—Yo... yo...— por un momento sintió como su garganta se secaba, su pulso se aceleró, todos los presentes estaban a la espera de la respuesta del rubio. Un ligero apretón en su mano le regreso a la realidad, miro los ojos negros —Yo...— al cerrar sus ojos las imágenes de su encuentro con su pelirrojo amigo le invadieron su mente.
—Lo digo de nuevo por si no escucho— hablo el juez mirando al rubio —Naruto Namikase ¿acepta por esposo a Sasuke Uchiha para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?—
—Si...— apenas si murmuró. Sintió sus ojos llenarse de amargas lágrimas, que se vio obligado a retener.
—Sasuke Uchiha ¿acepta por esposo a Naruto Namikase para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?—
—Si— su voz sonó clara y fuerte.
—Si alguien de los presentes, conoce algún motivo por el que esta unión no se deba realizar, que hable ahora o guarde silencio para siempre—
—¡¡¡Naruto no te puedes casar!!!— todos voltearon a la reja donde un pelirrojo gritaba, tratando de abrirla —Naruto no lo hagas!!!—
—Gaara...— murmuró el rubio, vio como Sasuke hacia una ceña con su mirada, y dos hombres bastante extraños, se levantaron de sus asientos, caminado con dirección al pelirrojo.
—Naruto!!!— entre los dos lo alejaron de aquel lugar.
—¡¡¡No le hagan daño!!!— grito Naruto, al intentar salir corriendo la mano de Sasuke lo detuvo.
—No le harán nada, lo van alejar para que no siga interrumpiendo— esa voz calmada tenía una clara advertencia, que el rubio capto.
Los invitados comenzaron a murmurar entre ellos, hasta que una mirada por parte de Sasuke les hizo callar, algo no andaba bien y Naruto lo noto.
—Continúe...— le dijo al juez como si nada hubiera pasado.
—Por el poder que me confiere la ley yo los declaró esposos...— les dedico una sonrisa —Puede besar a su esposo...— miro a Sasuke el cual mantenía una sonrisa de medio lado.
Con maestría llevo su mano al cuello de Naruto, acariciando en el proceso la piel, acerco solo un poco su rostro dejando sus labios casi rozándose, sus ojos negros estaban fijos en los azules, un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del rubio al sentir aquellos pálidos labios sobre los suyos, cerró sus ojos por inercia era algo tan diferente. Solo fue un simple rose de labios que causo estragos en toda su anatomía, algo tenía ese hombre que le atraía sin el querer. Los aplausos no se hicieron esperar, las felicitaciones de parte los invitados. Más en su mente no dejaba de pensar en Gaara.
—Es hora de que bailen su primer vals como esposos— hablo, Kushina estaba emocionada, los presentes hicieron un círculo en medio del jardín, con galantería Sasuke agarro la mano de su esposo y lo condujo al centro, la música suave comenzó a sonar.
—No se bailar— mintió el rubio, no quería estar tan cerca de ese hombre.
—No te preocupes yo te enseño...— le respondió, rodeando la cintura del rubio el cual posó sus manos en los brazos del azabache, movimientos lentos dio inicio al baile. El olor que desprendía el azabache le hizo recostarse sobre su pecho cerrando sus ojos se dejó llevar. Imagino que en lugar de Sasuke estaba Gaara.
Los presentes miraban a la "feliz" pareja con emoción ambos eran sumamente guapos y contrastaban a la perfección. Pronto las parejas se unieron al baile.
—Fue lo correcto...— sonrió la pelirroja al ver la cara de su hijo al bailar con Sasuke —Naruto será muy feliz y estará bien cuidado...— fijo sus ojos en los de su esposo.
—Kushina...— la abrazo con fuerza.
—¡No! no hoy es un día para celebrar— una bella sonrisa se poso en sus labios.
La fiesta transcurrió en completa calma, todos la estaban pasando bien tanto que todos olvidado el incidente con el muchacho de cabellos rojos.
—Eres un mentiroso...— hablo Sasuke, sacando de su sueño a su esposo —Sabes bailar muy bien— sonrió de medio lado.
Los ojos del rubio se abrieron con sorpresa ya había anochecido, cuantas horas paso bailando sin parar, estaba tan cómodo recostado sobre el pecho de aquel hombre que terminó perdiendo la noción del tiempo.
—Es suficiente voy por un baso de agua...— se alejo, se sentía aturdido, al llegar a la cocina lleno un baso con con el vital líquido y de un solo trago se lo tomo.
Recostó sus manos sobre el mesón tratando de aclarar sus pensamientos. ¿Qué era lo que le pasaba?" ni el mismo lo sabía "Necesito ver a Gaara comprobar que esta bien..."
—Naruto...— la voz de su madre lo saco de sus pensamientos —¿Quieres hablar?— pregunto con cariño.
—De que serviría— la miro con reproche —Ustedes no me escucharon cuando les supliqué que no me quería casar con ese hombre...— sus puños se apretaron con fuerza —Sabes lo difícil que será mi vida al convivir con alguien que ni siquiera conozco...— lágrimas de frustración comenzaron a deslizarse por sus mejillas —¡En que estaban pensando cuando me obligaron a casarme...!— la miro fijamente —¿Cuánto les pago...?—
—Naruto...—
—Se nota que ese hombre es más que millonario— ignoro por completo el tono de advertencia de su madre —¡Por cuanto me vendieron...!— una fuerte bofetada fue puesta sobre su mejilla. Sus ojos estaban abiertos jamás su madre le había pegado.
—Kushina...— la abrazo Minato, mirando a su hijo con una profunda decepción, el había escuchado cada palabra dicha por su hijo —¿Eso crees de nosotros Naruto?— lo miro fijamente —¿Crees que te vendimos?— el menor no respondió simplemente salió corriendo con dirección a su cuarto encerrándose en el, se recostó sobre su cama llorando amargamente.
Su mejilla ardía, sabía que se había pasado al decir toda esas cosas a su madre, no lo sentía más se dejo llevar por la rabia, no había una explicación lógica para esa boda tan apresurada. ¿Cómo podría convivir con alguien que ni siquiera conocía?
—Naruto...— esa voz.
—¿Que quieres...?— ni siquiera lo miro.
—Los invitados ya se marcharon— hablo con tranquilidad —Es hora de irnos...—
—¿Qué? ¿a dónde?— se levantó un poco asustado.
—Adónde pasaremos nuestra noche de bodas...— le respondió con tranquilidad.
De que le serviría replicar, lo obligarían igual. Vio como Sasuke se le acercaba y con su mano limpiaba los restos de lágrimas en sus mejillas, acercándose a su oído.
—Eres demasiado hermoso para que llores...— le susurró, sonriendo de medio lado —Vamos...— agarro su mano entrelazando sus dedos, comenzaron a caminar con dirección a la salida. En ella estaban los padres del rubio.
—Gracias por todo Sasuke...— hablo Minato dándole un apretón de manos a su yerno.
—Espero sean muy feliz— sonrió la pelirroja abrazando con fuerza al azabache.
El menor miro la escena sus padres ni siquiera lo habían mirado. Sin más palabras ambos salieron de la casa donde un auto Ferrari negro con llamas rojas los esperaba, el azabache le abrió la puerta para que se subiera y así lo hizo. El rubio le dio una última mirada al que fue su hogar durante diecisiete años, el auto se puso en marcha.
El camino se hizo en completo silencio, el ojiazul no dejaba de mirar por la ventanilla, todo aquellos lugares le eran nuevos.
—¿A dónde vamos?— pregunto con curiosidad al darse de cuenta que estaban saliendo de los límites de la ciudad. No recibió respuesta, se recostó en el asiento cerrando sus ojos se sentía agotado así que se quedó dormido en pocos minutos.
—Realmente eres hermoso Naruto— murmuró mirando un instante a su esposo dormir —Llegamos...— le acaricio unas de las maquitas de la mejilla del rubio, y su ojos negros se pasaron en una marca amoratada que se veía en el cuello del ojiazul —Un chupón...— se bajo del auto, abrió la puerta y con cuidado alzo el cuerpo de su dormido esposo.
—Gaara...— hablo aun dormido, el azabache simplemente lo miro se veía indefenso —Gaara te amo...—