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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Muchas gracias por sobrevivir~

Les dejo otro capítulo~

 

 

 

 

El cuarto día empezaba sin prisa. Ya muchos dormían al aire libre, todos trataban de huir de los constantes ruidos creados por aquellos que poco a poco se perdían en su instinto. El hambre, el dolor, la furia, no sabían qué demonios les dominaba a los clase A en ese instante, pero se expresaban con los sonidos animales que describían su naturaleza. Los carceleros estaban sucumbiendo al cansancio, la falta de sueño los hacía navegar en la cuerda floja de la demencia, tan absurdo como eso sonaba. Lo peor de todo, era que la orden no cambiaba, «aún no es hora. Deben esperar». Xanxus no mentía cuando les dijo que vivirían un infierno por culpa de sus compañeros. Uno de ellos no se había mostrado en los jardines con los demás, no aun, no era hora… porque debía averiguar algo primero

 

 

—HAYATO… HAYATO – gritaba desesperado desde su jaula

—cállate, por Dios – se quejaba el mencionado. En esos días soportó con calma el comportamiento debido al hambre de Takeshi, no impidió las inspecciones de los superiores para que los clase A estuvieran enclaustrados como se debe. Obedeció las órdenes y encerró a Takeshi en su jaula con las ataduras necesarias. No había nada fuera de lugar – no te comportes así — pedía con cansancio

—sé lo que planean – se quejaba arrodillándose y posando su rostro contra los barrotes. Su voz trémula, baja, cambiante de tonalidad, pues pasaba de ser quejidos a agresiones – un asesinato masivo… un exterminio… una masacre de la que yo seré protagonista, de la que todos los clase A seremos protagonistas – decía mirando directamente a la espalda del albino, quien se hallaba sentado en medio de la sala mientras leía algo

—si ya lo sabes, resígnate entonces

—no me hagas esto Hayato, por favor. Sabes que yo no quiero asesinar a nadie – sus lágrimas empezaron a brotar entonces – por favor. No me hagas perder el control… ya siento como la necesidad, el hambre, me llama. Mis sentidos se agudizan, las cosas se ponen de color rojo… me duele la cabeza y mi cuerpo se calienta

—Takeshi Yamamoto – decía mirado al mencionado y acercándose dos pasos – no puedes comer, es la orden y…

—ME TRAICIONAS – gritó mostrando sus dientes y logrando percibir el leve aroma a miedo que desprendía Hayato – no me traiciones… te lo suplico. Yo te protejo, yo te obedezco… yo te amo

—no me amas — frunció su ceño — Sólo sientes por mí, una necesidad de pareja que ya fue complacida

—no es así – sollozaba con desespero mientras trataba de quitarse el maldito bozal que traía – por favor… no es así

—¡cállate! — estaba perdiendo los estribos, los días se volvían terribles. La falta de sueño, a veces lo hacía tener pesadillas con los ojos abiertos, muchas, en donde Takeshi le arrancaba la garganta — pronto serás libre y podrás alimentarte — expresó desdén en esa voz neutral

—¿a coste de otra vida? – decía soltando una risita nasal que denotaba la burla – no me obligues — susurraba con la voz ronca y solo para que Hayato lo escuchara — no quiero hacerte daño

—entonces, mantente cuerdo – le exigió, sentándose en frente del prisionero – sopórtalo porque pronto acabará

—DAME DE COMER… ¡SÁCAME!… NO IMPORTA LO QUE HAGAS, SÓLO LLENA MI ESTÓMAGO — exigía mientras golpeaba los barrotes con su frente

—¡CÁLLATE! — su paciencia se terminaba. Gokudera ya no estaba para ser comprensivo

—¡ESTO ES TRAICIÓN! – gritaba con enfado golpeando los barrotes con su cabeza, con sus hombros, con lo que podía – es traición y sabes lo que hago con eso — decía calmándose un momento solo para mirar directamente al carcelero

—¿me matarás acaso? ¿Me matarás después de haberme jurado obediencia y hasta amor? ¿Qué clase de comportamiento es ese? De un animal tan solo — le recriminó con furia, apretando los dientes

—eres como ellos – susurró cerrando sus ojos. Estaba dolido y sus lágrimas caían mostrando su sentimiento

—no soy como nadie. Soy yo y tengo una orden que cumplir — dictaminó con seriedad. Él era un carcelero, se unió a ese grupo para acabar con esa plaga, tenía que seguir cumpliendo con su deber. No podía sentir compasión por ESE ser, después de todo… los odiaba. Ellos eran los causantes de la desgracia de la humanidad, de su soledad, de sus pesadillas

—¿por qué?

—no dejaré que tu clase procree, porque matará a mi gente

—¿Y MI GENTE QUÉ? — protestó, pues apenas la noche anterior, escuchó la agonía de uno de los suyos al ser torturado por Xanxus

—tengo prioridades, idiota. Mi gente por sobre la tuya — mirada gélida, dura, rencorosa

—yo te amo — susurró suplicando por una respuesta, una excusa, algo que Hayato le mostrara

—eres solo un animal — sentenció y el silencio los invadió. No dejaron de mirarse ni por un instante, no hacían más que buscar respuestas en sus miradas, pero ya todo estuvo dicho con apenas esas frases

—Te mataré… — sus pupilas se contrajeron, su pecho dolió, sintió un frío espasmo recorrerle entero. La mirada de Hayato le expresaba odio, desdén, rabia… Takeshi entendió que se equivocó de nuevo — TE MATARÉ A TI PRIMERO ENTONCES… TE JURO QUE TE MATARÉ, PORQUE ME HAS TRAICIONADO — rabia… su amor cambió instantáneamente por la rabia y dolor. Gokudera cometió un error, Takeshi… no perdonaría un solo error. El pacto, el amor, el acuerdo, las promesas, TODO… se había roto

—no te he traicionado — le enfrentó enfadado, sin importarle tenerlo cara a cara, tan cerca como para sentir el aliento ajeno – solo me aseguro de que mi gente viva

—ellos son tu gente, ¿no lo entiendes? – decía Yamamoto, ya menos agitado, pues había gritado lo que sentía – a los que yo le arrancaré el cuello… son tu gente. Son humanos, son pensantes. Harás que mate a los tuyos

—son procreadores de clase A

—¿acaso crees que yo podré distinguir entre humanos y bestias? ¿Entre tu gente y la mía? Yo solo veré carne y querré alimentarme – dijo con furia mirándolo de frente – estás siendo idiota, Hayato. Los que allí viven son humanos, son niños, son mujeres y hombres. No son clase A, no están seguros si lo son

—no debí decirte nada — chasqueó su lengua con fastidio

—¿creíste que yo entendería tus estúpidos motivos? pues no… ESTAS SIENDO COMO ELLOS, COMO LOS QUE ME VOLVIERON ASÍ… COMO LOS QUE ME TRAICIONARON AQUELLA VEZ — jadeó con desesperación porque las memorias le estaban llegando

—así que ya has vivido esto — forzó una risa burlona y un silbido — entonces sabrás que no puedo darte nada de comer hasta que la misión se termine. ¡Me importa un carajo que me veas como un traidor hacia ti!… me importa un carajo tener que defenderme y matarte después

—ustedes son los monstruos — gimoteó bajito simulando a un lobo herido — son como ellos. Nunca cambian. Nunca dicen la verdad – decía con las lágrimas brotando – ya me destrozaron, lo harán de nuevo. Yo creí que al menos tú, podrías ser diferente

—¿por qué me elegiste? — su curiosidad nunc aiba a morir

—la pareja debe ser confiable, dura, saber defenderse a sí mismo y a sus cachorros — sus ojos avellana iban perdiendo el poco brillo que aún tenía — No necesito de alguien que se postre ante mí. Necesito a un compañero que me ayude en la cacería, en la crianza, en la vida… por eso te acepté como candidato. Porque eres fuerte y decidido, Hayato

—me siento halagado de cierta forma — lanzó una sonrisa burlona, pero era la verdad… se sentía halagado

—¡pero eres la misma maldita peste! — enfureció entonces, porque traicionaron su confianza… porque se había equivocado una vez más — ¡PESTE! ¡PESTE!... ¡TRAIDORES!... ¡ERES COMO ELLOS!

—¡¿cómo quienes maldita sea?! ¡¿Qué te hicieron?! ¡DIME! — ya nada tenía sentido para Gokudera, pero al menos podía seguir averiguando cosas

—ERES COMO LOS QUE ME QUITARON A MI ESPOSA Y A MI HIJO – le gritó con dolor profundo – ¡LOS MATARON FRENTE A MI! — gruñó, aulló, gimoteó lleno de dolor mientras retrocedía hasta golpearse con la pared — DUELE — se quejó dejando que su llanto brotara. Su memoria estaba tan fresca como en aquel fatídico día. Hipaba y sollozaba… sufría

—estabas… ¿casado? — guardó silencio un rato, estaba procesado la información dada y verificando que Yamamoto no mentía

—no te lo han dicho, ¿verdad? — sollozó con fuerza, su garganta dolía — Tampoco… — se obligó a tragar, se obligó a hablar porque tenía que sacarse eso del pecho — tampoco te han dicho la tortura a la que me sometieron – lo miró con furia contenida – ¿a cuántos carceleros han dicho que maté? — trataba de no perderse en su instinto… no quería más muertes… no demasiadas, solo la de los traidores

—a dos — Gokudera no podía creer lo que estaba escuchando y viendo… pero ese animal no sabía mentir

—MENTIRA… ¡UNA PUTA MENTIRA! – dijo impulsándose, tirando de las cadenas hasta hacerlas sonar en un zumbido y golpear los barrotes con su cuerpo — ¡he matado a más de veinte en esta vida! ¡he matado a diez, desde mi esposa!... he matado a muchas personas por rabia y desesperación, por hambre y por dolor… no recuerdo a algunas, pero a otras si… y a la que más me duele… es a ella

—¡¿me dices que nosotros somos los monstruos y tú mataste a tu esposa?! ¿Y por qué rayos no me dijiste que tuviste una? — recriminaba mientras se levantaba, pues el repentino ataque lo asustó. Cayó al suelo por el susto

—¿quieres saber? ¿Quieres saber quiénes son los monstruos aquí? ¿Y quien es el maldito monstruo que se defiende? ¿Quieres? — gruñía mostrando sus colmillos a pesar del bozal. Su mirada fúrica, su aliento caliente, su voz amarga y gruesa. Su animal brotando, su hambre volviéndolo un animal  

—dime, ¡habla! ¡no te calles!… ¡me has negado información valiosa hasta ahora y solo por hambre sueltas la lengua! ¡Habla entonces, maldito idiota!

—Mi esposa… su nombre era Haru. Era una carcelera como tú y como todos esos idiotas que ahora duermen en los jardines… los huelo – dijo con calma mientras miraba fijamente a Hayato y aspiraba un poco del aire en esa jaula – ella logró lo que tú… pudo demostrar que podía ser mi pareja. Era fuerte, decidida, de hermosa sonrisa, sabía defenderse y a los suyos también. Ella era mi secreto y yo era el suyo… yo confié en ella, le di todo, mi alma, mi cuerpo, mi mente — sonrió con leve ternura que de inmediato desapareció, para mirar directamente a Hayato y seguir — Mientras yo no estaba consiente, ella me cuidaba y cuando ella lo necesitaba, yo lo hacía. Ella me dijo que, si sonreía y era amable cuando mi parte pensante estaba activa… yo podría hallar a alguien que me volviese a ayudar

—ahórrame tu romance y dame los detalles que quiero saber – le exigió con furia. Saber que ese idiota ya había tenido mujer, le molestaba… tal vez porque ya no era “especial”

—Ella ocultó mi verdadera persona de los ancianos. Ella era mi esposa y la madre de mi cachorro. Ella me amaba y yo a ella… y por eso mi pequeño hijo crecía en secreto – decía ya sin lágrimas, solo rabia y rencor – Los que aquí viven no pueden salir, no tienen pareja, familia, amigos, sueños, no tienen nada. Nadie la iba a ayudar a ocultar la pequeña barriga que crecía, y por eso, huir, era la opción más adecuada y lo hice — soltó un suspiro largo al recordarlo — Me importó muy poco entretener a cuarenta carceleros con ayuda de Tsuna. Matar a la mitad y herir a la otra, con tal de que Haru y mi cachorro se fueran. Les hice creer a todos, que me la comí en medio de una rebelión en la misión  

—y me dirás que después la mataron y por eso odias a todos… ¡qué buena historia! — se mofó de inmediato

—¿sabes qué es lo que quieren los ancianos? — susurró como en un secreto — No lo sabes – dijo suspirando – ellos quieren una cría de nosotros. Ellos nos capturan, nos inspeccionan y analizan si alguna hembra tiene un cachorro. Lo que ellos quieren, es tener evidencia de que nuestras crías pueden tener o no, el mismo gen defectuoso, y por eso siguen intentando tener un cachorro nuestro… pero uno bueno. Uno que NO sea un asesino en potencia… los demás no les sirve

—pueden hacerlo en vitro, artificialmente — razonó, obligándose a quitar toda emoción de su cuerpo. Estaba asemejando a los ancianos, sin escrúpulos y con un objetivo que cumplir

—no pueden… por eso nos necesitan y mantienen con vida – dijo con rabia al ver a uno de ellos reflejado en Gokudera — cuando descubrieron a Haru, fue la primera oportunidad de comprobar su teoría. Ella era la única, era como un descubrimiento enorme — jadeó para soltar el aire caliente de su cuerpo y cerrar sus ojos para dejar de llorar — La habían capturado el mismo día que escapó. La mantuvieron en vigilancia, hasta que los ancianos pudieran obtener la información del cachorro desarrollado

—¿y cómo sabes eso?

—yo la veía a través de la ventana de cristal que existía en donde me tenían atado — dijo abriendo sus ojos con lentitud y mostrando esa mirada afilada, llena de sed de venganza — Uno era la debilidad de la otro. Jaulas adjuntas, vigilancia extrema, experimentos visibles para ambos. Lágrimas y gritos que no llegaban al otro, porque el vidrio era grueso… aunque a veces nos quitaban el silencio y podíamos torturarnos con el sufrimiento ajeno — gruñó bajito y dejó su lengua repasar sus colmillos expuestos — Ellos descubrieron algo. Ellos decían que engendré un monstruo. Ellos dañaron a mi cachorro, aun sin que este naciera, y me lo entregaron en las manos cuando ya no servía para sus investigaciones — una lágrima solitaria descendió por su mejilla derecha y el dolor en esa mirada estremeció al de ojos esmeraldas

—¿lo asesinaron? ¿Solo por saber si tenía tus genes?

—¿sabes cómo se siente un gestante de cinco meses entre tus manos? – dijo con las lágrimas en sus ojos, pero que se acumulaban y no salían – ¿sabes cómo se siente ver como un bisturí es incrustado en la piel de tu esposa sin siquiera un anestésico? ¿Sabes cómo se oye una mujer gritando desesperada porque la están matando y matando a su hijo? ¿Sabes cómo es ver que tu cachorro es sacado de su pequeño nido seguro? ¿Sabes cómo es el olor de la sangre y del líquido de la placenta? – dijo mirándolo y con el labio temblándole — ¿lo sabes? — Takeshi ya no gritaba, ya no gruñía… se perdía en sus lacerantes recuerdos

—¿que? Es decir que… — no tenía palabras para eso… era la peor tortura de la que escuchó

—me dejaron de alimentar por tres días antes de eso, y, aun así, yo logré estar consiente porque tenía que defender a mi cachorro… pero no pude… el cristal no me dejaba, la jaula no se rompía, las cadenas no se zafaban… yo lo vi todo — lanzó un sollozo seco — ¡ENTONCES DIME!... ¡¿QUIÉN ES EL MONSTRUO?!

—no me culpes por algo que los ancianos hicieron —negó rotundamente a sentir pena

—el hambre te gana al pasar los tres días, las torturas auditivas ya no son suficiente como para mantenerte cuerdo… y cuando la mañana del cuarto día aparecía, mi esposa y mi pequeño cachorro que ya no respiraban — sintió el vacío en su pecho. Ya no sabía si estaba en la jaula hablando con Hayato o en ese día mientras suplicaba por la vida de su hijo — Mi hijo fue puesto en mi celda… lo sostuve en mis manos porque me soltaron para que me alimentara. Lo acuné y grité de dolor y furia. Besé su cabecita diminuta, pero no se movía… mi pequeño era frío y olía a sangre — decía perdido en algún punto en el espacio — Ellos me torturaron con eso y cuando vieron que no era suficiente, me alimentaron con la única comida que consiguieron con rapidez

—¿te comiste a tu hijo?

—no… tampoco me comí el cuerpo de Haru – dijo con dolor – no podía siquiera pensar en eso… eran mi familia, mis dos amores inertes

—al final tú no mataste a nadie… mentiroso

—yo maté a Haru porque ella tenía a mi cachorro dentro. Su muerte fue mi culpa

—entonces, ¿Qué más hicieron? ¿con qué te alimentaron?

—un festín – dijo con dolor – ya no estaba solo… a mi jaula metieron a seis de mis hermanos hambrientos, inconscientes… luché por conservar a mi familia… pero fue inútil. El hambre de mi gente, de mis hermanos, no paraba, porque no tenían nada que defender… pero yo, con más de siete días, luché con lo que pude, para al final solo tener una mancha roja en el piso a la que llorar… ahora dime… ¿quién es el monstruo aquí? — miraba a Hayato con furia — DIME

—son ellos

—ERES TÚ… ERES TÚ, ASÍ ME LO HAS MOSTRADO – le dijo con rabia – te mataré… te mataré… eres traición, eres crueldad, eres odio… te mataré a ti primero — decía golpeando los barrotes, de nuevo su lado malo, salía

—¿y si tengo a tu cachorro dentro? — usó una frase estúpida, pero quería probar qué tan cuerdo estaba Takeshi — si llevo un hijo tuyo

—¿cómo podrías? Eres uno de ellos… eres un chico, eres un monstruo – dijo sin reparo mientras se alejaba de la celda – recuerda esto Hayato… una traición se paga con muerte. Tu traición se pagará con tu sangre y yo seré quien la beba con gula

—¿todo porque no te doy de comer?

—todo porque sé que no tienes el suficiente valor como para ayudarme y traicionar a los altos mandos… eso te convierte en el mismo monstruo que me quitó a mi pequeño cachorro y a mi esposa

—eres monógamo, debiste serle fiel a la tal Haru y jamás involucrarte conmigo

—lo sé y aun así… siempre quise creer que alguien podía ser diferente — lanzó un aullido leve, corto

—serás tú el que mate a cientos — dijo con una sonrisa torcida, fingida, porque la información que recibió no hacía a su mente estabilizarse

—y tú eres el que me obliga a perder la conciencia. Aquí… el culpable de cualquier desgracia eres tú… el que matará a su gente… eres tú — gruñó y su mirada se afiló… ahora… eran verdaderos enemigos

 

 

Hayato no recibió ni una palabra más por parte de Takeshi en ese día, era como si el gritarse las verdades hubiese apagado la voz de ambos. Yamamoto se recluyó en su celda, en una esquina, Se veía ansioso, hambriento, dolido. Hayato lo ignoró porque en parte se sentía traicionado y traidor al mismo tiempo y todo se resumía a que él no iba a desobedecer una orden dada, porque a pesar de todo, quería salvar a su gente. No necesitaban más clase A asesinando sin descaro y si para eso debían eliminar a toda una ciudad probablemente gestora de una masacre a futuro, lo harían. Gokudera sólo quería paz y si para eso debía matar a esas bestias, hacerlas sufrir, exterminarlas y morir, también lo haría. Una especie era la que tenía que ganar, y esa iba a ser la correcta

 

 

Noche…

 

 

—lala~… pipi~… muma~… tula~… beba~… ¡papi! – Lambo ingresaba a su departamento a oscuras, cantando cosas que ni él mismo entendía. Ya había dejado a I-pin en el suyo y quería descansar – ¿estás bien?

—¿lo tienes?

—obvio – Lambo sonreía mientras de entre su bolsillo sacaba algo y se acercaba a la celda – pero no creo que te calme tanto – dijo mientras mostraba una funda y la abría para sacar de ahí, un pequeño cuerpo

—sirve. No quiero perder mi inteligencia limitada – dijo esperando a que el otro le desatada la camisa de fuerza y con gula agarraba al pequeño pájaro y empezaba su festín

—pues, I-pin se llevó dos… al parecer quiere mantener a Skull un poquito calmado –  sonrió con sutileza, sentado, mientras recogía las plumas para no dejar evidencias de su pequeña travesura — es linda cuando se pone sensible y empática

—debiste ser más eficiente, vaca estúpida – reclamaba mientras quitaba el impedimento para tragarse la pequeña porción

—tu tranquilo, esperaré a la madrugada para bajar y traerte algo más – decía bostezando – incluso te he dado la mitad de mis raciones Reborn. Sabes que me muero de hambre también

—fastidias como tu madre – reclamaba al terminar y miraba al susodicho, con asco – igual a ella

—¿era bonita? Debió serlo porque yo soy bien parecido

—poco interesa – dijo mientras dejaba que el otro le limpiase el rastro de sangre — ahora escúchame Lambo… pues tienes que hacer algo por mí

—oh no — suspiraba con frustración — dime que no es referido a los lamentos madrugadores de Tsunayoshi

—lo harás, vaca estúpida

—¿y qué mierda gano yo con eso? — dijo frunciendo su entrecejo — solo que vayas moviéndole la cola y…

—te daré lo que quieres, mocoso. Sólo será uno, así que confórmate con eso

—¿tan desesperado estás? — no pudo creer que ese azabache de patillas le propuso aquello… Reborn no era fácil de manipular, pero cuando se trataba de Tsuna… ¡era un idiota! — para lo que me importa — dijo chasqueando su lengua — pero será bajo mis condiciones

 

 

Kyoya miraba a Tsuna reposando en la jaula, aun lloraba, se quejaba, pues suponía que el cuerpo del castaño aún estaba dañado. Las cadenas estaban puestas, las ataduras, bozal y demás, obligaban al castaño a estar sentado contra la pared lateral. Kyoya no podía imaginarse lo doloroso que fue para ese clase A soportar a un imbécil como Xanxus y al final terminó arrepintiéndose de pactar aquello. Lo peor de todo era que el maldito de Xanxus reveló el pacto, y con eso, Tsuna lo miraba con rabia a veces, pero el propio enemigo le confirmó algo. «Usted me ofreció para ser torturado, pero también me ha ayudado a que no siguiese sufriendo. Las cosas se neutralizaron entre sí, así que estamos como al principio. Mi parte animal lo acepta, mi parte pensante quiere destajarlo» Era una broma muy pesada la que mostraban, pero si iban a convivir por algún tiempo más… las cosas debían estar a un nivel aceptable

Las manecillas del reloj no se detenían, la revisión diaria por parte de los altos mandos ya se hizo, la noche empezaba a invadir todo y en la madrugada, todos descansaban lo más que pudiesen. Los aullidos, quejidos y demás, seguían siendo una sinfonía que les taladraba los oídos y no los dejaba concentrarse en nada en particular, mucho menos dormir demasiado. Kyoya cabeceaba debido al agotamiento, aunque ya había salido a dormir en los jardines, solo fue por un par de horas y el estrés no se aliviaba. Cuando sentía que estaba por dormirse, pues Tsuna dejó de gemir adolorido, escuchó la puerta ser golpeada por los nudillos de alguien. El azabache estaba furioso por esa interrupción, iba a mandar al demonio a quien fuera que le molestara a la una de la mañana

 

 

—herbívoro… quien seas… kamikorosu — gruñó dando zancadas hasta la puerta y abrirla de un solo tirón

—hola… ¿tiene un momento para hablar de la palabra de… carcelero-sama?Lambo ya empezaba a reírse, pero se obligaba a aguantar para no hacer ruido. Aunque con el aullido de algún clase A cubriéndolo, poco importaba  

—Lambo — gruñó y su tonfa ya salió para estamparse contra el mocoso travieso

—esto… no será — dijo sujetando la tonfa y pateando al azabache dentro del departamento — fácil — jadeó cuando el otro le lanzó lejos — Reborn — tacleó nuevamente al kamikoruseador y le cubrió la boca hasta que una sombra negra ingresara y cerrara la puerta — joder

—te mataré… herbívoro — gruñó antes de asestar un golpe a puño cerrado a aquel muchachito, pero este lo esquivó. Lambo se defendía con golpes igualitarios, hasta que pateó la mejilla derecha de Kyoya y lo alejó

—joder… ¡no hagas escándalo! — reclamaba en voz baja antes de irse en contra de Hibari y tratar de noquearlo con una patada a la nuca, pero fue golpeado con la tonfa en el estómago

—lo que planeas… lo destrozaré — gruñó antes de volver a atacarlo y fijarse en la compañía — que de…

—quieto Hibari — Lambo apenas pudo clavarle algo en la espalda al otro y separarse por dos pasos — silencio o nos descubrirán — dijo y se arrojó contra el más alto otra vez

—qué hace… — peleaba con Lambo rodando por el suelo, luchando por tener el control sobre el otro, pero el chiquillo no se dejaba y peleaba con habilidad — tu mascota… — decía entrecortado antes de golpear la frente del de ojos verdes con la suya y aturdirlo — aquí

—joder — se quejaba empujando la frente de su oponente con la suya — el calmante… no hace efecto — se quejaba mientras en un movimiento logró patear el estómago de Hibari y de paso sacar un nuevo tranquilizante

—¿traidor? — dijo entrecortado mientras esquivaba los intentos de Lambo para clavarle esa cosa — no creí que…

—oye mocoso — de pronto la voz de Reborn golpeó la mejilla de Hibari y cuando este iba a atacar, el de ojos verdes tuvo la oportunidad perfecta — hazlo rápido — empujó al carcelero en contra de Lambo para facilitarle las cosas

—gracias por la ayuda — jadeó cuando incrustó la agujita en el cuello de Hibari y de paso puso otra en un brazo — tres dosis… tres putas dosis — se quejaba cuando empujaba a Kyoya y jadeaba por el esfuerzo

—herbívoro — gruñó, pero su cuerpo ya no le respondía — atrevido — cayó de sentón y terminó apoyado en una pared con la vista hacia la jaula de Tsuna

—lo hubiese hecho solo, pero con más ruido — decía Lambo limpiándose la sangre del labio y guardándose las evidencias de los tranquilizantes — vamos cariño… tienes diez minutos — dijo mirando a Reborn, quien aún tenía puesto las cadenas en los pies, bozal y camisa de fuerza — este tipo… es inmune a estas cosas

—lobos — bufó Reborn mientras ignoraba al caído y caminaba hacia la puerta de esa jaula

—que demo…

—perdona — Lambo se acercó a Hibari y le amordazó con una tela — no hagas ruido, no hables y solo disfruta de la vista… yo haré igual que tú — acomodó a Hibari para que estuviera cómodo y admirara el espectáculo. Se apresuró a tomar las llaves de la jaula y abrirle el paso a Reborn, para después sentarse junto a Kyoya y descansar momentáneamente — tranquilo — decía al ver al otro intentando moverse — te prometo que algún día pelearemos y así pruebes qué tan fuerte soy… Gokudera tenía razón, eres un friki de las peleas

 

 

Lo que ninguno de los carceleros vio, era como apenas Reborn ingresó se pegó a la jaula de Tsuna y este a su vez se removía intentando quitarse las ataduras de encima. La mirada suplicante del castaño brillaba debido a las lágrimas, en susurros repetía el nombre ajeno y se quejaba debido al daño en su cuerpo. Ahora que ya la jaula estaba abierta, Reborn se arrodilló en frente del más pequeño y lo vio llorar amargamente. Si hubiesen podido usar sus brazos tal vez se abrazarían, pero en ese momento solo pegaron sus cuerpos tanto como les fuese posible. Tsuna restregaba su frente con el pecho ajeno, lanzaba un leve sonido expresando su lamento y el mayor lo reconfortaba con leves ronroneos mientras trataba de acunarlo como a un niño

 

 

—Reborn… Reborn — susurraba Tsuna cuando logró reunir el suficiente aire en sus pulmones — Reborn — se quejaba entre hipidos mientras aspiraba el aroma ajeno

—tranquilo — nadie en sus vidas hubiese pensado, que el más sanguinario de los clase A pudiese usar un tono tan suave como aquel — tranquilo — repetía con pausada calma cerca del oído derecho del castaño — para de llorar

—Reborn — intentaba acercarse más, pero las cadenas lo ataban a la pared — de nuevo lo vi… era él… era él… el dolor volvió, los cuatro lo sentimos

—¿te dividió de nuevo? — susurraba como en un secreto, pero Tsuna negaba — es mejor así — suspiró cerca del oído de Tsuna y al fin sintió la incomodidad de su “atuendo” — ¡Lambo! — reclamó por lo fastidiado que estaba

—ya te dije las reglas — se quejó el mencionado — no te voy a soltar. Puedes matar a Kyoya y eso nos metería en problemas, debemos pasar desapercibidos

—¡Lambo! — volvió a exigir lanzado un gruñido y ni así Tsuna se apartaba

—¡carajo! — bramó el de ojos verdes mientras se levantaba con las llaves tintineando — pero a Tsuna… porque me cae bien y es menos riesgoso — frunció su ceño al estar dentro y ubicar uno de los candados — solo un poco y con eso se conforman

 

 

Lambo desató una de las cadenas y la prisión de Tsuna se volvió menos limitante. El castaño no dijo nada más, antes de verificar que podía moverse un poco y lanzarse encima de Reborn, acomodándose en el regazo ajeno, enredando las piernas en la cintura del mayor y ronroneando bajito cuando pudo pegar la oreja en el pecho que retumbaba por el latir de un ser viviente. Las cadenas estaban ahí, los dos estaban prisioneros y, aun así, poco parecía incomodarles, porque parecían a gusto en esa cercanía opacada por los metales brillantes. Lambo escuchaba el ronroneo de ambos y como acto final, le quitó el bozal al castaño, para apreciar como el menor lamía con felicidad mal disimulada, la mejilla del patilludo. Mucho peor que eso, vio como Reborn se restregaba contra la cabeza de Tsuna, el castaño hacía lo mismo en el pecho y cuello del mayor… ¡era repulsivo, por Dios!

Las palabras se terminaban en esos momentos. Tsuna parecía hablar con el otro, pero en algún idioma animal que Reborn respondía sin impedimentos. Ambos clase A perdidos en su mundito de alguna cosa extraña y… ¡repugnante! Lambo bufó enfadado por ver aquello. Gruñendo se dirigió a la cocina a desordenar lo que tenía en frente, pues estaba muerto de hambre porque tuvo que ayudar a su querido papi a comer. ¿Cómo se pagaba esa dedicación? Con esa muestra de cariño infinito entre dos personas ajenas. Estaba malditamente fastidiado y por eso se tragó incluso unos pedazos de feas verduras que encontró. Quería dejar de sentirse malditamente celoso… quería no ceder ante las peticiones de alguien que podía matarlo, pero… ¡era idiota!

 

 

—¿celoso? — dijo cuándo se sentó junto a Hibari, quien parecía tan afectado como él — responde — decía quitándole la amarra de la boca — no quiero ser el único con esa emoción estúpida naciéndole desde la boca del estómago

—¿por qué lo trajiste? — gruñó mirando mal la escena lejana, donde esos dos clase A estaban de lo más cariñosos dentro de la jaula. Tsuna lo iba a pagar caro — habla

—¿por qué dejaste que Xanxus lastimara a Tsuna? — le reclamó en el mismo tono —aquí el imbécil que ocasionó eso — decía apuntando a la jaula — eres tú y tu maldita forma de vengarte

—¿cómo sabes?

—Tsuna se lo gritó a Reborn o algo así… se comunican entre aullidos o gruñidos, o sonidos, o yo que sé — se quejaba lanzando la maldita manzana por ahí — ahora por tu estupidez yo tengo que ver eso

—¿qué es lo que te afecta?

—Reborn es mío — dijo de forma infantil mientras fruncía el ceño — no me gusta compartir juguetes, y ahora mira — se quejaba apretando los puños — el jefe debe responder a las súplicas de los más jóvenes

—así que Tsuna lo llamó

—obvio — dijo acusadoramente golpeando el rostro de Hibari — porque un puto carcelero dejó que lo lastimaran. Mejor cuídate… porque Reborn no es el único que quiere tu cabeza 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

A mi este capítulo me hizo llorar, ¿por qué? Pues porque me pasé una noche entera planeando cada detalle sobre el asunto de Yamamoto. Lo viví en “carne propia”. Sentía lo que él sintió, me perdí en sus recuerdos… y wow…al corregirlo la emoción fue la misma... me puedo deprimir por esto XD

Perderé la cabeza por ponerme en las pieles de los protagonistas… diablos… no sé, pero si a alguien le dolió tanto como a mí, pues me quedaré satisfecha

Debo disculparme por no contestar reviews, pues ahora con la universidad casi ni que puedo pensar bien XD. Así que responderé poco a poco estos días, no se preocupen 

Muchas gracias por seguir soportando esta pequeña historia y no... aún no enloquezco :v ... pero sigan sufriendo conmigo

Muchos besos~

Muchos abrazos~

Nos veremos~

 

PD: ¿alguien de aquí lee "Hunter" en wattpad?... ¿aluien puede decirme por qué no lloré en ningún capítulo? me quedé con las ganas de llorar, pero las desquité mientras corregía esto XD

 

 


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