Él me miraba sin poder creerse lo que segundos antes había visto. Tomé la pequeña caja de entre sus manos y saqué el objeto de ésta.
-Brook Santaella, ¿te casarías conmigo? –el mencionado se tapó la cara con ambas manos, su cuerpo se estremecía y yo me estaba poniendo nervioso. Por fin descubrió su rostro y con una enorme sonrisa en su rostro me dijo que sí.
Tomé una de sus manos y le puse el anillo plateado en el dedo anular. Las palabras no me bastan para describir la inmensa alegría que sentí en ese momento, me sentí pleno, satisfecho conmigo mismo. Sabía que no parecía ser el momento más adecuado pues él recién cumplía los 18 años y ahí, en la ciudad en la que vivíamos aún no aprobaban los matrimonios entre personas del mismo sexo. Pero deseaba estar seguro de que podría estar con él por el resto de mi vida; ya me ocuparía de lo demás después.
Esa noche dormí en su apartamento, aunque dormir era un decir, celebramos el compromiso en su casa y nos mantuvimos despiertos hasta el amanecer, no cabía en mí de felicidad, estaba entusiasmado, y él también, ambos estábamos emocionados por la idea de poder casarnos.
Brook puso el anillo en una cadena y se la colgó al cuello mientras buscábamos la forma de poder casarnos.
A tres meses de haberle pedido que nos casáramos le propuse que nos fuéramos a Las Vegas, aunque al principio le pareció una idea descabellada terminó por aceptar. Así que lo único que quedaba era ahorrar el dinero suficiente para poder irnos. Según mis cuentas no nos faltaba mucho ya que desde que se me metió la idea de casarme con él había estado ahorrando.
Pero el dinero no era el único inconveniente, Brook me había pedido algo de tiempo, aunque yo ya estaba en edad de casarme él aún era muy joven. Así que cedí, no podía negarme ante ninguna cosa que él me pidiera además era comprensible, no podíamos comparar mis 23 años a sus 18.
Acordamos que el día que él se sintiera listo para dar ese paso se pondría de nuevo el anillo en el dedo correspondiente, de esa forma yo sabría que era el momento.
Por mientras seguíamos viviendo como siempre. Con nuestros respectivos trabajos. Procuraba no ir tanto a la casa de Brook por aquello que había dicho de la dependencia pero por más que lo intentara no podía soportar las ganas que tenía de estar con él, por lo tanto mis intentos fracasaban estrepitosamente.
No había vuelto a saber nada de Fabricia, me preocupaba un poco ya que sentía que en cualquier momento aparecería a joderme la vida de nuevo, pero no lo hizo. Por otro lado deseaba verla y hacerle pagar por lo que había provocado con Brook. Necesitaba dejarle en claro que no podía destruir la vida de los demás cuando se le pegara la gana.
Sin embargo no podía pasarme la vida entera esperándola, sobre todo cuando tenía a quién más amaba en este mundo a mi lado, y eso era lo único que importaba.