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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

La desaparecida regresó y con ganas de jugar con sus mentes... ok no

Hoy es suave, como para celebrar mi regreso

Muchos besos~

 

 

Doble estadía…

 

 

¿Aburrirse? Jamás en su vida había estado tan poco aburrido como en ese momento, después de todo, cazar clase A era tan malditamente difícil que debía estar en riesgo de muerte cada maldito día de cada maldita misión y fuera de ella. Le designaron uno de los clase A resguardados en las celdas, del que no conocía nada, ni siquiera lo había pre-entrenado y con eso debía aguantarse hasta que completara el pedido de los viejecitos. Además, los nuevecitos ancianitos de la armada de resguardo, los cuales no sabían ni una mierda, le designaban tareas con niveles de dificultad elevada sin siquiera darle suficiente tiempo de descanso entre misiones. Definitivamente los nuevos líderes que acaban de incorporarse a esa armada, necesitaban un periodo de adaptación.

Kyoya definía ese tiempo como su apogeo de adrenalina sin imites y le gustaba en niveles anormales. Miraba a Xanxus a su lado, pues desde el mismo puto día en que se le fue inyectado esa cosa, aquel malhablado de ojos rojos pasó a ser como su hermano mayor, al menos así lo veían las autoridades. Los altos mandos los enviaban juntos a esas misiones constantes que ahora tenían, después de todo, debían rellenar las celdas que estaban bien dispuestas en el nuevo centro de mando de las armadas de resguardo.

Un edificio cayó hace meses, pero eso no significaba el final de una guerra de décadas en contra de algo que podía darles muerte. La armada perdió ese día y eso se convirtió en una mancha en su historia, mas era una nueva oportunidad también. Perdieron a todos los clase A cautivos, perdieron laboratorios, información y empleados, pero no estaban caídos en totalidad porque su esqueleto era fuerte y muchos huesos aún estaban intactos.

Las noticias fueron censuradas para no alarmar a los ciudadanos comunes, los pocos sobrevivientes fueron englobados y atendidos para que no murieran porque no querían tener más bajas en sus tropas. Identificaron las fallas y aciertos en las pocas grabaciones de las cámaras que quedaron intactas. Interrogaron a los sobrevivientes y finalmente tacharon culpables, cómplices y traidores. Después de suturar la herida, las cosas empezaban a sufrir un proceso de recomposición y rescate de las contadas cosas que se salvaron de ese campamento. Todo se reunía para trasladarse a otra cede. Ese ataque solo fue una pequeña pérdida para la armada nacional. Se repondrían y volverían a brillar. Así era todo el asunto.

Entonces… ¿quién era el monstruo? ¿El que quería venganza? ¿El que quería vivir?

Las armadas de resguardo se crearon para vengarse de los clase A que mataron a su gente. Los clase A mataban a los carceleros porque éstos mataron a los suyos. Los ancianos los torturaban por venganza y de paso para fomentar sus investigaciones. Los clase A organizaban esos escapes tras dejar muerte y destrucción para rescatar a los suyos y vengarse… entonces, ¿quién estaba en lo correcto? Nadie, porque era sólo un círculo vicioso que no se detenía nunca. Pero era encantador para quien sabía ingresar al sistema con su cuerpo fortificado, mente saturada de soledad y falta de interés por la maldita vida… en ese grupo estaban esos dos seres…

 

 

—¿De nuevo perdiéndote en tus pensamientos, escoria? — se escuchó un estruendo frente a ellos, quienes lideraban la cacería de ese día

—¿Y a ti qué te interesa? — gruñía bajito mientras miraba la dosis de ese día. Seguía siendo dolorosa, punzante y ardía como el infierno, pero debía admitir que le gustaba sentir el poderío que esa froga le daba

—Mete la aguja, saca el líquido — Xanxus se reía mientras él hacía eso con su brazo y terminaba por suspirar — con el tiempo te acostumbras, pero nunca deja de doler

—Cállate — advertía con fastidio. Hibari quería disfrutar de ese momento de éxtasis en su cuerpo

—No te fastidies, mocoso… los acorralaremos, así que será interesante — aspiraba por su nariz con fuerza y sonreía — adelante, escoria

 

 

Habían sido informados de un grupo de extranjeros que ingresó a la zona de guardia en esa comunidad. El reporte decía que eran seis personas, entre ellos dos niños, eso daba a entender que cuatro adultos estaban bien aptos para defenderse. La investigación ni siquiera se tuvo que dar porque uno de los “extranjeros” mostraba una característica particular. El rostro de ese clase A fue reconocido por uno de los soldados, el mismo que declaró haberlo visto en la masacre de hace mucho tiempo, pues él estaba incluido en las filas limitantes al sur de esa ciudad y estuvo a punto de dispararle porque el clase A se quiso salir de la línea trazada. Algo así nunca se olvida, el chico habló con sus superiores y por eso las alertas se encendieron

No esperaron a verificar la veracidad de la información y el ataque se dio ese mismísimo día; aunque sí tardaron dos horas en lograr que Hibari y Xanxus llegaran a la zona adecuada. Desde ese punto los dos involucrados ni siquiera comieron, salieron directamente a la zona precisa para cumplir con sus malditos trabajos. Ambos tenían razones diferentes para estar bien dispuestos; el uno venganza, el otro diversión y curiosidad. Dos carceleros especiales que estaban liderando las listas de misiones, por ese motivo se les permitía salir a cualquier hora y en cualquier lugar mientras cumplieran con la orden de vital importancia. En ese día, ambos defenderían su estatus nuevamente

Los clase A se habían dado cuenta de que estaban siendo espiados, disimuladamente planeaban abandonar la ciudad con rapidez, pero claro, fue su primer y último error. Ese intento de fuga fue la declaratoria de que el grupo ocultaba algo y la persecución se dio en medio de las calles de ese pueblo grande, lleno de callejones, pocas casitas de dos o tres pisos bien ubicadas. En la huida, todos ellos demostraron que eran lo que los soldados estaban buscando, clase A que huían a cuatro patas para que el escape fuese más eficiente. Dos patrullas actuaron al mismo tiempo, cortando el paso de los clase A casi a la salida del pueblo, entonces el caos inició. Lo demás fue un juego del gato y al ratón, pues el enemigo no estaba dispuesto a dejarse capturar.

Rehenes sacrificados, soldados heridos o muertos y dos carceleros que ya estaban bien dispuestos para aplicar la tortura necesaria y sometimiento presuroso. El plan iniciaba.

Aun así, los objetivos seguían intentando huir, metiéndose en el sistema de distribución de agua, en las alcantarillas, dividiéndose en grupos pequeños para despistar a los perseguidores, era una batalla en contra del tiempo y la fatiga. Mas no fue efectivo. Al final todos terminaron acorralados en el subsuelo del edificio más grande de ese pueblo y que albergaba a una fábrica textil de renombre para esa zona. No había escapatoria. Estaban en el piso de almacenamiento, con balcones elevados usados para contar las telas sin tener que bajar las escaleras, era semejante a una arena de lucha y espacios VIP para que los reyes vieran a los esclavos matarse entre sí.

Esos balcones eran simples espacios de inspección visual, pero en ese punto sólo se albergaba a francotiradores especializados en asesinar al enemigo de un disparo certero. Los clase A jadeaban debido al esfuerzo de todo esas carreras inútiles, pues en medio de su camino habían tenido que enfrentar al menos a uno de los carceleros malnacidos que se equiparaban con sus fuerzas. Pelea de monstruos contra monstruos, pero alguien debía ganar y ese grupo estaba más inclinado en la balanza. Dos adultos heridos, el uno de gravedad que sangraba en abundancia por uno de sus costados. Dos niños asustados que se aferraban a las dos mujeres que gruñían contra los soldados

Las balas fueron usadas sin siquiera pensarlo, pues debían detener los pasos de sus víctimas. Mas, la familia nunca dejaría de estar primero y por eso el clase A herido recibió las municiones para salvar a los más jóvenes que estaban detrás de él. Un sacrificio previsible para los de su clase e impresionante para los carceleros. Los otros tres adultos formaron un escudo de protección mientras se miraban de refilón para analizar un escape prudente. Los niños -uno pequeño de tal vez cinco años, el otro de once o más- se aferraban entre ellos por el pánico. Al otro lado de esa historia estaba Xanxus, quien reía mientras descendía las escaleras para alcanzar a Kyoya, que ya estaba en frente del grupo mostrando sus tonfas y mirándolos con rabia… los azabaches odiaban a esa pútrida raza y disfrutaban de darles caza

 

 

—Acorralados como las ratas que son — el mayor de los carceleros suicidas bajaba cada escalón pisando fuerte, solamente para ver a esos mocosos casi orinarse del miedo

—No dejaré que nos atrapen — respondía el herido mientras bajaba sus brazos y dejaba que, en el piso, las gotas de sangre que brotaban de sus heridas redondeadas se acumularan

— ¿Acaso no ves tu situación actual, herbívoro? — Criticaba Hibari mientras limpiaba algo de polvo inexistente de su costado — ¿Quién será el primero?

— ¡Ahora! — una voz ajena a la conversación se dio, pero cuando identificaron la procedencia de la misma, un par de gritos agudos estallaron con potencia

— ¡Iori! ¡Take! — una de las mujeres, aún sanas, se alteró al escuchar a las criaturas detrás de ellos quejarse y caer — demonios, no — los protegió con su cuerpo para que nada les ocurriera y, aun así, al parecer esos imbéciles hallaron un hueco en la defensa — no… no se duerman — suplicaba mientras, con rabia, sacaba el par de dardos que habían sido incrustados en el pecho de los niños — joder

—¿Cómo están? — hablaba el mayor de los clase A que estaba herido mientras su compañero les gruñía a todos los presentes en los balcones. El segundo estaba listo para pelear con el azabache de ojos azulados y mostraba sus garras bien dispuestas a proceder con el desgarre

—Perdieron la consciencia — se quejaba la pelinegra mientras zarandeaba a uno de los pequeños, pero en ninguno había respuesta. El único alivio que tenían era que ambos menores seguían respirando — un tranquilizante directo al corazón… uno fuerte… son unos… — miró a los que portaban las armas, los identificaba como sus presas inmediatas. Con la familia nadie se podía meter

—Me interesan esos niños — esa voz varonil y desconocida provenía de un alto mando que levantaba su mano en una señal militar que predecía la preparación de los soldados y armas para el siguiente disparo. El plan era abrirse camino para obtener a sus presas, o mejor dicho, sus cuerpos experimentales — ustedes, los adultos, también, pero si me impiden tomar a esos niños… los mataremos sin remordimientos

—¡Oye, vejete! — Criticaba Xanxus mirando con desprecio a su superior — ¡Esos tipos son míos! Yo los torturaré y no permitiré que ustedes les metan alguna bala sin mi permiso

—Cumple tu obligación y calla — pero justo antes de que diera la nueva orden para disparar, una tonfa lo atacó y apenas pudo esquivarla — ¡Joder! Tú también Hibari. ¡Son un par de idiotas!

—Son míos — Kyoya gruñó bajito dándole la espalda a aquel grupo de francotiradores. Él no estaba de humor para compartir su diversión con idiotas que no apreciaban la adrenalina de una buena pelea —. No te metas, herbívoro — Sintió que alguien se lanzaba a atacarlo y eso le hizo sonreír

—Cuida tu espalda — fue la advertencia del hombre herido de ese pequeño grupo de clase A antes de lanzarse para taclear a Hibari y empezar con la primera contienda. No cabía duda, los clase A poseían una envidiable resistencia al dolor y a las heridas

—¡Así me gusta, escoria! — sonreía Xanxus mientras se adelantaba para enfrentar al otro hombre, pero en vez de eso se vio enfrentando a una mujer

—¡Ni creas que te dejaré acercarte a nuestros niños!

—Maldita zorra — reía antes de evitar un zarpazo y proporcionar una patada. Las cosas se ponían interesantes desde ese punto

 

 

Animales que estaban acorralados sólo se defendían por necesidad e instinto. Peleaban con ímpetu pues debían, como sea, salir de allí. Llevaban niños consigo, por ellos debían sobrevivir y evitar una condena detrás de barrotes de acero que no podían romper.  Ellos solamente eran un pequeño grupo que estaba viajando hacia la otra madriguera de la manada y desviaron su ruta por provisiones, pero no esperaron que algo así sucediera. Simplemente no podían ser capturados en ese lugar porque sería estúpido, pues ni siquiera eran un grupo de caza y tenían dos niños pequeños que aun ni sabían ni morder adecuadamente.

Una sola mujer se puso enfrente de los dos cuerpecitos que dormían ignorando la pelea ajena. Dos clase A que, con garras y colmillos, atacaban a los dos carceleros y rodaban por el piso para tratar de matar al oponente. Nadie más que esos dos importaba. Los “asesinos” estaban conscientes de que Xanxus y Hibari eran su mayor reto, esa fue la mayor información que Verde les dio. La manada no ignoraba los detalles sobre el químico que usaba la armada de resguardo para generar a sus mejores soldados, dicha carta de triunfo les costó dos espías, pero lo valió. Un clase A más, enfrentaba a los francotiradores lanzándoles cosas, evitando las balas dirigidas hacia él y las que intentasen llegar a alguno de los suyos. Era un trabajo coordinado solamente por un rugido que uno de ellos dio, así se comunicaban con mayor facilidad y había mínimas posibilidades de que los soldados supieran su estrategia

Desesperación acrecentada cuando una bala se incrustó en la mujer que defendía a los niños. Dolor cuando uno de ellos terminaba en el suelo con el carcelero encima, siendo golpeado con brutalidad antes de que pudiera reaccionar y aplicar el mismo castigo contra el adversario. Eran fuertes, eran duros mentalmente, pero no podían concentrarse totalmente porque tenían a dos criaturas susurrantes que se quejaban debido a algún dolor que, a pesar de la dosis de tranquilizantes, sentían. Los adultos pensaban en los más jóvenes, en la vida que llevarían de ser el caso en que los llegasen a capturar, del dolor de las torturas y el encierro… no querían eso para la nueva generación, pero la primera secuencia de disparos con balas reales los detuvo en seco

Cinco disparos seguidos que dieron en la pared detrás de ellos.

 

 

—¡Ya basta de esta mierda! — gruñía el alto cargo después de ver como esos animales se peleaban con los soldados especiales de la armada — ¡Ataquen y traigan a todos vivos! pero recuerden que los niños son prioridad

—¡SON MIS BASURAS!

—¡Cállate, Xanxus! — ordenó sin inmutarse por la ira ajena que tal vez le pudiera dar muerte — tu trabajo ya se hizo, están acorralados. Ahora vete… y tú también Hibari

—A mí no me ordenas nada, herbívoro — se quejaba mientras seguía enfrentando a una de las mujeres

—Malditos altaneros — la orden era dada con un solo movimiento de la mano. Disparos que se darían… de no ser porque algo golpeó al primer francotirador

—No… no lo harán — la mujer que había tomado el relevo para la protección de los niños jadeaba debido al esfuerzo de haber luchado y de la sangre que descendía de su ceja, pues Xanxus eran una bestia que usaba cualquier tipo de arma sin importarle si era justo o no. Los cuchillos eran sus favoritos — no los dejaré

—mujer, no tienes la fuerza — se burló alguno de los soldados escondidos detrás de cascos usados para protegerse de un ataque letal en un órgano vital

—¡QUE NO LOS DEJARÉ! — un grito que hizo temblar a todos, porque resonó en las paredes del lugar. Además, el bulto que les fue lanzado acabó por derribar a tres soldados de uno de los balcones y puso a los demás alerta ante cualquier movimiento — no lo haré — jadeó con desesperación mientras se limpiaba la sangre de la nariz y se unía a la otra que protegía a los niños

—No hay opción. Están acorralados

—No dejaré que mi hijo pase por lo que yo pasé — se quejaba el muchacho de ojos negros y cabellos azulado mientras tomaba en brazos a su pequeño hijo de cinco años. El clase A miraba con ternura a su descendiente para después abrazarlo y refugiarlo en su pecho — torturas, dolor, muerte, hambre, experimentos… daño

—Es hora… acaben con ellos — exigió el alto mando, pero ahora fue Xanxus quien les lanzó algo para que se callasen

—Nosotros los atrapamos. Dejen de quitarnos la maldita diversión, escorias

—NO DEJARÉ QUE MI HIJO PASE POR ESO — cada uno de los enemigos se alejó de los carceleros y se volvieron un grupo de nuevo. Un pequeño escuadrón cansado porque no fue fácil huir del peligro y ahora estaban sin salida. Nuevos soldados armados aparecían por las rendijas, acortando las posibilidades de huida

—¿Cómo quieres impedirlo? — Kyoya fue el que miró al clase A que empezaba a llorar desconsoladamente mientras apretaba a su hijo contra su pecho — eres nuestro ahora, y los demás también

—¡No! ¡De alguna forma escaparemos! — la castaña del grupo mostró sus garras e intentó hallar un lado vulnerable por el que atacar en el balcón a su derecha — ¡Jamás volveremos a las jaulas!

—Di eso de nuevo — pero sin dar tiempo, Xanxus arremetió contra la chica para frustrar el salto de la mujer para alcanzar a los soldados — eres basura — la golpeó en el estómago usando su rodilla, la abofeteó y al final la agarró del cabello para lanzarla en contra del otro clase A

—Están condenados — Kyoya atacó a la otra mujer que intentó lo mismo que su compañera

—¡Disparen! — fue la orden de superior y el macho herido se interpuso en el sendero de esa bala dirigida al hombre que protegía a los niños — ¡otra vez!

—¡Jamás nos rendiremos! — criticó el recién herido mientras se paraba y gruñía — los mataremos — pero otro disparo llegó y con ese, dos más. Los clase A intentaban defenderse, pero parecía inútil porque los enemigos aumentaban. Lanzaban cosas para derribar enemigos, más ellos no parecían ceder

—¡Dardos! — Advirtió la mujer azabache y se interpuso en el curso de esas cosas, arrojando un bulto de tela para que actuara como escudo —. Nos quieren detener como sea

—Entonces… — desesperación en un padre que veía a su hijo dormir por completo. Miles de caminos en su mente, pero escogió el que le certificaba la libertad de su pequeño… y lo tomó — ¡NO DEJARÉ QUE MI HIJO SUFRA! — sus pupilas se contrajeron hasta formar solamente dos círculos negros llenos de… locura

—¡Te he dicho que es inútil! — aclaró el jefe de ese ataque mientras daba la orden de disparar los tranquilizantes y empezar con la preparación de las municiones con toxinas necesarias para paralizar por completo al enemigo

—¡NO LO ES! — gritó lleno de furia mientras alejaba a su hijo de su pecho y con un brazo lo sostenía para verlo por completo. Un cuerpo pequeño que no merecía sufrir las atrocidades de esos seres que se auto denominaban “humanos”— ¡NO LE HARÁN DAÑO!

—Inútil — insultó el capitán — ¡Disparen ahora! ¡Duérmalos! ¡Intoxíquenlos!

—¡MI HIJO NO SUFRIRÁ BAJO SUS MALTRATOS!

 

 

Alguien gritó con furia antes de que la orden del líder de ese escuadrón se cumpliera. Todos se quedaron de piedra y el silencio acunaba el horror.

Alguien dio una orden y alguien sucumbió a la desesperación. Las garras de un padre se desplegaron, apuntaron y se incrustaron en el objetivo con tal rapidez que ni siquiera sus allegados pudieron preverlo. Las lágrimas de ese hombre se combinaron con la sangre que saltó a su rostro y el último respiro y queja de ese pequeño cuerpo. Un solo movimiento y una acción que estremeció a todos los presentes, incluso a los propios clase A. Un grito agónico de un padre mientras veía la sangre brotar de la herida en el pecho de un niño de cinco años o un poco más. Un infante que abrió levemente sus ojos como reflejo del impacto de aquello que le dio muerte a través de una herida letal en un órgano vital.

Las garras del padre atravesaron el pecho del hijo.

Un acto cruel destinado solamente a la salvación de un alma que desconocía lo que era el dolor.

Una negativa a la imposición que les fue impuesta para su vida.

 

 

—Mi niño — lloraba con voz aguda dejando que su pecho se contrajera erradamente debido a la respiración irregular que le ocasionaba sus hipidos. Sollozaba y gritaba mientras iba retirando su mano ensangrentada de ese cuerpecito que rápidamente perdía calor y color. Un charco de sangre se formaba debajo de ese ser que ya no respiraba — ¡MI HIJO! — reclamaba al cielo que no podía ver porque estaba dentro de ese maldito edificio

—Has matado a tu propio hijo — reclamó el alto mando quien, asqueado al ver esa escena y escuchar esos quejidos asquerosos, chasqueó su lengua. Todo parecía haberse detenido, porque nada más que el llanto del padre se oía  

—MI HIJO NO PASARÁ POR ESE DOLOR… MI HIJO A MUERTO CON SU ALMA PURA… MI HIJO JAMÁS SERÁ USADO COMO MUÑECO DE LABORATORIO — sus oraciones se cortaban solamente cuando aspiraba el aire necesario para gritar. Expresaba su dolor mientras rasgaba sus cuerdas vocales a través de ese cántico desesperado

—Medidas desesperadas — susurró quien ya había recibido varias balas y estaba arrodillado en el suelo, aguantando la lucidez por necesidad — ¡MORIREMOS LIBRES ENTONCES! — gritó y sin dar aviso saltó hacia donde el otro niño aún dormía

—¡Suicidio! — Se alteró el capitán — ¡No lo permitan! ¡Necesitamos a esos niños!

—LIBERTAD HASTA LA MUERTE — gritó la castaña — ¡HANA AYÚDAME!

—¡Arriba, Kyoko! — jadeó mientras impedía que alguno de esos dardos llegase o impidieran que el mayor de ellos mostrara sus garras y se lanzara contra el menor de los clase A vivos

—LIBERTAD DE POR VIDA — gritó el asesino antes de clavar su mano en el pecho del niño y darle muerte rápida, sin dolor alguno. Se escuchó los huesos crujir cuando ese hombre logró su acometido — mi hijo… murió libre — sollozó, porque entendió el dolor de su compañero… Matar a un hijo no era, ni sería fácil, jamás

—¡Demonios! — Los soldados apretaron los puños. El capitán estalló en furia — ¡Atrapen a todos los sobrevivientes ahora!

—LIBERTAD — gritó el primer padre mientras lloraba todavía y veía a su compañero

—HASTA LA MUERTE — repitió el otro mientras desplegaba sus garras nuevamente. Ya sin importarle los dardos, ambos se enfrentaron contra el otro.

—¡Deténgalos!

 

 

Pero nadie puede parar su deseo por tener una vida sin ataduras. Elegir entre: morir libre y vivir soportando torturas constantes, era fácil, por eso ni siquiera pestañearon antes de atravesar el pecho del contrario con la fuerza absoluta como para no tener error alguno. Tal vez ellos no podían suicidarse, pero matarse entre hermanos… eso sí que podían hacerlo. Al final eligieron la libertad a la que no estaban destinados. Al final todos lloraban por la emoción y la desdicha conjugadas en una sola situación.

Los dos hombres sonreían al juntar sus frentes y sentir su última respiración. Sus lágrimas brotaban aún, pero el arrepentimiento no estaba allí. Soltaron su último aliento y con ojos abiertos cayeron al suelo. Rodillas primero, después la gravedad hizo el resto, de tal forma que aún unidos por su último ataque, perecieron… pero murieron en libertad, guardándose los secretos de su familia en sus mentes y cuerpos. Sin dolor extendido, sin soportar torturas de años interminables, sin preocuparse por el tiempo que les restara de vida dentro de una celda fría y oscura. Ellos murieron felices porque su sangre tampoco viviría aquel suplicio

 

 

—Kyoko — sonrió Hana mientras corría en dirección de su compañera. Las lágrimas de ambas mojaban sus mejillas, pero ya tomaron una decisión.

—Fue un placer — sonrió la otra, pero escucharon los pasos que intentaban detenerlas y los disparos que resonaron para predecir el desastre. Aun así, luchan

—¡Ataquen! ¡Las quiero vivas! — ordenó el alto mando. Dispararon a discreción para herir y detener, pero no para matar

—LIBERTAD — es el último grito a la par que se dan las féminas antes de atacarse entre ellas

 

 

Después de aquello sólo hubo sonidos de balas, detonaciones que hacían eco constante, gritos, órdenes, insultos, maldiciones. Desde entonces la armada sabe que los clase A entran en desesperación y prefieren la muerte a perder su libertad… deberán ser más cuidadosos desde este punto.

¿Y los carceleros especiales? Ellos perdieron interés cuando vieron lo patéticos que podían ser sus oponentes. Si los clase A perdieron la voluntad de vivir y pelear, se volvieron basura despreciable que no merecía atención. Hibari Y Xanxus ni siquiera se quedaron a mirar el desenlace de esa masacre, a paso constante salieron del lugar, dando la espalda al enemigo y sin importarle las innumerables balas y dardos que fueron usados.

 

 

—Fue un desperdicio el venir aquí

—Esas escorias son una patada en el trasero

 

 

Tiempo…

 

 

—¿Qué haremos después de trasladarnos? — el castaño picaba la mejilla de su esposo mientras se cubría con la manta usando su mano libre

—Descansar, ¿qué más? — mostraba desinterés por aquella duda, le gustaba más recostarse y sentir el calor contrario

—Sabes a lo que me refiero — recriminaba con una sonrisita divertida mientras agarraba una de las patillas, la estiraba, soltaba y la veía retornar a su posición original. Jugaba con ella una y otra vez porque desde que era pequeño quiso hacer aquello, era irónico que solamente casándose con Reborn ese privilegio le fuera cedido

—Tal vez juguemos un rato con el hijo de Squalo para que entrenes en ese aspecto… — alejaba esas manos traviesas y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios — Haremos el amor hasta que desmayes

—Reborn — se quejó con seriedad mientras se acomodaba encima del mencionado — ¿podrías NO decir eso mientras aún estas dentro de mí? — frunció su ceño apuntando a la desnudez de ambos. Tsuna sentado encima del mayor y la cobija que se colocó antes, apenas proporcionaba una sombra ligera que no ocultaba lo que acababan de hacer

—Claro que no — se movía a propósito, elevando su cadera levemente y con eso causaba que en el interior de Tsuna hubiese un roce el cual provocaba un gemido — oh… estás sensible aún — divertirse acosta del castaño era su pasatiempo — ¿Quieres otra ronda?

—Podrías respetar mi barriga de cinco meses. — sujetaba su vientre y golpeaba la frente de Reborn con tres de sus dedos — Sé que estás en tu maldito celo… pero eso no te da derecho a abusar

—Bien que lo has disfrutado estos dos días

—Mi deber es atenderte — fruncía el ceño al mirar esos ojos negros llenos de malicia — Te pones demasiado posesivo en esta época y no ha sido divertido ver que casi atacas a dos de los nuestros sólo porque me daban la mano para levantarme de la mesa del comedor, ¿qué más podría hacer?

—Insisto — sonrió divertido — otra ronda

—Desgraciado — se quejó mientras acariciaba la curva de su vientre ahora notable — cállate o me enfadaré en serio

—Tengo unos días más así… disfrútame tanto como puedas

—Como si no me bastara con las noches sin tu celo — criticaba y golpeaba la frente del mencionado — ahora estás mucho peor y estoy cansado

—No frunzas el ceño — poco le importaba el reclamo dado. Tsuna bien sabía que su especie no controlaba el lívido con efectividad — te saldrán arrugas

—Si los demás miembros de la manada supieran cómo eres cuando estás “relajado” seguro te destituyen del puesto como líder. Narcisista de quinta — sobaba su sien con suavidad reflejando su molestia — por eso “él” no quiere tomar mi lugar

—¿Qué te ha dicho? — retiraba los pocos mechones de la frente del castaño y consideraba en que todos en la manada se empezaran a cortar el cabello, el exceso de ese solamente dificultaba su aseo — mejor dicho, ¿qué te han dicho todos?

—El melancólico ni qué decir — suspiraba mientras se dejaba acicalar, las caricias del azabache siempre le gustaron, aunque no lo afirmara en voz alta — sabes cómo es y lo que piensa de este matrimonio. El humanista sigue enclaustrado en una esquina de mi subconsciente, se niega a aceptar la realidad… jodido idiota. No sé ni por qué fue creado, debí devorarlo cuando pude

—Necesitas de esa parte, caso contrario tu “alma” no estaría completa y perdería al castañito adorable que crié

—Claro — rodaba los ojos con fastidio — ahora… Tsu-Tsu como se llama a sí mismo, él no quiere tomar el control del cuerpo

—¿Alguna razón en especial?

—La última vez que se quedó contigo al parecer abusaste mucho de él — por el enfado hasta tenía un tic en su ceja izquierda — sabes que el perezoso odia agotarse y en esa ocasión… ¿qué demonios le hiciste?

—Nada de lo que se quejara — sonrió de medio lado — parecía disfrutarlo y hasta suplicaba por más

—Bueno, gracias a “eso” — suspiró profundamente ya que obviamente “eso” era “sexo” — no quiere salir mientras tu celo esté presente. Sólo se mostrará cuando tu prometas ser todo cursi y sin malas intenciones

—¿Acaso no le gustó?

—¡Deja de burlarte! — apretaba las mejillas de Reborn con fuerza — es agotador mantener una de mis personalidades constantemente. Necesito descanso. Quiero alejarme de tu maldita posesividad por lo menos un día

—Saca a alguno de los otros dos entonces — alejó aquellas manos y las mordió levemente como reprimenda

—No estoy loco… tú muy bien sabes por qué los protejo tanto

—Algún día tendrán que salir y enfrentarme. Su peor miedo se hará realidad así tenga que forzarlos… caerán ante mi autoridad aún si no quieren — sus miradas se conectaban mientras sus palabras salían, de esa forma confirmaban que ninguno estaba bromeando

—Así no funciona esto — suspiró acariciando sus leves rasguños en las muñecas — necesito estabilidad y no pelea con mis otros “yo” … necesito paz y meditación para llegar a un pacto con todas mis partes y explicarles cómo demonios va el asunto. No puedo seguir almacenando tantas memorias 

—Entonces debemos dejarte en un sitio estable — suspiró antes de sentarse con cuidado rodeando la cintura ajena con su brazo y cediendo un beso casto, dulce. Era hora de ponerse serio — el siguiente será el final

—Piensa en tu hija también — susurraba mientras posaba su mejilla en el espacio entre el cuello y hombro del mayor

—Pienso en todos, Tsuna — acariciaba la mejilla del menor y volvía a besarlo con ternura. Aquellas cosas eran algo que sólo haría con el castaño y que nadie más podría ver, porque era un detalle sólo para quien eligiera y ese era Tsuna. Nadie más

—Oh gran líder… — se burlaba sin cambiar su tono de voz serio — aún no olvido que perdimos a tres miembros por tu última estupidez. ¿No te bastaron con las otras pérdidas que no fueron planeadas?

—¿Quieres pelear, Tsuna, y mientras estamos unidos?

—Te lo advertí antes y lo hago ahora… basta de tu sed de venganza — se alejaba del mayor para acunar el rostro ajeno entre sus manos — En soledad no podremos matar a todos los carceleros y liberar a toda nuestra raza

—Estás tentando tu suerte, Tsuna — frunció su ceño. Podría amarlo mucho, pero que lo desafiara no lo iba a tolerar

—Quiero que recapacites — regañaba mientras sujetaba las mejillas de Reborn y lo miraba — no te arriesgues, porque si te perdemos… estamos muertos — Tsuna estaba consciente de que era uno de los poco capaz de abrirle los ojos al cabezota de su líder

—Si me pierdes, ¿sufrirías?

—No preguntes algo que ya sabes, Reborn — sonrió ampliamente

—Elegí bien contigo, muchacho… Y está bien. Dejare todo allí… por ahora

—Idiota — susurraba resignado mientras deslizaba sus dedos por las patillas rizadas — un maldito idiota que tengo que cuidar

—Qué tierno esposo tengo — y un golpe más en su frente se daba.

 

 

Así había sido desde que su matrimonio se hizo. Afrentas diarias y peleas que terminaban con un beso forzado y un golpe suave. Comunicación constante y diferencia de opiniones. Eran dos personas con diferentes visiones con respecto al liderazgo.

 

 

Manchitas…

 

 

Esa manada estaba bien organizada y cada tarea era dura… pero ser niñeras sobrepasaba los límites tolerables. Cuidar de un niño era un trabajo duro y extenuante. I-pin y Lambo lo comprobaron de primera mano y no entendían cómo demonios Tsuna y esa barriga lo hacían con mucha naturalidad, al igual que cualquier clase A que fuese asignado de niñera en esos días.

Las tareas se turnaban cada semana, era la ley vigente, aunque había fechas especiales en donde eso no se cumplía. Una muestra clara fue la última semana en donde los dos excarceleros quedaron a cargo de Yamamoto en las cunas, después de todo, Tsuna tenía que estar con Reborn en el maldito celo del líder. Cabe decir que Lambo se pasó de malhumor cada maldita hora de ese periodo de tiempo, frustrado porque no lo buscaron a él en esa etapa importante. Mas, después de superar ese obstáculo en su rutina, regresó la tradicional forma de entrenamiento. Gruñidos, palabras duras, golpes por parte del castaño para que el inferior aprendiera a comportarse, y como castigo extra, días más en esa tarea de niñera. I-pin admiraba el autocontrol de ese castaño, pues hasta ella se fastidió de tanto escuchar a su hermano quejarse y muchas veces se peleó con él hasta llegar a los golpes, pero Tsuna parecía simplemente ajeno a todo y seguía riendo cuando cuidaba de los niños del lugar

Debido al mal comportamiento de uno de los hermanos sus días se extendían, pues Tsuna les hizo entender a las malas que en una familia el castigo se lo lleva en grupos. Un error individual afectaba a toda la manada, esa era la lección más importante a impartir y Tsuna se los repitió hasta el cansancio. I-pin y Lambo ya habían participado en otras actividades, querían regresar a las cacerías, entrenamientos, hasta la limpieza, pero no, se quedaban en las cunas y guardería. Día tras día era la misma falta de motivación, quejas, peleas, pero en cierto punto comprendieron que, si no lograban hacer bien su trabajo jamás saldrían de ahí y ese fue un alivio para su “maestro”

Los hermanos algo bueno sacaron del encierro al que se vieron obligados a pasar. Entendieron que el sistema estaba bien organizado, pues en los cuneros estaban los bebés de todos los miembros de la manada, fueran o no fueran clase A. La siguiente generación era alimentada sin distinción, tratados con amor del mismo nivel aún si no fuera el padre del cachorro quien estuviera ahí. Los mayores a veces optaban por dejar a los bebés en la “guardería” debido a las tareas difíciles que cumplían, pero generalmente los menores de tres años estaban con sus padres constantemente. Squalo era uno de los que no dejaban a su hijo más de cuatro horas en las cunas, después él mismo se metía a ayudar en la sección de cuneros o jugaba con los niños pequeños para enseñarles habilidades básicas de combate y cacería. Otro ejemplo clave era Yamamoto, quien, si estaba consciente y en su personalidad amable, se pasaba casi todo el día con los bebés

Después de casi dos meses en esa tarea tediosa al fin lograron salir. Su absolución fue dada por propia autorización de Tsuna quien reconoció que ambos hermanos lograron entender la importancia de los cuneros. La dicha de ambos hermanos se reflejaba en los grititos emocionados que poco duraron, pues fueron enviados a los entrenamientos con los niños de cinco años en adelante. Ese era otro reto a superar pues tenían que impartir conocimientos básicos de literatura, matemática y enseñarles que su parte animal no debía dominarlos. Maldijeron a diestra y siniestra, pero incluso Reborn les dio la misma orden que los otros superiores en la manada. No tenían opción

Tsuna los guio en todo ese proceso y no había opción a reclamo. Fue tedioso inicialmente, pero I-pin terminó acostumbrándose y abriéndose poco a poco, de tal forma que por medio de Tsuna aprendía algunas cosas que ignoraba; como la forma en que los colmillos salían bajo voluntad o la forma de mantener sus sentidos auditivos y de olfato bajo control para que no fueran una molestia constante cuando los olores eran demasiados fuertes, y lo más importante… Tsuna sabía detalles que ellos desconocían, no por nada era mayor. El castaño conoció a la madre de ambos hermanos

 

 

—Era hermosa — sonreía Tsuna mientras su lado humanista brotaba después de un largo tiempo. Éste se limitaba a sentarse en medio del piso, un poco alejado de donde los niños atendían al profesor de turno — con un carácter dócil… supongo que de eso no tienes nada, I-pin

—Reborn me cedió lo peor de si — se reía bajito mientras veía como Lambo cargaba a uno de los niños que se quería escapar de las clases y lo volvía a sentar frente a la pizarra que habían sacado a las afueras de la madriguera para la enseñanza

—Dejaste de llamarlo padre desde hace algún tiempo… deberías a volver a decirle así — sonrió con cariño mientras frotaba su abultado vientre, el mismo que le impedía moverse demasiado — le gustará oírlo, aunque no lo diga

—Es un infeliz — bufó pues se llevó varias desilusiones mientras Reborn imponía su voluntad absoluta  

—No lo es — Tsuna veía a Lina dar las clases con emoción, a los tres niños que estaban allí —  es sabio, fuerte y amable

—¿Amable? ¡Ja! — I-pin se burlaba de esas palabras — no me jodas. Su amabilidad es tan grande como un granito de arena

—Es porque no te has dado el tiempo de mirarlo y convivir con él… — el castaño miró a la azabache y entendió lo que sucedía… ignorancia — ¿por qué crees que Lambo está tan encantado con Reborn?

—No sé, nunca me supo explicar

—Lambo entendió que sólo quienes están cerca de Reborn y se ganan su aprecio, pueden ver aquello que tanto oculta… Lambo está desesperado por ganarse un amor tan fuerte que para él es tan desconocido

—Oye — elevó una ceja mientras miraba al castaño — tu lado humanista es un soñador. Está ciego, creo

—No es así — rió Tsuna mientras con su dedo hacía una señal al niño que trata de escapar. El pequeño Coel reía al verse descubierto y volvió a su lugar para no ser regañado — Lambo quiere obtener ese amor porque está desesperado, tanto como lo estás tú

—¿Por qué lo estaría yo?

—Tan desesperada estabas que te aferraste a Skull aún en la época en que eras carcelera — sonrió con dulzura — viste en la mirada de Skull tanto amor que hasta lo ayudaste a escapar

—Bueno es cierto que lo ayudé a escapar… ¿Y eso que?

—Adoras estar casada con él

—Repito… ¿y eso qué? — no iba a negar que era divertido estar con Skull. El aburrimiento y la soledad no era parte de su vida actual

—Adoras a Skull porque él te da el cariño que necesitaste toda tu vida, por eso estás tan feliz cuando lo ves. Lo mismo va para tu hermano

—Dices tonterías. Si fuera así, ambos estaríamos enamorados de ti porque eres un ser cálido, amable, alegre, fuerte y… — se detuvo al escuchar sus propias palabras. Cayó en el interrogatorio de Tsuna

—Acabas de confesar algo — reía divertido mientras la otra fruncía el ceño — ya empiezo a caerte bien

—Dije que eras cálido y amable… todos lo dicen, yo sólo lo repito. Que quede claro que aún me fastidias

—¿Qué te dije sobre mentir? — dijo apretando la cabeza de la chica y dándole una leve reprimenda

—Lo único que debo agradecerte es que me has enseñado a apreciar a todos — se acomodó el cabello desordenado y suspiró — ya entendí que ustedes son mi familia

—Y eso me basta por ahora — Tsuna miraba a Lambo hacerle una mueca a lo lejos — pero con tu hermano aun me falta trabajar

—Estás demente si es que piensas que él te respetará… Lambo ha cambiado bastante desde que llegaste a la manada junto a Reborn

—Está atravesando una etapa difícil — Tsuna tomó seriedad — seguramente su transformación está cerca

—¿Transformación? — estaba intrigada por esa palabra, estaba segura de que la escuchó en otro lado

—Si Lambo no entiende que me debe respeto… morirá y tú lo sabes — cambió de tema rápidamente, aún no era momento de decir aquellas cosas — por eso lo defiendes constantemente y buscas excusas estúpidas para su mal comportamiento

—Es mi único hermano — gruñó en protesta

—¿Quieres ver un poco del amor que Lambo desea poseer? — de nuevo cambiaba el curso de su plática. No quería perder el ambiente agradable con la hija de su esposo

—¿De qué diablos hablas? Y concéntrate en una sola cosa por el amor de dios

—Baja a los cuneros ahora mismo y reconcíliate con tu padre — dijo con serenidad

—No estoy demente

—¿Alguna vez has escuchado algún rumor que diga que Reborn odia a los bebés? — sonrió divertido — hazme caso

 

 

La muchacha bufaba mientras bajaba a la zona que tanto odió por semanas. Era verdad que no quería volver ahí, pero también era cierto que las palabras de Tsuna le generaron cierta curiosidad. Como fuere, ahí estaba, enfrente de la puerta que escondía balbuceos, gritos, pañales sucios y cosas que no quería recordar

 

 

—debo estar muy loca — suspiró antes de acercarse, pero se le hizo muy extraño no escuchar ni un murmullo — ¿No hay nadie? ¿Y los bebés?

 

 

Silenciosamente ingresó al lugar buscando esas caritas redondeadas que conocía bien, pero no las halló. Por un instante creyó que Tsuna se había burlado de ella, pero escuchó un leve suspiro que la sacó de sus pensamientos de odio irracional y palabrotas a usar. Se adentró sin miedo buscando el origen de ese sonido y cuando lo halló tuvo que cubrirse la boca par no soltar una carcajada. No podía ser real lo que veía, pero estaba ahí… justo encima de un nido formado por cobijas, cojines y… chupones. I-pin miraba a la persona que estaba recostada en medio de todo eso… ¡no podía ser él!

 

 

—Reborn — susurró bajito mientras se arrodillaba en el suelo y quitaba una de las manitos que estaban posadas en la mejilla de esa persona — sí… eres tú

 

 

Todos los bebés estaban encima del líder, usándolo como colchón. Dos en el pecho de forma horizontal, uno mantenía su cabecita en el abdomen de Reborn, pero el resto de su cuerpo estaba acurrucado en el nido. Susu estaba acomodado en la cabeza del azabache y suspiraba antes de chuparse el dedo y el último estaba rodeado por el brazo derecho del mayor. Una escena digna de una fotografía, mucho más porque Reborn parecía dormir profundamente sin importarle que uno de los bebés se moviera y colocara los dedos encima de sus ojos… ¡Era una locura!

 

 

—Ahora sólo falta que me digas que comes los postres que hace Nagi — decía divertida mientras ahogaba su risa con sus manos — en realidad pareces un… padre, Reborn

—Si no vas a decir algo interesante tienes dos opciones — la voz profunda del azabache erizó la piel de I-pin — te largas… o te duermes

—¿Qué? — ella sólo observaba como Reborn quitaba a Susu de su cabeza y agarrándolo de la ropita lo colocaba junto al otro bebé en su brazo derecho

—Es hora de la siesta — bostezaba mientras se acomodaba mejor y usaba su propio brazo como almohada al posarlo detrás de su cabeza — ahora cierra la boca

—¿Me puedo acostar a tu lado? — se reía bajito — ¿y usar tu brazo como almohada?

—Mocosa — se quejó, pero estiró su brazo izquierdo y cerró sus ojos — haz lo que se te venga en gana

—¿En serio? — decía sin creer aquel gesto, pero no hubo más respuesta que un bebé que succionaba sus dedos — oh bueno

 

 

I-pin se recostó usando el brazo libre de Reborn como base para su cabeza, lo hizo inicialmente para comprobar si el ofrecimiento era una broma, pero al final… ella también se quedó dormida

Eso sólo fue un gesto

 

 

 

Continuará... 

 

 

Notas finales:

 

Holis, bueno… al fin estoy de regreso y les traje actualización fresquita. Después de semanas de trabajos finales al fin tuve tiempo de terminar la corrección y ya vieron que no fui tan cruel, quienes exigían ver a los carceleros fueron complacidos.

Ahora tengo dos cosas que decir… no sé si sean buenas o malas, pero ahí les va

1.-A las ganadoras del juego ya les tengo sus borradores y dependiendo de sus pedidos quedaron así. JavieraGonzalez056 tendrá un one shot y GermarySeth una historia corta (son dos porque bueno, casi me respondieron al mismo tiempo XD). Esta diferencia se debe a la complejidad y detalles del pedido J. Sus historias las subiré mañana cuando logre corregirlas, porque tengo visitas en la casa y bueno, las cosas se ponen difíciles así 

2.-Tengo ideas nuevas sobre la trama original, pues sí, así que me daré una leída a sus comentarios hasta este punto, para ver si se puede añadir algo más de lo que ya estaba planeando añadir. Eso conlleva a que alargaré la historia y su dolor (esto ya las debe tener cansadas, lo siento)

Eso es todo lo que tenía que decir… creo. No, esperen. Se me olvidaba disculparme por no responder sus reviews, pues como verán no he tenido tiempo, pero en un ratito libre lo hago ^^ , aun así los leo apenas me llegan jajaja

Su ficker los ama~

Besitos~


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