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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

¿Sobrevivientes?

Gózenlo... pero con calmita 

 

 

 

 

—Por… favor — suplicaba con la voz quebrada, sin siquiera moverse porque no podía y no quería, o sería aún más doloroso

—¿Dónde? — el azabache mantenía su ceño fruncido porque no obtenía lo que deseaba

—Yo no… ¡PARE! — su garganta se desgarraba con el grito que lanzaba para desahogar su dolor. Miraba al techo como en una súplica a un dios inexistente, lo hacía porque no quería sentir como el cuchillo atravesaba su rodilla como si fuera un pedazo de madera de balsa — ¡POR FAVOR! ¡PARE!

—¿Dónde está él? — Hibari miraba a la pelirroja mientras apretaba más el arma blanca y la hundía con algo de dificultad — Tsuna debe estar por algún lugar y tú escapaste con todos ellos — elevaba su voz para que ésta estuviera por encima de los gritos agónicos. Se le estaba acabando la paciencia

—Yo no… sé — lloraba amargamente porque su corazón, mente y cuerpo estaban lacerados — y no…

—Dime dónde está — harto de la misma respuesta se levantó y acercó su rostro al de la chica que mantenía atada de manos y pies a una camilla en una habitación del laboratorio. Una habitación en donde los experimentos se realizaban constantemente a pesar de la humanidad expresada por los clases A

—Yo no… lo… he visto — intentaba flexionar sus brazos, pero las correas que las ataban por encima de su cabeza estaban firmes y tensas; sus piernas tenían la misma singularidad. MM estaba sintiendo una vez más la horrible realidad de un cautivo de la armada

—Si no sueltas la lengua y me dices lo que quiero — el azabache apretó las mejillas de la mujer con una de sus manos y se acercó hasta que sus ojos estuvieron a tan sólo centímetros — traeré a ese hijo tuyo y lo cortaré como a un papelito

—No… — sus ojos ya cristalizados por las decenas de lágrimas derramadas, se volvieron a inundar de aquel líquido salado — tenga piedad, ¡por dios! — sollozaba con potencia, porque su pequeño retoño no estaba con ella y no tenía idea de lo que le estaría ocurriendo. Mucho peor era tenerle miedo a algo que aún no había sucedido, a una amenaza lanzada al aire

—Entonces dilo — sacudió ese rostro un par de veces y la abofeteó para que dejase de llorar como una mocosa asustada — ¡HABLA!

—Yo no lo… — su voz se quebró… ella sabía que si no le daba al carcelero lo que deseaba, su hijito pagaría las consecuencias

—Se acabó — caminó con calma hacia la salida, chistando la lengua debido a que perdió más de cuatro horas en vano — veamos si con tu hijo siendo torturado en frente de ti empiezas a hablar

—¡Es sólo un bebé! — intentó gritar nuevamente pero apenas y podía elevar su voz un poco porque sus cuerdas vocales ya no servían

—Habla — Kyoya abrió la puerta con cansancio porque estaba harto de las negativas

—¡Al este! ¡Al este! — jadeó mientras cerraba sus ojos con fuerza. Que se pudran todas las manadas, ella sólo quería que su hijito tuviera una esperanza de sobrevivir un tiempo más… hasta que ella lograra cometer suicidio e intentase rescatarlo — La última vez que lo vi fue al este… al este

—¿Dónde? — se giró para ver a la estúpida mujer que gimoteaba como cualquier animal al borde de la muerte

—Di… distrito… catorce — sollozó con desesperación, intentando ver a Hibari para tener certeza de que no le haría nada a su bebé — nos separamos… porque mi manada… era otra

—¿Qué tan lejos está la guarida de Tsuna? — su rostro estoico no mostraba la leve satisfacción porque tenía al menos una pista diminuta después de tanto tiempo. Eso porque Xanxus no quería colaborarle y perdió mucho tiempo en una búsqueda casi perdida 

—No sé — MM sorbió su nariz y apretó los dientes — en serio… no lo sé… se-se lo juro

—Hum — de nuevo se encaminó hacia la salida y sólo sus pasos resonaban en ese cuarto

—No le haga… nada… a mi bebé — suplicó una vez más

—Para que lo sepas… si es que no despierta esta noche, tu hijo no tiene esperanza de vivir

—¡No! ¡¿Qué le han hecho?!

—Fue presa del sistema — antes de cerrar la puerta por completo dio la última información que tenía — un experimento más, un desperdicio extra

—¡MI hijo!

 

 

Tal vez no debería soltar información tan a la ligera, pero era divertido destrozar el alma de un asesino en masa. Hibari bostezaba con cansancio mientras movía sus hombros de forma circular para destensarlos, la tortura siempre era tediosa y agotadora. Él prefería que todos le dieran lo que quería a la primera amenaza, pero eso era imposible, por eso debió aprender todo lo que Xanxus le quiso mostrar, aunque muchas de las clases fueron repugnantes, sin embargo, había ideas que le sentarían a la perfección cuando Tsuna estuviera en sus manos. Como fuese, ahora tenía un lugar al cual dirigirse y basarse para empezar su búsqueda, porque seguramente esa clase A ya no tenía más que decir. Kyoya pudo oler y escuchar los latidos de esa mujer, y no mentía al final de su charla

 

 

Celo…

 

 

Lambo había pasado por todo un proceso extremadamente lento de rehabilitación, uno en donde su mente fue manipulada y encaminada a algo bueno. No fue fácil, por el contrario, el tratamiento acarreó dolor y lágrimas. El sufrimiento de las constantes terapias fue un reto que sólo la fuerza de voluntad del paciente podía superar y Lambo lo hizo, por sus razones meramente egoístas, pero se repuso poco a poco. Se decía que la locura en los clase A era común, eso debido a que en su interior tenían una especie de lucha interna contra su parte animal, sin embargo, Lambo tenía los genes de una madre sociópata y eso lo volvió un peligro andante. Verde solía decir que su mayor orgullo era Lambo, porque logró al menos frenar ciertos rasgos peligrosos que lo caracterizaban. El jovencito por su parte sólo sonreía cada que tenía una mejora porque gracias a eso saldría de ese hueco y podría volver a ver a su amado Reborn. Cosas extrañas que sucedían en la manada

El control que debían hacerle a Lambo se lo llevaba a cabo semanalmente, tanto física como psicológicamente. A veces no mostraba avances y otras sí, era un juego del tira y afloja que no se detenía por nada. Verde y Shion eran los encargados de ese chiquillo demente, quien jamás salió de la sección especial de la manada, pero que recibía visitas constantes ya fuera de su hermana o de algún miembro de la manada que curioseaba el progreso del problema. Varios niños y bebés eran llevados a la jaula de Lambo para las pruebas pertinentes, siempre con un clase A listo para parar cualquier intento de agresión a los menores. Coel fue uno de los pequeños que siempre estaba presente, mirando a quien en un par de ocasiones lo agredió, pero con su pequeña e infantil mente no entendía muy bien si ese chico era malo o bueno, solamente lo reconocía como su familia y era sí como lo trataba

 

 

—Come comigo — sonreía Coel y otros dos pequeños de cinco años quienes sostenían en sus manos un par de panes

—¿No te gusta? — preguntaba el mayor de los pequeños quien estiraba su mano para darle el trozo al azabache de rizos que estaba sentado frente a ellos

—Claro — suspiró Lambo antes de tomar el pan y morderlo. Su mirada ya no estaba tan perdida, sus acciones eran calmadas y sin malas intenciones. Después de meses, al fin lograron despojarlo de las cadenas que lo limitaban y lo dejaban interactuar con los menores de la manada de forma natural — está bueno, ¿quién lo hizo? — sonrió, siguiéndole la plática al chiquillo

Mamma — sonrió Coel mientras comía también — mamma hace eto

—¿Quién es tu mamma, Coel? — mas, había cosas que por más terapias que aplicaran a una persona, jamás quedaban igual y esas eran algunos recuerdos. Aquel muchacho de mirada verdosa tenía memorias distorsionados, borrosas o simplemente editadas por su propio odio para darse motivación a seguir

—Tsuna — sonrió en respuesta mientras tomaba el dulce que otro niño le dio — mi mamma

—Así que tú eres la pequeña cosa que él cuida — las palabras de Lambo salieron en un tono más opaco y severo. El guardia se puso alerta de inmediato, el científico tomaba notas y el médico revisaba el tranquilizante en la jeringa por si las dudas

—Tsuna cocina rico — mencionaba el otro niño que ofrecía un dulce — como I-pin, como Nagi

—No quiero escuchar cosas de Tsuna — Lambo miró a los niños y terminó sonriéndoles sutilmente — pero me pueden hablar de mi hermana, de I-pin. ¿Cómo está?

 

 

Así fueron las sesiones del último mes en el que revisaban el cambio de comportamiento de Lambo. La terapia de electrochoques funcionó, a pesar de que usarla no fue ortodoxo ni piadoso, pero los resultados eran notables. Verde ni siquiera se inmutó en proponer aquello, mucho menos en aplicarlo, después de todo, a pesar de que ahora era parte de la manada como un clase A más, también fue un investigador de la armada tiempo atrás y su corazón se volvió duro con el tiempo. Estaba encargado de mantener la paz de la manada que él mismo creó, por eso se hacía responsable directo de los integrantes con problemas como esos, donde el paciente necesitaba mejora rápida antes de que fuera asesinado. Tal vez Verde sólo quería enmendar sus errores del pasado, al menos eso solía decir.

Cuando Verde logró dar el visto bueno al muchacho y afirmar que se había recuperado, al fin lo sacaron de esa celda, pero no lo iban a mostrar a la comunidad todavía porque, aunque se hubiese curado, él todavía era una amenaza para alguien en concreto. Tsuna era presa del odio de Lambo y Reborn no toleraría un solo atentado hacia su esposo, era una locura dejar que Lambo rondara de nuevo por las instalaciones. Así que todo desembocaba en que el castigo que Tsuna dictó para el idiota que casi le dio muerte, se aplicaría, porque perdonar a alguien no era fácil, tener piedad tampoco, tener compasión ya no estaba en sus espíritus.

Los encargados transportaron a Lambo a la enfermería, donde le harían los exámenes pertinentes para verificar su salud física, porque necesitaban al chiquillo en perfectas condiciones. Sin embargo, Lambo no sabía lo que le depararía el destino después de eso… pero estaba convencido de que seguiría con su vida en la manada como si nada. Ninguna de las partes involucradas abrió la boca para preguntar sobre el tema y así estaba perfecto 

 

 

—¿Ya me puedo ir? – se quejaba Lambo al ver que las agujas en su piel eran retiradas – oye

—Cállate mocoso y deja que siga – Reborn mandaba en ese lugar y golpeaba levemente la cabeza del de cabellos rizados, pues venía a revisar que lo que Verde afirmó fuese verdad – necesita saber qué es de tu salud

—Estoy bien, maldita sea — refunfuñaba porque lo que más deseaba era salir a tomar aire puro, pero no lo dejaban

—Uy, estás enojado – se burlaba Reborn al ver que su “alguna cosa” mascullaba cosas mientras se frotaba las marcas de las agujas

—Como sea, ya terminé. Ahora salgan porque ustedes dos sólo me estresan y distraen – se quejaba aquel hombre de bata blanca, de barba formada y sin afeitar, leves surcos en las esquinas de sus ojos que demostraban que ya era un adulto y uno más viejo que el propio Reborn – largo

—No sé por qué sigues experimentando conmigo, Verde. ¿No tienes lo que quieres ya? – Lambo miraba al científico y éste sólo le daba la espalda – te estás volviendo viejo y bajo tierra — señalaba las paredes que los rodeaban — eso sólo te hará esquizofrénico

—No seas idiota, Lambo – se quejaba Reborn antes de jalar al mocoso y proceder a sacarlo de la habitación – si quieres algo más sólo llama, Verde

—Claro – decía agitando su mano y retomando su camino para sentarse en frente de su escritorio. Dos personas más le ayudaban en esa tarea y eran ellos tres los que se quedaban en la zona más segura de todos los refugios – por cierto, tráeme alimento

—Sí, sí, lo que quiera el científico – decía Reborn antes de azotar la puerta y empezar a caminar por los pasillos mientras vigilaba que Lambo siguiera con la ruta establecida. Por sólo ese día, él estaría a cargo de la custodia del estorbo en su manada

—Verde experimentó consigo mismo para ganar longevidad como los clase A – suspiraba Lambo mientras hablaba de cualquier estupidez para que el otro le respondiera y así poder disfrutar de esa sensual voz – fue lo peor, ahora lo aguantaremos por años

—No te quejes ya que gracias a él estamos vivos aún

—Bueno… con pocos recursos puede hacer de todo – decía mientras bostezaba – y ahora nosotros qué haremos, ¿jugar un rato?

—No te creas con tanta suerte, mocoso – el mayor gruñía bajito – ahora métete en la celda y no quiero que hagas un lío

—¿Irás por Tsuna? – miraba a Reborn con su ceño fruncido, él tenía la intención de pasar tiempo de calidad con su amado tío

—¿Celoso?

—¿Yo? – decía irónico – no mucho… pero creo que se me pegaron tus manías

—¿Cuál de todas? — intentaba no molestarse, sólo seguir con el plan del día

—El de buscar pareja… eres buena opción, Reborn – Lambo sonreía antes de intentar entrar a la celda junto con Reborn, pero obviamente el mayor no era idiota y lo empujó antes de que cumpliera con sus planes – llámame cuando seas rechazado — rió con ganas — ya sabes dónde estoy – le guiñaba un ojo al mayor y cerraba la puerta mientras seguía riendo. Adoraba molestar a su líder  

—Mocoso idiota — cerraba los seguros y suspiraba antes de alejarse. Reborn estaba seguro de que ese mocoso ya no era tan peligroso, pero su prioridad radicaba en Tsuna y sus tres pequeños hijos, por eso… no dudaba en enjaular al problema — sólo espero que tu celo llegue pronto

 

 

La armonía de la manada no debía durar tanto como muchos imaginaban. Si bien tenían todo lo necesario para su vida y con eso mantenían su mente ligada a la mayor cordura que les era posible, había cosas que no podían controlar y una de esas cosas eran los celos y las parejas que se formaban cada vez. Cuando el primer celo de alguien llegaba y el susodicho no se convencía por una pareja adecuada, el mismo miembro de la manada se aislaba en las habitaciones inferiores y a nadie se le era permitido pasar esa zona de descanso. Sin embargo, cuando una pareja se formaba, Reborn les cedía el permiso de elegir una habitación en la que desde ese mismo día compartirían una vida matrimonial, ya después harían la ceremonia oficial en conjunto con todos los demás matrimonios, nacimientos o demás, en un día en común. Era un sistema bastante simple. Esa era la forma en que ellos enfrentaban las épocas de júbilo, de insensatez y deseo carnal, pero hubo alguien que estaba alejado de todos esos privilegios debido a que un castigo se le fue impuesto.

El aroma que escapaba de esa celda en especial le dio muestra de lo que estaba pasando. Verde sonrió satisfecho cuando fue a revisar al muchacho y lo halló en el piso, retorciéndose levemente mientras emitía ese aroma dulzón que no era propiamente suyo, sino del proceso que se estaba llevando a cabo. El primer celo siempre era duro, porque el clase A no estaba preparado, no sabía qué pasaba con él, ni siquiera sabía si las necesidades de su cuerpo estaban ligadas a su propia mente o alguna cosa extraña encaminada a la locura

 

 

—Llama a Reborn y Tsuna

—Yo no creo que deba — Shion miraba al muchacho con un poco de pena — me parece innecesario un castigo de tal magnitud

—¿Qué demonios me harán? — refunfuñaba Lambo mientras miraba a los dos mayores un momento — largo, con ustedes no quiero estar ahora

—Te gusta este chiquillo, Shion — Verde reía como pocas veces hacía — pero él te repudia… eres idiota

—Calla, Verde — el médico apretaba los puños, porque muy aparte de sus sentimientos estaba su impotencia por no poder proteger a ese niño

—Largo — reclamaba Lambo — ¡Fuera! ¡Si en verdad es mi celo pues se aguantan y se largan!

—Llamaremos a Reborn primero… creo que le interesará — sonrió Verde antes de caminarse a la salida y jalar a Shion con él

—Quiero a Reborn aquí — sonrió Lambo en despedida, agitando su mano derecha y con la izquierda sosteniéndose el pecho que ardía debido a la emoción — si lo traen se los agradeceré de alguna forma

—Ya lo escuchaste, te acaba de rechazar, así que te calmas y sigues las órdenes, shion

—Verde… creo que deberías llamar a Tsuna — apretó los labios y se resignó, su nivel de autoridad en esa manada era limitado — después de todo, él fue quien dio la orden

—Nah… será divertido ver primero la cara de Reborn

 

 

La poca diversión que Verde tuvo durante su vida estaba involucrada con Reborn quien fue un clase A casi perfecto, incluso cuando lo recibió en su laboratorio por primera vez. Aún recordaba al bebé de casi un año que fue arrebatado de sus ingenuos padres para que la armada lo “curara”. Pequeño cuerpo con el que desarrolló sus primeras teorías, pero siempre bajo el yugo de su primer maestro en la armada. Verde también recordaba al otro mocoso descendiente de los mismos estúpidos padres, pero que le importaba menos que Reborn. Ese niño, el hermano de Reborn, le dio la última cosa que necesitaba para certificar su diferente procedencia, sin embargo, Reborn le dio todas las otras claves para entender lo que en sus genes se desarrolló forzosamente por la ambición de los vejetes que iniciaron con la creación sin límites de los clase A mediante la propagación de un “virus”. Fue muy divertido saberse una rara especie de clase A completamente mutado, siendo el único capaz de mantener su consciencia estable y un raciocinio ilimitado, pero sin la capacidad de entrar en un celo tan fuerte como los demás. Verde estaba consciente de que su celo casi ni se percibía. En pocas palabras, lo que los vejetes buscaron por años era a él, a un asesino perfecto, pero Verde decidió ser fiel a su especie y por eso estaba en esa manada, además, le gustaba ver el desarrollo del que alguna vez fue una especie de hijo para él

Desde que aquel azabache de singulares patillas llegó a su vida, las más divertidas cosas sucedieron en secuencia como si el destino hubiese calculado todo a la perfección. Los años de descubrimientos, el escape, el fingirse muerto, el llevarse a un niño de cinco años y a otro de tres fuera de esos malditos laboratorios para criarlos con ayuda de un par de lo que, en aquella época, se estaban denominando como clase B. Todo a partir de ahí fue único y se lo debía al azabache que estaba mirando de frente y al que le estaba dando la muy grata noticia. Se rió divertido cuando lo vio chasquear la lengua y caminar en dirección de las celdas, era tan… desgraciado, pero nadie debía culparlo, después de todo la vida de Reborn jamás fue sencilla. El carácter que el actual líder de la manada tenía fue forjado por cada inhumanidad que los humanos promedios le hicieron y aplicaron en los de su misma clase. Si Reborn era un maldito fue porque sólo así pudo comportarse para sobrevivir

 

 

—Esa mujer… fue la única cosa que no lograste controlar — suspiró mientras se encaminaba a las afueras de la madriguera donde seguramente Tsuna jugaba con sus tres hijos pequeños

—¿Por qué fue eso? Aun no lo entiendo — Shion miraba la diversión en Verde con curiosidad

—Es simple, la madre de Lambo le mostró a Reborn algo que él jamás supo experimentar correctamente — miró a Shion de reojo — algo que todos aquí buscamos

—¿Una pareja? Pero ella no…

—No es eso — corrigió mientras se acomodaba el cabello

—¿Entonces?

—Amor humano… — sonaba tan simple, pero era algo tan complicado cuando el mundo te cree un simple animal — aunque el de ella era un falso amor, sólo un teatrito y todos lo sabíamos, pero para quien vivió desde su infancia en un laboratorio, eso fue algo nuevo que experimentar. A eso súmale su egoísmo ilimitado, y obtienes una “cosa” que Reborn jamás pudo dejar de desear sólo para él

—¿Y Tsuna? — Shion entendió perfectamente y era por eso que más dudas llenaron su mente

—Tsuna le brindó un amor verdadero, incondicional, aunque fue como un hijo inicialmente, pero como dije, Reborn es egoísta y no quería que nadie más probara ese amor

—Creo que ahora lo entiendo por completo, pero eso no me quita la compasión por Lambo

—Es igual que su madre — sonrió con diversión — un sociópata, algo te hizo… Es gracioso, hasta los más desalmados caen.

 

 

Él…

 

 

Los pasos resonantes en una sección casi desierta, el gruñido bajo que fue lanzado debido al enfado que ese momento le causó y un suspiro leve porque ese aroma en el aire le estaba afectando como a cualquier otro, pero que en ese momento le daba náuseas puesto que tenía pareja estable y le sería fiel por mero capricho. Sin embargo, algo sí le molestaba, a tal nivel que no podía ignorar, y por eso tenía las llaves de esa maldita jaula en la que estaba el motivo de que el ambiente se sintiera más pesado.

Crujió la puerta al ser abierta, ese aroma lo golpeó de frente. El primer celo siempre era más poderoso que los demás, Lambo lo estaba demostrando. Jadeante, desesperado, feliz de que alguien acudiera a su llamado, un chiquillo que dejó sus genes paternos sobresalir. Reborn sólo se quedó mirando al muchachito que estaba encadenado como un animal peligroso, tal y como él lo estuvo por muchos años cuando se dejó capturar sólo para buscar a Tsuna y a sus demás subordinados. Con calma se acercó a Lambo, escuchando todas esas risas bajitas llenas de emoción, se arrodilló frente a él y se quedó callado. Quería analizar algo

 

 

—Eres patético — sus labios se movieron solos cuando se hartó de ver a ese chiquillo tratando de abrazarlo. Él lo empujaba para que ese contacto no sucediera, no lo soportaría

—Yo sabía que vendrías a mí — sonrió sin escuchar las palabras ajenas, feliz de que esa persona estuviera tan cerca — sabía que me elegirías para darte los cachorros que mereces, para poder darte la descendencia que tanto anhelas

—No escuchas, no razonas, sólo quieres satisfacer tu celo

—Sólo yo puedo darte hijos puros, soy un clase A igual que tú — sus mejillas rojizas opacadas por la cicatriz que adornaba su mejilla — te di mi virginidad, mi cuerpo, mi alma… te daré los hijos que mereces… mis hijos serán tus hijos… mis hijos no serán bastardos — un par de lágrimas se le escaparon debido al calor, la desesperación y demás

—Te pareces tanto a ella — susurró antes de estirar su mano y ocultar la fea cicatriz que tenía la mejilla de Lambo — demasiado — sin eso… ese chiquillo era igual a esa persona

—No me importa si me comparas con mi madre. No me importa ser tu sobrino. No me importa nada… sólo te quiero a ti, Reborn

—Usas tu bonita cara para llamar la atención, luego tratas con palabras y sonrisas, aprovechas cada oportunidad para brindar ayuda a la persona que eliges como presa… y por último te metes en la vida ajena a la fuerza porque se te dio la libertad que querías… hasta eso heredaste — detalló cada parte que le fue posible

—Todo lo bueno de ella — Lambo sonrió mientras disfrutaba del calor de Reborn en su mejilla — por eso logré acercarme a ti, Reborn

—Ofreces un amor incondicional, pero tú lo ofreces con honestidad — analizaba al muchachito con serenidad, incluso su rostro nunca dejó la seriedad — eso lo heredaste de mi hermano. El sentido de lealtad, la honestidad a nivel emocional… mas no heredaste su talento en cuando estrategias, su astucia

—Tómame, Reborn — se acercó al mayor para pegar su mejilla en el cuello ajeno

—Eres estúpido — agarró los cabellos negros y tiró de ellos hasta que Lambo se alejó — demasiado estúpido

—Eres un maldito y a pesar de eso estoy aquí — Lambo se quejó un poco por la rudeza, pero no dejó de sonreír — porque te amo más que a nada en este mundo

—No sabes respetar a los tuyos, ni siquiera a tu hermana. No respetas la vida de los que son cercanos a ti. No respetaste la vida de un bebé que estaba creciendo. No respetas la vida de las siguientes generaciones — con furia arrojó a Lambo lejos de sí, hasta lo vio golpearse con una pared — eres un desperdicio de ser viviente

—Yo nunca quise hacerle daño a mi hermana — pareció reaccionar después del golpe y la tristeza apareció en sus ojos  

—Pero sí a los niños

—¿Y eso qué importa ahora? Ya no hago eso — reclamó con frustración porque no podía estar tan cerca de Reborn ya que este lo apartaba por más que intentase acercarse — por algo soporté la maldita terapia de ese loco

—Le prometí a tu madre y a mi hermano que cuidaría de mi querido sobrino — confesó mirando a un Lambo que volvía a acercarse — por eso sigues vivo, porque yo prometí cuidarte y así seguiré haciendo

—Por eso te amo tanto, Reborn

—Estarás en buenas manos y seguirás con bien… pero no en mis manos — dictaminó con seriedad

—Yo sólo quiero quedarme contigo, con nadie más — sintió un nudo en el estómago al ver la oscura mirada carente de emoción positiva

—Ahora Tsuna cuidará de ti, decidirá por ti… y hasta que llegue la hora, así seguirá… — se alejó un paso y se irguió para mostrarse en esplendor — lo que te pase después estará lejos de mi jurisdicción directa

—¡No digas estupideces! — no toleraba siquiera escuchar ese nombre, mucho menos quería aceptar las palabras que sus oídos captaron

—Te alejarás de mí

—¡No quiero!

—Lo harás y así mi paz también llegará

—No lo dejaré, no. Tú tienes que estar conmigo, con nadie más. Porque si no estás conmigo, no puedes estar con nadie más — apretó los labios mientras negaba. No lo aceptaría

—Yo amo a Tsuna — sonrió con malicia — más de lo que amé a tu madre y por ende a su recuerdo… lo amo más que a su reemplazo — ¿disfrutar del dolor ajeno era malo? A Reborn eso le daba igual

—¡NO!… tú no puedes estar sin mí. Tu dependes de mí, de mi presencia — Lambo hace mucho que perdió su rumbo, todo por un capricho

—Admito algo — Reborn se arrodilló frente al chiquillo y cogió el mentón del mismo para mirarlo — tu podrías manipularme porque me recuerdas demasiado a tu madre… y es por esa misma razón que te dejaré en manos de Tsuna, para no volver a hacer una estupidez

—No te atrevas a dejarme con él — enfureció e intentó sujetar a Reborn, pero no notó que las cadenas ya no daban más

—Cavaste tu propia tumba, Lambo

—¡No puedes dejarme con él! ¡NO PUEDES!

—Puede y lo hará — la voz de Tsuna resonó en las paredes, causando dos reacciones diferentes — ha llegado tu celo, mi pequeño Lambo — Reborn sonrió y Lambo quedó en blanco — ¿recuerdas lo que te prometí? — se burló mientras emitía una sonrisa amplia

—Te mereces esto y más — sonrió Reborn antes de acercarse al oído de Lambo — esto en nombre de mi nieto, el no nacido — macabra condena dictaminada por el líder absoluto

—Reborn — susurró sin creer lo que estaba viendo, lo que escuchó

—Largo de aquí, mio amore — Tsuna rió divertido por la estupefacción de Lambo. Reborn por su parte se alejaba sin prisa — porque de ese niño idiota, yo me encargo

—Sólo no lo mates — Reborn retomó su seriedad antes de pasar junto a Tsuna — porque si lo haces… no te lo perdonaré

—Qué miedo — bufó

—Promesas… son promesas

—No debes olvidarlas — el castaño rió y rodó los ojos — lo sé… pero ahora largo, porque tengo que castigar a alguien

—¡Reborn! ¡¿Qué demonios te pasa?! — Lambo seguía, nunca pararía de insistir — A ti es a quien quiero, no a este imbécil, impuro, la puta de los carcele…

 

 

Reborn no giró para ver la forma en que Tsuna detuvo las palabras de ese niño, no quería ni siquiera escuchar el inicio de eso, porque no quería ni pensar en que su esposo se mancharía con el aroma de alguien más. Reborn podría estar satisfecho con el castigo que Tsuna impondría, ya que de esa forma demostraría que sus lados más patéticos estaban dominados, pero pensar en aquella especie de infidelidad le asqueaba. Se retiró de ahí con prisa, porque desde ese mismo momento sentía la furia nacerle desde el estómago, la misma que se distribuía por todo su cuerpo. Tal vez aceptó que Tsuna cumpliera con su deber y venganza, pero estaba consciente de que sus celos –uno de los pocos sentimientos humanos que se permitía tener- lo tomarían por completo después de que todo acabara

 

 

Mientras…

 

 

Nadie más que Reborn y Tsuna supieron del celo de Lambo, esa fue la orden y así se cumplió. Por eso, el resto de la manada seguía como si nada, en sus tareas diarias, con sus risas, peleas, gruñidos, planes y comidas en cantidades elevadas o siendo numerosas durante el día. Eso fue lo que ayudó a Reborn a soportar la espera, además, su hija mayor ayudó mucho, después de todo, desde el incidente fatídico para la menor, se volvieron algo más cercanos. Se convirtieron en verdaderos padre e hija

 

 

—¿Te pasa algo? Sueles estar con los más jóvenes para darles una de tus entrenamientos espartanos — sonreía I-pin mientras se sentaba junto a su padre con una pequeña niña en sus brazos

—Quise jugar con mis hijos un rato

—¿Eso me incluye?

—Si ya estás aquí, podría intentarlo — se burló mientras bajaba a Coel de sus hombros, el mismo que reía sonoramente debido al juego de escalada que estaban haciendo

Pappa, sube… súbeme de novo — reía agitado mientras se agarraba de nuevo del hombro de Reborn e intentaba subir

—Ve con los demás niños — el azabache revolvió los cabellos del castaño y sonrió con sutileza — corre

—Llevo a Sora — Coel rió mientras se sentaba en frente del bebito de ocho meses y le tomaba de la mano — Sora vamos — pero el bebito que mordía un muñeco de plástico balbuceaba algo mientras negaba insistentemente — ¿no queres?

—Ugh — murmuraba mientras emitía un sonidito ronco como una imitación de un gruñido y apartaba la mano de Coel mediante un manotazo

—Déjalo, Coel — Reborn miró a su hijo adoptivo y sonrió sutilmente — ve con los demás, Sora aún es muy pequeño

—Está bien — no faltó mucho para ver a Coel correr para alcanzar al grupo de niños que jugaba a lo lejos

—Vaya, eres un buen padre — I-pin sonrió mientras jugaba con las manos de Ai, sosteniendo un juguete colorido encima de ella para que intentara agarrarlo — así hasta me dan envidia

—Tendrás los tuyos pronto, así que no me envidiarás tanto — la miró un momento y le brindó una cálida sonrisa. Tal vez no hablaron del bebé no nacido ni una sola vez, pero las miradas cariñosas eran suficientes

—¿No te afecta ser abuelo? — molestar a su padre poco a poco se le iba haciendo costumbre

—Me afecta que mis nietos hereden los genes de Skull — dijo con seriedad

—Que malo — reía divertida al ver como Sora luchaba por destrozar el juguete, pero obviamente con esos pequeños dientes sin filo no podía hacer mucho — Skull es tierno, dulce, fuerte, sus genes son buenos

—Los tuyos son mejores pues te quedaste con lo bueno de mí y eso es mucho

—Narcisista — sonreía restándole importancia y centrándose en la linda pelinegra de ojitos marrones y curiosos — ¿la quieres tomar en brazos? — mostraba a Ai que reía cuando al fin logró alcanzar el juguete y con orgullo lo mostraba agitándolo entre sus manos

—Aun no — Reborn miraba a Sora con detenimiento mientras disimuladamente acercaba su dedo hasta la mejilla del mismo

—¿Qué haces? — I-pin a veces se sorprendía de las cosas inocentes que su padre aparentaba hacer

—Silencio — susurraba mientras apretaba la mejilla izquierda del bebito y éste detenía sus mordidas para agitar su mano y alejar lo que le molestaba mientras gruñía o intentaba hacerlo

—Deja de molestarlo — se quejaba cuando Reborn repetía la acción haciendo enfadar al bebé — no seas… malo — se rió por sus propias palabras — ya déjalo — intentaba que Reborn parase de molestar a Sora, pero era inútil

—Mira esa cara molesta — Reborn seguía en lo suyo hasta que Sora se aferró a su mano para intentar morderla — ¿a quién te recuerda?

—Mejor no respondo — I-pin recordaba esos cabellos negros y ojos azules, mejor ni recordaba a Kyoya

—Mira muy bien — sonrió mientras movía su mano de un lado a otro y el bebé de igual forma lo hacía ya que se negaba a soltar a su “presa” — y dime

—Oye — I-pin observó al chiquillo que empezaba a fruncir el ceño, pero al caer de espaldas al suelo empezó a reír mientras luchaba por levantarse y volver a atacar la mano de Reborn — oh… se parece a Tsuna — cayó en cuenta — tiene la misma cara cuando se enoja y su linda risa cuando se divierte 

—Ai también tiene esas bonitas expresiones — Reborn sonrió mientras jugaba con Sora — me gusta eso

—Eso es lo más tierno que te he escuchado decir — sonrió I-pin mientras dejaba a Ai sentada junto a su hermano, la misma que reía al ver esa pelea entre los otros dos varones

—No lo divulgues — amenazó al volver a su estoico estado

—Claro que no — I-pin saludó de lejos a Yamamoto que cargaba a Susu en brazos — no quiero dañar tu imagen de chico malo, papá

—No llames a Takeshi

—¿Por qué? — se extrañó

—No me gusta que Ai esté junto a Susu

—No jodas — I-pin empezó a reír bajito intentando no ser demasiado obvia — ¿estás celoso? Eso es más tierno aun

—No tientes a tu suerte, I-pin — bufó mientras empujaba levemente la frente de Ai y la veía caer de espaldas

—Ten más cuidado con Ai, recuerda que es humana y por ende muy frágil, Reborn — I-pin miraba a esa pequeña bebita… la muestra de que la delicadeza se podría dar hasta en las mejores familias

 

 

¿Y después qué pasa? Cuando pocos saben los acontecimientos, cuando todo debería seguir siendo normal, pero no es así y los involucrados lo saben. ¿Cómo actuar?

El olor de Lambo estaba en Tsuna, que ni bien dio acto de presencia al terminar con su trabajo, también se encontró con Reborn en el primer pasillo. Ambos sabían lo sucedido y por eso la incomodidad estaba presente. No hablaron, pasaron de largo, el uno a asearse, el otro a buscar alguna cosa en la que matar todas esas ganas insanas destinadas a ahorcar al culpable de esa situación. No podían volver a como estaban antes y de ellos mismos dependía si se estabilizaban de nuevo

Un acople se daba mediante el dolor corporal, era una característica de su especie. Con una sola vez bastaba mientras se cumpliera con esa condición. Tsuna lo experimentó cuando fue forzado la primera vez por Hibari, Lambo lo experimentó en ese día después de haber perdido la pelea contra su propio instinto. Dos varones que se volvieron el pasivo en contra de su voluntad, ambos entendían la humillación por la que pasó el contrario y aunque no lo reconocieran… al fin se entendieron más de lo necesario. Ambos cometieron estupideces debido a razones egoístas según su visión y estaban en un punto sin retorno. Eran dos animales guiados por sus genes

 

 

—Papi debe dormir también — Tsuna besaba la frentecita de su nena recién alimentada — así que se buena chica y duerme toda la noche, Ai — la respuesta que recibía era un suspiro y una mueca de su pequeña cuando era arropada

—Coel ya se durmió — Reborn ingresaba como si nada. Regresaba de la habitación de los más pequeños acostumbrados a dormir en cuartos aparte cuando cumplían cierta edad

—Ellos también — Tsuna no miraba al mayor y se quedaba revisando a sus dos retoños

 

 

Nada más se decía. En silencio las luces se apagaban, la puerta se cerraba y se recostaban dándose la espalda. Cinco días de esa forma, comportamiento normal si es que seguían sin hablar del tema que los separó por una barrera gruesa de hielo. Lambo era el motivo, lo sería siempre al parecer, y los celos eran el aderezo extra. Una vez pasaron por eso, cuando todavía no eran nada e incluso así fue difícil superarlo, mucho más ahora que estaban casados y no era el mayor de ellos el causante del problema

 

 

—Reborn — el castaño sintió aquel brazo rodear su cintura y se tensó — ¿qué?…

—Sólo cállate — gruñó bajito antes de posar su quijada encima de la cabeza del castaño — cállate — repitió y cerró sus ojos

—Has pagado tus deslices — sonrió con prepotencia

—Dije que te calles — frunció su ceño y apegó más a Tsuna contra su pecho

—Te lo merecías

—Una palabra más y…

—Espero que jamás se vuelva a repetir — sonrió divertido porque podía notar la molestia ajena — que sea un pacto de ambas partes… — se acomodó de tal forma que su espalda quedase pegada en totalidad al pecho de Reborn — olvidemos esto — posó su mano encima de la ajena

—No lo sé — y antes de empezar una nueva pelea, hundía su nariz en la nuca ajena y susurraba — tengo muy buena memoria

—Te golpearé hasta que te de amnesia

—Estoy cansado, quiero dormir — protestaba sin inmutarse por la leve risa ajena

—Entonces elegí una buena hora para salir — sonreía mientras se daba vuelta para acurrucar su mejilla en el pecho ajeno — ¿soy el único que extrañó estar así? — bostezaba y sin temor alguno abrazaba a Reborn por la cintura

—¿Quién eres? — no quería adivinar a quien le hablaba. A veces no toleraba las múltiples personalidades de su esposito querido

—El que más sueño tiene de mis cuatro personalidades, soy el gran Tsu-Tsu — reía mientras enredaba sus piernas con las ajenas

—Debí notarlo

—Soy el que más te ama, Reborn. No me gusta estar peleado contigo, cariñito — se burlaba sintiendo la caricia en sus cabellos — ahora sí, duérmete

—Quédate estos días… porque necesito un poco de paz

—Me quedaré… me gusta cuando te pones todo romántico — reía divertido

 

 

Ninguna otra declaración en los siguientes meses, ningún otro problema de ese tipo, sin embargo, no todo es color de rosa.

Todo en la manada se calmó, mucho más cuando cierto líder con el que mantenían una tregua y pacto de paz, llegó para los negocios. Aquel hombre de cabellera blanquecina, ojos amatistas, cuya singularidad era el “tatuaje” debajo de su ojo izquierdo que simulaba a tres triángulos invertidos y que era el regalo de la armada sobre él. Byakuran, el mismo cuyo odio desmedido hacia los que no llevaban el gen “defectuoso” lo llevó a ser uno de los enemigos más peligrosos de la humanidad. Nadie mejor que él para ser aliado del más sanguinario asesino en masa, el mismo que quería patear el trasero de todos los vejetes que causaron la miseria de los suyos. Reborn ofreció su trato, Byakuran aceptó, Tsuna cedió el pago, I-pin recalcó los cuidados a tenerse con su hermano y Verde dictó los problemas psicológicos del muchachito.

 

 

—Lo cuidaré bien, puesto que es el primer individuo que Reborn accede a darme — sonreía aquel sujeto de mirada maliciosa y divertida a la vez — es lindo, tanto como lo era aquella mujer

—Sabes que en estos territorios esos nombres están prohibidos — Tsuna miraba con enfado a Byakuran. Había que admitir que Tsu-Tsu era el más celoso de todos

—Tan atrevido como siempre, es una pena que tú no fueses la moneda de cambio, Tsunayoshi — estiró su brazo para tocarle la mejilla y el castaño se dejó, sin embargo, no duró más de cinco segundos antes de que esas garras intentaran lastimarlo — hubiese accedido a todo de ser el caso

—Ni siquiera te atrevas a mirar a mi esposo — Reborn frunció su ceño, pero no intervino pues sabía que su castañito podía defenderse solo

—Por favor, cuide bien de mi hermano — I-pin intervino en el negocio mirando al sujeto que le ocasionaba escalofríos… le daba una sensación extraña y al parecer no era la única sintiendo eso

—Tu hija es linda — Byakuran sonrió infantilmente mientras ladeaba la cabeza

—Largo, Byakuran — Reborn tiró de I-pin para que ese loco no la tocase — el negocio ya está hecho

—Yo sólo deseo que mi descendencia sea perfecta — sonrió con diversión mientras agitaba su mano para restarle importancia a sus anteriores palabras — pero tranquilo, no haré nada más que mirar en tus tierras. No estamos como para una guerra entre nosotros, somos muy pocos, debemos cuidarnos mutuamente

—Me gusta cómo suena — Verde ingresaba a la sala tirando de una cadena alargada que forzaba a Lambo a caminar — les traigo a la joya del día

—¡¿Cómo puedes acceder a esto, Reborn?! ¡No te bastó con lo que Tsuna me hizo! — pataleaba, intentaba retroceder, escapar, incluso volver a la asquerosa celda que fue su hogar por meses — ¡Maldito seas, Tsuna!

—¿Es así siempre? — sonrió Byakuran y Tsuna asintió — entonces será, ¡divertido! Les prometo que lo recompondré, los retos me gustan y mucho

—¡Reborn! — Lambo sintió escalofríos al ver a esa persona. Su instinto le decía que no debía dejar la manada

—No dejes que escape, puede traicionarnos sólo por venganza — Verde se rascaba la cabeza mientras palmeaba la espalda de Lambo para que se acercara al de cabellos blancos

—Claro que no lo dejaré — sonrió Byakuran — si ustedes caen, yo corro el mismo riesgo

—I-pin, tú también — Lambo miraba a su hermana parada y con los brazos cruzados — ¡mírame al menos!

—Es tu culpa que estés así, no me chantes nada de tu rencor — le dolía, pero sabía que no había opción… Lambo era un peligro constante

—¡Eres mi hermana por dios!

—Y soy la persona a la que no te importó poner en riesgo de muerte hace tiempo — ni siquiera lo miró, sólo se centró en los hombres de Byakuran que empezaban a tomar posesión de Lambo e intentaban calmarlo para que accediera a ir con ellos — hermano mío, contigo aquí estoy en riesgo también

—¡¿Cómo puedes hacerme esto?!

—I-pin será la siguiente líder de esta manada, la pregunta correcta sería: ¿cómo no hacerlo? — Reborn mantenía su mirada fija en Lambo — está haciendo lo que es correcto

—Pienso en la manada entera — I-pin al fin miró a su hermano — si nosotros no pudimos recomponerte, espero que nuestros aliados sí lo logren. Un tiempo lejos de nosotros te hará bien

—No puedo odiarte a pesar de esto — Lambo sonrió al sentir sus manos libres, pero los dos vigilantes a su lado no le daban espacio siquiera para moverse sin ser atacado

—Ni yo por lo que me hiciste — aun así, I-pin siguió sin mostrar arrepentimiento

—Devolveré a Lambo después de un tiempo prudencial. Lo usaré en las misiones. Tal vez sea mi futuro esposo, no sé — sonrió el líder ajeno — pero tranquilos, lo devolveré sano y salvo cuando sea necesario y si es que es correcto

—La sensación que tienen es normal — Verde sintió la incomodidad de I-pin y Lambo — es porque este tipo tiene una sed de sangre abismal a pesar de que parezca idiota

—Que malo eres, Verde — Byakuran se dio vuelta para mirar a Lambo y hacer una seña a sus dos subordinados — ya nos vamos, ha sido divertido

—Buen viaje — murmuró I-pin por inercia

—Si quieres que sea bueno puedes dejar que Muku-chan sea mi escolta — Byakuran volteó para mirar a I-pin — pero creo que se enojará si me ve — rió suavemente — Si puedes dile que me hace falta… y que también etraño a Nagi

 

 

No hubo errores, sólo hubo negociaciones y así seguirían porque tenían cosas que hacer. Cada líder tenía sus planes, cada miembro de la manada sus tareas, cada especie quería superar a las demás.

Sin embargo… nada era perfecto.

 

 

Central…

 

 

Los pasos resonaban en las baldosas del edifico central, eran una premonición de problemas. Dos personas iban con lentitud a su destino, la una le explicaba la misión al otro, el segundo prestaba la mínima atención pues todo estaba en el documento que seguramente después le darían. La nueva misión le animaba un poco porque la anterior al parecer ya la había cumplido y le retiraron la tediosa tarea de soportar a la mujer en celo.

Kyoya había tenido que aguantar el acostarse con la tal Kyoko hasta dejarla en estado, la había maltratado lo suficiente para que el estímulo fuera eficiente, pues siendo los clase A unas bestias, al parecer para que su cerebro respondiera a una ovulación, el dolor en el acto sexual era necesario. Kyoya se había enterado de eso y algunas cosas más poco después de acceder a ser el perro faldero de esas estúpidas organizaciones y ahora hasta le daba asco pensar en aquello que los dirigentes estaban llevando a cabo. Un hijo suyo en el vientre de una clase A, un futuro experimento del que jamás vería resultado porque el pequeño o pequeña, moriría sin remedio en manos de esos dementes.

 

 

—¿Aun piensas en tu hijo? – preguntaba el anciano de nombre Ricardo, padre de Xanxus, y Kyoya entendió de donde se heredaban la crueldad – no te preocupes, no nacerá

—Claro, ahora dime qué haré — no le interesaba saber nada referente a esa mujer o a lo que sea que se hubiese creado dentro de ese cuerpo

—Quiero que lo veas primero — sonreía y eso no era muy normal en ese hombre.

—Otro clase A… no me prestaré para ser su banco de esperma nuevamente — gruñó y golpeó la pared más cercana con la fuerza necesaria para dejar salir su enfado

—Sabes que es necesario hacerlo así – Ricardo hablaba con seriedad, sin inmutarse por la agresividad de Kyoya – descubrimos que es la única forma de hacerlo… si se prueba con inseminación artificial, los óvulos y espermatozoides quedan estériles al mismo tiempo en que abandonan el cuerpo que los acoge.

—Hum

—Bueno, no daré detalles – dijo con calma mientras pasaban la seguridad y se dirigían por las jaulas hasta una en la planta más profunda – pero ahora esa no es tu misión

—¿Quién es? — fastidiado, empezaba a abrir y cerrar sus puños para calentar su cuerpo. Seguramente tendría que luchar un poco para someter a su nuevo compañero

—Míralo por ti mismo — una sonrisa amplia, una mirada maliciosa

 

 

Ricardo entró al pasillo correspondiente junto con un soldado más y se acercó a una jaula específica, en aquella zona sólo una parte tenía suficiente visibilidad para percibir su contenido y la esquina alejada estaba plagada de oscuridad. Ricardo entonces golpeaba levemente los barrotes y unos ojos brillaron en el fondo como respuesta al estímulo. Aquellas dos gemas titilaron levemente por unos segundos, tal cual un par de ojos gatunos en la noche, para después moverse, acercándose de a poco hasta donde estaba el líder de los carceleros.

Todo pasó demasiado rápido, tal y como se esperaría de cualquier ataque liderado por un cazador experto y experimentado. Ricardo apenas logró empujar al azabache más joven para evitar las garras que se agitaron dónde ambos estaban parados anteriormente. Kyoya quiso discutir la razón por la que ese clase A en particular no llevaba camisa de fuerza y las correspondientes seguridades, pero en vez de eso se quedó callado. Se generó un shock, un letargo, porque al ver a ese clase A  con un poco más de detenimiento se dio cuenta de que esa mata de cabellos castaños, la conocía perfectamente

Un gruñido largo, suave, amenazador. Una mirada fiera, fúrica, rencorosa. Un enemigo capaz de generar caos y muerte masiva

 

 

—Qué rebelde eres – decía Ricardo con seriedad mientras se acercaba de nuevo a aquella puerta hecha de barrotes gruesos, a la vez que esas garras ingresaban, se sostenían del metal, lo rasgaban generando un rechinido agudo y desaparecían. Esos colmillos afilados que aún se mostraban entre los barrotes daban una advertencia que no debía ser despreciada – éste es tu nuevo compañero, Hibari

—Tsunayoshi – mencionó con calma al ver esos iris marrones contactar con los suyos para después pasar a la otra persona – así que te atraparon — sonrió honestamente, como hace años no hacía

—La misión de hace dos semanas – Ricardo lo explicó con una leve sonrisa, escuchando el gruñido del castaño detrás de los barrotes – perdimos varios hombres, pero capturamos a seis individuos… bueno siete, pero eso es lo de menos.

—Hum… interesante — le daba igual… Kyoya sólo podía ver a Tsuna, a su presa

—¿Dónde está? – Tsuna hablaba con fingida calma, mirando solamente a Ricardo e ignorando al otro – ¡¿DÓNDE?!

—Primero lo primero, Tsunayoshi — Kyoya miró la malicia de Ricardo y en parte no le gustó… porque Tsuna era suyo

—Dámelo — jadeó y dejó que sus garras rasgaran el metal — ¡Que me lo des!

—Tsunayoshi… hazlo – ordenó Ricardo. Un silencio extendido se dio, uno en donde sólo la respiración forzada de Tsuna se escuchaba. El castaño emitió un chasquido al mismo tiempo que una sonrisa amplia se extendía por el rostro de Ricardo. Kyoya vio que Tsuna golpeaba su frente con los barrotes antes de sacar el brazo, quería decir algo, pero no lo hizo – buen chico – Ricardo sacó una jeringa de entre su ropa y con habilidad extrajo la cantidad de sangre necesaria del castaño. Fue una porción pequeña, un proceso rápido y Kyoya no se creía que el castaño fuera así de sumiso

—Un gusto verte, Tsuna – sonrió Kyoya cuando creyó conveniente, pue estaba que saltaba de felicidad y quería apurar las cosas, aunque su rostro no demostrara su emoción, sin embargo, una vez más fue ignorando y sólo un gruñido se escuchó

—Ahora dámelo – exigió Tsuna quien solamente le ponía atención a Ricardo

—Di lo que quiero — el azabache mayor insistía, incluso acercándose al castaño y picándole la mejilla

—Pérdida de visión: diez por ciento – Tsuna miró a Ricardo con rencor – también he tenido mareos, tolerables, pero seguramente para un humano no lo serían. Los vas a dejar ciegos si les inyectas eso… — se apartó un poco y se irguió completamente mostrando que su parte humana volvió — ya sabes lo que produce tu medicamento, ahora, ¿dónde está lo mío?

—Excelente – sonreía Ricardo mientras llamaba al soldado extra, el mismo que le daba una bandeja con algunos elementos

—¿Por qué le das eso? – Kyoya observaba cosas extras ahí, como un pequeño frasco con algún polvo de color crema, un paquete considerablemente grande, una cajita, un envase parecido a una botella y un… ¿biberón? – ¿por qué le das…? – pero se calló al escuchar un leve sonido que nació en el fondo de esa celda. Un quejido que cada vez se volvía más agudo, un gritito, un gemidito bajo y… un llanto infantil. Eso era… un bebé

 

 

Ricardo rió bajito por la impresión de Kyoya, pero en seguida ofreció lo acordado. Tsuna no espero ni un segundo siquiera y jaló la bandeja que le pasaron por una pequeña abertura en la jaula que se abría con una clave de acceso. Tiró de eso con fuerza, intentando que nada se cayera o rompiera, para enseguida correr al fondo oscuro de la jaula. Su respiración, sus pasos, todo en el castaño mostraba su desesperación. El llanto se hacía más fuerte, más agudo, más exigente mientras el castaño empezaba a colocar el polvo en el biberón, luego el líquido de la botella y lo sacudía para mezclarlo. Tsuna verifica que todo estuviera bien antes de abrir la caja adjunta, de donde sacaba pañuelos húmedos y pañales.

Kyoya iba a preguntar qué rayos pasaba en ese absurdo instante, hasta que lo escuchó… esa voz… esa ternura.

 

 

—Calmado mi pequeño cielo – aquel feroz clase A que fue capaz de asesinar sin piedad a muchos soldados, ahora sonreía con cariño mientras tomaba un pequeño bultito de lo que parecía un montón de cobijas que asemejaban a un nidito – shhh, tranquilo, tranquilo – susurraba mientras el pequeño bulto se movía y no dejaba de emitir un agudo llanto

—Eso es — fue lo único que pudo pronunciar Kyoya

—Es su hijo – dictaba Ricardo mientras, como Kyoya, sólo miraba lo que pasaba

—Tranquilo mi cielo, mi pequeño Sora – susurraba quedito al cargar con cuidado al pequeño ser que protegía con esmero – espera un poco, mi niño… papi sólo te aseará, espera un poco – decía con la más sincera voz y ternura, sonriendo levemente para calmar al bebito que lo miraba con sus ojitos aguados. — no pasa nada malo — Tsuna ponía al bebé encima de su regazo, acomodándose para colocar un par de cobijas en donde poder recostar a su pequeño – tranquilo – decía besando la mejilla del infante que no dejaba de llorar y patalear en protesta – papi sólo te aseará, tranquilo

—¿Me dejarás a esos dos? – Kyoya miró de forma amenazante a Ricardo y éste sonrió – el mocoso es sólo un estorbo… ¿Por qué he de cuidarlo también? Llévatelo como a los demás — él sólo quería a ese maldito castaño para su venganza

—Sin el bebé, Tsuna no se quedará quieto. Intentamos quitárselo al capturarlo… mató a seis hombres con habilidad y volvió a tomar la custodia del pequeño — rió con ganas al recordarlo, obviamente él ordenó aquello por pura diversión, para probar qué tan sobreprotectores eran los padres clase A — es un libro abierto mientras exista ese bebé… así que debes sacarle toda la información que puedas. Y si no dice nada… amenaza a la criatura

—Papi no dejará que pases hambre de nuevo – susurraba Tsuna mientras cambiaba el pañal del pequeño – papi hará todo por ti, mi niño… mi pequeño cielo — giró para mirar al par de carceleros que estaban parados fuera de su jaula — nadie te tocará mientras yo esté aquí — gruñó, pero dejó de prestarles atención y volvió a retomar sus tareas con Sora

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

 

Actualización culposa. Ok no XD

Al fin encontré tiempo y aquí tienen, el capítulo nuevecito. Espero que no fuese aburrido o algo así, alv, me cuesta seguir con la emoción negativa que quiero reflejar.

Lamento decir que no he respondido reviews, es más, ni los he leído porque después me inspiro y me frustro porque no puedo escribir mis ideas T-T sin embargo, amo a todos mis lectores y después de esto iré a revisar sus mensajitos (si es que hay XD)

Krat desea que disfrutaran el inicio del fin XD

Sin más que decir, me despido~

Besos pequeñ@s~

L@s ama: Krat

 

 

PD: ¿No les pasa que por puro mame apoyan a la NOTP de la mayoría, pero al final les termina gustando? Jajajja… espero no ser la única con ese problema XD

 


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