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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

¿Sobrevivientes?

Serán recompensados con el transcurso de la historia XD 

 

 

 

 

—Para… por favor — su voz no demostraba la desesperación que sus palabras trataban de expresar. Su mirada furiosa no se despegaba de los dos carceleros fuera de su celda. Sus garras estaban a la vista porque los consideraba una amenaza — ya para

—¿Cuánto es capaz de soportar tu hijo? — Ricardo había decidido darle una muestra a Kyoya del cómo castigar a Tsuna cuando este no colaborara como era debido — dímelo

—Es tan sólo un pequeñito — de refilón, el castaño veía al soldado parado en una de las esquinas de la puerta hecha de barrotes, el mismo que acercaba una especie de arma, de la que al parecer no brotaría ni una sola munición — no… no morirá, pero…

—Si te niegas a colaborar, Tsuna — sonrió Ricardo y le indicó a Hibari que se pusiera la máscara antigases que todos los de la armada presentes se colocaron — entonces — su voz se agravó, resonando dentro de la máscara mientras elevaba su mano

—¡NO! — sus ojos se abrieron de par en par porque ese imbécil hablaba en serio

—Entonces colabora

—No — Tsuna no podía, no debía — es… es mi familia

—Entonces, tu hijo no importa — el azabache mayor movió dos de sus dedos y el soldado afirmó con la cabeza antes de presionar el dispositivo que activaría el arma en sus manos

—No… ¡por dios, no! — Tsuna sintió el pánico llegarle cuando la boquilla ingresó a su jaula. En seguida se separó de la reja y vanamente intentó alejar ese vapor de color verdoso que empezaba a ingresar en su celda, pero obviamente era inútil — ¡Es sólo un bebé! ¡Bastardos de mierda! ¡Es sólo un bebito! — se quejaba mientras agitaba sus manos en el aire

—Es tu culpa — Ricardo estaba sonriendo con malicia, pero su máscara impedía afirmar aquello — el que tu hijo sea envenenado, es tu culpa

 

 

Hibari se mantenía callado, cruzado de brazos, evitando bostezar, admirando el aburrido espectáculo que Ricardo decidió dedicarle como “regalo” antes de cederle a su adorado clase A. Tsuna tosió cando aquel gas llegó a su nariz y garganta, se atragantó y experimentó una leve asfixia. Estaba en pánico. El castaño retrocedió por instinto, agarrando a su pequeño hijo al que dejó sentado en la esquina más lejana de la puerta y el que ahora lo miraba con curiosidad, ignorante del peligro que estaban atravesando. En medio de su desesperación Tsuna agarró una tela y la empapó del agua que tenía en su celda, abrazó a su niño y le limpió la carita; lo cubrió con esa tela delgada siempre asegurándose de que su bebito no se asfixiara, pero ese gas era fuerte. A pesar de ser un clase A, sus ojos estaban lagrimeando, su garganta ardía, su nariz picaba, eso delataba lo peligroso de esa sustancia. Tsuna no sabía qué toxina era, pero tenía miedo, no por él… sino por su hijito. Sora era todavía muy pequeño, aun debía ser protegido como a cualquier otro cachorro. Tsuna debía velar por él

 

—¡YA PARA! — gritó cuando su bebé empezó a manotear y a frotarse los ojitos — ¡YA!

—Entonces dime lo que quiero escuchar — exigió Ricardo, sin dar la orden para que el soldado se detuviese

—ERES UN SER SIN CORAZÓN — Sora empezó a llorar debido a las molestias que empezaban a llegarle. Tsuna no podía dejar que nada malo le pasase

—Dime

—¡LO HARÉ! — gritó con fuerza mientras intentaba mantener sus ojos abiertos para verificar que ese soldado dejase de aplicar el gas — pero ya detente… — respiró hondo a pesar de las molestias y terminó — LO HARÉ… MALDITA SEA, ¡LO HARÉ!

—Genial — Ricardo al fin dio la orden y el soldado obedeció para después reverenciar a su superior. Ese desconocido entonces cambió de posición y dejó que otro lo reemplazara — pero debes estar limpio para eso

—Maldito — susurró indignado

 

 

Tsuna apenas tuvo tiempo de darse vuelta mientras mantenía a su bebé aferrado a su pecho. En su espalda golpeó el agua a presión que brotaba de alguna manguera que seguramente el nuevo soldado usó. Luchó contra la fuerza del golpe para que Sora no recibiera ningún daño, se aguantó el frío de ese helado líquido que le dio la sensación de una quemadura en la piel y dejó que lo bañaran como a cualquier animal peligroso. Odiaba a esos tipos, y se odiaba a sí mismo por no haber sido capaz de escapar de sus captores en aquel día en el que ni siquiera pudo ver a su pequeña Ai. Maldito fuera el destino que le rasgaba la vida y la volvía tirones indefinidos

Cuando toda la celda ya estuvo invadida del líquido incoloro que supuestamente eliminaría el gas venenoso que usaron, Tsuna cayó de rodillas al suelo aun sosteniendo a Sora en brazos, el mismo que lloraba debido al ruido que esa manguera ocasionó, a los síntomas que todavía experimentaba y al frío que le recorría entero porque él también estaba mojado, incluso el gorrito de lana de color amarillo que llevaba se volvió pesado debido al agua que recogió. Tsuna maldijo entre dientes, pero no tenía opción, no mientras estuviera encerrado. Debía obedecer

 

 

—Calma, mi pequeño cielo — susurró con todo el amor que guardaba para sus retoños y besó la frentecita del bebé que empezaba a tiritar del frío y que entre hipidos exteriorizaba su malestar — tranquilo… tran… quilo — quiso llorar, pero eso sería impropio en esa situación

—Vamos, Tsuna

—Cretino… espero que te pudras en el infierno — murmuró mientras, con esfuerzo, se levantaba y acomodaba mejor a su bebito para que al menos, al compartir calor piel con piel, intentara devolverle un poquito de calor — malnacido

 

 

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para discutir con ese maldito. Apenas se había incorporado y ganado algo de fuerza cuando sintió una presión en su cuello que lo volvió a estampar contra la pared; en esa ocasión Sora sí recibió un leve impacto y eso ocasionó el llanto agudo que rebotó en las paredes de esa maloliente jaula. Tsuna no protestó, calló, se mordió la lengua mientras envolvía a Sora con sus brazos y dejaba que le colocaran aquel collar especial en el cuello, mas, cuando intentaron tomar a su niño para aplicarle el mismo procedimiento, atacó a matar al infeliz. Tenía cuatro cadenas atadas a ese collar, dos de ellas se tensaron para alejarlo del soldado y sólo por eso una vida se salvó a tan sólo dos centímetros. Tsuna no dejó que su niño fuese tocado por esos imbéciles, pero dejó que lo jalaran cual bestia de circo, encadenado y considerado peligroso. Gruñía a todo aquel que se le acercaba, ignoraba al azabache hijo de puta que no emitía ni siquiera un “hum” y mecía en sus brazos a su hijo para intentar calmarlo. Suplicaba mentalmente para que todo terminara pronto, porque urgentemente debía abrigar a su retoño.

Caminaron por amplios pasillos, Tsuna los observó en detalle mientras seguía al que era su nuevo guía al infierno. Ricardo le dijo miles de cosas, le contó de miles de proyectos y experimentos realizados en los sujetos de prueba adquiridos durante esos meses de apogeo, pero Tsuna soportó su indignación y sólo cerró los ojos cuando paso junto a un cristal por el cual se mostraba a sus hermanos atados en camillas, colgados del techo, drogados y… no quiso ver más. El castaño se centró en calmar los sollozos de su pequeñito, esconderlo en su pecho para que este no viera tanta barbarie, se empeñó en ver el piso y caminar… eso hasta que a su nariz llegó esos aromas tan dulces… tan puros… tan infantiles. Una vez más quiso llorar, pero no lo hizo… no les daría el gusto de verlo derrumbarse ante tanta atrocidad

 

 

—Haz tu trabajo — Ricardo ordenó a los soldados que sostenían las cadenas de Tsuna, que le dieran un poco de libertad, pero que al menos uno mantuviera lista el arma y apuntara. — dime cuál es cual

—Son sólo bebés — susurró al mirar las doce cunas en esa habitación, las mismas que contenían a infantes no mayores de dos años que estaban siendo mantenidos con sondas y cables destinados a medir alguna cosa extraña que se registraba en los aparatos adjuntos a cada cuna — son sólo…

—Si quieres te quito al tuyo

—Maldigo a tu maldita raza — murmuró mientras apretaba un poco más a Sora, al mismo que le besó los cabellos y le pidió perdón… porque nunca desearía que a uno de los suyos le pasara lo que a esos bebitos

—Denle espacio — ordenó el azabache mayor y las enfermeras, médicos y científicos se retiraron del camino del castaño. Tsuna aun dejaba gotas de agua en el suelo con cada paso que daba y las marcas de sus desnudos pies daban muestra de contener la mugre que recolectó en la travesía — y anoten lo que diga

—¿Qué haces? — Hibari al fin pronunció palabra, mirando sin interés lo que Tsuna hacía — herbívoro

—Escucha y lo sabrás

—… — Tsuna cerró los ojos y en un gruñido bajito les pidió perdón a todos sus congéneres — este… — se mordió la lengua y su garganta dolió, porque estaba traicionando a su sangre, porque ese bebé sería… condenado

—Di la verdad — amenazó Ricardo con un tono burlón — sabes que no estás en condiciones de reclamar

—Este sí — Tsuna se mordió el labio y se detuvo en frente de la primera cuna que captó. Para evitar mirar esa pequeña carita cerró los ojos, pero claramente podía escuchar los acelerados latidos y oler el dulzón aroma del recién nacido — es un clase A

—¿Cómo puede saberlo? — Hibari elevó una ceja y esperó a que Ricardo contestara

—Al parecer, mejor dicho, está certificado que… algunos clase A pueden oler a otro del mismo tipo, es algo como identificación natural

—Este no — Tsuna señaló la segunda cuna y, sin mirar siquiera, pasó a la siguiente — este es… posiblemente un clase B — vio a una enfermera marcar la frentecita del bebé que no era un clase A, pero no puso mayor énfasis en eso. Sólo siguió con su tarea

 

 

Cada palabra que salía de su garganta dolía, cada pequeña criatura que balbuceaba o emitía una palabra desconocida le daba una puñalada a su alma, cada paso que lograba dar le generaba un escalofrío. Traicionó a su raza, traicionó a sus principios, traicionó sus propios ideales… pero Sora lo valía y sabía que su familia lo entendería… quería creer en eso. En el mismo momento en que dio aviso de que el último bebé sí tenía el gen mutado, a su mente llegó la imagen de aquel a quien aceptó como esposo. Tsuna le pidió perdón por la estupidez que estaba haciendo, pero era un padre desesperado que no podía siquiera pensar en la posibilidad de ver morir a su hijo. Sin embargo… nunca pensó que su acción desencadenaría un trauma más

 

 

—Son siete de doce. No está mal — Ricardo ordenó que Tsuna fuera alejado de todos los cuneros — gracias, Tsunayoshi. Ya puedes ir a tu nuevo hogar

—¿Qué les vas a…? — quiso preguntar, pero no estuvo preparado para ver lo que pasaría después

—Mátenlos — ordenó Ricardo y bajó su mano. Cinco detonaciones instantáneas. Cinco personas de bata blanca que mantenían en su mano el arma homicida — ya está — sacudió sus manos como si se liberara de basura y actuó como si nada

—No — susurró Tsuna al ver que los cinco bebés marcados en la frente con una franja roja ya no se movían — no — volvió a pronunciar al escuchar el llanto general de los que quedaban, incluyendo a su pequeño Sora — ¡NO! — gritó y quiso ir por aquellos seres sin culpa que estaban adornados por una mancha roja, pero la atadura en su cuello y los soldados que lo sujetaban a una distancia segura se lo impidieron — ¡NO! — el aire se le fue de repente, su pecho se estrujó, sus pupilas se dilataron — ¡¿CÓMO PUDISTE?!

—No me sirven si no son como tú — Ricardo ni se inmutó por el forcejeo que Tsuna estaba provocando y dio un paso para acercarse a una de las cunas que contenía un cuerpito inmóvil. Ignoró los gritos de Tsuna, el llanto de ese bebé que el castaño cargaba y el de los demás niños, las maldiciones y amenazas. Cubrió la carita manchada con un pañuelo blanco y luego jugó con la manita aun cálida que no producía movimiento alguno

—¡¿Cómo pudiste matar a esos niños?! — apretó a Sora contra su pecho, temeroso de que alguna vez algo parecido pudiera pasarle — ¡¿Cómo pueden ser tan inhumanos?!… ¡Son su raza! ¡Por dios! — no entendía, nunca lo haría.

—Nos vamos — Hibari estaba harto de tanto bullicio, incluso el hijo de Tsuna empezó a gritar desesperadamente y no estaba de humor para cosas sentimentales. Agarró la cadena de uno de los soldados y tiró fuertemente de ella hasta que Tsuna soltó un jadeo por el ahorcamiento — dije que nos vamos — volvió a tirar de la cadena porque el castaño quería ir en contra de Ricardo — ¡Vamos! — su exigencia furiosa incluso aterrorizó al personal de esa sección, pero Tsuna pareció inmune  

—¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Cómo?! — le dolía… su nariz era la que captaba el rastro de vida perdida… dolía tanto

—Si no quieres que a tu hijo le pase algo similar, te callarás y me seguirás — Hibari se hartó pues odiaba ser ignorado. Se acercó al castaño y le tiró de los cabellos con tal fuerza que lo hizo caer de rodillas — ¿me oíste?

—Cabrón — murmuró infringiendo fuerza para liberarse de esas manos en su cabello y proteger a su bebito que gritaba en un llanto desesperado… porque las balas no les trajeron buenos augurios desde que fueron cazados — ¡cabrón!

—Muévete… herbívoro llorón

 

 

Vida…

 

 

Kyoya no se esperó aquello. No se esperó ver a Tsuna encerrado en una jaula nuevamente. No se esperó ver a un niño siendo acunado por las manos que alguna vez sólo mostraban un carmín pestilente. Tampoco esperó tener a dos clase A en su casa y, aun así, allí estaban, dirigiéndose al destino final. El castaño era transportado por cinco agentes que le apuntaban constantemente, quienes incluso le daban descargas eléctricas por simple diversión basados en la justificante de que era un sujeto peligroso. A Hibari le daba igual lo que esos imbéciles hicieran, él sólo caminaba detrás porque no pensaba gastar energías por el momento.

El castaño no hacía nada impropio, sólo acunaba en su pecho al pequeño bultito que balbuceaba quedito y que al fin se había calmado lo suficiente como para no gritar, pero sí gimotear a un nivel tolerable. Tsuna de vez en vez se quejaba por las agresiones a su piel, mas, seguía caminando a donde le dijeran, tal vez el shock de lo que acababa de ocurrir le quitó las ganas de hablar. Kyoya debía admitir que el asesinato de esos bebés también le sorprendió, pero al saber que Ricardo era un ser sin principios éticos, pues no se le hizo tan difícil de aceptar. Tsuna atravesó la puerta del departamento, ingresó a la jaula que ya conocía y gruñó cuando la reja se cerró… todo fue automático.

Según decían los informes que Ricardo le entregó, Tsuna fue capturado en conjunto con otros clase A en una ciudad grande. Al parecer los enemigos habían sido alertados de peligro en su territorio y se trasladaban en pequeños grupos para no llamar la atención, con la intención de buscar un nuevo lugar al que tomarían como hogar. Ese día Tsuna llevaba a su cachorro encima, así que no pudo defenderse y cuando todos sus defensores cayeron, él se rindió con la única condición de que no lo ataran, que cedería a todo con tal de que no le hicieran daño a su pequeño hijo. Al ver la condición favorable, los altos cargos accedieron a darle libertades mínimas y terminó en ese lugar por dos semanas, siendo el conejillo de indias de medicamentos que podían matarlo. Tsuna hacía todo con tal de que no lo separaran de su hijo. Cuando los ancianos verificaron la “lealtad forzada” de Tsuna, decidieron cederlo a Kyoya. Bastante simple y resumido, era obvio que los detalles no serían dados

 

 

—¿Y la madre? – decidió hablarle cuando ya estaban solos y el castaño gruñó al cruzar miradas – sabes que debes responderme o tu cachorro pagará las consecuencias

—Muerta — ¿quién era el mejor mentiroso entre sus cuatro personalidades? Tsu-Tsu, pero Fifi también servía — la asesinaron en la misma redada en la que me capturaron, puede verlo usted mismo en los registros que hay – dijo sin vacilar, pues mientras lo trasladaban a la central de la armada de resguardo obtuvo detalles necesarios para formular su digna historia – pues como ahora es la puta de los ancianos, supongo que usted tiene acceso a esos papeles

—Así que te lo dijeron — su estoica expresión no cambió. Aún no era tiempo

—Esos tipos me avisaron que me traerían con usted y nada más

—Entonces cómo sabes que tengo privilegios

—De la misma forma en que reconozco a una zorra en la calle — miró con desagrado a Hibari — por la forma en que ésta le mueve el culo a los clientes

—… — pateó los barrotes con fuerza pues lamentablemente el castaño estaba al fondo de la celda y no podía agredirlo directamente… no hasta que fuera el momento adecuado — veo que esa personalidad tuya sigue siendo un lengua larga, herbívoro

—Uy, qué pena — sonrió divertido mientras verificaba que su bebito no se hubiera despertado y lo acomodaba mejor en sus brazos — parece que ofendí al lobito

—¿Por qué me sigues hablando? ¿Cuantos días de conciencia has tenido? — según decían los informes, Tsuna llevaba ahí unas semanas… quería detalles

—Desde que nació mi cachorro – Tsuna volvió a su anterior serenidad, aunque tuvo que tragarse el trauma de ser el causante de la muerte de cinco almas inocentes obligatoriamente, porque no podía decaer o su hijito correría peligro – en realidad desde la gestación de mi cachorro – sin embargo, no siempre podría mentir en totalidad, así que escogía muy bien lo que soltaría

—Mientes — enfureció. El simple hecho de ver a ese bebé que se aferraba a la camisa de Tsuna, le causaba una inmensa furia

—No lo hago — miró directamente a los ojos azules ajenos y continuó — tengo a mi hijo en riesgo, ¿por qué le iba a mentir?

—Es imposible que estés consciente desde hace tanto tiempo

—Puedo y lo hago – dijo mirado al bebito que se chupaba los dedos y se acurrucaba en su pecho – es instintivo

—Eres un animal

—Tengo un cachorro y debo protegerlo – no lo miraba, sólo se concentraba en Sora y sonreía con sutileza al verlo suspirar – mi lado humano toma el control instantáneamente por largo tiempo… hasta que mi cachorro pueda defenderse solo

—¿Cuándo será eso?

—Cuando yo lo considere cierto – dijo con simpleza mientras besaba la manita de su pequeño

—¿Cuántos meses tiene? — frunció el ceño

—Un año y un poco más – mentiría tanto como le fuese posible pues no quería rebelar sus detalles especiales. Jugaba con los dedos de su bebé y sonreía con ternura… se planteaba una mentira que volvería su verdad innegable  

—Imposible. El tiempo dado desde que te fuiste no te permitiría formar una familia  

—¿Por qué no? — elevó su mirada y con fastidio siguió hablando — ¿Por qué no conseguiría una mujer con rapidez?

—Tu celo no llegaría hasta después de unos meses de tu partida. El hijo que cargas en tus brazos no coincide con las fechas que calculo

—¿No conoce lo que es un bebe prematuro? Qué ignorante – le gruñó… Hibari le estaba dejando en claro cosas que él decidió olvidar. Para distraerse, Tsuna empezó a ver las cosas de su nueva celda – ya le di la información que quería. Ahora, necesito cobijas, muchas porque hace frío, biberones, pañales, leche de tarro.

—Aun no me dices todo lo que quiero saber

—Tengo tiempo de sobra – se apoyó en la pared cercana para acomodarse pues también necesitaba descansar – el trato es este: deme lo que quiero y yo le daré todo lo que usted quiera. Así son las cosas, Hibari

—¿Por ese asesino te esfuerzas tanto? — apuntó al infante con desprecio

—Es mi hijo – dijo mirándolo de frente – me vale madres lo que usted crea de él… pero para mí y para el mundo entero sólo es un bebé. Listo, finito. Vivo por él y ya. Es lo único que tiene que saber

—Déjame verlo — exigió Kyoya mientras se levantaba

—No – dijo con serenidad

—Quiero ver a ese mocoso ahora, herbívoro

—Está dormido. ¡No me joda! – suspiró con fastidio pues no quería pelear tan pronto. Estaba consciente de que Kyoya le haría la vida de cuadritos, pero preferiría que fuera al día siguiente – si grita y lo despierta tendrá que aguantarse su llanto. Así que mejor no me arriesgaría

—Disfruta de esta noche entonces — al fin emitió una leve sonrisa

 

 

Esa fue la conversación inicial, sin mirarse directamente por mucho tiempo, sin alguna agresión notable, respetando el reencuentro tan absurdo que les cedieron. Sin embrago, por la mente de ambos pasaban cosas diferentes. Kyoya no podía estar más satisfecho, porque tenía a su linda mascota de regreso… y Tsuna, él estaba planeando la forma más dolorosa que usaría para vengarse del culpable de su situación actual

 

 

—Juro que cuando salga de aquí… te mataré… Lambo

 

 

Tsuna gruñó mientras se acomodaba en la celda, recostándose en esa esquina, dejándose invadir por la paz momentánea que el carcelero le dejó. La oscuridad llegó con prontitud y lo único que el castaño deseaba hacer era recostar a su cachorrito en su pecho, abrigarlo todo lo que le fuese posible y… dormir.

 

 

Lo que sucedió…

 

 

Después de pelearse durante dos días -dos malditos y estúpidos días- con Reborn, incluso llegando al punto en donde la rudeza física tuvo lugar –la mordida que le dio a ese estúpido azabache quedaría marcada por meses en esa bonita espalda-, al fin logró salir de la madriguera. Nadie en esa puta vida le iba a quitar el derecho de ir al hospital en donde su hijita permanecía desde que se le detectó una enfermedad cardiopulmonar que en la manada no se podía tratar, al menos no hasta que Verde se ideara alguna forma de tratamiento en conjunto con Shion. Tsuna suspiraba pesadamente porque a pesar de que a la pequeña Ai se la salvó de una muerte segura en el nacimiento mediante la sangre de Reborn, no se quitó la característica que la definía como una humana promedio. Nadie podría entender la angustia que sentía al tener que dejar a su niña en manos de un par de clases C reformados que la hacían pasar por su hija para mantenerla en un hospital especializado… ni siquiera Reborn pareció entender su impotencia ante tal asunto

La pelea fue por eso, porque el jefe no quiso que Tsuna saliese de la manada para ir con su hija. Reborn alegaba que era por seguridad, mientras que la contraparte anunciaba egoísmo, rechazo y crueldad. Ese fue su problema más grave desde que se casaron, lamentablemente no tuvo reparo, mucho menos desde esa mañana en donde cierto castaño agarró a Sora en brazos y se escabulló de los territorios. Tal vez no fue lo correcto, pero le importaba un pepino si es que al menos así lograba ver a su hijita, aunque sea a través de un cristal. Se llevó a Sora porque éste, al ser tan apegado a su gemela, no podía estar tranquilo y empezó a dejar de dormir en las noches. Tsuna pensaba en el bienestar de sus dos retoños, ya después se disculparía por su accionar infantil y caprichoso… o al menos ese fue el plan

 

 

—¿Estás feliz por ver a Ai? — charlaba con su pequeñito para distraerse, para sacar de su mente los problemas que recurrían en su vida

Mamma… Aiii — eran balbuceos y palabras fáciles las que Tsuna recibía por respuesta, pero no en el idioma humano, sino en el de un pequeño gatito, porque Sora al parecer heredó su “raza”. Los demás podrían interpretar esos balbuceos y sonidito raros como los de un niño con dificultades de habla, pero Tsuna no podía estar más contento

—La visitaremos en el hospital — sonreía mientras besaba la frente del pequeño que tenía en brazos — pero no nos quedaremos por mucho tiempo. Tenemos que regresar a casa porque tu padre estará furioso y no estoy de humor para aguantármelo — suspiró resignado

 

 

Apresuró su paso, manteniendo su gorro bien puesto para ocultar al menos parte de su cabello, incluso traía un suéter de cuello alto y con eso se arriesgó a cruzar por la ciudad. Tenía prisa, así que evitaba cruzarse con mucha gente y demás, de modo que elegía caminos segundarios. Sólo se centraba en hallar la dirección que memorizó en las dos veces que se le permitió ir con un compañero hasta ese hospital. Estaba ansioso ya que desde hace más de dos semanas que no veía a su niñita, por eso… bajó la guardia, y fue su peor error.

Todo fue muy rápido, sólo bastaron una mirada y un empujón. Incluso pareció una especie de deja vú… porque de una manera semejante fue capturado por la armada hace décadas. Tsuna giró en la siguiente esquina a seguir, pero fue empujado, y antes de que siquiera pudiera reclamar por tal descuido, su nariz le avisó de algo importante. Peligro. A su lado alguien gruñó y salió corriendo, él no dudó y lo siguió porque por un segundo vio a dos soldados armados que perseguían a algo o a alguien. Tsuna entró en pánico porque su bebito lo miraba interrogante mientras él trataba de hallar un lugar donde ocultarse, lo peor era que el individuo que lo empujó, lo reconoció como uno de los suyos, lo tomó de la mano y lo llevó con él… pero no fue por voluntad propia

 

 

—Suéltame de una maldita vez — reprendió al osado

—Te atraparán también. Estamos siendo cazados, así que agradece que al menos intento salvarte — era un hombre de cabello azulado, de piel algo acanelada que desprendía el aroma de un oso

—¿Salvarme? — Tsuna intentó zafarse, pero el agarre era fuerte y el forcejeo era en vano. Con el brazo libre que tenía, sostenía a Sora, el cual empezó a asustarse y no podía culparlo — tengo un niño a cargo. Deja que me vaya por otro camino, idiota

—Es tarde… todos los que habitábamos en esta ciudad estamos condenados… no hay dónde ocultarse... la única forma es salir de esta ciudad y para eso falta poco — parecía asustado, pero sabía lo que hacía

—Tengo cosas que hacer y no vivo aquí… seguramente no estoy siendo cazado

—Hay un traidor — al girar bruscamente en otra esquina, el desconocido se detuvo para mirar a Tsuna y suspiró — un tal Lambo está ayudando a la armada

—Lambo — susurró mientras apretaba los dientes y su furia nacía desde el centro de su estómago — ¡mataré a ese hijo de puta!

—¿lo conoces?

—¿Conocerlo? — rió irónico — lo desterré de mi manada y pasó a manos de un aliado

—Entonces tenemos a un traidor enorme — el extraño apretó los puños mientras recuperaba el aliento e identificaba el camino — ahora sólo corre

—¿A dónde?

—Hay una vía de escape por allá… sólo hazme caso — señaló un pasaje desolado, pero Tsuna no estaba demente

—¿Viste a Lambo? — empezó a seguir al extraño manteniendo una distancia prudente, pero quería quitarse la duda antes de aceptar la dirección que le imponían

—Él nos está viendo a todos — apuntó a un pequeño objeto instalado encima de un poste de luz y gruñó — tiene acceso a todas las cámaras de esta ciudad… de alguna forma nos localizó a todos

—Lo mataré, juro que lo haré — de pronto una luz vino a su cabeza — ¿Cómo sabes que es Lambo y que usa las cámaras? — no iba a actuar como un idiota, tenía que asegurarse de que no lo estaban engañando

—También tenemos infiltrados en la armada — jadeó — murió tras darnos el mensaje. Ahora sólo cállate y muévete

—No tienes idea de con quien estás hablando — hace tiempo que no lo trataban como un inferior, no iba a permitir que le dieran órdenes, así como así  

—Con alguien que morirá junto con su cachorro si es que no sigue mis instrucciones

—Touché

 

 

Tsuna intentó varias veces zafarse del agarre del hombre que se negaba a perderlo de vista, pero él conocía la ciudad, sabía dónde demonios podrían darle refugio, aunque tenía que aceptar que si Lambo usaba las cámaras… estaba perdido. Ese niño lo vendería como a una rata de laboratorio por simple diversión, sin embargo, se arriesgó. El castaño gruñó bajito ordenándole a Sora que guardase silencio, y cuando éste le hizo caso, con un fuerte tirón quedó libre. No escuchó protestas de ese individuo al que desconocía, pues seguramente pertenecía a otra manada ajena a la de Reborn o la de Byakuran, y corrió con todas sus fuerzas hacia un edificio departamental cercano… pediría maldito refugio a quien fuese, fingiría ser un humano en problemas e intentaría volver al hospital… porque, aunque deseara, su hija no se apartaba de sus pensamientos.  

Nada fue como quiso y debió suponerlo, pero al menos lo intentó.

No paso más de cinco minutos cuando tenía a dos soldados detrás de él, los mismos que le habían impedido ir a cualquier edificio en busca de refugio. Tsuna tuvo la preciosa idea de intentar dejar a su hijo en cualquier habitación cómoda o siquiera un lugar donde fuese encontrado, sin embargo, no pudo… no solamente porque su bebito se aferraba con fuerza a su pecho, sino porque cuando siquiera lo dejó en la puerta de alguien, escuchó el primer disparo del día. Tsuna apenas pudo alejar a su retoño del trayecto de esa bala; estaba claro que matarían a Sora si es que lo dejaba solo y no tuvo más opción que seguir con él. Intentó detenerse y enfrentar al par de idiotas, mas, no pudo, de nuevo un impedimento inimaginable y en esa ocasión tenía rostro

 

 

—Traidor — lo acusó al mirarse de frente — voy a…

—AQUÍ ESTÁ — sin siquiera dudar, las palabras de ese niño salieron acompañadas de una sonrisa — es un placer verte de nuevo, Tsuna

—¡Atrápenlo!

—¡Morirás en mis garras, Lambo! — gritó antes de correr para seguir huyendo — ¡perro faldero!

—Faldero… pero vivo

 

 

A pesar de llevar cadenas en manos y cuello, así como un bozal apretado… Lambo parecía feliz de ayudar al enemigo. Tsuna sabía que ese niño estaba loco, pero ir en contra de los suyos era demasiado… aunque teniendo por madre a una demente como aquella mujer, no sería raro que Lambo hubiese buscado por sí solo a los carceleros solamente para vengarse de la manada de la que fue desterrado. Era un hijo de puta que pagaría caro cuando todo eso terminase

Tsuna corrió por largo tiempo, tratando de escabullirse de sus perseguidores a la vez que acurrucaba al pequeño bulto que cubrió con una cobija que robó de algún tendedero. Escaló varios pisos de un edificio, saltó de uno a otro, pero nada… y eso no pintaba nada bien porque de pronto ya no le quedaba a donde saltar… Tsuna se halló frente al vacío existente entre el edificio de seis pisos que escaló y un parque extenso que detuvo su huida. Además, retroceder no era opción porque detrás de él tenía a cinco soldados armados, y en los dos edificios adjuntos brillaba el metal de las armas listas para ser accionadas

 

 

—NO DISPAREN — no tuvo opción — NO HARÉ NADA

—Suelta lo que tienes ahí y…

—Jamás — miró al que dirigía al escuadrón en ese edificio — no puedo y no lo haré

—¡Que lo sueltes!

—¡No!

—¡Disparen! — dos balas rompieron el aire causando un silbido que Tsuna apenas pudo esquivar con un salto preciso, pero que hizo a cierta personita asustarse y dar un brinquito — ¡otra vez!

—No — Tsuna intentó rogar, pero antes de que eso pasara, el llanto de su pequeñito se hizo presente… ahora sí estaba perdido — No disparen — retrocedió cuanto pudo, incluso estando al filo de ese edificio y sintiendo el viento que ondeaba sus cabellos

—¡SUELTA AL NIÑO!

—NO

—Acaso te comerás a ese indefenso…

—¡ES MI HIJO! — no hubo caso, la única oportunidad que tenía de que Sora estuviese a salvo y a su lado era ese — ¡Y NO PIENSO DEJARLO!

 

Pudo haberse suicidado con tal de no volver a ese infierno. Pudo haber arrojado a su hijo al vacío para liberarlo a él de tal destino pútrido… pero no… no tenía corazón para hacer aquello. Tsuna sabía que muchas vidas pequeñitas esperaban por él en la manada, y una más estaba en esa ciudad siendo tratada en un hospital y de la cual no pudo siquiera despedirse. Rogaba porque Ai no fuera descubierta, aunque el hecho de que fuera humana le aliviaba en gran medida. Sora apenas si había vivido un año de su vida, el castaño no podía siquiera pensar en separarse de él aún porque quedaría completamente indefenso y por sobre todo… la armada descubriría que su pequeñito era un clase A. No les costaría deducir aquello, porque su hijito era igual que Reborn, dando señales de su naturaleza en cuanto le era posible. Muchas cosas se agolparon en la cabeza de Tsuna en medio de su desesperación. No razonaba bien desde que empezó a huir. Improvisaba cada acción y no medía consecuencias… tal vez fue por eso que soltó aquello

 

 

—Cederé ante cada petición que me hagan… la única cosa que pido es que mi hijo se quede conmigo

—Un clase A intentando negociar — se burló alguno de los soldados

—¡Disparen!

—¡Alto! — y ahí llegó el diablo, aprovechando cada segundo que tenía para hacerle la vida miserable a otro inocente — ¡bajen las armas!

—Pero señor

—Dije que las bajen — la mirada de Tsuna detalló a un soldado que no reconocía, pero que le daba la misma sensación que cierto superior en la armada — ¡ahora!

—Quiero hablar con Ricardo — no se iba a amedrentar… tenía que hallar una salida

—Siendo tu posición la del animal arrinconado — Fuuta miraba a Tsuna de frente y sin siquiera pestañear — no tienes derecho a exigir nada

—¿Y tú quién eres para hablarme así? — tal vez se le pegó un poco del carácter egocéntrico de Reborn, pero se dio el lujo de demostrar que era uno de los líderes de una manada reconocida

—La lacra de este mundo. Ni siquiera debería estar mirándome de frente — respondió con altivez mientras se acercaba unos pasos al castaño que estaba adornado por puntitos rojos dados por las miras de las armas que podrían darle muerte — así que cállate

—Maldita sea tu raza, tu…

—La oferta es esta — Fuuta no dejó hablar a Tsuna y siguió — ponerte a voluntad de Ricardo-sama y Lancia-sama sin protestar… y tu hijo vivirá contigo en la miseria que te dará la prisión

—Gracias por su bondad, buen hombre — se burló soltando una risita irónica — peste

—La peste aquí eres tú y aun así me he rebajado a ofrecerte una mínima de compasión

—Sólo quiero que me respondas algo antes de que me lleven a mi cómoda estadía — ironizó en la última parte

—¿Qué?

—Desde cuándo Lambo está con ustedes — Tsuna tenía que saberlo para medir qué tanto iba a torturar a ese chiquillo insolente

—Fue de gran ayuda en estos tres meses… ahora, ¡átenlo! Que no pueda moverse — Fuuta se cruzó de brazos y observó, su trabajo no era más que ese

—Mi hijo conmigo — dictó cuando sintió la primera cadena enredarse en su cuello

—Cierto — Fuuta empezó a retirarse a paso calmo — Ricardo ordenó que le quitasen al niño para un estudio

—ESO JAMÁS

—¡AHORA!

 

 

Esa fue el primer experimento que Ricardo haría a pesar de que sacrificase a seis de sus hombres, para después seguir con la rutina trazada. Tsuna siendo encadenado, atado, amordazado, siempre permitiéndole aferrarse al bebito que lloraba amargamente como sabiendo el destino horrendo que le esperaba. Todos los clase A en esa ciudad fueron capturados gracias a la nariz sensitiva de Lambo y al tiempo de recolección de datos que ese niño acumuló. Camiones con clase A que tendrían un destino lleno de dolor físico y mental. El informe de un par de muertes enemigas y un conteo de personal que demostraba las bajas en sus filas. Carceleros satisfechos por la cacería y dirigentes que sonreían porque fue una buena adquisición para las investigaciones que se estaban dando. Todo dentro de lo común en ese mundo. Nada bueno para la paz entre ambas razas.

 

 

Y ahora estaban ahí… en ese preciso momento y lugar.

 

 

—Perdón — susurró Tsuna en esa noche mientras se acurrucaba en una esquina, siempre manteniendo a su hijito encima de él para que éste no experimentara el frío del suelo de cemento — debí pensar mejor en la estrategia de huida — cerraba sus ojos mientras una de sus manos descendía en una caricia amorosa por la espalda de Sora — ni siquiera pude llevarte con Ai — una lágrima se le escapó debido a la impotencia que sentía — perdónenme todos — bajó su mano hasta su vientre y lo acarició con cariño — lamento ser tan estúpido a veces…

 

 

Dulce sonrisa…

 

 

Balanceaba sus pies en el aire debido a que estaba sentado en uno de los edificios más altos del lugar, el mismo que no superaba los cuatro pisos y que usaba para admirar el pequeño pueblito que lo acogía. Mordía una porción de su comida y con elegancia se limpiaba el rastro rojo de sus labios con una servilleta blanca. Sonreía cual niño que disfrutaba de su postre casero favorito, pues estaba feliz de que todo saliera como deseó. Sus cabellos blancos ondeaban con la brisa y se deleitaba con el grito de la siguiente presa de sus niños amados que corrían libres. Era todo tan perfecto que no podía dejar de sonreír

 

 

—Byakuran-sama, ha llegado un reporte

—¿En serio? — sonreía mientras seguía devorando el trozo de carne fresca — ¿qué dice?

—Dicta que la ciudad más grande del distrito cinco ya fue atacada — cierto pelirrojo se paraba detrás de su líder para seguir dando detalles de lo acontecido — los capturados fueron alrededor de ocho, entre ellos Aria. Aún no sabemos cuántos estaban con vida y esperamos que nos confirmen la identidad de alguien a quien no habíamos registrado en la ciudad

—Perfecto~ — sonreía mientras se ponía de pie e ignoraba el pedido de auxilio de una mujer que corría por una calle cercana — todo salió bien~

—¿Qué haremos con Lambo?

—Hay que recuperarlo, claro está~ — reía divertido — ya cumplió con su deber, hay que recompensarlo. Además, no quiero que nada malo le pase a mi pequeño dulce de uva

—Contactaré a los clase C que tenemos infiltrados — el pelirrojo hacía una reverencia y procedía a retirarse

—Zakuro — pero Byakuran no lo dejó — traslada a Lambo a la manada, tan sólo por unos días, porque debe descansar — sonrió mientras entrecerraba sus afilados ojos y su voz tomaba seriedad — debemos dejarlo descansar porque lo necesitará antes de que vuelva a cumplir con una nueva misión

—No confío en ese chico, Byakuran-sama

—Pues yo sí, porque sé que lo recompuse — se acomodó un mechón de cabello y se relamió los labios — tú sabes que puedo ser muy persuasivo cuando quiero

—No dudo de eso — Zakuro se rascó la nuca y miró a su líder — pero creo que podría salirse de control y cometería un error… después de todo, no dejó de odiar a ese chico

—¿Hablas de Tsu-chan? — ladeó su cabeza y volteó para ver la hermosa vista color carmín y olor a muerte — no importa, que se vengue, hasta lo puedo ayudar — rió maliciosamente — con tal de que me sea útil, podemos seguir negociando con Lambo

—No creo que sea buena idea. Sabiendo como es Reborn, estaríamos en problemas

—De Reborn me encargo yo… después de todo, de él fue la idea de un ataque masivo — se puso serio, borró cada expresión de su rostro y dejó que sus ojos se abrieran por completo — y si para eso debo seguir llenando las celdas de la armada… lo haré

—¿No será peligroso si nos descubre?

—Claro — como si tuviera múltiples personalidades cambió su rostro aterrador por uno infantil — pero eso es lo divertido~ — colocó sus brazos detrás de su cabeza y miró al cielo — sin embargo, cuando llegue el momento, Reborn reconocerá que tener a la mitad de nuestra gente dentro de la armada hará las cosas mucho más sencillas y efectivas

—Entiendo, Byakuran-sama — reverenció una vez más — entonces me retiro

—Claro — se estiró un poco y luego miró a sus cinco adolescentes hambrientos a los que les estaba enseñando a cazar humanos — por cierto, creo que ya todos están satisfechos… podemos irnos

—Los reuniré a todos — Zakuro desapareció entonces, saltando al siguiente techo y empezando con su tarea

—Además — Byakuran aspiró el agradable aroma que daba la sangre derramada — seguro que será divertido ver a Reborn en mis tierras… porque en este punto ya debió enterarse que Lambo nos “traicionó” … espero que traiga a Muku-chan~

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

 

Chinga tu madre bloqueo debido al estrés universitario XD

Hoy falté a la universidad y aquí me tienen… actualizando a los tiempos, aunque debo confesar que estoy tan agotada que me estaba durmiendo encima de la compu, e incluso corté el capítulo… creo que eso ya se volvió rutinario XD

Disculpen a esta alma cansada que trata de frenar sus niveles maquiavélicos sedientos de tortura… nah, estoy mintiendo. La verdad es que he tenido tantas ideas 1827 y R27 que me frustro al no tener tiempo de escribirlas, pero si es que me arriesgo será después de acabar esta historia y las que tengo en hiatus T-T… debo volver a ellas

¿Ya extrañaban las muertes en el fic? En lo personal, yo sí… alv, tranquis, no soy tan cruel

¿Quién será la pareja que quedará junta al final?

¿Qué habrá pasado entre Mukuro y Byakuran en el pasado?

¿Cómo será el nuevo convivir de Tsuna y Hibari?

¿De qué lado está Lambo?

¿Cómo hacer que mi perrito deje de morderme las manos? Ahre, esa no XD… bueno sí, pero no es referente al fic XD

No tengo más que decir~

Krat ama a sus lectores.

Krat desea ver el mundo arder y tiene un fic Reborn x Fon a medias XD

Krat se despide con un bostezo

Muchos besos y abrazos~

 

 

PD: Hoy no hay posdata XD

 


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