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Problemas de clase por 1827kratSN

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Los rayos de sol no pegaban directamente a su jaula todavía, estaba parcialmente oscuro y el frío que entraba por la rendija del lugar era insoportable. Tsuna apenas llevaba su “uniforme”, todo lo demás era usado para el nidito que Sora usaba; las mantas, trapos, incluso pedazos de cartón, todo era acomodado para darle calor necesario. El castaño ni siquiera miraba fuera de su reja pues no había nadie, Hibari dormía en la otra habitación aclimatada, cálida, incluso podía oler un poco de café recién preparado dentro de la misma. Grandísimo… tonto.

 

 

—Ésta no es vida — murmuró mientras veía y escuchaba a Sora suspirar entre sueños

Y eso que no quisiste ver la real cara de Hibari, imbécil — de nuevo esas voces que tanto molestaban

Por dios, dime que no estás llorando. Odio tener los ojos hinchados… al menos duerme o el agotamiento también lo sentiré yo

Déjenlo… por dios, que él no caiga en el shock que yo experimenté

¿Tan malo es Hibari? — preguntó al aire mientras gateaba para acercarse a Sora. El castaño tiritaba de frío y el vaho de sus labios brotaba en cada exhalada

No lo sé — se burlaba Fifi — pero dime… ¿qué se siente estar congelándote mientras el que dices es el amor de tu vida duerme como un rey?

Sora no debería estar aquí entonces — soltó un suspiro quedito mientras sentía sus ojos arder — no lo merece

Al fin alguien dice algo coherente… estoy orgulloso de ti, Yoshi

No decaigas… no me dejes solo — suplicó la humanidad

—¿Aún no abres los ojos? ¡Maldito hijo de puta! Sabes que ese hombre no es, ni será nuestra salvación

Sora debería evitarse el dolor — acarició la mejilla del pequeño dormilón y se quedó viéndolo… era tan indefenso

Ah, no cabrón. No harás nada — advirtió con la voz opaca, lúgubre

Detente, cariño, o te irá mal… perderás puntos conmigo — advertía con la seriedad que jamás mostraba la pereza

—Tsu-Tsu — susurró mientras deslizaba sus dedos por el pequeño cuello del pequeño azabache que era la viva imagen del segundo progenitor — ¿No quieres evitarle el dolor a nuestro hijo?

No te alteres, Yoshi… Cálmate. No hagas estupideces

Si lo ahogo… todo acabará — su mirada estaba perdida en la oscuridad de su jaula, sufría tal y como hizo por años, por eso buscaba soluciones rápidas. Yoshi no tenía nada que perder, mucho que ganar. Quería paz. — Todo — rodeó ese cuellito con su mano derecha y presionó un poquito, tanto como para sentir el palpitar de su hijo golpear en su piel

¡Quita las manos, cabrón! — bramó cuando la extremidad física adquirió fuerza y los ojos perdieron brillo

Te pasaste de la raya, Yoshi… —apenas logró evitar que su mano presionara más, tomó el control justo a tiempo y evitó la mayor de las desgracias

No sería capaz, sólo estaba desesperado… No lo juzgues — pero era inútil. Todos vieron lo sucedido con la parte melancólica que tambaleaba ocasionalmente

Lo iba a hacer — sollozó Yoshi mientras su voz se hacía mas bajita — quiero ahorrarle el dolor a mi hijo

¡Suicida de mierda! ¡Homicida sin sentido! ¡Pagarás!

—¡Basta!...ya estoy al mando — susurró Tsu-Tsu alejando sus manos de Sora y cubriéndolo de nuevo con las mantas — nadie tocará a Sora mientras yo siga existiendo

—Sabes que sería lo mejor… sabes que tengo razón

 

 

Pesadillas, sucesos, traumas, divisiones, una existencia contradictoria que intentaba sobrevivir a cualquier costo, mas, como todo ser humano, en ocasiones se cansaba de luchar y necesitaba un descanso. Pero siempre que una pequeña parte de un “ser” deseara dar el siguiente paso, podía superar cualquier caída.

Toda la discusión susurrante se detuvo cuando un ruido captó la atención del castaño, el cual en esa ocasión estaba dominado por Tsu-Tsu, el más real de todos. Eran como golpecitos leves y variados, tres seguidos, un silencio de dos segundos, tres más y un silencio extendido por cuatro segundos, todo se repetía nuevamente en la misma secuencia. Tsuna elevó su nariz para verificar quien intentaba llamar su atención y al reconocerlo, sonrió. Sería la primera vez en mucho tiempo que hablaba con ese idiota

 

 

—Squalo — susurró en su voz animal porque sólo así podía evitar que los carceleros entendieran y las distancias dejasen de importar

—Maldito idiota, ¿por qué estás aquí? — a pesar de la rudeza de sus palabras, la voz de aquel albino tenía un toque melancólico, cansado y adolorido

—Desde hace rato que llegué — no era normal ser amables, por eso ignoraban los pesares de ese momento y se imaginaban que todo estaba bien momentáneamente — ¿Qué tal tú? ¿Por qué no me contactaste antes?

—Estoy un par de pisos sobre ti — se escuchó una risita apagada — pero primero y antes que nada… mi hijo — Squalo cerró sus ojos al preguntar eso — Susu… él…

—Lo siento… no sé de él… desde que Takeshi lo cuidaba en los cuneros — rió bajito por la mala broma y recibió a cambio un gruñido largo, pero casi quebradizo

—Joder — Squalo sentía sus lágrimas salir de la comisura de sus ojos, pero se mordió el labio para impedirlo — joder — repitió mientras carraspeaba — más le vale a ese idiota cuidarlo bien

—Lo adora como si fuera su propio hijo… lo ha hecho desde que lo vio nacer

—Me vale mierda lo que me digas ahora, Tsuna — sorbió su nariz y habló —. Acabo de llegar después de ser un muñequito experimental a cambio de Hana quien fue llevada a los subterráneos

—Lo lamento

—¿Por qué?

—Por no poder ayudarlos

—Deja de decir estupideces y escúchame — suspiró pesadamente — también salí de misión antes de venir aquí con mi torturador malnacido

—Sopórtalo, Squalo… hazlo por Sora y por…

—Cállate — murmuró mientras apretaba los dientes — y escucha. Cuando llegué allí mi nariz saltó, reconocí a diez en un pequeño espacio… ¡Por dios! Dime que es lo que yo pienso que es

—Emocionante, ¿no? — Tsuna rió bajito, relajando su cuerpo — Reborn… lo logró

—Maldita sea, ese viejo malnacido es… es…

—Vendrá por nosotros. Ten fe — intentaba sonar seguro, pero era sólo una expectativa que él mismo tenía y que quería infundir a los demás para darse fuerza de voluntad

—Sólo ruego por que llegue por tu mocoso — bufó — no tienes idea de lo que hacen allí adentro con los menores de edad

—Me doy una idea… vi a muchos morir — lamentó mientras sacudía su cabeza para olvidar esos penosos detalles

—Créeme. No sabes nada — Squalo cerró sus ojos y mordió sus mejillas internas — Tsuna… — balbuceó un par de cosas inentendibles antes de carraspear y continuar — Estoy asustado — esa era la más grande declaración que Squalo podía dar

—No me asustes también

—Nos están usando como catalizadores, Tsuna — murmuró mientras verificaba que Xanxus no volviese aún — creo que te hicieron lo mismo que a mí, o eso me murmuró Hana antes de que se la llevaran. Tsuna, ¿lo entiendes? Si ellos logran descubrir lo que Verde…

—No lo harán — apretó los puños y elevó un poco su voz —. No

—Quiero creerte

—Hazlo

—¿Y ahora qué, segundo líder? — rió para matar la tensión — ¿qué haremos?

—Seguir con vida a cualquier costo

—Lo sé — suspiró — pero no creo que quedemos cuerdos después de esto

—Lo superamos una vez… lo haremos ahora también

—Que dios te escuche… — Squalo rió con ironía pues ni él creía en algo tan intangible como ese “dios” al que algunos le tenían fe — y que ese hijo de puta deje de ser sordo y nos escuche

 

 

Pacto…

 

 

Una mañana más, una miseria acumulada.

Lambo suspiraba pesadamente mientras lavaba sus manos ensangrentadas por la tarea matutina. Torturar a un soldado era siniestro, el que lo obligaran a estar parado, viendo y obedeciendo instrucciones básicas, se volvía traumatizante, tanto que ya ni siquiera lloraba al terminar todo; sólo se quedaba de pie, mirando al cielo, recordando aquellos años en donde era a él a quien le enseñaban a aplicar aquellas torturas… mas, lo que aprendió no llegaba al nivel de lo que, en ese punto, siendo un clase A más, estaba aplicando.

Si antes todos los miembros de la manada pensaban que estaba perdiendo la cabeza, ahora hasta él creía que su cordura ya no existía… y todo era culpa de Byakuran. Después de vivir con él admitía que su vida junto con Tsuna fue un paraíso… incluso el que fuera ese castaño quien lo acopló era insignificante. Mas, lo único que agradecía era la amabilidad de Byakuran al no obligarlo a emparejarse con alguien de esa estúpida manada… no quería saber la razón para esa buena voluntad, lo único que pensaba era que su trasero estaba a salvo por el momento

 

 

—Quiero ir a casa — susurró mientras cerraba sus ojos e ignoraba el aroma metálico en su ropa — joder… hasta extraño a…

—¿Tsunayoshi-kun? — completó cierto peliblanco que abrazaba al jovencito y posaba su quijada en la cabeza del mismo — vaya… no pensé alguna vez escucharte decir eso

—No lo dije — se dejó hacer a sabiendas de que no podía ir en contra de su actual líder

—Pero lo pensaste

—Jamás — refutó dejando que esos brazos le rodearan por la cintura

—Déjame recordarte que por él estas aquí… porque ennegreció tu dulce corazón — endulzó su voz mientras movía su cabeza de un lado a otro

—Oh sí… lo olvidé — sonrió con cinismo — tú eres el que no me deja olvidar el odio que le tengo a ese tipo

—Es divertido verte refunfuñar, pero tranquilo… yo sé que, a base de mi negrura, he limpiado tu corazón — sonrió triunfal

—Idiota

—¿Quieres volver a casa, mi dulce de uva? — besó los cabellos ajenos antes de soltarlo

—Más de lo que desearía… pero es imposible — Lambo cubrió su rostro con ambas manos ya limpias y soltó una queja tan bajita que sólo Byakuran pudo escucharla — ya escuchaste a Reborn

—¿Y si te dijera que yo puedo hacer algo para solucionar eso? ~

—Te besaría… ¡Espera, no! Qué asco — arrugó su nariz e hizo una mueca

—Qué lindo te ves cuando sonríes — se colocó junto al muchachito para analizarlo como siempre hacía con todos — hazlo más seguido

—Tus dulces palabras me dan escalofríos — no se molestó en mirarlo, quería evitarse reconocer malicia en esos ojos violáceos

—¡Eso es bueno! Porque ya no enfrentas a tus superiores — revolvió levemente los cabellos ajenos antes de entrecerrar sus ojos y sonreír con orgullo 

—Ya déjame… — apartó la mano ajena e hizo un ademán por quitarse el polvo de encima — Quiero dormir un rato

—Espera, espera — lo sujetó fuerte para que no se alejara — en serio… sólo dime que quieres regresar a casa y yo te concederé ese deseo, siempre que seas un buen niño

—Haré lo que sea, en serio… — declaró sin ganas porque negociar con Byakuran no era buena idea — pero ir contra Reborn es…

—Es mi más grande placer — sonrió divertido mientras sujetaba la quijada de Lambo para mirarlo directamente — ¿Aceptas colaborar conmigo?

—¿A cambio de qué?

—De que jamás vuelvas a intentar matar a Tsunayoshi-kun

—¿Por qué te importan tanto eso, si hasta hace poco me felicitaste por mandarlo a la armada?

—Una cosa es estar feliz por ingresar a Tsuna a las jaulas, otra diferente es desearlo muerto

—¿Por qué? — arqueó una ceja, extrañado — tú no tienes nada que ver con ese castaño

—Porque sólo así mi lindo Muku-chan aceptará hablar conmigo un poquito. Me lo pidió y yo quiero cumplirle su primer capricho — hizo un leve puchero que a Lambo le pareció asqueroso — así que…

—Dime cómo vuelvo… — apretó los dientes antes de decidirse proseguir — y sólo si piso territorio de Reborn te prometeré cualquier cosa que pidas

—Genial~ — abrió sus ojos mientras sus labios se curvaban en una sonrisa siniestra —. Entonces… vuélvete mi mejor aprendiz

—No estoy loco — negó y dio un paso hacia atrás para alejarse de ese demente

—Manejo de instintos, entrenamiento del básico hasta el especializado, armas, químicos, tortura, estrategias militares… Aprende todo eso — con cada palabra se acercaba a Lambo hasta que al final apretó las mejillas del menor y sonrió —, vuélvete mi más grande experto, de tal forma que estés en capacidad de entrenar a los más jóvenes clase A que llegarán con el tiempo

—¿Que intentas con eso? — a Lambo empezaban a sudarle las manos… esas palabras eran una condena para su buen juicio, pero a la vez eran la puerta a la redención que deseaba tener

—¿No es obvio? — Byakuran rió suavemente mientras se acercaba al rostro de Lambo hasta que sus ojos conectados desfiguraban la visión normal — quiero buenos subordinados. ¡Qué digo buenos! Los quiero perfectos… y en beneficio para ti, yo te enviaré como un instructor de alto nivel para que entrenes a los mocosos de Reborn y él no podrá negarse porque soy YO el especialista en ciertas cosas que él adoraría aprender

—En otra ocasión te insultaría y rechazaría — apretó las manos de Byakuran para quitarlas de su cara — pero acepto… Si es la única forma de regresar, lo haré… Quiero salir de esta tierra de locos como sea

—Entonces es un pacto, mi dulce de uva — se acercó al oído del menor y susurró — sólo recuerda no enloquecer hasta que el momento llegue

 

 

Mira… la traición

 

 

Misiones eran comunes, ya fueran largas o cortas, no importaba, eran misiones y desde el incidente en que casi pierde su propia vida y pone en riesgo la de su hijo, Tsuna se comportaba mucho más cuidadoso con cada uno de sus accionares. No le interesaba nada más que terminar con todo rápido y sin fallos, incluso llegó, él mismo, a asesinar a uno de su clase debido a que éste intentó atacar a su hijo.

Tsuna solía cerrar los ojos y emitir un ruido de baja frecuencia que pocos podían percibir, pero nadie que no fuera un monstruo, entender. Mas, el mensaje dado en lenguaje animal siempre era un “perdóname, hermano”, dedicado a quienes les estaba arruinando la vida por egoísmo. Eso no justificaba sus atrocidades, pero no tenía opción… al menos su hijito estaría a salvo… o eso pensó

 

 

—Quiero descansar — murmuró cuando al fin bajó del camión. Su pequeñito permanecía dormido en sus brazos, con su cabecita cubierta por un nuevo gorrito que le quitó a alguien en la ciudad de la misión

—Cállate, herbívoro… porque no eres el único exhausto — monotonía en su voz y movimientos

—Yo soy el que hace el trabajo — gruñó mientras sentía el tirón de la cadena en su cuello para que avanzara — usted sólo se para a mirar de lejos y amarra a quien capturo

—¿Crees que esperar no cansa? — Kyoya se mofó sin expresar ninguna emoción en su rostro o voz — ahora muévete

—Recuerdo que usted no era así — Tsuna subía las escaleras con pesadez, cansado, adolorido por el largo viaje y las cadenas en sus pies que, al estar heladas, quemaban como si estuvieran en llamas — ¿qué demonios le hicieron para que parezca un muñequito?

—No te interesa

—Si fue experimento de esos idiotas… debería averiguar qué consecuencias tienen. Todo lo que ellos hacen está mal, tiene efectos segundarios y…

—¡Que te calles! — tiró con fuerza de esa cadena y frunció levemente su ceño. No quería hablar, escuchar o siquiera pensar en ese instante

—¿Quiere que deje a mi lado altanero salir entonces? — pues el que dominaba el cuerpo era Tsuna — será un placer

—Tráelo — bufó — tal vez así me divierta un poco

—No, Hibari — la mirada de Tsuna cambió un poco, dando a entender que otra personalidad tomó el control — ya no más… dejemos eso de lado y descansemos. Después ya sabrá qué juego aplica conmigo

—¿Quién eres?

—A estas alturas debería reconocerme ya — murmuró mientras hacía una mueca y trataba de estirar su cuello

 

 

Subieron los pisos restantes por las escaleras recién barridas, sin decir nada, después de todo no tenían algo que intercambiar puesto que, desde que el secreto de Tsuna fuera revelado, ambos habían tomado una actitud apática hacia el otro. Desinterés en general. Ni siquiera se miraban o platicaban por mucho tiempo cuando se hallaban en el departamento o en misiones. Era natural que se alejaran pues cada uno mostró una parte de sí que ocultaban con recelo y no recibieron nada bueno a cambio.

Ingresaron al departamento solitario que seguramente ya estaba aseado y listo para recibir a su habitante y sus mascotas… pero… el accionar de los ancianos nunca era predecible

 

 

—Bienvenidos — fue un acto sorpresa. Ni bien el castaño atravesó la puerta, tenía cinco armas apuntándole — tómenlo

—Qué demonios les pasa — Hibari no estaba de humor para ver como los soldados eran destrozados por Tsuna; rodó los ojos y se centró en Lancia — ¿ahora qué?

—Quítale al niño — ordenó sin emoción alguna

—¿Qué vas a hacer?

—Cumple con la orden, Hibari

 

 

Ruido que no se detenía porque el castaño no estaba dispuesto a dejar que alguien tocase a su más grande tesoro ni, aunque sintiera su piel erizarse cuando una descarga tocaba su espalda. Gruñó, atacó, peleó como siempre había hecho. En un instante Sora había despertado y lloraba como cualquier niño haría en esa situación, lo normal debido al susto y miedo. Mas, por la excitación del momento, Tsuna no se dio cuenta de que la cadena atada al collar de su cuello aún estaba colocada, eso hasta que sintió un fuerte jalón que lo hizo retroceder hasta posarse en medio de la sala. Apenas pudo girar la cabeza para atacar cuando unos brazos se extendieron hasta él, uno con el puño cerrado que le propinó un golpe seco en el rostro y el otro usado para atacar a la presa fácil

Lancia gritó una orden, los soldados atacaron con sus armas eléctricas al instante, el cuerpo de Tsuna vibró con dolorosa potencia, pero se negaba a soltar al bultito entre sus brazos; eso hasta que sintió cierto piquete en uno de sus bíceps. Aquella diminuta herida lo hizo gruñir de dolor y desesperación al ver que sus fuerzas menguaban y uno de sus brazos soltó a Sora. Chocolate y azulado se conectaron por menos de cinco segundos, después sólo bastó un tirón potente y los dedos del castaño sintieron el roce angustiante de la tela que rodeaba a su hijo, la misma que se deslizó y al final escapó de su agarre. Poco le importó el escozor de las descargas eléctricas o de los golpes que le daban para hacerlo retroceder, él sólo gritó y rugió intentando acercarse al hijo de puta que le arrebató a su niño.

Hibari cerró bien su puño para no soltar a su presa incluso cuando sintió como ésta se removía mientras pataleaba y lloraba, pero lo soportó. Había arrebatado exitosamente a aquella rata ruidosa de manos del león. Escuchaba claramente la pelea de los soldados en contra el clase A que estaba bajo su custodia y sin embargo le daba igual. Bostezó. El vacío que se instauró en su cuerpo le impedía sentir algo. Cualquier porción de ira había desaparecido con los días, el resentimiento tuvo el mismo destino, y en ese momento estaba de acuerdo con las palabras del castaño… se sentía como un muñequito vacío

 

 

—Muy bien — Lancia ignoró el alboroto y miró de refilón al niño que Hibari sostenía en su brazo izquierdo sujetándolo de la deplorable ropita

—¿Ahora qué? — hizo una mueca por los gritos que el mocoso daba para seguramente llamar a su progenitor

—Toma — Lancia sacó un pequeño objeto de su bolsillo y lo elevó — inyéctale esto

—¡SORA! — Tsuna seguía insistiendo en destrozar la barrera que lo había arrinconado en una esquina — SUELTEN A MI SORA — gruñó ignorando el dolor que le produjo la serie de dardos que se incrustaron en su piel y que él arrancó sin más. Intentarían sedarlo, claro estaba, pero él no cedería — LOS MATARÉ SI LE HACEN ALGO — el llanto de su hijo lo animaba a seguir peleando… el llamado de su retoño jamás sería ignorado

—¿Qué es? — Hibari sostenía la jeringa en su mano derecha, la miraba con detenimiento como si así pudiese obtener las respuestas que tanto quería

—No preguntes. Sólo hazlo

—SORA

—Herbívoros ruidosos — con los dientes sostuvo la protección de la aguja y la quitó

—¡¿QUÉ DEMONIOS PIENSAS HACER?! — Tsuna miraba parcialmente todo desde una distancia considerable, apretando el agarre del desafortunado soldado al que atrapó para usarlo de escudo y empujar la barrera — MALDITO CARCELERO… DETÉNGASE — jadeaba, incrustaba sus garras en el desdichado, empujaba con las fuerzas disminuidas por los sedantes  

—Hazlo, Kyoya — Lancia mantenía su serenidad mientras daba la orden, consciente de que las fuerzas de Tsuna en ese instante eran inferiores al 50% de las de los clase A debido a los tranquilizantes que ordenó ponerle. Con las siguientes dosis ese nivel bajaría mucho más — vamos, no tengo todo el día — hizo un ademán con su mano y otra dosis fue incrustada en el castaño a través de un disparo preciso

—Quieto — el azabache miraba la aguja brillar en su mano medianamente paralizada por las heridas que ese castaño le dejó antes de escapar — mocoso, ¡colabora! — su mano izquierda, la sana, mantenía al bebito elevado, pero era imposible manipularlo cuando este lloraba y se removía cual serpiente en defensiva

—¡SORA! — Tsuna escuchó la orden de ese loco y por un segundo vio una jeringa. Temía lo peor y quería evitarlo a toda costa

—Suficiente — la paciencia nunca se le dio bien así que Hibari apretó al pequeño en su brazo y con rapidez incrustó aquella aguja en el brazo que logró sujetar apenas con la punta de sus dedos libres — listo — sólo presionó el embolo y fue suficiente. Estaba hecho. La queja aguda del bebé lo confirmó

—¡SORA!… BASTARDO SUÉLTELO… ¡TE MATARÉ! — amenazas lanzadas al aire con la desesperación dada al escuchar el grito de dolor de su niño, mas, debido a los cinco soldados que intentaba apartar no pudo ver exactamente lo que sucedía

—Perfecto — Lancia se acercó a su nuevo experimento y sonrió — es todo… déjalo dentro de la jaula

—No soy tu sirviente, herbívoro

—Sí, sí — suspiró tomando con una de sus manos al niño que aún lloraba — lo haré yo

—Sora — jadeó el castaño

 

 

Tsuna sintió un piquete más a un lado de su cuello, pero poco le importó, podían inyectarle dosis mortales y él seguiría dando pelea. Usando todas las fuerzas que le quedaban empujó con potencia y logró derribar a tres de los cinco soldados, arrojó lejos al que hasta ese punto estaba usando de escudo y que seguramente pereció hace rato. Respiró profundo mientras ignoraba lo borroso de su visión y usando su nariz localizó a su pequeño. Gruñó al sentir también el aroma de Lancia, ese maldito pagaría caro. Atacó sin aviso, sin embargo, sólo chocó contra los barrotes debido a que no midió bien la potencia de sus pasos. Estaba perdiendo el dominio sobre su propio cuerpo, pero no importaba, lo que deseaba era recuperar a su niñito. Escuchó un bufido, una risita, pero al final pudo ingresar dentro de la jaula y sostener a su pequeñito que lloraba sentado en un rincón.

Restregó sus ojos para intentar aclarar su visión, al menos lo suficiente para ver a su hijo. Mientras lo acunaba en brazos y le cantaba con desafinación, usó agua para limpiar su cara en un improvisado intento por despertar sus sentidos, lo hizo por largo rato mientras sus tímpanos vibraban por la potencia del llanto de Sora. Cuando al fin su visión se aclaró lo suficiente, se horrorizó a tal nivel que su respiración se cortó. Un leve rastro de sangre destacaba en el brazo de su niño, el que lloraba sin consuelo con sus ojitos cerrados, incluso pataleando para que no lo tocasen. Tsuna supo de inmediato que algo le habían hecho y soltó todo su aire debido a la incertidumbre.

Se culpó de inmediato por ser tan patético, estúpido, insensato por no revisar el parámetro antes de ingresar al departamento, imbécil por confiar en que su jaula era segura para Sora, y malnacido por haber soltado a su hijo. ¡Era un jodido idiota! Y su hijito pagaba las consecuencias de sus tonterías

Quitó rápidamente el suéter que impedía ver bien a Sora. Se evidenció el rastro claro de una aguja, de un líquido transparente que rodeaba la pequeña herida y las claras señas de unos dedos que presionaron contra esa piel infantil. No sabía qué hacer con eso, ni siquiera se fijó en su alrededor mientras analizaba su estupidez y las consecuencias de esta. Pero notó lo evidente. El sonido de los pasos alejarse, la puerta cerrarse, alguien soltar el aire, todo daba muestras que, de nuevo, en ese departamento había la suficiente paz y privacidad para que la voz de Tsuna se escuchara… y no dudó en gritarlo

 

 

—¡¿QUÉ DEMONIOS LE PASA?! ¡¿QUÉ LE HICIERON A MI HIJO?!

—Cállate, herbívoro

—¡¿QUÉ DEMONIOS LE INYECTARON?!

—No morirá, confórmate con eso — respondió mientras se limpiaba las manos con un paño

—MALDITO SEA USTED… — jadeó — Usted ha sido quien se lo inyectó, ¿verdad? — susurró cuando identificó ese aroma en la ropita que dejó de lado — Usted… malnacido

—Ese mocoso es igual de aberrante que tú — frunció su ceño por la nula reacción de su cuerpo ante el insulto — ¡Así que cállate! ¡Nada le pasará!

—También es como usted — susurró cuando sus lágrimas amenazaron con salir

—No es nada mío, herbívoro — Kyoya vio un brillo familiar en esa mirada achocolatada, uno que hizo brotar un recuerdo borroso. Una memoria en donde él tenía esa necesidad extraña por no hacerle daño a ese ser que en ese instante miraba, cuando llegó a considerarlo una buena compañía, cuando parecía más humano

—Lo es — murmuró más para sí que para el propio Hibari — y eso… fue el peor error que cometí… Tsu-Tsu tenía razón — sentenció

 

 

No hubo más intercambio de palabras a partir de ahí, pero sí miradas. Hibari analizaba el comportamiento de esos dos, tal y como se le fue ordenado, pero era una excusa, en el fondo él quería verificar que ese mocoso estuviera vivo y saber si la mirada de ese castaño era la misma que recordó de repente en una de esas memorias que había borrado de su mente. Simple curiosidad se podría decir. Aburrimiento mayormente. Incertidumbre en cierta porción

Agonía para el uno… fastidio para el otro

Las horas pasaron pesadamente. Infinitas y detestables para el carcelero que se mantuvo viendo como el castaño intentaba que su hijo parase de llorar. Dolorosas e interminables para Tsuna quien se la pasaba meciendo a Sora en brazos, besándole las mejillas, cantándole en susurros.

Nada funcionaba, el ruido seguía.

Llegó al punto en que Kyoya no lo soportó más pues le era horrible tener cimbrando sus oídos con esos gritos y esa sensación extraña en su garganta y pecho, algo que le recordaba el pacto roto con el castaño. Él mismo inyectó esa cosa, él fue quien le hizo daño a Sora, él fue que ocasionó eso… no debería importarle, pero le estaba molestando demasiado el hecho de recordar las palabras de Tsuna: «usted es el padre». Maldita mentira, mas, generó en él una duda y con ello preguntas que no pudieron ser respondidas, mejor dicho, no quería responder. Si había una mínima posibilidad de que fuera el padre de esa cosa, habría algo que lo atara a lo que más odiaba, tal vez por eso acató la orden de Ricardo. Sin embargo, se sentía un poco arrepentido por eso y a la vez se sentía estúpido por tener un mínimo de compasión por esos asesinos

Se fue, ya no lo soportaba. Kyoya se largó lejos del llanto de aquel bebé y de los susurros de ese castaño. A la mierda su tarea. Al infierno la orden

 

 

—Por favor, Sora — susurraba en su lengua animal, porque no le daría la satisfacción a nadie de escucharlo rogar o darles una pista de lo que estaba pasando

Mamma… dolecon cada pequeña palabra que su hijito le decía, el corazón del castaño se quebraba

—Sopórtalo un poco — suplicó cuando escuchó la puerta del departamento cerrarse y al fin se sintió libre de llorar — Sora, por favor

Mamma — Sora volvía a sollozar mientras hacía una mueca en donde su labio inferior temblaba — dole… me dole — se aferraba al pecho de Tsuna y éste lo rodeaba protectoramente con sus brazos

—Por dios… si es que esa cosa existe — derramó finas lágrimas mientras mecía a su niño y le acariciaba la espalda — mi niño no debería estar pasando por esto

Pappa… mi pappa — protestaba como cualquier otro niño que pasaba por una etapa de dolorosa enfermedad… aunque en ese caso no era eso

—Mi niño — sollozó mientras lo apretaba contra su pecho — pappa vendrá pronto — se sentía horrible al mentir — pappa… — soltó un gemido doloroso… ya no podía soportar el nudo en su garganta

¡Pappa! — agudizaba su llanto y empezaba a gritar. Era un niño solamente. Era inocente

 

 

La agonía de Sora era la de Tsuna, y la de ambos era también de los que podían escuchar aquellas vocecitas a través de todo el conjunto usado para resguardar a los clase A. Se apoyaban en silencio, algunos aullaban a la luna en símbolo de apoyo, otros susurraban palabras de consuelo, pero nada podían hacer para evitar que un pequeño niño sufriera las atrocidades de la armada.

El castaño lloraba sin consuelo porque, a pesar de las horas y de sus propias habilidades curativas, Sora seguía muy mal, incluso su vocecita se iba apagando debido a los esfuerzos. Lo escuchaba toser constantemente debido a la resequedad de su gargantita pues a pesar de que lo hidrataba, su niñito empezaba a secarse. Los pequeños labios estaban ya partidos y de un rosado opaco, las lágrimas ya no salían, incluso parecía no poder sudar. Era horrible. La peor pesadilla para un padre abnegado

Tsuna seguía en su martirio, tratando de menguar el sufrimiento de su niño a la vez que se insultaba a sí mismo un millón de veces por la estupidez que cometió al haber salido de su manada y desobedecer a quien era su líder y esposo. Recordaba las advertencias, las peleas, la mirada negruzca llena de ira y preocupación también. Maldecía mil veces más porque extrañaba estar en brazos de Reborn sintiendo la seguridad de su hogar. Lo perdió todo por su cabezonería. Lo pagaba todo a través de esa pequeña criatura que dejaba de brillar con cada segundo que pasaba

Eternidad. Tsunayoshi ni siquiera se fijó cuando llegó el nuevo día porque estaba centrado en acunar a su niño, abrigarlo, susurrarle que todo estaría bien, pero nada lo estaba. Sora seguía gimoteando, de vez en vez derramando una gota cristalina, sin dormir, sin parar de quejarse por el dolor, sin dejar de mover el bracito afectado y que se había puesto de un rojo tan intenso que Tsuna juraba ver vapor salir de él, aunque podría ser su paranoia y agotamiento pues él también estaba, apenas, superando los tranquilizantes dolorosos que le inyectaron.

Nada paraba… todo pasaba

 

 

—Sora, mírame — suplicaba cuando ya media tarde se presentaba nuevamente — mira a tu papi — sollozó cuando los ojitos de su niño empezaron a enfocarse en el techo — por favor — su voz se quebraba mientras acariciaba esas mejillas rojas, pues a Sora le había dado fiebre desde hace un par de horas

—Mami — mencionó con su vocecita quebradiza mientras lanzaba un suspiro largo y se quejaba quedito

—No dejes de mirar a tu papi — gimoteó mientras se limpiaba sus propias lágrimas —. No dejes de respirar — susurró pues ni siquiera le importaba lo cansado que estuviera, no cerraba los ojos más que para pestañear con tal de vigilar a su hijo

 

 

El carcelero había pasado un par de veces por ahí, por la jaula impregnada de un aroma salado debido a las lágrimas. Sin decir nada se sentaba en una silla, miraba, parecía gruñir y se iba de nuevo. Tsuna imaginaba que Kyoya sólo esperaba a que todo pasara, pero poco le interesaba ese idiota que lo acababa de traicionar.

Su niño estaba marchitándose con el pasar de cada minuto y eso no podía dejar de dolerle. ¿Cuánto más? NO sabía. Lancia no le dijo nada, ni siquiera le dio una pista de lo que pasaría, tampoco estaba seguro si esa dosis que le pusieron a su niño sería letal… dios… estaba perdiendo las esperanzas con cada ronquido que su niño soltaba porque parecía que en ciertos instantes no podía respirar

 

 

No crees que es mejor que lo dejes morir

Cállate — gruñó sin despegar la vista de su niño quien se había quedado dormido en su regazo debido al cansancio

Yoshi es en serio, cállate La voz de Fifi sonaba pacífica muy al contrario de su naturaleza habitual, y no era para menos, los cuatro estaban viendo a Sora a través de los mismos ojos — no es momento para que hables

—Sólo digo que… Sora se libraría de todo mal

Ahora soy yo el que te dice que calles, Yoshi — el humano parecía querer llorar, pero lo soportaba — nuestro hijo está sufriendo y no sabemos siquiera qué le está pasando

Rodea su cuellito con tus dedos y aprieta. No dolerá… no como está ahora

Cállate — gruñó bajito y soltó un sollozo — ¡cállate!

Tsu-Tsu… sabes que es la mejor opción

¡Que te calles!

O te callas, o te callo, Yoshi

—Mátalo — ninguna de las otras personalidades se esperóque Yoshi se apoderara del movimiento de una de sus manos y cumpliera con lo dicho — sólo así estarás en paz

—SUFICIENTE… AHORA SI, CABRÓN… TE VOY A COMER Y TE VOLVERÉ PARTE DE TSU-TSU DE NUEVO — el altanero no era idiota y apenas, con segundos de diferencia, tomó el control del cuerpo y gruñó — Maldito demente, ¡suicida! ¡Homicida! Que te jodan… porque nuestro hijo no será asesinado

¡Estás loco! ¿Cómo pudiste?

Es lo mejor… ¡Lo mejor es morir y descansar de todo esto!

Te lo advertí… un fallo más… y te ibas, Yoshi — la voz tétrica del que dominaba sus personalidades se escuchó

¡Saben que tengo razón!

 

 

La nada misma. Eso fue lo que se escuchó por un momento en la cabeza de Tsuna. Fifi quedó a cargo del cuerpo, Tsuna se calló porque sabía que nada podía hacer, lo demás era y sería historia.

Alguna vez el propio castaño dijo que cada parte suya era el verdadero Tsuna y era así. Cada personalidad representaba una porción del que fue el real, mas, se podían destruir con facilidad y dividirse con la misma simpleza, porque las personas pensantes tenían el poder de destruir lo que no les gustaba de ellos mismos, o al menos minimizarlo tanto que sólo sería un recuerdo que jamás saldría a la luz. Pero, aunque intentaran decir lo contrario, siempre había un dominante, algo o alguien que guardaba la esencia verdadera de un todo y ese era Tsu-Tsu, que, siendo el perezoso, decidió volverse así para que todos los bonitos recuerdos que el guardaba no se borraran o distorsionaran.

Tsu-Tsu era el más poderoso de todos, era quien decidía qué memorias cederle a cada parte de su mente, por ende, él podía volver a absorber los recuerdos a placer. Él podía arrancar las memorias que le dio a su parte melancólica, de tal forma que lo destruiría a gusto, y se comería esa esencia volviéndola suya y minimizándola hasta que no diera problemas. Era tan contradictorio, pero en sí, la existencia de los clase A era así… sin fundamentos… errores… atrocidades… de por sí ellos ya nacían con dos partes en su mente, la animal y la humana, y una se podía comer a la otra

 

 

—Despierta — suplicó cuando la noche llegaba de nuevo y su hijito no abría los ojos — por dios… despierta… Sora — susurraba con temor

Déjame cuidarlo y descansa, Fifi

Por dios — murmuró con desespero mientras golpeaba suavemente la mejilla de su niño

Lo cuidaré tan bien como tú… es mi hijo también y velaré por él

—YO LO CUIDARÉ — gritó con furia mientras abrazaba a Sora y lo colocaba contra su pecho, pero ni así el pequeñito dio muestras de querer abrir los ojitos — NO MÁS ERRORES, NO MAS HUMANITO DE MIERDA… ¡SOMOS ANIMALES!

Cálmate y respira

ME VALE UNA MIERDA LO QUE OPINES, TSUNA… — jadeó mientras sus manos temblaban — YA COMETISTE EL ERROR DE DECIRLE QUE ERA SU HIJO

Lo lamento

No te perdono — gimoteó con fuerza mientras palmeaba la espaldita de Sora — porque por tu maldita culpa, ese idiota de Hibari ahora trata a Sora como una peste… como una enfermedad… y lo quiere asesinar

No es cierto

¡Y AUN INSISTES! — lloró por la falta de movimiento de Sora y la respiración quedita que éste tenía — ¡Maldición! ¡Maldición!

Cometo errores como ustedes… pero me…

No — cerró los ojos y vio al techo — ya te dejamos decidir y fallaste…. Ahora cállate

Ahora entiendo que Hibari no es lo que yo pensé, pero también fue su error no mostrarme lo que en verdad era

Te protegió — suspiró mientras soltaba un sollozo — porque eres la humanidad que aún nos vuelve normales… Tsu-Tsu no quería destruirte ni que te magulles… y tú, ¡ingrato de mierda!... No pudiste apreciarlo

Creo que en Hibari existe un lado amable, pero está cegado por la ira, rencor, resentimiento y drogas… yo puedo…

YA NO — gritó desesperado — YA NO QUIERO QUE HABLES, TSUNA… ¡CÁLLATE!… PORQUE EL ÚNICO QUE CUIDARÁ DE SORA SOMOS TSU-TSU Y YO

 

 

Se desahogó mediante esos gritos, lloró mientras lo hacía, apretaba el cuerpecito inmóvil de su niño. Dolía. Dolía tanto que incluso él ahora gritaba de dolor. Pero las cosas se ponían más negras.

Lo sintió… en un punto de la noche, Sora empezó a roncar como si el aire se le fuera. El castaño lloró mientras empapaba un pañito con agua para tratar de bajar la fiebre de su pequeño, le daba aire con sus manos agitándolas o soplándole, lo colocaba de lado y le palmeaba la espalda para que siguiera luchando por llenar sus pulmoncitos con oxígeno. Intentó mil veces despertarlo, pero no funcionó. Y en cierto punto, todo quedó en silencio… Sora dejó de respirar

 

 

—NO, NO… NO — gritaba en desesperación mientras agudizaba su oído, pero nada — SORA — lo elevó en brazos y sacudió un poco. Sin respuesta — RESPIRA, ¡POR DIOS! — desesperado lo cargó en brazos y caminó hasta las rejas, pero claramente estaban cerradas — AYÚDEME, BASTARDO… JODER, ¡AYÚDEME!… NO RESPIRA… NO LO HACE — gritó a través de los barrotes mientras él seguía intentando que su niño despertara o que respirara al darle golpecitos en la espalda — no respira — pero bien sabía que estaba sólo en ese departamento — por favor… — suplicó al aire — Reborn… — sollozó con desespero porque en ese momento se sentía como un niño que deseaba tener a alguien importante a su lado — ¡SORA! — gritó mientras dejaba sus sollozos brotar

 

 

Tsuna caminó por toda la jaula tras dejar a Sora recostadito en medio del suelo, buscó algo que le ayudara, pero no había nada más que restos de carne seca, agua, tierra y soledad. Los segundos seguían pasando y no sabía qué hacer, hasta que en su cabeza Tsu-Tsu al fin le gritó algo con la voz agotada y Tsuna daba otras opciones. Eran ruidosos y con el llanto que empezaba a tener, poco les entendía. Mas, se arrastró hasta estar junto a Sora y lo movió, le golpeó las mejillas, escuchó su pecho… En cierto punto ya no lo escuchó con vida… ese corazón se había detenido. Su mundo se fue abajo en ese momento

 

 

—SORA, NO LE HAGAS ESTO A PAPI — gritó cuando sus manos empezaron a temblar y su cerebro se bloqueó — SORA —  le sostuvo la carita entre sus manos y vio como sus propias lágrimas caían sobre esa piel rosada porque seguía caliente — Sora… NO MORIRÁS… NO LO DEJARÉ… NO TE DEJARÉ

 

 

No supo ni de dónde vino la idea, pero lo hizo, se mordió la mano hasta que su sangre brotó. La acercó a la boquita de su niño, dejó que su líquido vital cayera en esa lengua y suplicó a cualquier ente inmaterial que lo ayudase. Creía fielmente que lo que hacía era estúpido, pero en su angustiada mente nada más venía… sí, algo más vino. «Dale respiración boca a boca, imbécil. No te dejes dominar por la desesperación, Fifi». Acató la orden, tan rápido como pudo, sosteniendo a su hijito, separándole los labios y soplando torpemente. Temblaba, lloraba, pero seguía intentando. La luz llegó a su mente por acto divino. Apretó el pechito de su hijo con delicadeza y siguió dándole de su aire directamente a los conductos respiratorios. Lo intentó una y otra vez mientras sentía su propio cuerpo congelarse porque no tenía ninguna reacción.

Hasta que al fin tosió y después movió sus deditos.

Nadie podría imaginar la felicidad que lo embriagó al ver eso. Tsuna casi podía jurar que su corazón se detuvo y después latió al mismo tiempo que el de Sora. Le besó la mejilla, verificó que siguiera respirando suavemente, lo acunó en sus brazos y se dejó llorar sin remedio. Moqueando, hipando, temblando al sostener al pequeño cuerpo que levemente se movía y seguía aferrándose a la vida. Gritó a todo pulmón cuando escuchó el sonido de la lengua de Sora imitar una succión. Lleno de dicha se dejó llevar por la calma y permitió a su pecho rebosar de alegría.

Su hijo respiraba de nuevo, el corazón de su niño latía una vez más.

Se aseguraría de no dormir hasta que su niño abriera los ojos pues parecía aun estar dentro de un sueño profundo, mas, Tsuna ya estaba aliviado en cierta medida. Si un clase A seguía respirando y su corazón latiendo, nada, absolutamente nada podría matarlo. No importaba el número de días que debieran esperar hasta recuperarse por completo… se levantarían nuevamente  

 

 

Mami — fue la primera palabra que Tsuna escuchó cuando el cuarto día llegaba y él no dejaba de cabecear ocasionalmente

—¡Sora! Sora… — su cansancio desapareció instantáneamente y rió al ver esos ojitos somnolientos conectar con los suyos — mi niño — volvió a llorar, pero esta vez era debido a la felicidad

Agua — murmuraba quedito, casi sin mover sus propios labios

—Espera un poco — su cuerpo se sentía pesado, normal debido a la falta de descanso. Con dificultad se arrastró al cuenco en que ese líquido reposaba y tomó un poco en su mano

Agu…a — murmuraba al sentir el agua que resbalaba por los dedos de su padre y se resbalaba por su lengua. Succionaba como si consumiera un biberón y suspiraba tras saciarse

—Me alegra que despertases — sonrió besando la mejilla levemente rosada de su pequeño — papi estaba muy preocupado porque no despertabas

Pappa — murmuró curioso mientras se acomodaba en el pecho del castaño

—Tu pappa también debe estar preocupado — cerró sus ojos mientras se arrastraba al nido y se recostaba con su hijo sobre su pecho — y enojado — rió suavemente

Pappa — bostezó mientras se aferraba con sus manitas al pecho ajeno

—Escúchame, Sora — acarició la cabecita de su niño y se puso serio — tu padre tiene un nombre, uno solo — sentía a su pequeño buscar tímidamente su pezón y se lo permitió — su nombre es Reborn — susurró cuando sintió los pequeños labios de su niño rodear su botón — ese es y siempre será tu padre… Ese bastardo cuidará de ti siempre y es lo único que debes saber por ahora… lo demás… te lo diré después de que hayamos dormido un poquito

 

 

Al fin, después de tantos días en incertidumbre y sin descanso, Tsuna logró cerrar los ojos tras de verificar que su niño también lo hizo. No le importó siquiera que alguien lo mirase de lejos pues la puerta había sido abierta hace poco. Ignoró a quien fuera y se dio el lujo de ceder al cansancio, porque su nariz no detectaba nada más que el arrepentimiento de un bastardo sin alma.

Hibari miraba la escena en silencio. En esos días poco había estado ahí, mas, vigilaba todo desde fuera, escuchando y olfateando a esos dos. Estuvo presente en los momentos más críticos sin intervenir o mover algún músculo, pero todos esos días repercutieron en su mente, en los recuerdos de su marchita alma.

Una vez reaccionó cuando creyó haberse pasado de la raya y desde ahí pudo ver a Tsuna como a un igual… lamentablemente para él, eso se volvió a repetir y en ese mismo instante dudaba que su buen juicio siguiera presente, porque casi arrebata la vida de su propio hijo a través sus propias acciones. Eso fue algo que no se le perdonaría a nadie, ni a él mismo

 

 

Miradas…

 

 

Vacío, tanto como para sospechar que los ancianitos le estaban haciendo algo. Sin embargo, no estaba tan de acuerdo con eso de que su cuerpo estaba vacío porque sentía ira, aburrimiento, resentimiento, culpa y ansias físicas que no podía resistir, pero que en las últimas semanas habían estado menguándose. En parte se parecía a las necesidades básicas que los clase A profesaban, tenían, saciaban.

Kyoya nunca preguntó, mas, después de ser quien escuchó de primera mano los largos días en donde Sora sufría, le despertó la duda de por qué no sintió algo parecido a la empatía o necesidad de entrar y ayudarlos. Eso hubiese sido lo más humano. Incluso cuando participó en la matanza hace meses en donde dejó a Tsuna asesinar sin compasión, sintió la necesidad de ayudar a los que gritaban, pero en esa ocasión no. ¿Qué pasaba? No tenía idea, pero iba a averiguarlo

 

 

—Sabía que algún día me vendrías con esa estupidez — Xanxus se apoyaba en una pared mientras exhalaba el humo de un cigarro — ¿por qué ahora?

—Sólo responde lo que te he preguntado

—Dices estar perdiendo la humanidad que tenías — sonrió irónico — pero desde que entraste a la armada dejaste eso de lado

—Sabes a lo que me refiero — mantenía su expresión estoica

—A mamadas como son las emociones en pro de la empatía — cerró sus ojos y lanzó una risita baja, gutural — ¿y de qué te sirven esas cosas? En este trabajo son innecesarias

—Sospecho que es algo relacionado a la transformación que me ofreciste

—No te equivocas, basura — lo miró con seriedad — te dije que había un costo para ganarte una segunda oportunidad de vida

—¿Qué pasa conmigo entonces?

—Es bastante simple en realidad — dio otra calada al cigarro y al empezar a hablar dejaba que saliese el humo de sus pulmones —  cuando te di ese suero obligué a tu cuerpo a tomar características de los clase A, los siguientes tratamientos fueron parecidos a eso. Pero el último, en donde nos inyectaron esa cosa combinada con la sangre de ese muchacho, fue la definitiva

—¿Qué nos hicieron?

—Nos quitaron nuestra parte “normal”. Lo que hicieron fue entregarnos un clase A para que nos consumiera en cierta medida — sonrió — aunque a mí en lo personal me encanta

—Así que sabías las consecuencias

—Sí, el viejo me dio detalles — elevó sus hombros con desgano — ahora, todos lo toman de forma diferente. En mi caso los instintos asesinos aumentaron, mi parte animal domina con mayor potencia y me deja sentir mi sangre “salvaje” a plenitud, pero claro, tengo consciencia suficiente para estabilizarme y no ceder a la locura como muchos otros hicieron

—En mi caso es lo contrario

—Lamentablemente así parece, pero no eres el único — tiró la colilla y la pisó — tu cuerpo funciona ahora al 200%, pero tu mente humana tomó dominio total o algo así. Inhibe cada instinto salvaje, cualquiera que sea, en pocas palabras te vuelves alguien que se reprime casi totalmente

—Eso suena fantasioso

—Tómalo como si nos hiciesen un trasplante de corazón — Xanxus miró al azabache menor — hay ocasiones en que el corazón donante pasa al nuevo cuerpo, pero el alma no desaparece ni se adapta. Si tienes otro corazón hay riesgo de que tu personalidad y tú mismo cambies

—¿Cómo hago que esto pare?

—Ya te dije que en el trabajo que tienes es mejor no tener emociones difíciles de controlar

—Sólo responde, carnívoro

—Oh — se carcajeó — ¿no me digas que la tortura de ese monstruito te afectó?

—Sólo quiero tener mis emociones de nuevo… todo ha perdido sentido desde hace tiempo y no disfruto siquiera de golpear a alguien

—Si ese es el caso — se hizo el desentendido con el asunto de ese castaño y bufó

—Sólo dímelo

—Ve con Ricardo, cuéntale tu problema. Te drogarán, mitigarán los efectos, maximizarán otros, no importa. Drogas son drogas, ellos saben mucho de eso

—Maldigo a tu padre

—Yo igual, pero qué más da… Me divierto con cada cosa buena que fabrica  

 

 

Medicamentos. Todo era cuestión de medicamentos e inyecciones. Ricardo le explicó el proceso, el método y las consecuencias. Para Kyoya, el perder cierto nivel de su capacidad auditiva y olfativa, lo valía. Si volvía a sentirse vivo y no sólo un muñequito al cual utilizar, sería suficiente. No quería ser una marioneta cuyo objetivo en la vida era seguir respirando y cumplir con las órdenes con tal de sentir, aunque sea, el dolor de una herida.

Petico, así se sentía, pero poco a poco podía cambiar.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Notas finales:

Feliz 2018~

Prosperidad y buenos deseos.

Krat los ama.  


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