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Chains (Marco x Ace) por Portgas D Kurotsuki

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Ace se levantó de la cama y observó a su alrededor. Era una habitación cutre de hotel, tan parecida a las que había estado en otras tantas ocasiones. Se pasó la mano por la cara, tratando de recordar a la persona con la que había estado anoche, pero no hubo resultado. Sólo recordó que ayer por la tarde habían desembarcado en una pequeña y apacible isla, y el vicealmirante a cargo les había dado permiso para tomarse la tarde, la noche y la mañana siguiente libre, cosa que aprovechó para emborracharse, y ya de paso buscar a alguien que le diese por culo, literalmente, hasta hacerle perder el sentido. Ace no quería pensar más de lo necesario.
Habían pasado tres años desde que decidió hacerse marine, y los dos primeros años los pasó en la academia de la Marina, en la que sólo encontró niñatos justicieros que lo único que querían era matar a todo pirata que se les pusiese delante para ganar una buena reputación y podrirse entre el dinero que, por su cargo, les pagarán. A Ace sólo de pensarlo le daban ganas de vomitar. Fueron los dos peores años de su vida.
Al acabar la academia le dieron el cargo de comodoro debido a sus habilidades e influencias (Garp) y lo pusieron bajo el mando de un vicealmirante. A los seis meses de navegar bajo la bandera de la marina encontró una Akuma no mi tipo logia, y con el permiso del vicealmirante se la comió, ganando así su sobrenombre "Comodoro Hiken no Ace" (Comodoro Puño de Fuego Ace).

Mientras recogía su ropa tirada por el suelo, Ace se permitió por un momento arrepentirse de unirse a la marina, a pesar de que prometió que jamás se arrepentiría de nada. Y es que se había dado cuenta de que la marina estaba podrida, que proclaman justicia cuando se dedican a proteger a unos ineptos cretinos que se creen los creadores del mundo por dinero, que, en lugar de proteger a la población civil, la hacían sufrir más, que dejaban a los corruptos hacer lo que quieran en lugar de detenerlos, y encima ocultaban información para quedar bien. Dinero, reputación y control, al final todo giraba en torno a eso. La marina era peor que los piratas, al menos ellos aparte de dinero y reputación, buscaban libertad. Y Ace, en medio de toda esa podredumbre, no podía evitar sentirse más y más vacío, cada día era una tortura, por eso cada vez que podía, se emborrachaba y buscaba alguien con quien pasar la noche, para dejar de lado todo eso, sentirse al menos un poquito bien y un poquito libre, porque esas cadenas que él creía que querían protegerle, estaban comenzando a asfixiarle.

Después de vestirse, bajó a la recepción con la intención de pagar la habitación que él y su desconocido acompañante habían dejado echa un asco, pero al parecer su compañero era todo un caballero, porque había pagado la habitación con desayuno incluido para que él pudiese desayunar. Con una sonrisa, Ace agradeció mentalmente al desconocido mientras se dirigía al comedor del hotel, dispuesto a zampar hasta que no pudiese más.

Por otro lado, en la costa de la isla, el barco que se podría considerar el más grande del Grand Line se disponía a zarpar después de haber dado a sus tripulantes un merecido descanso. El primer comandante de los piratas de Shirohige daba órdenes a diestra y siniestra mientras el capitán, el gran y temido Shirohige (Barbablanca), les miraba con una sonrisa cariñosa y divertida. Cuando ya habían establecido el rumbo, y todo estaba más o menos bajo control, el primer comandante, Fushichō Marco, de permitió relajarse. Cerró los ojos, recordando a su acompañante de la noche anterior, ese morenito sexy con pecas que a estas horas probablemente no recordaría nada. Una sonrisa entre traviesa y divertida se dibujó en sus labios.
La tarde anterior habían atracado en la isla para abastecerse, y se había decidido partir al día siguiente, por lo que muchos tripulantes habían decidido bajar e ir a buscar un poco de diversión, pero sin hacer mucho ruido, ya que sabían que habían marines, y no querían que les aguasen la fiesta. Marco en un principio no había tenido pensado ir, pero al terminar sus deberes relativamente temprano, decidió dar una vuelta por la isla. Por supuesto, acabó entrando en un bar. Lo recorrió con la vista, y en la barra encontró a un joven moreno que probablemente ya no sería capaz ni de decir su nombre, aunque eso no importaba porque lo llevaba tatuado en el brazo. Al parecer, se llamaba Ace, sin "s", pero lo más interesante era que, aunque iba de paisano (Sin el uniforme de marine), se había olvidado quitarse el pañuelo característico de los marines. Marco se relamió los labios, para, a continuación, sentarse en la barra, al lado del joven. Pidió ron para él, y otra copa de lo que estuviese bebiendo para el joven, lo que hizo que éste le mirase, dejando ver esos ojos negros que parecían obsidianas. Marco le sonrió, mientras pensaba al ver los ojos fieros del joven, que al parecer no lo había reconocido, que iba a ser una noche muy divertida. Y efectivamente, lo fue. Ese joven demostró ser tan fiero como sus ojos decían. Esa mañana, Marco despertó en cuanto salió el sol, al fin y al cabo tenía que ser el primero en llegar al barco para preparar todo. Recogió su ropa, se vistió, y se acercó a un dormido Ace para darle un beso de despedida y susurrarle en el oído con una sonrisa traviesa: "Espero que nos volvamos a ver, chico marine". Bajó a recepción, pagó la habitación y el desayuno para el chico y se fue.
Ante el recuerdo, Marco no pudo más que sonreír al mar.
-Tan fiero despierto, y tan vulnerable y adorable dormido yoi- Comentó a la nada, divertido- Realmente espero que nos volvamos a ver...
-¡Oi! ¡Marco! ¡Oyaji te llama!
-¡Voy!


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