Ese día no pude darle mi regalo a Brook, y durante el tiempo que mi hermana estuvo ahí menos, ya que prácticamente se la pasaban todo el día juntos, olvidándose de mí.
Mi hermana pasó sus vacaciones enteras en mi casa y aunque le insistía para salir sólo iba a la florería, a la tienda de Brook o a la casa de éste, de ahí en fuera se negó rotundamente a ir a cualquier otro lugar. Me supuse que tendría miedo de encontrarse con ella. No quise, ni pude preguntarle qué fue lo que le hizo esa mujer. Así como yo tenía cosas que prefería dejar en el pasado ella también tenía las suyas.
El día de su partida llegó y con ello un gran pesar para mí, pues sabía de sobra que pasaría mucho tiempo antes de volver a verla. Su carrera recién comenzaba y mientras más fuera subiendo menos tiempo tendría para visitarme.
-Cuídate mucho –le dije al tiempo que la abrazaba, me sentí muy triste en ese momento, me sentí vacío por dentro.
-Tú también, y cuida mucho a mi cuñado, es un chico increíble –me respondió sin una pisca de burla. Adoraba a mi hermana y me dolía que se fuera tan pronto.
-Si no vas a visitarme al menos háblame de vez en cuando, no vuelvas a perderte por tanto tiempo –pedí
-Por supuesto, Way, lo haré.
-Deja de llamarme así, Silvia –la miré con recelo, desde que apareció esa banda de rock donde el cantante se llama Gerard Way no deja de molestarme con eso.
-No me llames por ese nombre –replicó totalmente seria.
Antes de que pudiese decirle cualquier cosa anunciaron por los altavoces la salida de su autobús. La abracé de nuevo, iba a extrañarla.
-Cuídate mucho –repetí, como si eso pudiera protegerla de cualquier mal de este mundo. Ella asintió y abrazó a Brook.
-Me dio mucho gusto conocerte –le dice mi hermana a mi novio.
-Al contrario, el gusto ha sido todo mío. Estoy seguro de que te va a ir muy bien en tu carrera. –contestó Brook más entusiasta de lo que me habría gustado. Ella nos sonrió a ambos y con un último movimiento de la mano se mezcló entre la gente para subir al autobús.
-Vamos –le digo a Brook cuando pierdo de vista a mi hermana, lo tomo de la mano y lo conduzco a la salida – ¿Qué quieres comer? Yo invito
Me mira extrañado, pero no menciona nada al respecto.
-Vamos por una tampiqueña –responde con entusiasmo, nos dirigimos a un restaurante al que solíamos ir de vez en cuando, tenía mesas aisladas de las demás, era un sitio agradable, el ambiente era un tanto formal.
Ese día iba a entregarle al fin su regalo, después de dos semanas por fin podría dárselo.
Llegamos al restaurante y pedí una mesa apartada, Brook me miró confundido. Usualmente no pedíamos ese sitio.
-¿Pasa algo? –me preguntó una vez nos llevaron a la mesa y tomaron nuestras órdenes. Sonreí para tranquilizarlo.
-No pasa nada, sólo quería estar a solas contigo, hace mucho que no estamos solo los dos –reclamo con suavidad.
-Lo siento, Rubí realmente me gusta… -Arqueé las cejas ante su confesión -¡No ese gustar! –Aclaró de inmediato al entender mi gesto –Es solo que tiene un gran potencial como modelo, me agrada…
-Bueno, ya tuve suficiente con que te la hayas pasado todo el tiempo con ella como para que ahora te la pases hablando de ella –me estaba poniendo irracionalmente celoso. Mi novio me miró divertido por mi reacción. Iba a decirme algo pero en ese momento entraron con nuestra comida. Una vez que el mesero se fue él volvió a hablar.
-¿Por qué no me habías hablado de ella? –ni yo sabía lo que había pasado como para no contarle.
-porque hace mucho que no sabía nada de ella hasta el día en que llegó aquí, no habíamos hablado desde hace cuatro años y cuando te conocí fue un “olvidemos el pasado y comencemos de nuevo” ninguno de los dos ha hablado mucho de su pasado ¿no? –expliqué tratando de encontrarle sentido a lo que acababa de decir.
-Ya, es lógico…
-En fin –dije para cambiar de tema -¿Aún no regresarás a la casa? –necesitaba de él, la mayoría del tiempo estaba en su apartamento pero había días en los que forzosamente tenía que regresar a mi casa y esos días extrañaba mucho su compañía, de por sí era poco el tiempo que nos veíamos y cuando no lo hacíamos sentía un vacío aun mayor que el que dejó mi hermana.
-No –contestó completamente serio. Me lo quedé mirando sorprendido por la honestidad de su respuesta.
-¿Por qué?
-Gerard… necesito aprender a valerme por mí mismo.
-no te entiendo, trabajas y vives solo, ya te vales por ti mismo.
-No me refiero a eso, me refiero a emocionalmente, dependo mucho de ti, como no tienes idea, pero aunque no quiero creer que esto acabará no puedo evitar pensar que esto podría no ser para siempre, y si un día te vas yo no sabría qué hacer y entonces rompería la promesa que te he hecho, necesito dejar de depender tanto de ti, porque te necesito más que nada en esta vida para estar bien, y eso no es bueno. Quiero cumplir mi promesa y para eso necesito estar preparado para cualquier cosa que suceda.
-No voy a dejarte nunca –apenas fui capaz de pronunciar aquello, su explicación me daba mucho de que pensar y en cierta forma de hacía feliz, pensar que dependía de mí, sabía que no era bueno, la felicidad de las personas no debe depender de otra persona porque cuando esa persona se vaya se llevará consigo lo que eres, lo sé muy bien, me pasó lo mismo con Fabricia.
-Eso dices tú, pero no sabemos qué vaya a pasar –sostuvo una de mis manos con cariño, su mirada estaba cargada de amor y algo más que no supe identificar.
-Está bien, lo entiendo… pero cuando estés seguro que no dependes más de mí vuelve a casa –Él me sonríe ampliamente y asiente. Terminamos la comida y antes de pedir la cuenta saco de mi bolsillo una pequeña cajita.
-Hace dos semanas que he estado intentando darte esto. –Dije al tiempo que ponía la cajita en la mesa. –Feliz cumpleaños amor.
Él me miró completamente sorprendido, se quedó sin habla. Alternaba su mirada de la cajita a mí, finalmente la abrió y sus ojos se llenaron de lágrimas.