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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Dazai Osamu estaba de un pésimo humor ese día, debido a que había pasado los últimos tres días en busca de respuestas dentro de las oficinas de la policía de Yokohama y odiaba eso. Sobre todo porque su único acompañante fijo era el estirado de Kunikida que le repetía una y otra vez sobre lo difícil que se estaba haciendo encontrar información sobre ese tal Atsushi. Dazai ya era consciente de eso, porque desde el momento en que se encontró con el chico tigre sabía que era prácticamente un fantasma. Era más que obvio que no era un miembro reciente de la Port Mafia debido a la familiaridad con la que lo trataba Akutagawa, sin embargo, nunca lo había visto, no había tenido nunca ni siquiera la más mínima información sobre la existencia de una excepción con tal sombra. Era un misterio, uno que necesitaba desvelar.

No obstante, ese día durante el transcurso de la mañana habían encontrado la primera pista: el orfanato en el que había estado el tigre bajo el nombre de Atsushi Nakajima. Sin embargo, era una información completamente inútil. No hablaban de su condición como excepción, ni sobre sus padres o cómo había llegado al orfanato. Al final del archivo simplemente había una nota que aseguraba: Desaparecido, posiblemente muerto. ¿Cómo diablos podía haber algo tan mal hecho en la vida? No estaba seguro, pero la ironía no mejoraba su humor.

—Esto es en verdad patético, no puede ser que no haya absolutamente nada sobre la existencia de ese chico ¿siquiera es humano? —aquella última duda había estado rondando la mente de Dazai durante las últimas veinticuatro horas. Claro que ante sus ojos era un humano normal, es más, debía serlo para tener una sombra ¿o no? Dado que nunca se había presentado una situación parecida no podía ayudarse de datos antiguos, pero había algo en su interior que no lo dejaba simplemente estarse quieto e indiferente. Debía encontrarse de nuevo con Atsushi.

— ¿No deberías ser tú quien responda eso, Dazai? —Kunikida tenía la mirada fija en su libreta pero había dedicado unos segundos a ver el rostro del castaño que parecía estar a punto de salir corriendo de allí a buscar al chico tigre. Nunca lo había visto así, por lo que él también había empezado a sentir curiosidad por ese tal Atsushi.

—Podría hacerlo si no fuese porque no tengo nada para guiarme, no hay una base en la que pueda apilar mis hipótesis. Crear una teoría a partir de nada… Eso es algo que lastimosamente solo Ranpo podría hacer, pero supongo que no piensa ayudarme. Ha estado dando excusas todos estos días para no tener que relacionarse con el caso. Eso me hace sospechar que él ya sabe algo que no quiere compartir —aseguró Dazai.

—Pienso que sencillamente lo hace por molestarte —afirmó el rubio sin voltear a verlo. Sorprendentemente durante esos días la ciudad se había sumido en una tranquilidad extraña. No había habido ni un solo informe sobre ataques de la Port Mafia, lo que hacía que Kunikida tuviese un mal presentimiento. Era como esa frase “La calma antes de la tormenta” y si ese principio se cumplía, la tempestad que vendría sería algo terriblemente fuerte.

—Bueno, no hay tiempo que perder. Encontraré la base de mi teoría incluso si el “súper detective” no me ayuda —echó la silla hacia atrás y se levantó para estirarse levemente y sonreír. No perdería nunca contra Ranpo y si este no pensaba ayudarlo; le demostraría que no necesitaba su apoyo de todas maneras.

— ¿Cómo piensas hacer tal cosa? No creo que encuentres mucho más de lo que hemos hallado nosotros —cuestionó el policía con el ceño levemente fruncido. De verdad odiaba aquella sonrisa de autosuficiencia en el rostro de Dazai.

—Te sorprenderías de lo fácil que es conseguir información del cielo, Kunikida-kun~ —anunció con voz cantarina mientras empezaba a caminar hacia la salida con una de sus manos levantada y sacudiéndola en forma de despedida hacia el rubio. Claro que él tenía sus “contactos” en caso de que Ranpo se negara a colaborarle –lo que no era raro en realidad –

— ¿A dónde vas? —preguntó Doppo. El castaño que se alejaba por la puerta simplemente le respondió con una palabra: “Cielo”… Suspiró, prefería  no averiguar a dónde iba, pues casi estaba seguro de que Dazai Osamu obtenía información a través de una excepción ilegal o a partir de alguna figura que no estaba precisamente del lado correcto. Por eso, era mejor si él no sabía nada con respecto a eso.

 

 

Del otro lado de la ciudad, caminando con un maletín negro en brazos se encontraba nada más y nada menos que el miembro más temido de la Port Mafia: Akutagawa Ryuunosuke. Para ese día tenía una misión, explotar un edificio que era propiedad de la policía de Yokohama, hasta donde sabía no había más de veinte personas allí, por lo que podría encargarse sin problemas él mismo. Además, aquello era parte de un plan mayor para desviar la atención de las autoridades del tigre… A nadie le convenía que Dazai se hiciera con el control de Atsushi.

— ¿Hasta cuándo van a seguirme? Son realmente estúpidos si piensan que no voy a darme cuenta —el de cabellos oscuros volteó a ver de reojo a Chuuya que salía de una esquina junto a Atsushi—. No deberías estar sacándolo del edificio central ¿qué vas a hacer si Dazai se lo lleva?

—Solo me aseguro de que no vayas a fallar ¿Ah? Para ser tan “inteligente” haces preguntas bastante tontas. Es obvio que yo voy a cuidar de él, por eso estamos los dos aquí —al ver al menor gruñir, simplemente sonrió ampliamente y empezó a seguirlo. Era normal para él lidiar con Akutagawa.

—El jefe dijo que sería mejor que trabajáramos en grupo por un tiempo mientras las cosas se calmaban —el de cabellos grises llevaba en esa ocasión una capa con capucha de color negro que cubría su rostro. No era para menos… pues debía evitar a toda costa ser cazado por el detective que representaba un peligro para las excepciones como ellos. Y, aunque Mori no había dado ninguna orden, prefería estar al lado de Akutagawa por si algún problema surgía.

—Entonces no tengo elección, pero es innecesario, así que no me estorben. Sobre todo tú, Atsushi, el segundo que duras dudando sobre si asesinar o no, podría costarte la vida a ti o a mí —el azabache volvió la mirada al frente, ignorando casi por completo la  tristeza reflejada en los orbes amarillos del tigre. Aquello era lo mejor… mientras más lejos estuviese del centro del enfrentamiento, menos posibilidades habría de que saliera herido.

—Simplemente déjalo ser, necesitamos que se acostumbre a las misiones al exterior. Mori sugirió primeramente que Atsushi saliera de la isla por un tiempo, pero él no puede salir de la isla en primer lugar  ¿o sí? —Chuuya mantenía una sonrisa relajada y ante la mirada de furia reflejada en los plateados orbes de Akutagawa, supo que él era consciente también de la condición que se encontraba ligada a la existencia de la excepción que portaba a Byakko.

— ¿Eh? ¿Por qué no puedo salir de la isla?  —Atsushi ladeó el rostro… No entendía a lo que el pelinaranja se refería con eso y parecía que el azabache también sabía algo que él ignoraba. No le gustaba sentirse ajeno a aquella información que lo incluía, no obstante, si le era ocultado… seguramente era por su propio bien.

—Porque fuera de esta isla no puedes ser protegido. Sería problemático para nosotros que un miembro sea secuestrado y sacado de nuestro territorio, así que no nos causes problemas —se excusó el poseedor de Rashōmon con el ceño fruncido. El edificio frente a él era alto, de color gris y a través de sus ventanas cristalinas podía apreciarse que la gente en su interior era escasa—. No me estorben.

Al estar de acuerdo con la excusa de su discípulo no interrumpió hasta que este se dispuso a entrar al lugar que era en esos momentos su objetivo principal. A diferencia de Atsushi; Akutagawa y él se encontraban vistiendo sus ropas comunes, sin cubrirse la cara. ¿Para qué? Si ya toda la isla conocía sus identidades y la organización a la que pertenecían—. Nos quedaremos por aquí para asegurarnos de que nadie entre, así que ten un buen viaje —anunció el pelinaranja con una sonrisa ladina y moviendo su diestra en señal de suerte para el menor.

 

Un chasqueo de lengua fue todo lo que el de cabellos negros respondió a las palabras de su molesto superior. No los necesitaba, podía protegerse muy bien solo y sobre todo había demostrado que podía defender también al de cabellos cenizos sin problemas… a veces. Con la mente en blanco se introdujo en el edificio a través de la puerta de cristal. Al verlo los dos guardias sacaron sus armas y le gritaron un “¡Levanta las manos!” a lo que sonrió ladinamente mientras sus orbes plateados se cerraban.

—Ustedes los humanos son realmente patéticos ¿Creen que tienen alguna oportunidad contra mí? Yo soy un monstruo, soy la oscuridad que nació de sus propios corazones —su mirada plateada se volvió visible y una sonrisa amplia apareció en su rostro. Apenas sus palabras resonaron, aquellos humanos empezaron a dispararle. Sin embargo, nada lograron pues Rashōmon había hecho acto de presencia, cubriendo con su forma de escudo a su excepción—. Es tan inútil… ¡Rashōmon!

La sombra rugió con fuerza y en forma de cadenas atravesó los cuerpos que atacaban al niño que había poseído, la sangre que brotó hacia sus extremidades recién creadas lo hizo excitarse por la fuerza que llenaba su existencia. Un nuevo rugido provocó una onda que rompió los cristales de las ventanas de ese piso.

—Es verdad, hace tiempo que no te alimento bien. Come todo lo que necesites, solo asegúrate de que ninguno se salve —al anunciar aquello su sombra se convirtió en algo parecido a un lobo hecho de flamas negras y rojas. Rashōmon a correr hacia el pasillo y los gritos tardaron en hacerse escuchar. Akutagawa simplemente caminaba con una sonrisa en el rostro—. No importa lo que hagan… esta batalla no es algo que los humanos puedan ganar.

El de cabellos azabaches subió por los pisos con indiferencia, disfrutando de las manchas de sangre con las que su sombra había decorado las paredes. No sentía absolutamente nada al ver tal escena, simplemente quería terminar esa misión para retirarse a su habitación e investigar. El misterio que envolvía el barco en el que había conseguido a Rashōmon se estaba aclarando poco a poco y aun así seguía encontrándose en penumbras. Cada vez que parecía lograr entender algo de lo que Mori le había dado, una nueva duda aparecía y derrumbaba toda su hipótesis.

Abrió el maletín negro apenas estuvo en la azotea y sin problemas se subió al lomo de su sombra, que parecía relamerse la sangre del hocico—. Vámonos —fue lo que murmuró mientras la sombra empezaba a correr hacia la salida, dándole libertad de lanzar una bomba en cada piso hasta encontrarse nuevamente afuera… donde Chuuya rodeaba al de cabellos cenizos con uno de sus brazos y reía mientras el menor parecía estar algo avergonzado—. ¿Qué es tan divertido?

—Oh, volviste rápido. Si sigues usando a tu sombra de esa manera acortarás tu vida —al escuchar el gruñido de la sombra ajena junto al de su excepción no pudo evitar reír levemente. A pesar de que Akutagawa no tenía un cuerpo fuerte como el de Atsushi, había obtenido una oscuridad tan fuerte que hasta él debía admitir… respetaba.

—Chuuya estaba comentando lo divertido que era verme dormido en el sofá —comentó Atsushi mientras una gotita de sudor aparecía en su frente. Era un alivio que el azabache hubiese llegado, Chuuya siempre lo molestaba cuando estaban solos y se aburría. Suspiró suavemente para soltarse del brazo ajeno y apenas lo hizo, el edificio se derrumbó acompañado de una fuerte explosión.

—Cof* Cof* Cof* —la tos invadió su garganta y pronto se cubrió los labios. No le había costado bajar del lobo que había vuelto a convertirse en una simple sombra que se mantenía totalmente oculta sobre el suelo—. Es tu culpa por permitírselo. Ya no hay nada que hacer aquí —comentó mientras avanzaba entre sus dos compañeros para alejarse del lugar. Ya no había nada de importancia.

—Es cierto—encogió sus hombros antes seguir a Akutagawa, Chuuya tampoco tenía interés en seguir allí. Iría a tomar una copa con Mori para relajarse y conversar acerca del futuro que el tigre tendría. Antes habían sido cuidadosos para cubrir su existencia, pero había llegado una carta desde el otro lado del mar que les informaba acerca de una excepción muy particular, un detective llamado Sakunosuke Oda. Por lo tanto, Atsushi ya no podría simplemente ser un miembro con una posición defensiva…

La excepción poseedora del tigre miró por un momento la estructura destruida… y por unos segundos sintió lástima por las personas que yacían sepultadas bajo los escombros de cemento. Pero eran humanos… y ante ese recuerdo la compasión lo abandonó para convertirse en rencor hacia esa especie—. Esto es lo que se merecen… —susurró para sí mismo antes de apresurar el paso para no quedarse atrás.

 

El sonido de las sirenas no se hizo esperar más de unos quince minutos, pero ya para ese momento los tres miembros de la Port Mafia se encontraban a un par de kilómetros. Chuuya se había adelantado, dejando a los dos menores en su camino hacia la sede principal de la organización.

El de cabellos cenizos se detenía de vez en vez, admirando algunas cosas en las cuales nunca había reparado pues eran contadas las veces que se le había permitido salir de día—. Hay muchas cosas interesantes por aquí.

— ¿Eso crees? Solo hay humanos haciendo vida de humanos. Deja de mirarlos, no es algo que puedas tener siendo un monstruo —anunció con indiferencia el azabache y al notar de reojo como su compañero bajaba la mirada con una sonrisa completamente nostálgica, suspiró. No iba a cambiar sus palabras ni a retractarse, pues esa era la situación en la que se encontraban. Ellos eran odiados, marginados y la humanidad lo único que podía desearles era una pronta muerte. Los humanos y las excepciones no podían estar del mismo lado. Ese era un hecho.

 — ¿Tan imposible es hacerse pasar por un humano? Aunque fuese por un segundo… sería lindo experimentar algo así… Aunque, no me prestes atención es simple curiosidad —pronto sintió un golpe en su pecho y cayó sobre su trasero. Se quedó allí… mirando aquella expresión de asco que el contrario le estaba dedicando.  Byakko salió rugiendo hacia el azabache justo frente a Atsushi, la sombra podía sentir el temor de su contratista y su deber era protegerlo, incluso si la persona que lo amenazaba no le desagradaba.

Apenas el tigre apareció los gritos de la gente que los rodeaba empezaron a resonar.

—Maldición… ¿Por qué no puedes simplemente dejar de causarme problemas? —Akutagawa gruñó con molestia. En realidad había reaccionado con demasiada violencia pero no podía creer que después de todo lo que había vivido cuando niños, Atsushi todavía tuviese ese pensamiento estúpido de poder disfrutar de actividades humanas—. Vámonos, antes que alguien problemático aparezca.

El de orbes amarillos se mantuvo en el suelo con los labios temblorosos, no sabía qué era peor… si haber sido empujado o tener que escuchar las crueles declaraciones del más alto… — ¡No voy a regresar contigo! —fue todo lo que abandonó sus labios mientras se levantaba y empezaba a correr hacia el lado contrario.

—Estúpido —declaró Akutagawa al ver cómo el tigre volvía a convertirse en la sombra de Atsushi y este desaparecía entre la multitud. Mori definitivamente iba a molestarse cuando volviera sin el tigre, pero ya aprendería ese mocoso malcriado a sobrevivir sin él. Fue en ese momento en que simplemente se dio la vuelta, para dirigirse hacia la dirección contraria. Ya encontraría ese felino la manera de regresar a la base. Eso creía el azabache.

 

Atsushi había corrido con tanta fuerza que no había tardado en internarse en un bosque, sin embargo no paró de correr hasta que su vista se encontró con el mar. Había llegado a uno de los extremos de la isla. Su mirada amarilla se fijó sobre la arena e instintivamente cerró los ojos con fuerza. ¿Por qué debían ser tratados como monstruos? Las excepciones también sentían dolor…

La oscuridad no es más que dolor acumulado… Esas emociones tan pesadas se convierten en cruces para las almas… y estas al morir desean con tanta fuerza la venganza que se convierten en una sombra. Somos los monstruos nacidos de los humanos… ¿Somos realmente tan asquerosos como nos ven? —No pudo evitar dejarse caer al suelo, siendo recibido por el  suave pelaje de Byakko que le sirvió de almohada—. Gracias… lo siento…

El tigre simplemente empezó a ronronear, rodeando con su cuerpo el origen de su tranquilidad. << ¿Por qué estás dudando? No entiendo. Los humanos son malvados siempre lo han sido… ¿Qué tiene de buenos poder estar junto a ellos? >>

—Hace unos días que no hablabas conmigo, Byakko… No lo sé, es un sentimiento extraño parecido a nostalgia… Aunque no lo comprendo… No debería ser capaz de sentir nostalgia por algo que nunca viví. No tuve amigos, el calor de un hogar o padres. Mi felicidad está con la Port Mafia y aun así tengo el descaro de dudar al jalar el gatillo. No entiendo qué fue lo que viste en mí —y es que nunca lo había entendido… Sus recuerdos del pasado estaban borrosos, pero aún podía ver la espalda de Akutagawa protegiéndolo en el pasado… Su corazón debía dejar de dudar y sumirse en la oscuridad a la que lo habían lanzado…

<> Byakko gruñó al sentir un olor familiar y apenas una silueta se acercaba desde uno de sus lados se levantó, poniendo al chico debajo de su imponente pecho.

Cuando quiso responder a las palabras de su sombra, fue puesto contra el piso pero al asomarse pudo notar unos pantalones de color beige que reconoció de inmediato… Se puso en posición defensiva apenas pudo levantarse—. No te acerques más, demonio —amenazó el menor al hombre de cabellos castaños.

—Realmente me costó encontrarte, esperaba que la Port Mafia cuidara mejor del niño tan preciado que encontraron. Aunque debo agradecer que te separaras de tu guardaespaldas justo a tiempo. Sería una molestia tener que lidiar con Akutagawa también —admirar al menor con la mano en el lomo del gran tigre era algo increíble de ver, pero nada se comparaba a la primera vez que se habían encontrado—. Hablemos.

Inevitablemente tenía el ceño fruncido y su cuerpo se había tensado ante el extraño encuentro—. No tengo nada que hablar contigo —si hubiese tenido orejas seguramente las tendría echadas hacia atrás en señal de amenaza. Sin embargo, tendría que conformarse con lucir “amenazador” para mantener a Dazai a raya.

—Si no hay nada, podemos hablar de cualquier cosa. Tú y yo no somos tan diferentes como piensas, podríamos llegar a ser grandes amigos ¿no te gustaría? —pudo notar de inmediato un segundo de duda en los orbes amarillos del más bajo y supo que podría corromper su corazón. No importaba, el tigre ya era hermoso e incluso si su pelaje blanco se cubría de carmín seguiría siéndolo.

—Tú eres el enemigo de la Port Mafia, por lo tanto eres mi enemigo —sentía curiosidad por el castaño, quería conocer acerca más de la naturaleza de tan extraña habilidad pero lo menos que quería era causar más problemas a su familia. Sabía que si no regresaba Mori iba  a mandar a buscarlo de una forma u otra, por lo que prefería simplemente no dejarse llevar por un deseo infantil.

—Yo soy un simple detective al que le piden ayuda con la oscuridad y las excepciones. No es mi culpa que la Port Mafia sea una organización criminal que se encarga de atentar contra la paz de la isla —escuchó el gruñido del menor y apenas lo vio montarse en el tigre para huir de él, suspiró… Era un niño demasiado inocente todavía, por eso iba a tomarse su tiempo para desmantelar la naturaleza real de Atsushi.

 

No había dudado en subirse en el lomo de Byakko para escapar, y solamente volteó para darse cuenta de que el castaño no lo estaba siguiendo. Le parecía extraño… ¿Qué pasaba por la mente de ese hombre? ¿Por qué intentaba acercarse a él? No lo entendía… Como un miembro más de la policía debería estar conforme con atraparlo y encerrarlo para siempre, no obstante, eso era lo que menos parecía querer hacer ese hombre. No entendía….

—Ese hombre es todo un misterio… —simplemente escuchó el gruñido en de su sombra y un: “Ese sujeto es peligroso, será mejor que te cuides de él” esas palabras lo hicieron asentir con levedad y no pudo hacer más que relajarse en el amplio lomo de su oscuridad mientras era llevado por este hacia la seguridad de su cuartel. Algún día encontraría qué era lo que había hecho que ese detective fijara su mirada en él…

 

Dentro del edificio principal de la Port Mafia, más precisamente en la oficina del presidente, Chuuya se encontraba con las manos en las caderas y el ceño fruncido. Justo frente a él se encontraba Akutagawa que parecía más molesto que arrepentido por el hecho de ser reprendido por culpa del de cabellos cenizos que ni siquiera se encontraba allí en esos momentos.

—Te he dicho mil veces que no te dejes influenciar por tu temperamento. Sé que te preocupas por Atsushi, pero reaccionar de manera tan agresiva solo va a hacer que se aleje —comentó el de cabellos naranjas.

—Es porque siempre está diciendo cosas estúpidas que no puedo quedarme tranquilo. ¿Qué harás si decide que quiere vivir una vida como la de un humano? ¿No te das cuenta que es estúpido para nosotros que somos monstruos? Simplemente no quiero que todo el esfuerzo que hemos hecho para mantenerlo vivo se vaya a la basura porque es un idiota que no entiende nada de su situación.

Un suspiro de desesperación abandonó los labios de Chuuya, de verdad que sus novatos eran problemáticos—. Tienes suerte de que Atsushi ya venga en camino —declaró luego de haber revisado un mensaje en su celular. Por lo menos de esa manera su corazón estaba más tranquilo—. Mañana iré a hacerle una visita a Dazai ¿Vienes? Te dejare entretenerte con los policías.

—Voy —aseguró antes de darse la vuelta y comenzar a caminar fuera de esa oficina. No había nada más que aclarar en ese lugar… Lo primero en su lista era entrenar con el tigre, por lo menos iba a recordarle cómo debía defenderse. Lo trataría siempre como se le diese la gana, pues ya era suficiente con los demás miembros para malcriarlo.

Apenas la puerta se cerró, Chuuya volteó hacia el presidente de cabellos oscuros—. ¿Qué opinas? Esta situación se está volviendo difícil de controlar.

—Lo harán bien, el niño que fue salvado y el que lo salvó. Nadie supondría que el niño que fue salvado fue en realidad Akutagawa. Dazai está buscando en un pozo sin fondo queriendo atrapar a Atsushi, porque mientras Akutagawa viva no permita que sea herido herido.

—Son la pareja más poderosa de la Port Mafia cuando se ponen serios, pero últimamente me he empezado a preocupar… Desde que Atsushi se encontró con Dazai parece haber despertado un interés hacia la humanidad y hacia el propio Dazai. No quiero que se siga encontrando con él o algo malo podría terminar ocurriendo.

—Deberías tener un poco más de confianza en tus novatos, Chuuya —el líder sonreía con tranquilidad, dejando su mentón recargado sobre sus manos. Él sinceramente no estaba preocupado, sabía que el tigre no era como cualquier excepción, él era especial… Por lo tanto no caería ni siquiera si su enemigo era el detective que podía borrar las sombras—. Deja que abra un poco más sus alas, seguramente lo que encontrara en el mundo humano lo lanzará de vuelta a la seguridad de nuestro hogar.

—O Dazai terminará quedándose con el poder que tanto nos costó obtener —la voz del de orbes azules resonó con suavidad, sinceramente no podía dejar de pensar en que Osamu quería usar al albino…

—Yo pienso que sería bueno que Atsushi encantara a Dazai~ Podríamos tenerlo de nuestro lado y el mundo perdería su única esperanza~ —la voz de Elise brotó desde detrás de un vestidor y se acercó con pasos alegres y una sonrisa—. En caso de que Atsushi se vaya a su lado, seguramente ocurrirá una desgracia.

— ¡Oh, Elise-chan! Es una gran idea. Sin embargo, hay un problema con tener a Dazai de nuestro lado. Él no es una pieza, por lo que se querría convertir en el maestro del juego y definitivamente nos traería problemas. Por otro lado debemos dejar de adelantarnos, seamos pacientes y todo llegara cuando deba llegar ¿Entendido, Chuuya? —al ver el asentimiento por parte del contrario, lo imitó con una leve sonrisa. En esos momentos preocuparse no estaba en sus planes.

—Bien, entonces mañana simplemente iré a tener una alegre charla con mi viejo amigo —una sonrisa ladina apareció en sus labios, obviamente iba a aclarar puntos con ese estúpido hombre que creía poder hacer todo lo que se le ocurriera sin ser detenido nunca…

 

 

Un golpe a la pared seguido de una maldición fue todo lo que pudo escucharse en el pasillo principal hacia la oficina de Mori Ougi, era nada más y nada menos que la excepción cuyo cabello negro con mechones blancos anunciaba un baño de sangre cada vez que salía del edificio—. Entiéndelo, maldita sea… —estaba frustrado, ya no sabía cómo darle a entender al de cabellos grisáceos que quería que fuese consciente de que corría peligro… Simplemente quería protegerlo, se lo debía.

 

 

 

Los niños perdidos juegan en el bosque

El bosque protege a los inocentes

La oscuridad abre los brazos para aquellos que lloran

Los niños perdidos se han quedado solos.

 

Uno de los niños nunca nació

El otro fue abandonado por todos.

Uno de ellos lloraba con fuerza

El otro nunca lo hizo.

 

La oscuridad había abrazado un feto

Ese niño nació muerto.

La oscuridad abrazó a un niño pequeño

Ese niño creo una coraza de sombras.

 

Aquel que nació con la bendición

Aquel que recibió la maldición

Los dos lados de una moneda

Los dos lados de la vida misma.

 

El niño muerto, vive

El niño vivo, muere.

 La oscuridad del primero salvó al segundo

La coraza del segundo protege al primero.

 

En un mundo de penumbras

Dos historias paralelas

Dentro de las sombras de un barco

Ambas se reflejan.

 

 

 

Notas finales:

*Primeramente debo agradecer a mi adorada Beta, sin ella actualizar se me haría todavía más difícil~ 

 

*Segundo les debo un agradecimiento a todas las personas que siguen mi historia, muchas gracias por el apoyo~ y espero sigan disfrutándola tanto como yo lo hago. 

 

*Sin mucho más que decir, muchas gracias por leer~ y hasta la próxima actualización~ 


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