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Midnight por Princess Nemesis

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Notas del capitulo:

Gracias a los que se tomaron el tiempo en comentar y leer.

El rostro del peli negro se mantuvo inmutable, su poderosa presencia, la elegancia de su porte denotaba su procedencia divina.

 

Desato su terrible aura, haciendo que los presentes se sintieran ahogar, él detestaba a esa mujer, todo era su culpa, si no fuera por ella……

 

Frunció el ceño al pensar en eso.

 

Dirigió sus orbes rojos por toda la habitación, sus súbditos estaban demasiado pálidos, por lo que tranquilizó su poder.

 

Odiaba no poder salir de su reino, sus más leales sirvientes se encontraban recorriendo el mundo, pero no tenían ninguna pista, cuantos siglos ya llevaban buscándole y nada. Y a aquellos que les encargo la búsqueda de esa mujer tampoco tenían pistas. No cabía duda, ya se había cansado de esperar, subiría a la superficie. Mataría a esa mujer, acabaría con la vida de la reina de la noche y diosa de la Luna.

 

*

*

*

 

Observó, a Takuma que se encontraba tomando una taza de café, al lado de Kaname, quien leía un libro tranquilamente. Mientras los otros habitantes de la mansión estaban ocupados empacando lo que se llevarían a la Academia.

 

Eran vampiros, pero era de mañana, por lo que todos tenían sueño, y eso hacía que se movieran despacio, todos menos Yuuki quien estaba que saltaba de la emoción, llevaba cinco maletas ya listas, pero seguía empacando.

 

—Shiki no vas a hacer tus maletas –preguntó Takuma con una sonrisa.

 

—Ya las he hecho. Rima se está tardando.

 

Shiki sabía que esa sonrisa que Takuma le dirigió era falsa, como las que le dirigía a todos los demás. Pero nadie parecía darse cuenta de ello. Lo sabía, porque conocía muy bien a Takuma, así como también podía reconocer cuando sonreía sinceramente.

 

Las genuinas aparecían cuando hablaba de Kaname, nunca vio que le sonreía falsamente al castaño, todas las que le dirigía a él, eran auténticas.

 

Cuando una vez, le preguntó qué era lo que le gustaba este contesto >>Me gusta leer, estar solo, además del color negro, y…. cuidar de Kaname<<

 

Nuevamente dirigió su vista hacia ellos, allí estaba la verdadera sonrisa de Takuma, grande, resplandeciente, bella, y solo dirigida a Kaname.

 

*

*

*

 

Observó a todos los que estaban en la habitación. Y suspiró con pereza, le extrañaba demasiado, todos esos años le resultaban un calvario sin él.

 

Alzó la vista y el cielo se encontraba de su habitual tono. Ese hombre de ojos plateados se preguntó cómo fue que terminó enamorado de ese joven, podía tener a quien quisiera, pero solo deseaba a uno, cualquiera podía y estaban dispuestos en ser su acompañante en la cama, pero solo anhelaba a su consorte, a ese mismo que le odiaba.

 

Así es, su hermoso consorte le odiaba, le aborrecía. Fue la primera vez que vio en sus ojos esa chispa de rencor, y el responsable de eso, fue el mismo.

 

Sintió como alguien se sentaba a su lado, una hermosa mujer de cabellos cual fuego, no eran rojos pero tampoco naranjas, eran ese fuego que arrasaba todo a su paso.

 

—Por qué no te levantas de tu trono, y vas a buscar a quien tiene tu corazón. –pregunto la peli fuego.

 

—Sencillamente ¿Por qué, él no desea verme? Sabes que me aborrece, y eso es mi propia culpa.

 

Ella rio suavemente.

 

—Tienes razón, es tu culpa. Pero de que nos sirve que tu mente este en otro lugar. Le amas, pues ve y vuélvete a ganar su confianza y amor.

 

—Antes de que se fuera, le rete –dijo y la mujer le hizo una seña para que continuara —Le dije que volvería, pero como ves yo he perdido, no ha vuelto.

 

El rostro de la peli fuego se volvió duro, y frunció el ceño.

 

—Entonces tu orgullo puede más que tu amor por él. No seas idiota cariño. Acaso no eres tú, el que alardea sobre su sabiduría. 

 

Dicho esto la mujer hizo una leve reverencia y se marchó. El hombre de facciones masculinas se mantuvo estático, ella tenía razón, amaba a su consorte más que a su orgullo. Le buscaría, le pediría que volviera a su lado.

 

<<Y si ha encontrado a otra persona>> pensó celoso. Pues era simple, mataría al desgraciado que se atreviera a tocar a su amado consorte.

 

*

*

*

 

Zero caminaba hacia los deshabitados terrenos de los dormitorios de la Luna, Haru le pidió que fuera allí, se trataba sobre lo que habían hablado anteriormente.

 

¿Qué haría Haru? Era un dios, pero acaso podía hacer algo para que dejara de ser un vampiro, Zero no lo sabía pero confiaba en el rubio.

 

Sintió la presencia de Haru cerca por lo que apresuró sus pasos. Allí estaba él, con sus cabellos rubios meciéndose al compás del viento, sus preciosos ojos miraban hacia el bosque, su mirada mostraba sabiduría, una que el pasar de los años le brindo.

 

Zero se preguntó cuántos kilómetros estaban alejados de las instalaciones nocturnas, ya que a los pies del dios, había unas bellísimas flores que jamás había visto.

 

Se acercó más, y cuando lo hizo las flores que no habían abierto sus pétalos, se abrieron destilando una pequeña luz violeta, sorprendiéndolo momentáneamente.

 

—Eso quiere decir que te reconocen como su rey.

 

Esas palabras le confundieron, Rey, ahora sí que estaba totalmente perdido. Repentinamente sintió como las enredaderas que estaban a sus pies se comenzaron a mover y sucesivamente unas le mordieron y comenzaron a succionarle la sangre.

 

—Están deseosas porque las recuerdes, ellas pertenecen a la noche, pero han salido para despertar a su preciada señora.

 

Zero vio todo distorsionado, la voz de Haru le pareció solo un murmullo. La penetrante oscuridad fue lo que consecutivamente observó.

 

*

*

*

 

Sus ojos amatista se fueron abriendo. Observó a la luna, que se alzaba en el cielo. Zero sintió que recostaba su cabeza en las piernas de alguien.

 

Prontos los recuerdos de la tarde llegaron a su mente. Por lo que se levantó rápidamente. Vio a su alrededor y no estaban esas demoniacas flores.

 

—Si las buscas, no las encontraras –dijo el rubio.

 

—Haru, ¿Qué diablos sucede? No entiendo, ¿Qué eran esas cosas?

 

El dios solo rio suavemente, en ese momento Zero no reconoció a su amigo. Haru se levantó igualmente y fue hasta donde el oji amatista.

 

El porte del dios era esplendido, sus cabellos rubios, ahora poseían un brillo único, era como si vienes directamente al sol, sus ojos azules, ya no se parecían al cielo, ahora eran una mezcla de verde con azul, la esencia que desprendía su cuerpo exigía respeto, era como si un aire superior le rodease. Hay no estaba Haru, sino Apolo en su máximo esplendor.

 

Lentamente como si temiese romperle, Apolo acaricio la mejilla de Zero. El peliplata lo entendió rápidamente, seguía siendo Haru, solo que había liberado su esencia y poderes divinos.

 

—¿Haru?

 

El rubio sonrió.

 

—Me prometiste que confiarías en mí, todas las respuestas a tus preguntas te las daré. Ahora, solo bebe de mi sangre.

 

¿Confiar? Zero pensó en eso, dijo que le demostraría a Haru que también podía confiar en él. Con eso en mente acerco sus colmillos al cuello del rubio, lentamente, para no lastimarle, perforo esa piel, y comenzó a succionar, sus papilas gustativas comenzaron a pedirle más, ese líquido carmín era una delicia, era de otro mundo.

 

Cuando se halló satisfecho, se alejó un poco. Sorpresivamente los labios de ambos se fundieron en una danza que ninguno quería perder, cuando el aire les hizo falta se separaron.

 

—Yo dictamino el futuro, las Moiras  piden mi consejo. Por lo que cuando nacimos, el destino nos unió pero jamás nos volverá a separar.

 

La vista de Zero se nublo súbitamente, escucho unas palabras pronunciadas por su propia voz, pero esta sonaba aún más suave, era el tono de una mujer.

 

Estoy condenada a amarte por toda la eternidad, Apolo.

 

Las piernas le temblaron, y Zero no se dio cuenta de que su presencia comenzó a cambiar, sus cabellos plateados, se volvieron largos, su piel se volvió más blanca y pareció tomar una contextura suave.

 

Estoy condenado a procurar tu seguridad, por toda la eternidad. Siempre estaré protegiéndote, Artemis.

 

Reconoció esa voz, era la de Haru. Los ojos de Zero, pasaron de ser unos amatistas grisáceo, a volverse unos amatistas más brillantes, su aura también cambio, no era parecida a la de un vampiro, su presencia comenzó a transmitir seguridad pero exigía respeto.

 

Recuerdos comenzaron a aparecer en su mente como miles de flas, su mente no soporto la cantidad de recuerdos por lo que colapso.

 

Antes de que cayera, Haru le sujetó. Esa mirada verde-azulada brillaba, miraba con amor al peli plata que tenía en sus brazos. 

 

Haru agarro la muñeca derecha de Zero, y en esta apareció un tatuaje, era una serpiente. Eso era un poderoso sello, era para que los otros dioses no se percataran del despertar de Artemis.

 

Movió su mano y la barrera que había colocado se desintegro, era una de las medidas que había puesto por protección.

 

Hades no debió sentir nada, él estaba a salvo por un tiempo.

 

Haru se dirigió a los dormitorios del Sol, los chupa sangre vendrían mañana y Zero dormiría todo el día, no estaría presente para recibirlos.

 

En la mente del dios, solo se podía apreciar el deseo de protección, no permitiría que Zero fuera localizado por su tío, no permitiría que esos vampiros le dañaran, le protegería de sí mismo. El pasado era pasado, no dejaría que se volviera a culpar de algo que no pudieron prever.

 

*

*

*

 

La Luna brilla sobre el firmamento apagado. Por lo que es, la Reina de la noche. La muerta está vinculada a la oscuridad noche. Por lo que está ligada a la hermosa Luna.

 

Pero ahora la muerte desprecia a su eterna compañera.

 

 

El pasado es igual de importante.

Las lágrimas que la diosa de la Luna derramó, volverán a surgir.

Dos almas inocentes se volverán a reencontrar, pero a uno se le obligo a olvidar.

Notas finales:

Sé que casi no actualizo este fic, por lo que publicare dos capitulos.


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