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CARICIAS por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Hola :), nuevo capítulo, espero que les guste.

Palabra #2: Mimo

 

Su mente se convirtió un revoltijo de ideas, la imagen de Mu se había vuelto una constante en sus pensamientos, en especial aquellas noches solitarias, donde la oscuridad se hacía demasiado larga como para dormir. En esos momentos la vista de Saga estaba fija en la arena del coliseo donde algunos caballeros y aprendices se habían localizado para poder entrenar. Su aura intimidante y su rostro serio alejaban a los curiosos que preguntaban de su presencia en ese lugar, estática en los asientos del coliseo mirando hacia la arena de combate.

 

Mu daba instrucciones a Kiki con rostro serio y concentrado. El pequeño lemuriano de cabello rojo miraba con añoranza a su maestro y al que consideraba su único padre, repitiendo con esfuerzo cada orden que este la daba. Saga pasó un buen rato observándolos, pero por sobre a todo Mu, que en ningún momento se movió del lado de su aprendiz. Saga recordaba los momentos de entrenamiento que solía tener con Kanon cuando solo eran unos niños, recuerdos nostálgicos, pero a la vez dolorosos. A criterio de Saga, el niño que cuidaba Mu era muy afortunado por tener como tutor a alguien como el ariano de actitudes nobles y sentimientos amables. Saga irguió un poco su cabeza más hacia el campo de batalla al ver el sutil mimo que hacía Mu en el cabello del niño, quien sonreía de manera traviesa. Una familia, fue lo que se le pasó a Saga por la cabeza al ver ese intercambio de cariño, algo que él mismo no recordaba desde hacía mucho tiempo.

 

~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~

 

Saga regresó a Géminis después de abandonar el coliseo, el recuerdo de Kanon vino a su mente, no había tenido contacto con su hermano desde que la paz había sido firmada y este fuera reclamado por Poseidón como el jefe de sus marinas. Su corazón se estrujó al conocer la decisión tomada por Kanon, pero también la entendía, Kanon a pesar de haber jurado lealtad hacia Atena nunca tendría un verdadero puesto mientras él estuviese vivo y portara la armadura de Géminis, en cambio en Atlantis bajo el mandato de Poseidón era el jefe de las fuerzas del Dios del mar. Sin embargo, eso no evitaba que lo extrañase.

 

Mu alcanzó a Saga cuando lo vio marcharse del coliseo, durante todo el entrenamiento de Kiki sintió la pesada mirada del geminiano sobre su cuerpo. Mantuvo la duda de su atención hasta que lo vio emitir una mueca de tristeza en su rostro, Guiado por su innata curiosidad y necesidad de ayudar decidió seguir a Saga, encontrándolo en Géminis.

 

—Saga —pronunció al llegar a la entrada de la tercera casa. El griego estaba de espaldas, sin escuchar el llamado del ariano.

 

Mu se acercó a paso ligero, viendo el movimiento irregular de los hombros de Saga, entrecerró sus ojos observando al griego, estaba llorando. El ariano con la mirada dulcificada y una sonrisa de consuelo se acercó a Saga y dejó una leve caricia sobre la cabeza de Saga, revolviendo sus cabellos.

 

—Esconder la tristeza de nuestro corazón solo nos mata por dentro —susurró Mu en voz baja, solo para el oído del heleno. Saga miró a Mu con los ojos humedecidos, teniendo como primer instinto esconder aquella muestra de debilidad, sin embargo, los abrumadores irises del ariano lograron frenar su intención y dejar su rostro estático frente al semblante calmo del ariano, que lo veía con compresión en lugar de compasión, sin reparar en sus ojos hinchados, sus mejillas rojas y su cabello desgreñado.

 

—No me gusta que las personas me vean así Mu, pero…

 

—Te vi en el coliseo Saga, la nostalgia de tu rostro era muy evidente —Saga agachó la mirada, se sentía vulnerable y débil, sin su habitual semblante silencioso y mirada estoica. De cierta manera agradecía que Mu fuera el único espectador—. Es la huella de la pérdida de la familia.

 

Saga apretó sus labios, sin saber que expresar, su corazón dolía, Kanon era su única familia y había tantas cosas que quería reparar entre ambos, no lograba perdonarse nada de lo que le había hecho a la única familia que tenía.

 

—Extraño a Kanon —soltó Saga finalmente, dejándose llevar por el desborde de sus emociones. Mu se acercó al griego y volvió a posar su mano sobre la cabeza de Saga a pesar de la diferencia de altura. Saga sorprendido en un inicio se quedó estático, para después dejarse llevar por el confort de la cálida caricia, un mimo que desde niño nadie más le había dado. Mu aquel día se convirtió el soporte que necesitaba su magullado corazón.

 

 


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