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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Su ficker vengativa, bipolar, dramática, perezosa, maléfica ha regresado con una actualización~

Disfrútenla~

Si sobreviven, ¡ánimo! No siempre seré cruel 

 

 

 

 

Conflicto…

 

 

Tsuna se estaba cabreando cuando ya cursaba su primer mes en la madriguera y cabe decir que no ayudaba que su lado “malvado” hubiese tomado el control total del cuerpo físico por acuerdo general. Hablar con sus otras partes no había sido nada fácil y a veces parecía estar perdiendo la cabeza por aquella situación. Tsuna estaba tratando de acoplarse nuevamente a un solo ser, pero que no le dieran la paz que necesitaba sólo estaba volviendo el proceso una pérdida de tiempo y por eso decidió dejarlo como estaba. No sólo soportaba el rechazo general porque estaba gestando a un niño rechazado según las leyes de Reborn, sino que a eso se sumaba las molestas afrentas que I-pin le daba, pues reclamaba la grave herida a su hermano. Tsuna estaba ya hastiado de tanto dramatismo y para imponer su lugar en la manada incluso disciplinó a dos muchachitos y tampoco fue tan bien recibido.

 

 

—¿ahora qué quieres I-pin? — bufaba fastidiado mientras se agarraba la cabeza, muy mal momento para que sus personalidades exigieran libertad — muévete porque tengo jaqueca

—¿y crees que te dejaré pasar? — la muchacha detenía el caminar de Tsuna y eso era arriesgado

—apártate de una maldita vez, mujer estúpida — escupía con furia, estaba ya empezando a oír ciertas voces

—evité una pelea contigo porque estás embarazado de Hibari — decía con el ceño fruncido — pero ahora lo pensé mejor… y le pregunté a Lambo detalles de su pelea sin sentido, ¿qué crees que me dijo? — hablaba con dramatismo fingido

—tonterías seguramente — bufó mientras sentía su cabeza punzar. Eso no era el aviso de que se volvería un animal, sino era sinónimo de que su otra personalidad saldría a flote — ahora quítate y no te lo repetiré

—¡¿cómo pudiste matar a mi sobrino?! — estalló apretando sus puños y colocándose en pose de ataque, poco le importaba estar dentro de la madriguera — ¡¿no eran todos ustedes quienes no querían matar niños?!

—ese niño aun ni existía, su muerte no importaba — gruñía, pues esa postura no le estaba dando gracia, eso era una afrenta contra su autoridad — así que quítate

—te voy a enseñar a no meterte con mi familia

—y yo olvidaré que eres la preciada hija de Reborn si es que no te quitas, ¡ahora mismo!

—claro que no me voy a quitar — una mujer enfadada era de temer

—después no te quejes — gruñó mientras dejaba salir sus garras y sin aviso arremetía contra I-pin, pues no tenía tiempo que perder

—te demostraré de lo que somos capaces — a puño cerrado enfrentó al clase A, desviando el ataque de Tsuna y golpeándole el rostro, pero no se dio cuenta de la sonrisa maniaca que el otro tenía

—golpeas como un humano cualquiera — sus dientes se desplegaron y atacó a la yugular de la muchacha que apenas logró colocar su brazo para evitar la mordida. I-pin sintió esos colmillos incrustarse, pero en seguida la soltaron

—joder — musitaba antes de golpear la cabeza de Tsuna, pero este de inmediato la esquivó. I-pin iba a patearlo, pero sintió las garras de ese tipo rodeando su cuello — recuerda quien soy — le advirtió

—¡una mocosa a la que Reborn no le ha dado una nalgada para que sepa su puesto en la manada! — gruñó antes de aplicarle el mismo castigo que a Lambo, estampándola contra la pared mientras le apretaba el cuello — ¿no entiendes?

—maldito seas tú… por atreverte a dañar a mi… hermano — sintió como aquel castaño la soltaba mientras se alejaba dos pasos. I-pin había olvidado lo veloces que podían ser esos tipos. Cayó de pie, pero sabía que no debía descuidarse y retomó su postura — ¡te mataré! Maldita basura traidora

—no si yo lo hago primero — enojar al segundo al mando era condena de muerte. I-pin lo vio de frente, pues esa mirada no dudó ni un segundo y las garras del castaño se dirigieron directo a su cuello — Skull… — pero el castaño fue detenido antes de que llegase a su objetivo — suéltame o te mataré también

—¿crees que te dejaría dañarla? — Skull había escuchado la pelea entre su pareja y Tsuna, corrió entre los pasillos en medio de su desesperación porque no estaba dispuesto a perder a I-pin. El de cabellos lilas apenas había logrado agarrar el brazo del castaño para impedir el impacto, tenían el mismo rango, por eso Skull podía enfrentarlo sin miedo alguno. Tiró a Tsuna lejos y se colocó en frente de su pareja como un escudo que no caería con facilidad — Tsuna… no puedes tocarla sin pasar encima de mí, primero

—como quieras — Tsuna dio el primer zarpazo y Skull lo contraatacó de inmediato. Eran dos candidatos a ser el próximo líder de la manada, su posición evidenciaba su fuerza y letalidad

—Skull —susurró I-pin recomponiéndose del susto, porque se quedó estática al admirar esa leve sonrisa con colmillos extendidos y esa mirada opacada por la ira — apártate, yo… — aun así… quería pelear

—¡vete ahora! — Skull gruñó con furia contenida mientras pateaba a Tsuna, quien se defendía usando sus manos para proteger su vientre y saltaba hacia atrás — no sabes con quien te metiste

—¡no me ordenas nada, Skull!

—¡no es hora de portarte como una soldado altanera! — gruñó mientras se limpiaba el rastro de sangre de su boca por uno de los golpes del castaño — aun no entiendes lo complicado que está el asunto

—hasta tú… — recriminó la muchacha

—Tsuna te matará o dañará y Reborn no dirá nada, porque todos en esta madriguera te están escuchando… y saben que tú eres la que eligió enfrentar a uno de los altos mandos

—¿qué demonios? — refutaba la pelinegra — no digas tonterías

—¡¿acaso olvidas que nuestros sentidos están por sobre los de todos los humanos?!

—muñequita — sonreía Tsuna quien se detuvo de repente mientras sujetaba su vientre con una sola mano — aun no entiendes el instinto de supervivencia en una manada… no sabes de liderazgo o linaje… no sabes de familia. No sabes de lealtad o de reglas… y por, sobre todo, no sabes de lo que son capaces los líderes con tal de mantener a la mayoría a salvo

—¡no me des lecciones de moral cuando tú no la tienes!

—no lo hago — Tsuna elevó su rosto y miró a Skull e I-pin — sólo trato de razonar contigo pacíficamente, contrario a mi otro “yo” — su mirada cambió de repente, volviéndose una más suave

—contigo razonar es más fácil — suspiró Skull mientras se erguía y recomponía su pose — de verdad que no quería hacerte daño, Tsuna… espera — acomodaba su cabello antes de mirar al castaño — ¿melancólico o humanista? Son tan parecidos que me confundo

—humanista — sonrió divertido mientras suspiraba porque esa niña no entendía nada — tengo diferentes personalidades, ¿lo has olvidado, I-pin?

—seas quien seas, te enseñaré a no meterte con mi familia — pero antes de que ella pudiese llegar a Tsuna, Skull la agarró y la cargó en su hombro — ¡Skull! ¡Bájame ahora!

—no quiero que mueras, I-pin, así que cálmate — no pensaba soltarla. La sostenía por las piernas y no la bajaría de su hombro hasta que llegara a la habitación de la misma y la encerrara dentro

—¡claro que no! ¡Mi hermano fue herido por ese idiota!

—I-pin, cálmate — Skull la sostenía con fuerza para que no patalease — creo que cometí un error por darte mucha libertad estos meses. Te enseñaré sobre la pirámide de la manada — suspiraba mientras empezaba a alejarse a pesar de los golpes en su espalda

—¡joder! ¡Skull bájame! ¡Tsuna quiere terminar con mi hermano! ¡Su cuarto está aquí, en esta sección!

—¿Lambo te contó toda la verdad, I-pin? — Tsuna miraba a la muchacha a lo lejos y suspiró — él estaba mintiendo. Ninguno de aquí mataría a un bebé, ni siquiera a un no formado

—¡no me jodas! ¡No soy idiota! Yo sé lo que vi y Lambo…

—él mentía — Tsuna caminaba detrás de Skull, mirando a I-pin — aquí nadie puede mentir, porque nosotros podemos escuchar la variación cardiaca y hasta el aroma es perceptible — se mantenía sereno, calmado, ignorando los gestos que la muchacha le dedicaba — así que sabríamos si miente… y tu hermano lo hizo

—¡no me jodas! — sacaba su dedo del medio al castaño y seguía murmurando cosas mientras intentaba patalear

—Lambo mintió — Skull seguía caminando con tranquilidad — yo escucho y huelo a Tsuna… está diciendo la verdad. I-pin deberías saber Reborn dictó que aquí nadie debe mentir o será castigado  

—¡no les creo nada!

—entonces pierdo el tiempo — Tsuna frunció el ceño y disminuyó su paso — aun no maduras, apenas tienes 26 o 27 años mujer… eres una mocosa que necesita ser reprendida por el líder

—¡jódete, Tsuna!

—Skull, si no quieres que Reborn castigue a su propia hija, tú le informarás y mostrarás a I-pin cómo funciona la manada

—sí, lo haré. Lamento este incidente, partir de ahora la trataré como a todos los demás — Skull agitaba su mano como despedida — creo que empezaré por mostrare la letalidad de los más jóvenes

—Skull… ¡deja de ponerte de parte de Tsuna!

 

 

Había muchas reglas en la manada, todas diseñadas para mantener la paz y… ¡una mierda! Tsuna sabía perfectamente que sólo había reglas porque Reborn gustaba que todo saliese a su favor. Aun recordaba cuando el desgraciado puso la primera norma “no mentir”, ¿quién se creía ese idiota? Si ya de por si sabían reconocer quien mentía, ¿para qué imponer esa estúpida regla?… oh sí, porque cuando una de las mujeres de la manada mintió sobre el embarazo que llevaba en secreto, Reborn enfureció. Así nacieron las reglas, pero la más problemática era la que se impuso tiempo después de que perdieron varios miembros de la manada, o la que se creó cuando acogían a los clase A que lograban recoger de la armada y por eso Tsuna se encaminaba a las habitaciones más bajas de la madriguera, donde Reborn gustaba de estar cuando ese lado animal lo dominaba

Tsuna iba a ir porque necesitaba hablar con aquel hombre. Estaba enfadado, por eso incluso le quitó el derecho a controlar el cuerpo físico a ese lado “altanero” suyo. Mientras caminaba, meditaba lo que iba a decirle a Reborn, pues tenía que hacerle entender su posición en ese asunto y la que compartía con su otro “yo”, pero también se ponía a pensar en la ley que le estaba causando ese malestar continuo.

Para salvar a Squalo tuvo que pelear con Reborn al siguiente día del nacimiento de Susu, en esa ocasión no fue tan complicado porque por suerte había enemigos en la frontera y cambió la estadía de Squalo por las cabezas de todos esos clase B que trataban de invadir territorio ajeno. Ofreció la vida del enemigo, se ofreció a cumplir la tarea él solo y cumplió, aunque se hirió un poco, pero aun no tenía una barriga, así que las dificultades fueron menores. Pero cuando su vientre ya creciera, no sería tan sencillo defenderse solo… y no estaba dispuesto a aceptar la imposición de su otro “yo” para salvar a su hijo

 

 

—Reborn — susurró cuando abrió esa puerta e ingresó. Ningún miembro de su manada estaba tan loco para invadir la habitación especial de Reborn, por eso el de patillas no solía siquiera asegurar la puerta — tengo que hablar contigo — pero sólo lo recibió un gruñido y sabía que no debía esquivar el ataque

—fue… ra —el golpe había dejado a Tsuna pegado contra la pared y éste aprovechó para cerrarla — Tsu…

—sí, soy yo — suspiró sin quejarse por el dolor en su espalda por el impacto, pues sabía que el lado animal de Reborn no era delicado con nadie. La agresividad en ese estado superaba con creces a la que mostraba estando consciente — pero no soy tu amadísimo lado altanero, soy el otro… papá

—¡no! — gruñó furioso mientras conectaba sus ojos con los del castaño y se alejaba de a poco

—así que hablaremos con gruidos — el castaño siguió al otro, aún en medio de la oscuridad. No había problema — Reborn, en serio… deja de comportarte como un niño

—si es que no vienes a darme una respuesta positiva, Tsuna, será mejor que te alejes de mí — se acomodó en aquella cama y se estiró como cualquier felino que descansaba — vete ahora

—papá

—atrévete a llamarme así de nuevo y ya no tendré compasión contigo… te he permitido quedarte aquí con ese...

—¿ese qué? — Tsuna mantenía la calma, porque sabía que una pelea en ese punto no le convenía. Ya había cuidado de su cachorro desde que llegó, no iba a dejar de hacerlo y cualquier sacrificio lo valía — sabes que es un hijo mío y cada cachorro de la manada tiene derecho a vivir. Tú mismo diste esa orden

—me estoy arrepintiendo de esa idea — bufaba mientras de su garganta salía un rugido bajito y sus uñas se incrustaban en la pared a su lado, rasgándola como si fuese papel — Cuido de los bebés porque pienso a futuro, en nuestra evolución y conservación de nuestra raza… pero en tu caso…

—sabes que puedo quedarme aquí hasta que mi bebé nazca y decidir si me largo o te cedo a mi cachorro para que… te deshagas de él — hablaba con seriedad, ocultando su temor a que esa posibilidad llegara

—puedo desautorizarlo si quiero

—no lo harás, porque no quieres perderme — el castaño sonrió mientras se sentaba junto al mayor, ocupando una de las esquinas de esa cama — te conozco bien, Reborn

—ya sabes el trato — gruñía bajito mientras cerraba sus ojos — sino aceptas me cansaré de esperar

—¿acaso no entiendes que yo no…?

—¡fuera de aquí entonces!… sino quieres que te quite ese hijo de un solo golpe… como tú lo hiciste con Lambo

—Reborn — suspiraba mientras se recostaba a un lado del mayor. Lo hacía con cuidado, sin hacer movimientos bruscos o se condenaría a un ataque en serio — dame tiempo

—no tengo la suficiente paciencia — era entonces que colocaba su mano en la mejilla del castaño, lo miraba y con fuerza lo empujaba fuera de su cama, hasta escuchar el golpe contra el suelo

—auch… eso duele, joder — se quejaba el caído mientras sobaba su trasero — ¿no podrías ser más idiota?

—vete ahora — ni siquiera lo miraba. Reborn no quería soportar a ese castaño, a ese lado

—así que… ¿y si soy “yo”? — una risita suave salía de la garganta del castaño y eso causaba que los labios de Reborn se curvaran en una sonrisa maliciosa — Reborn~

no pensé que ya lograras saltar de personalidad en personalidad — escuchaba el gateo de Tsuna, pero no iba a moverse de su agradable cama

—te has ganado a dos de mis lados… esfuérzate y ganarás a los otros dos — se subía a esa cama con calma. Ronroneando quedito mientras deslizaba sus dedos por el pecho de su líder

—niño idiota — gruñía, pero no se quejaba cuando aquel niñito se acurrucaba junto a él — quiero silencio

—sabes que te amo, Reborn — susurraba mientras ronroneaba suavemente y sentía los dedos del mayor en sus cabellos

—y sabes lo que yo quiero. Por completo, no por partes, sin impedimentos  

me da flojera pensar en eso — bostezaba mientras decidía que esa posición no era agradable para tomar una siesta y empezaba a treparse encima del cuerpo del azabache de patillas — siempre me gustó dormir contigo — susurraba mientras se recostaba encima del mayor, posando su mejilla en el pecho ajeno — tu latir suave, la respiración calmada en cualquier situación — posaba cada una de sus piernas a cada lado de las caderas de Reborn

quiero dormir; así que no fastidies, Tsuna

—yo si me quedaría a tu lado por siempre — susurraba quedito cerrando sus ojos al sentir los dedos de Reborn en su cabeza — el lado altanero también te ama

—¿por qué has salido?

—puedo salir cuando me dé la gana — bostezaba nuevamente — soy más poderoso que esos otros lados… pero me da pereza pelear

—desperdicias tu potencial

—lo conservo para las emergencias — un ronroneo más y el absoluto silencio. Así terminaba una discusión entre ellos dos

 

 

Escoria vs nueva escoria…

 

 

Hibari terminó con su última revisión hace dos días. Increíblemente su cuerpo estaba en perfectas condiciones, incluso superando los rangos promedios que un humano normal tendría y eso sólo lo hizo querer saber las limitaciones que podía tener. El proceso fue doloroso en extremo, mucho más porque el recibir una sola dosis de esa cosa no era suficiente y tuvo que pasar semanas y días en revisiones constantes por los índices de toxinas que su cuerpo adquiría. Las marcas que evidenciaban aquello estaban en su espalda, la misma que había tomado un color más opaco que el resto de su piel. Poco importaban los detalles, lo único que lo mantuvo cuerdo para soportar todo ese tiempo encerrado en una habitación que olía a medicamentos era… su ira

En su mente sólo estaba la maldita cara de ese castaño, de esa mirada altanera, sonrisa egocéntrica y pose superior. Ni siquiera sabía si la imagen que tenía en la cabeza era real, pues desde que el proceso de adaptación de su cuerpo empezó, no estaba seguro de lo que era verdadero y que no lo era. Las alucinaciones fueron constantes en ese periodo de tiempo, las imágenes confusas, las pesadillas y miles de sonidos; hasta podrían decir que había perdido la cordura en cierto momento. Hibari ocasionalmente sentía que algo no andaba bien con él, sentía las cosas con intensidad, su oído, olfato, vista, su tacto, todo era diferente y eso le ocasionaba una ligera confusión existencial. Tal vez empezaba a entender la forma de actuar de Xanxus

 

 

—no te distraigas mientras estás en el campo de batalla, escoria — jadeos, sólo eso se escuchaba

—Xanxus — abrió sus ojos y se dio cuenta de que su mente se había desconectado por varios momentos. Agarró el lado derecho de su cabeza e intentó centrarse en su alrededor — ¿dónde?

—escoria estúpida — dos pasos bastaron como para estar en frente del muchachito y lanzarle un golpe a puño cerrado, cuyo objetivo era volarle un par de dientes — ¡concéntrate!

—ugh — apenas logró colocar su brazo para bloquear el ataque hacia su rostro y saltó hacia atrás por inercia — hum — monosílabos sin sentido antes de empezar a correr hacia su oponente

—tu mente aún no se centra — escupe la sangre acumulada en su boca por el corte en el interior de su mejilla — si sigues así te volverás demente. Controla tus sentidos y oblígalos a ser tan sensibles como desees… o anúlalos cuando te molesten — lanza su cabeza hacia atrás y aun así escucha el silbido del viento que fue cortado por la fuerza del golpe de Kyoya

—¿cuánto tiempo? — pregunta antes de que su cuerpo se deje caer por la gravedad hasta que su mano izquierda se posa en el suelo y su pierna derecha se empuja para una patada precisa en el estómago de Xanxus

—¿eso importa? — detiene el ataque con facilidad. Sujeta la pierna del muchachito y con fuerza lo lanza lejos de su persona — tú sólo concéntrate en esta pelea, basura

—bien — es la única respuesta que da, porque sabe que es innecesario saber cuánto tiempo se perdió en sus propios pensamientos. Ocasionalmente era como si algo tomara el control de su cuerpo, su mente se separaba de su existencia física

—no te preocupes… quedarás tan cuerdo como cualquiera de esos ancianos — bostezaba mientras esquivaba el primer ataque del azabache y lanzaba su primer golpe serio que impactaba en el estómago del mismo — ¿o cómo creías que algunos siguen con vida?

—así que usan esta cosa — se refería a lo que sea que le hubiesen inyectado. Soportaba el dolor, soltaba el aire acumulado antes de gruñir y esquivar el siguiente golpe

—en pequeñísimas porciones — recibía el golpe frontal del muchacho, pero en vez de caer, le daba la vuelta a la situación pateando el tobillo del menor antes de llegar al suelo — es como su medicina de larga vida

—ugh — perdió el equilibrio, la caída hace que su cerebro vibre y su oído lanza una especie de pitido. Siente el zapato de Xanxus incrustarse en su estómago y contraataca golpeando la parte posterior de esa rodilla — malditos sean

—ellos ya saben cómo extender sus vidas, pero son egoístas y no comparten el secreto — Xanxus se ríe mientras pelea en el suelo con Hibari, golpeándose mientras ruedan por ese terreno desértico. Cada quien intenta tomar el control, someter al otro, ganar la afrenta y saber quién es superior. Son dos animales peleando por el liderazgo — así que buscan a gente como nosotros para… que sean conejillos de indias

—herbívoros bastardos

—así me gusta — gruñe antes de patearlo y lanzarlo lejos — entiendes en la posición en la que estamos. Somos sólo sus sirvientes

—¿no has pensado… en rebelarte? — Kyoya se limpia la sangre de su nariz y el polvo de su ropa — eres más fuerte que ellos

—no me hace falta, porque lo que yo quiero no es poder

—entonces, ¿qué?

—diversión — ríe como maniaco mientras se quita el sudor de la frente — y por lo que veo, tú también. Estar encerrado en un edificio, investigando acerca de la cura definitiva, los genes de la nueva raza y esas porquerías, no son mi estilo, basura

—ni el mío, herbívoro — confiesa antes de cerrar sus ojos y agudizar su oído. Escucha el ruido de un motor y sabe que su tiempo de “entrenamiento especial” se acabó

—entonces, ¿qué quieres, basura? — ni siquiera se gira para observar al camión que viene por ellos — escúpelo que estamos en confianza

—venganza

—me gusta cómo suena — sonríe mientras se estira y bosteza — y ahora tienes la libertad para hacer lo que te venga en gana… tienes el mismo nivel que ese montón de desechos animales llamados clase A

—hum… divertido — susurra mientras empieza a caminar en el sendero que Xanxus traza

 

 

Admira lo que van dejando de lado, su alrededor, su campo de batalla usado por los últimos tres días. Dos edificios en ruinas a su lado izquierdo, uno de ellos con tan solo el esqueleto de metal y el otro casi completo. Su derecha está desértica, pues sólo escombros se denotan y no hay rastros del negocio que tal vez existía hace tiempo. Hibari olfatea el aire y se marea levemente por el intenso aroma que apenas logró captar, pues olvidó que se privó del olfato por esa maldita razón. Los cuerpos acumulados por la calle principal despiden el aroma a muerte, putrefacción inicial y caos. En su cabeza aun retumban los gritos, gruñidos, súplicas, pero también recuerda la risa de Xanxus y su propia respiración agitada. Excitación y adrenalina

Esa era la ciudad que hace fechas fue atacada por los clase A que la armada de resguardo soltó. La masacre había convertido ese sitio en una ciudad fantasma en la que sólo vagabundos, clase A, B, C y animales convivían. Los altos mandos mandaron a Hibari y a Xanxus ahí para que su entrenamiento de temporada se diera, pues el menor de ellos tenía que seguir adaptándose a los cambios de su cuerpo y mente. Hibari suelta una sonrisa retorcida mientras patea un cuerpo que le impide seguir con su ruta. Todos los muertos son clase B y C usados como sus sacos de boxeo, criminales que no valían nada y cuyas muertes no afectarían a la sociedad y en vez de eso ayudarían a que las celdas dejaran de estar llenas. Además, como premio especial, hay dos cuerpos al inicio de la calle, ubicados allí precisamente para que los recién llegados los examinen con cuidado

Hibari se detiene a mirar uno de los cuerpos, lo reconoce, es una de las novatas que vio hace un tiempo y que desapareció después de que fallara su misión. La muchachita no murió en esa ocasión, pues al parecer intentaron hacerle lo mismo que a Hibari, inyectarle esa cosa extraña para que no muriera debido a las graves heridas, mas ese experimento falló. Según informaban los ancianos había dos caminos después de que las toxinas entraran en el cuerpo de alguien, una muerte rápidamente dolorosa o un “renacimiento” lento y extremadamente doloroso. Al menos eso pensaban Xanxus y Hibari hasta hace tres días, pero como siempre, esos vejetes mentían con todos los malditos dientes

Cuando llegaron a su campo de batalla hace tres días, un camión dejó dos paquetes junto con ellos. Al abrirlos, resonaron las cadenas de quienes estaban atados dentro de dos cajas de madera, con bozal, vendas, cadenas y esposas. Esos seres que tomaron un camino alternativo a la vida nueva o la muerte presurosa. Las toxinas al parecer, ocasionalmente, podían ser absorbidas de forma brutal, con rapidez, dar muerte ficticia al individuo, pero revivirlo después de unos cinco minutos con una característica distintiva y esa era la pérdida total de la capacidad pensante. Esos dos cuerpos ya no eran siquiera considerados humanos o animales; incluso las clases A, C, B no eran aceptadas para darles definición, pues ellos estaban fuera de jurisdicción. Esa fue la única explicación que les dio su superior antes de soltar a esas porquerías para que fueran la nueva amenaza para ambos carceleros

Aquellos que perdían por completo su capacidad razonante, y quedaban con nula esperanza de volver a recuperarla, eran basura usada para investigaciones, pero cuando ya no servían de nada eran cedidos al mejor postor. En ese caso eran Xanxus y Hibari los afortunados, quienes necesitaban unos muñecos de entrenamiento para saber qué tanto habían progresado en la asimilación del arma química cedida. En pocas palabras, esas dos figuras humanoides, eran sacrificios en son de los nuevos soldados superdotados que formarían parte de los carceleros especiales a servicio de los altos mandos… así de fácil. Así se trataba a los desechos.

 

 

—fueron duros de matar — se reía Xanxus quien ya estaba acomodado en un rincón del camión — ¿no lo crees, basura?

—¿hay más de esos? — ignoraba la pestilencia del lugar, anulaba su habilidad olfativa y se disponía a subir al camión

—no sé… es la primera vez que veo esa clase de engendros sin parte razonante — bostezaba con desgano — esos viejos jamás dejarán de sorprenderme

—hay más — declaraba a sabiendas de que era una posibilidad casi 100% verdadera

—supongo, porque esos viejecitos seguramente seguirán experimentando. Pero me importa una mierda

—¿me darán misiones, herbívoro? — Hibari preguntaba eso a quien le cedía su porción de comida para disfrutarla en el viaje

—mañana tiene la primera, los altos mandos dijeron que lo incorporaran a la armada nuevamente — el soldado ni se inmutaba

—maldición — se quejaba Xanxus quien arrancaba el plato de las manos del soldado — pensé que me lo dejarían para divertirme un tiempo más

—no soy tu juguete, herbívoro

—eres solo un cachorro ahora, basura. Eso tenlo presente — se burlaba Xanxus, pero no protestaba más de lo debido, porque esos tres días fueron lo suficientemente divertidos como para cortar su estrés y aburrimiento  

 

 

Tiempo… dos meses

 

 

El tiempo se le deslizaba entre los dedos con rapidez, como si fuera agua y no podía pararlo por más que deseara. Se la pasó realizando las tareas que se le eran encargadas en la adecuación de las habitaciones, todas, sin excepción, pues al regresar a su hogar notaron que su número había crecido. Eso era razonable ya que nunca regresaban todos, lo hacían por porciones y al mismo tiempo que algunos regresaban, otros eran enjaulados. Eso era una buena señal, pero significaba más trabajo que hacer

Tsuna ayudaba inicialmente a Yamamoto en la recuperación que tuvo que atravesar, pues apenas lograron salvarle la vida. Lo atendieron apenas llegó a la madriguera y aun así la pérdida de sangre y el daño interno eran graves, debido a que una de las balas atacó una zona importante. Después se dedicó a ayudar a Squalo con la herida del vientre a causa de la cesárea obligatoria para parto y por ende se encargó también del cuidado del bebé, pues nadie más estaba dispuesto a ayudar a un “bastardo”. El castaño jamás se arrepentiría de haber peleado porque Squalo se quedase hasta que su herida se cerrara adecuadamente, porque dejar que lo desterraran de la manada –pues el de cabellos blancos jamás cedería a su cachorro para que se deshicieran de él- sería una condena de muerte para ambos seres.

El castaño también tuvo que entrenar a los niños recién llegados a la manada, pues recibieron a dos jovencitos que, apenas fueron identificados como clase A, pasaron a las cárceles de la armada. Tsuna se ganó la lealtad de muchos quienes estaban enjaulados junto con él en esos tiempos, por eso no tuvo inconvenientes en integrarse a ciertos grupos donde no fuese atacado y a la vez integrar a esos dos. Habían dos clase A más, que ingresaron porque jamás formaron parte de alguna manada y ayudaron mucho en los escapes dados desde hace años por parte de la familia de Reborn. En fin, Tsuna junto con Skull y Reborn tomaban los roles importantes en la manada. Enseñanza, protección, liderazgo, cuidado de las futuras generaciones y estructuración de los niveles jerárquicos… pero había un problema

 

 

—ahí va la nueva cría — eran murmullos los que Tsuna escuchaba mientras caminaba por los pasillos

—mida… mida — un sonido animal retumbaba, pues en la madriguera podían entenderse sin problemas tan sólo usando palabras sin sentido o sonidos animales — grra… cría

—es verdad — reía el otro — será nuestro alimento si es que no logra demostrar su valor

—oh, mira ahí va la zorra del carcelero

—sólo sigue aquí porque tiene linda cara

—Reborn debería echarlo

—nos dará problemas

 

 

Con cada crítica hacia su persona o su cachorro, su sangre le hervía más y más. Eso no era para nada bueno, porque su lado maldito estaba latente por sobre todas las otras personalidades y la compasión no era una de sus cualidades. Incluso Reborn ya venía insinuando que debían arreglar aquel asunto y, claro, en algún punto eso se tenía que dar si es que querían mantener la estabilidad de la manada. Tsuna ya no era un niñito de ocho años que se asustaba por la presencia imponente de Reborn, era hora de enfrentarlo y así lo hizo en variadas ocasiones, pero no llegaban a ningún acuerdo. El castaño sabía que estaba siendo empujado a un solo camino factible para su bienestar y el de muchos que tal vez se irían integrando, pero no lo quería recorrer. Dos de sus personalidades no querían hacerlo, no dejaban de aferrarse a una creencia estúpida, un amor hacia quien les mostró compasión en una celda y sólo con eso tenía una pared que no podía pasar totalmente

Estaba luchando mentalmente con todas sus personalidades. Estaba tratando de no ceder a la locura y por, sobre todo, quería que sus personalidades aceptaran el destino con tal de salvar a su cachorro y a todos los demás, porque no era el único con el pánico del destierro o una muerte apresurada. Se mantenía en la manada, concentrado en las tareas que le impusieron y las que él quería realizar como extras, trataba de llevarse bien con Skull y todos los que estaban en su nivel y no buscaban pelea. Nagi y Mukuro eran de los pocos con quienes podía reírse mientras iba de cacería a las fronteras y a la vez obtenía apoyo, serenidad, todo lo que le hacía falta cuando estaba en la madriguera. En esos momentos donde su mente podía estabilizarse trataba de analizar la contra que daría a su situación… pero cada vez, la soga en su cuello se apretaba más

Yamamoto estaba encantado con el pequeño hijo de Squalo. Apenas estuvo recuperado completamente a las tres semanas de su llegada, y con autorización del médico, salió en busca del nuevo miembro del clan y desde ese punto no dejó de ser el escudo protector tanto para Susu, como para Squalo. Aquel tiburón, quien orgullosamente mostraba su cabello corto, se veía muy diferente de cuando estuvo aprisionado e incluso mostraba gratitud hacia el morocho que cuidaba de su hijo. Squalo se había cortado el cabello para fingir su muerte mediante otro cuerpo que asemejaba un poco su contextura. Una acción desesperada cuando se vio acorralado en medio de su escape a la zona este, pues se había equivocado de camino junto con sus compañeros y erraron en la localización de la madriguera que la manada usaba en esos tiempos

Tsuna no negaba que ese tiburón sabía saber las cosas, no por nada era uno de los sobrevivientes más longevos bajo la custodia de Xanxus y seguramente aprendió muchas cosas a la fuerza, pero ahora parecía más tranquilo y menos a la defensiva. Según el propio Squalo se quedó en la manada después de haberle roto una pierna a quien se atrevió a insultarlo a él y a su hijo, porque era su hijo y de ningún bastardo más. El tiburón no tuvo tantos problemas de convivencia con los demás durante su gestación, porque se la pasaba ayudando al jefe en sus planes teóricos. Además, en esa época el líder de todo era Verde y a él poco le importaba aceptar a los nuevos que llegaban con “paquete”. A Skull, el líder siguiente, quien tomó el cargo por mutuo acuerdo con Verde, tampoco tenía problemas para aceptar a los nuevos. Esos dos tenían el corazón blando en ese tema, pero con Reborn era diferente y con Tsuna igual

 

 

—hola, Susu. ¿Cómo estas, Susu? — reía Yamamoto mientras acurrucaba al pequeño cuerpo en su brazo derecho y con su mano libre, picaba las mejillas del bebé de cabellos negros — mírame Susu

—deja de hablarle como idiota — se quejaba el albino mientras, con ayuda de Tsuna, se levantaba de la cama, pues su herida aun no cerraba por completo, tal vez porque todas las vitaminas y protecciones inmunológicas fueron cedidas al bebé antes del parto, eso para asegurar que el niño naciera sano por completo. Al menos eso le explicó el doctor — lo volverás estúpido como tú

—vamos Squalo, déjalo — sonreía Tsuna mientras se acercaba a ver al infante que con muecas respondía a las atenciones del azabache — está feliz, ambos lo están

—me importa una mierda — se quejaba Squalo con fastidio — no quiero que le hable a mi hijo como si tratara con un idiota

—déjalo ser feliz. Sabes que su mayor sueño fue cargar a su propio hijo en brazos — sonrió Tsuna mientras regresaba con Squalo para sentarse a su lado. El castaño estaba feliz al ver que Yamamoto acariciaba las mejillas del pequeño y jugaba con esas pequeñas manos — al menos así tendremos al Yamamoto amable y no al asesino

—me preocupa ese lado que creó — el albino miraba al azabache con seriedad y este sonreía mientras jugaba con las manitas de su hijo — si se descontrola será un problema

—no lo hará — bostezó Tsuna, estaba cansado pues en esos días no paró de trabajar para acallar a su lado malvado — ambos lados saben que estamos en casa y que se respetan las normas obligatorias

—los escucho perfectamente. No finjan que no estoy aquí — criticaba Yamamoto haciendo una mueca dirigida hacia el bebé que abría sus ojos de vez en vez — no me descontrolaré, lo prometo

—dame a Susu — exigía Squalo estirando sus brazos

—deja que lo sostenga un rato más — sonrió Tsuna, palmeando la espalda del tiburón — Takeshi está ilusionado

—no quiero que pienses que puedes tomar el rol del otro padre de Susu, mi hijo — dictaminó Squalo acercándose hasta donde Yamamoto

—no lo haré — suspiró al entregarlo — pero al menos déjame estar cerca de él. Tsuna tiene razón, soy feliz al cuidar del pequeño. Además, con un bebé aquí, mi alma se calmará

—Susu es aún un rechazado — Squalo hacía una mueca al decir aquello, pues odiaba sentirse excluido de la manada a la que perteneció desde sus cinco años — no he podido defenderlo adecuadamente y aún estamos en la cuerda floja. Es mejor que no nos involucremos con los demás y eso te incluye, Takeshi

—somos dos — suspiró Tsuna mientras tanteaba su vientre aun plano — y se está volviendo difícil

—les sacaré los ojos mañana mismo y deberías hacer lo mismo Tsuna — mencionaba el albino mientras dejaba que su retoño le sujetara el dedo índice

—lo sé, pero no quería llegar a tales extremos — se quejaba Tsuna mientras se dirigía a la cama y se recostaba a plenitud

—somos más longevos de lo que parecemos. Nos hemos ganado un puesto cercano al de Reborn a costo de lágrimas y sudor… y si tengo que matar a alguien para que respeten mi posición, lo haré sin dudarlo ni un segundo — Squalo miraba a la nada. Era verdad que tenía la suficiente experiencia para igualar a los candidatos a sucesores, pero su mal carácter no le permitió ser candidato oficial para el puesto

—cálmate, lo harás llorar — habló Takeshi acercándose a Squalo cuando el bebé manoteo bruscamente y gimoteó

—diablos… lo siento Susu — suspiró Squalo, a veces olvidaba que esa pequeña criatura dependería completamente de él y no podía moverse bruscamente cuando lo cargaba — es solo que estoy alterado, porque tengo que defenderte, pequeño renacuajo — se refería a su hijo de esa forma. Así era como Squalo mostraba su cariño

—cálmate, mañana lo haremos — sonrió Tsuna mientras se acurrucaba en la tentadora cama — pero debes dejar a Susu con Takeshi. Él lo cuidará mientras nosotros rompemos algunos huesos

 

 

Mantener un lugar en la manada era una batalla diaria, requería dedicación, sacrificio ocasional, madurez y sentido de justicia. La longevidad te daba eso, pero había que saber aprovecharla y demostrarla porque si te dejabas pisotear sería la condena, después de todo, sólo los más fuertes sobrevivían y eran de utilidad. En ese punto todos renegaban de los carceleros, era obvio, años de maltrato traían odio inmedible, por eso los bebés con parte de esos genes eran desechados de las manadas dependiendo del líder. Ni siquiera los mayores participantes de las manadas se salvaban de ese juzgamiento

Byakuran asesinaba a los bebés antes de que estos nacieran, esa era la principal muestra de su autoridad absoluta y por eso las “madres” pertenecientes a ese clan huían de su gente, pero quedaban solos y eso los ponía en peligro. A pesar de que, en ese punto, las madres vivieran en conciencia permanente, no podían ingresar a las ciudades porque sus rostros serían detectados por los soldados y quedarse en un pueblito pequeño tampoco era conveniente, porque necesitarían de grandes cantidades de alimento que no podrían explicar. Otros líderes, como en el caso de Reborn, aceptaba a las “madres” pero las crías eran cosas diferentes. Se esperaba a que nacieran los cachorros y el líder daba dos opciones: la madre se quedaba, pero el niño se iba; o ambos se iban. Reborn no iba a matarlos, pero tampoco a aceptarlos. A veces la decisión de irse la tomaba la propia “madre” porque los maltratos por parte de los que rechazaban a la cría eran constantes y en ese punto estaban Tsuna y Squalo

Ambos hombres no se iban a quedar así, sin hacer nada, callados ante las ofensas de sus inferiores. Fue por eso que ya hartos de ser discriminados en su propia manada, dieron la contra esa mañana cuando el sol se mostraba resplandeciente en totalidad. Squalo besó la frente de su hijito antes de salir al exterior, pues ese día decidiría si partía o se quedaba. Confiaba en que Takeshi protegiera a Susu si es que algo saliese mal. Su herida ya estaba cerrada y era hora de enfrentar a su familia. Él fue quien dio el primer paso y de refilón observaba a Tsuna tronar sus dedos, preparado para yo que se venía. Caminaron despacio, por el pasillo, dando a notar su presencia, como tetando a que todos saliesen a curiosear

Era la hora antes del desayuno en grupo, así que las miradas llegaban solas y los gruñidos que soltaron algunos miembros sólo daban a entender que estaban listos para la pelea, pero dar batalla tampoco era fácil y eso los más jóvenes lo tenían presente. El uno estaba cursando su segundo mes y medio de gestación, podría perder a su bebé, pero era eso o aceptar un destino cruel meses después. El otro acababa de dejar la camilla después de la cesárea para dar a luz a su bebé, su herida podría ser abierta de nuevo a la fuerza y morir desangrado, o podía quedar permanentemente lesionado. El riesgo de ambos estaba al mismo nivel, pero en diferentes tiempos de ejecución y aun así… estaban fuera de la madriguera mirando a todos los que ya salieron para mirar lo que acontecería

 

 

—VOOOOIIIII… ¡mocosos insolentes! es hora de poner las cosas en orden — Squalo era el primero en mostrar sus dientes afilados. En su especie no solo sus colmillos crecían, sino todos sus dientes delanteros quedaban en segundo plano cuando una fila de dientes filosos posteriores a estos, crecían. Era un tiburón, tenía una hilera de “dagas” extra para mejor agarre y desgarre

—miren quienes salieron del refugio, ¿listos para largarse? — se burlaba el primero y los cuchicheos y gruñidos salían a flote instantáneamente

—¡es hora! Si tienen algún maldito problema conmigo o con Squalo es el momento en que lo exterioricen, mocosos idiotas — Tsuna podía ser un ángel, pero ahora mismo su mala personalidad estaba a flote

—¿qué pasó mocosos? ¿miedo de sus senpais? — se burlaba Squalo, él no estaba para juegos en esa ocasión

—para nada — dos ya se alistaban para el ataque. Eso se iba a poner interesante

—aquí mi puesto es más alto que los suyos — gruñó Tsuna apuntando a todos los chiquillos a su alrededor y por satisfacción deteniéndose en dos hermanitos que le dieron problemas desde el inicio. I-pin y Lambo se creyeron lo más preciado del mundo cuando se les permitió formar parte de la manada, pero les iba a mostrar lo errados que estaban — y se los voy a demostrar… ¡a las malas!

—¡jamás volverán a tratarnos como lo han estado haciendo! — Squalo tronó sus dedos mientras se relamía los labios

—hoy sabrán lo que verdaderamente somos — sonrió Tsuna justo antes de que el primer valiente jovencito se le echara encima

—mis más de cuatro décadas no son en vano — Squalo sonrió al ver que un muchacho fornido daba un paso hacia él — aunque… ¿quién cuenta la edad mientras estás enjaulado?

—nadie — sonrió una persona que se unía a los espectadores. De cabellos verdes, apariencia desalineada, bata blanca y que limpiaba sus lentes para disfrutar de la batalla — aquí nadie tiene edad… sólo experiencia — Verde no aparentaba más de treinta años al igual que los más “viejos” del clan y como todos los demás, disfrutaban de esas afrentas por asenso de nivel en la jerarquía

—¿no deberíamos detenerlos? — Skull se posó junto a Verde, él no iba a intervenir en esa ocasión, pues era una pelea por posición — se harán daño

—por el contrario — Verde hacía una mueca cuando un muchacho voló hacia su dirección — llamemos a Reborn, seguro y se divierte con nosotros

 

 Continuará... 

 

 

Notas finales:

 

Yo sólo diré que les daré dolor como en todo este fic, pero de diferente clase. Sigo tratando de que en cada capi su corazón se rompa o se agriete, ustedes me dirán si sigo en buen camino XD

Advertí que deberían abrir sus mentes, porque lo que trato de hacer es que se metan en la conciencia de alguien que toma la muerte como algo natural y esencial. Además, les recuerdo que la trama está en borrador, no puedo hacer cambios extremos y, aun así, hasta este punto se fijarán que tomé algunas de sus teorías, ideas, cosas que me dejaron por ahí y las he acoplado, aunque para los que no se fijan en detalle pudieron haber pasado por alto XD, pero claro, yo sigo disfrutando de leer cada review que me dejan y los responderé de a poco, con paciencia, porque me gusta ponerles atención y no hacerlo al apuro

Hasta este punto ha existido un romance medio macabro, torturas de diferentes formas, lealtad, fuerza letal, apareamiento (sip, nunca fue “sexo” o “hacer el amor” tomen eso en cuenta), pero hasta este punto nadie ha mostrado algo cercano a un amor… así que… ¿creen que les daré amor? Quien sabe, traten de convencerme y lo haré… quizá XD

Por cierto, me juzgaron por el accionar de Tsuna… no me enojo si me juzgan, venga, lancen su arena XD me gusta que critiquen cómo se hace la historia

Muchas gracias por leer y comentar~

Muchos besos~

 

PD: Para los que disfrutan del R27, tengo una historia que ya culminó y se llama “Todos fuimos personas” y un shot llamado “Debilidad”. Vayan a disfrutar de su ship por allí XD … una de las historias más hermosas que he hecho y de la que me enorgullezco… hasta estaba pensando en cambiar de OTP jomadres, pero eso ta difícil en este momento, hasta mi Nick me recuerda mi amor por el 1827 XD

 


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