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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Ficker media dormida al habla~

Feliz día de brujas~ .... atrasado XD 

 

 

 

 

El futuro de una persona es incierto, dudoso, por eso se aprovecha cada momento especial que se le es concedido. De esa forma vivieron los clase A hasta ese punto, apreciando cada segundo de vida que tenían, riendo cuando podían, jugando a que eran normales y disfrutando de esos pequeños placeres. Formaban hogares, tenían hijos, los criaban de acuerdo a sus creencias: con respeto hacia los demás integrantes de su pequeño conjunto de familias. A los cachorros les enseñaban desde el entendimiento de todos los idiomas animales que definían a su manada, el correcto comportamiento entre los suyos, su labor, cacería, alimentos, obligaciones y deberes, hasta los conocimientos más básicos que definían a un humano normal para que, cuando salieran de los territorios, pudieran pasar desapercibidos en la sociedad.

Ellos aprendían a ser humanos promedios para cuando les fuera necesario fingir que eran igual que el resto; sabían leer, escribir, matemáticas, historia, aunque en la mayoría de casos les tomaba mucho más tiempo aprender aquello debido a su falta de interés por su lado inteligente. Eran como cualquier otra comunidad, aprendiendo lo que debían aprender, disfrutando lo que debían disfrutar, y por esa razón cosas que en cualquier otra familia se daba, ellos también los experimentaban

 

 

—Me haces cosquillas — se quejaba mientras intentaba apartar al azabache que estaba acosándolo como cada noche desde que se casaron — ¡suelta!

—¿Por qué he de hacerlo? — murmuraba sin apartar su nariz del cuello ajeno mientras aspiraba el aroma embriagante de su esposo, el mismo que era dulce debido a la “maternidad” que cruzaba. Sus manos se deslizaban por debajo del suéter que usaba aquel castaño, acariciando sin rudeza la piel cicatrizada, adornada por aquella herida que casi se lleva lo que él más amaba

—Joder… que no quiero — pero no dejaba de soltar leves carcajadas porque la piel en esa zona le cosquilleaba con cada roce — maldita sea, Reborn… aguántate la libido por una noche al menos

—Como si pudiera hacerlo — Reborn elevó su rostro para conectar su mirada con la ajena — ¿algo que decir?

—Si no te detienes dejaré que Yoshi salga. Seguro te gustarán el sabor de sus lágrimas — sonrió con diversión al ver el enfado en esa mirada y la leve mueca que el azabache hacía al apretar los labios — este juego lo gano… — ¿cómo negarse al líder de la manada? Tsuna lo había intentado desde la niñez y raras eran las veces en donde lo había logrado. En ese punto incluso se había casado con él, dudaba hasta de su buen juicio

—Déjalo salir entonces — sonrió al alejarse de esos labios tan adictivos, los cuales gustaba de morder, succionar y unir con los suyos las veces que fueran necesarias para satisfacer sus propias malas intenciones — veremos cómo logro “convencerlo” de colaborar

—Idiota — suspiró intentando apartar al mayor, pero era una lucha ya perdida, después de todo, si no mantenía las “necesidades” de Reborn satisfechas, los demás sufrirían del pésimo humor que se cargaba al día siguiente — no hagas ruido entonces

—Eso debería decírtelo yo

—Hablo en serio — el castaño ladeaba un poco su cabeza para mirar aquella cuna que estaba a tan solo tres metros de su cama — deja que Sora duerma la noche completa

—Dormirá acunado por tus gemidos — adoraba hacerlo enojar y someterlo cuando era necesario

—Viejo rabo verde, te voy a… — pero sus manos eran sujetas con fuerza para que dejara de pelear. Eran extrañas las veces que no peleaban antes de empezar su noche y en el fondo ambos disfrutaban de eso

 

 

Las palabras no eran suficientes para expresar ira, temor, dolor, alegrías o tristezas, para eso servían las acciones y el beso suave que Tsuna cedió al mayor cuando terminaron su discusión fue una de esas cosas. Enredó sus brazos en el cuello ajeno para atraerlo hacia sí y el otro con gusto se acomodó en las piernas que se abrieron para recibirlo. Así era siempre, el uno empezaba con aquello, el otro lo seguía, jugaban y peleaban antes de callarse y dejarse llevar. Algunos lo llamarían necesidad de cercanía, otros simplemente obligación marital, como fuese, era la relación que mantenían.

Besos y caricias. Miradas y risas. La prenda que se deslizaba hacia arriba al ser apartada con suavidad, la piel expuesta era saboreada con calma y gula, los suspiros brotaban como si fuera un silbido del viento. Un acto lleno de paciencia y un silencio cómplice. Lamentablemente, eran padres y los niños no solían simplemente leer el ambiente. Llorar era la única forma que tenían de llamar la atención 

 

 

—Deja que me levante — reía Tsuna porque sintió el aire expulsado por Reborn chocar contra la piel de su cuello

—Sabe cuándo despertarse — ambos escuchaban los quejidos suaves que tomaban fuerza con el pasar de los segundos. El llanto que simulaba la de un pequeño gato avisaba que Sora tenía algún malestar, el más probable era: hambre

—Deja que lo atienda primero y después te atiendo a ti — Tsuna se sentaba cuando ya estaba libre y sonreía divertido al ver a Reborn un poco frustrado

—Déjalo — suspiró

—No lo haré, es mi hijo — sonrió de lado. Tal vez debería empezar a pelear de nuevo — te reto a que luches por el primer lugar, viejo

 

 

Pero no obtenía respuesta, no había nada más que una mirada serena, el brillar en esos ojos negros y un suave sonido producido por el aviso a baja frecuencia que Reborn soltaba. Tsuna veía a Reborn levantarse con algo de pereza, estirando sus brazos y moviendo sus hombros mientras caminaba en dirección a la cuna de color blanco que él mismo solicitó para la habitación. Cualquiera se alertaría por aquella acción, mucho más conociendo lo fácil que era molestar a Reborn, pero el castaño sólo sonreía porque era uno de los pocos en esa manada que sabían lo buen padre que era el jefe absoluto. El castaño lo vivió en su niñez, guardó el secreto, y lo volvió suyo cuando enlazó su vida con el jefe de la manada

Reborn cargaba con sumo cuidado aquel cuerpecito que se removía mientras lloraba agudamente y daba manotazos al aire para evidenciar su molestia. Lo trataba como un adorno de porcelana mientras lo acomodaba en sus brazos y se burlaba de las muecas raras que el infante hacía mientras protestaba. Era un pequeño de poco más de seis meses, pero tenía los pulmones de uno mayor. Azabache, de ojos azules empañados por las lágrimas, estaba completamente sano, fuerte, hambriento y gruñón como cualquier otro hijo de clase A en la manada.

 

 

—Dámelo — Tsuna miraba como Reborn cargaba a Sora, meciéndolo un poco para calmarlo antes de acercarse — lo alimentaré — estiraba sus manos para recibir a su retoño, ansioso por tenerlo con él. Su instinto paternal estaba a tope

—Oh, es un honor presenciar el espectáculo — la expresión serena de Reborn no cambiaba mientras apretujaba esas mejillas regordetas para molestar un poco más al bebé antes de pasárselo al castaño

—Es un bebé muy sano que necesita alimentarse bien… no es una fuente de diversión para un vejete pervertido como tú — refunfuñó Tsuna mientras tomaba al pequeño en sus brazos y cuidadosamente lo acomodaba contra su pecho desnudo, pues en algún punto Reborn logró quitarle la parte superior de su ropa

—Siempre es sexi verte amamantar a nuestros hijos — torció una sonrisa maliciosa

—No me mires — Tsuna le lanzaba un cojín hacia el rostro, pero el azabache lo esquivaba con facilidad, todo mientras Sora hipaba levemente y suspiraba al sentir el calor de la piel ajena. El pequeñito hacía ruidos con su lengua en señal de su necesidad — jamás creí estar haciendo esto — susurraba mientras acomodaba la boquita de su hijo contra uno de sus pezones en su pecho levemente abultado — genial, ahora si me siento una mamá — chasqueaba su lengua, pero sonreía al ver a su hijito alimentarse mientras golpeaba una de sus piernitas

—Tu olor, tu mirada, tus pechos — Reborn reía evitando alguna cosa que Tsuna le lanzaba — incluso la cicatriz que te dejó Sora, todo es bello. Eres una buena mamma, Tsuna

—Odio que me llames mamma y lo sabes. Soy tan hombre como tú, merezco el mismo trato

—Confundirás a los niños

—Es para tu disfrute personal — refunfuñó mientras abrazaba a su pequeño y le besaba la frente — bien pudieron llamarme oto-chan. Dos denominativos en diferentes idiomas, pero no — alargaba la última palabra con fastidio y miraba mal a Reborn — el señor “todo lo puedo” decidió darme el nombre de “mamma

—Te sienta bastante bien

—Jódete

—Qué cosas le enseñas a nuestro cachorro

—¿Y de quién crees que es la culpa?

 

 

Sólo es sonido de la succión que Sora daba, cortaba la discusión fingida de esos dos.

Un clase A varón que tomaba el rol de madre también adquiría ciertas características semejantes a la de una mujer en el mismo sendero maternal, el aroma más dulce característico de esa etapa, la conversión de su cuerpo para poder brindar todos los recursos a sus hijos, aunque no en totalidad. Tsuna podía amamantar ya que su pecho creció un poco para que la curva fuera la muestra de que albergaba alimento esencial para el cachorro, sin embargo, no tenía lo suficiente y era por eso que el pequeño bebé protestaba poco después de empezar a succionar, después de todo, desde muy pequeños su hambre voraz ya les mostraba dificultad. Reborn reía cuando el castaño trataba de calmar sin éxito a Sora que, insatisfecho, empezaba a llorar, y era ahí en donde él tomaba un rol esencial

 

 

—Dámelo

—Lo haré yo

—He dicho que me lo des — Reborn ordenaba con seriedad y Tsuna chistaba antes de pasarle al pequeño revoltoso que pataleaba insatisfecho mientras sollozaba entre ronquidos con esa pequeña nariz que se arrugaba por el enfado — así me recuerda tanto a alguien — dijo mientras miraba al pequeño bebé

—No te atrevas a mencionarlo — Tsuna arrugaba su ceño mientras se cruzaba de brazos y miraba a Reborn — mejor no dices nada

—Ahí está — el azabache sonreía de lado mientras veía al bebé que arrugaba también el entrecejo y elevaba levemente el labio superior — la misma cara

—No te atrevas a nombrar a ese estúpido carcelero — enfureció Tsuna

—Tsuna — sonreía de lado mientras miraba al mencionado — tiene tu linda expresión cuando se enoja — Reborn se levantaba con calma mientras arrullaba al bebé entre sus brazos, emitiendo un sonido suave desde el fondo de su garganta, y desapareciendo por la puerta de la habitación

—Pensé que me lo ibas a recriminar — Tsuna miraba al vacío de su cuarto y reía con ironía — después de todo… Sora es igual a ese bastardo — claro, hasta un ciego podía ver eso y era su maldito recordatorio diario

 

 

Tsuna se levantó con cansancio mientras se peinaba los cabellos con sus dedos y soltaba un suspiro largo. Su mayor temor era un posible rechazo de la manada hacia su cachorro, después de casarse con Reborn se añadió el miedo del rechazo de la misma persona con quien se acostaba cada noche. Dudaba como siempre, sus partes dudaban, discutían en su cabeza una y otra vez, cuchicheaban como si fueran insectos que vivirían en él eternamente y eso le molestaba de sobremanera porque no podía estar bien consigo mismo.

Tenía miedo de que algún día Reborn se cansara, que lo repudiara, que se deshiciera de sus cachorros bastardos, pero… esa duda estaba mal, demasiado mal… y los culpables eran dos personalidades inútiles que vivían en su cabeza. Maldito fuera Xanxus por causarle esa división

 

 

Tomaré el control desde ahora

Cállate, Tsuna — advertía quien caminaba por la habitación hasta posar sus manos en el cunero

Nosotros queremos cuidar de nuestros cachorros también

Cállate, Yoshi — odiaba cuando eso pasaba, cuando en su mente esos dos trataban de hacerse los fuertes. Mucho más molesto que eso era que a cada personalidad se le hubiera cedido nombre y el suyo fuera… desastroso

Fifi está molesto, que tierno~ — y el culpable de todo el caos era él… ese que hablaba sólo cuando le convenía y que odiaba esforzarse demasiado  

—Pero la rata al fin dejó la pereza y habló — refunfuñó mientras apretaba los dientes y fijaba su mirada en el lugar donde Sora había estado durmiendo hasta ese momento — Tsu-Tsu, ¿por qué demonios no sales a reemplazarme de vez en cuando?

No me ignores cuando sabes que tengo algo importante que decirte — ahí estaba el lado humanista que trataba de sonar todo lindo y –valga la redundancia- humano — te daremos una advertencia desde ahora

Tomaremos el control del cuerpo. No dejaremos que Reborn nos vuelva a tocar. Es un peligro latente y lo sabes, por eso temes cada vez que carga de Sora y nosotros estamos… era sorprendente que ese lado no titubeara y lagrimeara mientras hablaba

Si no mal recuerdo — Fifi, más conocido como el malhablado y altanero, tomaba la palabra mientras se rascaba la nuca — ustedes basuras inservibles se han ocultado todo este maldito tiempo en lo más profundo de mi mente, así que jódanse y dejen de martirizarme… además, Yoshi, tú eres el llorica de nosotros, si tengo miedo es por tu maldita culpa, porque mal o bien influyes un poquito en mí  

Tal vez quieren decir algo interesante, Fifi —reía Tsu-Tsu — déjalos hablar. Pero no demoren porque me da cosas aguantarlos por mucho tiempo

La cosa no es difícil de entender… ya no quiero dolor, temor o inseguridad… quiero paz. No soportaré más si sigue así

—Yoshi y yo, preferimos al verdadero padre de nuestros hijos. Queremos que crezcan en un buen ambiente, sin dudas, sin violencia, sin peligro, sin una imagen de un líder sádico, temerario y asesino. Queremos que nuestros cachorros sepan que su padre logró aceptarnos de alguna forma, que tenemos esperanza de formar un hogar estable y…

¡Qué putadas! — reía bajito mientras se inclinaba hasta poder acariciar las mantitas que cubrían al pequeño cuerpo que dormía plácidamente, el que no lloraba como su hermano

No jodan —en la mente del castaño, las risas se escuchaban y era Tsu-Tsu quien dejó los bostezos de lado para expresar su diversión — no creo… no creo lo que… acabo de escuchar —seguía en su diversión, riéndose escandalosamente, molestando a sus otras partes

Tsuna tiene razón… lo que queremos es una familia y esa niña nos garantiza eso, porque demostró que nosotros podemos engendrar a un pequeño ser normal… Ai es hija de un carcelero, es humana en todo sentido, y con eso tal vez…

Cabrones, mi niña no es un objeto — el castaño reía a carcajadas cuando ya no pudo aguantar. El cuerpo era dominado por el lado malo y por eso maldecía a diestra y siniestra mientras miraba a aquella pequeñita persona que empezaba a moverse y apretar esas delgadas manitas que eran cubiertas por guantes rosados — no jodan… ¿en serio? — antes de que su amada niña llorara en ese tono tan bajito que sólo ella podía dar, la cargaba y besaba su frenteya cállense par de idiotas. Si no se han dado cuenta, nuestra nenita sigue viva porque escapamos de toda esa maldita mugre. No me voy a regresar a esa puta comunidad a intentar creer que seré una buena mascota bien tratada

Esto ha sido lo más divertido… que he escuchado en estos días… Fifi, te dije que sería bueno escucharlos — jadeaba debido a la risa

—Me enfurece que tú me hayas dado ese nombre, Tsu-Tsu, y el tuyo también es patético

No, el “patético” aquí son esos dos: Yoshi el que llora como magdalena y es suicida… y Tsuna, oh mi pobre Tsuna, el que se cree humano todavía

¡Esto no es un chiste!… es en serio. Les estamos diciendo que queremos criar a nuestro hijo de una manera diferente, que no vamos a aceptar a Reborn jamás… porque él nos desechará cuando no nos quiera

¿Y eso no fue lo que nos hicieron antes en aquella cárcel? — el castaño acunaba a su pequeña y frágil hijita, uniéndola a su pezón derecho, el que Sora no terminó de vaciar porque no lo dejaba. Ai tenía derecho a disfrutar del alimento también — pero sigan, esto me está poniendo de buen ánimo

Ustedes ya tienen su dosis de sexo diario, sus necesidades básicas están satisfechas. Es hora de que nosotros nos impongamos — Tsuna era el más cuerdo, pero en esa ocasión estaba siendo ignorado — no nos vamos a denigrar solamente porque Reborn nos da un puesto en esta manada

—¿Puedo callarlos, Tsu-tsu? Me están dando náuseas con tanta estupidez junta

Espera que quiero escucharlo… me huele a peligro — se burlaba mientras soltaba un bostezo para finalizar su pequeño aporte  

—Aunque lo niegues, aunque ustedes dos no quieran darse cuenta — el lado humano hablaba con convicción — el ataque a Lambo fue porque dudábamos de aquella propuesta que Reborn nos hizo, de aquel lazo que jamás lograríamos romper si aceptábamos. No nos sentíamos seguros de…

¿De qué? — Fifi miró a su nenita que succionaba con calma mientras él peinaba los cabellos azabaches que destacaban en esa cabecita menuda, pequeña, porque al ser una humana prematura, era un cristal diminuto — ¿De que Reborn aceptara a nuestros hijos? ¿De que fuéramos tratados como un juguete y nada más? Pues me río en tu cara, Tsuna… porque aquí, tú eres el puto ciego

Si de verdad no hubieses sentido nada por Hibari-san, no te hubieses dejado someter por él… y si tu decisión de elegir a Reborn hubiese sido firme, no hubieras tenido problema alguno para mantenernos a raya para no dejarnos salir el melancólico estaba más serio de lo normal y eso sólo hacía a la oposición reír — tampoco te hubieras dejado provocar de esa manera por un chiquillo. Tú estás tan enamorado de Hibari-san como nosotros dos

Ustedes sólo están ciegos —un nuevo bostezo y una risilla se dio — Bueno sigan, pero será la última vez que los escucharé

—Reniega de ello todo lo que quieras, pero amaste a Hibari-san, por eso te dolieron sus traiciones y cada orden que obedecía de esos ancianos — Si Tsuna, el humanista, hubiese tenido una estructura física, sonreiría con prepotencia — Y nada puedes hacer para cambiarlo. Tener pareja no cambia el pasado… no borra el amor que sentiste por alguien ajeno a esta manada, por quien te dio dos hermosos cachorros en cuyos rasgos están tus recordatorios diarios

Reborn se cansará algún día… nuestros hijos morirán bajo sus garras

Suficiente… me cansé. Fifi, quedas a cargo del cuerpo… estos dos me pertenecen — el cansancio desapareció de esa voz y eso era raro

—¿Mi nenita quiere más? — sonreía al ver a la pequeña succionar con empeño, pero seguramente ya no tenía más que dar — vámonos a comer algo… celebremos que las voces feas de la cabeza de papi se callaron obligadamente. Ai, digan lo que digan todos… tú, mi niña, no eres señal de nada. Tú eres una bendición para mí, porque sigues con vida… porque no me dejaste, porque te empeñaste en vivir y eso… se lo debes a una sola persona — sonrió antes de empezar a caminar fuera de su cuarto

 

 

Una deuda, una paga, un trato, un regalo. Lo que Reborn hizo por aquella pequeña no tenía precio.

Sólo dos personalidades sabían lo que pasaba en el mundo físico que los gobernaba, porque los otros dos, temerosos, se ocultaban bajo cuatro llaves para no enfrentar la realidad y por eso ignoraban muchas cosas. O tal vez los ignorantes simplemente estaban siendo protegidos. Como fuere, nada cambiaba el pasado. Ai le debía su vida a la sangre sintetizada de Reborn y los conocimientos de Verde y Shion, eso era algo que valía mucho más que una promesa incierta para un futuro feliz y Tsuna estaba bien con eso

 

 

Y… Y… Y… ¿Y qué?

 

 

Caminaba por el pasillo de la madriguera mientras bostezaba con cansancio, pues no fue muy agradable tener que soportar una pelea con su padre durante unas cinco horas seguidas, aunque al menos así dejaba de pensar en cosas innecesarias. Tenía el cuerpo molido y su estómago hambriento resonaba con fuerza pues acababa de despertar de su largo sueño. No quiso despertar a Skull y era por eso que, en soledad, se escabullía hasta la cocina. Quería tener algo en el estómago para enfrentar el siguiente día lleno de tortuosos entrenamientos… ella debía prepararse para salir a cazar con el grupo de Tsuna y eso sería como una prueba de valor, después de todo, al fin se adentrarían en la ciudad para adquirir una preciada cantidad de carne

I-pin se detuvo ante la puerta de la cocina debido a un murmullo que no tardó en identificar. Se quedó estática, callada, incluso aguantado la respiración al escuchar aquella voz… debía ser una broma

 

Ninna nanna, ninna oh,

questo bimbo a chi lo do?

Ninna nanna, ninna oh,

questo bimbo a chi lo do?

Se lo do alla Befana

me lo tiene una settimana.

 

 

I-pin no podía creer lo que sus oídos captaban, así que se acercó un poco a la puerta y lo vio. Su padre, el líder de la manada, el rey absoluto de los clase A estaba sosteniendo a un bebito entre sus brazos mientras terminaba de cerrar un biberón. «¿No te gusta esa, pequeño gruñón? Entonces cambiaremos» I-pin incluso restregó sus ojos y limpió sus oídos con sus dedos para verificar que no estuviera soñando, pero era verdad… su padre estaba actuando como un padre normal. Lo peor era que cantaba con esa voz gruesa y profunda que a todos les daba miedo, pero que en ese momento sólo transmitían calma y dulzura… ¡dulzura! ¡El apocalipsis!  

 

 

Nana bobò nana bobò
tuti i bambini dorme e Sora no
nana bobò nana bobò
tuti i bambini dorme e Sora no

 

Dormi dormi dormi per un ano
la sanità a to padre poi guadagno
e dormi dormi dormi bambin de cuna
to mama no la ghè la asé andà via
la śé andà via la śé andà Sant'Ana

 

 

Con mucho cuidado, Reborn se sentaba en una silla cercana, y al verificar el correcto nivel de temperatura del líquido en el biberón, acomodaba al pequeño en sus brazos antes de acercarle la leche para que la bebiera. Tarareaba algo con suma calma, ronroneaba suavemente para amenizar el ambiente y al final, besaba la frente del pequeño que tenía en brazos. Guardaba silencio un momento como recordando lo que seguía de a su canción y continuaba

 

 

la sé andà a prendar l'aqua ni la funtana
e la funtana non è minga mia
la śé de i predi de Santa Lucia
nana bambin nana bambin

E dormi dormi più di una contèsa
to mama la regina
to pare 'l conte
to mare la regina de la tera
to pare il conte de la a-primavera.

 

 

Alguien tocó el hombro de la muchacha que admiraba todo como si estuviera hipnotizada. I-pin casi gritó debido al susto, si no fuera porque los dedos de alguien la callaron. Su corazón a mil, su garganta mantenía atorado su alarido, giró casi mecánicamente para ver a quien la salvó de ser descubierta. Tsuna sonreía con prepotencia mientras le hacía una seña con la cabeza para que lo siguiera y ella, obediente y asustada, lo persiguió hasta alejarse de ese lugar.

No se dijo nada mientras tomaban distancia de la cocina y respiraban en paz. Sólo los pasos de cada uno se escuchaban mientras el castaño mostraba un biberón vacío en su mano derecha e I-pin, entendiendo la orden muda, se adelantó a la zona de los cuneros para buscar la tetera y la pequeña estufa que tenían ahí para calentar las raciones de leche en polvo destinadas para los bebés sin nodriza. No eran muchos los huérfanos así que, con lo que conseguían de vez en vez, les bastaba. I-pin preparó el biberón sin emitir comentario alguno sobre la rareza que admiró hasta hace poco, mientras el castaño se posaba en una de las sillas después de haber revisado que los cinco bebés en el lugar durmieran y que los dos adultos que resguardaban los cuneros se relajaran y tomaran una siesta también. Tsuna ponía especial atención en Coel que dormía en una de las camas dispuestas junto con otros dos niños, pues era su cachorro también

 

 

—¿Qué ha sido eso? — preguntó al fin, cuando cedía el biberón a Tsuna

—Tu padre cuidando de su hijo — tras verificar que todo estuviera correcto, Tsuna sonrió para empezar a alimentar a su pequeña — bebe despacio o te atrancarás, Ai

—Pero… Sora no es…

—Te acaba de demostrar que lo considera como suyo… y Ai tiene la misma suerte — el castaño sonreía con ternura a ver a su niñita succionar levemente del biberón — no digas que lo viste, es demasiado orgulloso. Así que olvida esto

—Pero él… bueno — rió nerviosamente mientras se sentaba en el piso en frente del castaño — yo no creí que sería así de cariñoso con los hijos que no le pertenecieran — susurró como un secreto, para no molestar a los que descansaban — A mí, por ejemplo, soy su hija y ni siquiera me da mimos

—¿Celosa? — elevó una ceja con diversión

—No — decía con una mueca — pero me da curiosidad su comportamiento

—¿Crees que tengo miedo de que Reborn algún día rechace a Sora o a Ai? — miró cada expresión de I-pin, la niña había madurado, pero seguía siendo un libro abierto ocasionalmente

—Obviamente sí, hasta yo temo por eso — se sinceró — los demás también piensan así

—Debiste haber aprendido que los clase A ganan inteligencia constante cuando son padres — I-pin asintió — entonces dime… ¿desde cuándo no ves al animal que es Reborn, recluido en una de las celdas subterráneas?

—Uh, fácil… desde… — su sonrisa se borró al darse cuenta — ¡no puede ser!

—Él ha aceptado a Sora y a Ai como sus hijos, es por eso que su inteligencia lo domina. Y esa es la única prueba que yo necesito para cederle mi entera confianza — sonrió con dulzura. ¿Por qué dudar si las pruebas eran contundentes?

—Dios mío. Ustedes dos… bueno al menos Reborn, debe amarte demasiado — I-pin no podía creer lo que sus labios pronunciaban, ni siquiera podía procesar la imagen paternal de su padre

—¿Sabes lo que es el amor, I-pin? — Tsuna sonrió al recordar las palabras de sus otras partes

—Claro, eso es…

—El amor de un clase A — la interrumpió antes de que dijera alguna estupidez, la miró con seriedad y ella negó — para los humanos el amor es un sentimiento intangible que une a las personas sin importar los estereotipos sociales o sus variantes, para que sean felices para toda la vida — dijo con asco, imitando la voz cantarina que alguna vez escuchó de una carcelera — pero para un clase A es… diferente de cierta forma. El amor que nosotros aceptamos es esto

—¿Qué?

—Lo que ves — con su mentón señaló su alrededor

—¿Qué cosa?

—Seguridad, respeto, armonía, sexo, empatía, comida, vida, hijos, familia, territorio. Quien nos dé eso, nos da amor… sea de la forma que sea, usando los métodos que se requiera, pero si al menos nos da lo que necesitamos y nos deja ser “libres”, entonces esa persona nos ama y nosotros correspondemos con algo igualitario para formar un vínculo que nos lleva a un matrimonio

—Suena tan técnico que me da escalofríos — I-pin se abrazó a sí misma

—Nos funciona, así hemos sobrevivido… nos basamos en ese amor para tener una razón para vivir — sonrió porque para él, eso era perfecto

—Entonces, ¿tú amas a mi padre? — ella tenía esa duda desde hace tiempo, quería quitársela de la cabeza

—Entonces, ¿tú amas a Skull? — le dijo con el mismo tono de voz — todo esto me tiene satisfecho… entonces sí. Amo a tu padre. — cada palabra la emitió con seguridad — Así de simple

—Pensé que jamás te escucharía decirlo con tanta convicción — los dos muchachitos miraron al recién llegado — eso es tan tierno — Reborn cargaba al bultito un tanto inquieto, negándose a dormir si no recibía cariño de su mamma

—Desgraciado — sonrió el castaño — nos detectaste desde el inicio

—¿Cómo no? Si mi hija mayor no sabe lo que es guardar silencio en el espionaje — Reborn la miró con seriedad y la muchacha se tensó — mañana sabrás a lo que me refiero, lo que es el sigilo

—Que cariñoso — se quejó I-pin lanzando un suspiro — no puedo pedir más

—Deja las ironías de lado. Y tú… — dirigió su mirada a Tsuna — nos regresamos a la habitación porque dejamos algo pendiente

—Púdrete — reía bajito — Ai sigue despierta

 

 

Y a pesar del “cariño” que se demostraban, ambos acunaban a sus hijos de forma delicada pero experta. Los bebes murmuraban algo en su idioma infantil que nadie entendía mientras movían sus manos en muestra de estar satisfechos, pero luego bostezaban ante el mecer de los brazos que los sostenían y las leves palmaditas en sus espaldas para liberarlos del aire que pudieron aspirar. I-pin admiró encantada ese accionar durante un tiempo, aprendiendo cómo actuaba un padre y deseando que la vida le diera una oportunidad similar.

Silencioso caminar de retorno al cuarto, miradas furtivas, sonrisas cómplices. Movimientos calmos, una confianza muda que se daban entre ellos al entrar al cuarto y coordinarse para dejar al par de bultitos dormidos en la cuna con las mantas bien colocadas y almohadas respectivas. Se entendían como ninguna otra pareja podría hacer, eso a pesar de las muchas dificultades que ellos mismos se ponían

 

 

—Te daré los hijos que quieras — esa era su forma sutil de matar el silencio que se formó entre ellos

—¿A qué viene eso tan de repente, Tsuna?

—Te he visto cuidar de Sora y Ai como si fueran de tu propia raza y sangre — no se miraban, estaban concentrados en las dos criaturas en esa cuna

—¿Y qué?

—En retribución a tu amor — sonrió con ternura mientras miraba al mayor — te daré los hijos que quieras… te lo prometo

—Recuerda que me tomo las promesas en serio — tomó el mentón del castaño y lo obligó a mirarlo

—Cuantos quieras… te los daré — apartó la mano de Reborn, sin embargo, con sinceridad sonreía al entrelazar sus dedos — pero tienes que aguantarme en esos horribles meses y jamás volver a irte cuando yo deba tener un apoyo

—¿Sabes cuántos hijos quiero? — sonrió de lado y apretó su enlace con la mano ajena

—No… y sinceramente no quiero saberlo o me arrepentiré del ofrecimiento — rió bajito mientras se alejaba de la cuna y con ello se llevaba a Reborn

—Yo quiero… los hijos que quieras darme — sonrió sutilmente, con la dulzura que sólo le ofrecía a los que se lo merecían — ni más, ni menos

—¿Me estás dando el mando de esto?

—Sí… siéntete privilegiado — habló con diversión, siguiéndole el juego previo a Tsuna

—Viejo idiota — sonreía al acercarse y abrazarlo — gracias — enredó sus dedos en el cabello negro y aspiró el aroma de Reborn. Jamás se había sentido tan seguro como en ese momento

—No olvides que tenemos pendientes — besó el cuello del más joven y repasó su lengua con suavidad en la zona acariciada

—Odio cuando acabas con el buen ambiente — refunfuñaba, pero se resignaba también. Así eran ellos y tal vez tenían demasiados años para acostumbrarse a eso — ¿qué fascinación tienes con mi trasero? — sentía un tic en su ceja por el descarado toque en esa zona

—Cabe perfectamente en mis manos

—Idiota

 

 

Experimentación…

 

 

Un nuevo campo de experimentación fue abierto debido a las inmensas posibilidades que se daban a largo plazo, sin embargo, estaba limitado a solamente las capturas recién acumuladas desde hace un año. Lancia lo sabía, pero tenía juventud todavía y aprendices a los que les dejaría su legado, por eso no estaba preocupado por nada de lo que podría ocurrirle a futuro. Estaba motivado y los riesgos que tomaba estaban siendo cada vez más grandes.

Lo primero fue aquella vacuna que resultó un éxito, sus nuevos carceleros especiales eran inmunes a cualquier virus que incursionara en su organismo, pero como pago tuvo que sacrificar a la mitad de sus jóvenes adquisiciones. Un niño de nombre Baek fue uno de los decesos que le pesó, después de todo, ese niño se adaptó a todos los químicos en su sangre y fue el catalizador de las nuevas dosis para la creación de carceleros. Pero no importaba, encontraría a alguien que ocupara ese lugar muy pronto

 

 

—¿Qué hacemos con el cuerpo? — los hombres de batas blancas miraban al muchachito que reposaba en la camilla, cuyos ojos abiertos se concentraban solamente en el techo que fue su única distracción durante todos los meses en que lo mantuvieron en el laboratorio

—Traten de salvar todo el material que sea posible y luego sírvanlo de alimento a los casos 23-B y 25-A. — ni un ápice de compasión en su voz o mirada — Anoten cada reacción que los mencionados experimenten

—Como ordene, Lancia-sama

—Reemplácenlo con el recién llegado y usen a los otros dos que están más adaptados. No detengan la catalización sin importar las consecuencias. Estamos a punto de crear la droga perfecta para tener un 50% más de éxito para la creación de carceleros especiales. No quiero que algo se detenga

 

 

Mientras se quitaba la mascarilla, la bata blanca y los guantes azulados para salir del laboratorio, empezaba a pensar en el otro experimento que tenía en mente. Sólo tenía que esperar a que Xanxus y Kyoya hicieran su trabajo y el resultado de aquellas mujeres fuera positivo. Necesitaba saber qué resultaba del cruce entre un humano modificado y un asesino incontrolable. Lancia se trasladó por los pasillos, revisando a través de los cristales todos los nuevos experimentos que se estaban aplicando en clases A menores a los veinte años, con cuerpos jóvenes y sin experiencia notable en la cacería, de esos que podía usar con mayor facilidad.

A lo lejos escuchó los gritos de alguien y sonrió de lado, porque su nueva adquisición había llegado. Se acomodó el traje que lo identificaba como miembro del consejo de la central en la armada y saludaba a su asistente, quien le informaba de todo lo ocurrido en esos minutos de ausencia. Escogió al jovencito a su lado por su eficiencia, su curiosidad innata, la empatía que mostraba hacia los de su especie y su falta de compasión por los que no lo eran. El rubio perlado junto a él era lo único que necesitaba por el momento, porque era el resultado de las innumerables estrategias de los anteriores ancianos de la armada.

Su ayudante era uno de los sobrevivientes de un ataque de un clase A fuera de control que asesinaba por placer, era alguien que ignoraba que los antiguos jefes planificaban y ejecutaban esas matanzas para controlar a las masas, a la vez que generaban soldados sin empatía por el enemigo. La armada de resguardo implantaba el odio hacia los clase A en los habitantes cuando soltaban a un enemigo segado por drogas, el mismo que asesinaba todo a su paso porque no tenía conciencia de lo que hacía. Esa organización creaba, manipulaba, distorsionaba y modelaba gente que compartía ideales. Era una estrategia bien pensada, un lavado de cerebro efectivo y seguramente los actuales jefes imitarían ese accionar por décadas a futuro

 

 

—Su nombre es MM. Escapó hace meses del cuartel que fue casi totalmente destruido — Fuuta leía el informe resumido, marcado por su bolígrafo rojo en las partes importantes

—Así que esa mujer… pensé que jamás la encontraríamos de nuevo

—La hallaron viviendo en una zona de granjas — revisaba el documento con cuidado, sin mostrar más que seriedad — trabajaba en los campos desde que tenía unos cuatro meses de gestación al parecer. Se dio un descanso de unos dos meses y volvió a esa zona, pero cambiaba de granja muy seguido, dejando intervalos de tiempo lo suficientemente largos como para que superara sus días de salvajismo

—Así que eso comprueba la teoría — Lancia miró a su ayudante y este sonrió antes de asentir

—Sí, señor — Fuuta miraba al frente mientras se acercaban a la zona de donde los gritos salían, las jaulas profundas de esa sección — mantienen su consciencia intacta mientras están gestando, pero después regresan a los saltos entre conciencia e inconciencia

—Interesante

—Aunque desde que la encontramos, no ha perdido la razón

—Puede ser que extiendan sus plazos de inteligencia debido a los cambios físicos después del parto. Asegurémonos del periodo más amplio que puedan tener sin volverse esas bestias

—Sí

—Ahora veamos qué nos trajo el viento

 

 

Al ingresar a ese sector vieron a dos soldados intentando detener a aquella mujer, la misma que trataba de atacarlos incluso estando dentro de la jaula con esos barrotes impidiéndole el paso. Pero eso no era un intento de escape o algo parecido, sino un intento desesperado para defender su pequeño sitio seguro, el de ella y del bebé que lloraba en el fondo de la celda. MM trataba de impedir que los soldados lograran abrir la jaula, porque defendía a su cachorro con todo lo que tenía. El grito de un soldado detuvo a Lancia y a Fuuta, un alarido agudo y largo que indicaba peligro. Obviamente alguien se descuidó y su brazo sangraba a borbotones por el pedazo que la mujer le arrancó, pero en seguida otro soldado tomaba el lugar del primero y con un arma eléctrica intentaba someter a la mujer

 

 

—El arma — Lancia se cansó de ver y escuchar los horribles forcejeos. Miró al soldado herido que reposaba contra una pared mientras apretaba su herida para detener el sangrado — dame tu arma

—Sí, señor — con su mano sana tomó el taser y lo extendió

—No esa… la real — el soldado obedeció, ofreciendo aquella automática completamente cargada y bien dispuesta — Fuuta — ordenó el azabache y el rubio enseguida se posó junto a él — aléjala de la criatura

—Sí — sin dudarlo, el rubio la tomó y sosteniéndola solamente en su mano derecha, puesto que en su izquierda tenía los papeles importantes para su jefe, se acercó a los barrotes donde la mujer seguía peleando con los otros dos soldados — MM — alzó su voz, ganándose un mínimo de atención. Fuuta apuntó y disparó, no una, sino tres veces

—¡NO! — la mujer retrocedió debido a los impactos en su cuerpo, dos en su brazo derecho y uno en su pierna izquierda — NO LO DEJARÉ

—¡Ya está! — pero los soldados fueron más rápidos que la mujer y patearon la puerta con violencia — Ahora detenla, yo voy por el crío — ordenaba el recién infiltrado

—Sí — sin embargo, la mujer no se detuvo, atacó al soldado, recibiendo las descargas que su cuerpo soportara. MM intentaba llegar a su niñito que manoteaba y pataleaba intentando que lo soltaran.

—Lo tengo señor — informaba el soldado al tomar al bebé de más de un año que lloraba a todo pulmón

—¡Suelta a mi hijo! ¡SUÉLTALO! … Te arrancaré al cuello — ella seguía en lo suyo. Incluso con las heridas que tenía, mandó a volar al soldado que intentaba pararla, pero una bala más se incrustó en su pierna herida — ¡NO TE LO LLEVES! — cayó inevitablemente, mas, cuando se levantó, su hijo traspasó la jaula y fue alejado de ella

—Ahora, una dosis más fuerte — Lancia miraba al soldado que se unió a la misión y éste, sin esperar, apuntó. El sonido retumbó en las paredes cuando el dardo salió disparado y se incrustó en la mujer — ¿de cuánto fue? — preguntó cuando vio a MM retroceder, intentando no ceder ante el efecto líquido que corría por sus venas

—MI HIJO… DEJEN A MI HIJO… ¡LOS MATARÉ! — gritaba, pero su cuerpo empezaba a entumirse

—Pude matar a tres humanos con esa dosis, señor — murmuró el soldado

—Muy fuerte — Lancia chasqueó la legua — un riesgo

—Pero los demás no le hicieron ni cosquillas — jadeó el soldado que salía de la jaula tras darle una fuerte dosis de electricidad que por fin logró noquear a MM — fingió estar inconsciente inicialmente y dio muchos problemas

—¿Alguien murió? — Lancia recibía el arma de Fuuta y asentía en agradecimiento por el buen trabajo de su asistente

—No, señor. Se actuó de inmediato — el soldado que sostenía a la criatura hacía todo lo posible por callarla, pero era imposible, el niño gritaba en busca de la protección de su madre

—Llévatelo a la sección de investigación — Lancia miró a los soldados asentir y retirarse

—Es el quinto niño, señor — Fuuta miró una última vez a la mujer desparramada en el suelo de la jaula y después caminó detrás de su jefe — ¿qué sustancia le dedicaremos?

—Le daremos algo nuevo, lo que saquen los de la central sur

—¿Ahora experimentas con niños? — un gruñido bajo recibió a Lancia y Fuuta cuando alcanzaron el piso siguiente — escuché a un mocoso y a una mujer loca gritando

—¿Espiando en los laboratorios, Hibari?

—Son niños

—¿Y te importa? — interrogó Lancia

—No — pero el azabache recién llegado respondió sin inmutarse — pero no quiero que ahora nos pongas como niñeros. Conociéndote, quieres dejarnos con ellos para probar qué tanto avanza el siguiente experimento y si se humanizan, o algo así

—No, Hibari — sonrió Lancia — no sería tan cruel con mis soldados favoritos

—Hibari-san, ésta no es la sección que le corresponde — habló Fuuta cuando creyó necesario — quien lo solicitó fue Ricardo-sama. Él está en la sección superior

—Así que de verdad me estabas espiando — sonrió Lancia mientras Kyoya emitía un gruñido largo — lo pasaré por ahora. Supongo que tu curiosidad innata no puede ser controlada

—En realidad quería hablar con esa mujer. La vi cuando la metieron a las jaulas el otro día — Se cruzó de brazos y afiló sus azules ojos metalizados — ahora aparta, herbívoro. La escuché por las jaulas subterráneas

—Que buen oído — Lancia miró a Hibari con seriedad — ¿qué quieres con esa mujer?

—Ella huyó junto con Tsunayoshi — su mirada se volvió fría — la interrogaré

—Olvidé tu obsesión — Lancia sonrió y miró a Fuuta, quien asintió

—Por aquí, Hibari-san. Lo guiaré — habló con cortesía — Tiene dos horas

—No soy idiota — Hibari miró a Lancia — ¿cuándo despertará?

—Preséntate aquí mañana y la tendré lista para tu interrogatorio — rió bajito, porque jugar con sus carceleros favoritos era divertido a veces

—Más te vale. Ya sabes cuál es el trato — Hibari se dio media vuelta y procedió a retirarse, no le importaba lo que hacían en ese lugar

—Aun no me traes a esa mujer, a Kyoko, con el vientre lleno — Lancia decidió ponerse serio — cualquier exigencia tuya no me es válida si tú no cumples con tu trabajo  

—Te morderé hasta la muerte, herbívoro

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Son las 0:49 de la mañana y yo no pude lograr subir el capítulo el 31 de octubre como lo planeé… que fatídico, pero ni modo, la intención es la que cuenta.

Estoy exhausta, pero espero que haya valido la pena, aunque sea un poquito XD

Bueno, me dirán, ¿No que se acababa el romanticismo en el cap anterior? Pues se suponía que sí, pero no me fijé que el capítulo de hoy superaba las veinte hojas. Demasiado largo, así que decidí cortarlo. Me disculpo por eso.

La verdad estoy en blanco debido al cansancio de todo, pero me hace feliz haber logrado actualizar pronto. Ahora puedo dormir en paz. Si me dejan un review me sentiré realizada XD

Muchas gracias para las que siguen sobreviviendo en esto

Las ama: Krat~

Besos y abrazos~

 

PD: ¿Creen que ya es hora del 1827? Yo creo que en este punto ya “cerní” a todas las lectoras que rechazaban el R27, XD … así que si, ya es hora del 1827 para las sobrevivientes. Obviamente nada será bonito, pero… así como les di dulzura con Reborn, algo haré con Hibari…. Creo que estoy media dormida al escribir esto… estoy siendo muy honesta… Bueno, para finalizar las notas, diré que la ficker ya se vengó lo suficiente XD

Ahora sí me despido~

Besos~


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