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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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La hermosa luna iluminaba el paisaje que era capaz de ver. Los frondosos árboles, uno que otro conejo moviéndose en la oscuridad. Hasta creía haber visto un pequeño gorrión acurrucado entre las hojas. Atsushi Nakajima apenas estaba despertando su adormecida mente luego de haber estado en un mismo cuerpo con Byakko, su sombra.  Siempre que se sincronizaba con él, terminaba con el cuerpo entumecido debido al esfuerzo.

Lo primero en percibir fue la humedad del pasto bajo sus pies, y al bajar la mirada se encontró con el cadáver que era bellamente bordeado por un charco de brillante sangre—. Parece que hemos hecho un desastre de nuevo… Chuuya va a molestarse otra vez con nosotros —un suave suspiro abandonó sus labios. Buscó con su mirada a su propia sombra, pero no parecía haber rastro de ella cerca. Por lo que de inmediato se puso de pie. Seguramente el tigre había podido ver algo que su pobre vista humana no había podido detectar.

Cualquier situación no predicha le iba a causar problemas como miembro de la Port mafia… Recordaba perfectamente cuál era la condición para que pudiese correr libremente a sus anchas: “No debes dejar que nadie te descubra. Y si llegan a hacerlo, no dejes testigos, pues en esta ciudad… tú no existes” le había dicho claramente Akutagawa en el pasado. Definitivamente no iba a causarles problemas a esas personas que lo habían rescatado cuando más lo necesitaba.

 

Dazai se había mantenido oculto, observando al chico que parecía estar hablando consigo mismo. Sentía curiosidad… ¿por qué no lo había visto nunca con la mafia? ¿Era tan especial que su existencia debía ser resguardada de todo? No lo entendía en esos momentos, pero definitivamente iba a descubrirlo.

Repentinamente sintió un escalofrío recorrer su nuca… estaba siendo vigilado desde atrás por alguien o algo… Rodó rápidamente, esquivando por unos centímetros las zarpas del enorme tigre—. ¡¿En qué momento?!... Rayos, eso estuvo cerca —comentó, levantándose rápidamente y “retirando el sudor” en su frente con un simple movimiento de mano—. No hagas eso gatito, alguien podría salir lastimado —le dedicó una sonrisa burlona, posando ambas manos sobre su cintura.

— ¿Quién se supone que eres? —el chico de cabellos cenizos y orbes amarillos frunció levemente el ceño, poniéndose de inmediato en una posición defensiva. Sus rodillas y brazos levemente flexionados, estaba esperando un movimiento en falso de aquel hombre para lanzarse al ataque. No sabía quién era o por qué le resultaba extrañamente familiar, pero cualquier persona que lo viese era un peligro para su libertad.

— ¿Yo? Soy un simple transeúnte~ así que ignórame y déjame ir~ —estaba en problemas, no había sido su intención hacer contacto directo con el causante de los asesinatos. Además que tener a un tigre detrás mirándolo con un inmenso odio, no era para nada cómodo—. Si pudieses decirle a tu amigo que se alejara, también estaría bien ¡Hi! —un gruñido fuerte, provocó que el ojimiel se estremeciera. Definitivamente no iba a morir en manos de un niño y sin una buena mujer a su lado.

—Oh bueno, entonces puedes irte —declaró el menor con una sonrisa tierna, que luego se convirtió en una sádica—. No pensaste que en verdad iba a decir eso ¿verdad? Byakko —nada más con mencionar el nombre de su sombra, este asintió.

El enorme tigre flexionó sus extremidades y se lanzó en contra de aquel hombre que parecía estar  demasiado seguro de sí mismo. Uno tras otro, esquivaba los zarpazos y los intentos de aplastamiento por parte de la gran bestia.

Sin embargo, Byakko poseía una gran resistencia, y pronto logró alcanzar al castaño, golpeándolo con su pata… para sorpresa de Atsushi, ese simple humano estaba sosteniendo la pata de su oscuridad, echándola hacia arriba—. ¿Quién demonios eres? —volvió a mencionar mientras una gotita de sudor aparecía en su frente. Aquello no era posible, no a menos que ese hombre frente a él fuese una excepción. Y al parecer eso era…

—Vaya, vaya, esta cosa es más fuerte de lo que pensé… —estaba poniendo toda su fuerza en contener la pata de aquel enorme animal. Si dudaba un segundo, iba a aplastarlo contra el suelo y todo acabaría. Ya podía entender la razón de los cuerpos destrozados que aparecían en esa zona. Empujó la extremidad de la bestia, cambiando de posición para poder saltar y posar ambas manos sobre la frente de aquel ser—. Yo no soy una presa, ya no queda nada que pueda llamarse humano en mí —murmuró, antes de que una energía de color azul celeste se materializara de su mano hacia el animal, que desapareció en una lluvia de cristales azules.

— ¡¿Qué diablos?! —no podía creer lo que sus ojos le habían mostrado, habían vencido a Byakko… pero ahora sabía quién era esa persona. Tanto Chuuya como Akutagawa se lo habían mencionado tiempo atrás. La persona que podía borrar la oscuridad: Dazai Osamu. “Lo siento” le escuchó decir a su sombra, que volvía a estar justo debajo de sus pies—. No hay nada que disculpar… esta persona no es un contrincante cualquiera… —frunció levemente el ceño, haciéndose hacia atrás. Si lo enfrentaba en esos momentos, no creía tener ni una sola oportunidad de salir victorioso.

— ¿Eh? Me lanzas a tu sombra ¿y ni siquiera me vas a decir tu nombre? Creo que alguien necesita una clase de buenos modales —sonrió tranquilamente. Lo había visto, ese chico tenía muchas aberturas en su posición corporal. Al principio le había parecido tan rebosante de seguridad que sintió inquietud, no obstante, parecía que se había equivocado. Tomó impulso, y, en un instante ya estaba casi bajo el rostro del peligris. De inmediato dirigió su rostro hacia el ajeno, en busca de esos labios entreabiertos por la sorpresa.

— ¡Rashōmon! —y allí estaba el tan temido Ryuunosuke Akutagawa, luciendo su gabardina negra y su pañuelo bien acomodado en el cuello de su camisa. Sus cabellos cortos y negros casi se perdían en la oscuridad de la noche, y, sin embargo, los mechones blancos que bordeaban sus mejillas lo hacían completamente visible. Su sombra en esos momentos había tomado la forma de la cabeza de un monstruo y había logrado empujar al castaño contra el piso—. ¿Qué diablos se supone que estás haciendo, Atsushi? —preguntó, golpeando en la cabeza al peligris. No podían dejarlo solo ni un momento.

—Vaya, vaya… Mira quién ha mostrado su inútil rostro frente a mí —aún apretado contra el piso por la enorme sombra, podía moverse, y con una simple frase, aquel ser fue desmantelado en cristales rojos—. Así que su nombre es Atsushi, la Port Mafia se ha encontrado con algo muy interesante.

—Oww… —el ojiamarillo tuvo que frotarse suavemente su cabeza, ante el golpe, y simplemente desvió la mirada. Siempre terminaba siendo una carga para el pelinegro y para Chuuya—. Lo siento…

—Cállate, Dazai —declaró con furia mientras su sombra se proyectaba justo detrás de él como el rostro de una verdadera pesadilla. El de orbes plateados odiaba con todo su ser a ese hombre, que se había cansado de humillarlo en el pasado cada vez que se encontraban—. Es nuestro, así que aléjate de él —amenazó, antes de cubrirse los labios ante la tos que invadía su garganta.

El detective se levantó, sacudiendo su mentón y sus ropas. Ese descuido le había costado su primera línea de defensa, pero estaba bien, pues frente a esos dos niños no habría ningún problema—. Como siempre, esa sombra es demasiado para ti, Akutagawa —se burló el castaño con una sonrisa leve.

Apenas  Dazai hizo ademán de ponerse de pie, Atsushi se puso frente a Akutagawa, con las cejas arqueadas y ojos ansiosos… Incluso si se convertía en una carga, era su deber proteger a las personas que conformaban su “familia” eso era la Port Mafia para él, una familia. Una rara y disfuncional, por supuesto, pero al fin y al cabo… era lo que siempre había deseado —Byakko —anunció con voz suave, dejando que su sombra fuese saliendo del suelo, formando nuevamente al enorme tigre.

—Grr… ¡Soy más fuerte que tú! —gruñó, siendo acompañado por el rugido de Rashōmon. Estaba a punto de lanzarse contra él, cuando en su camino se atravesó su compañero. Ver esa estrecha espalda intentar protegerlo, lo cabreó aún más—. ¡Apártate! ¡Me estorbas, Atsushi! —sin embargo, sus palabras fueron ignoradas, haciéndolo gruñir de frustración. No obstante, había una orden: mantener al tigre lejos del monstruo—. Me las vas a pagar, Dazai… todas y cada una.

— ¿Y cómo explicas que nunca hayas ganado contra mí en ninguna oportunidad? —esa sonrisa burlona, arrogante y relajada se mantenía fija en sus finos labios aunque el objetivo que sus ojos habían definido no era el dueño de la pesadilla, sino el tigre. La imagen de un chico flotando en luz de luna, era demasiado atrayente—. Oh ¿por qué tan a la defensiva? Podríamos ser buenos amigos, Atsushi —dio un paso al frente, soltando una leve risa ante la reacción del peligris, que se había tensado completamente.

— ¡Cierra la boca! —definitivamente ya estaba cabreado, quería arrancar el corazón del castaño allí mismo, asegurándose de que no sería un estorbo en el futuro para ellos. Pero no podía, no cuando al que se suponía era su apoyo le temblaban las piernas —. Byakko —le murmuró al tigre, que volteó a verlo de reojo. Era un alivio que la sombra fuese mucho más astuta que su dueño.  

—En la Port Mafia están todos los amigos que necesito… —murmuró con labios temblorosos el de orbes amarillos. Estaba con los nervios de punta, intentando centrar su mente por si debía utilizar todo lo que sabía para defenderse, y defender al azabache. Escuchó a sus espaldas un grito: “¡Rashōmon!” y por inercia se agachó. Sintió que lo tomaban del cuello y pronto se vio siendo elevado por Byakko, que llevaba a Akutagawa en su espalda.

Tuvo que hacerse hacia atrás cuando la sombra  del azabache lo atacó en forma de varias cadenas. Una pantalla de polvo se levantó, haciendo que Dazai tuviese que cubrirse los labios y la nariz con su antebrazo. Apenas la vista se fue aclarando poco a poco, lo notó. La silueta del tigre perdiéndose rápidamente entre el bosque, llevándose a las “excepciones” —. Parece que ese chico es menos impulsivo cuando no está solo —murmuró, sonriendo. Había encontrado algo muy interesante—. Definitivamente Atsushi no será de la Port Mafia para siempre… —sentenció el detective, siempre con una sonrisa.

 

El peligris se balanceaba de un lado a otro, siendo sujetado por la boca de su sombra. Inevitablemente empezaba a sentir vértigo y su rostro empezaba a cubrirse de un tono azulado—. ¡Bájame! ¡Bájame, Byakko! —al sentir que el agarre en su camisa se aflojaba, aunque la velocidad del paso del tigre no disminuía, empezó a sentir pánico—. ¡No! ¡No, me sueltes! —intentaba aferrarse a la cabeza del tigre sin mucho éxito y apenas fue soltado sobre un frío suelo de cemento, pegó el rostro contra este, sintiendo que su alma se separaba de su cuerpo por un segundo.

— ¡¿En qué mierda pensabas, Atsushi?! —bajó de un leve salto del lomo del hermoso animal que volvía a la sombra del chico con cabellos cenizos. La tos invadió su garganta, y se vio obligado a cubrirse los labios con la manga de su gabardina negra—. Se supone que no debías ser visto por nadie ¡maldición! Y lo peor es que fue Dazai quien te vio —gruñó con rabia, antes de volverse a cubrir los labios.

—Lo siento… ¡Lo siento, Akutagawa! —su reacción había sido por inercia, se había cubierto la cabeza y sus caderas estaban elevadas. Tenía la mirada oculta contra el piso, y su cuerpo temblaba ante el miedo… No quería ser abandonado por ellos, porque esas personas habían sido las primeras en tenderle un pedazo de pan, prestarle una cama y darle un espacio que pudiese considerar propio. Sin embargo… seguía causando problemas en todos los aspectos, era una carga para todos ellos… o por lo menos eso creía él.

— ¡Cállate! ¡Me molesta más que te disculpes! —suspiró con frustración—. Ya hablaremos con Chuuya, y tendrás que ir personalmente a pedirle disculpas al jefe. ¿Entendido? —al ver cómo ese chico alzaba temerosamente la mirada para asentir, gruñó.  Todos consentían demasiado a ese maldito tigre—. Ese hombre es un peligro, no te acerques nunca más a él —murmuró, estirando la mano hacia el ojiamarillo. Incluso él, tendía a ser demasiado suave con el contrario.

Atsushi observó por un momento la mano ajena, y sin poder evitarlo, las lágrimas se acumularon en la comisura de sus orbes… Tomó con suavidad esa mano, dejando que ese líquido salado se desbordara por sus mejillas—. Lo siento... No volverá a pasar, seré más cuidadoso la próxima vez… me disculparé apropiadamente cuando volvamos —se levantó con ayuda del azabache y con su otra mano simplemente intentó limpiar las lágrimas.

—Eres peor que un niño, maldita sea… —se quejó con voz suave, antes de mirar hacia el frente, sonriendo por un momento, antes de empezar a caminar… sin soltar la mano que sostenía firmemente la suya. En el pasado, también había sostenido esa mano que temblaba de miedo. En el tiempo en que su destino se cruzó con el del peligris, siendo apenas  unos niños de 12 años. Actualmente, tanto él como Atsushi estaban en sus 16—. ¿Entonces? ¿Cuál es tu explicación?

—Yo… no lo sé, fui a alimentar a Byakko como siempre, y cuando fui a transformarme él estaba allí. No sabía que él era la excepción con el poder de “Indigno de ser humano” así que iba a deshacerme de él.  Pero es un monstruo. Desapareció a Byakko y fue tan rápido… ¿Qué planeaba hacerme? —preguntó, refiriéndose al momento en que Akutagawa había llegado en su ayuda.

—Así que seguramente ya se había dado cuenta de que los ataques eran realizados por una excepción, sintió curiosidad y te encontró. Pobre miserable. Escúchame muy bien, te lo explicaré una sola vez: Ese hombre iba a besarte, sería la manera más fácil de llegar hasta tu “alma” si te hubiese alcanzado, Byakko habría quedado tan debilitado que desaparecía completamente por al menos 1 hora… ¿Sabes lo que significa no? Completamente indefenso.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, haciendo que hasta los cabellos de su nuca se erizaran—. No puede ser… ¡Hay que matarlo! ¡Es un peligro! —se apresuró a decir con desesperación, siendo calmado por la mirada de Akutagawa. “No creas que no lo hemos intentado, pero es duro de matar. Sobre todo cuando nuestra fuerza recae en las sombra” era verdad, sin Byakko, él no era más que un inútil saco de piel y huesos…

—Supongo que lo entiendes, pero no te emociones. La única persona que va a matar a Dazai Osamu… soy yo —aclaró con el ceño levemente fruncido. Soltó la mano ajena para llevarla hacia sus labios, cubriéndolos al toser levemente—. Recuerda que eres parte de la Port Mafia, todo aquel que se interponga en nuestro camino es un enemigo. No te dejes engañar por esa sonrisa, y si llega a tenderte la mano, no la aceptes por nada del mundo ¿quedó claro? —se había planteado frente al ojiamarillo, manteniendo el ceño fruncido.

Por alguna razón sintió cierto temor ante la mirada del ojiplata, tal vez era la seriedad que trasmitía o el aura de intensa rabia hacia el castaño, no estaba seguro… pero era un hecho, él no iba a abandonar a la Port Mafia por un hombre desconocido—. Queda perfectamente claro. Yo soy un miembro más, si dices que es nuestro enemigo, entonces tengo que luchar contra él ¿no? —al ver que el azabache asentía, lo imitó. Eso era todo lo que necesitaba saber.

—Bien, volvamos. Llegaremos tarde para la cena —le dio la espalda al más bajo, para caminar hacia al frente.

— ¡Espérame! —inevitablemente se adelantó para poder caminar a la misma altura que el azabache, y le dedicó una sonrisa. La persona a su lado tenía un carácter difícil, pero no era tan mala como le hacía creer al mundo. Después de todo, se preocupaba por él a su manera ¿o no?

 

El ambiente había saltado del bosque al estacionamiento de un edificio abandonado. El cemento del suelo bordeaba el terreno, dividiendo así, la naturaleza de la civilización. Era algo parecido a lo que ocurría en esos momentos en el mundo, sin que nadie lo supiera existía una barrera entre la oscuridad y la luz, un muro que no debía ser roto nunca…

Sin embargo, los dos jóvenes que caminaban hacia el interior de la estructura abandonada, habían cruzado ese límite hacía mucho, y, ahora, se encontraban entre el limbo… sobre la cuerda floja, balanceándose entre lo que les restaba de humanidad y el profundo abismo donde la mismas sombras nacían…

En la ignorancia del mundo reposaba tal situación… era como un depredador acechando, esperando el momento preciso para atacar a su víctima y devorarla por completo ¿Saldrían victoriosos y mantendrían su actual posición? ¿O caerían, siendo consumidos por la oscuridad? Ni siquiera el gran detective Ranpo Edogawa lo sabía.

Lejos de allí, y en dirección contraria, Dazai Osamu caminaba tarareando su canción favorita sobre el suicidio. Las calles de la ciudad se encontraban casi completamente vacías, a excepción de una que otra pareja que disfrutaba de la intimidad de la noche para coquetear entre ellos.

—De saber que me iba a encontrar con ese chico, definitivamente hubiese atendido ese caso desde el inicio —murmuró para sí, sin poder cambiar su expresión de satisfacción. Esa sonrisa ladina, sus orbes caramelos iluminados por esa chispa que solo podía nacer en él cuando encontraba algo que realmente captaba su atención.  <<Es justo aquí, donde inicia el juego>> pensó para sí mismo.

Y es que ahora sabía que la Port Mafia ocultaba un tesoro; ese tigre que parecía tan poderoso e intimidante, pero cuya excepción no era más que un  niño inseguro. Una combinación peligrosa a su propio criterio como detective. Además, no podía sacar de su mente que existía algo más tras la existencia de Atsushi… ¿Por qué nunca habían escuchado de él? ¿Qué tan grande era su poder para que incluso una organización malvada ocultara su existencia? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta.

Tampoco había visto nunca a Akutagawa ir al rescate de nadie, ni siquiera de Chuuya. No obstante, sin que el de cabellos grises lo pidiera, había ido a por él. Sospechoso… terriblemente sospechoso a decir verdad.

Hacía ya tiempo que a sus manos no llegaba nada nuevo, y casi se había rendido ante la idea de que su vida se había vuelto terriblemente monótona. Sin embargo, el destino volvía a sorprenderlo con un encuentro inesperado. Sencillamente no podía estar más feliz, ya casi había olvidado lo que se sentía no poder sacarse una imagen de la mente, y en esos momentos, simplemente era presa una y otra vez de la hermosa transformación del tigre.

Tal vez era la luz de luna lo que había dado el aspecto fantástico a la situación, pero había sido tan sublime y natural, que no podía evitar creer que ese niño había nacido siendo tigre y viceversa. Era la primera vez que sentía la misma energía emanar tanto de la excepción como de la oscuridad. Nada más el pensar en todos los secretos que guardaba, lo hacía sentirse ansioso, excitado… Había miles de posibilidades, y solo debía quitarle a la mafia su preciado tesoro.

—Voy a arrancarte eso que cuidas, Akutagawa… ¿Qué clase de rostro vas a mostrarme mientras lo arranco de tus manos? —no pudo contener la amplia sonrisa que se formó en sus labios. Una vez más, le demostraría al azabache lo inútil que resultaba ese gran poder en sus manos.

 

 

El tigre nació dentro de una pesadilla.

La pesadilla sintió pena por el tigre.

El pequeño mundo en altamar había sido prisión para ambos.

 

Un día, el gran felino lloró tan fuerte que la pesadilla escuchó.

La pesadilla nubló la mente del tigre.

Y ese mundo se convirtió en un charco carmesí.

 

¿El pecado es haber sido elegido por la sombra? No.

¿Es la oscuridad culpable de la maldad? Absolutamente no.

 

La verdadera maldad no es la sombra que nació de una vida perdida.

La oscuridad no es más que el recuerdo del sufrimiento.

Un alma en pena que fue destruida por el pecado.

El pecado original no puede ser más que humano.

 

 

 

Notas finales:

*Muchas gracias a mi beta y a las personas que se han tomado el tiempo para leer mi historia. Un saludo especial a todos ustedes~

 

*Leo todos los review que me dejan, así que no se cohiban de comentar. 


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