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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Un nuevo capi, un poco de lemon de nuevo... espero que lo disfruten porque pueda que sea el último... o tal vez no, depende de como vaya la situación XD

Dueño y marca

 

 

Sus gemidos se volvían sonoros en ocasiones, sensuales en otras, pero todos eran acallados por Kyoya. El azabache usaba lo que fuera para callar esa voz, incluso llegó a ponerle una mordaza para no escucharlo, no deseaba que en su memoria perdurara el símbolo máximo de la excitación de su clase A. Hibari sólo usaba al castaño para satisfacción temporal, agotar su cuerpo y humillar a la mascotita maldita que tenía. El celo duraba días, así lo comprobó y cada agrupación de veinticuatro horas las supo aprovechar, porque dejando al mocoso sin energías se ahorraba el fastidioso tormento que era escucharlo después. No supo cuántas veces le partió en dos con embates duros y sin preparación. No supo cuántas veces lo vio llorar mientras alcanzaban los espasmos de un orgasmo o lo observó retorcerse cuando se corría con placer. No escuchó más palabras de ese castaño mientras le arrebataba el derecho de ser el macho que supuestamente era. Lo dejaba jadeando desnudo, sucio, lloroso y poco le importaba porque él también liberaba tensión de esa forma tan primitiva

 

 

­—tienes fiebre – mencionó Kyoya al quinto día de esa interacción basada en placer instintivo. En ese momento dejaba la ración de comida justo a un lado, pero el castaño no se movía, y se quedaba recostado en el suelo – ¿qué te pasa?

­—gao – susurraba quedito mientras se encogía hasta hacerse un ovillo, destacaban sus mejillas rojas que adornaban esa piel levemente canela. Tsuna estaba impedido de movimientos debido a la camisa de fuerza y la cadena en sus pies, pero el bozal no estaba colocado así que podía devorar lo que fuera. A pesar de la facilidad cedida, Tsuna no hacía movimiento alguno – gao

­—no me digas que te enfermaste – bufó irritado mientras obligaba al castaño a sentarse, sin importarle si es que su mascota tenía algún dolor en el cuerpo – he tomado tu cuerpo sin descanso… no has comido desde ayer… ¿estás enfermo entonces? r13;­ Frunció su ceño, pues lo que menos quería, era tener que tratar con un animal derramando gérmenes por doquier

­—Kyoya – susurró levantando la cabeza con pereza y mirando al mayor

—no me llames por mi nombre – le exigía sin importarle nada. Él no sabía comprender la compasión y no pensaba hacerlo a esa edad – si tienes fiebre daré el reporte y te medicarán… pero será raro tratar a un clase A… hasta donde sé, ustedes no se enferman

—Kyoya – susurró acercándose sin disimular su intención mientras se apoyaba con las rodillas

—estás rojo… te bajaré esa fiebre – Tsuna se acercaba y él no lo impidió, ni siquiera cuando sentía el rostro ajeno cerca del suyo – ¿qué quieres? r13; admirar ese rostro encendido le trajo la memoria de todos esos días. No podía decir si le era o no desagradable

—Kyoya – susurraba acercándose soltando un suspiro leve. Con su lengua repasaba los labios ajenos en una caricia suave y hasta podría decirse que cariñosa – Kyoya – repetía mientras se acercaba tanto como le fuese posible y trataba de sentarse en el regazo ajeno

—¿estás enfermo y quieres eso? – dijo mirándolo sin emoción alguna – hum — sentía una nueva lamida, que suponía, para Tsuna era un intento de beso y lo dejó – no te quejes después – susurró mientras agarraba la nuca del castaño, enredaba sus dedos en las hebras castañas y tiraba de ella hasta que la sumisión se mostrara. La respuesta era casi instantánea, un ronroneo, un leve temblor, un jadeo largo. Kyoya lo acercaba hasta repasar el cuello con su lengua y escuchar un gemido de placer – ¿la época de tu celo aún no pasa?

­—aah – esa era la única respuesta mientras rozaba su cuerpo con el otro y sentía la primera correa ser aflojada – Kyoya

—¿nunca te cansas? – susurró en el oído ajeno antes de repasarlo con su lengua recibiendo a cambio una leve contracción en esas piernas. Poco a poco desató el resto de protecciones, jugaba con ese muchacho por la simple satisfacción de verlo tan “mansito”, le gustaba tratarlo de esa forma y saber que él ahora el dueño de esa bestia. Sin siquiera ternura o consideración lo recostó en el suelo, un ruidito leve fue el testigo de la repentina acción y aun así no hubo queja. No tuvo reparo para quitarle los pantalones y abrirle las piernas de un solo movimiento – incluso estás dilatado – dijo metiendo sus dedos en esa zona y recibiendo un largo ronroneo – aunque eso de la auto lubricación me sorprendió – dijo mientras quitaba sus dedos y veía una leve sustancia transparente embarrarlos

—más… más r13;­ pedía con la mirada vidriosa. Monosílabos que repetía desde aquel día en donde… cedió al instinto

 

 

Kyoya no se limitaba, simplemente se dejaba llevar, se satisfacía sexualmente y así no tenía que salir por allí en sus días libres a buscar alguna mujer desconocida para liberar estrés. El poderío que se le cedía con simples acciones, como un gemido lleno de deseo, lo hacía inflar su ego. Su lobo interno se excitaba con prontitud, pues siendo el sexo tan rudo, tanto como le diera la gana, era un estimulante para él. No tenía que preocuparse en dañar a quien tuviera debajo, no se limitaría en morder o herir, tampoco tendría que escuchar reclamos por las pasadas acciones, hacía lo que se le diera la gana y a eso se podría acostumbrar. Lo disfrutaba de cierta forma y sin más, terminaba cediendo al pedido de Tsuna por ser sometido y destrozado con violencia.

Lo penetraba sin consideración, con fuerza y rapidez, gruñendo bajito cuando el cuerpo que lo acogía se contraía y lo apretaba tan deliciosamente que dejaba de lado la furia que en ocasiones tenía. Las piernas ajenas se enredaban en sus caderas pidiendo más y más cada vez, aquellos brazos se aferraban a sus hombros incrustando las garras levemente. Las garras de Tsuna no lo dañaban, incluso llegó a fijarse que estas no se desplegaban la mayoría de veces, eso se convirtió en un cuidado extraño que surgió con los días. Hibari sostenía las caderas ajenas hasta que se corría dentro y eso a Tsuna parecía gustarle en demasía, porque separaba sus labios soltando un sonido tan bajo que hasta para Hibari era difícil de detectar. El azabache le marcó la clavícula como signo de pertenencia, una mordida dura que dejaría cicatriz y el aullido satisfecho de Tsuna le confirmó que ese castaño le pertenecía. Dominó al más terrible asesino de todos, y desde esa vez tenía bajo su mando a Tsunayoshi Sawada… sólo eso sabía

Tsuna en esos días en que el calor lo poseía, no dejaba de acosar a su carcelero designado, lo hacía a cada momento, pidiendo sexo constantemente. No importaba la hora, el lugar o lo que fuera, lo pedía sin decencia alguna y Kyoya no se negaba, la razón: simple y pura satisfacción propia. Eso terminó cuando se cumplían los seis días, entonces Tsuna dejó de emitir ese aroma dulzón y volvió a la normalidad. Para sorpresa de Kyoya, la personalidad que regresó con fuerza era la parte inteligente pero patética, esas lágrimas llenas de dolor inundaron la jaula, las protestas entre dientes y las miradas que reprochaban el accionar ajeno. Esa combinación duró poco, porque al parecer el castaño podía saltar de personalidad y llegó la que más colmaba la paciencia, la altanera. Tsuna le gritó insultos sin fin, dio golpes en los barrotes, las cosas cayeron en alguna ocasión, todo terminaba con la acusación por mancharlo y quitarse su verdadero destino. El castaño gritaba que odiaba a su carcelero por haberlo atado de esa forma y al final culminó en una simple frase

 

 

­—¡me ha marcado! ¡Cómo pudo ser tan bastardo! ­r13; Tsuna sentía el punzar en su clavícula, la sentía hinchada y odiaba eso

­—fuiste tú el que te ofreciste r13; refutó sin alterarse, desde el principio que algo así podría ocurrir r13; te abriste de piernas sin que yo te obligara

— ¡y usted no es tan decente como para agarrarse las bolas y aguantarse la calentura!

— ¿tiene algo de malo que yo te haya hecho gemir como hembra en celo? ­r13; miraba con prepotencia al muchacho que le mostraba los dientes. Hibari soltaba una risita nasal

— yo no estaba preparándome para usted – soltó con enfado y furia mientras sentado en el suelo -ignorando el dolor en su trasero- pateaba los barrotes – y para rematar me ha mordido… una marca imborrable que se verá con facilidad

—eres mío ahora entonces r13; se estaba divirtiendo con esa expresión indignada y asqueada que mostraba el clase A

­—lo soy… al menos mi parte animal así lo considera ­r13; apretó los labios y tragó saliva con fuerza r13; que asquerosa situación

— ¿qué tiene de malo? r13; el azabache sonreía sutilmente, lo supo desde el principio… dominó ese lado animal. Ahora tenía una mascotita obediente

— ¡carajo! ¡A más de eso es ignorante! r13; protestaba lleno de furia r13; ¿Qué, qué tiene de malo? INFELIZ DE MIERDA, ABRA LAS OREJAS PARA QUE SE CULTURICE… la aceptación debió ser al revés – gruñó mientras golpeaba su frente con los barrotes – si mi parte pensante lo acepta, mi parte animal automáticamente es fiel

—¿y que pasa ahora? r13; ignoró el insulto, tal vez después se desquitaría, pero por ahora le interesaba saber más

—cuando pueda… a quien yo elegí, lo matará a usted y yo intentaré algo parecido r13; sonrió con malicia r13; no es malo para mí. Disfrutaré de verlo morir

—¿qué diferencia hay con tu comportamiento hasta hoy? r13; miraba al castaño y cruzó sus brazos sobre su pecho

—que tener a mi parte pensante como enemiga, no es bueno r13; susurró lo último mientras sus labios se curvaban en una sonrisa

—poco me importa… pero dime, ¿quién era a quien elegiste como pareja? ­r13; en ese punto, se acostumbró a las amenazas, no hacía mucha diferencia recibir más

—le diré una sola cosita para que jamás vuelva a abusar de un clase A, que lo piense bien antes de obedecerle a su entrepierna. Probemos su “humanidad” de la que ustedes se jactan y enorgullecen r13; se alejó de la puerta de su jaula y empezó a retroceder r13; Las parejas se acoplan, si son dos chicos… el dominante será el que decida r13;

—¿a qué te refieres?

—usted puede sufrir mucho con la relación que ha forzado conmigo o con algún otro miembro de mi especie

—tus delirios me tienen sin cuidado

—¿sabía una cosita? – sonrió con asco – mi parte animal me domina… pero mi parte humana aparece cuando le conviene. Así como llega, también puede irse si quiere

—¿cada cuánto vuelves?

—cada mes, cada semana, cada cuanto es necesario – se reía divertido – pero como usted ni nadie llamó mi interés, yo dejaba que mi parte animal dominara sin límite alguno

—lo de descontrolarte por hambre es falso entonces

—puede ser, como no puede serlo. Piense un poco… si me hace falta comida, ¿a quién dejo que domine? O mejor dicho… ¿quién toma el dominio y estrangula al más débil?r13; entonces miraba al azabache un momento antes de trepar a su litera con un poco de dificultad r13; maldito hijo de puta

 

 

Tsuna desde esa pequeña charla se la pasaba refunfuñando, maldiciendo a su carcelero o simplemente evitando que su parte animal regresara, para que de esa forma gastar su tiempo molestando a Kyoya cuanto quiso, haciendo ruido, mandando al carajo los buenos modales y simplemente intentando morder al maldito que lo usurpó. Kyoya simplemente lo ignoraba hasta donde su paciencia le permitía, pero cuando ya no aguantaba tanto revuelo, mandaba al carajo todo y le lanzaba un tranquilizante. Prefería a la bestia que a esa cosa pensante, pues cuando el lado animal de Tsuna regresó, mostraba ser más dócil. Comprobó que ese lado mostrado por el clase A le era fiel y no le hacía daño, era como un gatito obediente… incluso si le daba una leve caricia fingida, el castaño ronroneaba

 

 

Pero las cosas…

 

 

Las ventanas cerradas, las cortinas de igual forma, las puertas aseguradas excepto por una, la única hecha de barrotes.  La jaula estaba vacía, no había rastro del clase A que encerraba, las habitaciones tampoco daban muestra de carcelero y al final estaba un ruido bajo proveniente de un sitio específico en el departamento. Un leve gemido brotaba, para en seguida resonar en las paredes en un eco sutil y morboso. Un golpe también se denotaba casi instantáneamente, un gruñido, un insulto y una risilla suave

 

 

—¡acaso no ves que te estoy bañando, idiota! – se quejaba apartando al otro, pero no podía simplemente hacerlo – con un demonio, ¡que te quites! ­r13; empujaba el cuerpo más grande que el suyo usando la fuerza de sus brazos, pero recostado en ese frío suelo se veía limitado

—¿no puedo ayudar? – sonreía levemente mientras agarraba las muñecas del albino  y las aprisionaba contra el suelo – tú me tocas, pero yo no… eso es injusto, Hayato

—¡como si fuera a dejarte! — la mirada avellana era tan penetrante que le causó un escalofrío, estaba tan cerca de sí, que incluso sus mejillas se sonrojaron. El aroma que percibía no era del jabón, estaba seguro… dulce, con fuerza

—estoy en celo de nuevo – decía en susurro mientras se inclinaba hasta que su nariz rozara el cuello ajeno — hueles bien – el moreno dejaba su lengua repasar el camino que ya recorrió algunas ocasiones. El pecho, la clavícula, aquellos botoncitos que el cuerpo desnudo le ofrecía como manjar

—maldigo tu maldito celo – se quejaba tratando de zafarse con prontitud para no volver a emitir un sonido tan vergonzoso como el anterior – ¿cómo demonios llegamos a esto? ­r13; estaba preso por esas manos fuertes y levemente rasposas, estremeciéndose por la caricia en su piel, incluso soltó un gemido leve por el estímulo

—tú quisiste bañarte conmigo

—porque tú querías tomar un maldito baño y no puedo dejarte solo – se quejaba insistentemente, pero el mayor solo lo miraba con dulzura, acercándose para lamer sus labios y eso le daba escalofríos – te has vuelto un maldito territorial y… a-atacaste a… ¡joder! ¡Deja de lamerme!

—sabe bien – susurraba mientras deslizaba su lengua por la piel ajena y con sutileza se recostaba sobre el cuerpo con piel clara en comparación a la suya – ne Hayato… ¿puedo seguir? – la voz gruesa se emitía cerca del oído ajeno, cambiando esa mirada dulce por una más serena y decidida r13; quiero seguir

—NO… ¡¿cuándo te pusiste ahí?! – se quejaba el de mirada esmeralda al ver al más alto entre sus piernas – ¡aléjate maldita sea!

—es tu culpa Hayato – su voz ronca, pero a la vez suave, salía con lentitud como para acariciar la mejilla del joven. Takeshi deslizaba su mano, abandonando la muñeca delgada y guiándose por la pierna de piel blanquecina. Acercándose a los labios del albino para repasarlos con su lengua – me aceptaste y te has condenado… acepta las consecuencias

—¡CLARO QUE NO! ASÍ QUE ALE… – sus labios fueron mordidos con suavidad y aun así sangraron por el filo de los colmillos que tanto pánico le daban – ¡idiota! Dije que… – de nuevo el escalofrío le recorría porque podía sentir el cuerpo poderoso encima del suyo, aprisionándolo. Esos ojos mirándolo directamente, las garras deslizándose con mucho cuidado por sus piernas para no dañarlo y su propia intimidad empezando a… r13; ¡QUE TE QUITES! r13; fue la orden dada mientras cerraba sus ojos con fuerza y trataba de evitar el calor en sus mejillas

­—NO — su voz fue elevada dos tonos y atrapó las muñecas del albino con un poco más de fuerza — ya no… hoy no – susurraba sobre los labios ajenos

—dijiste que no me desobedecerías — tembló al experimentar una de las raras ocasiones en donde Yamamoto gritaba y reclamaba. Abrió sus ojos con decisión, debía darle frente, no se iba a mostrar débil y temeroso. Tenía orgullo, lo iba a defender

—y tú prometiste aceptar mi lado animal – el moreno hundió su nariz en el cabello de Hayato – solo esto falta y lo cumplirás

—no lo haré. Ni siquiera estás totalmente pensante ­— se estremeció al sentir el aliento ajeno tan cerca de su piel, pero se negaba a ceder

—eres mío, Hayato – lo miró directamente – una mordida, una cicatriz que todos puedan ver. Eso hace falta para que nadie se atreva a acercarse a ti con intensiones desagradables

—eso no r13; mantuvo la serenidad a pesar de que vio ese ceño fruncirse

—NADIE SE ACERCARÁ A TI – sentenció con rudeza mirando al albino – ni siquiera esa mujer que hoy tocó la puerta

—se en lo que me metí cuando acepté – dijo sin inmutarse. Con esos meses de convivencia se había mentalizado para todo y a pesar de eso un escalofrío le recorrió entero – pero no puedes ir matando a quien se me acerque. Ella no era…

—puedo y lo haré — su mirada dulce y calmada se transformaba, mutaba, a una más dura y amenazante

—si me marcas, ¿te calmarás? — la posibilidad pasó por su cabeza. Esa mañana una de sus superiores casi es mordida por Yamamoto cuando realizaban una revisión de rutina y confiaban que Takeshi se comportaría. Era demasiado riesgoso dejar al moreno con ese maldito carácter que ahora, con su celo, había mostrado. Posesivo, territorial, agresivo y letal

—un poco ­— aún mantenía la fuerza en su voz, pero una leve sonrisa se le escapó

—entonces hazlo – dijo suspirando profundo. Rogaba por no arrepentirse de aquello – solo no seas un animal… idiota r13; nunca aceptaría que le daba miedo aquel proceso, pero si quería mantenerlo calmado y a su servicio… debía hacerlo

 

 

Hayato tenía en claro que ese maldito momento llegaría, creía que podía aplazarlo durante más tiempo, hasta hallar alguna forma de ser marcado con otra cosa, pero no. Estaba mintiéndose a sí mismo. Yamamoto estaba cansándose de esperar, cualquiera lo estaría, pero en ese caso las cosas se ponían peligrosas, porque mantenerlo a raya sería como caminar en la cuerda floja. No podía cometer errores, porque estos conllevarían a una muerte dolorosa. No podía dejar que el otro se pusiera en su contra simplemente porque aún no se sentía preparado para ser el sumiso de aquel pacto. Debía actuar con racionalidad y ceder. Aun así Hayato estaba un poco asustado porque… ya averiguó algunas cosas básicas sobre el sexo entre dos personas del mismo sexo. Si eso necesitaba tiempo para “cariñitos y preparación”, ¿qué pasaría al dejar a una bestia hacer aquello? Seguramente se desgarraría algo allí abajo, sería horrendamente doloroso, no podría caminar bien y claramente debería soportar la humillación si es que alguien descubría su secreto. Demasiadas contras y pocas pros… pero su vida valía mucho, solo por eso permitió a Takeshi continuar y relajó sus músculos. Ya no lucharía

Gokudera cerró sus ojos al sentir las primeras caricias en su piel, temblaba ante el toque, pero se negó a soltar algún ruido. Escuchó el primer jadeo en su oreja por parte de un excitado Yamamoto, sintió su propio cuerpo responder a aquello y era muy extraño. Aquella lengua repasó su mejilla con extrema lentitud al mismo tiempo en que las yemas de esos dedos ascendían por su pecho, en una caricia que le brindó un cosquilleo agradable. Sintió esos dientes repasar su cuello, soltó un gemido que expresaba su sorpresa y su temor combinados. Al abrir sus ojos se encontró con un Takeshi de mirada dulce y eso logró calmarlo un poco. Su piel aún estaba recia a aceptar caricias y se alejaba de cada roce que le daban, pero trató de relajarse o eso le dolería más

 

 

—no te haré nada malo r13; susurró al ver el miedo ajeno y se obligó a contraer sus garras y colmillos r13; lo último que quiero es lastimarte

—no soy una mujer que necesita ser tratada con delicadeza r13; protestó y aun así su voz tembló

—tienes frío — sonrió mientras se relamía los labios y deslizaba sus dedos por los brazos ajenos r13; prefieres que cambiemos de….

—no digas estupideces y solo continúa… rápido — exigía, pues sabía que si le daban un mínimo de oportunidad… se escaparía

 

 

Después de unos minutos eternos sufriendo la agonía de la ansiedad, Hayato se dio cuenta de que el otro estaba tratando de relajarlo con caricias. Frunció su ceño al entender que era demasiado obvio en sus expresiones, así que decidió colaborar aunque sea un poquito, caso contrario eso llevaría mucho tiempo y no quería coger un resfriado. Con un poco de duda atrapó el rostro de Takeshi entre sus manos, cerró sus ojos y sus mejillas se encendieron, maldijo antes de acercar el rostro ajeno al suyo. Con su lengua repasó los labios del moreno y le obligó a abrir la boca. No era experto en esas cosas, pero al menos algo sabía y por eso empezó un beso que el otro le supo responder con maestría sorpresiva. Sus alientos mezclados, la lengua de ambos jugando y de vez en cuando un roce con dientes o colmillos que hasta cierto punto era… seguro

Las caricias que hasta ese punto se concentraban en la piel de enfrente se deslizaron a la espalda, haciendo que Hayato se arqueara y soltara un jadeo, seguido de una maldición y una leve risita burlona. Fue un rato de arrumacos que Hayato sinceramente agradeció porque necesitaba un poquito de valor para seguir. El beso terminaba, las caricias también y Gokudera se alteró al ser volteado hasta quedar en cuatro, sólo apoyándose en la fría baldosa del maldito baño por medio de rodillas y manos. Tembló al sentir el aliento ajeno en su espalda, entró en pánico al sentir las manos de Takeshi deslizarse por sus piernas abriéndolas y acomodándolas según el protocolo. Se mordió el labio para no emitir sonido alguno por el dolor, que seguramente, sería insoportable. Estaba listo mentalmente… o eso creyó

 

 

—estás tenso – susurraba cerca del oído ajeno mientras lamía delicadamente la mejilla – cálmate, Hayato

—¿cómo quieres que me calme si tu…? ah – se sorprendió al sentir aquellos dedos rodeando su intimidad – que... ¿Qué? ­— ni siquiera supo qué decir a aquello

—no disfruto, si mi pareja no lo hace también – su voz gruesa despedía una ternura que Hayato jamás pensó recibir por parte de uno de esa clase – así que tranquilízate

—no me vayas a decir que… eres un maestro en esto – se quejó entonces, sintiendo como empezaba a ser estimulando y leves espasmos en su cuerpo se hacían presentes. Estaba tenso, era verdad, pero esa agradable caricia rodeando su pene lo hizo cambiar de pensamiento y centrarse en lo raro que era ser atendido tan delicadamente por… Takeshi

—Hayato… aun no sabes muchas cosas acerca de mi pasado – le susurró mientras descendía en leves mordidas o lamidas por la espalda del albino

—¿co-cómo qué? — su voz se suavizó mientras su intimidad reaccionaba ante el vaivén ajeno y su piel se erizaba al sentir un cuerpo próximo a su espalda

—como… cuántos años tengo – susurró al descender con lentitud besando con sutileza aquella pálida piel. Apretando la punta de la naciente erección de su pareja justo antes de distraerse entre las nalgas ajenas y escuchar a Hayato soltar un gritito debido a la sorpresa. Takeshi usó su lengua para repasar aquellos músculos a disposición, hasta incluso rozarlos con sus dientes   

—me dirás… todo – gruñó alterado mientras su espalda se arqueaba un poquito al sentir como esa parte que nadie había tocado estaba siendo humedecida – oye… oye por qué... ah~ – sintió algo presionar contra su entrada. Húmedo, cálido e incómodo – ¿qué demonios?

—no quiero que te duela – susurró mientras volvía a su trabajo sin dejar de lado estimular el falo del albino

 

 

Hayato en ese momento no quiso preguntar ninguna otra cosa, se calló y dejó que el otro hiciera esa labor. Su voz entonces tomaba un toque más suave, soltando suspiros debido al doble estímulo que le producía cosquillas, gemidos cuando su mente no se centraba en controlarse. Sin pensarlo pasó de un momento de tensión, angustia y miedo, a otro en donde su mente se ponía en blanco porque el placer le llegaba. Dejó de darle importancia a aquello y lo único que supo era que el desgraciado de Yamamoto sabía relajarlo, cuidarlo, hacerlo sentir seguro y brindarle la chispa que necesitaba para desbordarse en la misma porción que su compañero lo hacía. ¿Quién era el dueño de quién? Tal vez tenían una relación retorcida y que no los llevaría a nada bueno, pero Hayato reconocía entonces que… nadie había sido tan cuidadoso con él, como ese clase A… entonces, ¿Yamamoto era un monstruo o simplemente un incomprendido?

 

 

—yo te… amo — susurró entonces aquella bestia, y Gokudera no supo que decir, pues había sido repentino

—Yama… agh… ah — sintió entonces la presión en su parte baja, se tensó de inmediato y quiso soltar un grito débil, pero no pudo — mgh — sintió al intruso en su parte baja. Gimió por el dolor, pero a la vez por el estremecimiento en su abdomen cuando esos dedos lo repasaron hasta descender a su erección

—tranquilo… Hayato — sus manos entonces rodearon la intimidad ajena, estimulándolo con velocidad, a la vez que se introducía de un solo movimiento y escuchaba el grito adolorido del menor — respira

—de… demonios — sus lágrimas descendieron con prisa, su cuerpo se tensaba y solo podía soltar el aire de forma errada — du… duele… maldito… Takeshi

—yo te amo — repitió por inercia mientras dejaba caer su peso encima del albino y jadeaba debido a su propia satisfacción — yo te amo

—idio… ta — susurró sin saber si creer en aquellas palabras. Tal vez solo eran sonidos que salían con naturalidad al igual que sus gemidos cuando sintió la primera embestida y su mente dejó de funcionar. Lo que fuera… ya no importaba — ah… es-espera — no podía procesar todo. Solo sintió una punzaba en el espacio entre su cuello y hombro. Un líquido cálido resbaló por su piel y sus lágrimas descendían sin miedo. Una marca, una entrega y un pacto. Tal vez el amor era eso para los clase A, un pacto beneficioso para ambos o simplemente una promesa de placer sexual y/o procreación

 

 

Pensante…

 

 

Kyoya miraba al castaño comer mientras le cedía, pedazo a pedazo, la porción de carne cocida de esa mañana. El comportamiento netamente dócil de Tsuna le sorprendió, pues fue repentino, como si le hubiesen lavado el cerebro a aquel castaño. La inteligencia ya se había esfumado, solo quedaba el animal que ahora lo miraba con extrañeza, curiosidad, interés mal disimulado, pues saltaba la mirada del plato al rostro del azabache o a algún otro objeto. Hibari ató a Tsuna a la pared por si acaso y se arriesgó entonces a hacer algo que jamás pudo, porque perdería uno de sus dedos en el proceso. Tomó un pedazo de carne entre su índice y pulgar, se acercó al castaño y éste, instintivamente abrió la boca y jaló las ataduras de la pared para acercarse. Kyoya acarició esos labios con el pedazo, después con sus dedos, ninguna reacción agresiva se daba por parte del castaño. El pedazo estaba fresco y fue depositado en esa boca que abierta esperaba su porción, el azabache sintió el roce de los colmillos afilados, intentó ser mordido a propósito. Kyoya esperó perder ese par de dedos o al menos tener cicatriz, pero no ocurrió ninguna de las opciones

 

 

—¿qué te pasa? – le dijo mientras sentía aquella lengua resbalarse por sus dedos, todo para quitarle el pedazo con extremo cuidado – ¿no intentarás comerme? – Kyoya sólo veía la mandíbula del castaño moverse con rapidez y escuchaba el ruido que hacía al tragar, para luego verlo abrir la boca de nuevo… como un bebé… o un cachorro

­—da – susurraba Tsuna al ver que el otro no se movía – da

—¿el celo te amansó? ¿Es porque te sometí? – deslizaba sus dedos por los labios de aquel muchacho y éste sólo cerraba sus ojos como apreciando la caricia

—da

—es imposible hablar contigo – deslizó sus dedos por aquella lengua que solo respondía al estímulo, acariciando, saboreando – pero al parecer, el animal que eres sabe quién es tu dueño ahora

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Todos aquí son unas ternuras. Si me permiten acotar algo, amo a Skull, a Yamamoto y a Tsuna... ok, ya. Lo admito, me gustan los clase A

Creo que esto se asemejó al omegaverse, pero solo en algunas cosas. Sigue sin ser omegaverso aunque no lo crean XD

Bueno, como ya he dicho en otro de mis fics. Tengo un problema con mi PC.... ha muerto.... perdí algunas cosas, recuperaré otras. Lo más importante es que no podré escribir demasiado seguido hasta que arregle las cosas. Así que tardaré XD

Muchas gracias a los que me siguen leyendo. Sus reviews los constestaré de a poco, perdón por eso, pero la laptop que me prestaron tiene tiempo límite XD

Muchas gracias por todo~

Nos vemos~


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