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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

¿Sobrevivientes?

Aquí tienen su dosis

 

 

 

 

Sólo uno de los hermanos Bovino logró entender lo que significaba ingresar al círculo familiar que los clase A profesaban. Bastó con una sola muestra de cariño impropio de alguien, como para replantearse su comportamiento y su predisposición. No fue fácil, pero tampoco imposible. Además, la felicidad de un ajeno podía ser un buen incentivo

  

 

—Pensé que jamás harías las cosas por voluntad propia, I-pin — Skull ingresaba a paso ligero a la cocina donde a esas horas de la mañana nadie la usaba — ¿tenías hambre? — se posó junto a I-pin para darle un beso en la mejilla, algo que hacía cada que se la encontraba

—No, pero… no sé — elevaba sus hombros quitándole importancia al asunto mientras batía la mezcla del molde — se me antojó algo dulce

—Claro — sonrió divertido mientras olfateaba lo que había por allí — ¿por qué hay moldes de osito para galletas?

—Deja eso, maldición — criticaba mientras le quitaba de las manos aquellos objetos que encontró por allí — largo, ¿no tienes cosas qué hacer?

—Me gustan las galletas de vainilla — ignorando la mala actitud de su esposa, siguió revisando qué no más estaba en la mesa de trabajo — a los niños les gusta las de chispas — miró a I-pin con curiosidad — ¿debería preguntar?

—Si quieres acostarte conmigo esta noche, no preguntarás — advirtió con el ceño fruncido y sin mirar al culpable de su enfado

—Le estás poniendo mucha azúcar — se apoyó en el filo de la mesa para colocar su codo y en su mano posar su quijada — no quieres ver a los niños con exceso de energía, te lo aseguro  

—¿Quién dice que son para los niños? — pero Skull sólo sonrió mientras elevaba otro molde de galletas con formas de estrellas — me gusta esa forma — pero Skull mostró un paquetito que I-pin había escondido entre las tantas cosas que sacó de los reservorios y la elevó

—Chispitas de chocolate… interesante — rió suavecito mientras esquivaba el golpe de su esposa — eres un poquito parecida a Reborn

—No bromees conmigo, tonto — decidió ignorarlo y seguir en lo suyo. Batir y batir hasta llegar a la consistencia necesaria para luego usar sus manos y acomodar la masa  

—Cuando Reborn está estresado ingresa aquí en silencio. Sin decir nada toma muchas cosas, las agrupa en un montón y se va — Skull seguía revolviendo los ingredientes, colocándolos en una fila y luego haciendo una torre con los moldes para galletas — lo hace porque la siguiente persona que llega a la cocina sabe que es una orden indirecta para el menú del día

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Lo hace para los niños

—Si insinúas algo mejor dímelo directamente. No tengo paciencia para…

—Tu instinto está despertando — sonrió con burla — aunque lo niegues, eso está en tu sangre y no puedes evitarlo

—No digas estupideces

—Me hace feliz que al fin dejes que tu lado maternal reaccione. Te has estado conteniendo demasiado y eso te puede hacer daño — revolvió los cabellos de I-pin y se alejó de inmediato evitando el manotazo defensivo. Era divertido hacerla enojar

—¿Maternal? — bufó con burla — vete a la mierda Skull — dejó la mezcla en la mesa y de un tirón se quitó el delantal que llevaba — esas cosas no son lo mío — sin darle tiempo a Skull para seguir hablando, caminó hacia la salida haciendo resonar sus pisadas

—Nuestra raza despierta el primer celo cuando está preparado para procrear y por lo que veo me quieres dar un cachorrito, tal vez dos o más — rió suave al escuchar el portazo dado por I-pin al salir, pero estaba seguro que ella lo escuchó claramente — al menos en la mayoría de nosotros así despierta el celo… Lambo es un caso diferente — suspiró — me da pena el pobre — susurró antes de tomar el delantal y colocárselo. Él iba a terminar lo que su esposa empezó, después de todo, estaban tan bien entrenados que seguir una receta para galletas era pan comido

—¡Maldito, Skull! ¡Maldito, Skull! ¡Maldito, Skull! — los susurros que emitía I-pin mientras caminaba por los pasillos sin rumbo fijo no reflejaban su estado anímico real. Sus mejillas estaban rojas, no miraba al frente por completo, apretaba los puños y fruncía el ceño — ¡Cómo si yo tuviera instinto maternal! — estaba avergonzada porque su esposo descubrió algo que ella estaba tratando de ocultar desde hace dos meses — ¡joder! — bufaba mientras caminaba aún más rápido. No iba a aceptar así de fácil que le estaba gustando cuidar de los niños, porque esas alimañas eran un fastidio en su vida… y aun así quiso hacerles galletas — ¡Qué horror!

 

 

Un asunto completamente diferente era el otro hermano. Lambo aún rechazaba a uno de los miembros y eso le impedía acoplarse al sistema que regía el territorio, por esa razón todavía se le asignaba tareas básicas, pero siempre bajo vigilancia constante por motivos de seguridad. A pesar de que Tsuna ya no era su tutor, las cosas no bajaron de tono en cuanto al comportamiento del jovencito de mirada verdosa y opaca en ocasiones. Los de mayor rango discutieron muchas veces por las tareas que se le designarían a Lambo, pero al final llegaban al acuerdo de dejarlo en como maestro de los niños pequeños o en aluna tarea que requiriera trabajo en equipo con un clase A estable. Sólo de esa forma tenían un control completo de la evolución del problema.

Dos veces Lambo fue descubierto con su mano encima de la carita de un infante, el muchacho mantenía una mirada perdida en algún punto inexistente, tal vez dentro de su propia mente. En ambas ocasiones Lambo fue reprendido con palabras a viva voz en frente del grupo de trabajo. En casos más graves era castigado con golpes, porque rehabilitar la demencia de alguien no era tarea fácil y mucho menos si su raza tenía tendencias agresivas dadas por los genes. Otras cuatro veces se le descubrió saboteando la comida dirigida a Tsuna o a algún otro miembro de la manada de un rango superior al de él, el castigo era siempre severo para que la energía que el chico guardaba se terminara mediante el sudor por algún combate duro.

La explicación para el comportamiento de Lambo era que la parte escondida del mismo estaba surgiendo en base al odio por Tsuna y el resentimiento hacia Reborn. Esas eran las conclusiones del investigador de la manada y el médico apoyaba las teorías, pero no brindaban la solución adecuada. I-pin llegó al punto de mantenerse con su hermano mientras le fuera posible, ella lo controlaba lo más que podía, pero claramente notaba que el comportamiento de su hermano era diferente al que conoció. I-pin protegió a Lambo desde que tenía memoria, siempre supo que estaba un poco demente, era agresivo cuando peleaba con los demás y tenía tendencias homicidas con quien se ganaba su odio, pero siempre logró mantenerlo a raya puesto que no quería verlo encerrado en una de las cárceles para clases B o C. Mas, en esos días se sentía inútil porque el Lambo que conocía desapareció poco a poco

Verde monitoreaba constantemente a Lambo para saber los cambios que éste estaba teniendo, pues siendo uno de los pocos hijos de clase A con una clase C que llegaba a los veintiséis años les daría los datos que necesitaban. El científico cada vez se veía más animado con su recopilación de datos y Lambo más frustrado al recibir un «estás a punto de despertar tu primer celo» pero que nunca pasaba. Cada consulta con Verde se volvía más y más tediosa, las preguntas más y más personales y los análisis psicológicos más difíciles de soportar. Lambo estaba consciente de que caía aun abismo que desconocía

Lambo soportaba aquella cosa que obligaba a su mente a centrarse en la furia, “eso” no lo dejaba en paz ni un solo instante. Odiaba estar al borde de la demencia porque algo en su interior gritaba que los matase a todos y tomara el control de la manada, pero se detenía siempre porque ser odiado por aquellos que conformaban su familia era una condena inmediata. Si se salía de control Reborn lo despreciaría y ese no era su objetivo. Lambo de verdad se estaba esforzando en obtener algún mérito para ser reconocido por los más longevos, pero terminaba frustrándose porque terminaba haciendo estupideces cada vez mayores… y una se vendría más pronto de lo que pensó o planeó

 

 

—Odio esto — se quejaba mientras estaba recostado en aquella cama con todos esos pensamientos y sensaciones en su cuerpo —. Odio estar aquí. Odio tener ganas de arrancarle el cuello a cualquiera

—Podrías dejar de hablar solo — Yamamoto ingresaba a la habitación que estaba con la puerta abierta y sonreía de lado, su mirada afilada daba muestras de que no era el gentil de siempre —. Vine por tu ropa, es día de lavado

—Allá — decía apuntando una esquina — Oye Takeshi, dime… ¿dónde está él?

—Reborn salió de cacería con el primer grupo antes de que saliese el sol, tal vez regrese en dos días — respondía con calma. Todos sabían que la mente de Lambo se concentraba sólo en dos personas en particular

—Son las seis de la mañana — veía el reloj que tenía en su mesita de noche — ¿y el otro? — su tono de voz cambiaba a uno más amargo

—¿Tsuna? — Yamamoto estaba disfrutando con el martirio del jovencito, mejor dicho, su lado asesino estaba gozando de ver esa transformación en Lambo — él madrugó con Reborn para despedirlo

—Malditos sean ambos — apretaba los dientes con furia

—No deberías decir eso, Lambo — reía con diversión — por eso los castigos te siguen llegando y el siguiente te lo daré yo… no es buena idea

—Claro — respondía con fastidio mientras se levantaba, tenía que cumplir con sus tareas — es horrible ayudar al médico con su laboratorio lleno de medicamentos. Me mira como su conejillo de indias

—Es verdad —reía con suavidad — es porque eres especial… al menos para doc-san

 

 

¿Cómo podían esas simples palabras causarle náuseas? No estaba muy seguro, pero tampoco quería buscar una solución para su malestar. Siquiera pensar en que alguien que no fuera Reborn estuviera interesado en él, no le era para nada tolerable. Tal vez todos tenían razón y estaba cayendo en una demencia sin retorno basada en su obsesión por Reborn, algo que sólo lo llevaría a ser asesinado… y a Lambo poco le interesaba porque estaba feliz. Reborn estaba fuera de los territorios y no dormiría con Tsuna durante ese tiempo. Para cualquiera su pensamiento de la mañana sería una tontería, pero eso a él le daba motivos suficientes para caminar.

En esos días Lambo había acompañado al médico de la manada, de nombre Shion, y aprendió muchas cosas interesantes, entre esas, los riesgos que había en un embarazo masculino de un clase A. Tsuna era uno de ellos, vulnerable, delicado, frágil… indefenso mientras Reborn no estuviera cerca

Era verdad que los clase A estaban adaptados para formar familias entre dos personas de cualquier sexo, Lambo incluso cuidó de una niña nacida de dos mujeres. La teoría era simple y básica, el uno generaba espermatozoides, el otro individuo los óvulos y lo demás era igual que entre un hombre y mujer de la clase promedio de ese mundo. Pero había muchas dificultades en los casos de parejas con dos clase A del mismo sexo: las mujeres tenían una baja cantidad de éxito en una fecundación, y los varones tenían peligro al momento del parto. Con sólo saber eso, Lambo simplemente tenía una sonrisa de idiota incluso esa mañana donde empezaba con sus labores

 

 

—Deja de sonreír así. Me harás enojar — bufaba Mukuro que, al igual que Lambo, estaba en una de las plantas profundas

—¿Qué tiene de malo?

—Muchas cosas — fruncía el ceño, él era de los tantos que criticaba la estadía de Lambo en la manada — me da la impresión de que planeas traicionarnos y no es nada agradable

—¿Y si lo hago qué?

—Te morderemos el cuello, o mejor, te dejaremos vivo mientras nos comemos tu piel y carne — Mukuro amenazó con la mirada seria, pero con una sonrisa ladeada

—Qué lindos son todos aquí — ironizaba mientras acomodaba los libros

—Me importa poco que digan que tu demencia se debe al cambio que está sucediendo en tu cuerpo para que despiertes la faceta animal… tú sigues sin darme confianza y dudo que después de que seas uno de nosotros por completo, cambie mucho mi opinión

—Oye, Mukuro… ¿eres activo o pasivo? — preguntó con malicia, pues Lambo sabía qué punto débil atacar — te he visto interactuar con muchos miembros de la manada, pero no tienes pareja específica… tal vez eres promiscuo y te acuestas con todos en esos celos raros que tienen

—No quiero enfadarme y sacarte un ojo — frunció su ceño — así que vete a ayudar en los entrenamientos de los niños

—Me designaron a los laboratorios. No puedo dejar mi puesto de trabajo

—Vete… soy tu superior — agarró el brazo de Lambo para detener su tarea — haz lo que te digo, niño — gruñó bajito en amenaza

 

 

Lambo sólo sonrió mientras dejaba caer los papeles que tenía en las manos, retaba a Mukuro con la mirada, quería pelear, pero nada sucedió porque ningún alto mando le seguiría el juego. Era divertido ser el malo de la historia, por eso rió bajito antes de encaminarse a la salida y tomar un rumbo incierto que algún día lo sacaría de los subsuelos. Gozaba de que lo mandaran al exterior donde podía respirar aire fresco, a pesar de que tuviese que tratar con mocosos idiotas todos esos días.

Lambo llevaba casi seis meses en esa maldita rutina, forzado a las tareas básicas con infantes y otras cosas, así que se estaba acostumbrando, pero a la vez, en ese mismo tiempo, seis malditos meses, había tenido que estar bajo la sombre del “perfecto” Tsuna y sin ser tocado siquiera por Reborn. Ser dejado en el olvido era lo que le daba más rabia, pero sabía que eso acabaría en algún momento y ese sería cuando Tsuna diera a luz. Lambo estaba seguro de que, con lo orgulloso que era Reborn, rechazaría el criar al hijo de un carcelero… y esa sería su oportunidad perfecta para tomar el lugar que le pertenecía

 

 

—No soy juguete de nadie — decía mientras ascendía al siguiente piso de la madriguera y reía bajito — yo soy… único, y Tsuna no puede tomar mi lugar

 

 

Iba a seguir planeando alguna estrategia en contra de Tsunayoshi, pero un aroma un poco raro le llegó a la nariz. Aspiró fuertemente antes de abrir los ojos y darse cuenta de que se había metido entre los pasillos de las habitaciones, y no cualquier pasillo. Tal vez lo hizo consciente de que pasar por ahí se le era prohibido, pero a esas horas de la mañana todos estaban en las tareas y se suponía que él permanecía en la suya… Mukuro ocasionó eso, entonces, ¿por qué no aprovechar?

Pasó ese pasillo lentamente y reconoció el aroma característico de alguien, pero de una intensidad diferente y combinada con algo más. Lo que identificó fue un perfume a madera seca, tan adictivo y penetrante, que sólo podría pertenecerle a la habitación de Reborn, porque de alguna u otra forma el líder exigía que esa fuera la fragancia usada para limpiar su cuarto. Obviamente los de la limpieza acataban esa orden sin rechistar, así que todos sabían que ese pasillo llevaba a la habitación de Reborn… pero había algo más

Con poca cautela se acercó a esa habitación y sin pedir permiso abrió la puerta, el sonido fue débil, pero ocasionó su sonrisa. Mala costumbre de los clase A para no asegurar las puertas, tal vez porque tenían buen oído y no se preocupaban por las amenazas dentro de la madriguera. Todos respetaban el espacio personal del otro, así que no había problema, nadie se acercaba a las habitaciones ajenas sino era para la limpieza. Lambo quería reírse de lo ingenua que era esa raza.

Entonces asomó su cabeza, tenía la intensión de molestar a quien estuviera ahí, pero para su mala suerte esa figura permanecía recostada de lado, dándole la espalda y con la respiración acompasada. Tsuna dormía largos periodos de tiempo últimamente, tal vez por el agotamiento de sus pesados meses de gestación, los siete para ser preciso. Lambo lo miró un rato, analizando su accionar y sonrió… cualquiera que mirara la expresión llena de malas intenciones de Lambo, daría la alerta… pero sólo estaba él

 

 

—Ya veo — ni siquiera susurró, sólo movió sus labios declarando aquello — eso es — decía mientras escuchaba esa respiración en Tsuna… una que de un momento a otro se volvió irregular, después se calmó y volvió a repetir ese movimiento errado — entonces… te dejo descansar — Lambo lo entendió perfectamente

 

 

Salió sin hacer ruido, confiando en que no fue detectado, y si lo fue, lo comprobaría. El sueño de Tsuna era tan profundo o estaba tan confiado de su seguridad dentro de la madriguera, que no se dio cuenta de la presencia del jovencito de ojos verdes. Fueron dos acciones que desatarían hechos importantes en la manada

Lambo miró la puerta cerrada, la misma que tenía lo que todas las puertas cerradas tenían: una cerradura por donde podía colocar una llave que obviamente nadie usaba... ¿Lo mejor? Esas cerraduras tenían que ser aseguradas con la llave ya fuera por dentro o por fuera, lo que significaba que también podía abrirse de las dos maneras. El chiquillo sonrió ampliamente mientras buscaba entre sus bolsillos algo que gustaba llevar a todos lados. Dos horquillas, de aquellas que se usan para sujetar mechones de cabello en su lugar. Lambo estaba pensando en usarlas para que algún niño idiota se las tragara y ahogara… pero en esa ocasión serían más útiles. Las tomó, desdobló e incrustó en esa abertura en la chapa de la puerta. Tardó un poco en sentir que llegó a los mecanismos y los accionó para girar y escuchar el sonido característico que daba al poner el seguro

 

 

—Perfecto — susurró antes de sacar las horquillas y jugar con ellas entre sus dedos. Se alejó con calma hacia la parte superior de la madriguera, miraba el techo y sonreía porque los pisos de las habitaciones estaban medianamente insonorizados. Además, en las afueras harían ruido al practicar defensa personal o métodos de cacería —. Suerte… con el parto… sin asistencia… Tsuna — Lambo esbozó una sonrisa cínica al ver la luz del día

 

 

Él…

 

 

Se despertó sintiendo algo extraño a su alrededor o en sí mismo. Odiaba que su instinto le mandara una advertencia exagerada pues revisó su alrededor con rapidez y nada estaba fuera de lugar. Tsuna restregó sus ojos un poco antes de frotar su frente y despabilar un poco. Recordaba que se despidió de Reborn en la mañana, dándole las últimas órdenes para que no se le ocurriera un ataque improvisado a la armada de resguardo y sólo se concentrara en robar alguna res de una granja. Odiaba ser la madre de ese idiota, pero si no lo hacía, Reborn siempre realizaba una estupidez. Regresó a su habitación para reposar pues su enorme vientre le imponía descanso constante, pero ahora que despertó abruptamente analizaba qué hora podía ser. Se levantó con cuidado y al hacerlo sintió algo extraño en su cuerpo, un dolor intenso en su parte baja, su respiración se irregularizó y…

 

 

—¡Demonios! — gruñó cuando sintió algo resbalar entre sus piernas — me falta mucho tiempo para esto — se quejó mientras comprobaba que ese líquido era la señal de que su fuente se iba a romper o que ya se rompió — ¡joder!

 

 

Estaba de mal humor, era cosa de todos los días, pero en ese momento estaba justificado pues no le hacía gracia estar pasando por eso justo cuando estaba durmiendo. Jodida fuera su suerte. Aún no sentía dolor intenso como para asustarse así que con cuidado se levantó y dirigió a la puerta. Restregó sus ojos con pereza y claro, se iba directo con Shion para que realizara el proceso de cesárea con prontitud, pero… se topó con un obstáculo que no previó. Giró el pomo y éste no obedeció, lo intentó una vez más y nada. Frunció su ceño intentando dos veces más antes de que un dolor fuerte sucediera en su parte baja. Tiró del pomo y trató de abrir la jodida puerta, pero al parecer el esforzarse y casi prepararse para patear aquella cosa fue lo único que le faltó como para que su fuente se rompiera por completo

 

 

—¡NO!... Demonios, no — se quejaba al ver aquel líquido descender por sus piernas, mojando los pantalones que traía — joder… ¡!He dicho que no es hora! ¡Maldita sea! — gruñó al sentir el punzar nuevamente. Se agarró el vientre y maldijo a todo el mundo — mataré a alguien mañana — dijo con furia mientras golpeaba con sus puños la madera que le impedía salir al pasillo — quien esté detrás… ¡Abra ahora!

 

 

Pero después de gritarle a alguien que supuestamente estaba detrás de esa puerta e intentar patear esa maldita cosa se dio cuenta de algo: si hacía un movimiento brusco, le dolía y eso no era para nada bueno, por eso optó por detenerse y buscar la maldita llave de la cerradura. Muy mala idea, no supo cuánto tiempo pasó revolviendo las cosas de su habitación, pero pareció que exageró porque tuvo que detenerse cuando sintió las punzadas más fuertes y supo que estaba en problemas. ¡Maldita la hora en que se durmió!

Tsuna respiró profundo antes de levantarse y sentarse en la cama hasta que la contracción pasara. Caminó con calma y se quedó en la puerta mientras rogaba porque los dolores aún se mantuvieran entre intervalos extendidos. Gritó un poco más, pero no hubo respuesta y así empezó un ciclo muy raro. Gritaba, intentaba girar la cerradura, sentía dolor, se detenía, gritaba una vez más y pensaba en qué demonios estaba pasando si nunca ponían seguro en su habitación… no quería aceptar que alguien quería hacerle daño a su cachorro

 

 

—Lambo — susurró cuando la nueva contracción terminó y percibió ese aroma de forma sutil en una parte de la puerta — te juro que cuando salga de esto… me las pagarás, ¡maldito idiota! — rezongaba mientras de nuevo empezaba a golpear la maldita puerta con sus puños para llamar la atención de alguien, ¡quien fuere!

 

 

El sudor en su frente no era nada bueno, estaba esforzándose en algo que no debería hacer. La llegada de sus contracciones, acortaban sus intervalos de tiempo y sentía dolor cuando daba movimientos agresivos. Se impedía a sí mismo patear esa maldita puerta pues no quería dañar a su bebé, aunque no estaba seguro cuán bien estaba su cachorro con todo ese cúmulo de situaciones. Gruñó furioso antes de darse cuenta de que estaba en verdaderos problemas con cada segundo que pasaba y las palabras del doctor de la manada surcaron su mente

 

 

«Cuando sea el momento y sientas, aunque sea una mínima señal de que entrarás en labor de parto, ve de inmediato a la enfermería. La cesárea se deberá hacer inmediatamente. El parto natural no es ni siquiera una opción pues el bebé no saldrá por donde ingresó el espermatozoide. Si intentas dar a luz naturalmente morirás y tu bebé igual. Si se te rompe la fuente es de suma urgencia operar… esas son las reglas, Tsuna»

 

 

Tsuna empezó a entrar en pánico al recordar esas méndigas reglas. Su fuente se había roto desde hace tiempo, el dolor aumentaba, suponía que su parto quería darse como fuera y nadie pasaba por el maldito pasillo para que lo escuchara. Gritó una vez más, pidiendo ayuda para que le abrieran, lanzó un rugido fuerte de modo que se quedó sin aire. Sus piernas ya le estaban temblando y hasta tuvo que arrodillarse para soportar la última contracción. Sus garras marcaron la puerta, pero el grosor de la madera no permitiría romperlas solo con eso.

A su mente llegó la posibilidad de forzarse, moverse bruscamente y patear o golpear la puerta, pero eso significaría cansarse y no tener energías para afrontar el parto. Evitaría eso. En esas dos últimas semanas el proceso en que todas sus vitaminas fueron dirigidas hacia su bebé, empezó y eso ocasionó su debilidad progresiva. En ese punto no podía darse el lujo de perder energías en un vano intento de salida, por eso se limitó a gritar, pero no respondieron y sentía el dolor aumentando a niveles que sus músculos se tensionaban. Lanzó un gruñido poderoso antes de rendirse a pedir auxilio, lo hizo con entusiasmo y ahí quedó

 

 

—Vamos… espera un poco — susurraba Tsuna mientras retrocedía. Se movía gateando por el suelo porque ya no podía levantarse, jadeaba y se sostenía el vientre bajo — mi criatura… mi pequeño, no empujes — charlaba mientras se agarraba del colchón y subía a la cama, porque debía estar cómodo — debemos aguantar un poco — susurró mientras se zafaba los botones de pantalón porque se sentía incómodo con eso. Respiraba como se lo habían enseñado. Jadeando y aguantando la siguiente contracción — ¡MIERDA!

 

 

Tsuna sabía que debía hacer algo y rápido, por eso, respiró profundo, esperó la siguiente contracción y lanzó su rugido más potente durante el tiempo en que su aire y su dolor lo permitieron. Cuando terminó, jadeó agotado y decidió parar. No podía esperar más de lo que ya había esperado, después de todo, su vista se estaba cristalizando y sentía leves mareos. Tal vez la adrenalina se le estaba esfumando y debía aprovechar las últimas fuerzas que tenía. Sabía que no podía tener un parto normal, también entendía que sus cachorro necesitaba salir, por eso sus lágrimas se resbalaron suavemente mientras sonreía. Ya tomó la decisión. Abrió las piernas y se sentó colocando su espalda en el espaldar de su cama. Le dolía todo y debía tomar el valor con prontitud

 

 

—Mamma — esa vocecita atrajo la atención del castaño, quien lanzó un suspiro de leve alivio — mamma Tsu

—Coel — dijo mientras jadeaba — ¡Coel!

—Qui toy, mamma — era uno de los pequeñitos huérfanos que Reborn adoptó. Tsuna sonrió por el esfuerzo que el cachorro hacía por levantar su voz y alcanzar el pomo de la puerta — no canso, mamma

—Cariño — dijo olvidándose del dolor y trató de sonar calmado — cariño… me quedé encerrado — Coel tenía casi cuatro años y su vocecita aguda era adorable. Los cachorros en la manada aprendían a entender y hablar el idioma animal desde que tenían conciencia, después lo hacían con el lenguaje humano y por eso tardaban más en vocalizar correctamente

—Ado… no mamma — el pequeño había escuchado el rugido de su madre después de haberse escapado de la vigilancia en los cuneros. Ahora Tsuna agradecía la tendencia de su hijo adoptivo para correr por los pasillos y celebrar sus escapes

—Cariño… Coel — Tsuna aguantó la queja por el dolor de la nueva contracción y se sujetó el vientre — llama al doctor o un adulto — decía en voz alta — dile que estoy atrapado… Coel, ¿entendiste?

—Sí — decía con emoción y reía — tago papà  

—Te lo encargo, Coel. Ve rápido — Tsuna suponía que su pequeñito pensó que estaba jugando como en alguna otra ocasión hicieron

 

 

Tsuna escuchó la risita lejana de Coel mientras los pasitos se alejaban de su cuarto. Su pequeñito iría con los adultos, pero el tiempo seguía corriendo. El castaño sabía perfectamente que su pequeño cachorro, uno de sus hijos como consideraba a todos los bebés que cuidaba, se tardaría hasta darse a entender y él no podía esperar. Por eso se estaba armando de valor para lo siguiente. Respiraba profundo mientras miraba su mano derecha y dejaba sus garras extenderse

 

 

Estamos perdidos… todos aquí lo sabemos — en la cabeza de Tsuna empezaron a resonar sus demonios internos. Muy mal momento para eso

Cállate Yoshi. No quiero escucharte ahora

El tiempo pasa, dejen que yo tome el control y los sacaré de esta

No tienes las bolas como para hacerlo. ¡Yo lo hago!

Duele… duele mucho… Siento que moriremos en cualquier momento… y él morirá con nosotros

¿Quién lo hará entonces?

Yo no quiero… el dolor me asusta

Era previsible… joder sí que duele… pero es nuestro cachorro y…

—¡Callados todos! — un grito retumbó en la habitación

No eres nadie como para ordenarme algo. ¡Me cansé de dejar que tomes el control! Mi hijo se criará conociendo sobre su único y verdadero padre… el que de verdad lo ama

—¡FIFI! CÁLLALO YA — jadeó mientras apretaba los dientes — Yo seré quien haga esto… eligieron muy mal momento para discutir. Me hacen perder el tiempo

Ya oyeron… él decidió ser el que sufra — silencio, mente en blanco, sólo escuchaba sus jadeos.

—Claro que no puedo esperar más — se dijo a sí mismo — sino… morirá… mi regalo… mi cielo… mi amor… mi cachorro — se motivaba mientras con sus dedos localizaba aquella zona aprendida en las numerosas tutorías que le dio Verde, Shion, los médicos y enfermeros — ¡Debo hacerlo!

 

 

Tsuna localizó el sector y respiró hondo antes de morder una de las almohadas. Se rió levemente porque nunca imaginó estar en esa situación y menos sin el padre de su hijo a su lado. Vio su garra por última vez y con ayuda de su otra mano localizó la zona adecuada… a destajar. Esperó la última contracción que aceptaría pues tenía fe en que el dolor de ésta fuera tan intenso que lo distrajera del dolor del corte que iba a aplicar.

Tenía miedo. Tenía obligaciones. Tenía sadismo y locura.

La contracción llegó dando luz verde para su accionar y lo hizo. No pensó mucho antes de incrustar su garra afilada en su piel, gritó aún a pesar de morder la almohada y el dolor de la contracción no menguó el de la puñalada. Estaba abriéndose a sí mismo, cortando su piel, desgarrando músculo, partiendo venas para que su retoño saliera de su cuerpo. Tsuna sabía que no iba a morir de inmediato, tampoco se iba a permitir desmayarse hasta acabar de sacar a su hijo o hija. Tenía que aguantar hasta cortar el cordón umbilical y escuchar el llanto infantil. Después… la muerte sería su descanso final. ¿Qué más podía hacer?

 

 

Cachorro…

 

 

Mukuro había visto a un niñito correr por los pasillos mientras él subía a la planta alta por algunas cosas que necesitaba. Suspiró con cansancio porque debía devolverlo a la zona de guardería, pues obviamente se escapó de tutela de Tsuna o de alguien más. Seguramente los niños jugaban a sacar sus voces animales y por eso los rugidos que escuchó de repente no se le hicieron raros mientras buscaba al niño, el mismo que chocó con él de frente. Mukuro reconoció de inmediato a Coel, lo regañó o al menos lo intentó, porque el pequeño -agitado por correr- intentaba decirle algo que él no entendía bien

 

 

—Ey, Coel, calma. Así no te entiendo — se colocó de cuclillas para mirarlo y revolverle los cabellos  

—Mamma… mamma… ado, ashiba — apuntaba al techo demostrando el nivel encima de ellos — mamma — insistía

—Dios… sabía que debía aprender tu idioma raro, pero me daba flojera — suspiraba, pues lo único que entendió fue “mamma”, tal vez debería decirle a Reborn que dejase de enseñarles italiano a los más pequeños

—Mamma — decía como protesta mientras tiraba del suéter del mayor

—Kufufu… olvidé que le dices mamma a Tsuna y a Reborn le encanta

—¡Mamma, ado! — reclamaba con el ceño fruncido

—Anda, háblame en modo animal. Te lo permito — prohibirles hablar en su lenguaje animal era para que ellos aprendieran la lengua de los “normalitos”, pues debían pasar desapercibidos cuando salían de sus territorios

Mamma está encerrado en su cuarto. No abre y no alcanzo

¿Cómo que encerrado? — el de cabellos azules frunció su ceño temiendo lo peor — Coel, tienes permiso de usar aullidos. Ve y busca a Yamamoto, a Nagi, a todos y diles que traigan a Reborn y al doctor… vamos a jugar — forzó una leve sonrisa para distraer al infante. La situación no era buena, pero tampoco quería generar el pánico dentro de las instalaciones

¡Ya voy! — sonreía entusiasmado, pensando que estaba ayudando en el juego. Obviamente los niños no debían asustarse

 

 

Mukuro vio a Coel desaparecer por el pasillo, esperó un poco hasta que el pequeño se alejara. Estando solo, corrió a la habitación de Reborn usando la máxima velocidad que tenía, sabía que no debía perder ni un solo segundo. Cuando llegó lo único que escuchó era el grito ahogado de Tsuna, un lamento doloroso que lo hizo estremecerse. Su mal presentimiento aumentó cuando intentó girar el pomo, pero este estaba asegurado. No dudó en patear la puerta las veces que fueran necesarias hasta abrirla y lo que vio lo espantó de tal forma que retrocedió un paso y su aire se fue instantáneamente. Cualquiera se asustaría ante eso.

Las garras del castaño habían cruzado la mitad de ese vientre hinchado, la sangre brotaba sin control manchando las blancas cobijas, salpicando y pintando el ambiente de tono carmín. Mukuro quedó estupefacto por lo que el castaño estaba haciendo. La autoflagelación era casi imposible para su raza y aun así… ahí estaba, Tsuna lo hacía. No pidió explicación alguna cuando sus músculos reaccionaron. Se acercó con prontitud evaluando el momento, el hecho. Tsuna estaba a punto de desmayarse, Mukuro intentó que parase de lastimarse, pero éste se negó y continuaba con ello. Una persona más aparecía entonces en la puerta y tan horrorizada como el heterocromático, soltó un jadeo

 

 

—Nagi… — Mukuro se giró para mirarla — ¡NAGI! Trae a Verde o a Shin… ¡Rápido! ¡Ahora! ¡Ya!

—Ya voy — la jovencita salió corriendo entonces, chillando a todo pulmón en una imitación de un águila y avisando a toda la manada, pero para que todos supieran que era en serio tenía que al menos buscar a alguien que le sirviera de recadero, después de todo, esa zona estaba medianamente insonorizada y tenían que turnarse en la guardia

—Tsuna ¡estás demente! — Mukuro se quejaba mientras veía las lágrimas del castaño brotar sin control, al igual que los sollozos y los gemidos debido al dolor — deja… yo lo termino, pero muerde bien esa almohada — susurró antes de alejar las manos de su segundo líder y tomar el control de la operación

—¡RÁPIDO! — exhaló con desesperación porque sentía a su pequeño dejar de moverse

—No te desmayes. Necesito que veas a tus hijos… al que sacaré y a los que Reborn te hará — bromeaba y regañaba mientras daba un solo corte rápido para evitarle tanto dolor al castaño y aun así Tsuna gritó tan fuerte que los oídos de Mukuro cimbraron — ahora, espero haber cortado bien — Mukuro jadeaba, estaba temblando porque ahora debía sacar al bebé y nunca le gustó esas artes médicas

 

 

Nagi corría por los pasillos inferiores hasta que encontró a alguien, aun no se sacaba la imagen de la cabeza y sollozaba bajito por la impresión. Le gritó a Elena lo que pasaba, la sujetó fuerte hasta explicarle lo que necesitaba y se limpió las lágrimas porque aún no terminaba su labor. La rubia tomó el cargo de recadero, dejando de lado las maldiciones corrió hacia el exterior y niveles superiores transmitiendo la alerta para que alguien le dijera en qué dirección salió Reborn. Mientras tanto Nagi corría a los pisos inferiores para traer a los médicos. Era una acción coordinada que no podía fallar

Elena apenas y pudo salir afuera de la madriguera después de golpear cada puerta disponible dando aviso de lo que pasó, porque debían saber que algo salió mal con su segundo líder. Si algo le pasaba a Tsuna el problema era de todos, porque Reborn les confió a su mayor tesoro. Pero lo más importante en ese punto era encontrar a su líder y para eso alguien debía salir con prisa en la dirección correcta y por eso Elena buscaba a un candidato que pudiese abandonar sus labores

 

 

—Si quieres… yo te ayudo — Lambo apareció de pronto, como si fuese invocado y Elena jadeaba mientras gruñía dando aviso a todo miembro cercano que Tsuna estaba en labor de parto — iré a buscar a Reborn

—Gracias… ¡pero apúrate! ¡Tiene que estar en el nacimiento de su hijo! — fue lo único que dijo Elena antes de ir en búsqueda de Squalo, pues él ya dio a luz y sabría cómo calmar al castaño

—Claro… iré a buscarlo rápido — una sonrisa tonta se le escapó a Lambo mientras se daba vuelta y empezaba a correr a las afueras de la madriguera — Reborn~ el bastardo nacerá — decía entre dientes mientras se alejaba con “apuro” de la vista de los demás

 

 

I-pin, por su lado, estaba asustada al saber que Tsuna sufría un terrible parto, ni siquiera aguantó dos segundos en esa habitación y tuvo que salir porque las náuseas la invadieron casi instantáneamente. Nadie quería un dolor semejante para un miembro de su familia, simplemente era intolerable. Todos se recriminaban el no haber puesto atención a los gritos del castaño y haber pensado que el leve sonido que percibieron dentro de la madriguera sólo era un juego con los niños. Todos parecían haberse puesto de acuerdo en fallar en ese día… o tal vez fue un muchachito de ojos verdes que, entre bromas, certificó que Tsuna jugaba con los niños de la manada. Pero los clase A no eran idiotas, al menos los que no estaban apurados o en shock, mucho menos los mejores estrategas de la manada.

 

 

—¿A quién mandaste a buscar a Reborn? — la nariz no le fallaba a Skull, ni a Takeshi

—A Lambo — Elena dijo eso con seguridad, pero fue su propia voz lo que la hizo reaccionar — ¡que idiota soy!

—Ese mocoso — gruñó Takeshi mientras olfateaba el lugar y certificaba que Lambo salió al norte de la madriguera — lo mataré

—¡Cómo pude ser tan tonta como para confiar en Lambo! — se recriminaba Elena sujetándose de los cabellos

—Al fin te das cuenta… ¡VOOOII! Ese mocoso nunca traerá a Reborn con prisa — se quejaba Squalo mientras se adelantaba dentro de la madriguera a cumplir con su labor. Necesitaba estar junto a Tsuna

—Iré yo — Yamamoto sonrió con sadismo mientras empezaba a planear el castigo de ese mocoso

—Espera… iré yo — Skull tomó el mando entonces — quiero retar a Lambo también… sus estupideces han ido muy lejos y esta se pasó de la raya

—¿Crees que fue él quien encerró a Tsuna? — susurró Elena, pero no le respondieron. Todo era demasiado obvio porque nadie más en la manada querría hacerle daño al castaño

—Te ayudaré, Skull — el aullido de Yamamoto llegaba a kilómetros de distancia, resonaba con potencia y se usaba para localización como con cualquier otro lobo. Y con uno bastaba para avisar a sus allegados… Reborn lo escucharía

 

 

Skull corriendo a cuatro patas era uno de los más rápido en la manada, alcanzar a los que salieron muy temprano en la mañana no le costaría demasiado. Sus hermanos, en conjunto con el líder, tenían planeado abandonar las fronteras al anochecer y seguramente irían a pie, después de todo, la zona estaba llena de colinas, acantilados, áreas rocosas y muchos impedimentos para cruzar. Y claro, cuando alcanzara a Lambo le iba a dar un escarmiento, porque para nadie era secreto que si Tsuna sufrió un “accidente” el culpable sólo sería aquel muchacho que estaba en etapa de demencia temprana

 

 

Proceso…

 

 

—¡Eres un muchacho idiota! — reclamaba el médico mientras, con ayuda de sus asistentes, la mayoría clase B, veían a su segundo líder en medio de un charco de sangre — espera Mukuro… lo sacaré — detrás de él también llegó Squalo y se colocó en la posición que le correspondía

—Gracias — jadeó el mencionado — no puedo meter mi mano y sacar algo — se sentía patético por tenerle miedo a ese proceso, pero una pequeña vida dependería de él y no estaba listo para eso

—Mi cielo — susurraba Tsuna en medio de su letargo, puesto que ya no sentía nada más que cansancio. El calmante y anestésico que le dieron apenas llegaron los médicos le quitaron todo el miedo que sentía

—Mantenlo despierto — se quejaba Shion mientras verificaba el buen estado del pequeño, quien apenas salió lloraba con desespero — que no se duerma

—Tsuna, mírame — Squalo era quien sostenía la cabeza de ese castaño idiota. Temblaba porque la palidez de Tsuna se notó apenas lo vio — ¿sabes lo que pasa después del parto? — con rapidez se acomodó detrás de Tsuna para recostarlo en la cama y que sólo su cabeza se posara en su regazo

—No — sentía resequedad en sus labios y su mirada no lograba enfocar adecuadamente. Quería… dormir… descansar

—Decides el nombre de tu hijo o hija — Squalo trataba de serenar su voz a la vez que se mantenía atento a las órdenes y acciones del médico — es muy importante — necesitaba ser el apoyo del castaño hasta que llegase el líder, porque si Tsuna decaía… tal vez no abriría más los ojos

—Cielo azulado y hermoso… arcoíris brillante… sueños y amor — Tsuna reía bajito al escuchar ese llanto acompasado. Sus lágrimas se le escapaban mientras su respirar se volvía lento

—Su presión está bajando — informaba el enfermero y las órdenes para combatir los peligros se daban, pero ajenos a esas frases, dos padres estaban charlando

—Te pones cursi a veces, Tsuna… no me digas que vino el humanista a apoderarse de tu cuerpo — Squalo apretaba las mejillas de Tsuna para mantener esos ojos abiertos. Hacía plática para lograr que el castaño se concentrara y no perdiera el conocimiento — o el lloroso… lo veo en tus lágrimas  

—Todos — Tsuna reía y suspiraba — todos estamos aquí… porque lo escuchamos… su llanto… y sus suspiros — lloraba en silencio, ajeno a lo que gritaban los médicos

—Aguanta un poco, Tsuna

—Perdí mucha sangre… lo sé… pero quiero verlos — jadeó mientras intentaba elevar su mano derecha, pero fallaba

—Ya llega — susurró mientras golpeaba las mejillas ajenas — y ya te los traen

—Reborn… y mi… mi… — su tono de voz era bajo, demasiado, como un eco a lo lejos

—¡Sopórtalo! — se quejó golpeando con entusiasmo las mejillas del castaño, negándose a dejarlo cerrar los ojos — no seas idiota… ¡Aguanta! — de refilón miraba a los médicos trabajar, suturar, absorber la sangre, pero por la puerta quien más importaba… no entraba

 

 

Tal vez fue una histeria que le nació desde que se despidió de Tsuna esa mañana. Tal vez fue una necesidad insana por mantenerse junto a su adorado esposo y molestarlo por esa barriga adorable. Tal vez demoró su paso y retornó a la madriguera después de darle las órdenes a sus subordinados por simple pereza o capricho, pero era el líder y nadie lo contradijo y fue la mejor idea que tuvo durante toda su vida… o eso sintió cuando, en su camino de retorno, se topó con un Skull agitado y medio tartamudo debido a que no podía respirar bien.

No estaban lejos y correr entre esos senderos escarpados no fue difícil. Ya después preguntaría por detalles.

Se escuchó una carrera precipitada a lo lejos, piedras caer, tierra deslizarse cuando una pisada le quitaba estabilidad. Reborn ni siquiera vio quienes lo esperaban en la entrada, los ignoró a todos y corrió a los subsuelos. Squalo había salido a los pasillos apenas escuchó el aullido de Yamamoto que avisaba de la llegada del líder, llamó al recién llegado a gritos para que se apurara. Era un caos que generó risas nerviosas y agradecidas. Pero se logró

Tsuna sonreía con emoción al escuchar el jadeo conocido que se acercaba cada vez más. Sentía levemente las agujas traspasar su piel y el olor del medicamento que le colocaban, pero eso poco le importaba. Tsuna dejaba salir sus lágrimas debido a la emoción y apretaba las sábanas con ansiedad. Su alma se dejó de estrujar porque pensó que no iba a verlo, pero en menos de lo que pensó, ese aroma mezclado con el sudor del sobreesfuerzo lo envolvió… era grato dejar de sentirse solo y desamparado… era sublime recibir un beso en sus labios que le devolvía el calor que estaba perdiendo… era indescriptible escuchar el llanto de un infante, los hipidos y la voz rasposa de… él…

Tsuna siempre soñó con una familia y con un hogar cálido. No importaba de la forma que fuera, sólo quería algo suyo… En su lecho de muerte… lo tenía… y si es que dejaba de respirar en ese mismo instante… sería feliz.

 

 

—Tsuna — jadeó ese nombre porque, al verlo en medio de un montón de manchadas mantas y con una herida que atravesaba el vientre casi plano, se le fue el aire — no esperaste

—Escuchas — susurró mientras sentía que Reborn lo abrazaba y al elevar su cabeza se topó con esos ojos negros… estaba borroso, pero con sólo eso era feliz… sonríe, está cansado y su cuerpo no le responde adecuadamente — escucha

—Sólo escúchame a mí… por ahora sólo concéntrate en mí — decía mientras sujetaba esas mejillas y juntaba sus frentes — no escuches a estos idiotas que NO SE APURAN — gruñó a los médicos, quienes ignorando el grito ajeno seguían con su tarea en contratiempo para parar la hemorragia

—Reborn — habló con tanto cariño que el mencionado sólo pudo fruncir el ceño — lo… siento

—Deja de hablar, dame-Tsuna — discutió mientras se acercaba hasta unir sus respiraciones — no te atrevas — depositó un beso en esos labios levemente separados e hizo una seña a una de las enfermeras

—Estoy… cansado — rió cuando a su lado se mostró aquella clase B, sosteniendo un bultito que ocupaba sus dos brazos — increíble — sus cristalinas lágrimas no se detenían

—Memoriza cada detalle — le ordenó al castaño, mientras con su mano acercaba los dedos de Tsuna para que tocasen esa piel rosadita que se removía porque lloraba levemente — mira bien

—Mi… familia — fue sólo unos momentos antes de que la enfermera se retirara de nuevo, pero fue suficiente

—Maldita sea — su frustración lo llevaba a temblar antes de besar aquellos labios que aún no perdían calor, pero que si se habían vuelto blanquecinos y esa piel se había puesto pálida — Tsuna mírame

—No decaigas — Tsuna intentaba elevar su voz, pero le era difícil

—No te despidas — ordenó Reborn mientras besaba a Tsuna nuevamente, pero sus labios temblaban sin control porque no podía dejar de escuchar la desesperación de los médicos que luchaban por mantener al castaño estable

—Reborn

—¡Tsuna! — gruñó y miró al castaño, quien sonreía con ternura en respuesta — elige el nombre…

—Reborn — sonrió en negativa muda

—Entonces dame el nombre del culpable — dijo con seriedad, apretando los puños — dime quién te hizo esto

—Na… die

—No te hagas el buen samaritano ahora — estaba furioso… pero sabía que Tsuna no iba a hablar — eres idiota

 

 

Luego…

 

 

Lambo estaba fuera de la madriguera, recibiendo la bofetada del propio Skull quien le gritaba a viva voz. Aquel calmado y sonriente clase A de cabello morado estaba más que furioso… estaba indignado. Skull había encontrado a Lambo sentado en medio camino, sin hacer nada más que jugar con una piedrita entre sus manos y riéndose mientras murmuraba un «se acabó todo para ti, Tsuna». Era obvio que fue Lambo quien hizo todo aquello. Era el colmo que ese chiquillo sonriera a pesar de estar siendo castigado por uno de los altos mandos. Era normal que Elena sostuviera a I-pin con fuerza para que no interviniera en el castigo.

Pero eso apenas comenzaba.

 

 

—¡QUIERO UN MALDITO NOMBRE! — Reborn salió de la madriguera dando pisotones tan poderosos que el ruido rebotaba en las paredes

—¿Qué pasó con Tsuna? — pero Elena fue empujada lejos y con ella I-pin cayó también

—¡HABLEN, BOLA DE INEPTOS! — la furia del jefe se sentía en el ambiente pesado y el temblor de los clase B que estaban fuera, pero nadie se atrevía a hablar. Incluso Skull se alejó de Lambo y se cruzó de brazos para escuchar la furia de su jefe — ¡Les dejo a MI ESPOSO por unas horas y pasa esto! — nada, ni una palabra —¡QUIERO UN PUTO NOMBRE!

—Lambo — una voz suave y tímida resonó — fue… Lambo — Nagi habló antes que Mukuro — su aroma estaba en la puerta y en el pomo, en el pasillo… y

—Sabes lo que te pasará… ¿verdad? — Reborn miró al mencionado y dio dos pasos para acercarse — ¡MALDITO MOCOSO IDIOTA! — se impulsó en un salto y expuso sus garras. Lambo no hizo nada más que estar de pie y sonreír

—¡NO! ¡No, no, no, no! — pero I-pin se interpuso en el ataque y con eso Skull detuvo el salto de Reborn porque jamás dejaría que hirieran a su esposa — él no… padre, por favor… no lo mates — I-pin suplicaba

—Reborn… escúchala y recuerda tu promesa — Skull sujetaba a Reborn por los hombros y lo empujaba, pero sus piernas apenas soportaban el empuje del azabache. Era tanta la furia de Reborn que sus fuerzas parecían duplicarse — ¡Recuerda!

—Yo me haré cargo de él… yo… yo sé que… — pero Reborn no escuchaba ni a su hija, sólo miraba al culpable de que su Tsuna sufriera

—¿Murió? — Lambo habló con diversión — por eso estás tan enojado… que pena

—¡Cállate! — exigió I-pin, pero su hermano parecía estar… perdido… drogado… no mostraba ni un ápice de miedo

—¿Sabes por qué te he dejado vivo hasta ahora? — Reborn gruñó y aplicó más fuerza para hacer a Skull retroceder — por piedad

—Me amas, admítelo

—A quien amé… fue a tu madre — Reborn pateó a Skull y se liberó de su limitante — me recuerdas mucho a ella y por eso sigues vivo

—¿Qué?

—¿Te duele ser un reemplazo de Tsuna? — sonrió con malicia — pues entérate que desde un inicio fuiste el reemplazo de alguien más… de tu madre

—No me jodas

—Pero tranquilo… te enviaré con ella ahora mismo

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

No sé por qué, pero gocé de este capítulo. 

Ujujuju ya me siento más libre.

No tengo más que decir en esta ocasión. Sólo que la soledad a veces te obliga a aferrarte a lo que te haga feliz, Tsuna me da pena

Nos veremos en el siguiente capítulo si es que siguen sobreviviendo~

Muchos besos~

PD: Ya empezaré mi tesis, deséenme suerte~


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