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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Las penumbras reinaban en la vista del tigre, quien pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien… La superficie en la que estaba parado empezó a temblar y, mientras intentaba sujetarse, sintió una fuerte corriente recorriendo su cuerpo y causando ardor. Un grito grave resonó de sus labios. Atsushi no supo cómo pudo controlar ese fuerte e intenso dolor para no perder la consciencia, pero allí estaba, buscando entre la oscuridad una salida.

—¡Byakko! —un nuevo grito abandonó sus labios y pronto aquel lugar le fue despejado. Las tinieblas poco a poco fueron volviéndose menos densas y pronto descubrió lo que estaba cubriendo la luz: un saco hecho de sombras… "Una barrera creada a partir de esa oscuridad, donde esas sombras se debatían y lloraban porque habían sido cosidas unas contra otras. ¿Qué clase de monstruo podía tomar sombras y hacer tal aberración? El corazón del tigre se achicó dolorosamente al pensarlo. Sus ojos ahora lucían una pupila diamantada propia de un gran felino y con un par de zarpazos rompió la barrera que le impedía ubicarse.

Los aplausos no se hicieron esperar por parte de cierto hombre de cabellos azabaches que se mantenía en las alturas observando a su prisionero—. Debo admitir que creí por un momento que con eso podría llevarte hasta el laboratorio, pero creo que te subestimé un poco —Ango mantenía una sonrisa leve en su rostro y con otro chasqueo de dedos, las puertas que comunicaban el estadio hacia el interior del edificio se levantaron: dejando salir a unas bestias… monstruos nacidos de un pacto fallido con sombras.

Atsushi desconocía quién era ese hombre, la razón por la que hacía eso o el por qué deseaba atraparlo… El tigre no lo entendía y aun así no perdonaría a ese sujeto. El llanto de las sombras que rogaban descanso era suficiente para hacer que el chico de cabellos cenizos quisiera quemarlo todo—. ¡No sé qué estás tramando, pero no voy a permitir que hagas sufrir a las sombras! —ante la sonrisa tétrica que el de cabellos oscuros le dedicó, frunció el ceño. Estiró sus brazos y estos se tornaron rayados, musculosos, terminando en una pata con grandes rayas.

—Vaya, vaya ~ Así que este es el poder de la “llave” que traerá el abismo. Bueno, es una pena… creía que podría utilizarte un rato para aclarar mis dudas antes de deshacerme de ti —un suave suspiro abandonó los labios de Ango y con tranquilidad le dio la espalda al fondo del coliseo artificial que había elegido para dar final a la batalla contra las sombras. Apenas la excepción del tigre sucumbiera, todo mejoraría y las sombras desaparecerían de la tierra—. Parece que lo he vuelto a hacer. Algo imperdonable ¿no, Oda? —dirigió su intensa mirada hacia la pared desgastada y una amplia sonrisa terminó por formarse.

—Las sombras no son juguetes de los humanos…  —Atsushi tuvo que cerrar los ojos  pues los gritos de las sombras en pena resonaban en su cabeza pidiendo auxilio… Supo en ese momento que la humanidad rechazaba la salvación, ladeó el rostro levemente y se posicionó. De un impulso se lanzó hacia los monstruos y éstos como si respondieran a los deseos del chico, perecían uno tras otro.

Ango volvió la vista a la arena para encontrarse con varios monstruos en el suelo y con el tigre luchando por hacer caer a los demás—. Esas criaturas contaminadas: los pecados que volvieron por la humanidad, definitivamente no dejaremos que nos juzgen —un chasqueo de dedos abrió una de las puertas que contenían un equipo especializado de hombres con buen armamento y otro… abrió la puerta del pasado dejando libre a un monstruo amorfo parecido a un pulpo con pinzas, colas, ojos y filos regados—. La muerte del tigre es el único desenlace.

 

 

Entre tanto Atsushi se encontraba peleando por su vida, en el edificio de la Port Mafia se estaba haciendo un escándalo debido a una visita no prevista por parte de Oda Sakunosuke  y Dazai Osamu. El revuelto había terminado en un Chuuya a punto de cortar la garganta a cierto detective de cabellos castaños y un Mori Ougi profundamente consternado.

—Esto es un problema grave, estás diciendo que tú no enviaste ninguna nota a Atsushi para verlo ¿me equivoco? —ahora el líder de esa peligrosa organización estaba nervioso. Había dado por hecho que el único que enviaría descaradamente una nota para Atsushi era Dazai. Sin embargo, Mori sabía que otra persona podría haber hecho esa misma deducción para llegar al tigre—. Hmph… Buena jugada, pero no será suficiente.

Chuuya de inmediato se acercó a Mori—.  Por fin hizo su movimiento ¿no? Ese maldito cuatro ojos me las va a pagar apenas lo tenga entre mis manos —y como si estuviese imaginando ese hermoso momento… apretó los puños con rabia. Ya sabía que tarde o temprano el gobierno de esa ciudad iría tras Atsushi, pero no creyó que fuera justo en ese momento.

—Vaya~ vamos, compartan la información~ yo también quiero ir a salvar a Atsushi —Dazai estaba totalmente relajado hasta que leyó el nombre de Ango Sakaguchi en los labios de Mori Ougi. Fue en ese momento en que cruzó miradas con Oda para simplemente asentir. Sin esperar ninguna invitación empezaron a correr hacia el auto en el que habían venido, no necesitaba esperar, porque un minuto podría hacer la diferencia entre la vida o la muerte del tigre. No obstante… tal vez Ango desatará el infierno al que tanto le rehuía, pero que Dazai anhelaba…

—Tú también muévete, Akutagawa ya está en el auto. Ya sabes lo que debes hacer: si Atsushi se sale de control, no habrá nada qué hacer… ¿Entendido? —para Mori, perder al tigre no era una opción, sin embargo,… si había que neutralizarlo serían ellos y nadie más quien lo hiciera.

—Las posibilidades son de 40% contra 60% y sinceramente hemos ganado batallas con menos probabilidades de vencer… Aunque en aquellos casos todo dependía del desempeño de las habilidades —Elise observó el rostro absorto de Mori… En esos momentos todo lo que había construido se estaba balanceando sobre el filo de una aguja. Si el tigre caía, las sombras volverían al abismo; pero si el tigre se descontrolaba… la oscuridad consumiría Yokohama y nada quedaría a su paso.

—Pienso que 40% es una cifra demasiado alta… No obstante, lo que en verdad me preocupa es qué clase de infierno nacerá de la inocencia —Mori sabía mejor que nadie lo difícil que era construir algo de cero y lo fácil que era destruir eso en un instante. Como todos aquellos que poseían sombras, él también cargaba pecados de los que no quería hablar.

 

 

Ignorante de los planes que se estaban llevando acabo para salvarlo, Atsushi estaba combatiendo ferozmente tanto con humanos como con sombras…  y parecía que aquel ejército era interminable. Jadeaba levemente manteniendo la mirada al frente y la mandíbula tensa, ignorando  el ardor de los golpes recibidos. Por mala suerte no podría utilizar completamente su poder mientras aquella barrera continuara tapando la luz lunar.

—Eres un hueso duro de roer ¿no? —con un movimiento de dedo le indicó a las bestias que se movieran para volver a rodear a Atsushi, atacándolo sin darle descanso. Apenas el primer disparo resonó en el estadio, sonrió. La sangre salpicando y el tigre luchando ferozmente contra el dolor… La siguiente bala dio en el blanco y las ganas de reír se estaban volviendo incontenibles. Tenía que admitir que haber preparado francotiradores era una idea genial, digna de su persona. Después de todo, ese era su escenario final.

Atsushi estaba intentando desesperadamente defenderse, pero los disparos eran realizados desde el segundo piso del estadio y con aquellas sombras fuera de control atacándolo era muy difícil saltar. No supo en qué momento el dolor cedió, pero fue suficiente para que, en un arranque de rabia, cortara los cuellos de varios monstruos con sus gruesas garras—. ¡¿Qué diablos estás tratando de hacer?! —Atsushi no entendía… ¿Por qué esa excepción lo atacaba con tanta rabia? ¿Por qué estaba tratando de matarlo? ¿Era verdaderamente un pecado haber nacido?

—Ja… ¿No es obvio? ¡Porque eres el árbol de la desgracia! Alguien como tú nunca debió caminar entre los vivos —Ango estaba harto de escucharlo y fue con un movimiento de dedos que dio la orden que acabaría con la paz de la isla entera.

Desde lo más alto fue disparada una bala. Una bala que pasó en un abrir y cerrar de ojos a través de la cabeza de cierto joven que no era más que un niño inocente: Un cuerpo lanzado al vacío por el impacto y la oscuridad que consumió a la razón.

—Sorprendentemente esto fue demasiado fácil… ¡Argh! —Ango tuvo que sujetarse el pecho con fuerza, algo en su interior se estaba removiendo dolorosamente. No obstante, sabía que ese dolor le pertenecía a su sombra y no a él, por lo que lanzó un gruñido mientras se recargaba contra la pared subyacente.

 

Byakko había estado soltando tanto poder como podía a los miembros de Atsushi, pero no había sido suficiente… Su excepción había caído y ahora no podían más que esperar un milagro para que la luna lo tocara antes de que pasaran treinta minutos…

—Lo siento, fallé —fue todo lo que murmuró el joven de cabellos cenizos mientras caminaba lentamente entre la oscuridad hacia el enorme tigre que parecía llorar en silencio—. Pero esto no es todo… ¿verdad?

—Todavía puedes regenerarte, tenemos treinta minutos antes de que perdamos por completo el cuerpo… Sin embargo, ya es hora, apenas tu consciencia vuelva vamos a juzgar a esta terrible humanidad… ¿Entiendes eso? —el tigre bajó la cabeza antes de asentir… La mirada de Atsushi se había opacado casi por completo, cayendo en cuenta de lo que había ocurrido.

—Quiero la cabeza de esa persona… Yo no hice nada… ¡Todos dijeron que vivir estaba bien! —mientras recordaba la amplia sonrisa del hombre de anteojos… algo en su corazón se rompió… —Las sombras están llorando… las sombras rogaban ser destruidas… Voy a destruirlos… —las lágrimas fueron llenando lentamente la comisura de sus ojos.

Byakko no podría mentir… le dolía tener que inyectar el odio en el corazón de su inocente excepción, pero ya no había tiempo. La humanidad había desperdiciado la última oportunidad de salvación que se le había dado—. “Porque los humanos son ciegos al dolor ajeno… definitivamente no podrán salir del agujero que cavaron” la persona que me liberó del sufrimiento en el que vivía dijo eso antes de salvarme. Atsushi, traeremos el juicio final y posiblemente muchas muertes se desencadenarán. ¿Estás preparado para llevar ese peso sobre tus hombros?

Atsushi asintió suavemente—. No puedo perdonar a la persona que me hizo esto… pero no todos los humanos son malos… ¿cómo puedo juzgar a todos basándome en los errores de uno? —no entendía la razón por la que sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas ni tampoco el dolor en su pecho.

—Las sombras aparecimos para dar una nueva oportunidad a la humanidad… podían cambiar, podían ser mejores… podían haberse convertido en humanos de nuevo… No obstante, escogieron seguir cavando sus tumbas. Nosotros, que fuimos destruidos, echaremos tierra para que nunca más puedan salir —entendía la preocupación de su excepción, pero debía hacerle entender que esa era la misión para la que habían nacido.

—¿Qué debo hacer? —fue todo lo que Atsushi preguntó mientras se limpiaba las lágrimas. Aunque el pecho le doliera como si estuviese siendo consumido por las llamas, nada podía hacer. Después de todo, Byakko le había dado otra oportunidad de vivir, lo había salvado… Proteger a la humanidad sería alta traición al tigre y a sí mismo como sombra que era.

—Vamos a abrir la puerta… aparecerá para nosotros cuando despiertes… Nos volveremos uno y seremos la llave que desate el infierno —murmuró el tigre. “Si es que el candado no vuelve a cerrarse para nosotros”.

—Está bien… Las excepciones estarán bien ¿no? —al ver a su sombra asentir, sonrió. Le preocupaban los miembros de la Port Mafia y cierto castaño que se había vuelto el centro de sus pensamientos. Dazai Osamu era una persona misteriosa que nunca dejaba ver cuáles eran sus verdaderas intenciones. Incluso de esa forma estaba bien para Atsushi que solamente quería seguir divirtiéndose a su lado.

—El juicio se extenderá por el mundo lentamente. Las sombras exterminarán a la mayor parte de la raza humana y se unirán a los elegidos para formar nuevas excepciones. Un mundo nuevo va a nacer a raíz de esto… Nuestras vidas empezaran a correr más deprisa y terminaremos desapareciendo dentro de unos cinco años… Viviremos lo suficiente como para saber si tomamos la decisión correcta —aseguró Byakko con una expresión tranquila. No temía a la muerte.

—Estoy de acuerdo, de no ser por ti… de todas maneras hubiese muerto joven. Agradezco inmensamente el haber podido llegar a esta edad —sonrió nuevamente mientras limpiaba las nuevas lágrimas que amenazaban con abandonar sus ojos. Atsushi se dejó caer sobre el pelaje de su amada sombra y cerró los ojos… Los recuerdos empezaron a pasar frente a él… Había tenido una buena vida.

 

 Ignorantes de lo que sucedía en la mente de Atsushi; Chuuya y Akutagawa al fin habían llegado a las afueras del estadio. Habían logrado alcanzar a Oda y a Dazai que se encontraban buscando una entrada. Chuuya tenía un mal presentimiento… las nubes negras arremolinándose en el cielo sobre estadio se lo decían.

—No tenemos tiempo para esto. Hay que ir a buscar a Atsushi —la luna parecía brillar con una intensidad extraña… el viento demasiado frío. No sabía si eran sus sentimientos o los de su sombra, pero estaba ansioso… Chuuya chasqueó la lengua e inmediatamente dejó brotar su poder y tomó a Akutagawa para empezar a correr. Le importaba una mierda la gravedad, por lo que la pared del estadio era perfecta para subir en vertical.

Akutagawa gruñó al ser llevado como si fuese un saco, pero le restó importancia debido a la prisa que ambos tenían. No fue hasta que llegaron a la cima que algo espeluznante se posó sobre sus visiones: un techo hecho de sombras—. Hmph… Esto no me gusta. Rashōmon —la enorme sombra se convirtió en  una enorme cabeza de dragón—, destrúyelo.

Chuuya se cruzó de brazos y frunció el ceño… Algo allí estaba mal. Y no fue hasta que vio los inútiles intentos de la sombra de Akutagawa que lo entendió. Aquello necesitaba fuerza bruta desde el cuerpo de un humano—. Haz que Rashōmon  me suba unos diez metros. Voy a romper esto ya mismo.

—Tsk… como quieras —su sombra obedeció alzando al de cabellos naranjas hasta la altura pedida.

—Ahora —apenas fue soltado, sonrió, usando su sombra para concentrar el peso en su puño. Como si fuese un vidrio, Chuuya lo rompió, cayendo hacia el vacío y siendo seguido de cerca por Akutagawa. Al caer al suelo del estadio, sus ojos celestes se abrieron completamente.

Akutagawa siguió la mirada de Chuuya hasta un bulto en el centro, rodeado de sangre—. ¡Atsushi! —fue cuando quiso correr hacia él que un rayo lunar descendió con fuerza desde el cielo, elevando el cuerpo de chico de cabellos cenizos.

Chuuya se apresuró a pegar su espalda contra la de Akutagawa para recordarle que no estaban solos y pronto el azabache se cegó por la rabia. Él mismo se desconocía… tenía la mandíbula apretada y sentía a su sombra removerse dolorosamente. Tomó impulso antes de empezar a matar a esas bestias como si se tratara de un juego.

— ¡Rashōmon! —la enorme cabeza se dividió en varias y pronto todo lo que se atravesaba en su camino o intentaba alcanzar al tigre era destruido. “¡Maldición! ¡Maldición!” era todo lo que podía repetirse mientras su sombra se encargaba de arrasar con todo lo que se le interpusiera.

 Desde las alturas, Ango estaba realmente molesto… la opresión en su pecho no hacía más que aumentar y para el colmo estaba viendo cómo el chico parecía estarse convirtiendo lentamente en tigre… Definitivamente eso no estaba en su plan, el chico que respondía al nombre de Atsushi debía morir… Fue cuando sintió que el suelo temblaba que supo lo que estaba ocurriendo… Quisiera o no… el abismo se había desatado. El sonido de unos aplausos lo hizo voltear para encontrarse con los fantasmas de su pasado.

—Bravo~ y pensar… que  harías todo el trabajo por mí. No sabía que tenías tantas ganas de hundir el mundo, Ango —Dazai había dicho aquello con una expresión serena en su rostro, aunque estaba molesto… sinceramente molesto.

—¿Por qué? No había necesidad de eso… —Oda por su parte estaba realmente decepcionado del hombre al que una vez había llamado amigo. Ir tan lejos como para matar a Atsushi… a un niño… eso era algo que no podía perdonarle.

—¡Ustedes deberían entenderlo mejor que nadie! Todo ha sido un maldito infierno desde que las sombras aparecieron, yo quería desaparecerlas de una vez por todas —Ango tenía el ceño fruncido… su salida para escapar estaba cubierta por ese par. Tenía que ser una mala broma.

—Sabes~ normalmente no estaría tan molesto~ pero hiciste dos cosas que realmente colmaron mi confianza~  —la sonrisa en el rostro de Dazai estaba fuertemente arraigada mientras se acercaba a su antiguo compañero de tragos. Le soltó el primer golpe, luego de haberle arrebatado el arma que guardaba entre su abrigo—. Nunca te hagas pasar por mí para cumplir tus planes y segundo… —levantó a Ango del cuello, ignorando los intentos de soltarse de éste—. Es un insulto que alguien tan débil tenga aspiraciones así de altas —y estampó otro golpe, lanzándolo contra una de las paredes.

—¡Tsk! —aquello había dolido… su mandíbula tensada y sus manos apretadas en puños… Todo le estaba saliendo mal ese día.

Fue en medio de ese buen reencuentro entre amigos  que el sonido de una explosión hizo a Dazai asomarse hacia el exterior.

Algo le decía que era estúpido decirlo, pero haría una advertencia inútil de todas formas—. No vayas a dejarlo escapar, Oda —murmuró al ver cómo una enorme puerta de mármol brotaba desde el suelo y el enorme tigre yacía victorioso sobre un montón de cadáveres… Se veía hermosamente majestuoso mientras la luna iluminaba su perfil. Ah, parecía que se había vuelto a enamorar. Sin prestar atención a la altura, saltó, cayendo perfectamente de pie para caminar hacia donde se encontraba el gran felino.

 

—No pongas esa cara, Odasaku. En algún momento teníamos que elegir —Ango Sakaguchi miraba a Oda con tranquilidad, como si ya hubiese estado preparado para esa escena. Estaba resignado a ser el perdedor en esa ocasión donde la vida era la mayor apuesta.

—Al final voy a tener que darle la razón a Kouyou… Al parecer yo siempre estuve equivocado. El lado correcto era el de las excepciones. Espero que cuando te des cuenta de tu error no sea demasiado tarde —Oda se mordió el labio y simplemente le dio la espalda a Ango, dejándole libre la salida. Él no podía matarlo… y tampoco deseaba que Dazai cargara con el peso de hacerlo.

—Oda… Espero que en el futuro no tengas que arrepentirte de esas palabras —se levantó dificultosamente, ayudándose con la pared… Sabía que la próxima vez que se encontraran… uno u otro tendría que morir—. Gracias… —murmuró con pesadez mientras empezaba a caminar hacia afuera. Uno de los francotiradores no tardó en ayudarlo a escapar. Y antes de subir al automóvil que los esperaba abajo, le dedicó una mirada al estadio—. Definitivamente… no hay un lado correcto… —sentenció.

 

“Atsushi, la puerta” murmuró Byakko desde la profundidad de su mente. Miró a Chuuya junto a Akutagawa, ambos simplemente asintieron mientras iban al encuentro de Dazai. Él también hubiese querido ir a saludarlo… a decirle que estaba bien, pero no. Había una urgencia mayor—. El juicio ha terminado… el ser humano ha rechazado sus propios pecados, intentando destruirlos una y otra vez… Los retazos de esta despreciable raza lloran… gritan… todo mientras son masacrados. No olvidaremos, no perdonaremos… —el tigre empezó a correr hacia la puerta y con la presión de su cuerpo… éstas se abrieron y la oscuridad brotó.

Las sombras desesperadas empezaron a salir… Algunas volando, otras corriendo… Portales como ese se empezaron a abrir en distintas zonas de Yokohama… del mundo… La luz azul de la luna amparaba a cada uno como su protectora…

 

 Atsushi ahora flotaba envuelto en una cálida luz… Abrió los ojos encontrándose en un prado cubierto de diferentes flores… era una visión maravillosa—. ¿Byakko? —llamó al darse cuenta de que estaba en su forma humana.

—Maravilloso ¿verdad? Aquí vamos a esperar mientras el mundo es cubierto por la oscuridad —anunció el gran felino que apareció lentamente recostado entre las flores. Ese lugar era el perfecto aislamiento para que su excepción no tuviese que ver el horror que se desencadenaba en el exterior.

—Sí… Es un lugar hermoso —Atsushi se agachó para recoger una de las flores y no tuvo que jalarla para poder despegarla del suelo. La llevó hasta su rostro y aspiro lentamente ese dulce aroma, antes de sentarse con la espalda recargada en el pelaje del tigre—. Esto es lo correcto ¿verdad?

—Lo es… —aseguró Byakko con una expresión desinteresada.

—No te escuchas muy convencido… —comentó Atsushi mientras se acurrucaba entre el suave pelaje de su sombra. Estaba bien, si la muerte de todos esos humanos era lo que Byakko necesitaba para ser liberado de su sufrimiento… eso haría.

 

—Muévanse —la voz de Dazai carecía de cualquier duda. Si quería detener a Atsushi debía apartar de una u otra forma a esos molestos de la Port Mafia—. Voy a detener toda esta locura.

—Me gustaría decir que no te lo voy a dejar a ti, pero… —Chuuya volteó a ver a Atsushi de reojo y sintió una fuerte punzada en su interior. No quería que ese pequeño e inocente chico cargara con un peso tan grande. Por lo tanto y aunque fuese patético… se lo dejaría a Dazai—. Te dejaremos intentarlo, si hay una forma de retrasar este suceso, que así sea.

Akutagawa por su parte no estaba demasiado emocionado por seguir las órdenes de Chuuya. No obstante, lo primordial en ese momento era cerrar la puerta y salvar a Atsu. Gruñó con levedad, estaba realmente de mal humor—. Así que mejor apresurate y deja de andar tonteando —hubiese querido él salvar al tigre, pero solo había una excepción que podría detener aquello y era precisamente Indigno de ser humano.

Por primera vez en mucho tiempo… Dazai estaba siendo sorprendido… no obstante, simplemente sonrió como si desde el principio lo hubiese sabido—. Supongo que esto es una tregua temporal —murmuró antes de apresurar sus pasos hacia Atsushi que estaba suspendido justamente en la entrada de la puerta al abismo. Debía admitir que se veía hermoso… tan hermoso como el día en que se habían conocido.  <> pensó para sí el detective. Respiró profundamente y se apresuró a correr hacia el contrario. Tomó impulso y saltó, tomando al chico entre sus brazos y sacándolo de la luz para caer con el menor en brazos.

Chuuya no había podido despegar la mirada de Dazai… La persona que había conocido en sus años como universitario definitivamente no hubiese hecho eso por nadie. Sin embargo, algo no estaba bien… la puerta seguía abierta de par en par y las sombras seguían brotando una tras otra. Fue entonces que volteó a mirar a ambos lados… Nada había cambiado.

— ¡Suéltalo! ¡Dazai, suéltalo! —volvió a gritar Akutagawa, antes de toser y cubrirse los labios. Tenía un presentimiento familiar y por eso no tardó en caminar deprisa hacia donde se encontraba el estúpido detective.

Dazai había subido la mirada hacia Akutagawa por unos segundos pero al bajarla se encontró con unos orbes amarillos con una pupila diamantada… Cuando se dio cuenta fue muy tarde… pues un zarpazo lo había mandado contra el piso—. ¡Ouch! ¡Eso dolió, Byakko! —no lo dudaba ahora… él que estaba dominando ese cuerpo no era el dulce Atsushi.

—¿Por qué nos molestas? ¿Tantas ganas tienes de morir, Dazai Osamu? —Byakko estiró los brazos… Hacía mucho tiempo que no tomaba el cuerpo de Atsushi—. No te entiendo ¿esto no es lo que estabas buscando? El final del mundo humano —no pudo evitar soltar una risa ante la sorpresa en los rostros de Akutagawa y Chuuya.

Akutagawa gruñó—. Así que esto era lo que querías de Atsushi… eres hombre muerto apenas esto termine.

—Ja… Así que un mundo sin humanos. ¿Me estás diciendo que compartías el mismo objetivo de la mafia? —Chuuya estaba más confundido que molesto. Entonces ¿por qué Dazai no había ido a la Port Mafia con él desde el inicio? Definitivamente nunca podría entenderlo.

—No esperaba nada menos de la llave que lleva al abismo. Aunque eso de que mis deseos sean revelados a todos realmente me molesta. Así que déjame hablar con Atsushi, estoy seguro de que él no quiere esto —Dazai sacudió sus ropas para después caminar hacia el tigre. No importaba si se trataba de Byakko o de otra sombra poderosa, él lo detendría todo.

—¿Y qué arruines la venganza que he estado planificando desde el inicio? Les di la oportunidad, pero la humanidad continuó golpeándonos una y otra vez… De nuevo mataron a Atsushi ¡¿Crees que voy a perdonárselos?! —el cuerpo del chico poco a poco fue convirtiéndose en el de un tigre que mantenía la mirada fija en Dazai.

—Ya que lo sabes todo, entonces estarás consciente de que si alguien debería poder juzgar a la humanidad soy yo. Si hubieses hecho esto un mes atrás, seguramente hubiese estado encantado. Pero ¿no es egoísta? En este mundo tal como está, Atsushi también ha reído y disfrutado —Dazai con calma fijó sus orbes en los del tigre, no le temía… tal vez lo respetaba, pero definitivamente no le temía a Byakko.

Byakko presionó sus almohadillas contra el piso y de inmediato saltó contra Dazai, siendo bloqueado por su sombra. Inmediatamente volvió a atacar una y otra vez…  <> la voz de Atsushi en su interior lo hizo detenerse por unos momentos… No obstante miró de reojo a Chuuya y a Akutagawa que parecían bastante tensos… Gruñó con fuerza, borrando la voz de su excepción y por fin rompió la barrera de Dazai, mandándolo de un zarpazo hacia el suelo. Inevitablemente la sangre en sus garras era signo de victoria.

—Je… Realmente eres fuerte, pero no tengo otra opción más que vencerte si quiero liberar a Atsushi —Dazai fue a incorporarse cuando una de las grandes patas de Byakko lo presionó de nuevo contra el suelo—. Tsk…  Se vale algo de ayuda —declaró mirando hacia donde se encontraba aquella pareja de la Port Mafia.

—Ni siquiera lo intentaríamos, de todas maneras a nosotros no nos importa si este mundo es librado de los humanos —aseguró Chuuya con frialdad. Ese no era problema suyo o de Akutagawa… era verdad que querían respetar la voluntad de Atsushi, pero Byakko no lo dañaría y si había que matar a un montón de humanos… no importaba.

Akutagawa no estaba del todo conforme, hubiese querido ser él quien destruyera a Dazai… Sin embargo, no iba a meterse en la voluntad del tigre. Sabía de lo que era capaz y no tenía ningunas ganas por morir a allí.

—Deja de intervenir. Te estás convirtiendo en una molestia —aseguró Byakko antes de gruñir levemente. Atsushi parecía haber despertado demasiado pronto.  <> Inevitablemente el poderoso tigre tuvo que hacerse hacia atrás mientras movía la cabeza, intentando hacer dormir a su excepción.

Atsushi fue capaz de recuperar el control de su mente y pronto su cuerpo fue separado de Byakko. Jadeaba levemente mientras veía al tigre—. Byakko… vamos a detenernos… —fue lo que murmuró mientras bajaba la mirada—. Vamos a cerrar la puerta antes de que el mundo sea consumido… Por favor… —rogó el de cabellos cenizos.

—Atsushi… —Byakko inmediatamente asintió, sabiendo que no podría contra esa mirada llena de amor por el mundo… presionó sus patas contra la arena para rugir… el suelo tembló mientras las puertas se cerraban y las mismas regresaban a las profundidades del abismo. Las nubes negras en el cielo poco a poco fueron disolviéndose, dando paso al azul despejado, que lucía adornado tanto de estrellas como de la hermosa luna llena.

—Gracias… ¡gracias! —inevitablemente fue a abrazar la enorme cabeza de su sombra, frotándose contra él… Sabía que estaba siendo muy egoísta, pero deseaba darles otra oportunidad… Claro que había una persona a la que definitivamente no iba a perdonar… ese hombre de lentes.

—La próxima vez no puedes detenerme —anunció el tigre mientras ronroneaba acariciándole su cabeza a su excepción. Inevitablemente su mirada se dirigió hacia Dazai Osamu que se levantaba sujetándose la herida del costado—. Tienes mucha suerte.

—Es que el destino ha dictado que vamos a estar juntos para siempre —soltó Dazai acompañando sus palabras de una suave risa. Ante la disculpa de Atsushi simplemente le acarició el cabello—. Me alegra que estés bien y consciente.

Atsushi tenía muchas preguntas que hacerle al hombre de cabellos castaños, pero no era el momento ni el lugar para eso, por eso guardó silencio… suprimiendo el remolino de emociones que azotaba su inquieto cerebro.

—Tengamos una cita mañana. A partir de ahora si quiero verte iré directamente. No vuelvas a caer tan fácilmente en una trampa ¿bien? —Dazai no comprendía del todo el sentimiento que lo llevaba a proteger a Atsushi de esa manera, pero le gustaba… le gustaba a tal punto que había cambiado su forma de pensar.

—¡Me niego a que salgas con este patán! —como siempre Chuuya se negaba a aceptar esa relación.

Akutagawa asintió levemente—. También me opongo.

Ante las personalidades tan particulares de las personas a su alrededor, no pudo evitar reír. Si tan solo pudiese estar por siempre rodeado de sus amigos tal vez no tendría que pensar en que ese mundo era algo terrible… pero lo era. Había personas malas y esas personas construían círculos de odio, dolor y venganza… Suspiró para poco después sonreír al notar las miradas preocupadas de sus acompañantes.

Byakko permanecía con la mirada fija en el rostro de Atsushi, había algo diferente… más nada diría. Simplemente seguiría apoyándolo y protegiéndolo, su inocencia seguramente era lo único que podía controlar la oscuridad de su propio corazón.

 

 

 El tigre ha sido salvado

Indigno de ser humano ha sido salvado.

La pesadilla ha sido salvada.

El mundo ha sido salvado.

La oscuridad vuelve a su abismo por ahora.

 

Las sombras nacen de los pecados

Los pecados nacen de los seres humanos.

El avance de las excepciones no cesa…

Poco a poco cubren el mundo

Tarde o temprano el telón caerá sobre este.

 

Notas finales:

*Siento mucho la tardanza, pero al fin aquí está la continuación~  

 

*Muchas gracias por seguir esta historia~ que aún tiene mucho que ofrecer. Y un agradecimiento especial a mi beta por tanta paciencia~


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