Una presencia familiar lo hizo fruncir el ceño y las vibraciones del suelo le daban la señal de que su turno por fin había llegado.

—Por fin apareció por quiénes llorabas, Aku —se burló Chuuya mientras dejaba su chaqueta sobre la mesa vacía de una tienda. Ya tendría tiempo para conseguir otra. Dirigió su mirada hacia sur, excepciones modificadas y al parecer un par de tanques de guerra. Sonrió levemente, por fin eran tomados en serio.

—Rashōmon vamos a devorarlo todo —Akutagawa frunció el ceño, cubriéndose los labios debido a la tos. La sed de sangre en su interior se acumuló y su sombra no tardó en transformarse en una enorme cabeza de dragón. Fue directamente hacia los tanques y antes del impacto se separó en unas diez cabezas de lobo que convirtieron esos vehículos en nada más que polvo.

—Ah… Siempre tan impulsivo, déjame algo —Chuuya suspiró levemente y negó como si estuviese “cansado”. Fijó sus orbes en las excepciones que se adelantaron para atacarlos y soltó una leve risa mientras su cuerpo era cubierto por un aura rojiza—. Yogorecchimatta Kanashimi —sintió que su sombra tomaba control de su cuerpo. Tomó impulso y empezó a aplastar a las excepciones modificadas contra el suelo, creando un río de sangre.

—Hmph. No quieras tomar la delantera Chuuya —Akutagawa usó su mano para dirigir a Rashōmon de nuevo, esta vez para empezar a devorar las excepciones modificadas. Aunque su plan se vio frustrado por uno de esos malditos monstruos que lo había golpeado, mandándolo contra una pared. Gruñó con fuerza, usando a su sombra para disminuir el impacto.

—¡Akutagawa! —Chuuya gruñó al ver la facilidad con la que el contrario había sido lanzado y no tardó en ir hacia aquella excepción. Lanzó una patada pero aquel ser lo sujetó de la pierna para mandarlo a volar, cosa que no resultó en nada más que Chuuya levitando sobre el suelo—. Así que evolucionaron a los monstruos patéticos.

Aku se levantó con el ceño fruncido mientras Rashōmon gruñía con rabia contenida—. ¡Rashōmon! —la sombra tomó la forma de varias cabezas de lobo y apenas se clavaron en aquel ser, lo ataron para someterlo contra el suelo—. ¿Qué esperas, Chuuya?

Chuuya sonrió levemente al ver que la excepción de la pesadilla usaba algo más que su instinto asesino. De un impulso saltó sobre ese musculoso, pero vacío cuerpo y aplastó su cabeza. Escuchó por fin el llanto suave de las sombras atadas a ese cuerpo. Por fin eran libres. Volteó hacia donde estaba la mayor cantidad de cadáveres, las vibraciones volvían a aparecer—. Esto apenas está comenzando.

Akutagawa solamente se sacudió la ropa para después acariciar la cabeza de Rashōmon a su lado. Los aplastaría. 

 

 Dazai volteó a ver a Ranpo, por ahora las cosas estaban yendo de maravilla salvo por la inesperada aparición de unas excepciones modificadas más poderosas. Aunque no era algo que pudiesen hablar abiertamente ahora que todo lo que decían era oído a través del mundo. Sabía gracias al comunicador que Atsushi se había encargado de deshacerse de otra flota de aviones y de algunos “problemas” que se habían acercado a la central de la Port Mafia. Sólo una hora más y todo estaría bien.

 

Ranpo por su parte no podía evitar creer que todo iba demasiado bien y en su mente un sinfín de nuevas posibilidades empezó a aparecer. No podía dejar ninguna opción sin revisar, por ahora las excepciones y el pánico colectivo se estaban apoderando de Tokyo. Entonces… ¿Por qué?... Su cerebro no podía dejar de sentirse ansioso y en su pecho algo parecido al dolor empezaba a acentuarse. Sin duda algo fuera de cualquier lógica se estaba preparando para atacar al mundo.

 

Mori sonreía tranquilamente mientras revisaba el cuerpo de un hombre—. Tienes que admitir que lo sigo haciendo genial a pesar de que han pasado años desde la última vez —el cadáver bajo sus pies tenía un bisturí clavado en medio de su frente, así mismo había otros a su alrededor.

—¿De qué hablas? Los instintos de un monstruo no es algo que pueda borrar el tiempo —Fukuzawa enfundaba tranquilamente su katana de manera elegante. A su alrededor también había un gran número de cadáveres.

—Tal vez tengas razón, las armas de guerra siempre lo serán aunque los tiempos cambien —Mori mantuvo su sonrisa y volteó a ver a Elise que estaba tarareando. La pequeña rubia estaba sentada sobre el cadáver decapitado de una enorme excepción modificada—. Esa no era como las demás.

—Sí porque dentro tenía más de una sombra atada, Rintarou —Elise sonrió complacida mientras movía sus pies con suavidad—. Parece que Ango Sakaguchi estuvo jugando a ser Dios desde la distancia. Es una pena que sea la presa de Atsu, me gustaría aplastar su cuello con mis propias manos —la pequeña rubia soltó una risa infantil.

—Hmph… Ese hombre realmente sólo ha estado causando problemas innecesariamente. No comprendo cómo una excepción podría actuar tan cruelmente sin dudarlo. La ambición de poder es algo realmente aterrador —Fukuzawa se cruzó de brazos mientras suspiraba. Todo eso estaba ocurriendo porque los humanos eran estúpidos y hambrientos de poder.

—No entiendo cómo alguien así puede ser una excepción e incluso su sombra lo sigue queriendo —Mori miró a Elise con una leve sonrisa. Las sombras eran parte de las excepciones, esa era la realidad.

—Tampoco entiendo qué es lo que le gusta a su sombra de él, pero nosotras siempre protegeremos a nuestras excepciones incluso si no nos quieren —Elise dio un pequeño salto para caer de pie. Sacudió con cuidado su vestido —. Vienen de nuevo, atentos.

—Parece que no van a rendirse hasta que matemos al último de sus hombres —Fukuzawa se mantuvo en una posición de brazos cruzados, hacer movimientos innecesarios en batalla no era lo suyo.  Podía sentir una gran cantidad de personas acercándose, pero no importaba, ellos no eran como los demás. Habían sido criados para sobrevivir en guerra, por lo que algo tan pequeño no era un problema para monstruos como ellos.

—Nosotros no queríamos que fuese de manera distinta, sería una molestia si nos tuvieran lástima ¿no? —comentó Mori con una leve sonrisa y algunos bisturís entre sus dedos. Iba a divertirse tanto que no extrañaría la guerra cuando la paz llegara—. Elise, ellos querían ver monstruos. Así que eso vamos a darles.

Elise solamente dejó escapar una risa, si Rintarou lo pedía no iba a negarse.

 

 

Kenji estaba terminando de lanzar un cuerpo a la montaña de cadáveres que habían logrado formar entre los miembros de la agencia. Asesinar no era algo que disfrutara, pero haría lo que fuese para proteger el lugar al que llamaba hogar, si todos daban su mayor esfuerzo él no podía quedarse atrás—. Parece que no vendrán más por aquí.

—Sería el colmo —se quejó Kunikida recargado contra una pared. Yosano lo estaba atendiendo por algunas contusiones menores. Intentó moverse, recibiendo un golpe que lo hizo sentarse de nuevo—. ¡Argh! Así no se trata a los enfermos.

—¡Cállate de una vez! Si actuaras como uno te quedarías quieto —lanzó Yosano de mal humor. Realmente había tenido que poner mucha atención a sus movimientos. Ella era la “enfermera” por lo que salir herida estaba fuera de discusión en cualquiera de los casos y aunque depender de los demás no era lo suyo, se resignó.

—Calma, calma, chicos —Tanizaki movía ambas manos con las palmas hacia al frente para intentar apaciguar las llamas de aquel par. Habían estado peleando durante casi toda la batalla. Suspiró suavemente cuando Kenji volvió a juntarse con ellos… La escena era un caos y aún se escuchaban claramente los gritos de los humanos bajo efecto de la sombra de Q. Las excepciones de la Port Mafia estaban hechas para erradicar todo lo que estuviese a su alcance.

—No escucho nada acercarse hacia esta zona, pero puedo decir que no pasa lo mismo en los otros sitios —Kenji cerró por un momento los ojos, concentrándose en los sonidos a su alrededor. No, parecía que esa área estaba libre de enemigos. Debían mantener su posición por un rato más.

Kunikida chasqueó levemente la lengua y terminó por quedarse quieto. Sólo esperaba que todo lo que estaban haciendo valiera la pena. Suspiró un poco—. Esperemos que todo esté bien en la isla.

—Claro que sí, después de todo el mismo tigre es quién la está resguardando —Yosano estaba concentrada en el movimiento de sus manos pero respondió por inercia. Si había una excepción capaz de proteger una isla entera era Atsushi y la sombra que dominaba sobre la oscuridad.

 

Atsushi se mantenía sentado al borde de la torre. Las cosas estaban yendo maravillosamente, parecía que sin duda podrían obtener el resultado esperado antes de lo planeado. No obstante, nada era tan fácil como se suponía y lo supo cuando un disparo lo sacó de su concentrado estado. Por supuesto la bala había sido reflejada por un pequeño espejo y el francotirador había muerto en consecuencia.

—Ese truco no funcionará dos veces conmigo, Ango Sakaguchi —Atsu se levantó de su puesto de vigilancia y caminó rodeando la plataforma de la torre. Como esperaba ese hombre cobarde había intentado atacarlo desde la espalda. Dirigió su mirada al suelo, encontrándose con el ceño fruncido de Ango que lo miraba desde abajo. Tenía unas 40 excepciones modificadas con él.

Ango Sakaguchi había estado esperando. El tiempo en el que no había hecho acto de presencia fuera de su refugio subterráneo le había servido para evolucionar a sus excepciones… Sonrió al escuchar claramente la voz del tigre aunque estaban a una gran diferencia de alturas—. Los monstruos siempre están mutando. Pero esta vez me aseguraré de que no te levantes de nuevo.

—Pareces muy seguro de eso, pero lamento decirte que tú serás la última pieza para esta victoria —Atsushi sintió cómo Byakko volvía a su interior, causando un escalofrío. Su cuerpo estaba al límite… en ese momento poseía demasiadas sombras y todas absorbían energía en menor o mayor medida.

—Hmph. Pareces muy confiado, pero esta vez no hay nadie para ayudarte. Todos están demasiado lejos —una sonrisa se había fijado en los labios de Ango—. Ataquen —ordenó y las excepciones modificadas no tardaron en lanzarse hacia el cielo. A diferencia de las primeras versiones, volar no era un sueño para estas.

Atsushi mantuvo una mirada fría, quería minimizar lo más posibles los daños directos a la ciudad pero tampoco podía permitirse ser herido de gravedad. En algo tenía razón Ango, nadie iría en su auxilio en esa ocasión. Ni siquiera Dazai—. Creo que estás confundiéndote un poco. Yo no necesito ayuda —los ojos de Atsu centellaron en un tono dorado y de un suave impulso se lanzó hacia abajo. Sus brazos mutaron, adquiriendo la masa muscular del tigre. No fue un problema matar mientras caía.

Ango lanzó un gruñido al ver las intenciones de la excepción, saltó para esquivar el golpe que rompió el pavimento. Tal vez había subestimado al tigre, pero no tenía ninguna intención de rendirse por algo tan mínimo. Sus excepciones se movían rápido para frenar al albino, pero parecían ser demasiado lentas todavía—. Eres un monstruo…

—Oh, ¿Ahora soy un monstruo? Si tan sólo no hubieses provocado que una bala atravesara mi cabeza, tal vez todavía quisiera perdonar a la humanidad —Atsu traspasó con sus garras el cráneo de una de esas falsas excepciones y con la otra aplastó a la que se acercaba por su lateral. Una tras otra las criaturas de Ango caían muertas y las sombras atadas a ellas eran liberadas. Era inútil que quisiera atacarlo usando la fuerza de la oscuridad, el tigre que era amado por ellas no sería lastimado.

Ango gruñó y no dudó en dar una nueva seña. La lluvia de disparos hacia el tigre no se hizo esperar, pero como al inicio las balas fueron devueltas hacia su origen. Si seguía alargando más ese encuentro no iba a haber resultados favorables. Empezó a hacerse hacia atrás, aprovechando que Atsushi parecía estar demasiado concentrado en su batalla—. ¡Argh!

Incluso si había sido en un momento un niño iluso y de buen corazón, Atsushi no iba a permitir que esos sentimientos frustraran su deseo de venganza. Cuando se percató de que aquel estúpido hombre pensaba huir utilizó una de las raíces de la sombra árbol, causando que lo colgará boca abajo. No importaba cuánto se retorciera, no sería liberado—. Las ratas deben ser enjauladas —al poco tiempo no hubo más excepciones modificadas con vida. Tal vez era debido a su entrenamiento de resistencia, pero aún podía mantenerse en pie.

—Bájame de aquí, maldito monstruo —Ango empezaba a marearse por el vaivén que la rama causaba al columpiarse. Sabía que ni su propia sombra lo iba a sacar de esa situación. Intentó forcejear, pero el agarre en sus pies no aflojó ni un poco. Cuando por fin se encontró con la mirada del tigre se quedó en silencio. No había rastro del niño que había visto con Dazai, esa criatura era un monstruo.

—Yo realmente quería vivir en paz en esta isla junto a todas las personas de mi familia, pero la humanidad sigue tratándonos como seres extraños cuando las sombras nacieron de la decadencia del hombre. Somos su karma así que muere por ellas —Atsu sonrió levemente, tomando la forma de Byakko. En la ciudad de Yokohama resonó el rugido del tigre, proclamando su presa.

 

Dazai escuchó sonar su celular y al contestar por fin consiguió la respuesta tan esperada: “Escucharemos su solicitud, por favor paren con el ataque a la ciudad”. Las cosas habían salido justamente como habían querido. Las excepciones tendrían su isla, eso era un hecho que nadie podría negar.

Una a una las excepciones en Tokyo volvieron a la central de la Port Mafia. Las heridas eran superficiales y habían cumplido la promesa con el tigre. Todos volvieron a salvo a casa.

—Parece que todo salió perfecto ¡Esto merece una celebración! —comentó Kenji mientras reía alegremente. El tratado de paz con el gobierno de Japón sería firmado al día siguiente y eso quería decir que por fin la isla sería para ellos. No tendrían que seguir peleando.

—Me parece una excelente idea, quiero comer muchos dulces. ¡Me los debes Yukichi! —Ranpo estaba aferrado al brazo de Fukuzawa que parecía bastante agotado. No importaba, debían disfrutar la merecida victoria.

—Bien, bien… Te compraré los dulces que quieras —concluyó Fukuzawa con voz suave. Aunque estuviese cansado no pudo evitar dirigirle una sonrisa a Ranpo. Lo habían logrado.  

—¡Naomi, espera! —Tanizaki era arrastrado por su hermana que lo abrazaba fuertemente del brazo. No pudo evitar mover la mano en despedida, no iba a poder contenerla.

—Parece que realmente son problemáticos —Kunikida se acomodó los lentes mientras asentía un poco. Las cosas se volverían más ruidosas ahora que tendrían un poco más de tiempo libre. Debía admitir que era increíble cómo las cosas siempre salían justo como Dazai quería.

Yosano miró de reojo a Kunikida mientras bebía un poco de agua—. Estás envidioso porque son jóvenes y no ancianos precoces —acusó con una sonrisa ladina.

—Parece que nos vamos a llevar bien a partir de ahora ¿no, Oda? —Koyou sonreía levemente. Al parecer el antiguo detective ya se sentía como en casa y a nadie le había sorprendido su aparición dentro de las instalaciones.

—Supongo que estaré a su cuidado —Oda mantuvo un rostro sereno, entretenido por lo bien que parecían llevarse todos. A sus ojos la organización criminal no era más que una familia.

—Contamos con eso —interrumpió Mori, soltando una pequeña risa divertida. Una nueva adquisición siempre era bienvenida a sus líneas.

—Más te vale no morir pronto, Odasaku —la pequeña Elise soltó una risa antes de correr hacia la oficina de Rintarou. Iba a buscar sus colores.

—¡Lo hicieron muy bien, chicos! Fueron increíbles —Chuuya revolvía los cabellos de Yumeno y Kyouka que reían emocionados. Los más pequeños estaban realmente felices y lo contagiaban.

—Les dije que lo haría perfectamente —Q sonreía levemente. Su peluche estaba abrazado a su cabeza mientras soltaba risas cortas. Al final por fin había podido devolver un poco el amor que había recibido de la Port Mafia.

—Es verdad. Nos merecemos un buen premio —aseguró Kyouka con una pequeña sonrisa. Las cosas seguro iban a mejorar. No esperaba que fuese un cambio instantáneo pero ya era suficientemente bueno que algo cambiará.

—Hmph. Mocosos creídos —comentó Akutagawa mientras buscaba con la mirada a Atsu, no estaba por ningún lado—. Rashōmon… ¿Y el tigre? —el murmullo de su pesadilla lo hizo abrir los ojos y morder con fuerza—. ¡Dazai, maldito! —poseído por la furia se fue contra el castaño que hablaba con Mori, poniéndolo contra la pared—. ¿Dónde mierda está Atsushi?

—¡Ouch! Siempre eres tan violento, Akutagawa. Vendrá dentro de poco, estaba devolviendo a las sombras —Dazai fue tomado por sorpresa y con un movimiento de mano apartó a Rashomon. Apretó el auricular—. Atsu, apresúrate porque Aku está de muy mal humor.

—Ah… Sabes, Dazai, muchas gracias por todo. Incluso si fue un corto tiempo, te quiero —Atsushi se encontraba acostado sobre la plataforma que le había servido de fuerte. Sus ojos se sentían cada vez más adormilados y Byakko a su lado había dejado de moverse, parecía profundamente dormido. La excepción sonrió, su cuerpo había agotado su energía por completo. Se abrazó a su sombra y poco a poco sus orbes se cerraron. Habían ganado, lo habían logrado… la isla para ellas, para sus sombras.

—¡¿Atsu?! ¡Espera! —Dazai lanzó el auricular contra el suelo y no tardó en salir corriendo de la habitación. Seguido de cerca por Akutagawa y más atrás por Chuuya, quiénes no pensaban dejarle todo a él.

 

Ranpo abrió los ojos al escuchar el grito de Dazai y volteó a ver a los presentes. La mayoría con un rostro más serio del que esperaba—. El uso ilimitado de las sombras… ¿realmente el estúpido ese pensaba que no tenía un precio alto que pagar?

—Es porque la sombra de Dazai permaneció en silencio que no lo supo —Fukuzawa frunció un poco el ceño. Por ellos el tigre no despertaría.

Kyouka se mordió los labios al escuchar aquello. Las lágrimas no tardaron en brotar, silenciosas se desbordaban y fue limpiándoselas con orgullo. Atsushi no temió dar todo de sí por ellos, definitivamente no desearía que estuviesen tristes. 

Q simplemente se quedó mirando la puerta.  Sintió las caricias de su peluche y simplemente sonrió—. Tienes razón… es un hueso duro de roer.

Mori mantuvo los ojos cerrados ante el escándalo. Las posibilidades de que eso ocurriera eran altas, Atsu lo sabía y ni siquiera una vez dudó de sus decisiones así que no era hora para lamentarse.

 

Atsushi se sentó sobre la plataforma con una sonrisa. El mar se veía aún más hermoso de lo que lo recordaba jamás, el canto de las aves volvía a escucharse en ese atardecer y el sol parecía mostrarle la esperanza que en algún momento pensó que no existía—. Esto es todo gracias a ustedes —comentó mientras acariciaba a las sombras que ahora se mostraban frente a él en una forma pequeña—. Lo hicieron bien, estaré eternamente agradecido por su ayuda pero ahora debo devolverlas o me quedaré sin energía para hacerlo luego —una sonrisa nostálgica. Tal vez no vería los cambios provocados por su batalla, pero estaba bien… Porque esa victoria no era para él sino para ellas.

Las sombras se removían entre las manos de Atsu, dándoles las gracias por haberlas llamado, por confiar en ellas y por darles la luz que les fue negada.

—Atsu, apúrate —Byakko se encontraba acostado junto a su excepción, ya no brillaba con la misma fuerza. La poca energía que le quedaba estaba agotándose. Debían apresurarse y enviar a las sombras de vuelta a casa.

Atsushi asintió y respiró profundamente para abrir la pequeña puerta hacia el mundo de las sombras. Una a una fueron atravesando el portal y antes de quererlo la puerta había desaparecido completamente—. Creo que no vamos a poder celebrar esto con todos —murmuró dejándose caer al lado del tigre en posición fetal.

—Lo sabíamos cuando decidimos recorrer este camino, Atsu. Tal vez no podemos verlos nunca más, pero el tigre renacerá una y otra vez —Byakko ronroneó, rodeando con su enorme cuerpo el de su excepción. El sueño se fue apoderando de él, podía percibir como uno a uno sus sentidos se apagaban.

Atsu miró a Byakko quedarse dormido y sonrió, frotando la nariz contra su hocico. Eran uno sólo al fin al cabo… Cerró sus ojos, lamentando no poder despedirse frente a frente de sus queridos familiares, pero estaba bien, sin duda serían felices. El auricular sonó y la voz de Dazai caló en su interior. Ah… Era bueno haber sido amado también por él —. Gracias…

Pronto la excepción del tigre había caído en un profundo sueño.

 

Dazai se quedó completamente petrificado ante la visión frente a él… Atsushi estaba acurrucado en el suelo, bajo él la silueta de un tigre había quedado marcada como una vieja quemadura—. Debiste decirme que algo así ocurriría, yo hubiese buscado otra forma… —fue todo lo que dijo a la vez que se agachaba, rozando los dedos contra su mejilla. Estaba respirando… una respiración tan superficial que en cualquier momento podría desaparecer.

—¡Maldito tigre! Siempre cargando todo solo —Akutagawa tenía la mandíbula apretada y la rabia corriendo por su rostro. Estaba frustrado, molesto y quería tomarlo para golpearlo hasta que se despertara… pero el mismo Rashōmon le dijo que sería inútil.

Chuuya solamente posó la mano sobre la cabeza de Aku, acariciándolo levemente. Se mordió un poco el labio. Atsu no despertaría por mucho que lo llamaran o lloraran—. Esta fue su decisión, nosotros no tenemos nada que reprocharle —él mismo hubiese querido que Atsushi pensará un poco más en las posibilidades, pero así era el niño que había criado.

Si no supiera lo que estaba pasando, Dazai creería que Atsushi tan solo estaba dormido y despertaría en cualquier momento… No obstante, parecía feliz incluso dentro de ese sueño. Respiró profundamente, suprimiendo el dolor en su pecho y tomó al albino en brazos con suavidad—. Definitivamente voy a hacer de esta isla la utopía que él quería para las sombras.

Akutagawa desvió la mirada hacia el suelo. Ahora más que nunca quería arrasarlo todo, si tan sólo se hubiese quedado con el estúpido tigre tal vez no hubiese usado toda su energía… Maldito Atsushi.

—Eso es todo lo que podemos hacer por Atsu… —declaró Chuuya con una sonrisa triste. Independientemente de si apoyaba o no la decisión de su discípulo… Nadie podía decir si despertaría en diez o cien años… Lo único que les quedaba era creer en la esperanza que les había dejado—. Porque la voluntad del tigre siempre fue para ellas, para sus queridas sombras.

 

Las sombras celebran una victoria con sabor amargo

Una fiesta para ellas y por su isla.

El tigre ha caído en el profundo abismo

Ni siquiera las pesadillas pueden entrar allí.

 

La oscuridad toma la luz de la esperanza

Las excepciones por fin pueden creer 

La isla se ha convertido en el refugio para ellas

El tigre duerme con una sonrisa por ellas.

 

Los sueños a futuro ya no son sueños sin fundamento

La humanidad ha aprendido que no puede luchar

Indigno de ser humano grita por el tigre

El tigre definitivamente sonreirá para él.

 

La pesadilla ha decidido seguir

Corrompido por el dolor no dejará su lado

La oscuridad abraza a los tristes

Porque el paraíso es para ellos.

 

El tigre descansa en un edén

Rodeado de amor y cuidado reposa

Un sueño felizmente eterno lo abraza

La luz de la luna señala en las noches más oscuras el camino para él

Sueña por la felicidad de sus sombras

Reposará oculto hasta que sus ojos se abran

La bestia durmiente está rodeada de flores

Y ella sólo ruega por ellas.

 

Una isla por y para sus sombras

El rugido del tigre ya no resuena en la ciudad

Las sombras no abandonaran nunca su regazo

El deseo del tigre siempre será para ellas. 

Notas finales:

*Muchas gracias por leer~ 

 

*Agradecimientos especiales a mi querida Beta~ 


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