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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Bueno, les dejo la actualización ya que acabo de corregir el capítulo~

Espero lo disfruten, está sencillito 

 

Kyoya estaba furioso, pues ahora resultaba que Tsunayoshi no emitía sonido alguno, se negaba a decirle algo acerca de Verde. Aún más tedioso que eso, era ver que el lado animal de Tsuna empezaba tomar una actitud netamente depredadora, pues empezó a acecharlo detrás de las rejas, preparándose para rajarle el cuello en la primera oportunidad que tuviese. Tenía que tener extremo cuidado con ese castaño o las cosas empeorarían más. A más de eso estaba Lambo, quien a pesar de recibir una “amigable” petición, poco interesado se mostraba en colaborar con la investigación de Kyoya, si hasta parecía un maldito mocoso. En resumen, eso era una patada en la paciencia limitada de Kyoya.

Lambo pedía alguna paga para dejar que Reborn tuviese visitas, se jactaba de ser el poseedor de tan solicitado clase A y le sacaba provecho a ese hecho. Kyoya la primera vez que escuchó esas demandas estúpidas por parte del ojiverde, lo golpeó y cabe recalcar que lo hizo con mucha fuerza, pero el mocoso solo se reía. Lambo se negaba a acceder si no tenía algún beneficio y Kyoya jamás vio más allá de esa puerta. Lambo podía parecer un inútil, pero no lo era, tenía instintos por sobre el promedio, sabia luchar cuerpo a cuerpo y su historial un poco manchado lo demostraba. Un muchachito con actitud agresiva pero ocasional, tenía evaluaciones de comportamiento cada cierto tiempo, pero desde hace años no daba señales de ser un problema

Kyoya se tragó los insultos para Lambo, o su agresión natural, porque tener malas referencias ante los ancianos no le convenía por el momento, y porque si empezaba a luchar con el mocoso se tardaría demasiado y llamaría la atención de “seres indeseables” alrededor de su pequeño secreto. Así al final terminó pagando la jugosa compensación, sea esta, raciones ilimitadas de comida china, indú y dulces durante un par de días. Hibari definitivamente no quería saber dónde entraba tanta comida en ese cuerpo menudito y frágil, ni de donde salía la fuerza que a veces mostraba Lambo. Solo fueron un par de ocasiones en las que hizo aquello, el de ojos verdes le dejó ver a Reborn con una única advertencia, “Reborn no te prestara atención si de verdad NO te considera una amenaza o una buena comida, pero sí su parte inteligente es la que habla, no te dejes engañar o te matara”. Kyoya sonrió pues al parecer el tal Reborn era singular

La primera vez, Kyoya se topó con un Reborn sentado en medio de la jaula mirando algunos juguetes de hule como si fueran la más repulsiva cosa existente en ese planeta. Obviamente Reborn no sería como Tsuna, a pesar que fueran descendientes de un clan felino. El castaño era del tipo que agarraba los juguetes y parecía entretenido tratando de comerse las cositas que chillaban en ocasiones. Reborn las miraba con furia y lo peor era que estaban desperdigadas por la jaula, invadiendo todo su espacio personal. Kyoya dedujo que ese ambiente hostil era una artimaña de Lambo, quien sabe, el de cabellos rizados tal vez solo jugaba a fastidiar a su clase A.

Hibari intentó charlar con Reborn, verlo reaccionar en algún momento, pero fue inútil. La segunda vez fue algo parecido porque ese azabache de patillas no se movía del rincón de su mini cárcel. Reborn no lo miraba, no hablaba, no parecía siquiera respirar en ocasiones, mucho menos respondía a las provocaciones, pero según Lambo la parte inteligente del mencionado estaba despierta. ¿Qué diablos pasaba con esos clase A? Mientras tanto Lambo era… Lambo. El de cabellos rizados y negros, desinteresadamente se pasaba por allí, jugando con cualquier cosa que tuviera en su departamento. Aunque un carcelero no tenía mucha diversión que se dijera, pues en esa zona de resguardo estaban prohibidas la mayoría de lujos que una persona normal tendría

La zona de resguardo era como una prisión enorme, tanto como para enemigos como para carceleros. Los llamados “miembros de la seguridad nacional” podían regresar a sus casas cada cierto tiempo, pero cuando entrabas a un escuadrón especial, orientado a la de investigación o de manipulación de enemigos, el mundo externo quedaba en el recuerdo y te mudabas a donde los altos cargos te designaran. Había una zona especial en donde se tenía a investigadores, carceleros y a enemigos enjaulados, era como una prisión gigante rodeada de la más inmensa NADA. Estaba alejada de la comunidad de personas normales, en medio de una especie de desierto, con pocos lugares donde esconderse. Eso era entendible porque dentro de esas paredes de veinte metros de altura, estaban los asesinos más letales. Los encargados de la seguridad nacional no podían correr el riesgo de una fuga por mínima que fuera, por eso construyeron todas esas instalaciones especiales. Sin obstáculos alrededor de kilómetros a la redonda, se podía apuntar y disparar al enemigo fugitivo sin temor a fallar. En pocas palabras en esa zona restringida, la fuerza letal estaba autorizada

Los carceleros no tenían ningún puto problema en quedarse en ese edificio con departamentos que incluían una jaula a prueba de clase A. La mayoría de ellos no tenían familia, no tenían esposa, ni hijos, no tenían una mierda más que su propia vida y sus demonios internos. Disfrutaban de la adrenalina de vivir con un ser que podía matarlos en cualquier momento. Muy pocas eran las excepciones a ese detallado “plan de vida”, I-pin y Lambo no eran una de esas, pues a pesar de ser hermanos vivían en departamentos diferentes y poco les interesaban lo que le pasara al otro. Tal vez se cuidaban entre ellos desde las sombras o se ayudaban cuando era necesario, priorizando a su hermano por sobre otros, pero generalmente se los veía separados. Otros por su lado eran las evidentes diferencias, formaban vínculos entre carceleros y Kyoya vio que a esa “clase” les iba peor que a los demás, pues se les notaba a leguas que aún tenían un lado “humano” innecesario y terminaban muertos en poco tiempo.

Era así que días después de su fallo con Reborn, Kyoya simplemente terminó de ver toda la información que tenía en su red virtual en ese maldito lugar del que no podía salir y sin nada más que le diera una mínima esperanza de progreso, se cansó. Terminó mirando por su ventana, su curiosidad no podía ser satisfecha con esas limitaciones, como fuera, debía superarlas, aunque tuviera que sacrificarse un poco

 

 

-es un caso de masacre en masa – le informaba su superior y Hibari solo escuchaba. Ya había pasado más de una semana, al ver que la parte humana de Tsuna y Reborn no volvían, decidió buscar otra fuente de recursos informáticos – son dos clase A, gemelos al parecer. Despertaron su naturaleza con cumplir quince años

-pensé que lo hacían a los 18 – reclamó Hayato. No mentía, en la mayoría de los registros disponibles para carceleros, esa edad se repetía muchas veces en los informes

-Reborn lo hizo desde el nacimiento – bostezó Lambo con despreocupación recalcada de forma doble cuando comía una galleta de animalitos

-la edad varía a veces – informó otro superior y Kyoya solo anotó detalles, ya buscaría información como el acta de nacimiento de su siguiente presa. El azabache sabía que los ancianos mentían en todo, así que debía buscar las actas reales – su deber es capturarlos a ambos y traerlos

-me ofrezco – ya varios levantaban las manos y Kyoya se incluyó

-debido a la complejidad de esto y ya que la zona en riesgo es grande, mandaremos a cinco parejas. Se les dará la información a la salida

 

 

Normalmente esos casos eran bastante difíciles, pues la zona era amplia y los enemigos podían esconderse en alcantarillas, edificios, casas abandonadas, parques, refugios, donde fuera y la única opción era seguir la cadena de cadáveres que dejarían tras alimentarse o atraerlos con un cebo. Kyoya solo tenía una idea en esa ocasión y era la de comprobar una teoría que le había estado rondado la cabeza desde hace un tiempo y es que… si los enemigos necesitaban pareja, ¿por qué emparejar dos chicos? Aunque la respuesta fue obvia tras pensarlo un poco, quería comprobarla y para eso debía observar a las demás parejas interactuar. Por eso cuando se transportaban a su misión, veía la celda en donde los clase A estaban encadenados en totalidad, de tal forma que ni siquiera podían mover las cabezas. De verdad los trataban como… escoria, mugre, lo peor de esa existencia, pero todo era justificado por la palabra “seguridad”. Eso les habían enseñado desde que eran unos niños, pero, ¿qué tan cierto era eso?

 

 

-¿cómo se comporta Skull? – Hibari lanzó esa pregunta al aire, a pesar de que jamás se preocupó de interactuar con sus compañeros

-ha sido calmado los últimos dos días – I-pin solo respondió mientras se sentaba junto a la reja, justo enfrente de Skull. Sentían el movimiento del camión, pero no importaba, se acostumbraron a eso desde la primera misión – que raro…

-¿por qué? – Lambo preguntó eso y Kyoya ahora solo se limitaría a escuchar, sabía que cuando uno hablaba los demás no se callaban tan fácil y por el momento no iba a protestar – sabes que jamás dejarán de ser salvajes

- Skull es como una mascota ahora – hablaba la muchacha de largas trenzas, sonriendo mientras veía al mencionado estirar las piernas como queriendo escapar, pero no siendo tan evidente. El de cabellos lilas sólo movía su pie descalzo en dirección a I-pin – lo he estado alimentando sin problemas. Es como un niño

-te tocó uno calmado – bufó Lambo – Reborn se me lanza encima todo el maldito tiempo, intenta morderme la nuca cuando puede y para alimentarlo tengo que encadenarlo o estaría en problemas. No quiero que me arranque el cuello

-cada uno es diferente – añadió Gokudera – el idiota que tengo a cargo, ha empezado a dormir largas siestas y se limita a mirarme. Es malditamente incómodo. Su parte humana es parlanchina. Habla mucho y pide ver la televisión muy seguido a pesar de que solo tenemos noticias de criminalística… me ha mordido los brazos un par de veces, aunque no han sido heridas profundas – Hayato estaba en parte mintiendo un poco, solo quería pasar desapercibido por el momento. Miraba a Hibari y sabía que algo tramaba

-ayer… ayer Miti murió – habló el último del grupo, mirando con rabia la jaula, expresamente a su clase A – me avisaron en la mañana

-lo siento – expresó I-pin, por mera formalidad

-ella era gentil, maldita sea… el clase A la acorraló en la habitación en la mañana, pues había mordido sus correas y… bueno…

-fue demasiado amable – acotó Lambo – debió atarlo en las noches como es correcto

-ella no quería usar las cadenas, pensaba que era cruel

-ese fue su error

 

 

Hayato entonces soltó una leve risita, porque él trataba a Takeshi como su mascota, como un cachorro y hasta ahora estaba todo bien, más que “bien”, pues había pasado ya una semana sin ponerle el bozal y aun podía respirar. Tratarlos bien o darles libertad no era el problema, la situación difícil era ser aceptados como pareja por el clase A para no morir. Y eso conllevaba a que estarías atado a esa bestia hasta tu muerte, aislado de todos, porque quien se te acercara sería desgarrado en pedacitos frente a ti. Era raro que Gokudera no sintiera terror por eso, por el contrario; sentía cierta euforia, porque se sentía malditamente especial

 

 

Mente…

 

 

Kyoya hacía su trabajo con normalidad, poco le importaba tener a Tsuna a su lado en esos días de frío. No importaba si hacia frio, sol, llovía o nevaba, los clase A jamás dejaban de vestirse y comportarse como siempre, descalzos, atados, amordazados, privados de alimento para que al momento de la cacería fueran más efectivos en el rastreo y letales para el desafortunado clase A, B o C que armara problema.  El azabache iba a cada misión en modo “soldado”, con calma usaba su olfato agudo para hallar la pista, si encontraba algo que hacer, no usaba a Tsuna, pero si veía que el delincuente era una basura, soltaba al castaño para que se alimentara. Así de fácil era su función y los demás hacían algo semejante. Además, saciar el hambre de los clase A era difícil, ya tenían raciones de carne, de cualquier animal serbia mientras estuviera fresca, pero no era suficiente. Kyoya había cambiado la dieta de Tsuna, tres comidas, porciones más pequeñas, pero a veces ni así detenía la naturaleza depredadora del castaño. Ocasionalmente tenía que llevar a Tsuna de “paseo”, para que se tragara cuanto pájaro y rata encontrara dentro de los límites del recinto de resguardo

Mientras le dejaba a Tsuna su porción de carne semi-sangrienta, lo escuchaba masticar y tragar, Kyoya se dedicaba a revisar cuanta información lograba conseguir fuera de esas murallas limitantes. Cuando salía de misión rebuscaba en las casas o tiendas cercanas mientras fingía “revisar” el perímetro, tomaba libros o revisaba las computadoras, buscaba información acerca de ese tal Verde, pero pareciera que las cosas estaban bajo la tonalidad “secreto de estado”. Se frustraba al no encontrar nada y las limitadas fuentes que tenían se terminaban de a poco. Hayato había estado investigando también, de vez en cuando se encontraban para charlar, pero la respuesta era la misma, “no encontré mucho”.

Verde había sido un científico destacado desde la infancia, era una inminencia, creó curas para enfermedades mortales, creó armas de destrucción masiva, dio grandes avances en diferentes campos médicos, genéticos, inclusive colaboraba en astronomía. A cierta edad lo convocaron para formar parte de los investigadores de la antigua zona de resguardo, que apenas combatía los primeros casos en los que los hijos de humanos con instintos de depredadores empezaban a tomar actitudes violentas y peligrosas para la sociedad. El problema de los clase A no era de toda la vida, había iniciado unas décadas atrás e iba empeorando con el tiempo, por eso muchas personas solían decir que es la “evolución en marcha” y otras soltaban que es la hora de ser juzgados por los dioses. Tonterías de ignorantes, pero algo apuntaba a que lo de los clase A no era simplemente coincidencia natural

 

 

-encontré algo – Hayato miraba un libro que él encontró, estaba gastado y sus puntas quemadas. Era evidente que alguien se quiso deshacer de el – estaba en una casa abandonada, no tengo idea de porque estaba debajo de los tablones

-¿qué dice? – Hibari solo se limitaba a escuchar, estaba perdiendo la capacidad de formar más hipótesis que no podía comprobar

-Verde ingresó hace setenta y ocho años a investigar para lo que ahora llamamos la “armada de resguardo”. En esa época él tenía 28 años… obviamente hoy está muerto

-es demasiado tiempo, pero no es algo interesante – frunció su ceño. Creyó que el gamberro le sería de más ayuda que eso

-hay algo que si te interesa, Hibari – Hayato le lanzó el libro – analiza los registros de los ancianos, el que robamos – ¿cómo olvidar aquello? se infiltraron en los archivos en una sola ocasión y sacaron solo dos carpetas, pero les abrió mucho los ojos –

-las fechas – Hibari solo leyó la página que Hayato le señaló y sonrió – así que cuando Verde ingresó a la armada, los clase A empezaron a nacer como si fueran una plaga

-además, en cada archivo de los clase A más viejos, el nombre de Verde destaca – sonrió con emoción mal disimulada, eso ya era un gran progreso – Verde los analizaba a todos… puede ser que el propio Verde fuera quien descubrió el origen de los clase A y lo explotó hasta que se salió de control  

 

 

El tiempo pasaba, las semanas se volvían meses e información extra jamás hallaron. ¡Era frustrante! Hibari miró a Tsunayoshi mientras se trasladaban a su siguiente misión. Todos los enemigos estaban vendados para evitar que se alteraran y recordó las noches anteriores. Los gruñidos que Tsuna soltaba ya no eran normales, tenían un tono diferente y el hecho de que se la pasara viendo a la luna llena también le trajo curiosidad. No supo qué significaba ese comportamiento, aumentándole el hecho de que el castaño se negaba a cenar alguna cosa que no estuviera cruda, eso a pesar de que el propio Hibari le estaba cediendo a Tsuna comida de consumo normal y este había estado aceptándola sin reclamo. Era extraño, demasiado extraño, pero por ahora lo dejaría así ya que tenía que concentrarse en la misión.

Hibari vio algo más interesante al final del viaje de traslado a la zona del problema, donde cada uno bajó a su enemigo con un poco de esfuerzo. I-pin fue la última en salir del camión y se tardó un rato, porque Skull se le fue encima, eso a pesar de que aun llevaba la venda, bozal y ataduras. La pelinegra luchó un poco hasta que se lo quitó de encima y lo sometió debajo de ella. Kyoya juraría que, si Skull tuviera cola, la movería de un lado a otro, pues el de cabellera lila parecía totalmente feliz mientras la otra lo regañaba como si fuera una persona, hablándole de malditos modales y demás. Lo mejor fue ver como Skull, al momento de ser liberado de su venda, miró a I-pin y se restregó en su cuello insistentemente. Todo terminó cuando la pelinegra soltó un grito reconocido “no soy tu maldita comida, deja de olfatearme

Tenían una misión que cumplir, así que se pusieron en marcha, se dividieron en zonas específicas y Kyoya tuvo la dicha de tener el territorio en donde las evidencias de los clase A eran precisas. Era un camino de sangre seca, barro, rasguños en paredes y una que otra rata muerta devorada a la mitad. Mantuvo a Tsunayoshi cerca de él, bien sujeto por la correa que simulaba un lazo, le ordenó seguir el rastro, pero no tuvo suerte. Tsuna lo ignoraba completamente e intentaba escaparse cuando podía, muy mal momento para que esa parte rebelde del castaño saliera. Tsuna lo estaba rechazando, así que enfadado, Kyoya tuvo que tomar medidas. Lo empotró contra la pared, haciendo que esa delicada carita se juntara con el frio metal de la puerta de emergencia de una edificación que fue evacuada. Lo sometió por completo hasta que recibió un gruñido bajito y después de la “clase de buen comportamiento” el castaño fue quien lo jalaba en la dirección correcta

 

 

-te soltaré Tsunayoshi – le dijo y este no lo miró – búscalo y te dejaré cazarlos a placer

-hambre – susurró bajito y es que la comunicación había sido tan escasa en esa semana, que Kyoya hasta se sintió satisfecho en escucharlo – presa… presa

-me fastidia tu monologo Tsunayoshi

-molesta suyo – esos ojos retadores volvieron

-despertaste

-¿cómo no hacerlo con ese aroma? – sonrió cuando le soltaron la correa que tenía atada al cuello y lo unía con su “entrenador”. Tsuna elevaba la nariz y aspiraba profundo – ¿de verdad se va a arriesgar a soltarme?

-tienes hambre, ¿no? – lo miró directamente, esos colmillos que Tsuna mostraba eran fascinantes hasta cierto punto… no lo había visto así de entusiasmado – y ya no lloras

-porque aún estoy medio… inconsciente, Hibari-san – se movió rápidamente cuando un ruido se escuchó, era como un gatito en alerta

-tu instinto te domina aun

-¿puedo matarlos? – se giró hacia su carcelero con rapidez, moviendo los dedos de sus pies con rapidez

-¿estás medio humano y me pides eso? – sonrió de lado quitándole el seguro a esa camisa de fuerza, pero dejando las cadenas en los pies

-usted jamás entendería mis necesidades

-¿y que necesitas ahora?

-que le importa – Hibari solo vio al castaño correr cuando la camisa de fuerza cayó al suelo y logró liberarse del bozal por sí solo. La mata castaña desapareció por las escaleras, saltándolas de dos en dos y golpeándose con la pared por la desesperación. Kyoya tuvo que seguirlo a prisa para no perderlo de vista porque sabía que algo le pasaba a Tsuna y quería saber qué cosa era. Ese castaño era pequeño, pero corría como cualquier cazador ágil

- maldición – gruñó cuando vio una puerta abierta, la misma que daba al exterior

 

 

Kyoya se iba a enfadar con Tsunayoshi si este se escapó, pero no pasó eso. Los rasguños en la puerta del otro edificio le dieron la pista que necesitaba para que guardara el arma y retomara su calma. Lo siguió a paso calmado, tal vez Tsuna solo tenía una maldita sed de sangre que satisfacer, caminó viendo algunos rasguños que formaban un caminito y se guió por los sonidos que escuchaba a lo lejos. La gente había sido evacuada de la zona de peligro, pero siempre había algunos que se negaban a dejar sus casas o refugios, un cadáver le dio esa idea, tenía una mordedura en la garganta justo en la yugular y supo que Tsuna lo hizo… porque el hombre acababa de exhalar su último aliento. No le importó pues ese mendigo fue lo suficiente estúpido como para no irse de la zona considerada altamente riesgosa. Kyoya caminó siguiendo las pistas que salían de uno de esos pisos. Sacó sus tonfas dispuesto a inmovilizar al oponente, en la parte de atrás tenía una pistola con tranquilizantes y una con munición real, así que estaba listo para todo. Ni siquiera iba a solicitar refuerzos… y al final no los usó, no uso nada… NADA

Se asomó con cautela al sitio donde todo se escuchaba claramente. Vio a Tsuna en posición de ataque y a dos individuos en frente del mismo, el castaño los había encontrado, pero no era lo que parecía. Kyoya se quedó apreciando aquello en silencio, agudizando sus sentidos para no perder detalle. Tsuna se erguía mirando a los dos jovencitos que no lo superaban en estatura, ambos rubios, un macho y una hembra. Gruñían entre sí, caminando en círculos, cada uno vigilando los movimientos de los otros. Así permanecieron un rato hasta que la muchacha se alejó e instantáneamente Tsunayoshi y el chico se batieron en una pelea que hacía crujir los muebles, los mismos que rompieron por los impactos corporales en una lucha de bestias. Sus garras duras desgarraron todo a su paso, intentaban matarse entre ellos y la muchacha solo veía mientras se lamía los dedos manchados de la sangre de… ¿eso era un brazo? Seguramente de alguna presa que capturó. Devoraba una rata que parecía recién muerta y Kyoya entendió algo cuando la muchacha empezó a emitir un sonidito bajo. Hibari era un lobo, escuchaba muy bien y lo podía percibir, era un cantito dulce, muy bajito… entonces eso era… un ritual… un ritual de apareamiento

Kyoya no interfirió y se aguantó el fastidio de quedarse quieto como espectador. La batalla la ganó Tsuna después de que los juegos acabaron, pues era más experimentado de lo que parecía, al parecer. El muchacho se quejaba por la herida en el hombro que sangraba abundantemente, tenía la pierna con un corte largo y se arrastró hasta un extremo de la habitación. Tsuna se acercaba a la muchacha a paso lento, moviéndose levemente en zigzag. Ella correspondió con un ligero gruñido y se acercó restregando sus mejillas con las manos del castaño. Kyoya percibió que el aroma a sangre era opacado por algo más mientras ellos dos caminaban en círculos como si bailaran, al menos hasta que Tsuna agarró a la muchacha por la nuca estampándola contra la pared… suficiente, ya entendió el ritual.

Bastaron tres tranquilizantes de potencia máxima para ver los tres cuerpos caer, Kyoya ni siquiera pensó en reportar aquello, porque jamás y lo podía repetir… ¡jamás! volvería a dejar que Tsuna hiciera algo como eso, ¡Era inaceptable! Ahora todo era innegable, esos clase A eran puramente animales, incluso tenían un periodo para el celo. Esa época no llamaba la atención de nadie, poco le importaba lo que… ¡mentía! ¡MENTÍA DESCARADAMENTE! porque le estaba gustando todo eso e iba a usar un experimento que parecía adecuado… pero lo haría con alguien más como conejillo de indias

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Les informo que estoy con poco tiempo libre, tengo pasantías que cursar así que solo estoy actualizando cosas que ya tenía escritas... en pocas palabras mis demás historias entraran en hiatus hasta que logre reorganizarme con los horarios, pues apenas acabe con mis prácticas empezaré la universidad... en resumen... no tendré tiempo libre T-T

Bueno, bueno, ya decidiré qué hacer con las historias inconclusas... pero ésta tiene dos capis más ya con borrador... así que no preocupeis :v por ahora XD

Muchas gracias por leer~

Nos veremos la siguiente semana~

Besitos~

PD: Sus reviews los contesto mañana... debo dormir un ratito

PD2: ¿Alguna recomendación para lograr que el día tenga 48 horas? jajajja... los días se me pasan como agua entre mis dedos!!! aiuda!! XD


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