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Héroe del tiempo: La Maldición de la Luna Roja por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Ya quiero que mi Link cresca y sea un hombre irresistible *babeo*

 

 

¡A leer!

 
Capitulo 6: La Esmeralda Kokiri
 
 
Su estadía en la fortaleza del castillo no era tan mala como creía, se había acosumbrado a los pocos días a estar en contacto con las armas que el capitán le proporcionaba, practicaba con la espada, saltaba, se cubría y volvía a blandirla hasta el cansancio. Los días eran sencillos, su unica cuestión era el por qué ya no veía a ese niño de ojos azules, se preguntaba cual era el misterio de tanto ocultismo, su curiosidad infinita le hacía preguntarse como eran los rezos del príncipe, cúal eran sus palabras, cuánto tiempo lo hacía... Desde que Link había conocido a ese niño comprendió que él era parte de algo mucho más grande que unos simples sueños, y poco después de comprenderlo se animó por seguir las ordenes de Impa.
 
Solo extrañaba su tierra, deseaba escapar y regresar a su campo donde podía vivir cultivando flores, nadando en el río más cercano de su hogar, cazando aves y recolectando plumas en busca de la más bella. 
 
A pesar de aquellos sentimientos no podía resistirse al tener tantas maravillas delante de él, el niño del bosque — admirado de todos los  armamentos  su  dispocición — solo podía mantenerse ocupado, preparandose para su siguiente gran aventura fuera de las murallas de la ciudadela. 
 
Para su suerte la luna no había vuelto a tornarse roja desde su ultima vez con Zelda, entonces aquella facilidad le permitía concentrarse en dar lo mejor de él, quería ser un caballero digno como su capitán, ya que sus piruetas y flexibilidad no eran suficientes para combatir mounstros ni villanos.
 
Impa le informó de los tres reinos hallados en el basto Hyrule, los reinos donde encontraría las otras piedras .
 
"No olvides  el camino  de  regreso" Habían sido sus ultimas palabras antes de dejarlo por la mañana de aquel día primaveroso. Sabía que la siguiente piedra la encontraría en las montañas, custodiada por la tribu de los Goron's, los seres de piedra y corazón blando.  
Se preguntaba si podría convencer a su lider de entregarle la piedra, por la información de la sheika los Goron's no han estado con una buena temporada, su alimento de carne de dodongo se había visto afectada por la gran roca que obstaculiza el paso  hacía la caverna donde la consiguen.
 
Link pensaba en su estrategía a la vez que entrenaba, solo, como siempre lo hizo en kokiri. Le gustaba tener su espacio y tener paz, la compañía de Navi le era suficiente, que desde la noche en que Impa le contó una bella historita, el hada ya no hostigaba al niño con obligarle a avanzar más en su camino.
 
— Hey navi, ¿puedo quedarme un tiempo más por aquí? — le preguntó sin rodeos mientras  cortaba madera de entrenamiento.
 
— Puedes quedarte el tiempo que quieras, necesitas descansar y fortalezerte, no siempre contarás con pociones mágicas que te reanimen el cuerpo — le contestó el hada mientras saltaba hacia su cabeza.
 
Link asintió levemente, si iba a encaminase en algo tan arriesgado, entonces se preparía para ello, no se aventuraría sin ningun respaldo, quería ser fuerte, quería lograr todo lo que le habían inpuesto, sus sentimientos de rechazo se habían transformado en propósitos más honorables, desde que vio lo que le sucedía al principe en cada luna roja, pensó que no era justo que solo uno sufriera, si él pudiera hacer más su corazón descansaría, su bienestar mejoraría, y no podía defraudar al mundo que le regaló el privilegio de ser el elegido.
 
 
...
 
 
Su entrenamiento duro, las siguientes semanas, el primer mes bajo la compañía de Evan que no paraba de darle ordenes y encargarle duras tareas. Hasta el ultimo día a su lado sintió como su cuerpo se modelaba al esfuerzo fisico, era más flexible, sus piruetas aprendidas en kokiri ahora eran parte de sus ataques con la espada, se cubría correctamente, y podía usar el arco, que era en lo que más se especializó.
 
El segundo mes al lado de Impa, aprendió combate fisico, sus reflejos eran alavados por  la sheika, su rapidez, su destreza, su eficacía, para Link era normal todo lo que ella remarcaba como especial, en kokiri, los niños eran críados para pelear, y él no había sido la excepción. Conocía las formas escurridizas para librarse de un apresamiento, como golpear sin dañar, como matar sin esfuerzo, y eso ultimo había dejado en una pieza a la mujer.
 
—No hay duda que las diosas te escogieron, eres increíble por donde se te vea, pero ten cuidado, aún eres un niño, un niño muy bueno, pero que aún necesita crecer para poder  vencer el mal que ha caído en el reino — le dijo indicandole que era momento de sentarse y descansar.
 
 
Link la miró, la presión que había vivído de un día a otro se había esfumado, querían que salve el reino, pero sabían que a esa edad no lo lograría, y aún así, estaba luchando en contra de su debilidad, volviendose fuerte como su capitán, sabío como Impa, todo para proteger el mundo que ama. El niño del bosque pronto cumpliría 11 años, dos meses faltaban para la llegada de su tan esperada fecha. Él lo sabía, el invierno se acercaba y no podía evitar sentirse emocionado.
 
En el tiempo que ya había permanecido en el castillo no volvió a ver la luna roja, tenía curiosidad  y deseaba preguntar porque, quería saber que pasaba con el príncipe ya que no lo había visto desde que le entregó la esmeralda kokiri, su ausencia era digna de cuestionar, y entre su deseo de conocer la verdad, Impa por fin le dio el permiso de entrar al castillo.
 
Caminó en silencio con ella hasta donde él reconoció como la habitación del Rey, se emocionó como nunca antes, y al entrar vio al hombre de barba larga sentado mirando un retrato.
 
El Rey apreciaba un retrato familiar, y a penas notó la presencía del niño ordenó a sus demás guardias los dejaran en privado, solo Impa se mantuvo cerca de ellos. Link comprendía en su rostro una tristeza terrible, amargura, y miedo. Navi le volvía a zumbar diciendole.
 
 
—¡El príncipe está en problemas!
 
La ansiedad se apoderó del niño, después de dos meses sin saber nada de la familia real se sentía como si estuviese a punto de presenciar una trágica noticia.
 
 
—Mi hijo no reacciona — pudo decir al fin el hombre, su mirada de contención estaba firme en dirección de la ventana más grande en la habitación. 
 Quería desarmarse, su voz entrecortada denotaba una aflicción descomunal, su mundo se caía a pedazos en cada respiro, y con justas penas prosiguió.
 Tomó aire y como la autoridad que era no flaquió, no se derrumbó al contar los hechos, al narrar lo que solo un padre podría describir.
 
—Tras el primer día sin la luna roja, mi querido hijo se obsesionó con rezar a la fuente mágica, él desea a toda costa recuperar las memorias de la diosa Hylia. Como Impa te contó, el secreto de las llaves del reino sagrado también pueden ser utiles para Zelda, y con la esmeralda que tragiste su poder mágico aumentó, todo donde esté él florece, sus rezos purifican el agua de todos los reinos, desde el manantial donde se conectan todas las aguas de Hyrule. También logró evitar que la maldición del caído  resurgiera en este mes, pero esta noche volverá, las estrellas no mienten... el mal no puede contenerse para siempre, y tras la falta de luna llena, los poderes de mi hijo se han visto afectados, desde que obtuvo la piedra no ha dejado su estado —  su voz se quedó muda al querer decir la siguiente linea, Link se sorprendió de cada palabra, quería ayudar, y no sabía como hacerlo.
 
 
—Ahora se encuentra flotando en el manantial, no importa cuanto lo llamemos, no responde, no despierta, parece haber quedado en las profundidades de los pensamientos divinos, conectado con el mundo que no conocemos, entre el bien y el mal, ese mundo es muy peligroso y su frágil alma no lo podrá soportar. Solo aquellos que poseen el equilibrio perfecto no perderan entre esos dos mundos.
 
Impa tomó al niño del hombro al ver que su rey no podría seguir diciendo más.
 
 
—Pequeño héroe, la esmeralda kokiri ha sido de mucha ayuda para nuestro príncipe, ahora él podrá soportar las lunas rojas con menos dolor y más lucidez.  La piedra siempre será necesaría en su vida, pero por ahora ha sido suficiente tiempo el que la ha usado, Zelda necesita crecer también para poder controlarlo todo...
 
 
—¿Hoy habrá luna roja?— fue lo que pudo decir él pequeño al poder armarse de valor, aquellas palabras del rey eran las que más le preocupaban...
 
 
 
—Sí — dijo Impa, y sintió como Navi temblaba entre sus ropas.
 
El Rey se acerco al niño, lo miraba con una noble suplica y pronunció —Eres él unico que puede intentarlo, nadie más puede acercarse a su frágil cuerpo, ya lo hemos intentado. Te pido una vez más Link, salva a mi hijo.
 
 
 
...
 
 
 
 
Link tenía la sospecha de que nada bueno pasaría. Caminaba en rumbo hacía los  jardines más adentrados del castillo, era más de mediodía cuando se halló ante el tan mencionado manantial, la figura flotante de su semejante le hizo sollozar, no tenía ni idea de lo que haría y aún así su curiosidad de querer saber lo que le sucedía al príncipe lo domaba.
 
Impa lo dejó al pie de la estatua de la diosa, retrocedió unos pasos y desapareció mediante el brillo que emite una nuez deku.
 
Link se encontraba solo por fin, Navi había salido de sus ropas y curiosa ante los sucesos, fue la primera en arcarse al cuerpo del príncipe.
 
El niño del bosque intentó primero en llamarlo por su nombre, y al no ver resultado, alzó más fuerte su voz, y al obtener lo mismo, en el silencio gritó : ¡Zelda! ¡Dazel! ¡Como quieras, tienes que despertar!
 
 
—¡Está en el mundo sagrado! ¡No te escuchará! — dijo Navi y se posó en el cuerpo del durmiente.
 
El kokiri luchaba entre su decisión, entre acercarse y tocarlo, o seguir intentado en lo anterior.
 
 
—¡No lo dudes! ¡Tocalo!
 
Con los ojos cerrados entró en el agua y se acercó al cuerpo ajeno,  se aventuró y rozó el brazo del niño rubio sintiendo a su vez una electricidad atrapante en todo su cuerpo. Cuando  volvió a abrir sus ojos se halló con la mirada azul más bella que  jamás haya visto antes, pudo compararla con el cristal más fino del mundo, y seguido de parpadeos en respuesta al desconcierto, comprendió a quien le pertenecían. 
 
Se separó unos cuantos centimetros como pudo, lo que su cuerpo permitía moverse, no podía  imaginarse cerca del príncipe otra vez, quería ver su panorama pero la gravedad en ese espacio no le ayudaba, y al dirigir otra vez su mirada al frente, contempló como la melena rubía de Zelda volaba traviesa por encima de su cabeza, admiró una vez más la fisionomia de un ser angelical y le parecía fantastico como podría ser aquella figura un niño igual que él. 
 
—Link, te estaba esperando —el príncipe le sonrió a la vez que lo tomaba de la mano y lo atraía consigo.
 
El reciente llegado se sintió extraño ante su presencia, parecía ver a otra persona, igual de bella, igual de misteriosa que antes, pero su ser ya no brillaba como cuando lo conoció. De todas formas lo seguiría, tenía que regresar su conciencia a su cuerpo.
 
Los dos se encontraban flotantes en una especie de burbuja gigantesca, Link podía ver su cuerpo encima suyo, inmovil encima del agua, y veía a Zelda que le sonreía como si nada pasara, no entendía como es que había abandonado su cuerpo físico y no morir en el intento.
 
Se encontraba en las profundidades del manantial,  llevado por el niño de piel palida, a un lugar donde no llegaba la luz.
 
 
—¿A dónde vamos? — le preguntó, tenía miedo de acercarse a la oscuridad espesa y sombría que había en el fondo de todo.
 
 
Pero Zelda no contestó.
 
Link, al no ver respuesta cuestionó los sucesos, y se detuvo, con su fuerza evitó ser arrastrado a aquel desconocido lugar. Su conciente le indicaba que nada bueno se hallaba ahí.
 
 
—Vamos— dijo Zelda sin expresión alguna, y quiso apresar de nuevo a Link pero este escapó de su agarre.
 
 
—No. Tenemos que regresar a nuestros cuerpos— le contestó señalando la superficie.
 
 
—No. Debemos ir tras el llamado, nos están llamando ahí abajo.
 
Link tomó atención pero no pudo escuchar nada, se asustó por un momento y comprendió que solo Zelda podía escuchar esos sonidos.
 
 
—Regresemos, tu padre está preocupado por ti — intentó convencerlo, pero el niño no respondió y al rato volvió a contestar lo que con anterioridad había dicho.
 
Link no entendía, le parecía que otro ser sustituía a aquel niño justiciero y lleno de vigor, mas veía a un muerto viviente queriendo jalarlo hacia la muerte también.  A pesar de que Link no quería usar la fuerza lo iba a hacer, no lo pensaría mucho, tenía ventaja al estar por encima de su príncipe, asi que sin pensarlo lo tomo del tobillo y comenzó a nadar en busca de sus cuerpos.
 
Zelda al verse en una mala posición intento safarse, patearlo, golpearlo y aunque lo logró entre ratos, el pequeño niño del bosque no se detuvo, miraba delante de él la luz que el día aún le daba y antes de llegar a la superficie quiso mirar una vez más a su alrededor, y pudo ver como en el fondo de aquel manantial se hallaba una luz roja, y al observar la oscuridad que a penas se notaba comenzó a subir por sus anchas, robandose la luz, matando los colores del arcoiris que ya no reflejaban más y justo antes de ser cubierto por la total oscuridad logró empujar al príncipe hacia su cuerpo a la vez que él tomaba el suyo.
 
 
 
...
 
 
 
Despertó ahogandose y sintiendo como le faltaba el aire, Navi no paraba de volar asustada de lo que presenciaba. Zelda ya no flotaba y estaba apunto de hundirse por la falta de conciencia. Afortunadamente Link reaccionó y lo sostuvo, llevandoselo al pasto seco y tibio que había dejado el sol de aquel día, para lo que a él le habían parecido unos cuantos minutos en el mundo mágico que le contó el Rey, en realidad habían sido horas que habían traído consigo el atardecer rojizo otra vez más. 
 
Había dejado al príncipe recostado mientras él recuperaba la compostura y aminoraba su presión, sus nervios producidos al sentirse atrapado por la oscuridad...
 
A penas recobró la cordura, se posicionó cerca del otro niño, tocando su pecho con miedo, y temiendo romperlo con sus manos apretó su palma para hacerlo botar el agua que había tragado, en su fallido intento pensó en darle respiración boca a boca, pero no se hallaba mentalmente preparado para eso, no después de su rara experiencia con el príncipe.
 
Apretó unas veces más, luchaba con el tiempo, y en cada segundo se desesperaba más al no verlo reaccionar, se suponía que se encontraba flotando tranquilamente, y se preguntó si es que había regresado correctamente su espiritu a su  cuerpo.
 
Empujó una vez mas su pecho y lo cargó para apoyarlo en sus piernas, no quería maltratar el cuerpo ajeno dejandolo en el suelo, y en su ultimo intento de reanimación el pequeño niño de ojos azules por fin reaccionó, tosiendo fuertemente, botando el agua de entre sus pulmones, mirando a todos lados, apretando las ropitas del plebeyo que no paraba de llamarlo por su nombre.
 
 
—¡Zelda! ¡Zelda! ¿Eres tú?
 
 
—¡Claro que no soy yo!, yo soy Da...Zel ¿Quién más? —  y en efecto, tras esa respuesta Link supo que en realidad era el niño que conocia.
 
Zelda dejó de toser y lo observó desde su posición, debajo de Link, mirandolo fijamente con miedo y angustía, no paraba de soltarlo a pesar de que ya había pasado su colapso. Link se incomodó al ver que el otro no paraba de mirarlo, se preguntó si algo andaba mal entre ellos, era la primera vez después de tiempo que se veían y parecía que acababa de conocer a nueva persona.
 
Zelda siguió mirandolo, y conciente de la tención que creaba sonrió para acomodarse libremente en las piernas de Link, que al sentirse invadido no pudo moverse  más.
 
 
—He soñado esto antes sabes —dijo Zelda cruzando sus piernas para más comodidad —siempre en mis sueños eres tú, aunque no luces como ahora, pero se que eres tú. He visto muchas veces esta escena contigo, una con tu cabello largo, otra con tu armadura. ¿Siempre me vas a tratar así verdad?
 
Lo tomó por sorpresa otra vez, Link no podía con esos arranques de locura, no le hacian bien, su corazón latia muy rapido, e imaginaba que era cierto todo lo que su príncipe soñase, quería engañarse y negarlo ¿Por qué él haría algo como eso en el futuro?
 
 
—¿Qué yo que? Solo te estaba salvando. ¿Te salvaré siempre?— preguntó con la esperanza de un sí.
 
 
—Siempre me cuidas así, no entiendo bien el mundo de los sueños, pero siempre estaremos en esta situación, siempre, te lo aseguro sí, sí, sí — le dijo muy sonriente.
 
Link pasó saliva, su garganta se la había secado al oirlo, para su suerte, el príncipe decidió levantarse y  acomodarse la ropa, aún se encontraban mojados y le ordenó efusivamente que regresaran antes de que anochezca. El niño del bosque se preguntaba si su acompañante recordaba algo de lo sucedido en el manantial. Le parecía extraño que no hablese del tema.
 
 
—Sí quieres saberlo deberías preguntarle — le zumbó Navi al conocer la intriga de Link.
 
 
 
—Príncipe, por— no pudo seguir al ser entrecortado por su acompañante
 
 
—¡DA- ZEL!
 
 
—Dazel entonces— Link estaba apunto de tartamudear —¿Que había en el fondo del manantial?
 
 
—¿De qué hablas?— se detuvo lentamente y su expresión relajada cambió a una muy preocupada.
 
 
—Me dijiste que había voces llamandote y quisiste llevarme contigo— Link empezó a sentirse incomodo, no le agradaba la sorpresa de su acompañante, la duda lo calcinaba  y prefería no haber dicho nada.
 
 
—Las voces... sí, las voces en el fondo del agua, las recuerdo ¿y tú como sabes eso eh? — el príncipe se había acercado al niño del bosque, intimidandolo con su tierno puchero, apegandose para demostrarle que estaba dispuesto a conseguir cualquier información.
 
 
—Yo estaba ahí— dijo como si se sintiese culpable de haber invadido el espacio ajeno.
 
 
—¡Mientes! No te ví, yo solo solito llegué a la dimensión divina, pude contactar con mis antepasados y después seguí el llamado de entre... — Zelda se quedó mudo, lo que iba a decir estaba fuera de su lógica —...entre la oscuridad. No recuerdo nada después de eso, solo recuerdo haber despertado en tu regazo.
 
Los dos niños se miraron, Link respiró hondo, los dos comprendían que las versiones eran diferentes, que faltaba información, que el príncipe había olvidado, o que no siempre estuvo en sí.
 
Zelda se tomó la cabeza, quería concentrarse y buscar entre su memoria algo que le quite la intriga, y su cuerpecito humedo le estaba haciendo tiritar perjudicando su concentración, necesitaba abrigo, así que prosiguió diciendo:
 
"Trae al héroe. Así lo salvarás"
 
 
—Recuerdo esas palabras, el brillante rojo me pareció tentativo Link, supe que tenía que ir tras él y después  ya no hay nada en mi mente.— bajó la mirada, los ojos verdes de Link lo ponían demasiado nervioso como para seguir fingiendo fortaleza.
 
 
—Ya no importa, ¿ya estás de regreso no?, además yo siempre te salvaré. Tú mismo lo has dicho  — intentó animarlo al verlo cabizbajo, y sonrió levemente al verlo reincorporarse, pero su corazón se movió con dolor satisfactorío, recordó la primera vez que se habían conocido y ahora lo veía diferente a igual que él, dos meses y el poder que desarrollaban era incomparable y unico.
 
Después de esa corta conversación los niños ya no pudieron soportar estar mojados, a penas y tuvieron la oportunidad de abrigarse lo hicieron y como Link se había acostumbrado a vivir con una hornilla en la fortaleza, él no dudó en usar una dentro de la cocina del castillo. La gran habitación disponía de todo para el consumo de la familia real. Sabía que pronto lo llamarían, así que aprovecho en comer lo mejor que pudo. Había cunplido su misión de salvar a Zelda, además según recordaba esa noche habría luna roja y no debía alejarse del príncipe, esas ordenes se las había dado Impa.
 
Cuando se encontró preparado salió en busca del Rey, la luz se perdía dando paso al manto azul de la noche, sabía que Navi lo presionaría en regresar con el otro niño, así que antes de ser hostigado por sus zumbidos fue tras su destino.
 
Otra de sus curiosidades era que, desde que había conocido al príncipe había dejado de tener las tipicas pesadillas donde era poseído por el caído.
Se preguntaba si había algún tipo de efecto mágico en él, creía que estar al lado de Zelda le beneficiaba en concienre a su poder y espiritu.
 
Mientras se encaminaba al gran salon, su mente llena de cuestiones no lo dejaba en paz, lo distraía por completo, nisiquiera Navi lo fastidiaba tanto como su curiosidad, pero todo se detuvo hasta que llegó al salón más grande que había visto dentro del castillo, aquel donde lo esperaba la nobleza.
 
Al llegar vió una gran mesa circular en el centro, el piso de marfil brillante le hacía dudar si pisarlo era correcto —al menos con sus sucios zapatos no le parecía honrado—los candelabros colgantes en el altisimo techo parecían arañas de luz que se posaban encima de su cabeza. 
Link admirado observó como el imponente Rey sonreía de oreja a oreja, se dio cuenta de su felicidad producida por tener a  lado a su hijo, la cual se hallaba concentrado en lo que parecía una representación de la constelación.
 
 
—Las estrellas no mienten— escuchó del rubio a la vez que se acercaba a Impa, no se atrevía a ser osado y sentarse en la misma mesa de la realeza, así que se dispuso en la lateral en compañia de la sheika.
 
De un momento a otro el Rey llamó a sus guardias y aquellos le entregaron un paquete forrado en cuero.
—Quería entregarte esto...— pronunció el Rey, dejando.un eco en lo ancho de la habitación, sus grandes manos sostenían una pequeña armadura, ligera, hecha perfecta a la medida de Link.
 
 
El niño del bosque se asombró ante la muestra de afecto, y agradeció inclinandose ante la autoridad, casi 11 años y ya estaba equipandose con tan inportante armamento que nunca antes pensó lucir.
 
Se acomodó al lado de Impa otra vez, tendría que esperar a que la noche llegara en su máxima expresión, deseaba estar presente en la luna carmesí de Zelda, se sentía seguro por primera vez, tenía en sus manos la ocarina de hadas que le regaló Saria, listo para usarla y entonar la nana zelda.
 
 
La luna aún no se azomaba en su cielo, y antes de que eso ocurriese resultó favorable  — según Impa — que fueran escoltados al jardín donde el príncipe pasaría  su condena otra vez...
 
...
 
 
 
Cuando por fin se halló solo con el otro niño, observó que este cambiaba su actitud serena a una asustada e intimidada, pasar las noches de luna roja no era lo que más le gustaba al pequeño príncipe, no después de tantas agonías vividas en sus cortos años como heredero. Los dos lo sabían, se miraban inquietos en silencio, cómplices de lo que solo ellos sabían... que esa era otra noche más, otra cruel noche donde el rubio purificaría la tierra y eliminaría la maldición de la luna a través de su cuerpo. Link sabía que no debía alejarse, así que pacientemente se quedó al lado de su semejante.
 
—Estaremos bien — pudo decir muy bajito el niño del bosque antes de recibir el manto rojizo de la luna.
 
 
 
—Sí...— respondió el príncipe observando el cielo, posando sus ojos en la estrella más brillante de la constelacion de Farore, buscando en su brillo la luz que tanto necesitaba... —Juntos estaremos bien  —fueron sus ultimas palabras antes de nublar su mirada, antes de brillar en el ardiente carmín nocturno, donde sus ojos azules se vieron opacados por lo que todos conocían como  el fuego de la maldición, aquella que los consumiría hasta el alma.
 
 
Esa sería otra cruel y despiada noche carmesí.
 
 
 
 

Notas finales:

Heart


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