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Naruto oka-san Sasuke oto-san por princesadehielo

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Ambos caminaron através del pasillo, la pequeña sostenía su mano con fuerza, viendo hacia todos lados.

Naruto la soltó un momento, saco la llave de su departamento y la dejo entrar, la pequeña pelinegra entró corriendo, movida por la curiosidad.

— Está muy sucio y desordenado, oka-san  — comento la niña.

Naruto bufó molesto, estaba comenzando a odiar que le estuvieran llamando mamá.

— Yaomi, ya te lo dije, soy hombre, los hombres no pueden ser oka-san, las oka-san son mujeres, no hombres — le dijo fastidiado, pero la niña solo sonrió — ¿Entendiste?

— Si — asintió la pequeña de ojos negros sonriendo, aliviando al mayor — Oka-san, ¿por qué está tan  desordenado?

Y el alivio se fue al caño.

— No esperaba visitas, ni mucho menos esto — contesto el rubio, caminando hacia su habitación — Además no he tenido tiempo para hacer el aseo.

— ¿A Oto-san no le gusta el desorden, verdad? — preguntó la pequeña, sentándose en una silla.

— ¿Y tú cómo sabes eso? — aquella pregunta lo desconcertó, se suponía que no recordaba nada y además no había forma de que Yaomi tuviera esa información, ya que ella no conocía a Sasuke.

— Por que a mi tampoco me gusta — contesto con total tranquilidad.

Naruto la vio y suspiro, esas chicas eran únicas.

———— • a0; • ————

Estaba parado frente a la puerta de su hogar, sacando las llaves para poder entrar.

— Oto-san

Junto con su fastidió, por que eso era ella, junto con toda la situación un total fastidió.

— Oto-san — su voz tan baja y suave, tan tímida, que no podía tener un poco de carácter.

— Oto-san — ¿por qué era tan tímida?, ¿Es que acaso estába con una Hinata 2 o que?. Jamás soporto a las chicas tímidas y sin carácter, sin confianza en sí misma, pero ahora tenía que lidiar con una.

— ¡Oto-san! — grito con fuerza.

Sasuke la vio con una ceja alzada, la niña bajo la cabeza intimidada por el Uchiha.

— Lo siento— murmuro apenada.

El pelinegro chasqueo la lengua y termino de abrir.

— ¿Qu-que hacemos aquí? — preguntó viendo el lugar sin atreverse a entrar.

— ¿Acaso no prestaste atención cuando hablaba con Naruto?— preguntó fastidiado, mientras la empujaba por la espalda para que entrara.

— Yo... No — contesto afligida.

El mayor entorno los ojos — Vine por mis cosas — le explicó, dirigiéndose a su habitación.

— ¿Tus cosas? — ella lo seguía

— Si, mi ropa y cosas de uso personal — explicó dejando sus zapatos en la entrada, acción que la pequeña repitió.

— ¿Puedo ayudarte? — pregunto la pequeña, siguiendo lo a su habitación.

— No — contesto cortante, se paro, dió media vuelta y la vio — Quédate aquí — ordenó una vez llegó a la sala.

— Pe-pero quiero ayudar — resongo la de cabello rosa.

— Dije no — le recordó, viéndola seriamente e intimidando a la niña.

— Está bien — la más chica bajo la cabeza y camino hacia un sillón para sentarse.

—No toques nada — le advirtió y camino a su habitación.

Total, solo era una pequeña de cinco años, sola, en una habitación donde habían muchas armas y que fácilmente podía llegar a la cocina, ¿Que podría pasar?

———— • a0; • ————

Naruto acomodaba sus cosas en una mochila, dejo a la pequeña pelinegra, sentada en una silla de la sala-comedor, su departamento era pequeño así que no había ningún problema, si algo pasaba, solo tenía que caminar unos cuantos pasos y estaría con ella, además parecía ser una chica lista ¿Qué podía suceder?.

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Estaba más que aburrida, tenía un par de minutos esperando a su querido Oka-san, pero para una pequeña de cinco años aquello era una total tortura, parecía que llevaba siglos ahí sentada, además su estómago estaba rugiendo, exigiendo alimento.

Se levantó y empezo a caminar entre el desorden, buscando algo comestible.

Al no encontrar nada ahí, se dirigió hacia lo que parecía ser la cocina, abrió el refrigerador esperando encontrar algo, y tuvo suerte, había un bote de leche, la tomo y la agitó, estaba llena, contenta se dispuso a abrirla, pero al hacerlo, un aroma agrio llegó a su pequeña nariz, reviso la fecha de caducidad y estaba vencida.

Triste, dejo la cajita en el bote de basura y se sentó en el piso, su estómago rugió y ella abrazo sus rodillas, tenía hambre.

Alzo la mirada, amenazando con llorar, pero algo la detuvo, había algo brillando en lo alto de la alacena, enfocó la mirada, parecían ¡Dulces!

Sonrió contenta y se levantó, los dulces estaban hasta la parte más alta  del mueble, ahora ¿Cómo llegaba ahí?

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Termino de meter sus cosas en su mochila, tampoco eran muchas, solo lo esencial,  el silencio lo relajada y le dejaba pensar, Yaomi no hacia ni un ruido, tal vez se había dormido.

Sonrió ante la idea, se estaba portando muy bien,tal vez debería darle algunos de los dulces que tenía, dulces que le regalan sus queridas fans, y que mantenía ocultos para que Konohamaru no los comiera.

Si, debería darle algunos a la pelinegra y guardar algunos para Sakura. Sonrió y cerro la mochila, ya podía imaginar sus sonrisas, después de todo eran niñas y a los niños les encanta los dulces.

Un ruido de algo caer lo alertó.

— Yaomi.

Con rapidez salió de su cuarto y corrió hacia su sala, no la vio ahí y sólo logro alterarlo más, atravesó la sala y la vio, subiendo por la alacena para alcanzar los dulces, estirando se hasta donde daban sus pequeñas manitas, sin ver cómo el mueble comenzaba a tambalear.

Intento correr para evitar que la niña cayera — Yao … — pero un bote vacío de ramen se atravesó en su camino, haciéndolo caer de bruces contra el suelo.

La niña por fin logro su objetivo, tenía entre sus manos un botecito lleno de dulces, sonrió orgullosa por su logro, pero la felicidad no duro mucho, al sentir el mueble tambalear y como finalmente comenzaba a caer.

Naruto se levantó rápidamente, corrió tan rápido como pudo, tomo a la niña por la cintura y la halo hacia él, salvandola.

El mueble cayó al suelo junto con todo lo que había en el, mientras la niña reía por el movimiento y el sonido de los platos al romperse.

— Mira Oka-san, dulces — mostró orgullosa.

Naruto suspiró y observó el bote de ramen que casi le costo la vida de su "hija".

— Jamás voy a volver a dejar desorden — prometió, además dudaba mucho que a Sasuke le fuera a gustar aquello.

— ¿Quieres? — pregunto extendiendo el botecito para que tomara uno.

— Ni vuelvo a dejarte sola — dijo viendo la alacena en el suelo.

———— • a0; • ————

Sasuke ordenaba sus cosas, metiendo todo en una mochila, disfrutando del dulce silencio, demasiado silencio, considerando que había un infante en su hogar.

Pero no podía pasar mucho, estaba hablando de Sakura, una niña de cinco años, curiosa por naturaleza, como todos los niños, inteligente, que estaba en un cuarto lleno de armas de exhibición, que realmente tenían filo.

— Sakura — sería que ella …

Con rapidez salió de su habitación y corrió a la sala donde había dejado la pequeña de cabello rosa, se adentro en la sala y la vio, ahí sentada en el sillón, justo como la había dejado.

— Oto-san ¿Terminaste? — pregunto inocente, viéndolo con una dulce sonrisa.

— No — contesto cortante, aquello había sido una tontería — No toques nada — volvió a advertir.

— No.

Regreso a su cuarto y siguió metiendo su ropa.

Había exagerado totalmente, no es como si la pequeña fuera a subir a uno de los muebles, como la alacena o algún otro mueble, solo por ver algo que llamo su atención.

Nuevamente dejo lo que estaba haciendo para correr a la sala, con los niños nunca se sabe que pueda pasar.

Y tal y como esperaba, ahí estaba la niña, sentada, quieta, sin hacer nada más que balancear sus pies en el borde del sillón.

La niña lo vio con sus sonrisa dulce y pregunto — ¿Ya nos vamos Oto-san?.

— No, no te muevas de ahí, ¿Está bien? — aseveró, molesto por su propia aptitud, está exagerado.

— Está bien — con esa sonrisa parecía un ángel.

Camino a su cuarto y metió las cosas que usaría durante la misión en su mochila, con molestia.

En verdad aquello era una tontería, ¿Que podía pasar? Era Sakura la que estaba sentada en el sillón aburrida, con hambre, no es como si fuera a caminar a la cocina, que estaba muy cerca de la sala, abrir el refrigerador, buscar algo de comer, tratar de tomar algún cuchillo y…

Ahí estaba parado en el umbral de la entrada a la sala, la pequeña sonreía y lo veía, contenta,  sentada en el sillón.

— ¿Terminaste?, Tengo hambre — comento la niña con cierta pena.

— No — aquello ya estaba por encima de la exageración, ¿Desde cuando era tan paranoico? — Espera un momento, en un rato vamos a comer con el dobe.

— Está bien — su sonrisa angelical, de niña que no rompe ni un plato.

Regreso a su cuarto y metio lo faltante sin orden alguno, estaba molesto consigo mismo, el estar tanto tiempo con el dobe le hacia daño, estaba exagerado, no es como si la niña estuviera buscando los objetos de una de las repisas, o tirando un objeto de vidrio y cortando se en el proceso …

No, no y no, estaba exagerando, no volvería a correr por el pasillo, a entrar por esa puerta y verla sentada en aquel sillón, preguntando ¿Ya terminaste? No, no y no.

El sonido de como se levantaba y se paraba en la alfombra fue perceptible y sin dudar, tomo la maldita mochila, a medio cerrar, y corrió por el pasillo, se adentro en la sala y la vio, parada, frente a la sillón moviendo su falda.

— ¿Qué haces? — pregunto viéndola fijamente, esperando su respuesta.

— Juego — contesto aún moviendo su falda — ¿Ya ter…

— Ya — le interrumpió, no deseaba escuchar aquella pregunta — Vámonos.

— Si —  la niña le sonrió y tomo una bolsa negra del sillón, se acerco a él y le sonrió.

— ¿Qué es eso? — estaba más que seguro que la chiquilla no traía nada cuando llegó.

— Fotos de Oto-san — contesto entregando la bolsa para que la viera — Si vamos a vivir como una familia, debemos tenerlas, para que sea un hogar — explicó sonriendo.

Sasuke no contesto, saco las fotos, eran dos cuadros, el primero era uno donde salía toda su familia, su padre serio parado en un costado, su madre sentada en una silla, sonriendo, Itachi de unos doce años, parado a un lado de su madre en el otro extremo, y el de unos seis años, sonriendo, parado entre sus padres.

La segunda era una foto igual de vieja, con su hermano, ambos sonriendo, mientras él mismo, de unos seis años, sostenía una hoja con una huella de gato, mostrando la como si fuera un gran logro.

Sonrió involuntariamente, enternecido y nostálgico por aquellos recuerdos.

— ¿De dónde las tomaste? — pregunto un tanto curioso.

— De ahi — la niña señaló un juguetero.

El mueble era alto, pero al parecer no era tonta, la niña había tomado varios libros y los acomodo de tal forma que formarán una escalera, perfectamente acomodados.

Entrecerró los ojos, no la había escuchado en ningún momento, se había movido en total silencio.

La vio, la menor sonreía contenta, para ella era un gran logro, le sonrió de manera casi imperceptible, revolvió su cabello y le entrego la bolsa.

No importaba si era una niña molesta o una joven aún más molesta, era una shinobi, una muy buena.

Pobre del dobe para cuidarla, por qué la mamá es la que cuida a las niñas, él simplemente le ayudaría con algunas cosas a "el madre de sus hijas", claro solo mientras duraba la misión.

———— • a0; • ————

(N/A: Perdonen, no suelo dejar estás notas a mitad de capítulo pero es necesario, a partir de aquí dejaré de usar Oka-san y Oto-san, para usar lo usual, se a vuelto un poco fastidioso, lo seguiré usando [Después de todo es el nombre del fic] pero no con tanta frecuencia vale es todo)

Tomaba la mano de su madre con fuerza, mientras con la otra mano, sostenía dos bolsitas color azul, que contenían los dulces que su mamá le había dado, y que le prohibió comer hasta después de comer, una bolsita era para su hermana y la otra para ella.

Estaban caminando por la aldea, para llegar a su casita y comer junto a su padre y su hermana, la gente los veía, algunos sonriendo tiernamente y otras con envidia.

Estaba tan concentrada en las bolsas que no noto la presencia de aquella joven, solo hasta que su madre paro, para hablar con ella.

— Naruto-kun — la chica era de cabello azul y ojos blancos, de la misma edad que su mamá, y le hablaba con confianza, o bueno lo intentaba,¿Quién era ella?.

— Hinata-chan — y su madre le hablaba con la misma confianza, ¿Quién diablos era?, Bueno sin importar quien era no le agradaba, parecía querer tener toda la atención de su madre y eso no se lo permitía a nadie, ya mucho era tener que compartirlo con su hermana y su padre.

— ¿Quie… — intento decir la joven.

— Mamá, tengo hambre ya nos vamos — la interrumpió, tirando de la mano de su madre.

— Espérame Yaomi, ¿Qué decías Hinata? — le pregunto con una sonrisa apenada, como si se disculpara con ella.

— ¿Mamá? ¿Porque te a llamado así? — su cara mostraba desconcierto.

— Es una larga historia — su madre se rascaba la nuca y seguía sonriendo a aquella chica.

— Mamá, vámonos, papá ya a de haber llegado, se va a enojar — volvió a tirar de su mano, esperando llamar su atención.

— ¿Papá?.

— Es cierto, el teme ya a deber llegado y se va a enojar por esperar — oyó claramente a la chica murmurar el nombre de su padre, aún confusa.

— Vamos — insistió, impaciente, quería llegar con su hermana y con su padre.

— Si, si, vamos — dijo empezando a caminar — Hinata te veo luego — le dijo ya alejado del lugar donde estaba la de ojos blancos.

Podía sentir la mirada clavada en su espalda, siguiendo la durante un rato, haciéndola sentir incómoda, pero como buena niña, la ignoro y siguió caminando a lado de su madre.

Hinata murmuró algo inentendible y continuo con su camino

———— • a0; • ————

Llevaba ya diez minutos ahí parado, no era mucho pero el nunca fue muy paciente, la pequeña estaba sentada en el primer escalón, callada y quieta.

Para su mala suerte, solo había una llave y el dobe de la había quedado, ahora tenía que esperarlo para poder entrar.

Espero otros cinco minutos antes de ver al rubio junto a la niña, caminado tan tranquilos, como si no importará nada.

Los vio fijamente, el rubio tomaba la mano de la niña, cuidándola, la niña parecía contenta jugando con algo que traía en la mano, pronto la niña se dio cuenta de su presencia y corrió hacia ellos, soltando al de ojos azules.

— ¡Papá, Sakura! — grito la niña, corriendo hacia ellos, mientras el Uzumaki caminaba en total tranquilidad.

— Yaomi — Sakura se levantó de su lugar y con prisa se acerco a su hermana.

— Mira, mamá me a dado dulces, ten, este es tuyo — le dió una bolsa azul pequeña, sonriendo contenta — mamá dijo que no podemos comerlos hasta  después de la comida.

Sasuke lo veía tan fijo que incluso se sintió intimidado pero hizo uso del valor que tenía y se acerco a él.

— Has tardado — le reprochó el azabache.

— Lo se, ¿Llevan mucho tiempo esperando? — Pregunto nervioso, aún no tenía ganas de visitar el infierno.

— Si — la frialdad con la que contesto le confirmaba la molestia del azabache, algo peligroso si conoces a Sasuke Uchiha.

— No fue su culpa, una señora fea nos detuvo— intervino la pequeña pelinegra, molesta por qué por la culpa de esa mujer su papá se enojara con su mamá.

— ¿Señora fea? — preguntó Sasuke, sin entender a quien se refería «— Tal vez sea alguna de sus fans— » Pensó.

— No era una señora — aclaró Naruto — Era Hinata, creo que quería decirme algo, pero ya no pude hablar con ella — explicó, sin darse cuenta, de que la niña sonreía triunfante ya que su mamá no corrigió lo de fea.

«—Era la fan #1 —» pensó el azabache, dándose cuenta de que no estaba tan equivocado.

— Entonces si no hablaste con ella, ¿Porque tardaron? — preguntó, poniéndolo nervioso.

Naruto observó a la pequeña pelinegra, que veía atenta la plática, sin saber muy bien como contar lo que había pasado en su departamento y que tardó por que recogió el tiradero que había.

Pero no tuvo que explicar nada para que Sasuke entendiera que no fue su culpa, tan solo con verlo y ver cómo veía a la niña supo que no había sido totalmente su culpa y lo entendía, los niños pueden llegar a ser muy molestos.

Sasuke iba a decir algo, más un tirón de su ropa lo impidió, haciéndolo centrar su atención en los ojos verdes que lo veían suplicante.

— ¿Podemos entrar? Tengo hambre — pidió bajito, casi en un susurro temerosa de ser reprendida por interrumpir.

Pero no fue así, Sasuke asintió y en silencio vio a Naruto, pidiéndole que abriera para poder entrar.

El chico asintió y camino a la entrada, saco la llave de su bolsillo y abrió, con las niñas paradas a su lado.

Apenas abrió las más pequeñas entraron corriendo, curiosas por ver la casa, Sakura era jalada por Yaomi de la mano, mientras observaba todo con detalle.

Naruto la vio, ya esperaba esa reacción, entro tras ellas y observó la casa, era acogedora, con una bella decoración, tenia un ambiente hogareño y era lo suficientemente grande para los cuatro.
Tal y como había dicho Kakashi, ya contaba con muebles y se veía muy bien conservada.

Sasuke no le presto gran atención a la casa, viviría ahí hasta que su conde... La misión terminará, que más daba el estar viendo cada detalle.

Pronto las niñas salieron de su rango de visión y, después de lo vivido, no pudieron evitar sentir un poco de preocupación.

— Yo voy — se ofreció Sasuke, caminando por el pasillo de la entrada para buscar a las niñas.

— Yo veré qué ahí para comer — dijo el rubio, encaminándose a lo que creía era la cocina, el azabache asintió y siguió su camino

Naruto llegó a la cocina pronto, si bien la casa era grande, no era una mansión a si que no le costó dar con ella.

Dejó su mochila en una silla y camino al refrigerador, lo abrió y… nada, vacío, había olvidado que era una casa que antes estaba deshabitada. Al revisar la alacena encontró algunas latas cerradas y al parecer aún no caducaban.  Encontró su preciado ramen instaneo, que para su fortuna aún servía y también lo que parecía ser la sopa favorita de Sakura, duraznos en almíbar y unas mermeladas, entre otras tantas cosas, pero nada para Sasuke.

Naruto conocía muy bien a Sasuke y sabía de antemano que él no comía cosas enlatadas, mucho menos ramen instaneo, el hecho de que comiera ramen en Icharaku ya era un triunfo, pero entonces que le daría a él.

Si fuera aún un niño de doce años,  posiblemente lo dejaría pasar y le diría que comiera lo que ahí o no comía, pero no lo era, ahora era más consciente de las cosas y de que si a alguien no le gusta simplemente no lo comerá, y él era tan amable que no lo dejaría así.

— Talvez deba ir a comprar algo — se sugirió a si mismo, dejando las latas en su lugar.

Se encamino a la mesa y tomo el sobre blanco que minutos atrás dejó, el mismo sobre que Kakashi le dio.

—¿Cuánto será? — preguntó al aire, intentando adivinar la cifra de dinero que les dieron para las niñas.

Sin poder evitar su curiosidad, abrió el sobre y contó el dinero, ciertamente era una cifra considerable, pero además del dinero, había una hojita blanca que llamo su atención, una nota.

La saco y dejó el sobre nuevamente en la mesa. La abrió sin prisa y al momento la letra de  Kakashi fue reconocible para él.

"Espero la casa sea de su agrado.
Ha sido cuidada y restaurada por personas que querían mucho a sus anteriores dueños.
Cuiden esta casa es tan antigua como la aldea misma.

Naruto espero te guste, aunque estoy seguro de que así será, después de todo Kushina-san tenía buen gusto."

Un picor subió por a nariz y una humedad ligera fue perceptible en su mejilla.

Aquella casa fue la que alguna vez perteneció a sus padres y que, a su vez, fue la herencia de su madre por parte del primer Hokage y su tía abuela Mito.

Estaba tan ensimismado que no escucho el ruido de algo caer, ni siquiera fue consciente de en qué momento Sasuke entro y se le quedó viendo.

— ¿Porque lloras? — preguntó el Uchiha, regresandolo a la realidad.

— Ah — paso su mano por su mejilla, notando que lo que el azabache decía era verdad, estaba llorando sin darse cuenta.

Rápidamente limpio las lágrimas y sonrió con sinceridad — No es nada — aseguro y dejó la nota doblada en la mesa.

El chico no dijo nada, aparentando su indiferencia, pero cuando el chico dio media vuelta y puso a llenar un pocillo para el agua, se acercó a la mesa y abrió la nota, leyendo con rapidez lo que decía.

Para cuándo Naruto caminó a la estufa, él ya había terminado de leer, cerró los ojos y sonrió de lado. El dobe era único, ponerse a llorar por algo tan simple como vivir en la casa que pertecio a sus padres, no era algo que la gente hiciera comúnmente, pero él no era común era único.

Naruto puso a calentar el agua, solo por esa vez, le pediría a Sasuke que comiera ramen instaneo, ya mañana le compraría tómates y haría sopa para compensarlo.

———— • a0; • ————

La comida pasó sin contratiempos, las niñas se mostraron alegres por comer ramen e incluso comieron doble ración.

Sasuke lo comió más por obligación que por gusto, además de la presión que sintió al ver tres pares de ojos con mirada de cachorro abandonado. Sí, Naruto también conspiró en su contra, aunque lo que le hizo ceder fue que le prometiera que él cocinaria mientras durará la misión, además de su sopa de tomate.

Las niñas ya habian visto su habitación y pidieron los colores para pintarla, además de cortinas y las sábanas, por qué no querían blancas.

— Yo quiero rosa, mamá — pidió Sakura.

— Yo, morado — alegó Yaomi.

— Podrían ser las paredes de rosa y las trabes de morado — opinó Naruto.

Sasuke solo los veía recargado en el umbral de la puerta, sin opinar nada.

— Pero será poquito morado— reprochó la de ojos carbón.

Naruto frunció los labios, pensando en cómo arreglarlo.

Sasuke rodó los ojos con fastidió — Las cortinas — sugirió, dejando confundidas a las pequeñas.

— Es cierto — dijo Naruto, entendiendo a que se refería — podemos poner cortinas moradas — les explico y ambas sonrieron conformes.

— Yo quiero que mi cama sea morada — pidió repentinamente la pelinegra.

— Entonces yo quiero rosa — Dijo Sakura, la cual parecía desenvolverse mejor a lado de su hermana.

— ¡¿Ah?! — Ahora sí lo tomaron por sorpresa, tenía planeado dejar las sábanas blancas pero al parecer las pequeñas no estaban conformes con ello.

— Si mami, así será más morado — pidió la niña, con vos tierna y mirada de cachorro abandonado.

— Yo también quiero mi camita rosa, mami — pidió la niña de cabello rosa, con voz suave y baja, con sus ojos verdes grandes y carita suplicante.

Le costaba creer que esa niña tan tierna era Sakura, aquella joven de carácter indomable y temperamental. Siempre le pareció una chica muy fuerte y segura, y ver esa versión tan tierna, era algo fuera de lo común, pero sin duda agradable.

Las vio a ambas, tan tiernas que le daba ganas de abrazarlas como a un conejito, su mirada suplicante e incluso sus manos juntas en ruego. Sucumbió. Cedió, cedió ante esas pequeñas. Ante sus hijas.

— Está bien — aceptó, ante la mirada burlona del azabache.

— ¡Gracias Oka-san!— gracias gritaron ambas, abrazándose a su cintura, entusiasmadas y alegres.

— Bien, mañana compraremos todo, la pintura, las cortinas, las sábanas y cobertores y la ropa que ocuparan— informó el de ojos azules.

— ¿Mañana? — preguntó la niña de ojos carbón.

— Sí, mañana, hoy estoy un poco cansado — les explico, realmente su día había sido muy pesado.

Las niñas asintieron resignadas, pero comprendiendo, amaban a su mami y no deseaban hacerla trabajar de más.

Ahora ambas jugaban tranquilamente con algunos peluches que encontraron en una habitación.

Naruto estaba sentado en el sillón de la sala, a su lado estaba Sasuke, ambos cuidando a las niñas.

El Uzumaki cerró los ojos y suspiro, aquel día estaba siendo muy agetreado.

— Mamá — le llamó la pelinegra.

—Mhg.

Aquel sonido lo desconcertó.

— Mamá — insistió la niña, pero él no abrió los ojos ni contestó.

— Mhg.

De nuevo eso. Parecía una risa

— ¡Mamá! — gritó ofendida por ser ignorada.

— Mhg.

De nuevo, pero no era de Sasuke, reconocía su voz y está era mas.… profunda.

— ¿Mamá? — le llamo ahora Sakura.

— Mhgggss.

Naruto frunció el ceño, aún con los ojos cerrados y se concentró.

Pronto estuvo frente al gran zorro que resguardaba en su interior.

Este tenía las patas apretando su hocico, con las mejillas infladas y ondeando sus colas.

Naruto lo vio, intentando saber el porqué de aquello.

—¡Mamá! — resonó en su interior y el zorro no pudo más.

— Jajajajajaja — reía con intensidad, en clara burla de su contenedor, sosteniendo su estómago.

Naruto no sabía si estar molesto o asustado, no siempre se veía reír al zorro demonio y menos de esa forma.

Aunque el verlo burlarse le hizo saber cuál sería la reacción correcta.

— ¡No te burles, zorro pulgoso! — gritó Naruto, rojo de la furia.

Kurama lo vio y volvió a reir.

— ¡Kurama!

— ¿Qué? ¿Ya se enojo la mami? — preguntó burlón.

— Kurama, no es gracioso — dijo en un berrinche.

— Si lo es — aseguro, limpiando una lagrimita.

— ¡Que no!

—Si

—No

—Si

— No

— Si

—No

— Si

— No

— Que si

— Que no

— Si

— No

—No

— Si — procesando — Que diga no.

Kurama lo vio con burla, sonriendo divertido.

— Es solo una misión — aseguro el chico.

—Si claro, mami — y Kurama no desaprovecharia para burlarse.

— Enserio.

— Pues vas a disfrutar mucho la misión ¿No?.

Y el Uzumaki, como era de esperarse, no entendió.

— Digo tu relación con Sasuke nunca fue muy normal y ahora que serán "Mamá y Papá" de las mocosas pueden aprovechar para "jugar" ya hasta le cocinas — le picó, molestándolo.

— No se de que hablas, Kurama — Dijo molesto y sonrojado el rubio — Además solo será mientras dura la misión.

— Si encuentran la cura — le recordó.

— Oba-chan la encontrará — le dijo muy seguro.

— ¿Qué pasará si no la encuentra, Naruto? ¿Durante cuanto tiempo podrán ser los papás de esas mocosas? — preguntó el zorro con seriedad. Si bien la situación era un tanto hilarante, también era un asunto serio — Hasta el momento, ni tu, ni el bastardo ese, han visto la seriedad del asunto. Cuidar dos mocosas no será fácil, además de que aún desconocen el porqué las convirtieron en niñas.

Naruto lo veía, serio, pensando en las palabras de su eterno compañero.

— Si no encuentran la cura, las niñas crecerán, preguntarán, ¿Podrán mantener la farsa? ¿Podrán ser sus padres por siempre? ¿Podrán ser la familia feliz que ellas en su ingenua mente desean?

Naruto no sabía que contestar, hasta el momento se había confiado de las capacidades de la quinta, no había pasado por su mente la posiblidad que su amigo planteaba. Sabía que él seguiría con ellas, las cuidaría y soportaría lo que viniera pero ¿Sasuke lo haría?, ¿Estaría dispuesto a seguir con eso? En verdad lo dudaba, Sasuke siempre deseo renacer su clan y se esa situación seguía no podría cumplir su objetivo.
Por otra parte, temía que las pequeñas estuvieran en peligro, en aquel campo se veían claramente las marcas de la pelea por parte de Sakura y el hecho de que Yaomi también fuera afectada, le hacía pensar que hubo una tercera persona involucrada.

— Naruto, andá con cuidado, esa chica es de Kumo, el Raikage es una persona que buscó muchos enemigos y que guarda muchos rencores, en su momento, llego a odiar a tu padre — advirtió, dejando al rubio con más dudas.

— ¿Qué quieres decir? — estaba intentando descifrar sus palabras.

— Solo ten cuidado, mocoso.

— ¿Crees que…

— ¡Mamá! — aquel grito resonó en el lugar tan fuerte que incluso el Kyubi tuvo que tapar sus sensibles oídos.

— Ve con las mocosas — ordenó el biju con las patas en las orejas, antes de que un gritó igual de fuerte resonara en el lugar — Antes de que me revienten los tímpanos.

Naruto asintió y dio media vuelta.

—Adios, mami.

— ¡Kurama!

Una vez solo, el gran zorro sonrió y observó el lugar por donde se fue su Jinchuriki. Para Kurama las cosas eran más clara que el agua cristalina de los lagos, su mocoso al fin tendría lo que tanto deseo durante años de peleas interminables, al fin tendría un poco de felicidad y todo gracias a dos mocosas que se hicieron más mocosas.

Observó, en el agua que había en su prisión, la imagen del último Uchiha de sangre pura en la tierra. Tal vez era lo mejor, tal vez así admitirán lo que se negaban a ver, así eran ellos, no había otra forma, solo enfrentando dificultades podrían abrir los ojos y ver lo que tenían frente, sentir lo que su corazón gritaba, lo que era obvio ante sus ojos.

Solo deseaba que el orgullo no se metiera en ese camino o las cosas podrían resultar dolorosas para ambos.

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El rubio abrió los ojos y vio a las pequeñas, ambas eran sostenidas de la cintura por Sasuke, a la mitad de la sala. Ambas pequeñas pataleaban y se movian, intentando, inútilmente, safarse del agarré.

— ¡Mamá! — gritaron al unísono.

Sasuke lo veía, pidiendo silenciosamente una explicación a lo que él solo negó con la cabeza, dando a entender que no era importante. Sasuke bajo las niñas y estás automáticamente se lanzaron a abrazarlo.

Ambas demostraban su preocupación, abrazándolo y balbuceando cosas inentendibles.
Volteó a ver a Sasuke, extrañado por la reacción de las niñas.

— No contestabas y empezaron a gritar, después estabas gruñendo y se espantaron, te creyeron loco y estuvieron a nada de golpearte para hacerte regresar, si no las agarró ya estarías inconciente — explicó el azabache, sentándose de nuevo a su lado.

El sonrio agradecido y acarició el cabello de cada una, sin deshacer el abrazo.

Sasuke lo veía fijamente, con una sonrisa pequeña y sincera, así, abrazados parecían una familia, ellas parecían sus hijas e incluso, en aquel momento, la idea de fingir ser esa familia que las niñas querían no lucia tan mal, podrían ser, por un tiempo, esa familia que a ambos les hizo falta. Solo mientras durará.

El sonido de la puerta los saco de esa ensoñación.

Las niñas se separaron de su madre y siguieron jugando, olvidando el motivo por el que lo llamaban. Naruto sonrió y se levantó del sillón para abrir la puerta.

Al abrirla pudo ver a una mujer, de cabello negro y cortó, bien peinado, de piel clara y ojos negros, su vestimenta de color negro haciendo juego con sus ojos, se trataba de la primer alumna de la godaime Hokage, Shisune.

La pelinegra lo vio y sonrió, traía un folder (*Carpeta) color paja en las manos al igual que una bolsa blanca de plástico.

— Hola, Naruto-kun — saludo, conservando su sonrisa — he venido a traer la información que necesitan — explicó, dejándolo confundido.

No recordaba haber pedido información de algún tipo y menos a Shisune.

— Mándare a Shisune en la tarde para que les diga que hacer.

Las palabras de  la Senju llegaron a su memoria, trayendo consigo cierta paz y alivio, sabía que no sería tan distinto cuidar de una niña que de un niño, después de todo aún eran niñas, pero no creía que lo que él sabía de cómo cuidar a un niño fuera lo adecuado pues él creció solo y aprendiendo a sobrevivir por su cuenta. Realmente necesitaba ayuda.

— Claro Shisune, pasa — le invito, sonriendo como solo él sabe.

La mujer pasó sin dudar, necesitaba que ambos escucharán la información.

El Uzumaki la guío hasta la sala, donde las pequeñas aún jugaban ante la mirada del azabache.

El Uchiha los vio sin decir nada, al parecer el si recordó lo dicho por la rubia.

— Así que también a venido — dijo el azabache.

— Si, tarde un poco en el hospital — explicó la mayor.

— Está bien.

Shisune dejó de ver al chico para ver a ambas niñas jugando con peluches, las veía reír e imaginar un mundo fantástico, donde los osos hablaban y los tigres toman té, un mundo que solo un infante puede crear.

— Lo mejor será dejar que jueguen — sugirió la mayor, sonriendo con ternura, conmovida por la dulzura que desprendían ambas al platicar por medio de los peluches, simulando que eran ellos los que expresaban todo lo que llegaba a sus jóvenes e inocentes mentes.

—Entonces vamos al comedor — ofreció el rubio, pensando que sería lo mejor, estarían cerca de la sala si algo sucedía y lo suficientemente alejados para hablar a gusto.

Shisune asintió, concordando en que era una buena idea.

Ambos fueron al sitio, siendo seguido por el Uchiha.

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— Bien empecemos — Se acomoda en la silla de madera, coloco ambas manos sobre la mesa y los vió a ambos, sentados frente a ella — Cuidar a dos niñas no es tan difícil como lo imaginan, técnicamente no cuentan con gran diferencia de los niños, aún. Además de que la edad con la que ya cuentan les facilitan las cosas.

» Las niñas son más delicadas que los niños, por lo que tienen que tener cuidado con ellas, sobre todo en los juegos dónde es que pueden lastimarse más.

» El baño diario es algo esencial, tanto en niñas como en niños, pero deberán enseñarles a ser más cuidadosas con su apariencia, si bien aún son pequeñas, las niñas deben lucir impecables, su ropa limpia y bien peinadas, ya que si no es así podrían ser víctimas de burlas.

» La ropa debe ser la adecuada para niñas, jamás las vistan con algo que no es de su género,o igual podrían recibir burlas innecesarias.

— Burlas ¿Porque? — preguntó el Uzumaki.

Shisune sonrió con dulzura — Los niños son muy crueles, aún no cuentan con la capacidad de medir sus palabras y pueden dañar profundamente, si una niña no es o no se comporta como debe de ser, son más propensas a recibir burlas y comentarios humillantes.

Naruto la vio y asintió, comprendiendo lo que decía, aún recordaba las burlas que Sakura recibió de pequeña, no deseaba que pasara por lo mismo dos veces. Asintió y la dejó continuar

— Bien, sigamos

» Esto es algo sumamente esencial, la alimentación. Tiene que ser balanceada, comer frutas y verduras en abundancia, harinas y legumbres en medida, y, de preferencia, poca carne.
No le den mucha azúcar o cosas que no sean saludables, podría hacerle daño a ambas.

» Estén muy atentos a su salud, si se llegan a enfermar, llevenlas inmediatamente conmigo o con su Tsunade-sama, su cuerpo a sufrido una transformación repentina y de mucha magnitud, es posible que sus defensas hayan bajado considerablemente. Deberán cuidarlas mucho.

» No las dejen solas mucho tiempo, ni dejen que anden solas en las calles, en cuanto se sepa que ellas son algo de ustedes querrán dañarlas, aún hay personas rencorosas. También pueden raptar a las pequeñas, ya sea para sacar dinero o venta de órganos o … peor. Tengan cuidado de las personas que las rodean, existen muchas personas enfermas que disfrutan de abusar de menores, de acosar a pequeños, engañarlos y acabar con su inocencia.

» En lo que respecta a lo psicológico. Las niñas son más sensibles que los hombres, se toman las cosas más enserio, los niños son listos y, aunque no lo parezca, entienden perfectamente lo que decimos y si oyen algo malo sobre ellos les duele. Midan sus palabras.

» No peleen y menos frente a ellas. Ellas creen fervientemente que son sus padres y si los ven peleando se sentirán mal, a nadie le gusta ver a sus padres pelear.

» No las contradigan en lo que respecta a "su situación" para ellas ustedes son sus padres y así será hasta que encontremos la solución, así que no las nieguen, a partir de hoy son sus hijas , no son sus compañeras o sus amigas, son sus hijas y son una familia. Los roles que les dieron, también tendrán que acoplarse a ellos, Naruto, eres su mamá, quieras o no, ellas te ubicaron como su mamá y así será. Sasuke a ti te han dejado como el padre y también tendrás que asumirlo.

— Bien creo que eso es lo más importante, si tienen dudas o algo pueden decirme o ir a buscarme — finalizó sonriendo, ambos estaban serios, procesando lo dicho — Se que no es fácil para ninguno de los dos, ambos crecieron solos, pero intentenlo, por ellas, denle un poquito de la felicidad que a ustedes les fue negada, sean, aunque sea por poco tiempo, los padres que ellas desean.

Naruto asintió y sonrió, asegurando que así sería, el otro solo asintió en respuesta.

— Bien — la mayor tomó el folder y lo dejo sobre la mesa — Aquí está la información que les di, más lo que serán los papeles oficiales de las pequeñas y lo que los idéntica como sus padres — Tomo la bolsa y la dejó sobre la carpeta —Aqui hay un poco de ropa que tenemos de los albergues y donaciones, espero les sirva en lo que compran lo nesesario para ellas.

— Gracias Shisune-san — el rubio estaba muy agradecido, no entendió mucho pero ya después leería la información o se lo preguntaría al Uchiha.

— Bien, por lo que vi, no las han bañado, vamos — dijo levantándose, dejando confundidos a ambos — Les ayudare a bañarlas hoy, ya mañana se las arreglan ustedes solos — Explicó.

Naruto se levantó de su lugar, pero el azabache se quedó en su asiento.

— Ve tú — le dijo el pelinegro — Tu eres "el mamá" a ti te corresponden esas cosas — le dijo en tono burlón, aunque siendo sincero no le agradaba la idea de estar encerrado en un cuarto pequeño, repleto de personas y sobretodo dos niñas jugando con el agua.

— ¡Teme! — chilló ofendido. Ya mucho era tener que soportar a las niñas diciéndole mamá, como para sumarle a Sasuke.

Pero no hizo falta decir más.

Shisune se acercó al azabache y lo tomo por la oreja, lo levantó de la silla y sin soltarlo, empezó a caminar hacia la sala por las niñas.

— ¡¿Qué piensas que por ser mamá tiene que cargar con la responsabilidad de las niñas?!, ¡Estas mal! Es responsabilidad de ambos, el que seas el papá, no te da el derecho de deslindarte de responsabilidades. ¡Son dos! ¡¿Haz pensado en lo difícil que es cuidar dos niñas?! Y tú quieres dejarlo solo, eso es machismo — le regañaba con dureza y sin soltarlo de la oreja, mientras el chico se quejaba en voz baja por el tirón — Vamos Naruto. ¡Y tú no te quejes! Si no hubieras dicho eso no tendría que hacerlo, aprende que en una familia los dos tienen que apoyar ¡Oíste! — y con cada gritó, jalaba más la oreja.

Naruto los veía con una gota en la nuca, aquello no se veía todos los días. En silencio los siguió, temiendo que si desobedecia a la mayor, le fuera igual que a Sasuke.

———— • a0; • ————

Naruto se encontraba preparando la cena, una sopa sencilla que compro ahí cerca, mientras Shisune le daba las últimas instrucciones a Sasuke, las niñas ya estaban bañadas y cambiadas, estaban en su habitación, emocionadas por qué Shisune les dijo que a partir del siguiente día irían a la academia.

Oyó los pasos acercándose y quitó la vista de la olla para ver a Sasuke acercándose.

El Uchiha estaba molesto, fastidiado y con la oreja roja. Shisune tenía buen agarre y un temperamento muy fuerte, sin duda era alumna de Tsunade.

— ¿Y Shisune? — se animó a preguntar.

— Ya se fue — Estaba muy molesto, en sus 18 años de vida, jama lo habían tratado así, ni su mamá había hecho eso y ahora venía Shisune a regañarlo.

— ¿No se quedó a cenar?

— Dijo que tenía cosas que hacer — Gran mentira, ni siquiera la invitó, lo único que deseaba es que se fuera ya, o le iba a meter un Chidori en el estómago por su osadía.

El chico asintió y siguió moviendo la olla.

El Uchiha se acercó y se paró a su lado, poniéndolo incómodo. El otro, sin darse cuenta de la molestia del rubio, se asomó a la olla, viendo la sopa que preparaba y que olía bien.

— ¿Desde cuándo sabes cocinar sin quemar la mitad de la cocina? — preguntó sin dejar de ver la comida.

Según recordaba el Uzumaki era un desastre en la cocina, si podía calentar agua sin quemarla era un auténtico milagro. Y ahora estaba ahí, preparando una sopa que se veía apetitosa.

— Aprendí cuando me fui con Ero-senin de viaje, tuve que — dijo sonriendo nostálgico, recordando como la primera vez casi incendiaba un bosque donde hizo una fogata para calentar agua para un ramen instaneo.

El otro lo vio, pidieron que le explicará el porqué.

— Ero-senin era un buen maestro y buen ninja, pero no muy bueno evitando las tres prohibiciones ninja, casi no apostaba, pero gastaba su dinero en Sake y mujeres, según él para sus investigaciones, por consecuencia también gastaba el mío y no podía estar sin comer, así que tuve que aprender a cocinar — explicó, recordando a su maestro — al principio era muy malo cocinando, una vez intenté hacer un conejo, al final termino quemado por encima y crudo por dentro— aún recordaba la carcajada de su maestro al ver el conejo quemado— pero hubo gente buena que me enseñó y me dio algunos consejos, con el tiempo fui mejorando. Cuando regrese del entrenamiento dejé de ponerlo en práctica, pero después del consejo de mi mamá, volví a retomarlo — Finalizó, sonriendo y apagando la olla.

Sasuke sintió curiosidad, muchas veces Naruto le había dicho que conoció a su madre y que incluso, antes de la guerra, había conocido a su padre, pero aún desconocía la situación en la que los había conocido, por qué él dejó en claro haber hablado en persona con ellos, y mucho menos conocía a la madre del rubio. Aún así, prefirió no preguntar, temía que si lo hacía, el rubio dejará de sonreír, no quería remover algo doloroso para el Uzumaki.

— Bueno Sasuke, ¿Puedes ir a hablarle a las niñas en lo que pongo la mesa? — pidió a lo que el azabache asintió y salió por donde llegó.

El Uzumaki empezó con su tarea, teniendo muy encuenta las palabras del azabache, esa era su responsabilidad, tratar de asumir el papel de una madre, aunque no le gustará, tenía que comprometerse con la misión, costará lo costará, incluso su orgullo.

———— • a0; • ————

Las niñas ya estaban acostadas en su cama, cada una con su pijama, que consistía en un pantalón y una playera de algodón, Sakura usaba una pijama rosa, con un arcoiris en el centro de la playera, y Yaomi una morada, con un osito en el centro.

Las dos estaban acostadas, pero no  dormidas.

Cómo todas las casas viejas, en las noches, se oían los crujidos de las maderas que se hinchaban por el calor del día, y eso las aterraba.

Sabían que su mamá estaba durmiendo en el cuarto de a lado y que su papá estaba en otro cuarto, a lado del de su mamá, pero aún así, no pudieron evitar sentir ese temor recorriendo su pequeño cuerpo.

Una madera del pasillo crujió fuertemente, haciendo que Sakura saliera de su cama para ir a abrazar a su hermana. Otro crujido se oyó, proveniente de su armario, su cuarto no tenía cortinas, así que podian ver lo que había afuera de la ventana perfectamente y solo se veían sombras extrañas, semejantes a los monstruos de los cuentos.
Un tercer crujido a su lado las hizo gritar y casi llorar, podían sentir claramente que había alguien ahí, talvez producto de su imaginación.

Tal vez no.

A los segundos de haber gritado, escucharon los pasos apresurados en el pasillo y como se detenían frente a su puerta, lentamente la puerta se abrío y ambas se escondieron bajo las cobijas, dejando solamente libre sus ojos para ver.
La oscuridad del pasillo era aterradora, veían una figura grande moverse en las sombras,  el como se acercaba lentamente a ellas, mientras ellas temblaban, deseaban gritar por ayuda pero un nudo en la garganta se los impedía, la figura se paró frente a la cama de Yaomi, ambas temblaban de terror, la mano se extendió hacia ellas y finalmente gritaron a todo lo que daban sus pulmones.

— ¿Qué pasa? — Aquella voz fue reconocible para sus pequeños oídos, la mano finalmente alcanzó el interruptor de la pared y la luz le permitió ver el rostro de su madre.

— Mami — dijeron ambas, abrazandolo por el cuello.

— ¿Qué sucede? ¿Porqué gritan? — preguntó preocupado, pensando que talvez la persona que provocó aquello venía a terminar lo que empezó.

—Tengo miedo — dijo Sakura sin soltarlo, con voz bajita y con algunos espasmos recorriendo su cuerpo, producto del miedo.

—Yo también — Yaomi estaba igual que la niña de cabellos rosados.

— ¿Por qué? — cuestionó, intentando calmarse del susto que sintió al oírlas gritar.

— Hay mucho ruidos estraños y se ve como si hubieran monstruos deformes en la ventana — explicó Yaomi.

Naruto suspiro, todas su posibles teorías se fueron al bote, sus gritó eran por cosas infantiles y sin importancia, pero ellas seguían temblando del miedo, era un miedo real, aunque la razón fuera algo tan infantil como unos ruidos que creían venir de seres fantásticos , el miedo era real.

— Es normal — dijo abrazandolas a ambas, esperando calmar sus miedos con eso — Las casas viejas siempre crujen.

— ¿Porqué? — pregunto la pelinegra ,la curiosidad ante todo.

—… — no sabía que contestar, como les explicaba algo que ni el mismo entendía — No lo se, talvez por qué son viejas — dijo esperando que con eso se calmaran.

— No me gusta, me da miedo — dijo Sakura, con su voz tan fina y tierna que lo conmovió por dentro.

— A mí tampoco me gustaban, pero con el tiempo te acostumbras — confesó, recordando su terror a que fantasmas aparecieran, incluso de genin seguía con ese miedo y muchas veces termino abrazado a Sasuke por el miedo, después de todo era con quién compartia cuarto, aunque en las mañanas era cruelmente despertado con una patada.

— Mami — le llamó la de cabellos negros y ojos carbón — Te quedas con nosotras — pidió la pequeña.

Naruto lo pensó, recordó esas ocasiones donde dormía abrazado a la espalda de Sasuke, y terminaba a su lado o sobre el sin razón aparente, Sasuke siempre despertaba cuando lo abrazaba, podía sentir su sobresalto, pero jamás lo corrió, aún cuando podía hacerlo, lo dejaba, no decía nada y él tampoco, solo dormían, aunque con más serenidad.

— Si — contesto el Uzumaki sonriendo, ambas sonrieron y lo soltaron para que se acostara con ellas en la cama de Yaomi.

El Uzumaki se acostó en medio, con  Sakura del lado derecho y Yaomi del izquierdo, ambas acostadas sobre su pecho, él las tapo bien y extendió su mano para apagar el interruptor, sonrió y abrazo a ambas, para al fin dormir tranquilamente.

Desde el umbral, un azabache veía la escena, sonrió con ternura, de esas sonrisas que solo se permitía cuando nadie lo veía, recordando las mismas noches que el sintió el mismo terror, pero que jamás demostró y como ese miedo se iba cuando sentía al de ojos azules cerca.

Cerró la puerta, que el Uzumaki en la carrera dejó abierta y regreso a su cuarto, durmiendo al fin.

Continuará …

Notas finales:

¡7964 palabras! El capítulo más largo que he escrito.

Espero les guste, quien a vivido con niños podrá identificarse con las distintas situaciones que viven nuestros protagonistas.

¡Haz vivido situaciones parecidas o únicas e inigualables con tus hermanos, sobrino, primos, vecinos, ect;! Pues cuentenmelos para que aparezcan en la siguientes capítulos, no meteré todas pero si las más sorprendentes y divertidas.

Espero no me maten por tardar tanto pero creo que el largo del capítulo me da derecho de vivir un poco más.

¿Qué les parece Sakura?

¿Y Yaomi?

¿Qué habrá dicho Hinata cuándo Naruto y Yaomi se fueron?

¿Sasuke es un machista o ahí más detrás de eso?

Espero sus comentarios, sus críticas, sus oponiones, sus teorías y sobre todo sus anécdotas con niños pequeños

¿Me gane un votito?

Los veo en la siguiente parte

Hasta dentro de medio año 
Bay

Ok no, en cuanto puedo está la conty

Bay

 


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