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Problemas de clase por 1827kratSN

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La oportunidad más segura que tenía para interactuar con el mocoso era en los periodos de revisión, en donde Ricardo se daba el lujo de sacar a Tsuna por la fuerza y hacerle el chequeo rutinario. Kyoya ignoraba eso, él sólo se sentaba junto a la celda y cerraba los ojos, quedándose pendiente del bebito que dentro de la jaula dormía pero que, por los ruidos ocasionados por los médicos e investigadores, despertaba de improvisto y lloraba como cualquier otro infante. Hibari se quedaba ahí, esperando, analizando si ese niño le tenía la suficiente confianza como para acercarse y pedirle auxilio o protección, sin embargo, la respuesta fue obvia en la mayoría de ocasiones. Sora sabía que no debía salir cuando personas que desconocía entraban al departamento, seguramente Tsuna le instruyó eso

Pero siempre se podía cambiar la mentalidad de ese pequeño.

Mientras Tsuna sufría los efectos de una nueva droga o lo que fuera, Kyoya decidió dar su primer gran paso: sentarse en frente de esa jaula y tratar de llamar la atención del bebito que se aferraba a la camisa del castaño quien evitaba dar cualquier signo de dolor a pesar de que apenas podía moverse. Tardó horas para una mirada y dos ocasiones diferentes en poder captar la atención de Sora, pero lo hizo… En uno de esos días cuando el pequeño se cansó de llorar, gateó hasta él, se sostuvo de los barrotes y lo miró con lágrimas aun queriendo brotar, murmuró algo que asemejaba a unos maullidos y esperó. Kyoya no sabía qué demonios quería el mocoso, pero decidió que acariciarle la cabeza sería lo mejor. En silencio pasó su mano por los cabellos azabaches del pequeño ignorando el gruñido de Tsuna, pero la orden de un padre se tomaba en serio y por eso Sora volvió a acercarse al castaño papá que tenía.

No fue la única cosa que Hibari hizo, después de todo en esa ocasión Tsuna se quedaría en cama por al menos tres días, según le dijeron. Así que planeó algo más. Ofreció comida, porque el pequeño no tenía quien lo alimentase y él decidió hacerse cargo de eso pues cambiarlo de pañal jamás lo haría. Aunque, la tarea de aseo parecía ser cumplida por el castaño quien, con las pocas fuerzas que tenía, hacía eso en las noches ya que Hibari notaba que en las mañanas aparecía un traste sucio en una esquina de la jaula. Bueno, era normal suponía

 

 

—Abre la boca — un día más, el cuarto para ser exactos, Tsuna aún no podía levantarse y Kyoya aprovechó la nueva oportunidad — ¡Vamos!

—¡Baba! — Sora protestaba mirando la cuchara que estaba dentro de un plato que contenía algo blanco

—Abre la boca — dictaminaba con seriedad mientras elevaba la porción de arroz y la acercaba a los barrotes. El pequeño entendió entonces, separó sus labios y esperó con la cabeza levemente levantada — buen chico — susurró el carcelero antes de darle esa porción

 

 

Kyoya vio la más brillante muestra de emoción: una sonrisa que podría compararse con una perla que es iluminada por el sol. Esos ojitos azules tomaron vida cuando esa pequeña lengua saboreó algo tan seco y simple como el arroz, pues era el primer bocado decente que tenía desde que ingresó a ese infierno y Hibari lo sabía.

El mayor sonreía de lado porque logró su cometido, usó la comida para que ese mocoso se acercara al punto en que él pudiera tocarlo un poco entre cucharadas, mas, no duró demasiado porque Tsuna se arrastró hasta poder sostener la ropita del pequeño y alejarlo de los barrotes. Kyoya, por puro instinto y egoísmo, no dejó que eso pasara; agarró la parte de enfrente del suéter del mocoso y tiró de él porque nadie le quitaba su diversión, sin embargo, grande fue su sorpresa al sentir los pequeños dientes de ese niño incrustarse en su brazo.

Fue un acto de autodefensa, Sora aun no confiaba totalmente y priorizaba las órdenes de Tsuna… Interesante

 

 

—Si quieres, tendrás que acercarte — mantenía algo especial en esa ocasión y no le importó tener que esperar al siguiente experimento que inhabilitara a Tsuna para aplicarlo — supongo que nunca has probado helado, ¿verdad? — habló con seriedad mientras se acuclillaba cerca de la reja, tomaba un poco de dulce con una cucharita y la ofrecía

—No, no, no — murmuraba, pero lleno de interés daba dos pasos para acercarse mientras elevaba un poquito su nariz y aspiraba con fuerza

—Toma — Kyoya extendió su brazo hasta acercarse al niño quien, con duda, sacó la lengua para saborear aquello — cómelo — sonrió cuando el chiquillo probó el helado de fresa e hizo sonidos mientras lo disfrutaba, para después hacer una mueca entre asombrada y feliz

—¡Más!

—Si quieres más… deberás salir de ahí

 

 

Tsuna estaba inconsciente en una esquina, delirando, pues tenía las mejillas rojas y murmuraba cosas sin sentido. Kyoya ni siquiera le tomó importancia mientras ofrecía otra cucharada de helado a Sora para después alejarse cierta distancia prudente y esperar. Vio claramente la duda del niño quien en principio regresó con su padre, pero al no tener respuesta a sus balbuceos retornó hasta los barrotes y miró al carcelero. Kyoya ni siquiera sabía que ese niño ya caminaba bien, pero le sentó bastante cómodo porque no tendría que agacharse para tratarlo. Poco tardó el pequeño en maniobrar su pequeño cuerpo para deslizarse por entre la reja abierta que el carcelero dejó y empezar a dar pasos dudosos por terreno que siempre se le fue prohibido pisar

Kyoya sólo se quedó de pie, esperando, ansioso, pero sin demostrarlo. El niño pareció olfatear todo para asegurarse de que nadie más estuviera ahí y sólo entonces empezó a acercarse con precaución, sin perder de vista al mayor… sus instintos eran buenos, pero tal como un niño se olvidaba de todas las advertencias de su padre cuando algo captaba su atención. Kyoya le dio helado en cucharadas y cuando se cansó, le dejó el vaso y el cubierto.

Fue el primer triunfo real de Hibari y con ello tuvo vía libre para poder ganarse a ese niño… porque si era su hijo, se lo iba a quedar para él. Nadie osaría a quitarle algo que le pertenecía… y Sora junto con Tsuna eran suyos… eran aptos para estar junto a él sin ser una pesada carga.

Había recordado en dónde se quedó antes de que su alma muriese.

 

 

Verdad…

 

 

Habían sido días extraños pues la rutina se perdió de pronto. Los entrenados se miraban entre sí al amanecer, pues seguían con la rutina dictada a pesar de que su torturador no estaba. Ellos sentían que, de no cumplir con sus obligaciones, el castigo sería memorable. Hacían bien

Skull era quien los vigilaba de lejos, verificando que los chiquillos cumplieran con lo dicho mientras Lambo pasaba esa fase rara en donde parecía simplemente ser un animal necesitado de comida. Nunca imaginó ver al sobrino de Reborn en esa faceta y suponía que ni el propio Lambo se lo imaginó porque se jactaba de haber heredado los genes ideales para esa vida

 

 

—¿Por qué dices que no soy perfecto? — bufaba mientras se acomodaba los cabellos hacia atrás y los sujetaba con una liga

—Por la misma razón por la que tuve que encerrarte en una habitación durante tres días — Verde miraba a Lambo y junto a él Reborn permanecía en silencio

—Mientes — rezongó como cualquier niño que no quiere enfrentar la realidad

—Un clase A perfecto como yo — el científico loco se señaló a sí mismo — nunca cede ante su lado animal, incluso sus celos son casi imperceptibles

—Son pocas las veces en que me hundo en la inconciencia — refutó de inmediato

—Eso te hace una imperfección particular — Reborn se mantenía cruzado de brazos con los ojos cerrados pues lo forzaron a ser partícipe de esa ridícula plática, él preferiría estar con sus hijos en los cuneros — pues, aunque tus periodos de conciencia son extremadamente largos, sigues teniéndolos

—Se supone que mis genes son ideales

—Eso creímos — Verde suspiró — pero no

—No me jodas, entonces I-pin…

—Ella sí es perfecta — Reborn miró al techo y sonrió de lado debido al orgullo que embriagaba su cuerpo — sus celos son muy sutiles y su inconciencia no se ha dado hasta ahora, por el contrario. A pesar del hambre, de la furia o demás, ella mantiene su lado inteligente aun cuando su cuerpo le grite mostrar su poderío

—¡Joder! — golpeó el piso con su pie y emitió una especie de gruñido bajo

—Entonces no me sirves para recopilar información — Verde lo miró con desdén —, así que puedes salir de esta habitación. No volverás más, Lambo — pues le habían hecho un estudio de rutina y todo fue un fiasco

—No puedes decirme eso

—Entonces yo te lo digo. — Reborn lo miró con frialdad — No nos sirves para nada más que para entrenar a todos los clase A, B y C de mi manada… así que mejor acepta tu lugar y no protestes

—Te juro que te tragarás esas palabras, Reborn — Lambo se levantó con la frente en alto — pues soy una de las armas que más apreciarás al final

—Sueñas en grande — se mofó Reborn — pero son sólo eso… sueños

 

 

La puerta fue azotada con demasiada fuerza generando un leve cuarteo en las paredes contiguas y en la misma puerta. Los dos altos mandos se miraron entre sí por unos instantes antes de darse vuelta y cada uno regresar a sus labores. Nada más se tenía que decir en ese día.

 

 

Todo…

 

 

—¿Por qué juega así conmigo? – decía Tsuna al ver a Kyoya alimentando a Sora como si la tarea fuera la más normal del mundo, incluso la reja estaba completamente abierta. Cuando despertó de la última sesión con venenos, fue testigo de eso: un Sora feliz al ser alimentado por ese hombre. Obviamente algo había pasado mientras cayó en letargo y él no pudo impedirlo – ¿Qué quiere? — incluso no podía mover bien sus piernas y sólo se empezó a arrastrar en el suelo — No tiene que fingir que se preocupa por mi hijo

—Es el mío también – respondió con serenidad ignorando la mirada enfadada de Tsuna

—Maldito idiota – se quejó, pero dejaba que Kyoya le diera la papilla al pequeño que jugaba con sus pies — no sé qué le hizo a mi hijo — con esfuerzo logró estar junto a Sora quien le sonrió — pero…

—¿No puedo cuidar de MI hijo? — sonrió con prepotencia

—Jamás le importó eso, es más, ni siquiera me creía que Sora es también su hijo

—He visto cosas en él que me recuerdan a mí — le dio otra cucharada al pequeño — además de esa apariencia obvia

—Jódase

—Me pertenece, aunque me lo niegues o reclames

 – No sé cómo mi animal pudo… – pero no estaba preparado para lo que pasó antes de que sus palabras se cortaran. Tsuna abrió sus ojos por completo cuando sintió la presión en sus labios y admiró los azulados iris de Kyoya tan cerca que se distorsionaba su imagen

—Hablas demasiado, herbívoro – susurraba sobre los labios del castaño antes de besarlo nuevamente – sólo calla de vez en cuando

—¿Sexo de nuevo? – rodó sus ojos y se apartó con brusquedad para quitarle el pequeño vaso a ese carcelero y hacerse cargo de seguir dándole la papila a su hijo – deje que termine de alimentarlo y que se duerma… sólo entonces podrá tocarme como cada vez que se le da la maldita gana

—Hum – sonrió divertido pues ahora el castaño hasta colaboraba en aquello – mi animal interno también te aceptó — murmuró para después curvar sus labios en una sonrisa burlona

—¿Qué? – Tsuna lo miraba con infinita incredulidad – ¿cómo que animal?

—El lobo que hicieron surgir en mí — decía refiriéndose a aquel proceso que le dio mayores habilidades pero que casi le quita su alma —. Ese lobo aúlla cuando admira tu maldita cabezonería… Puedo no ser como tú, dominado completamente por mi instinto, pero también desciendo de cazadores, de lobos, de animales.

—¿Se burla de mí? — gruñó

—Tú me perteneces, Tsunayoshi, a mí y a nadie más – dictó mirándolo con prepotencia antes de acercarse al castaño y posar sus labios sobre los otros, ocasionando que Tsuna retrocediera

—Jamás seré de usted — mostró los dientes en advertencia pues no podía hacer más por el momento —. No soy su maldita mascota

—No te veo así – susurró mientras se pegaba más a Tsuna y le lamía los labios – así que sólo cállate – le dijo antes de morderle el labio y besarlo una vez más.  

 

 

Tsuna estaba un poco conmocionado en esa ocasión y sin creérselo, cedió ante aquel contacto; cerrando sus ojos con fuerza, sintiendo la lengua ajena invadir su boca, suspirando por la amabilidad de la caricia en su espalda y luego empujándolo porque Sora gritó llamando la atención ya que lo aplastaban entre ellos. Lo que allí pasó, no debió haber pasado. Pero cuando hay un poco de luz en un mar de oscuridad, ésta es absorbida sin remedio

Conveniencia, un pacto, un juego, una mentira, una amistad, una relación, podían llamarlo como se les diera la maldita gana, pero en ese día Tsuna accedió a confiar en Kyoya y a su vez Kyoya accedió a protegerlos y sacarlos de ese maldito lugar. Fue como si ellos formaran un lazo, una manada, una familia y eso les convenía por diferentes razones. Sólo por aquello Tsuna bajó la guardia y siguió con su vida.

En los días siguientes su interacción era más “sana” pues, aunque sin emitir muchas palabras, respetaban el espacio ajeno, convivían en paz para cuidar de Sora. Hacían las misiones con normalidad y la actividad sexual ya no era agresiva, era lenta, acompasada y genuina. Era una desfigurada y horrenda forma de obtener beneficios a través de un engaño

 

 

Te gusta el sexo con ese tipo, ¿no?

Esa es mi misión ahora, ¿no, Tsu-Tsu? — de nuevo hablaba consigo mismo y con sus partes aleatorias

Pues sí — reía sutilmente — yo sinceramente no aguantaría el aroma de ese lobo… y Fifi tampoco

Hay no, ¡qué asco! — refunfuñaba haciendo sonidos raros — así que gózalo, Tsuna… pero ten en cuenta que no debes bajar la guardia

¿Han visto cómo se comporta? — sonrió en medio de la noche mientras se cobijaba con una manta cedida por Kyoya para que se resguardaran del frío — A demostrado que Sora le importa

Si vas a empezar con eso… mejor te callas y mando a Fifi

No. — suspiró — Dejen que yo les demuestre que él… él puede cambiar… pero si él no cambia, al menos sabremos que su lado animal parece haber surgido y nos ha aceptado

Me vale verga… así que mejor no te haces ilusiones estúpidas

Les pido tiempo

¿Y si fallas? Como tantas otras veces

Me haré responsable

No arriesgaré a mi hijo. ¡Carajo! Tsu-Tsu no lo permitas… ¡Ya casi vemos morir a Sora por la culpa de ese hijo de puta!

Pues… Squalo me dijo algo interesante hace poco… dijo que pronto nos darán una ronda

¿Una qué? Y qué tiene que ver eso con lo de Hibari — frunció su ceño intentando adivinar

Una ronda para seleccionar a los que irán a la sala de torturas, la que ellos llaman: “centro de investigación” — silencio pesado que reflejaba el miedo porque su niño cayera en esas manos — así que…

Por dios, no lo hagas… ¡No quiero lidiar con esa mierda!

Tienes control sobre el cuerpo, Tsuna… y si haces que Hibari nos proteja del traslado a las zonas más oscuras de este sitio, o que al menos se quede con Sora… o qué mejor, que se lo lleve de aquí para cuidarlo… aceptaré que tenías razón y nos entregaremos a él

¡NO! ¡CARAJO!… NO… ¡JAMÁS CON ESE TIPO!

¿En serio, Tsu-Tsu?

Sí… porque… — elevó un poco su voz

¡Que no, maldita sea!

Porque debemos priorizar la salud de Sora… Si él está bien, me valdrá una mierda si tenemos que ser el juguetito sexual de esa peste

¡Estoy en contra!

Gracias

Pero si fallas… lo mataremos como fuere… e intentaremos una huida a pesar del riesgo a morir

¡Piensa en nuestro hijo! ¡No quiero que muera!

Es por él que acepto esto… porque si tiene, aunque sea una maldita oportunidad de ser aceptado como el cachorro de Hibari… tendrá una vida más larga

Pero

—Fifi… sabes que tengo razón… así que apóyame en esto

Les juro que Hibari puede ser un buen padre… dejen que se los demuestre

 

 

Poco a poco Tsuna fue probando las intenciones de su carcelero, con precaución cedía a que su hijo saliese de la jaula junto con él y poco a poco dejó que el azabache le mostrara sus planes y los aceptó al ver que no eran malos. Todo pasó en progreso, inició con baños continuos usando agua cálida, juegos infantiles, juguetes, comida, mantas… hasta que, en una noche cualquiera, en donde el frío era poderoso y los aullidos dolidos de alguien los atormentaba, pasó algo que derretiría el alma del humano que aun persistía en el cuerpo del castaño

Hibari apareció a media noche en frente de la jaula, la abrió sin cuidado de no hacer ruido, se internó y en esa ocasión no ofreció una manta… ofreció algo más. Ni siquiera dio tiempo para una réplica. Tsuna agarró a su cachorro mientras su codo era sujetado con fuerza y lo obligaba a salir de ese sitio frío, húmedo y solitario. Tsuna se sintió inseguro, mas, no protestó incluso cuando sus voces le gritaban porque regresara a la jaula.

Él decidió confiar… porque una cama acogedora sería un sueño para Sora, algo que su hijito se merecía

 

 

—Aun no confío en usted

—Pues hasta ahora parecía gustarte la atención que te brindaba — Kyoya señaló la cama sin inmutarse por el leve gruñido de Tsuna o los monosílabos que el niño daba al señalarlo

—¿Qué pretende con esto?

—Que duermas

—¿En su cama?

—Sí

—¿Va a intentar algo conmigo aún con Sora entre mis brazos? — se burló, pero en el fondo estaba emocionado porque en realidad no veía mala intención en esos ojos tan parecidos a los de su hijo

—No… así que acuéstate — seriedad, ni una sola expresión. Ni él se creía lo que iba a hacer

—¿Por qué?

—Si no te callas, me arrepentiré

—Bien

 

 

Tsuna se ubicó en esa cama, recostándose con emoción al sentir de nuevo la suavidad de un colchón. Colocó a Sora junto a él, se cobijó e intentó ocultarse, pero no duró. Poco después el carcelero se recostó junto a ellos dos, de frente, mirándolos con detenimiento y con la intención de tocar la frentecita del niño que olfateaba su alrededor y curioseaba la suavidad de la manta que lo cubría. Tsuna frunció el ceño porque no dormiría en paz si ese hombre tocaba a su hijo pues podría estar considerando a Hibari como buena pareja y padre, pero cosa muy diferente era confiar en aquel que tanto daño les hizo… aun si lo aceptara por pareja y protector, jamás volvería a confiar en él. Tsuna tomó a Sora y se dio vuelta, acunó a su niño entre sus brazos y le dio la espalda a Hibari

Una leve canción de cuna fue entonada por Tsuna, primero un susurro en el oído de su hijo en su idioma animal, después una tonada que le cantaba desde que era bebé, una melodía en italiano que le gustaba y lograba que su hiperactivo hijo cayera rendido. Cuando lo escuchó suspirar, él también cerró los ojos, pero permanecía atento a la respiración ajena, o al menos eso hizo hasta antes de que aquellos brazos rodearan su cintura y la respiración del carcelero chocara contra su nuca. Obviamente intentó luchar… zafarse… pero no lo dejaron y se quedó ahí… sintiendo como volvían a mostrarle posesión y protección… Después de tanto tiempo volvió a sentirse seguro al cerrar los ojos porque su instinto, su cuerpo, su alma, gritaba que todo estaba bien

Eso se repitió más veces de las planeadas, todo a escondidas, en silencio, en un acuerdo mudo por no reclamar y solamente ceder al calor ajeno.

Las cosas cambiaron en las siguientes semanas y meses, incluso Tsuna cedía a Sora para que Hibari lo cargara o jugara durante un rato. Nunca habían hecho algo así. Nunca esperaron algo así, pero la confianza les llegó en mínima porción, la necesaria si querían seguir con ello.

Decidieron fingir que se necesitaban mutuamente porque ambos mentían al mismo tiempo, porque ambos se cuidaban, porque ambos preparaban un escape en la siguiente misión. Tsuna se arrepentiría toda su vida de aquello, porque… no se dio cuenta de que eran vigilados de lejos

 

 

—¿Dónde, herbívoro? – habían salido de misión. Tsuna como siempre llevaba a su hijo en sus brazos, no lo dejaba por nada y en esa ocasión sólo servía de rastreador

—Más adelante. Son dos – decía con calma mientras se aseguraba de que Sora siguiera entretenido con el chupón que seguramente destruiría en poco tiempo. Sus manos estaban esposadas al igual que sus pies, sólo tenía limitada libertad como era normal – Kyoya, más te vale que no lleguen hasta mí – le amenazó y el carcelero sacó su arma tras ignorar esas palabras

—Espera aquí – habló con seguridad mientras se adentraba en el lugar. Cumplió el acometido con agilidad. Dos disparos, dos caídos, dos descargas eléctricas fuertes, dos dardos y al final los clase B estaban fuera de combate

—¡KYOYA! – pero ese grito alteró al lobo quien regresó con rapidez sólo para observar en detalle la traición de su propia gente – ¡MALDITO SEAS!

—¿Qué hacen aquí? – el azabache habló con normalidad, manteniendo la calma a pesar de ver como el castaño era apuntado por cinco armas letales. Tsuna protegía a su bebé con su cuerpo, asemejando a una leona quien mantenía a su cachorro pegado a su regazo. Giraba su cuerpo levemente y mostraba sus dientes al enemigo, mantenía la mirada en los más cercanos, buscaba una escapatoria o un buen punto de ataque

—Venimos por el clase A – dictaba un alto cargo que lideraba esa misión – se te releva de tu cargo, Hibari Kyoya

—¿Por qué? — refutó sin dar a conocer su enfado o deseos por tomar a Sora en brazos y huir

—El bebé está en condiciones de formar parte de los experimentos y el castaño ya ha dado toda la información necesaria

—¿Les pasabas información todavía? – gruñó Tsuna mirando con rabia al azabache que parecía tan seco como hace tiempo

—Ese clase A es mío aun – refutó con seriedad, enfrentando a los soldados – se me asignó su supervisión total durante el tiempo que se me antoje

—Se terminó entonces – Ricardo salía de las sombras para dar la cara y burlarse de la desdicha ajena – cumpliste con tu deber, Kyoya. Ya no te necesitamos más. Esta es la última misión que cumplirás con Tsunayoshi Sawada y el cachorro — era obvio que ellos sabían del plan trazado por Hibari para llevarse a sus dos pertenencias y lo frustraron

 

 

Todo sucedió demasiado rápido entonces porque los altos mandos querían impedir que otro de los suyos se convirtiera en un traidor o que uno de sus más grandes conejillos de indias se escapara. El sonido de las balas, el gruñido de Tsuna, el grito en llanto de Sora, la pelea, los golpes, las cadenas, la lejanía.

Tsuna fue alejado de su hijo tras recibir tres disparos en su cuerpo y un dardo que hizo su sangre hervir en cuestión de segundos. El bebé fue tomado sin cuidado alguno cuando Tsuna no pudo controlar los músculos de sus brazos que sufrieron una contracción violenta. Sora fue sujeto por el bracito derecho, dejándolo sin posibilidad de defenderse con los pequeños dientes que se mostraban en una amenaza instintiva.

 

 

—¡Suelten a mi hijo! — masculló cuando se olvidó de su propia salud física y se lanzó en contra de quien disparó con anterioridad — ¡SORA! — no le importó recibir una bala más que atravesó por completo su brazo derecho, él sólo se impactó contra el soldado

—¡Atención! — ordenaba el líder del pelotón — ¡Inmovilicen a la amenaza!

—¡Cuidado! — pero fue tarde cuando Tsuna destajó la garganta del caído y se lanzó en pro de los que le impedían acercarse al soldado que trataba de sujetar a su hijito para que otro le pusiera el collar de electrochoque

—¡MALDITA SEA SU RAZA! — maldijo sin mirar a Hibari, pero refiriéndose a este — ¡MALDITA SEA SU ALMA Y CASTA! — mantenía a Sora en su mira, el mismo que lo llamaba entre lloriqueos en una súplica por ser salvado

—¡Ahora! — ordenaba Ricardo mientras esperaba a que todo se calmase

—¡DIJE QUE ESE CLASE A ES MÍO, HERBÍVORO!

—Ya no lo es

—¡Kamikorosu! — intentó dar contra, pero sabía que no era buena idea, mucho menos cuando tenía un arma apuntándole a la cabeza

—No me digas que quieres ser relevado de tu cargo privilegiado, Hibari

—No me gusta que me quiten mis juguetes

—NO — Tsuna gritó con rabia cuando apreció al soldado que fue mordido por Sora y que como pago golpeó al pequeñito hasta dejarlo como un muñequito de trapo — TE ARRANCARÉ LOS OJOS A TI PRIMERO — su hijito había recibido un golpe tan fuerte que sangraba por alguna parte de su cabeza — ¡SORA! — las gotas empezaban a caer al suelo… la sangre de su hijo fue derramada de forma injusta — ¡NO LO TOQUEN!

—Maldito mocoso — fue el insulto previo a una inyección que como objetivo tenía el cuello del niño

—Es todo — habló el segundo soldado quien sujetó las piernas del inconsciente engendro que sería el futuro conejillo de indias — ya tenemos a la cría

—¡LOS MATARÉ A TODOS! — mas, no podía contra los numerosos dardos que llegaban a su cuerpo y que poco a poco lo empujaban a la inconsciencia — Sora… no… se lo lleven — esas serían sus últimas palabras antes de perderse en el infierno inicial

 

 

Sora fue llevado hasta donde Ricardo ordenó secretamente, el destino era el edificio central donde las investigaciones y experimentos se llevaban a cabo y donde las celdas estaban bien forjadas.

Tsuna fue controlado con sedantes y descargas debido a que se negaba a entrar en las celdas más profundas de la central pues su meta era encontrar a su hijo. Fue amordazado, impedido de movimiento y transformado de nuevo a lo que era antes: nada más que un clase A en una jaula. La única diferencia era que pedía a gritos que le devolvieran a su hijo.

Kyoya terminó siendo prisionero de los altos mandos porque no soportó ser sólo un espectador e intentó recuperar sus dos pertenencias. Se vio obligado a entrar a una jaula con diez personas más que identificaba como clase C en la prisión para cumplir un castigo por desacato a la autoridad, pero juraba salir de ahí y morder a todos hasta la muerte.

Todo se fue al carajo en un solo día y en un solo descuido fatal. Ellos dejaron una evidencia en cámara, una en donde Kyoya besaba a Tsuna y después a su hijo… Todos pagarían caro por ese fallo miserable

 

 

Ataque…

 

 

—¡Nos descubrieron! — era el primer grito desesperado que daba el vigía en turno antes de aullar

—Maldita sea, justo días antes del ataque a la armada — gruñía uno de los que salían a las afueras para enfrentar a la amenaza y hacerle fácil el escape a los más vulnerables del grupo

—¡Rápido! ¡Todos fuera! — era la orden dada en los niveles inferiores de la madriguera donde estaban los cuneros

—¡Son los mutados fallidos!… ¡No tienen conciencia y sólo buscan sangre! — informaba quien pudo reconocer a un soldado que enfrentó hace muchos años y quien se acercaba a grandes zancadas por el desierto que los rodeaba

—¡Todos los que puedan, peleen!… Los demás deben huir — Reborn lideraba aquello, estaba listo

—¡Es hora de probarse, novatos! ¡Esta es la amenaza fácil!

 

 

Era caótico. El grito de alarma fue dado y todos sabían que debían salir. Muchos corrían fuera, siempre asegurándose de que los niños y los gestantes salieran primero.

Yamamoto defendía desde la entrada, Reborn estaba a la cabeza, decenas de soldados que soltaban a sus experimentos fallidos les daban frente y ellos debían retrasarlos hasta que los demás lograran salir de los subterráneos y huyeran. Pero por sobre todas las cosas, debían asegurarse de que la mayoría de gente viviera y así no se retrasara su objetivo crucial.

Pero las cosas no salieron del todo bien ese día pues a pesar de la lucha, muchos cayeron y otros se convirtieron en prisioneros. Los restantes, cobijados por la oscuridad de esa noche con una luna menguante, lograron irse tras dejar una montaña de cadáveres destrozados y aun así reportaron pérdidas en el trascurso de su ruta debido a que algunas heridas eran demasiado incluso para sus cuerpos.

 

 

—¿Quiénes faltan? – decía Reborn mientras se limpiaba la sangre de la herida en su brazo – ¡HABLEN! — rugía en furia porque presentía la respuesta

—Lambo, Skull, Liu, Nagi… I-pin – reportó Yamamoto que vendaba uno de sus ojos que al parecer fue dañado – lo siento, no pude…

—¡BOLA DE INÚTILES! – les gruñía Reborn a todos porque no podía creer que perdieron a cinco miembros y lo peor de todo era… – Si mi hija se muere, los despellejaré a todos sin excepción

—No te exaltes, Reborn – Verde entonces salía de entre los sobrevivientes a ese ataque – todo esta listo, así que mañana a primera hora estaremos en los campos de esa maldita gente

—Mi prioridad en este momento es I-pin – dijo sin mirarlos siquiera, pero los presentes sabían que debían leer entre líneas, después de todo, I-pin estaba… – así que más les vale llevar el plan a cabo sin errores

—El ataque está organizado secuencialmente – Verde mostraba un pequeño aparato en sus manos – atacaremos todas las bases y tomaremos el estado. Es una apuesta de ganar o morirnos todos… así que duerman hoy porque mañana la diversión empieza

—Le avisaré a Byakuran para que dé la orden también — bramó Mukuro quien sacaba un pequeño artefacto del bolsillo de su chaqueta — y más le vale a ese idiota… traerme a Nagi a salvo

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Les doy actualización porque sí we XD

Pa’las que disfrutan del R27, tengo un fic sobre ellos y tiene fluff… vayan a aliviar su corazón por allá XD

Besos~


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